Notas CPAU. -- Año 14, no. 48 (jun., 2021)

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Bien común | Nuevo Consejo | Códigos

bien común

Revista del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo ISSN 1852-9135 jun. 2021 año XIV


Autoridades CPAU

Staff

Presidente Arq. Emilio Rivoira

Propietario Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo

Vicepresidenta 1° Arq. Claudia Lanosa Vicepresidenta 2° Arq. Flora Manteola Secretario Arq. Fabián de la Fuente Pro-secretaria Arq. Rosa Aboy Tesorero Arq. Néstor Magariños Pro-tesorero Arq. Andrés Borthagaray Consejeros/as titulares Arq. Jorge Aslan Arq. Griselda Balián Arq. Bárbara Berson Arq. Paloma Carignani Arq. Carolina Day Arq. Adriana Dwek Arq. Roberto Frangella Arq. Agustín García Puga Arq. Daniel Silberfaden Consejeros/as suplentes Arq. Paula Lavarello Arq. Pablo Suárez Arq. Ana Artesi Arq. Matías Gigli Gerente General Esteban López Gerenta Técnica Arq. Irene Kalnins Servicios al Matriculado D.M. Federico Carrasco

Directora Arq. Bárbara Berson Coordinación editorial Arq. Vera Blitstein Colaboradores/as en este número Arq. Claudia Faena Arq. Roberto Frangella Arq. Emilio Rivoira Colaboradores/as permanentes Esteban López Lorena Obiol Obra de tapa Coco Cerrella Ilustración de secciones Arq. Florencia Ordoñez Arq. Nik Wenzke Arq. Irina Teitelbaum Diseño ZkySky Diagramación Camila Macca Impresión Talleres Trama, Garro 3160, CABA Distribución InterKartas, Flecar S.A. Edición Nº48 / ISSN 1852-9135 / Año XIV Junio 2021 / Tirada 2.200 ejemplares Dirección Nacional del Derecho de Autor Expte. 46045728 / La revista notas CPAU forma parte de la Asociación de Revistas Latinoamericanas de Arquitectura (ARLA)

Directora de Biblioteca Lic. Julieta M. Stramschak

Coco Cerrella Título: Un hogar para todxs

Asesor Legal Dr. Eduardo Padilla Fox

Contacto

Asesor Contable Ctdor. Fernando E. Tozzi

Mail: revistanotas@cpau.org Teléfono: +54 (11) 5239 9416

Asesora en Comunicación Lorena Obiol

El CPAU y la dirección de notas CPAU no se hacen responsables de los conceptos vertidos en los artículos firmados, que son de exclusiva responsabilidad de sus autores/as.

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Índice

Editorial: Bien común Bárbara Berson 03

Tema de tapa Por qué el bien común Emilio Rivoira 06 Vivienda económica Flora Manteola 08 Cien flores y una buena noticia Marcelo Corti 10 El maquillaje de la exclusión Julián Salvarredy 12 La integración sociourbana en debate Eduardo Reese 14 Diez condiciones/posibilidades para un abordaje integral Javier Fernández Castro 16 Hacer ciudad de abajo hacia arriba María Migliore 18 Pro.Cre.Ar Bicentenario Martín Reibel Maier 20 La integración sociourbana como escenario de transformación Santiago Chudnovsky 22 Urbanismo centrado en las personas: el camino hacia una ciudad inclusiva Urbanismo Vivo 24 De lo individual a lo comunitario Celeste Fisch 26 Arquitectura y voluntariado Mario Sespede 28 COUNVICO Teresio Galarza y Amelia Armanasco 30

Ayudar desde nuestra profesión SCA Une 32 Proximidad, cotidianeidad y pertenencia Claudio Freda, Fundación Isla Maciel 34 Construir educación Juliana Mombelli 36 Asociación civil Madre Tierra 40 Lo que sucede en las escuelas sucederá en la sociedad Bárbara Kuss, Fundación Huerta Niño 42 Viviendas para diez mil familias Entrevista a la Unión de Trabajadores de la Tierra Por Sergio Lanzafame 44 Transformar la historia desde el oficio Cooperativa Tava 48 La educación comunitaria, un jardín fértil Guido Agustín Prada 50 Una mirada desde la [in]acción pública Juan Carlos Etulain e Isabel López 52 Proceso cooperativo: vivienda colectiva para trabajadores de la educación Ricardo de Francesco 54 Inclusión y autonomía Andrea Calderini, Cecilia Cassiello y Maite Fernández 58 Fotografías Fundación PH15 60 Deudas Sociales en la Argentina 2010-2020 Observatorio de la Deuda Social Argentina 64

Ejercicio profesional Nueva composición del Consejo 68 Virtualidad que suma 69 El Consejo y los Códigos 70 Hablemos de Arquitectura 72 Las tareas de la comisión de Ejercicio Profesional 74 Una ciudad con perspectiva de género 76 La equidad de género es una construcción 78 Inspeccionar Arquitectura Entrevista a María Belén Taccone Por Laura Chertkoff 80

Cultura CPAU Biblioteca CPAU 84 Una instalación: Visioni Claudia Analía Cingari 85 Un libro: Una ciudad otra Florencia Suberbié Calvo 86 Una ciudad: Rosario María Paola Zini 87



Editorial Bien común

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n este número de la revista trataremos el tema del «bien común», aplicado a los grupos sociales más vulnerables, entendiéndolo desde una profesión de servicio como es la nuestra.

La convocatoria Arquitectura Argentina Solidaria, que realizó en conjunto CPAU-SCA con más de sesenta trabajos presentados, nos permitió tener un panorama sobre esta modalidad de ejercicio de la profesión muy poco difundida. Los artículos aquí presentados posibilitan la discusión sobre el modo en que este tipo de trabajos son desarrollados por los estudios de arquitectura. Sorprende que gran parte de ellos son realizados a través del voluntariado, con la donación de tiempo y saberes, con procesos muy lentos, burocráticos y agotadores. Salvo en contados casos en que profesionales logran vivir de estos encargos, la gran mayoría de los estudios de arquitectura no logra el acceso a estos trabajos como forma de subsistencia. El sistema no habilita a que esto suceda, convirtiéndose en una actividad marginada de las prácticas convencionales. Desde el urbanismo debemos debatir qué modelo de ciudad proponemos. Nuestras políticas, proyectos e ideas generan un importante impacto que repercute en la forma de habitar. Todavía hoy vemos el crecimiento ininterrumpido de las suburbias periféricas de las ciudades que se expanden como manchas de aceite en el territorio, con el consumo de enormes áreas productivas. Observamos un continuum de barrios-dormitorio, sin centros ni identidad, generados por la construcción de viviendas aisladas, práctica todavía vigente en muchos planes fomentados por las administraciones públicas. Nuestro país atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia, con la profundización de la pobreza. Ser parte del engranaje para construir los lazos que faciliten el derecho a la vivienda, la buena alimentación, la educación, el trabajo digno, y un medio ambiente sano es parte de nuestro desafío. Invitamos a discutir sobre estos temas a profesionales, cooperativas, representantes gubernamentales, usuarios/as, educadores/as.

Arq. Bárbara Berson

Foto: Albano García



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Tema de tapa Cada edición de notas CPAU tiene un tema diferente asociado a la disciplina de la Arquitectura y de la relación de ésta con otros campos de la cultura. Este segmento de la revista tiene como objeto profundizar en el oficio arquitectónico, desbordando sus límites para ampliar y multiplicar su dimensión disciplinar. «No hay ninguna lógica que pueda ser impuesta a la ciudad; la gente la hace, y es a ella, no a los edificios, a la que hay que adaptar nuestros planes». Jane Jacobs


Por qué el bien común

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EMILIO RIVOIRA Arquitecto UBA. Presidente CPAU (2020-2022). Se desempeñó como funcionario del Área de Planeamiento de la Subsecretaria de Turismo de la Nación. Fue becario de OEA en Planeamiento del Desarrollo Turístico y consultor de OEA en Planeamiento Físico. Ocupó los cargos de Profesor Adjunto y Jefe de Trabajos Prácticos en las universidades de Buenos Aires, Belgrano y Morón. Es socio del Estudio Hampton-Rivoira desde 1985.

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ara quienes entendemos la inclusión como una forma natural de entender la realidad, se nos hace evidente que el culto al bien común, ese bien compartido entre todos/as, es también consecuencia natural de una forma de estar en el mundo. En el extremo opuesto, encontramos el culto desmedido a las libertades individuales y a los derechos exclusivos de cada uno/a, que sesgan la visión haciendo pesar más los méritos obtenidos o traídos al mundo desde la cuna, por encima de lo que al conjunto le corresponde. Esta reflexión se hace muy necesaria en un contexto tan crítico como el que estamos viviendo. La urgencia nos obliga a comprender que ese bien común debe darse en nuestra tierra enferma y con nuestro tejido social fragmentado, y que nuestro compromiso es contribuir a su superación. Si algo se nos hizo hábito en esta cuarentena es leer y releer voces, en su mayoría serias, expertas y bien intencionadas, sobre cómo enfrentaremos el día después. Habiendo tenido la experiencia inestimable de conocer y evaluar como jurado los trabajos presentados en la Convocatoria Arquitectura Argentina Solidaria, organizada por el CPAU en 2020, me resultó inevitable cuestionarme qué es lo que venimos impulsando como pertinente y valioso en la arquitectura que hacemos y vivimos. O sea, me pregunté: ¿dónde está lo importante? ¿Está en la originalidad, el alarde, la excepcionalidad de las ideas brillantes, el curioso mérito de la genialidad? La respuesta de los casi setenta trabajos recibidos demuestran que hay otros valores en los/as colegas que se sumergen en procesos donde la voz del bien común exige ser escuchada con oficio, mesura, sensatez, coraje, innovación y aguda sensibilidad. Trabajos en los que es respetablemente secundario medir la potencia de las imágenes y prioritario valorar el conocimiento volcado en la solución eficaz de los mínimos básicos necesarios y obligarse a evitar lo superfluo y redundante. Norberto Chaves, en una charla de hace unos años en la Universidad de La Matanza, mencionaba el horror a la obviedad de muchas/as diseñadores/as, formados/as en el desprecio por lo obvio en el afán recurrente de dar con

una solución original a cada paso. El desafío excepcional de esta pandemia histórica nos pone en la emergencia de reconocer que estos problemas ya eran acuciantes desde mucho antes del día de inicio de la cuarentena.1 En nuestra arquitectura encontramos claras señales de cómo regenerar visiones y pararnos frente a cada oportunidad de trabajo con visión de servicio y no de prestigio, con armas racionales y sensibles que justifiquen nuestro saber y lo pongan en una actitud proactiva hacia todos. Desde hace un tiempo escucho decir a varios/as colegas: «No volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema». Y así es: hace tiempo que la balanza se inclina equivocadamente a favor del mérito en lo innecesario, y que dejó de ser importante lo simplemente útil para distraemos en un universo de extravagancias, que solo sirven para unos/as pocos/as entendidos/as. Desde ahora, enfrentaremos exigencias que, aunque ya eran obvias antes, no veíamos con tanta claridad como ahora estamos obligados a ver. Hace tiempo sabemos que el agobiado medio ambiente, la injusticia social y la exclusión deben ser los vectores sobre los que se amplíen los horizontes de la Arquitectura. Una Arquitectura sana, que surgirá de esta urgencia impuesta por la realidad de una enfermedad pandémica. Por todo esto, creemos que el mínimo aporte que esta gestión del Consejo puede dar hoy es poner en relevancia y difundir la tarea de arquitectas/os que ponen su talento al servicio de un diálogo que antecede al objeto, y para quienes la comprensión de lo necesario y la mejor resolución de la Arquitectura son el vehículo para un destino mejor. Así es como decidimos dedicar este número de la revista Notas al bien común. •

1. Parte de estas reflexiones fueron publicadas por la revista Tectónica de Madrid, y luego por Clarín ARQ. 7•


Vivienda económica

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FLORA MANTEOLA Arquitecta UBA. Profesora Honoraria UBA. Vicepresidenta 2° CPAU (2020-2022). Forma parte del Estudio Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona, Vinson Arquitectos desde sus inicios, teniendo especialmente a cargo las obras relacionadas con la vivienda colectiva, entre otras.

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urante una extensa vida profesional, nuestro estudio ha intervenido en muchos proyectos de vivienda económica través de múltiples planes oficiales: Plan Alborada, Plan de Erradicación de Villas de Emergencia (PEVE), Fondo Nacional de Viviendas (FONAVI), Programa Crédito Argentino (Pro.Cre.Ar). Fueron distintas modalidades, políticas del Estado para encarar el tema del enorme problema habitacional que padecen los grupos sociales más vulnerables. Después de cincuenta años de experiencia debería poder aportar algunas conclusiones sobre estos conjuntos. Pero no… no las tengo. Me animo a hacer comentarios referidos únicamente a una aproximación arquitectónica y urbana. El Estado a través de entes nacionales, provinciales o municipales realizó licitaciones de proyecto y precio, convocando empresas constructoras a presentar una oferta económica y un proyecto que respondiera a bases y programas precisos e inamovibles en cuanto a número de unidades y superficies. En algunos casos se incluía equipamiento comunitario como escuelas, guarderías y áreas de deportes. Y en la mayoría de los casos la evaluación del proyecto fue la puerta inicial para las adjudicaciones. El trabajo conjunto de arquitectos/as, constructores/as y técnicos/as facilitó la incorporación de tecnología de prefabricación pesada, liviana o racionalización de técnicas tradicionales. Esto fue un punto muy positivo que lamentablemente no se da habitualmente. Las unidades fueron y son un tema de búsqueda especial. Como alumnos de Wladimiro Acosta evitamos acercarnos a modelos inmobiliarios comprimidos, tratando de buscar pautas diferentes, interpretando las necesidades de sus posibles usuarios. Tal vez nuestro mayor aporte en este sentido haya sido la llegada y entrada a las unidades a través de la terraza en los barrios de La Matanza, San Isidro y otros. Este patio se convierte así en el ámbito central de la casa.

La conformación de grupos sociales parece ser un proceso mucho más paulatino, lento y complejo que la construcción del barrio, y necesita también acompañamiento en su desarrollo. Los espacios públicos, en su forma y en sus usos fueron «moldeados» por los volúmenes construidos y con los escasos recursos disponibles (senderos de 1,20 m de ancho) se intentó generar lugares para estimular los encuentros comunitarios. En ese momento las propuestas de los Smithson, de Christofer Alexander, del Team 10 abrieron nuevos temas urbanos como las calles elevadas, el cluster, los lugares intermedios, la peatonalidad, temas que inundaron nuestras mentes. Pero… todos los barrios de trescientas a dos mil viviendas, provenientes de esta política, han sido a veces alabados y más frecuentemente denostados por la opinión pública, especialmente por su dificultad de integración al entorno. Lo que sucede es que esta deseada integración no se resuelve solamente a través de la arquitectura; la conformación de grupos sociales parece ser un proceso mucho más paulatino, lento y complejo que la construcción del barrio, y necesita también acompañamiento en su desarrollo. Desde esta óptica parecería que la ciudad solamente acepta formarse como sumatoria de pequeñas células adheridas entre sí, aunque este camino no dé respuesta a la escala del problema a solucionar. Tal vez en lugar de condenar un sistema deberíamos pensar en reformularlo capitalizando las experiencias; y en vez de pensar en una sola aproximación, articular diferentes modalidades que respondan a situaciones locales, físicas y culturales. Un concepto tan difícil como es el de escala debería ser punto inicial de cada proyecto. La vivienda colectiva económica es posiblemente el tema más difícil, interesante y demandante de nuestra profesión. Es una deuda de los arquitectos con la sociedad. • < Barrio Piedrabuena (estudio MSGSSS). Foto: Alejandro Goldemberg 9•


Cien flores y una buena noticia La cuestión habitacional hace necesario un fuerte liderazgo público

MARCELO CORTI Arquitecto UBA y Urbanista (Universidad de Barcelona). Director de la editorial y revista Café de las ciudades. Director de la Maestría en Urbanismo FAUD-UNC. Integra el Estudio Estrategias y la red de consultores La Ciudad Posible.

