SEMANA SEMANA IGNACIANA IGNACIANA -II-IIOración Oraciónde delalamañana mañana
¿Te has preguntado alguna vez qué tienes que hacer tú en este mundo? ¿Para qué es la vida…? ¿Da igual pasar de una manera que de otra, haciendo algo que valga la pena o no haciendo nada? ¿Tú qué contestarías? Piensa un poco… ¿A que es difícil? No queda claro. Durante esta semana, vamos a mirar a un hombre: San Ignacio de Loyola. Se hizo estas preguntas... buscó respuesta durante largos meses de reflexión con toda sinceridad, fueron unos meses duros. Fue un hombre valiente. Se atrevió a pensar, buscando sin miedo una respuesta que diera sentido a su vida.
LUNES Pregúntate tú, ¿a qué aspiras en esta vida? ¿Con qué te conformas? San Ignacio buscó la felicidad amando y sirviendo. Vio claro que
El hombre ha nacido para amar y servir y, mediante esto, vivir su vida como persona humana y ser feliz. Todas las cosas son medios para este fin. (Ejercicios. Principio y fundamento)
ORACIÓN DE SAN IGNACIO DE LOYOLA Te pido, Dios mío, tu gracia y tu ayuda, para que todas mis intenciones, pensamientos y acciones, estén orientadas únicamente a servirte y alabarte. Amén.
MARTES Todas las personas necesitan un modelo. Y a nuestra edad, todavía más. Pero ¿quién es tu modelo? San Ignacio tuvo la suerte de ver claro que su modelo era JESÚS. Para él, Jesús es el modelo de toda vida humana. Por eso, él se hizo
COMPAÑERO DE JESÚS
ORACIÓN DE SAN IGNACIO DE LOYOLA Te pido, Señor que por mí te has hecho hombre, que te conozca internamente, como un amigo a un amigo, para que más te ame y te siga.
Sello de San Ignacio de Loyola: JESÚS (IHS) en el centro de su vida
MIÉRCOLES El hombre ha nacido para amar. San Ignacio sabía que el amor es lo más importante. No sólo se lo puso como meta:
EN TODO AMAR Y SERVIR
sino que, además, enseñó cómo alcanzarlo. Él vio que todo lo que nos rodea es un mensaje de amor de Dios que espera nuestra respuesta. Por eso, hoy vamos a
“Traer a la memoria los beneficios recibidos, pensando cuánto ha hecho Dios por mí. Mirar cómo Dios está y actúa por mí en las plantas, en los animales, en las personas y en todas las cosas creadas del cielo y la tierra. Pensar lo que yo debo ofrecer a Dios” (Ejercicios. Contemplación para alcanzar amor)
ORACIÓN DE SAN IGNACIO DE LOYOLA Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.
JUEVES San Ignacio no fue un cristiano a medias. Buscó siempre MÁS. Pero no más que los demás, sino MÁS, cada día MÁS, superándose siempre a sí mismo, ser mejor, hasta llegar a hacerlo todo
A MAYOR GLORIA DE DIOS
Por eso, hoy vamos a buscar la MAYOR GLORIA DE DIOS, por medio del MÁS fiel seguimiento de Cristo, al servicio, sobre todo, de los MÁS pobres, De los MÁS solos, de los MÁS incomprendidos de entre mis compañeros del colegio.
ORACIÓN DE SAN IGNACIO DE LOYOLA Te pido, Señor Jesús, que escuche tu voz para ponerme al servicio de los que MÁS necesitan de mí. Espíritu Santo, concédeme el don de comprender que, para seguir el camino de Jesús, he de salir de mí mismo, superar mi amor propio y también mis deseos e intereses. Amén.
VIERNES - Hay personas que nunca rezan - Otros rezan cuando algo les va mal - Los hay que repiten las oraciones mecánicamente, sin pensarlo, como si fueran fórmulas mágicas. San Ignacio escribe:
Así como el pasear, caminar, correr, son ejercicios para preparar y disponer el cuerpo, así examinar la conciencia, meditar, contemplar, orar, son ejercicios espirituales. (Ejercicios de San Ignacio)
San Ignacio rezaba mucho, porque
ENCONTRABA A DIOS EN TODAS LAS COSAS Dios está en todas las partes y me ama. ¿Por qué no hablar con Él con frecuencia, de tú a tú?
ORACIÓN DE SAN IGNACIO DE LOYOLA Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del maligno enemigo defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.