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Señales

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El amor justo

El amor justo

Señales

Me telefoneó enfadado. Me espetó sin dilación que lo nuestro había terminado, que no quería volver a verme. Tomó dos segundos para respirar pero fui incapaz de decir nada así que me soltó su retahíla de reproches:

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Que siempre tuvo conmigo un montón de detalles que nunca supe agradecer. El viaje sorpresa a las Maldivas por nuestro aniversario, las cenas de los viernes a bordo del barco, las joyas de diseño en mis cumpleaños, los trapitos en las boutiques más caras…

Que nunca puse interés por la casa, que él era el que se encargaba de las compras y atender el servicio para que yo no tuviera que hacer nada…

Que nunca acompañé a los niños al pediatra, al dentista o al colegio.

Que ya no podía más. Que necesitaba cambiar de aires y que se marchaba a París a reorganizar y rehacer su vida.

Colgó sin darme opción alguna y busqué el primer vuelo.

Ahora estoy aquí, paseando por la orilla del Sena tratando de encontrar al hombre de mi vida sin saber siquiera su nombre. Creo en el destino y en las señales. Quizá no se equivocó de teléfono.

Raquel Lozano Calleja Palencia

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