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a cuestión de la vivienda entra en las agendas políticas del mundo en la misma época en que lo hace el urbanismo como disciplina, en la segunda mitad del siglo XX. Y, además, por los mismos motivos: la crisis sanitaria, social y cultural generada por la rápida urbanización, producto de la Revolución Industrial en algunos casos y de las grandes corrientes migratorias (nacionales o internacionales) en otros. En Argentina, las soluciones intentadas desde principios de siglo XX son similares o replican las implementadas en otros lugares del mundo: la filantropía eclesiástica o empresarial, la solidaridad gremial, la regulación de los alquileres, la flexibilización de la normativa urbanística y edilicia, los grandes programas de vivienda masiva, la producción social del hábitat o la creación de mercados informales de vivienda («acordate que el suelo no es tuyo», le dice el vendedor a la compradora de una casita en una villa, en una frase que cita Cristina Cravino), los programas de mejoramiento barrial, la regularización de tenencias precarias, etc. Por fortuna, y aunque tuvo algunos tímidos avances, no se han implementado las políticas de «subsidio a la demanda» que generaron en Chile el problema de «los con techo», y en México la producción de ciudades fantasma en medio de la

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nada. Tampoco hay indicios de las urbanizaciones narco-mafiosas para pobres que se registran en otros países latinoamericanos; por ahora, los circuitos de la economía ilegal se entretejen más bien con la producción de barrios privados para sectores de altos ingresos. Recientemente se formalizó como política de Estado la urbanización estatal en procura del mejoramiento autoconstruido de la unidad residencial: la llamada Ley de Barrios Populares obtuvo una aprobación casi unánime en el Congreso en 2018. En palabras de Jorge Jáuregui: construir ciudad más que construir casitas. Como en otros asuntos urbanos, la pluralidad de soluciones es un activo a aprovechar y no un nuevo problema que nos obliga a elegir una alternativa para que las distintas soluciones «no compitan entre sí». Parafraseando una consigna de un legendario líder chino, que crezcan cien flores… Todas las alternativas son factibles, todas pueden combinarse, todas son replicables. Si se quiere realmente avanzar en la integración sociourbana de los barrios populares (pero también si se quiere facilitar el acceso a la vivienda de amplios sectores de ingresos medios-bajos) es necesario además que los distintos niveles del Estado asuman la necesidad del liderazgo público en la producción urbana y del hábitat. Ningún país del mundo resolvió sus problemas urbanos ni de vivienda con la estrategia del Estado «facilitador» del mercado. Dicho sea de paso, esta hipótesis ni siquiera le sirve al mercado: las grandes economías capitalistas asiáticas y del norte de Europa precisaron para establecerse de fuertes intervenciones del Estado en la producción del suelo y la vivienda. Como expresión de ese liderazgo público, hay dos estrategias claves de intervención:

→ Programas de suelo urbanizado a bajo costo, que reduzcan, minimicen o,

en algunos casos, directamente anulen la incidencia del suelo en el costo del acceso a la vivienda. El Programa Nacional de Suelo Urbano es un buen paso en ese sentido; debe además ser replicado en las provincias y municipios. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires puede trabajar en ese sentido, pero debe revisar la laxitud de sus políticas de venta de tierras públicas, fuertemente interpeladas a partir de casos como Costa Salguero o las playas ferroviarias de Colegiales.

→ Exigencias de porcentaje de vivienda a precio accesible en los convenios

urbanísticos que permiten el desarrollo de grandes emprendimientos inmobiliarios privados. Este es el caso de las Zones d’Aménagement Concerté (ZAC) francesas o los Planes de Sector colombianos, que exigen un 20% de unidades con esas características. Esta cuestión de los convenios urbanísticos es también un tema interpelado en la Ciudad de Buenos Aires y en general en las grandes ciudades argentinas; las exigencias de vivienda regulada y protegida, sin embargo, no aparecen en los reclamos políticos y profesionales sobre su implementación. La buena Ley de Acceso Justo al Hábitat de la Provincia de Buenos Aires plantea algo similar al exigir la cesión de suelo para vivienda social para la aprobación de algunos desarrollos inmobiliarios, pero esto genera una especie de círculo vicioso: se requiere aprobar barrios privados o grandes centros comerciales para obtener un mínimo porcentaje de suelo (en la práctica, la ley se aplica solo en unos pocos distritos de la provincia que han adherido a su reglamentación e instrumentado los procedimientos administrativos necesarios).

La resolución del problema de la vivienda es probablemente la cuestión social más grave de la Argentina y está vinculada a otras de similar gravedad: el desempleo, la seguridad, la desigualdad, incluso la educación y la salud. La buena noticia es que tiene solución y que ésta puede desarrollarse en un horizonte temporal razonable: con voluntad política, una década o un poco más o un poco menos (sin voluntad política, nunca, y esa es la mala noticia). •

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El maquillaje de la exclusión JULIÁN SALVARREDY Arquitecto, Magíster en Planificación Urbana y Regional y doctorando en Urbanismo, UBA. Investigador y docente en FADU UBA. Miembro del colectivo Proyecto Habitar y coordinador de su asesoría urbana.

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l ámbito de los/as profesionales de la arquitectura parece encontrarse en un nuevo ciclo de reflexión crítica frente a una realidad urbana crecientemente desigual e injusta. En este proceso, resulta indispensable la interpelación de los técnicos que operan sobre los aspectos materiales de su transformación. Desde una perspectiva humanista, el objetivo de la inclusión social es una condición ética de la práctica arquitectónica, no se trata de una opción ni de una especialidad. Tiene una relación asimilable a la medicina y la salud pública. Cuando podemos alzar la vista, mirar el bosque, y hacernos cargo de la parte que nos toca, podemos dar cuenta de la necesidad y la posibilidad de reconstruir nuestra profesión uniendo en la práctica lo que se supone en la letra de nuestros deberes sociales. Abordar la relación entre arquitectura e inclusión social resulta un desafío necesario. La producción urbana, por las lógicas estructurantes que impone el capitalismo, reproducen la desigualdad y la fragmentación urbana. Esto es un aspecto predominante e innegable, pero no es el único, ni se desarrolla de un modo homogéneo. La actuación de los/as profesionales de la arquitectura en el proceso de producción urbana no es inocente ni inocua. Es central en nuestro trabajo definir las condiciones de lo aceptable, de los profesionalmente digno, de lo socialmente apropiado. ¿Por qué existen las villas? La explicación de su existencia no se encontrará mirando únicamente villas. ¿Cómo operar en el mejoramiento de la situación habitacional urbana sin abordar esta pregunta con seriedad y compromiso social? Tampoco podrán resolverse los urgentes problemas de estos sectores sociales sin afectar la dinámica urbana en su conjunto. Las respuestas apresuradas, esquemáticas y simplificadoras ocultan el problema y nos alejan de las posibilidades de desarrollar un proceso de transformación que incluya a todos/ as los/as protagonistas en la planificación y gestión. Existen varios cientos de miles de personas viviendo en villas de emergencia; puede constatarse allí lo opuesto a la inclusión social, observando la ausencia de los componentes habitacionales y urbanos que indudablemente forman parte de las condiciones de inclusión. Servicios básicos de mala calidad, ambientes mal iluminados, mal ventilados e insuficientes, entre otras muchas características que no es necesario detallar en este texto. • 12

La producción urbana y su dinámica excluyente La Ciudad Autónoma de Buenos Aires concentra la riqueza del territorio nacional, tanto desde el punto de vista de la situación media de acceso a servicios urbanos (en el sentido amplio: servicios básicos, salud, educación, esparcimiento, etc.) como en fragmentos de su territorio que reúnen a los actores más poderosos y enriquecidos del país. El contraste de estos sectores privilegiados con la situación de los barrios populares de la ciudad, es tan evidente como histórico e injusto. En este contexto de desigualdad, típico de nuestra región latinoamericana, los distintos gobiernos abordan políticas de mejoramiento habitacional y barrial, que en los últimos años se autodefinen como procesos de urbanización. Si bien el desarrollo de una evaluación exhaustiva de las políticas de urbanización de la CABA merece un abordaje más extenso, es posible registrar en este texto sus aspectos más significativos, a los efectos de la práctica profesional de los/ as arquitectos/as. En primer lugar, corresponde decir que las políticas de urbanización son una acción reciente y excepcional, si tenemos en cuenta que se produce en algo menos del 10% de los barrios populares de la CABA. Por otra parte, se han desarrollado en los últimos cinco años de los doce que lleva el mismo sector político a cargo del ejecutivo. Este despliegue particular y tardío sucede en el Área Metropolitana de Buenos Aires, donde se cuentan por miles la cantidad de arquitectos/as que se forman, muchos/as matriculados/as y muchos/as abocados/as a tareas menos convencionales. Las políticas de urbanización de villas se hacen visibles e intensifican la acción estatal disponiendo de recursos de todo tipo vinculándose de diversos modos según el caso. Esta diversidad es central, ya que el modo en el que el proceso de transformación del territorio se produce es lo que resulta en una operación inclusiva o en mayor exclusión con otro ropaje. Los edificios, las infraestructuras, las mesas barriales, los grandes fuegos de artificio, no son suficientes para fortalecer las posibilidades de los habitantes de las villas de ejercer el derecho a la ciudad. Los/as profesionales tienen que involucrarse técnica y políticamente en los procesos, transformando también el modo en que ejercen su profesión. En un sistema de relaciones complejo, de procesos y productos, es necesario una práctica profesional situada para dar un resultado inclusivo. Siguiendo la perspectiva que persigue el derecho a la ciudad, resulta central la apropiación del proceso de transformación territorial (físico, social, económico, ambiental). El desarrollo territorial que mejora el hábitat de los sectores que lo necesitan tiene su punto de inicio en la activación económica y del trabajo que se construye junto a los habitantes de los barrios populares y sus organizaciones, desde la perspectiva social y de género, partiendo de las mejores experiencias de la política urbana reciente. Entonces, quiénes participan, quiénes deciden, dónde se produce, cómo se produce, no resultan interrogantes accesorios sino centrales. En este contexto los procesos y los proyectos arquitectónicos y urbanos son un aspecto necesario de estas políticas de desarrollo territorial y hábitat, no un complemento intrascendente o aislable. Comprendidos de este modo, son instrumentos que se inscriben en una gestión territorial inclusiva que promueve el derecho a la ciudad.1


< Centro Comunitario Padre Pere Riera en el Barrio Un Techo para Todos, La Matanza. Foto: Miguel Caamaño.

En contraposición a lo enunciado, el gobierno porteño ha utilizado la problemática habitacional y urbana de las villas de la ciudad como una táctica de coyuntura frente a diversos conflictos. Por un lado, llevó adelante una política que dejó atrás la erradicación de villas —que fue su política inicial— por la resistencia de sus pobladores y organizaciones. En ese camino, desarrolló un proceso de transformación urbana asimilable a la urbanización, que le permite dar continuidad a su política de desigualdad territorial, en favor de los desarrolladores inmobiliarios, grandes empresarios y financistas. Es posible constatar que, de los entre cuarenta y sesenta barrios populares porteños —según la fuente que se tome—, los cuatro casos que se han priorizado (Villa 20 y 31, Fraga, Rodrigo Bueno) son procesos asociados a desarrollos inmobiliarios y emprendimientos de marketing urbano vinculados al turismo. En este sentido, la urbanización de villas opera en sí como un avance en la resolución de algunos de los problemas habitacionales de sus pobladores, y en general como parte de una dinámica excluyente. Las arquitecturas que se despliegan son indispensables para esta operación de remediación, y de simulación. Por otro lado, en su instrumentación, la política liberal de urbanización ejercida por este gobierno, lejos de apoyar y fomentar la organización solidaria de los pobladores, promueve el desarrollo de los individuos como propietarios. De este modo la inclusión social o urbana tiene un eje mercantil, que pretende que paguen sus impuestos, paguen por los servicios, etc. Esta condición tiene el elevado riesgo de viabilizar la reproducción del capital desplazando a la población actual. De esta manera, en definitiva, se empuja a la conveniencia de realizar la diferencia monetaria que les ofrecen con la venta de la vivienda mejorada, o se tiende a la expulsión por la imposibilidad del sostenimiento en las nuevas condiciones de costos de reproducción de su vida cotidiana. Finalmente, los «buenos edificios» y los fragmentos urbanos «bien resueltos» se inscriben en procesos generales que favorecen la exclusión del derecho a la ciudad y la privatización del espacio público. Como en el caso reciente de Costa Salguero, se utiliza el trabajo de miles de profesionales o de futuros arquitectos y arquitectas que aportan su trabajo en concursos, que en nombre de la integración fragmentan, y en nombre de la defensa de lo público favorecen los intereses privados de sectores ya privilegiados por el sistema económico. De este modo, se pone lo más valioso de la producción de estudiantes y docentes, sus programas y proyectos, al servicio de una operación que contradice el sentido social de la formación de profesionales en la universidad pública.

La arquitectura como maquillaje Resulta necesario y útil observar quiénes son los actores efectivamente incluidos y considerados en las operaciones estructurales, de gran escala e inversión, involucrados en esta transformación territorial. En este juego de actores, que participan del proceso de decisión, del proceso de gestión y de materialización, pueden observarse, por ejemplo, las grandes empresas constructoras, desarrolladoras inmobiliaria o agentes financieros.2 En definitiva, la arquitectura para la inclusión, opera como maquillaje para la exclusión. Los/as arquitectos/as que trabajan en estos procesos con una perspectiva efectivamente inclusiva, no deberían avalar los instrumentos de participación ficticios, ni proyectar transformaciones descontextualizadas que se convierten en engranajes del engaño. En ese contexto, la FADU-UBA ha aportado reiteradamente su grano de arena, dando su nombre para la organización de concursos públicos para operaciones innecesarias, que justifican la toma de deuda y la movilización de capitales como un fin en principal pero muchas veces omitido.3 Finalmente, la manera inclusiva de operar en las políticas de urbanización de villas requiere transformaciones de diversas escalas, todas relacionadas y necesarias. Procesos de gestión democrática del territorio que sean concebidos y desarrollados atendiendo su condición multidimensional (física, ambiental, económica, política). Una programación transparente e inclusiva, que dé cuenta del modo en el que progresivamente la realización del derecho a la ciudad será una realidad para todos los/as habitantes. Transformaciones territoriales que afecten la desigualdad como una relación compleja, ya que, sin afectar la mercantilización de la vida urbana, será imposible trascender la fragmentación del territorio que condena a los/as pobladores/as de la villa a una vida cotidiana llena de injusticias. •

1. «Para ser mejores, mejores políticas urbanas». Diciembre de 2019 en www.proyectohabitar.org 2. «Adjudican obra para la nueva Autopista Illia». Diario El Cronista, 29 de marzo, 2017. 3. «La urbanización del barrio 31, políticas de desigualdad y exclusión». Noviembre de 2017 en www.proyectohabitar.org 13 •


La integración sociourbana en debate EDUARDO REESE Arquitecto UBA, especialista en planificación urbana y regional. Investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Docente del Instituto del Conurbano (UNGS). Corresponsable técnico y asesor de planes y proyectos urbanos en más de treinta ciudades argentinas.

Hay condiciones estructurales para que la desigualdad se mantenga En los últimos años la noción de integración sociourbana ha empezado a formar parte del discurso público. Precedida por debates locales e internacionales, se estableció por primera vez como derecho colectivo en la Argentina en la ley de Acceso Justo al Hábitat (art 26 y siguientes) elaborada por un amplio colectivo de organizaciones sociales y aprobada a fines de 2012 en la Provincia de Buenos Aires. Posteriormente, formó parte del cuerpo de la Ley 27.453 y su modificatoria, en la cual se estableció el «Régimen de regularización dominial para la integración sociourbana» de las comunidades que habían sido incluidas en el Registro Nacional de Barrios Populares. Estos avances son resultado de largos años de lucha de muy diversas organizaciones, en un contexto de creciente disputa por la tierra y la vivienda. Las restricciones de acceso a un hábitat adecuado y las múltiples formas de exclusión que están asociadas a esto son parte de las más graves problemáticas sociales que enfrenta América Latina en general y Argentina en particular. La desigualdad en las condiciones de hábitat es un componente fundamental del patrón injusto de distribución de recursos con el cual se desarrollaron nuestros países y que, salvo en limitados períodos, benefició históricamente a sectores minoritarios de alta renta y con capacidad para garantizar su reproducción.

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Así, la apropiación desigual de los beneficios del proceso de urbanización son un reflejo de esta situación, que se cristaliza cotidianamente en las decisiones de política territorial que son producto de la relación entre los mecanismos especulativos y excluyentes de los mercados inmobiliarios y la débil capacidad de intervención que tienen las inadecuadas políticas públicas territoriales vigentes en una gran cantidad de distritos. El resultado se traduce en la conformación de ciudades ambientalmente insustentables, socialmente excluyentes, económicamente ineficientes y fiscalmente insostenibles. Esto explica el crecimiento que han tenido las tomas de tierras y la densificación de los barrios populares que se convirtieron en la única salida posible para las familias más vulneradas. La enorme magnitud que tienen actualmente los mercados informales de suelo son la evidencia empírica del fracaso de los mercados inmobiliarios formales y de las políticas públicas para dar respuestas sostenibles y equitativas a la población.

De la erradicación a la integración Frente a esto, la casi totalidad de los países de la región ha puesto en marcha, junto a diferentes mecanismos de construcción de vivienda nueva, diversos programas y proyectos de intervención en barrios populares dirigidos a remediar las penurias de sus ocupantes y en los cuales se suelen articular, con mayor o menor éxito según los casos,


componentes físicos (viviendas, infraestructuras, etc.), sociales (especialmente vinculados a salud y educación), ambientales (saneamiento, residuos, etc.) y legales (regularización dominial). Con posterioridad a las políticas del peronismo de mitad del siglo pasado, las medidas adoptadas para enfrentar el problema de la emergencia y crecimiento de los barrios populares estuvieron centradas en la erradicación de los mismos, a través del desplazamiento de la población a conjuntos habitacionales construidos por grandes empresas. Los impactos negativos que tuvieron, dado que terminaron constituyendo guetos marginales para las familias más pobres, motivaron un amplio conjunto de críticas y contrapropuestas alternativas. En ese contexto, a finales de los años sesenta, surgieron diversas experiencias, de pequeña escala, que se centraban en la radicación de la población en el lugar, el acceso a redes de servicios, la construcción de viviendas «semilla» o «progresivas», la regularización de la tenencia de la tierra y la participación social. Éstas se ejecutaron gracias al esfuerzo de organizaciones de la sociedad civil que contaron con la colaboración de entidades de cooperación internacional y de universidades públicas y escaso apoyo estatal. Luego de las violentas erradicaciones y del terror de la última dictadura, hace aproximadamente cuarenta años se comienzan a implementar en nuestro país, y también en el resto de América Latina, diferentes programas de mejoramiento barrial —a veces acompañados de planes de lotes con servicios—, que hacia mediados de los años noventa comenzaron a formar parte estable de las políticas habitacionales. El momento actual se caracteriza por un debate internacional que promueve programas que incluyan una mayor perspectiva de derechos centrados en la integración de las familias al resto de la ciudad.

¿Qué significa, entonces, integración sociourbana? Desde una perspectiva de derechos humanos, integración supone igualación. El igualitarismo es un principio central de los derechos humanos. Se dice que las políticas y proyectos se integran cuando las condiciones de vida en los barrios populares se igualan con las del resto de la ciudad. En otras palabras, la integración es plena cuando las familias de los barrios populares alcanzan las mismas oportunidades, estándares de vida y derechos políticos, civiles, económicos, ambientales y sociales que el resto de la sociedad. De tal forma, las políticas de integración orientadas a alcanzar un hábitat digno para todos los sectores deben ser parte indisoluble de políticas y programas de desarrollo justo. Sin embargo, como hasta el momento esto no ha sido posible, la aplicación de los programas y proyectos sufren serias limitaciones para lograr el objetivo de integrar y, por lo tanto, siguen cumpliendo un rol de remediación, que si bien resulta muy importante para responder a las necesidades de un gran número de familias, no alteran las cuestiones estructurales que reproducen la desigualdad.

¿Qué componentes deben formar parte de una política y de los proyectos para que paulatinamente logren una mayor integración sociourbana? Entre muchos otros solo citaremos tres: En primer lugar, es imprescindible adoptar políticas territoriales integrales. Para ello hay que modificar el abordaje dualizado vigente en el que los problemas de la ciudad «formal» son resueltos por los organismos responsables de la inversión pública y, por otro, los problemas de la ciudad «informal» son objeto de intervención de las políticas sociales, en general, y de limitados planes de vivienda, en particular. Los problemas socioterritoriales son esencialmente multidimensionales y, por lo tanto, complejos. Por ello, las respuestas requieren un abordaje integral de sus componentes que, además, incluya acciones multisectoriales coordinadas entre los actores involucrados. En segundo lugar, es necesario modificar estructuralmente las políticas urbanísticas para que dejen de ser un dispositivo privilegiado de reproducción de la renta inmobiliaria y, con ello, de exclusión. Como dispone la ley provincial de hábitat citada, el urbanismo es una función pública y, por lo tanto, debe garantizar la defensa de los derechos colectivos. Un urbanismo de este tipo reconoce al Estado como el actor que motoriza la transformación del territorio, que interviene activamente en los mercados inmobiliarios y que implementa mecanismos de redistribución social de las rentas del suelo generadas por las decisiones de política territorial. En tercer término, es necesario modificar la forma de intervención tradicional que han tenido las agencias estatales a través de proyectos fragmentados por unidad barrial. El recorte que obliga a intervenir dentro de los límites de cada asentamiento limita la posibilidad de promover procesos de integración. Esto es así porque muchas de las soluciones a los problemas de los barrios populares deben ejecutarse fuera de los límites de los mismos. Por lo tanto, los abordajes requieren un salto de escala que supone comprender, diseñar y ejecutar intervenciones ambientales, sociales y territoriales en áreas urbanas más amplias que la de los perímetros de cada barrio determinados en los registros.

Nadie duda que hemos avanzado, pero todavía tenemos por delante un largo camino de cambios si queremos que las políticas y proyectos de intervención en barrios sirvan efectivamente de instrumentos de igualación y cohesión social. •

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Diez condiciones/posibilidades para un abordaje integral

JAVIER FERNÁNDEZ CASTRO Arquitecto UBA. Profesor titular de las materias de Arquitectura y Morfología (UBA) y Director del Instituto de Espacialidad Humana, FADU-UBA. Es miembro del estudio 10.36 Ciudad y Arquitectura. Durante 2020 se desempeñó como Secretario Nacional de Hábitat.

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l derecho al hábitat tiene una historia pendular de ampliaciones y reducciones: desde el reconocimiento higienista de las infraestructuras básicas en el siglo XIX, pasando por el acceso a la vivienda, espacios y equipamientos públicos del estado nacional popular y el desarrollismo en el XX, hasta las retracciones a componentes básicos de las variantes neoliberales de las últimas décadas. La construcción de un nuevo modelo de gestión integral en el siglo XXI debe partir de reapropiar aquellos viejos paradigmas, sumándoles nuevas expresiones en manifestación de derechos recientemente explicitados. Trataremos aquí de enumerar sintéticamente las diversas componentes que deben ser asumidas en todo proyecto de hábitat popular contemporáneo. Una política de hábitat realmente inclusiva es aquella que logre reemplazar un concepto de economía restrictivo (lo económico por barato, pequeño o incompleto) por otro expansivo (lo económico como el mejor producto por el menor coste).

I. Ambientes En sentido amplio, refiere a las circunstancias y entornos de los proyectos; en sentido estricto, al conjunto de los factores físicos preexistentes, naturales o artificiales, que condicionan su desarrollo. Las localizaciones de hábitat popular tienen entre sus características dominantes el requerir fuertes acciones de mitigación o profunda reconversión de las condiciones ambientales, razones por las cuales su territorio no ha sido disputado por otros modos de producción/apropiación.

II. Infraestructuras Son las instalaciones complementarias del ambiente en antropización positiva, dotándolo de recursos permanentes y universales de aguas, energías y comunicaciones, necesarias para el establecimiento. El concepto de agua segura, el encauzamiento y aprovechamiento de pluviales, la evacuación y tratamiento de aguas servidas y la dotación de energías, suman hoy en nuevo derecho la esencialidad de diversos medios de comunicación concretos y virtuales, indispensables al desarrollo productivo.

III. Accesibilidades La incorporación de viejos y nuevos barrios a la estructura de su entorno urbano-paisajístico radica también en su clara articulación al tramado, en diseño de vías y medios de comunicación, transporte y logística. La posibilidad de acceder y egresar sin restricciones, la conectividad de desplazamientos entre la intervención y la estructura macro que complementa, así como entre sus distintos sectores internos, son componentes garantes de inclusión.

IV. Habitaciones La vivienda en tanto espacialidad básica, cobijo del grupo de convivencia, ámbito de prácticas domésticas, productivas y reproductivas, focaliza las intervenciones. En las distintas modalidades del hábitat popular se debe priorizar en buena medida el patrimonio construido, incluyendo al autoconstruido, entendido como capital cultural y material a dotar, cualificar y espaciar hasta alcanzar condiciones plenas y contemporáneas de habitabilidad. La aparición de medios virtuales, la coexistencia de vivienda y producción, la diversidad de formas de convivencia, las necesidades de crecimiento esperables o aleatorias, la visibilización y respeto de las distintas identidades

> Proyecto urbano integral Azul, Itatí. Avellaneda y Quilmes, Provincia de Buenos Aires. Convenio IEH, UBA-OPISU, GPBA. Equipo de trabajo: M. Tozzini, S. Clavell, R. Fernández Buffa, R. Johnson, E. Hetenyi, S. Barral, N. Leiva, I. Litvan, F. Lorelli, M. Pego, C. Rotundo. • 16


de género, etc., son solo algunas de las nuevas variables que invitan a revisar tipos y disposiciones de agregación. Se buscan nuevas formas para las nuevas prácticas. El manejo de las densidades requeridas por cada contexto, la relación entre imágenes genéricas y apropiaciones específicas, los nexos entre tipos tradicionales y nuevas experimentaciones, son condiciones necesarias a complementar según cada caso de estudio, evitando las recetas genéricas y abandonando prejuicios injustificados. La habitación es además esencialmente dinámica, adaptable a cada historia de vida, debiendo evitarse configuraciones rígidas incapaces de variación. Para los sectores populares, la vivienda propia es seguramente la única de su historia y por lo tanto debe poder acompañar sus dis- tintas y heterogéneas solicitaciones temporales. El uso de energías renovables y el acondicionamiento pasivo serán entendidos como elementos de aporte tanto a la economía de los vecinos como a la ecuación energética de los distritos. La incorporación de componentes de factura industrial, estimula las economías populares preexistentes y la generación de mano de obra calificada con escala y permanenecia de demanda.

V. Referencias Todo proyecto debe incorporar espacios y edificios referenciales garantes de prácticas grupales y colectivas, tanto para satisfacción de su propio universo como para su entorno. Estos deben ser entendidos como dispositivos de mixtura social, cualificantes del tejido en tanto diferencia, atractores y a la vez difusores de prácticas urbanas. Por primar en estas obras su carácter emblemático, atenderán tanto a continuidades patrimoniales como a la necesaria incorporación de imaginarios contemporáneos en proyección. La resignificación de referencias e improntas preexistentes, sea cual fuere su escala, aporta a la continua construcción identitaria de los sitios y sus comunidades.

VI. Producción La sustentabilidad en términos amplios de todo recorte de hábitat se juega en gran medida por su capacidad de aporte a la estructura productiva. Espacios de trabajo sobre objetos, bienes y servicios, de logística y comercialización, impulsando cadenas virtuosas de valor, deben incorporarse a los proyectos, partiendo de economías populares preexistentes e incorporando nuevas capacidades donde fuere requerido. El concepto de generación de empleo y rentabilidad debe trascender los tiempos de la estricta ejecución del proyecto, dejando instaladas fuerzas en permanencia, continuidad y crecimiento.

VII. Seguridad Es el producto de la generación conjunta entre el Estado y los diversos sectores de la sociedad de un entorno de convivencia y desarrollo pacífico. Los ámbitos y condiciones necesarias requeridas para ejercer una política de seguridad democrática, con monopolio estatal del uso de la fuerza asistido por medios de control ciudadano, deben sumarse superando estigmatizaciones externas e internas.

VIII. Apropiación Los proyectos y gestiones requieren como condición necesaria la participación de la comunidad, sujeto de derechos en instancias anteriores, durante y posteriores a su concreción. La historia de estos barrios, desde su creación como acceso condicionado al territorio hasta su desarrollo incipiente en la conquista de derechos sucesivos, se funda en procesos de organización que deben ser obligatoriamente asociados y patrimoniados en la tarea de inclusión desarrollada por el Estado. El reconocimiento de las formas organizativas vigentes y su reimpulso allí donde se encuentren debilitadas, son garantías de apropiación concreta de todas y cada una de las acciones a desarrollar, facilitando y potenciando las gestiones.

IX. Tenencia Los proyectos generan transformaciones sustanciales del entorno socioespacial, las cuales se deben completar con figuras de tenencia garantizada previniendo gentrificaciones. Cada proyecto de acuerdo con su escala de desarrollo, historia de gestación, jurisprudencia, etc., admite formas de tenencia individual, cooperativa, estatal en usufructo de sus habitantes, otras de futuro diseño o combinaciones totales o parciales de las anteriores. La tenencia es condición necesaria pero no suficiente, no genera de por sí «urbanización». No aparece al principio del proceso sino al final de éste, como necesario corolario jurídico en la garantía de arraigo, una vez recalificado el contexto digno de ser tenido.

X. Identidad Todo proyecto socioespacial se basa en la resignificación de las preexistencias. Los códigos socialmente compartidos del proyecto implican el reconocimiento de constantes necesarias de mantener y cualificar, así como de obstáculos a reemplazar con variantes a introducir. El goce de un hábitat pleno implica el reconocimiento de este proceso y su asunción en la historia de individuos, grupos y comunidades, un nuevo hito en su organización que equilibra permanencias y rupturas. •

Este artículo resume la estructura de un trabajo mayor desarrollado por el autor y equipo de docentes/investigadores del IEH, próximo a publicarse. 17 •


Hacer ciudad, de abajo hacia arriba La integración de los barrios populares de Buenos Aires

MARÍA MIGLIORE Licenciada en Ciencia Política (UCA). Como gerenta general del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) llevó adelante la integración social y urbana de barrios populares de la Ciudad. Desde el 2019 se desempeña como Ministra de Desarrollo Humano y Hábitat (GCABA).

a pandemia que se desató hace un año visibilizó aún más la desigualdad estructural que todavía hay en nuestro país y en la Ciudad de Buenos Aires, una grieta que se fue solidificando y creciendo con cada una de las sucesivas crisis que atravesamos en las últimas décadas. Esta situación marca un círculo vicioso: una pobreza que se cimentó en el territorio —miles de vecinos y vecinas de los barrios populares de la Ciudad con un entorno que les ofrece un desigual acceso a la educación, la salud, a los servicios

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básicos y a oportunidades de trabajo—; y a la vez, ese mismo entorno retroalimentando una realidad en la cual esas barreras imposibilitan que el esfuerzo que realizan sirva para salir de la pobreza. Así, la desigualdad determina el territorio, al mismo tiempo que el territorio reproduce esa desigualdad. Desde el Gobierno de la Ciudad, venimos trabajando una política de integración y desarrollo transformadora, con un norte claro: romper esta matriz estructural de la pobreza. Partimos de una certeza que marca nuestro sendero: el espacio urbano es un factor central para el desarrollo de las personas, las comunidades y las ciudades. El corazón de esa política son los procesos de integración de los barrios populares que estamos encarando hace más de cinco años, que representan la inversión en infraestructura social más alta desde el año 1983, y que hoy impactan de manera directa en la vida de ciento cincuenta mil personas.


Con este método venimos transformando los barrios Rodrigo Bueno, Playón de Chacarita, Mugica (Villa 31), 20 en Lugano y la zona del Camino de Sirga. ¿Por qué hablamos de integrar? El paradigma de la integración socio-urbana deja atrás al de la erradicación, dominante en los años setenta, que consistía en mudar barrios enteros a grandes conjuntos habitacionales sin tener en cuenta sus dinámicas sociales o su entramado productivo. Nosotros estamos convencidos del enorme valor que existe en los barrios populares y por eso buscamos integrarlo a la Ciudad. Con ese fin, el paradigma de la integración apunta a transformar a partir de la realidad existente en los barrios: reconocer que sus dinámicas económicas y su identidad están arraigadas al suelo en el que viven, y construir en (y desde) ese lugar. Con esa meta, llevamos adelante un modelo de «hacer ciudad» de múltiples integraciones: En primer lugar, la dimensión habitacional. Construimos viviendas nuevas y mejoramos las existentes para levantar el piso de las condiciones de habitabilidad y que así cada familia pueda llevar adelante sus proyectos. Una cuestión clave de nuestra política de integración es que pone en el centro al hábitat. ¿Por qué quedan en pie gran parte de las viejas viviendas? Porque buscamos hacer de cada barrio uno más de la ciudad, no eliminarlos y construirlos de nuevo. Reconocer la historia pasada, interviniendo para mejorar la infraestructura y las viviendas, generando un piso de desarrollo. Amalgamar y sintetizar la rica tradición social de los barrios con la modernización y nivelación necesarias para su integración en el resto de la Ciudad. En esa línea de poner en el centro el hábitat y la conectividad territorial, abordamos la dimensión urbana. Con nuestra política apuntamos a conectar el barrio a la Ciudad. A partir de las demoliciones de las viviendas de aquellas familias que se mudan a los nuevos departamentos, generamos nuevo espacio

urbano; abrimos calles, pasajes y pulmones de manzana para conectarlo a las redes de servicios públicos y al alumbrado de la Ciudad, para que pasen los colectivos y las ambulancias, para que haya un verdadero acceso a las escuelas, los hospitales y las comisarías, y para mejorar las condiciones de iluminación y ventilación. Buscamos una Buenos Aires que recupere mucho de lo que fue uno de sus principales activos urbanos —la integración social— y que dé pelea contra las tendencias excluyentes de la Argentina contemporánea: queremos una Ciudad que le dé las mismas oportunidades a cada una de las personas que la habitan. A partir de estos procesos de integración estamos construyendo más de 6500 departamentos, más de 160 mil metros lineales de infraestructura y 180 mil metros cuadrados de pavimento, y llevamos adelante más de 700 demoliciones por las cuales ya abrimos 18 nuevas calles y estamos trabajando en 8 aperturas más. En total, estamos generando más de 117 mil metros cuadrados de nuevo espacio urbano. Por último, la dimensión socioeconómica. Partiendo de reconocer las dinámicas productivas que ya existen en los barrios populares, generamos herramientas para que éstas puedan crecer e integrarse al ecosistema económico de la Ciudad. Desde el gobierno de la Ciudad estamos convencidos de que la mejor política social es el trabajo. Por eso, construimos instrumentos concretos, como la Ley de Economía Popular, para acompañar a los emprendimientos de la economía popular y que puedan aumentar su producción, mejorar su comercialización y acceder al financiamiento. También venimos impulsando proyectos cuyo potencial económico se vincula al lugar en el que se emplazan: el Patio Gastronómico y la Vivera Orgánica en Rodrigo Bueno, dos casos concretos que combinan la identidad productiva barrial con el potencial turístico de la zona. La totalidad del proceso se apoya sobre un componente fundamental: la participación. El proceso mismo institucionaliza distintas instancias participativas con actores, frecuencias y objetivos diferentes: mesas de decisión con los delegados y delegadas, las organizaciones, instituciones públicas, vecinos y vecinas, para definir las líneas del proyecto de integración del barrio; mesas técnicas para consensuar cada paso del proceso; y mesas reducidas con las familias de cada manzana para definir las intervenciones más concretas: qué calles se abren y cómo van a llamarse, qué familias se mudan, qué espacio público se crea. En estos años llevamos realizadas más de mil quinientas instancias de participación, en donde pudimos comprobar que la participación dinamiza la transformación, no la obstaculiza. Desde el vamos, la dinámica integradora apunta al encuentro de puntos de vista distintos para que surja un consenso superador. Hacer ciudad es la misión que nos hemos dado. A partir de la participación de la comunidad, con el fin de generar un piso de derechos vinculados al acceso a la vivienda, a la conectividad urbana, la educación, la cultura y la salud, del cual dispongan todos los vecinos y vecinas de la Ciudad. Ese es el camino de desarrollo por el que venimos dando pasos concretos. < Arriba: Barrio Mugica (Villa 31). Abajo: Patio Gastronómico en el Barrio Rodrigo Bueno. Fotos: MDHH. 19 •


Pro.Cre.Ar Bicentenario Un modelo de producción y trabajo MARTÍN REIBEL MAIER Arquitecto UNC. Exvicepresidente Pro.Cre.Ar y de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE). Es vicepresidente de Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA) y director de la Especialidad en Gestión y Producción del Hábitat (UNSAM).

> Arriba: Desarrollo urbanístico San Luis (capital). Abajo: Desarrollo urbanístico Estación Buenos Aires. Fotos: Banco Hipotecario SA.

Conformación del programa

Efectos virtuosos del programa

El 12 de junio de 2012, mediante el Decreto de Necesidad y Urgencia N° 902/12, se lanza el Programa Crédito Argentino del Bicentenario para la Vivienda Única y Familiar (Pro.Cre. Ar), uno de los programas de generación de viviendas más ambiciosos en materia social y económica de la República Argentina de los últimos sesenta años. Su misión era facilitar el acceso a la vivienda a sectores medios que se encontraban fuera del mercado para calificar en un crédito, siendo la viviendas, el trabajo y la seguridad social los ejes fundacionales del programa; y se capitalizaba con fondos líquidos provenientes del Tesoro Nacional, del Fondo de Garantías de Sustentabilidad y con más de mil ochocientas hectáreas de tierra fiscal urbana repartidas a lo largo de todo el territorio nacional, provistas por la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE). Pro.Cre.Ar se constituyó como una herramienta capaz de dar solución a las necesidades de vivienda de un amplio segmento de la población. Se instrumentó mediante la conformación de un fideicomiso público-privado, integrando al sector público como promotor mediante el aporte de tierras públicas vacantes y la financiación de la operación, y al sector privado en los procesos de gestión de proyectos y la construcción, de modo que se comportara como un verdadero dinamizador del sector de la construcción. Se promovió un modelo de gestión de acceso a la vivienda con valores cercanos al costo, donde el Estado solventaba los costos del desarrollo durante el transcurso de las obras, mientras que el beneficiario recién iniciaba el pago del crédito una vez que finalizaban. Las cuotas, bajo la premisa de que las viviendas se hacían con salarios y se pagaban con salarios, eran similares a las de un alquiler. El programa contó con una multiplicidad de líneas de crédito, que le permitía a una familia disponer de un amplio menú de posibilidades para ampliar, refaccionar, construir, comprar un terreno y obtener una vivienda en los más de 70 desarrollos urbanísticos que se realizaron en las 24 provincias del país, llegando a otorgar 174.566 créditos mediante sorteos públicos, y donde las familias numerosas o con algún integrante con discapacidad obtenían mayor probabilidad de salir adjudicatarias. Las tasas oscilaban entre el 3,5% y el 17%, disminuyendo en función del nivel de ingresos con el que contaba la familia, ajustando por coeficiente de variación salarial a partir del quinto año del crédito, y con la posibilidad de poder pagarlos a 20 años.

Uno de los saldos más significativos de Pro.Cre.Ar tuvo que ver con el factor dinamizador sostenido de la industria de la construcción, llegando a producir más de 12 millones de metros cuadrados en 3 años, utilizando el 16% de la demanda anual de cemento, y llevando la producción de ladrillos a niveles históricos. Así, se crearon 200.000 empleos directos y 100.000 indirectos, de los cuales 70.000 pertenecían a grandes empresas abocadas a la construcción de desarrollos urbanísticos y 130.000 a pymes constructoras y técnicos independientes, destinados a la construcción de viviendas individuales. En materia de empleo de la matrícula de técnicos y profesionales, hubo más de 150 estudios de arquitectura destinados a las tareas de proyecto y dirección de obra de los desarrollos urbanísticos, y miles de profesionales independientes en las tareas de proyecto y dirección de las 114.620 viviendas unifamiliares construidas en todo el país. La inversión fue de más de 59.946 millones de pesos, que en aquel entonces fueron 5900 millones de dólares.

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Operatoria destacada Entre las operatorias más destacadas del programa está la línea de desarrollos socio-urbanísticos, donde se encaró la recuperación masiva de tierra pública en los centros urbanos más importantes del país. Aunque se renunciaba a la valorización de dichas tierras, era con el doble fin de, por un lado, cubrir la necesidad de vivienda de quienes no poseían un terreno ni los medios para poder adquirirlo y, por el otro, la recuperación del valor social de tierras degradadas que contaban mayoritariamente con cercanía a servicios, conectividad y una ubicación privilegiada. Se generó la refuncionalización, puesta en valor e integración urbana de más de mil doscientas hectáreas urbanas, con el objetivo de revertir los efectos negativos sobre el territorio y el ambiente producidos por la presencia de vacíos urbanos de diferente escala. Se generaron planes de urbanización con una amplia gama de densidades edilicias y de variabilidad tipológica, promoviendo viviendas adecuadas, garantizando su accesibilidad en términos de movilidad, la seguridad en la tenencia y, por sobre todo, garantizando la adecuación cultural. Los diseños se obtuvieron bajo un novedoso sistema de licitación pública y abierta, donde el proyecto de arquitectura era el eje de la selección de los oferentes, exigiendo la presencia de grandes áreas de espacios verdes y el despliegue de importantes reservas para equipamiento comunitario.


Pasado, presente y futuro Pro.Cre.Ar recuperó el crédito en la Argentina. Cambió el paradigma en las formas de producción de la vivienda y ofició como un modelo innovador de gestión para el dictado de políticas de carácter redistributivo para la población, mediante el fomento de construcción de viviendas nuevas, generando miles puestos de trabajo y el alza de consumo de materiales. Esta situación dio un vuelco durante los años 2016-2019, cuando se alteró el objetivo primigenio del programa: se lo reorientó a la compra de viviendas usadas, haciendo que, además de no generar nuevos puestos de trabajo, se agrave la situación financiera de las familias participantes, dado que cuenta con un sistema crediticio altamente indexado que recae hasta hoy sobre las espaldas de los tomadores.

El año 2020 encontró a toda la actividad económica en una baja sin precedentes, situación de la cual el programa no estuvo exento, siendo muy poco lo generado en comparación con su etapa inicial. Teniendo en cuenta que el sector viene de una merma sin precedentes, y que el programa goza de una imagen positiva muy alta, el período 2021-2023 se presenta como una oportunidad para su relanzamiento, apelando a la memoria y retomando su objetivo original, recuperando sus mejores prácticas. Se podría incluso volver a los niveles de inversión alcanzados durante 2012-2015; aunque esto depende no solo de quienes transitoriamente detenten la responsabilidad de conducirlo, sino también de los colegios y consejos de profesionales y la sociedad civil en su conjunto, exigiendo la continuidad de una política que les generó tantos beneficios a la familia argentina. •

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La integración « sociourbana como escenario de transformación SANTIAGO CHUDNOVSKY Arquitecto UBA. Maestrando en urbanismo (UNC). Director de Ejecución de Obras en la Secretaría de Integración Socio-Urbana. Miembro del Centro de Estudios para el Desarrollo Económico, Social y Urbano (CEDESU). Fue docente de Forma Urbana en la UNSAM.

El país necesita un arquitecto que trace un barrio desde el tractor, que converse bajo el alero de un rancho, que coma el pan casero, que camine polvaredas, que se meta en el monte, que llegue también a caballo, que construya con materiales autóctonos, que sea uno más en la obra, que escuche otras opiniones, que sea creativo con lo de todos los días, que acepte el salario que todos perciben, que no traiga imágenes extrañas, sino que rescate nuestras esencias, que no sueñe con paisajes de otras tierras sino que disfrute con los nuestros, que no idealice al hombre extranjero sino que ame sus propias raíces. Roberto Frangella

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El país necesita un arquitecto/a… que camine polvaredas», es el fragmento de un poema de Roberto Frangella, que cada tanto se escurre en nuestro día a día. Es que cierta insatisfacción disciplinar empezó a fijarse en una camada de jóvenes que apenas tienen unos pocos pasos hechos con el rollito bajo del brazo. Es que aún no cierra eso de trabajar sentados en nuestros privilegios y para los privilegiados. Estoy convencido de que una nueva generación de arquitectos y arquitectas está irrumpiendo desde una práctica concreta asociada a la realidad de los barrios populares. También es evidente que aún es pequeña y poco escuchada, y creo que ahí está nuestro desafío: aprovechar las ventanas de oportunidad, prepararnos para transformar estructuralmente la realidad, aportar para construir un nuevo proyecto nacional desde nuestro campo disciplinar, evitando caer en un renovado corporativismo, y empezando por los más relegados. Son tres los lugares donde nació y se está desarrollando esta práctica concreta: en el marco de algún espacio académico que priorizó seriamente poner la mirada en las periferias; colaborando con alguna organización comunitaria en territorio, o bien desde la participación activa en una política pública del Estado. Vamos a decirlo: ninguno de estos tres espacios tiene buena reputación en el mundillo de los arquitectos, para la mayoría garpa más salir publicado en la revista Summa, o que te inviten a alguna charla, o trabajar en un estudio canchero o en una potente constructora. La cultura hegemónica dentro de la arquitectura está lejos de asumir la transformación de la realidad de los más humildes como parte protagónica de la profesión. Sin embargo, hace tiempo se vienen generando redes de arquitectos y arquitectas con una perspectiva de transformación. Una serie de grupos, colectivos y también gente suelta, que se articula a partir de encuentros, de cátedras y de prácticas constructivas en territorio. Aunque, a decir verdad, aún están bastante dispersos entre sí. Tal vez sea útil describir un nuevo escenario donde articular estas partes. Un campo de juego que se está construyendo desde hace algunos años y creo que es la oportunidad para consolidar un proyecto de largo alcance: la integración socio-urbana de los barrios populares. Las ideas para intervenir en estos barrios fueron muchas a lo largo de la historia reciente: en los años sesenta y setenta, la erradicación total guió dramáticamente la intervención estatal; pero ya con la democracia primó la idea opuesta: la radicación definitiva de la gente en su territorio; y más tarde el concepto de reurbanización pretendía reforzar el reconocimiento de las formas urbanas existentes garantizando mejoras y transformaciones. Hoy podríamos decir que hablamos de un incipiente nuevo paradigma. La integración socio-urbana de los barrios populares es una idea que tomó impulso en los últimos años, probablemente guiada por la agenda de Tierra, Techo y Trabajo y empujada por la fuerza de los movimientos sociales, que renueva una histórica demanda de los sectores populares. Vale la pena detenerse en esto último: este nuevo escenario fue principalmente promovido de abajo hacia arriba. El sector de la economía popular, los excluidos y marginados del sistema formal, los movimientos sociales que trabajan diariamente en villas y asentamientos, son un actor emergente de estos últimos años que ha irrumpido en la escena política con cada vez más fuerza y capacidad de organización y presión.


Foto: Daniela de Vega.

En ellos, más que en cualquier actor político o académico, está presente la agenda de la integración socio-urbana de los barrios en los que habitan. Gracias a esta fuerza se consiguió definir una secretaría de estado con el desafío de abordar la problemática de los 4416 barrios populares que existen en nuestro país, según el Registro Nacional de Barrios Populares (una iniciativa también promovida por las propias organizaciones comunitarias). La política de integración socio-urbana que se está poniendo en marcha implica la posibilidad de concretar cientos de proyectos de todo tipo y color. Las necesidades de los barrios son tantas como el abanico de respuestas que se necesitan. Actualmente se están desarrollando obras de mejoramiento habitacional, infraestructura básica de servicios para garantizar el acceso al agua, la cloaca y la electricidad, equipamientos comunitarios para fortalecer la organización local, espacios públicos y deportivos, veredas para que los/as pibes/as no lleguen embarrados al colegio, obras de mitigación ambiental, entre muchas otras, que no solo cubren lo básico, sino que aspiran a garantizar la igualdad de derechos y oportunidades urbanas. Me arriesgo a decir que las intervenciones de este tipo solo funcionan en la medida en que se garantiza la articulación entre la gestión estatal y su financiamiento, con la gestión social de lo público. Esto último se expresa en dos grandes aportes: por un lado asumiendo como protagónica la organización comunitaria y el entramado social existente: ningún arquitecto desempolvado le va a dar en el clavo si solo piensa desde el escritorio; y por el otro la incorporación de las cooperativas de la economía popular que vienen peleando por más y mejores condiciones de trabajo, en un escenario en donde la exclusión del mercado laboral de millones de personas en nuestro país

es la evidencia de un grave problema estructural y sistémico. Si aspiramos a abordar este asunto de manera seria y sostenida, es indudable que tenemos que pensar en la escala de ese abordaje, que abarca los más de 4416 barrios con 4 millones de personas: la intervención debe masificarse fuertemente y además contemplar la garantía de acceder al suelo a la población de estos mismos barrios. Esto debería llevarnos a poner en valor nuevamente la necesidad de una planificación integral de las políticas del hábitat y el desarrollo de nuestro territorio. Es ya evidente la necesidad de que cientos de arquitectos y arquitectas formen parte de este enorme desafío. Los espacios para hacerlo siguen siendo los mismos: construyendo de la mano de la organización comunitaria en cualquiera de sus formas, aportando a una formación profesional crítica o participando desde la esfera estatal para cualificar la política pública. No concebirnos como protagónicos, imprescindibles, cerrados a los aportes del propio saber popular o incluso de otras disciplinas debe ser una premisa sobre la que partir indefectiblemente. Nos han formado con valores contrapuestos a estas ideas, y vale la pena desarmarlos. El país necesita un/a arquitecto/a con sensibilidad, con perspectiva humanista y con solidez técnica y, para quien no está sus planes resignarse a un futuro injusto, más temprano que tarde debemos ponernos a la altura de las circunstancias. •

Esta nota toma fragmentos de un artículo publicado en la revista Café de las Ciudades, titulado «Esperanzas y cuentas pendientes de la integración socio-urbana de los barrios populares».

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Urbanismo centrado en las personas: el camino hacia una ciudad inclusiva El rol que ocupan las intervenciones urbanas como una nueva manifestación del urbanismo ciudadano. El caso de Enlace Defensa, San Telmo.

URBANISMO VIVO Organización que busca a través de sus proyectos la conexión entre la ciudadanía y el lugar donde habita, promoviendo ciudades más amables, activas y humanizadas. Trabaja en el territorio con tres ejes: la innovación, la diversidad y la colaboración. Está integrado por los/as arquitectos/as: Cecilia Ciancio, Analía Hanono, Carolina Huffmann, Matías Lastra y Milagros Hurtig.

Contexto Las ciudades son el escenario del complejo entramado cultural, político y económico de una sociedad. Sin embargo, la posibilidad de acceder y disfrutar de la vida en la ciudad no es igual para todas las personas. Esto se debe, entre algunas causas, a que el urbanismo no es neutro, y en su planificación y diseño, muchas veces no contempla la diversidad de necesidades, las desigualdades estructurales y los diferentes modos de habitar. Durante los últimos años, fueron tomando cada vez más forma los ecos de esta problemática en corrientes de pensamiento –y, sobre todo, de acción– que reclaman ciudades más justas, inclusivas y resilientes. En ese marco, la noción de ciudad inclusiva emerge para reconocer a las personas como sus protagonistas poniéndolas en el centro del debate. Hablamos de ciudades humanizadas, diseñadas contemplando la diversidad de necesidades y deseos, y no solamente a partir de la mirada técnica de quienes trabajan en la planificación urbana. Precisamente, el concepto de urbanismo ciudadano remarca la importancia de coconstruir ciudades «de abajo hacia arriba», con, por y para las personas. Propone un nuevo paradigma de hacer ciudad que recurre a diversas metodologías que involucran al usuario en los procesos de creación y planificación, desde la definición colectiva de las necesidades hasta la participación activa en la ideación y testeo de las soluciones. Se apunta a construir una inteligencia colectiva, es decir, un conocimiento generado por la integración del saber técnico con el saber cotidiano de la ciudadanía. Poner esta consigna en práctica implica fomentar espacios públicos como lugar de encuentro donde las personas puedan expresarse, compartir y experimentar, usando el territorio como laboratorio; es decir, un espacio de prueba, exploración y, a la vez, de juego. • 24

Intervenciones urbanas y pandemia: herramientas de urbanismo táctico La pandemia de COVID-19 puso de relieve la llamada «crisis de los espacios públicos» como consecuencia de las medidas de cuidado, aislamiento y distanciamiento físico. Estos lugares, al presentarse como un riesgo al contagio, perdieron de un día a otro su movimiento cotidiano, quedando desiertos. Sin embargo, esto también representó para la agenda pública y de la planificación la necesidad de volver la lupa sobre cómo proyectar –o transformar los ya existentes– espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles. Tal fue así que, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el transcurso de 2020 vimos una serie de intervenciones urbanas replicadas en el territorio como una forma rápida y económica de responder a los nuevos requerimientos y necesidades. Las mismas resultaron en la ocupación de carriles para dar más espacio a movilidades de proximidad y sustentables como las bicicletas, y la generación de nuevo espacio público y urbano como ensanche de veredas, peatonalizaciones temporarias durante el fin de semana, ampliación de las terrazas de los comercios gastronómicos, entre otras. Esta serie de intervenciones urbanas son una de las principales herramientas a las que recurre el urbanismo táctico. Se trata de transformaciones urbanas temporales, de bajo costo y rápida ejecución, con el objetivo de mejorar espacios públicos de proximidad. Las intervenciones urbanas son parte de este repertorio de acciones estratégicas, usualmente puntuales en tiempo y espacio, que pueden emplear dinámicas participativas y colaborativas en las distintas etapas de su desarrollo. Están orientadas en generar un impacto positivo inmediato en las variables urbanas del espacio urbano. Estas variables cualitativas y cuantitativas son medidas antes, durante y después de la intervención. Los resultados de las mediciones del prototipo permitirán evaluar, aprender y corregir el diseño en miras de una intervención permanente.

Enlace Defensa Enlace Defensa es un caso de intervención urbana para revitalizar el Bajo Autopista 25 de Mayo (AU1). Fue un proyecto participativo realizado entre marzo y diciembre de 2020 con el objetivo de mejorar las condiciones de seguridad, recreación y conexión a un lado y al otro del barrio, separados por la gran barrera urbana que representa la autopista.


En 2019, BID Cities Lab y el GCBA llaman a un concurso universitario para el desarrollo de un proyecto urbanístico con carácter de masterplan para los predios bajo la traza de la AU1. A principios de 2020, se decide realizar un proyecto «piloto» del masterplan buscando experimentar las ideas de la propuesta ganadora de manera localizada y escalada en una calle específica. Desde Urbanismo Vivo, nos convocó por BID Cities Lab para trabajar junto a Casco Histórico y otras oficinas de gobierno en la implementación del piloto en la calle Defensa. Durante siete meses se llevó a cabo un proceso participativo –primero digital y luego presencial– con vecinos/as, comerciantes y organizaciones del barrio en el cual asistieron más de doscientas personas. El piloto tuvo como resultado la generación de nuevo espacio público a través del ensanche de vereda con pintura de piso, equipamiento y vegetación, que priorice el distanciamiento físico, los cuidados y la movilidad peatonal. Para ello, se recurrió a realizar un mural de piso, un mural de techo, la incorporación de equipamiento urbano, vegetación, iluminación y mejoras generales de la cuadra. Como resultado, quienes habitan y usan diariamente este espacio consensuaron sobre la mejora general que introdujo la intervención en la cuadra y en el entorno inmediato, dándole una presencia más alegre, mayor movimiento peatonal y disminución del tránsito indeseado (camiones y colectivos). Nos parece importante destacar que el proceso participativo que acompañó el transcurso del planteo e implementación del piloto, permitió no solo conocer en profundidad las oportunidades y problemas de este espacio sino plantear una intervención precisa que respondiera a las necesidades y deseos de los propios habitantes y que refleje en sus formas y colores la cultura, identidad y patrimonio social del barrio. De esta manera, se abre la puerta a testear nuevos usos para esta calle, en vías de poder evaluar su funcionamiento y encontrar en un futuro próximo soluciones definitivas.

que muchas veces se interpretan como intervención final, lo cual las desacredita por la rápida degradación que pueden tener frente a obras de larga duración. Como reflexión final, nos gustaría echar luz sobre el momento actual como una invitación a sostener estas nuevas formas de hacer ciudad que propone el urbanismo ciudadano y que amplían los roles tradicionales de los profesionales de la arquitectura y el urbanismo desde la mediación, la articulación y la facilitación de herramientas para que la comunidad involucrada pueda encontrar el soporte y la manera de expresarse e intervenir desde la participación, hasta la colaboración y cooperación. En este camino, en el cual todavía queda mucho por andar, debemos comenzar por garantizar la pluralidad de voces y sensibilizar a la ciudadanía en un rol activo para construir ciudades que representen los deseos de quienes las habitan. •

Desafíos de las intervenciones urbanas A modo de cierre, nos gustaría mencionar ciertos aspectos importantes a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo este tipo de proyectos. El primer aspecto a considerar es el de las formas de participación. El objetivo es poder instalar en la sociedad una forma sostenida de participar en el debate urbano, y no una que empiece y termine solamente cuando se trata de discutir proyectos. Este aspecto es fundamental para construir una comunidad activa que aprenda paulatinamente a dar su voz y tenga las herramientas para hacerse escuchar. Para eso, será necesario adoptar una estrategia de comunicación abierta y amplia que logre el diálogo con mayor diversidad de actores e intereses. Una de las claves del éxito de una intervención es lograr sentar en la mesa a todos los actores involucrados. La diversidad no solo implica garantizar la representatividad sino también adaptar la participación a épocas de pandemia y al uso de herramientas digitales que sean accesibles e inclusivas. El segundo aspecto que se desea subrayar es el factor de la durabilidad de una intervención que, si bien es de carácter temporario, busca construir un camino para cambios a largo plazo a necesidades permanentes. Las intervenciones buscan ser parte de un proceso para llegar a la mejora definitiva, pero

Antes y después de la intervención urbana Enlace Defensa.

Urbanismo Vivo Web www.enlacedefensa.com Instagram @urbanismo_vivo

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De lo individual a lo comunitario

CELESTE FISCH Arquitecta y docente de la Universidad de Buenos Aires. Maestranda en Hábitat y Pobreza Urbana en América Latina. Directora de Hábitat y Participación en Vivienda Digna, a quien representa en el Foro de Tierra, Infraestructura y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires (FOTIVBA).

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ace poco más de cuarenta años, en el conurbano norte, Vivienda Digna, de la Fundación Sagrada Familia, comenzaba con su misión «la promoción de las personas a través del acceso a una vivienda digna». Y elegía como una de sus formas de hacer —y de ser— el Esfuerzo Propio y la Ayuda Mutua (EPAM). Desde ese momento, la fundación acompaña a grupos de familias a llegar a tener una casa adecuada. A lo largo de los años, con diferentes matices y en distintos lugares, grupos que se llamaron a sí mismos Juntos Podemos, Unidos Podemos, 15 Esperanzas, Renacer, Nuestro Sueño, Creando Futuro, y otros, trabajaron juntos, por las casas de todos, para llegar a la propia. Un terreno es la oportunidad de un nuevo proyecto que se concreta con diversas formas de financiación: donaciones, préstamos, subsidios del estado, voluntariados, aportes de las familias. Desde el inicio el proyecto se difunde, se da a conocer a través de referentes locales, las familias se informan y se inscriben. Vivienda Digna conforma el grupo, priorizando la necesidad de vivienda y las familias con hijos menores a cargo, que quieran y puedan trabajar a lo largo de un tiempo junto con otros y que puedan devolver lo recibido con una financiación adaptada a sus posibilidades. Se busca la participación activa de las familias, a través de reuniones periódicas y jornadas de autoconstrucción asistida, en las que se impulsa que los destinatarios asuman un rol activo en la organización y ejecución de las tareas. Esto es un requisito central para afianzar el esfuerzo individual y la ayuda mutua, el aprendizaje colaborativo, los vínculos sociales y un mayor sentido de pertenencia y compromiso, y posibilitar así una mejor integración social y comunitaria. • 26

Proyecto Suelo Firme Me gustaría compartir con ustedes el último proyecto de urbanización y vivienda nueva, Suelo Firme, todavía en ejecución. Fue distinguido en 2020 en el concurso Arquitectura Argentina Solidaria (CPAU-SCA). La idea rectora fue la de generar un nuevo barrio de viviendas y usos complementarios, equipado con espacios públicos, semipúblicos y privados que provean un clima de vecindario integrado, y donde los habitantes encuentren oportunidades de una vida segura y plena, y la posibilidad de construir una vivienda digna donde realizar su proyecto de vida familiar y comunitario. El proyecto urbanístico se realizó sobre 5 ha, subdivididas en 7 manzanas, con 98 lotes de aproximadamente 250 m2 de superficie cada uno, un espacio público para equipamiento comunitario y un espacio verde libre público —una plaza— a escala barrial. El espacio público para equipamiento comunitario está estratégicamente ubicado, de manera que funcione como articulador entre la nueva población y la «más antigua». Se prevé como un lugar de reunión, trabajo, intercambio y recreación, donde se desarrollen actividades de interés de los vecinos. Se propusieron tres prototipos de viviendas de dos dormitorios, siempre de 56 m2. Cada prototipo tiene una distinta distribución, pisada en el terreno y formas de crecimiento, que es explicada a las familias en un taller. Cada familia elije el prototipo que prefiere y más se adapta a sus necesidades. Con esta elección, el equipo define, teniendo en cuenta la ubicación en el terreno, las esquinas y la orientación, la distribución de los prototipos en los lotes. Hacia el final del proyecto, con diferentes metodologías, cada familia conoce cuál será su casa, de forma de poder intervenir en las terminaciones. La obra comenzó en 2014, y se fue avanzando en etapas de cuatro grupos, cada uno con aproximadamente 25 familias, y dependiendo del financiamiento. En este momento estamos finalizando las ultimas 17 viviendas.


Proyecto Suelo Firme desde el cielo. Foto: Esteban Funes.

Arquitectura por el bien común En estos días se cumplen quince años de la mudanza del primer grupo con el que trabajé, Arroyo Claro. Si bien yo entendía y compartía las bondades del trabajo grupal, recién al terminar el proyecto pude comprender realmente la potencia de lo comunitario. Me di cuenta que esas familias, que se habían acercado por una necesidad —un derecho— individual, habían conseguido no solo eso, sino la experiencia casi única de la comunidad en acción. Que además de sus casas tenían un barrio, y más que el barrio, una comunidad, con la experiencia extraordinaria de que es posible trabajar juntos por un bien común. Y que esto no está reñido con el bien individual, sino que cada individuo es el único que aporta «lo suyo» a esa comunidad y juntos se complementan en una búsqueda superior. Entonces, la comunidad y lo individual, no el individualismo, funcionan bien juntos, como el hierro y el hormigón. Se sostienen, trabajan juntos, son solidarios. No perfectos… juntos, y con la mirada puesta en el otro.

Las casas ya terminadas del Proyecto Suelo Firme. Foto: Esteban Funes.

Este año fui invitada a colaborar junto a otros arquitectos en un nuevo Programa del CPAU, llamado Arquitectura por el bien común. Los enormes problemas del hábitat son desconocidos, relegados, o ignorados por la mayoría de la sociedad, también por gran parte de arquitectos. Pero, por otro lado, también existen —como en la sociedad toda— arquitectos y organizaciones que silenciosamente entregan su saber y su ser por la mejora del habitar de otros. Conocer esas prácticas, visibilizarlas, mejorarlas, sumarnos, capacitarnos, entregarnos, son parte de los objetivos que se comparten en los inicios del programa.

El bien común es el objetivo que nos hace comunidad por excelencia. Tengo la enorme ilusión de que sea una oportunidad para encontrarnos, arquitectos y arquitectas, sirviendo, trascendiendo hacia la «gran comunidad» de la que formamos parte y que nos necesita. Ojalá que seamos muchos los que seamos parte de este llamado. •

Grupo 15 esperanzas trabajando en la construcción de sus hogares. Archivo Vivienda Digna. 27 •


Arquitectura y voluntariado

MARIO SESPEDE Arquitecto UCALP. Fue docente en la FADU, en la FAULP y en la UCA (La Plata). Es titular del estudio Sespede-Díaz-Sespede, premiado en concursos nacionales en el ámbito público y privado, en los campos corporativo-institucional, vivienda y patrimonial. Paralelamente, se dedica a la pintura desde 1983.

legué a la Villa 21-24, de Barracas, en marzo de 1997. Antes había transitado otros lugares populares con un rol marcadamente profesional, haciendo veredas y reparaciones de espacios comunitarios, y también había participado tangencialmente en una experiencia de autoconstrucción a través del arquitecto Roberto Frangella, un maestro a seguir. Pero sentía que ese recorrido, paralelo al desarrollo de mi estudio, no alcanzaba… sabía que algo más era posible, y la 21-24 me permitió conocerlo.

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Comencé a trabajar como voluntario en la parroquia de Caacupé en 1997, justo al inicio de la llegada del Padre José María de Paola (el Padre Pepe). Tuvimos una primera charla en la que me

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aclaró que lo importante era «salvar vidas» y darle un nuevo sentido… Mucho no entendí, pero a partir de allí entregué cada sábado a esa búsqueda. Y lentamente el compromiso se hizo mayor: me abrió la cabeza. El primer lugar en el que trabajé fue el sector de Tres Rosas. La villa, con una superficie de 60 ha y aproximadamente 60 mil habitantes (en ese momento, ahora son muchos más), requería una acción profunda y cercana. La política de trabajo creada por Pepe era llegar a cada sector con una ermita, capilla o centro misionero, respetando las características propias de cada sector con distintas nacionalidades de origen. Las líneas de acción eran las propias de una parroquia, pero sumaban apoyo escolar, actividades

ligadas al arte, la recreación para niños y adolescentes, grupo de mujeres y de hombres y una escuela de fútbol. Además, estaba la actividad de exploradores, ligada a la vida de campamentos, en la que se intentaba que fuera dirigida por jóvenes del barrio, con el objetivo de construir «líderes positivos» de la propia comunidad, que puedan mostrar el otro plato de la balanza. Y, sobre todo, enfrentando al mundo de la droga que era, y es aún, uno de los mayores flagelos de toda la comunidad. La misma situación se dio naturalmente en los grupos de hombres y de mujeres, de donde surgirían también líderes adultos que llevan adelante las distintas actividades y hoy son referentes de todos.


Una de cal y una de arena Ser voluntario lleva inevitablemente a vivir momentos difíciles. Te lleva a ver cómo la droga se llevó David, un pibe de 14 años. Y tristemente, existen muchos otros David. Te lleva también a ser el padrino de último momento de una beba cuya madre abandonó en el mismo bautismo, para ir a drogarse a la bailanta. Recuerdo que esa vez me enojé mucho, y quise dejar todo, pero, cuando llegué a casa, ver a mis tres hijos durmiendo en sus camas limpias me hizo recapacitar, y darme cuenta que no podía huir, que solo se trataba de brindar oportunidades. El lugar de nacimiento no debe castigar a nadie. Y me llevó también a vivir el incendio en un terrible enero que dejó gran parte del sector sin absolutamente nada de nada. Recuerdo el llanto de una de las chicas, Epi, por haber perdido la única foto de su mamá, pero también recuerdo la solidaridad de toda la comunidad: ahí estaban los curas villeros, los voluntarios para acompañar, para gestar lugares apropiados, abastecer de comida y de ropa. Estar, acompañar, escuchar; ésa es la premisa. Y allí, más tarde, se construiría la Escuela de Box y Circo, con el diseño de Clorindo Testa y Jorge Mazzinghi (estudio Mazzinghi-Sánchez): nosotros hicimos red para que eso ocurra.

Ana y Vick, voluntarias entregadas a la educación coordinando, dando su tiempo y saber. Fue el germen de los futuros jardines de infantes, escuelas primarias, secundaria y el centro de formación profesional que construimos más adelante La religiosidad popular era la base de muchas otras acciones que fortalecieron la educación y el trabajo. La radio, la escuela de música, el taller de velas fueron el inicio de algunos despertares de vocaciones. Los espacios para llevarlas adelante eran una parte, «la obra» era la acción. Tengo especial aprecio por el trabajo en equipo del grupo de hombres, porque cada sábado o domingo trabajaban voluntariamente para construir la casa de los/as abuelos/as, o el hogar de adolescentes, donde viven jóvenes con serios problemas familiares de abandono y allí tienen su hogar y la posibilidad de continuar estudiando. También las granjas por adicciones se llevaron muchos fines de semana, y repararon «la casa social», donde desarrollaban sus actividades los/as trabajadores/as sociales, abogados/ as, médicos/as, psicólogos/as. Recorrí en todo este tiempo otros sectores, como Tierra Amarilla, Caacupé, San Blas; cada uno con su carácter distintivo. Hubo muchas alegrías y también dolor… a veces «comprender» era muy duro.

Un arquitecto en la villa

Pero también pude ver resultados de lo que es el trabajo voluntario. Había en ese momento jóvenes, niños y niñas ¿viviendo? cerca a los volquetes de basura, y la misión era darles un hogar digno, alimentos, escolaridad y, sobre todo, familia. Así surgió el Hogar de adolescentes y el Hogar Hermana Pilar para niños sin familia o con padres ausentes.

Era necesario que contara todas estas cosas, que para mí son anteriores a mi ser arquitecto, porque así es como entendí lo que Pepe me decía, «salvar vidas». La villa enseña a silenciar el ego, enseña a escuchar y a ver qué significa ser un eslabón de comunicación para esas urgencias. Estas vivencias son las que me permitieron, muchos años después, volver a ser un arquitecto en la villa.

La actividad de apoyo escolar es fundamental en sí misma y, con su merienda, fue el punto de partida de una organización que se extendió a toda la villa, ya más perfeccionada por gente formada para ese fin y jóvenes voluntarios/as:

Siempre pusimos «chapas nuevas», hicimos pisos, llevamos agua, construimos veredas y ermitas. Construimos espacios donde reunirse a pensar, crear y abrazar futuros; pero antes era necesario tomar distancia, ver y escuchar para poder entender/

comprender en esencia a ese «otro/a» que tiene urgencias realmente importantes. Y sólo era posible hacerlo con un «nosotros/as». Hoy, en el centro de formación se aprenden oficios: carpintería de madera, escultura en mármol, electricidad, mecánica general, motores, enfermería (que están colaborando en la pandemia), computación, etc. El grupo de hombres es hoy un lugar de formación y capacitación donde pueden convertirse en constructores y tener una salida laboral. Ya han pasado varios grupos que se han independizado. La escuela secundaria creció en tamaño y turnos. Hay dos jardines de infantes y dos escuelas primarias. Para que funcionen se debió trabajar mucho, conseguir fondos, colaboración del Estado, adaptarnos a normas —algo que muchas veces se hizo difícil por los espacios con que contamos—, presentaciones en diferentes organizaciones del mundo. Para que todo eso ocurra han trabajado los curas del barrio, trabajadores/as sociales, contadores/as y muchos, muchos voluntarios/as. Ahí volví a ser arquitecto. Tal vez hoy el/la arquitecto/a pueda ser ese voluntario/a que a la par de su actividad acompañe estas gestiones, o tal vez seamos capaces de crear las condiciones para que otros/as profesionales puedan dedicarse a tiempo completo a esta hermosa actividad, con la remuneración y condiciones que corresponden, ya sea desde diferentes organizaciones o desde el Estado. Transito este camino como un escalón, solamente para que el duro mientras tanto sea apenas un poco mejor. Necesitamos estar d ispuestos/as a ver, a escuchar, y a trabajar en equipo: la «obra» es el espacio, la oportunidad y el futuro para que ese mientras tanto se convierta en un hoy sólido y fraterno. •

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COUNVICO

Una larga historia de trabajo en equipo

TERESIO GALARZA Presidente COUNVICO AMELIA ARMANASCO Secretaria COUNVICO

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a Cooperativa Unidad Nacional de Vivienda y Consumo (COUNVICO) nació en la localidad de Tres de Febrero en 1984, en la búsqueda de obtener agua para las familias que por entonces vivían en las villas Esperanza, Escalada y Puerta 8. En esa búsqueda conocimos a la Cooperativa de Obras y Servicios Públicos Martín Coronado (COMACO), que nos ayudó a obtener las canillas comunitarias para los respectivos barrios. Mientras, nos hablaron de cooperativismo: así es cómo empezamos a hacer las charlas con los vecinos para ver cuáles eran los problemas en común y las posibles soluciones. Entre tanto ir y venir, muchas familias deseosas de avanzar en la vida, que buscaban un mejor lugar donde formar sus hogares y dar a sus familias un mejor porvenir, empezamos a ver cómo hacer para salir de estos barrios inundables, marginados por la sociedad. Entramos en contacto con la Fundación San Patricio, en donde encontramos personas extraordinarias que nos ayudaron, ofreciendo un gran equipo técnico y humano de diversas profesiones que comienza a trabajar con nosotros. Por medio de ellos se consigue un terreno de 8600 m2 en Don Torcuato; su dueño nos lo vendió a bajo costo, y con el tiempo incluso nos condona las últimas cuotas de la deuda. El diagrama original constaba de 32 viviendas idénticas de 44 m2, y en el medio de éstas dos placitas para esparcimiento de las familias, lo que permitió tener un lugar seguro para que los niños puedan jugar libremente hasta el día de hoy. Cada vivienda cuenta con dos dormitorios, living comedor con cocina integrada y un baño. También se proyectó una galería externa y un terreno libre tanto en un lateral como en el fondo, donde se armaron patios y jardines. En 1988, las familias empiezan la autoconstrucción, acompañados por el equipo técnico. Tardamos cinco años en poner de pie las viviendas originales, a pesar de las dos hiperinflaciones que hubo en el medio. Los mismos auto constructores pusieron dinero para la compra de materiales y herramientas, y si bien el día a día se hacía duro —aun cuando la Fundación San Patricio y la gente que se acercaba ayudaba— las ilusiones de obtener • 30

la casa propia eran mucho más fuertes. Trabajamos sábados, domingos y feriados, de 8 a 18 h; salíamos a las 6 h hacia Tigre y volvíamos a Tres de Febrero alrededor de las 19 h; las jornadas solo se suspendían por lluvia. El trabajo era arduo y agotador, pero valía la pena el esfuerzo. Trabajaron hombres, mujeres e hijos mayores de edad, y algunos familiares y amigos. Muchas mujeres trabajaron a pleno en las obras revocando, haciendo mezcla, etc. Para poder solventar parte de lo hecho la cooperativa organizaba peñas, campeonatos de fútbol, vendía comida; así se juntaban fondos para la compra de mercadería o lo que hiciera falta. También se hicieron charlas, y había un diario donde salían las noticias, cumpleaños y eventos importantes. Esto hizo a la unión de las familias. Nuestras tan ansiadas y esperadas casas fueron entregadas a cada titular para ser habitadas en el año 1992, contando con luz y agua corriente.

La continuidad y el futuro En 2007, con el objetivo de escriturar y empezar a mejorar no solo nuestro barrio sino los alrededores, retomamos contacto con quienes nos había ayudado en el pasado: la cooperativa COMACO y el arquitecto Roberto Frangella, entre otros, quienes una vez más nos ayudaron desinteresadamente. Nos llevó solo un año lograr la escritura. Actualmente estamos trabajando para conseguir un terreno donde hacer un segundo plan de viviendas, ya que los problemas de hacinamiento son muchos: los hijos y nietos ya están formando sus familias y necesitan un lugar digno donde vivir, y el barrio pasó de tener 32 familias a tener cerca de 60. En la búsqueda de un terreno para hacer COUNVICO 2, y como mejor que nadie sabemos lo que es no tener tierra donde vivir, integramos el Foro de Organizaciones de Tierra, Infraestructura y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires (FOTIVBA) junto a otras organizaciones, apoyando la Ley de Tierra y Hábitat.


Pero, además, las casas construidas en su momento comienzan a tener el deterioro normal luego de todos estos años. Viendo que hay muchas dificultades para poder acceder a un nuevo terreno, y a la vez las nuevas casitas o piezas donde viven los hijos y nietos necesitan terminaciones, decidimos sumar nuevos proyectos. Así empezamos a trabajar con los microcréditos otorgados por la Comisión Nacional de Microcréditos (CONAMI), destinados a darles una ayuda a aquellos vecinos que necesiten hacer pequeños arreglos en sus casas, al tiempo que en el barrio se empieza gestar una cooperativa de trabajo bajo el programa Argentina Trabaja. Con el trabajo de esta cooperativa se hacen algunos arreglos en las plazas del barrio y en los pasillos, y pudimos entubar las zanjas que rodeaban al barrio, que eran un gran foco de infección, con ayuda del Municipio. Aún faltan cloacas, gas y arreglos; hay mucho por hacer. En 2017 logramos tener gas para las 32 viviendas originales y algunas viviendas más del barrio. También se otorgan nuevos microcréditos, pero esta vez para micro emprendedores, para ayudar a varios vecinos, tanto de COUNVICO como de los alrededores, a desarrollar sus propios emprendimientos productivos. A través del programa Mejoras de las Condiciones de Habitabilidad (MCH), que ejecutó la cooperativa junto a la Secretaría de Vivienda y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), se hicieron refacciones y ampliaciones en un total de quince viviendas; aquí, una vez más nos encontramos con personas realmente maravillosas que colaboraron con su tiempo y materiales, almas bondadosas que ayudan sin interés. Llegó a la cooperativa Macarena Marinic, arquitecta con la que se hicieron los quince mejoramientos del MCH; además, en 2018, SCA Une (ver página 32) nos ayudó con material de obra que se utilizó no solo para terminar las obras del MCH sino también para ayudar a otros vecinos a pintar sus casas. Si bien seguimos trabajando para conseguir un terreno donde empezar de cero con las nuevas familias, también seguimos gestionando para mejorar las viviendas, las plazas internas del barrio, y para tratar de conseguir la red cloacal, puesto que con los años las napas subieron mucho y hay pozos en peligro de derrumbe. Y así nos encontró la pandemia, intentando terminar la rendición de la última entrega de microcréditos, ya finalizado el MCH con las quince viviendas terminadas, entregando alimentos a las familias que lo necesitaran y tratando de avanzar, a pesar del contexto no solo del país sino del mundo. Nuestra lucha es inclaudicable. Es mucha la gente que nos ayuda en este camino, y así logramos consolidarnos y crecer día a día. Damos gracias a todos aquellos que pasaron, y que seguirán pasando y apostando por este proyecto, estamos seguros que sin ese aporte no hubiera sido posible realizarlo. Por eso el trabajo que lleva adelante el arquitecto Roberto Frangella es invaluable, que trabaja con nosotros desde el inicio de nuestra cooperativa, y que acerca a los más jóvenes para que continúen apoyando y colaborando con gente de bajos recursos. Nuestra cooperativa está constituida por gente humilde, que no tiene otra forma de solucionar sus necesidades de vivienda que no sea por medio de la solidaridad mancomunada: trabajando en equipo siempre, y rodeándonos de grandes amigos que nos ha dejado el trabajo social que llevamos delante. •

El punto de vista del arquitecto Siendo parte de la Asociación San Patricio,

conocimos en un asado navideño del Secretariado de Enlace a los amigos de COUNVICO. Así fue como nos convertimos en su equipo técnico para la construcción de sus viviendas. La tarea comenzó buscando tierras posibles. Se adquirió un terreno a precio generoso de un propietario solidario, y comenzó la organización de las jornadas de trabajo, del orden de la superposición de tareas, los turnos de las cocineras, la designación del responsable de herramientas, e incluyendo algunas madres solteras como titulares sin diferencias. El proyecto que se acordó en asamblea comenzaba con un básico aproximado de 42 m2, con posibilidades de ampliarse en el futuro. Las viviendas se construyeron sobre una cota inundable del terreno, que con los años se fue rellenando. Las obras avanzaron, pero llegó un momento en que se agotaron los aportes que hacía la Asociación San Patricio como adelanto, y que eran necesarios para dar ritmo a las obras, ya que los auto constructores, con su cuota mensual, hubieran tardado más tiempo en terminar la construcción. Recurrimos entonces a un subsidio provincial, del Plan Eva Perón, con el que finalmente se terminaron las viviendas. Pero lo más valorable es el esfuerzo y el crecimiento de los pobladores con sus dirigentes a la cabeza, siempre luchadores sin desfallecer, siendo los protagonistas de un auténtico proceso de autogestión. En pos de su dignidad y la de las familias, una lucha por la igualdad de oportunidades para sus hijos. Terminado el barrio, ellos siguieron desarrollando mejoras para el conjunto, numerosos planes de préstamos blandos para ampliaciones, para emprendimientos laborales. Gestionaron la titularidad en propiedad horizontal, el tendido de gas, la iluminación de los pasajes y las placitas. Y sin duda ellos, con su laboriosidad, han construido parte de la patria, justa, libre y soberana que todos deseamos para la Argentina. Roberto Frangella

COUNVICO Mail cooperativacounvico@yahoo.com.ar Teléfono 011 4727 0312

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Ayudar desde nuestra profesión SCA Une: Proyecto solidario de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA)

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Cómo despertar en los jóvenes profesionales, estudiantes de arquitectura y profesiones conexas la vocación de servicio hacia los más desprotegidos? ¿Cómo llegar con Arquitectura donde habitualmente no está presente? A partir de estas inquietudes, un grupo de arquitectos y arquitectas de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) formamos el proyecto SCA Une, una iniciativa que nació con el objetivo de colaborar con los sectores de mayor fragilidad social en torno al hábitat. Funciona como una red solidaria que vincula al que necesita ayuda y a quien quiere darla, a través de fundaciones que cuentan con experiencia y eficacia en soluciones para el hábitat social. «En medio de esta crisis económica y social creciente no podemos permanecer indiferentes. En SCA Une empezamos sumándonos a proyectos e iniciativas de otros que nos necesitan, dando una mano otras fundaciones solidarias». 1 En nuestra agrupación trabajamos en tres áreas:

1. Voluntariado Un equipo de estudiantes y profesionales de la Arquitectura brinda asesoramiento a distancia o en trabajo de campo, en relación a las fundaciones de proyectos específicos.

2. Donaciones de materiales de obra Canalizamos las donaciones de particulares y empresas relacionadas con la construcción a quienes las necesitan, facilitando la coordinación y traslado, y realizamos campañas en situaciones extremas, como la pandemia, incendios, etc.

3. Concientización Promovemos el diseño como una herramienta que mejora la calidad de vida a través del reuso, refuncionalización y sustentabilidad. SCA Une invita a indignarse frente a un problema que tiene décadas de historia y que debemos revertir. Visibilizamos y difundimos la problemática del hábitat social a través de las redes, encuentros, conferencias, foros. Estamos organizados en un sistema por proyectos, en el que una vez definido un objetivo se conforma un equipo de trabajo de voluntarios específico para llevarlo adelante. La actividad se realiza de manera transversal y muy dinámica. Desde los inicios en agosto 2017, estos son algunos de los proyectos desarrollados:

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Organización del Foro de la Vivienda y Hábitat Social 2019, conjunto con la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) y del Pre Foro 2020 (postergado por la pandemia); Proyecto Vivencias Solidarias, presentación de testimonios de referentes solidarios; Proyecto Conociéndonos, vinculación con las fundaciones y entre ellas;


< Recorrida por el barrio Suelo Firme, en Derqui, junto a la Fundación Vivienda Digna y el equipo de voluntarios de SCA Une.

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Participación en ferias y bienales como Bienal de Arquitectura 2018, Exposición BATEV 2018 y 2019; Organización del Concurso Nacional Solidario de Vivienda Social Sustentable, como búsqueda de soluciones habitacionales para distintas regiones del país; Convocatoria Doná una Idea para Mejorar el Hábitat Social, en el marco del Arq.Fest 2019, en el Museo de Arquitectura (Marq); Sustentabilidad al cubo, una campaña de visibilización y donación del desarme de las ferias de CASA FOA 2018 y 2019 para el Corralón Social de la Fundación Vivienda Digna; Campañas de donación varias: → para colaborar con el Hogar de Acogida Isla Maciel, → campaña Cómo Ayudar en esta Pandemia de Covid-19 (donación de alimentos, abrigos e insumos para Villa 21-24 e Isla Maciel, comedores Convidarte, Corazones Solidarios y Amigos de la 21), → armado de camas Covid-19 para Fundación Oficios, → campaña Solidaridad para Reconstruir (organizada por FADEA) para la reconstrucción de la comarca andina; Organización de los Premios SCA Une a la Solidaridad 2020, donde se invitó y distinguió a voluntarios, instituciones, empresas, organizaciones sociales y civiles y organismos gubernamentales que, a través del trabajo solidario, muestran un camino de servicio.

La participación es amplia y abierta a toda la comunidad, y el trabajo es colaborativo y en equipo, gestionado en proyectos concretos, medibles y alcanzables, en los que cada integrante es importante para lograr el objetivo.

Porque muchas pequeñas cosas pueden hacer algo grande, y en la medida que crecemos podremos ir asociando nuevas fundaciones para colaborar. Buscamos cumplir un deseo tan inevitable como extraordinario. En palabras del arquitecto Uriol Demarchi, director de SCA Une: «Convertirnos en una organización que sienta que nos necesitamos unos a otros y que nuestras buenas acciones siempre tienen un impacto positivo sobre los demás». • 1. Arquitecto Jorge Uriol Demarchi, director de SCA Une.

Fundaciones asociadas a SCA Une Vivienda Digna Hábitat para la Humanidad Argentina Fundación Oficios Mujeres 2000 Fundación Isla Maciel Cooperativa COUNVICO Amigos de la 21

SCA Une Mail scaune@socearq.org Instagram @sca_une Teléfono + 54 9 11 6719 2518

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Proximidad, cotidianeidad y pertenencia

CLAUDIO FREDA Arquitecto UBA. Director de la Fundación Isla Maciel y responsable en el área de Acceso Popular al Hábitat Digno. Formó parte del equipo de coordinación del Programa de Inclusión Juvenil Envión Avellaneda, Provincia de Buenos Aires.

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a Fundación Isla Maciel es una organización sin fines de lucro que, aunque la personería jurídica data del año 2012, cuenta con experiencias relacionadas con el acceso popular al hábitat desde hace más de treinta años. En aquel entonces, en función del déficit estructural de viviendas, un grupo de militantes sociales comenzó a realizar trabajo voluntario en barrios de poblaciones vulneradas del AMBA, apoyando a familias para realizar pequeñas mejoras de sus viviendas y barrios, núcleos sanitarios, canalización de aguas servidas, conexiones de agua, construcción de espacios comunitarios, etc. Con el motor de la organización de la comunidad y el objeto de promoverla, en la Fundación buscamos el acceso equitativo a los derechos, la mejora en las condiciones para la reproducción de vida de las familias, a la vez que recuperar y fortalecer el valor de lo colectivo y lo público.

Nuestras acciones se fundan en: El trabajo territorial, con participación activa y protagónica de las familias, lo que es garantía de la pertinencia de las acciones El desarrollo integral de las personas, poniendo el énfasis en la infancia La organización de la comunidad como objeto y soporte de las acciones La perspectiva de acceso a derechos La gestión de programas de políticas públicas La producción social del hábitat con participación popular Hacer ciudad y reivindicar lo público La proximidad, la cotidianeidad y la pertenencia al barrio de muchas/os de las/os integrantes, son verdaderas fortalezas. Hacemos hincapié en la familia, con una mirada integral de sus vidas, para reconocer sus capacidades, apoyarlas o fortalecerlas cuando sea necesario, y generar lazos barriales como recurso compartido.

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En el universo de las poblaciones vulneradas, las infancias son una de las franjas que sufren el mayor impacto material, simbólico, cultural, emocional, lo que afecta su desarrollo y constitución de subjetividad, dando lugar al círculo perverso de la inequidad, la discriminación, la marginación y la estigmatización, funcionales a un sistema de exclusión y egoísmo. La organización no consiste en la división de tareas, sino, fundamentalmente, en habilitar espacios participativos con circulación democrática de la palabra, donde se fomente y reconozca el protagonismo de las personas del barrio para la reflexión, la problematización, la identificación y el diagnóstico de temas de interés, así como en el diseño e implementación de acciones. El fortalecer los vínculos (interpersonales, intercomunidades e interinstitucionales) y la construcción colectiva de estrategias, incluyendo y respetando las subjetividades particulares, son las herramientas y el sustento para el desarrollo local, integral y sostenible. En ese marco, la producción social del hábitat es una de las áreas de interés para la fundación, por su significación en tanto necesidad y deseo muy arraigados, a la vez que manifestación de la inequidad y factor de deterioro para las familias de los barrios populares. Sin perder el carácter comunitario, intentamos dar un perfil profesional (aportado por albañiles, electricistas, plomeras/os, maestras/os mayores de obra, arquitectas/ os, ingenieras/os, etc.) mediante asesoramiento técnico, capacitaciones y talleres sobre hábitat para las familias. Los proyectos particulares en este tema son el proyecto Casitas de Belén, la ayuda micro financiera y la asistencia técnica a las familias para mejorar sus viviendas. El sentido solidario se da en torno a un fondo rotativo sostenido gracias a la devolución de los préstamos y la posibilidad de compartir saberes y esfuerzos en la construcción. Para las familias que no tienen ingresos suficientes siquiera para asumir el pago de una cuota mínima, se prevén subsidios y autoconstrucción. Por último, en relación a la articulación con el estado (municipal, provincial y nacional) y las políticas públicas, hemos ejecutado dos programas de mejora de viviendas (Mejor Vivir y PMCH) consistente en subsidios para la compra de materiales y pago de mano de obra y la asistencia técnica para el desarrollo de proyectos y ejecución de las mejoras. En este último tema, es importante la posibilidad que ofrecen los programas públicos de contemplar honorarios de profesionales que permiten de esa manera sistematizar y mejorar las prácticas, fortalecer la capacidad de la organización y, por añadidura, contribuir a resignificar el rol de la arquitectura en la producción social del hábitat. Desde el punto de vista del barrio, en todos los casos promovemos la consideración y, de ser posible, la mejora del entorno inmediato a las viviendas en proceso de refacción, logrando además de la posibilidad de intervenir en una pequeña escala urbana (mejora de un pasillo, conexiones a servicios, arbolado, etc.), dar visibilidad al rol de las personas en el «hacer ciudad», observarla con

criterios que excedan al de la «casa propia», para poner en consideración dimensiones de lo común como la accesibilidad, los espacios verdes, las redes de servicios, las organizaciones, el equipamiento comunitario, el cuidado ambiental, el tratamiento de residuos, etc. La fundación promueve y participa en las redes del barrio y la localidad sobre diversas temáticas de articulación, para complementar las propias capacidades con las de otras organizaciones afines, lo que permite mejorar, escalar y dar sostenibilidad y pertinencia a las propuestas. Así entendido, el hábitat es un universo que involucra no sólo la vivienda sino también la salud, la educación, la cultura, el trabajo, etc., en el que la comunidad puede tener incumbencia, para asegurar el acceso a derechos, como sujeto político que lucha y se apropia de ellos desde la mirada de lo común y solidario. Al apoyarse y promover el trabajo articulado en redes, la Fundación, en el caso particular del hábitat, participa en el Foro de Organizaciones de Tierra, Infraestructura y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires (FOTIVBA), un espacio colectivo de análisis, reflexión, discusión y desarrollo de propuestas, que surgió por iniciativa de varias organizaciones sociales, técnicas y territoriales con el objeto de contribuir a la articulación estado-sociedad y, desde allí, incidir en el diseño y ejecución de políticas públicas, promover y garantizar la participación de los actores sociales y discutir programas, en función de las necesidades y problemas identificados en la diversidad. En otras áreas relacionadas con el desarrollo integral, en la fundación funcionan La Casa del niño, una unidad de desarrollo integral de la infancia para niñas/os de 4 a 11 años, el Hogar de María, un centro de atención de las adicciones, el hogar de tránsito Mártires Palotinos, para dar cobijo a familias en situación de calle, el comedor Mártires Populares, las actividades de fútbol callejero y fútbol femenino que promueven, mediante el deporte, la integración comunitaria, el Centro de Actividades Infantiles (arte, educación y recreación para niñas y adolescentes) y la Orquesta infantil y juvenil (formación musical colectiva y acceso a los bienes de la cultura); todas acciones que apuntan a la mejora de las condiciones de vida de las familias del barrio. •

Fundación Isla Maciel Web www.fundacionislamaciel.org Mail contacto@fundacionislamaciel.org Instagram @fundacionislamaciel Whatsapp +54 9 11 3870 6485

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Construir educación Si estás oculta, ¿cómo sabré quién eres?

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JULIANA MOMBELLI Arquitecta UBA. Estudiante de Ingeniería Civil (UTN). Dicta seminarios de orientación técnica y acompañamiento social para el mejoramiento de viviendas de grupos vulnerables. Ha realizado centros de recuperación de adicciones y residencias para personas en situación de calle, entre otros proyectos.

Desde la terraza. Foto: Pablo Puente. Edición: Rubens Lombardo


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l imaginario que históricamente está asociado a los territorios informales o villas puede verse reflejado en las concepciones de la sociedad argentina como un enclave oculto y violento, en el cual nadie se atrevería a adentrarse. No hay un punto exacto en el cual estas subjetividades colectivas me llevaron al deseo de revelar la Ciudad Oculta, como se llama comúnmente a la Villa 15, y explorar otros escenarios alternativos para hacer arquitectura. Este vecindario se encuentra localizado en Villa Lugano, CABA. Allí viven cerca de treinta mil habitantes, y los principales problemas para sus residentes son la falta de acceso a servicios, empleo, salud, y educación, y las situaciones de precariedad y riesgo edilicio.

Vieja exclusión, nueva respuesta El acceso a la enseñanza es un elemento clave para combatir la pobreza y la desigualdad. A través de ella no sólo se logra el aprendizaje de las competencias básicas, sino también los valores y actitudes positivas para el desarrollo personal y comunitario. Hasta el año 2017 inclusive, habían pasado treinta y cinco años desde la última inauguración de una escuela pública. Por esta razón, los vecinos del barrio, liderados por el Padre Damián Reynoso y el Párroco Sebastián Sury, impulsaron una campaña para edificar la primera escuela primaria de Ciudad Oculta.

El proceso de transformación comunitaria Para la creación del establecimiento educativo, la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) donó un terreno que inicialmente había sido usurpado en la toma del Parque Indoamericano, lo cual generó una serie de discrepancias entre los vecinos. Al no contar con la figura de un estudio de arquitectura que los asesorara, se lanzaron a comenzar la construcción de manera espontánea. El abordaje de la obra se llevó a cabo del mismo modo que la auto construcción de viviendas, en la que los obreros se hacen cargo de la edificación. Y entonces recibí una notificación desde el grupo de tutores de la Fundación Integrar, donde informaban sobre una campaña para la recaudación de fondos de la primera escuela de Ciudad Oculta, y cuando accedí a la página para ver las fotos de la obra, inmediatamente llamó mi atención que no había ningún arquitecto, sólo estaban los obreros y los curas villeros. Les envié un mensaje para ofrecerles mi ayuda y

el Padre Damián Reynoso, quien me citó al día siguiente, me dejó inmediatamente a cargo de la dirección de obra.

El diseño como arte social La necesidad del contexto consistía en la ejecución de una escuela primaria con un presupuesto bajo, proveniente de donaciones particulares, con un sistema constructivo de conocimiento local, y dotado de una estructura resistente para albergar en un futuro cercano los niveles secundario y universitario. Se trata de un complejo en forma de «L», donde se ubican tanto las aulas y locales de apoyo, como también las viviendas precarias de los vecinos del barrio en torno a un patio central donde ventilan. El proyecto se desarrolla a partir de un núcleo de acceso jerarquizado con hall principal, del cual se desprenden dos cuerpos importantes en planta baja y primer piso; en uno se concentra el área destinada para el uso educativo y en otro el uso deportivo/cultural. En el primero se desarrolla el área pedagógica compuesta por aulas, administración, espacios de uso común, núcleos sanitarios y verticales, mientras que el segundo está compuesto por una cancha semicubierta, vestuarios, administración, salón comedor con cocina, núcleos verticales, biblioteca, microcine, capilla y sala de música; además posee un acceso secundario para que pueda ser utilizado por la comunidad en general. La iluminación natural inunda el espacio, y genera un contraste con la oscuridad que suelen tener los hogares de los niños y niñas que habitan en el barrio.

Construcción de espacios de convivencia Atravesar la experiencia de construir en Ciudad Oculta constituye un desafío espiritual e intelectual, que transformó mi mirada, y se transfiguró en la manera de abordar la obra. En primer lugar, la obra estaba iniciada, así que debí adaptarme a su curso para poder pertenecer y formar parte de ese equipo. Hubo que solucionar la falta de cumplimiento de la presentación de los planos, adaptar el proyecto al terreno, al Código de Edificación y a los requerimientos de los vecinos. Tanto el crecimiento de las viviendas como la construcción de la escuela se desarrollaron en etapas supeditadas al avance de obra cuyo ritmo dependía de los recursos y necesidades del barrio. 37 •


La urgencia del entorno requería el inicio del ciclo lectivo antes de que el edificio estuviera cien por ciento finalizado, para hacer frente a una deserción escolar cercana al 40%. Esto derivó en la convivencia entre la cotidianeidad de las aulas y la realización de la obra. En el año 2017, al momento de la inauguración, la escuela contaba con la dirección, patio descubierto, dos aulas y una batería de baños; y una vivienda que se hallaba en el terreno, y que pronto se terminaría por demoler, funcionaba provisoriamente como cocina.

Responsabilidad social del arquitecto Entender las necesidades e historias de vida de los niños y sus familias, al igual que sus anhelos, deseos y sueños, nos permiten indagar respecto de la responsabilidad social de la arquitectura. Al ingresar al barrio, mi profesión fue impregnada por la Ciudad Oculta que duerme envuelta en redes clandestinas de electricidad, cuya existencia desencadena cortocircuitos, provocando que el vecindario se halle a oscuras gran parte del tiempo. La heterogeneidad espacial interna compuesta por laberintos de tierra, el recorrido interceptado por escaleras en espiral utilizadas como una salida de emergencia habitacional ante la carencia de territorio, el agua estancada, el barro, el aroma que desprenden los guisos que se cocinan en los pasillos, los ruidos de algunos disparos que se amalgaman con el sonido de cumbia, y el color naranja que subyace en la imagen de las edificaciones, me revelaron los signos indiscutibles de la pobreza. El desafío en estos contextos de desigualdad implica reconocer las problemáticas que los atraviesan. Es aquí donde asumo mi compromiso con la comunidad. ¿Por qué trabajo ad honorem para esta construcción? Mi formación se la debo a la educación pública, que abarca desde el jardín de infantes hasta mi paso por la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Tecnológica Nacional; desde mi lugar, trato de devolverle a la Argentina algo de lo mucho que me brindó. Y eso no significa fomentar la precarización profesional, porque las condiciones laborales obedecen a que el presupuesto es escaso.

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Tener entre mis manos la oportunidad de construir una escuela en un contexto de profunda pauperización, que habilite repensar el rol del arquitecto, me llevó a concebir la disciplina como un instrumento para el cambio de la desigualdad social. Al traspasar el cerco perimetral de la obra para ingresar al edificio educativo donde guardaba los planos, y encontrarme con niños que solo comen si lo hacen en la escuela, padres que esperan los restos de comida en la puerta, docentes que enseñan desde el amor, maestras que cosen los guardapolvos de sus alumnos, el equipo directivo que brinda contención al llanto de las madres y exhiben en la dirección, como obras de arte, los dibujos que los niños le regalan diariamente, sacerdotes que acompañan a las familias, los chicos que me abrazan pidiéndome que les explique el contenido de los planos, despertando así su curiosidad en la arquitectura, la infancia del barrio que ríe, juega y saluda a sus papás que del otro lado del cerco construyen con sus manos el espacio para que sus hijos y las siguientes generaciones puedan crecer con más oportunidades. Edificar una escuela más justa o menos inequitativa daba sentido a mi tarea cotidiana durante la obra. Hay quienes ante la histórica desigualdad se lanzan a construir castillos en el aire, pues les dijeron que la realidad siempre fue así y que no vale la pena tratar de cambiarla. Se hace necesario deconstruir prejuicios sobre los contextos de desigualdad y los límites de nuestra profesión, para que con nuestros conocimientos podamos construir los cimientos que sostienen los sueños comunitarios y hacer realidad los castillos en el aire. Prioricemos que la arquitectura llegue a todos los estratos sociales y sea una disciplina al servicio de la equidad y del bienestar de las personas. Los invito a transformar la realidad. •

> Arriba: Tinglado de despedida. Abajo: Fachadas. Fotos: Pablo Puente. Edición: Rubens Lombardo


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Madre Tierra Más de treinta y cinco años construyendo barrios y fortaleciendo comunidades

ASOCIACIÓN CIVIL MADRE TIERRA Organización sin fines de lucro que trabaja junto a los barrios del conurbano bonaerense por el derecho a la tierra, la vivienda y un hábitat adecuado

n mayo de 1985 el Área Metropolitana de Buenos Aires fue azotada por grandes tormentas e inundaciones, y millones de personas debieron ser evacuadas. A la sede de Cáritas en Morón llegaban día a día familias que habían perdido sus hogares bajo el agua, la mayoría instaladas precariamente a la vera de los arroyos, el único lugar accesible que habían encontrado. En ese contexto, un equipo de profesionales técnicos y sociales se reunió para comenzar a trabajar tanto en la emergencia como en un proyecto a largo plazo por el acceso a la tierra y la vivienda, para familias sin recursos de la zona oeste del Gran Buenos Aires. Así nació la Asociación Civil Madre Tierra, hace treinta y cinco años. En este tiempo vimos y vivimos grandes alegrías —familias plantando un cartel con su nombre en un lote, agua potable llegando a un asentamiento, mujeres administrando fondos rotativos de materiales y sus propias obras—, y grandes crisis —catástrofes económicas en las que solo se podía pensar en la supervivencia, donde en vez de dibujar planos de casas dibujamos conejeras y manuales de pastas caseras, y la pandemia que nos alejó del trabajo codo a codo en el territorio—. Lo que no cambia es el modo en que comprendemos el hábitat en nuestra Asociación: la casa es uno de sus componentes. Para que sea integral, debemos comprender que el derecho a

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Jornada de trabajo comunitario para la construcción de veredas. • 40

la vivienda adecuada implica mucho más que cuatro paredes y un techo: implica tener una mirada amplia e integradora. La existencia de escuelas hace parte del derecho a la vivienda, pero si no hay veredas adecuadas para llegar a ellas ese derecho se ve vulnerado. Un barrio sin alumbrado público también lesiona el derecho a la vivienda, especialmente afectando a mujeres, niñas, niños y adolescentes, ya que impide el sentido de seguridad y cuidado necesario.

La tarea de Madre Tierra Trabajamos para facilitarle a quienes habitan las barriadas populares en la zona oeste del Gran Buenos Aires el acceso a una vivienda y a un hábitat adecuado, a través de procesos participativos y utilizando metodologías adecuadas para que estas familias sean protagonistas centrales en el desarrollo de estos procesos, y atacando las consecuencias que genera un desarrollo territorial inequitativo. Junto con las familias y las organizaciones ya logramos crear 17 barrios, mejorar más de 3200 viviendas, desarrollar redes de agua para miles de familias, sistemas de tratamiento de desagües, 32 centros comunitarios, veredas, plazas y luminarias. Al mismo tiempo trabajamos sobre las causas, creando condiciones para generar territorios sustentables y equitativos. Lo hacemos a través de la participación en distintos grupos de incidencia, como el Foro de Organizaciones de Tierra y Vivienda, desde donde impulsamos la Ley de la Provincia de Buenos Aires Nº 14449 de Acceso Justo al Hábitat. También estamos en Habitar Argentina, un espacio multisectorial conformado por organizaciones, instituciones académicas, movimientos sociales urbanos y campesinos y legisladores/ as que trabajan con el objeto de generar un marco normativo para garantizar el derecho a la vivienda, a la tierra y al hábitat digno. Y participamos en la Coalición Internacional para el Hábitat, una red mundial de derechos relacionados con el hábitat y la vivienda, que lucha por la justicia social, la igualdad de género y la sostenibilidad ambiental; entre otros diversos espacios.


Jornada de capacitación en el marco del Programa Mujeres Constructoras.

Las instancias de formación y capacitación son también una tarea central en nuestro quehacer cotidiano, porque entendemos que cada proyecto que desarrollamos es una oportunidad de trasmisión de capacidades hacia las personas que protagonizan dichos proyectos: por ejemplo, generando instancias de capacitación específica sobre distintas temáticas. Todo esto es posible gracias a que desarrollamos varias estrategias de financiamiento que incluyen la cooperación internacional, los programas estatales, el apoyo de empresas y particulares. Actualmente estamos llevando adelante varios proyectos, como la ampliación del Centro Comunitario Mi Pachamama, el programa de mejoramiento de viviendas con fondos rotatorios, dos nuevas urbanizaciones, el mejoramiento de sistemas de desagües domiciliarios, la construcción de veredas, el apoyo a comedores y huertas comunitarias (en el marco de la crisis que está generando la pandemia) y el programa de asesoramiento y capacitación Mujeres Constructoras, desarrollado en el marco de nuestra área de trabajo Hábitat y Géneros. Nuestra experiencia de más de treinta y cinco años de trabajo nos permite reconocer que son en su mayoría mujeres quienes sostienen el territorio cotidianamente a través de las tareas de cuidado, los proyectos barriales y la participación en la vida comunitaria, destacándose su protagonismo en la producción social del hábitat. Entender el hábitat desde una perspectiva de género implica pensar el derecho a la tierra y a la vivienda desde la diversidad y multiplicidad de actores, y de sus maneras particulares de vivir y transitar las ciudades y los territorios. A través de este programa implementamos las acciones necesarias para incorporar la perspectiva de género en cada uno de nuestros proyectos.

Cuidando las infancias: el proyecto Una Plaza para el Barrio Los Hornos Cuando pensamos en un barrio, lo imaginamos con sus viviendas, comercios, escuela, centro de salud, espacios verdes.

Una plaza es un componente que nos aparece como lógico y necesario, un espacio convenientemente equipado, donde niñas y niños puedan jugar, adolescencias y adultos compartir un encuentro y hacer ejercitación física, adultos mayores disfrutar una charla sobre viejos tiempos o un partido de bochas o una partida de damas o ajedrez. Un espacio saludable que también disfrutan vecinas y vecinos de barrios circundantes. Sin embargo, la plaza, cuya existencia damos por sentada, no se encuentra fácilmente en las zonas más alejadas a las áreas centrales; zonas densamente pobladas, cuyos habitantes no tienen una plaza que dé respuesta a su necesidad de esparcimiento y buen uso del tiempo libre. Aunque la tierra destinada a ese espacio haya sido prevista, los recursos nunca son suficientes para construirla, o hay otras prioridades. La pandemia debida al coronavirus puso en evidencia, entre tantas otras cuestiones, la necesidad de trabajar por un hábitat más saludable: los espacios verdes resultan de vital importancia para el crecimiento y desarrollo integral de niñas y niños. Desde Madre Tierra, junto a la comunidad de Los Hornos, soñamos con una plaza para el barrio. La plaza que se proyecta construir contará con una superficie de 4300 m2. El espacio verde a ganar será aprovechado, fundamentalmente, por más de quinientos niños y niñas que habitan en esta zona y se hallan en situación de pobreza, con necesidades básicas insatisfechas. Es por ese motivo que nos parece una propuesta interesante para quienes, con generosidad y responsabilidad social, quieran sumarse a este proyecto que llamamos Una Plaza para el Barrio. • Madre Tierra Web www.madretierra.org.ar Mail madretierra@madretierra.org.ar Instagram @madretierra1985 Teléfono +54 911 3195 3670

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Lo que sucede en las escuelas sucederá en la sociedad La Fundación Huerta Niño (FHN) construye huertas en escuelas rurales como una forma de combatir la malnutrición infantil, sembrando a la vez un futuro de mayor conexión con la naturaleza. BÁRBARA KUSS Directora Ejecutiva de Fundación Huerta Niño, especialista en desarrollo y bienestar organizacional. Cuenta con amplia experiencia en desarrollo de programas sociales en América Latina y ha participado en calidad de expositora en distintos congresos a nivel global.

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a mayor parte de la población vive en centros urbanos y se espera que casi el 70% de la población mundial viva en ciudades para 2050. En la Argentina ese porcentual ya se había superado para 1960 y en la actualidad la población urbana asciende a un 92% del total (de acuerdo con las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL). Esta situación afecta considerablemente a comunidades vulnerables. A nivel mundial, más de mil millones de niños/as viven en ciudades, de un perfil demográfico diferente, donde puede haber mayores oportunidades de obtención de recursos, innovaciones y diversidad, pero sin embargo están (estamos) expuestos a las adversidades típicas de la concentración de la población: el déficit habitacional, el manejo precario de los residuos y la consiguiente contaminación de los recursos naturales son solo algunos de los problemas ambientales más determinantes. Los suelos de las ciudades a menudo están deteriorados y compactados, lo que perjudica la fertilidad y dificulta la producción. En síntesis, una marcada falta de acceso a la naturaleza que conlleva un alto costo para las sociedades sostenibles. Estamos moldeados por nuestro entorno y nuestra calidad de vida por la forma en que vivimos, el estar en contacto con la naturaleza nos hace mejorar nuestro bienestar integral. Y esto se debe a nuestra conexión emocional innata con la naturaleza (biofilia, según Edward Wilson). Estamos biológicamente condicionados por la exposición a la naturaleza, y sin esta relación nuestra calidad de vida decrece notablemente. Por el contrario, una conexión habitual puede bajar inmediatamente nuestros niveles de ansiedad y estrés. Esto solo como una pequeña muestra de los beneficios de integrar el mundo natural a los diseños de la arquitectura urbana. La pandemia nos ha llamado la atención sobre puntos de interés que debemos atender, expresado en nuevas necesidades de la población en cuanto acceso al mundo natural, que se suman a la creciente concientización acerca de lo ligados • 42

que estamos con la naturaleza. Debemos dejar de mirar desde afuera y manejar el medioambiente a nuestra conveniencia. Este planteo no es nuevo, Gaudí sostenía que «el arquitecto del futuro se basará en la imitación de la naturaleza, porque es la forma más racional, duradera y económica de todos los métodos». Sin duda, una oportunidad. Estamos dejando pasar una enorme oportunidad en nuestras escuelas, el ente centralizador de las comunidades por excelencia, donde las personas se empoderan de modo colectivo y adquieren capacidades y conocimientos para garantizar el desarrollo armonioso de sus familias. Pero son los niños y niñas (independientemente de donde vivan, aprendan y jueguen) los que deben poder beneficiarse de la naturaleza. Así lo establece el Foro Parques para el Planeta, convocados por el Seminario Global de Salzburgo y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), quienes propusieron una agenda nueva que le dé prioridad a las necesidades que tienen niñas y niños para su salud y desarrollo óptimo:

«Las personas de todo el mundo comparten la responsabilidad de crear ciudades habitables que mejoren el bienestar de los niños e integren la naturaleza. Si actuamos juntos y de manera rápida tenemos grandes oportunidades para establecer un nuevo rumbo dentro de las tendencias de urbanización, para crear un futuro saludable para todos los niños y para nuestro planeta. Las acciones integrales pueden ampliar el papel que desempeña la naturaleza en la salud, el aprendizaje y el desarrollo de los niños, y sentar las bases para comunidades resilientes en ciudades ricas en naturaleza. El juego al aire libre es una actividad social donde los niños aprenden a llevarse bien con otros niños y al hacerlo aprenden también acerca de la ciudadanía».


Con la realización de las huertas en las escuelas, alumnos/as aprenden sobre nutrición, salud y cultivo agroecológico, además de construcción y diseño.

Construcción de una huerta con voluntarios de la Fundación.

La Fundación

Fundación Huerta Niño coordina las acciones, proporciona los suministros necesarios, entrena, monitorea y acompaña los avances para que posteriormente la comunidad los replique en cada hogar, convirtiéndose en una comunidad resiliente.

Lo que sucede en las escuelas sucederá en la sociedad y Fundación Huerta Niño trabaja para construir una narrativa común que inspire a la acción. Huerta Niño es una organización sin fines de lucro que trabaja hace más de veinte años para aliviar la malnutrición en comunidades de todo el país, mediante la construcción de huertas junto a escuelas y familias en zonas rurales, urbanas y periurbanas. Con especial énfasis en la mejora de hábitos, cuidado de los recursos naturales y la construcción natural, cada proyecto promueve la educación de calidad, la protección de la salud de los niños y sus familias y el fortalecimiento de las comunidades que se acompañan. No se trata solamente de construir una huerta en cada escuela, es utilizar la oportunidad de diseñar un sistema para que los niños puedan interpretar, recrear, aprender y conectar con un sistema mayor. Ellos pasan gran parte del tiempo de su vida en etapa escolar fuera de su casa, en la escuela. Por ello les debemos un espacio de experimentación, lúdico, de conexión y regeneración que funcione como una usina de elementos que le permitan tomar oportunidades de futuro y rediseñar el futuro de su propia comunidad. La huerta actúa como aula a cielo abierto, como un espacio inspiracional y de reconexión con la naturaleza; los niños/as y sus docentes logran experimentar actividades que incorporan como capital de aprendizaje, tanto conocimientos en nutrición, salud, bienestar integral, cultivo agroecológico, construcción y diseño, como también habilidades de gestión del tiempo, empatía, respeto y la más importante, saberse parte de la naturaleza. Pero no es lo único. El comedor escolar, donde llega como destino la cosecha del proyecto comunitario, debe resignificarse. Dejar de ser el ámbito de ingesta de alimentos tradicional para revitalizarlo en un espacio de encuentro, diálogo, transmisión de cultura y nutrición de todas las dimensiones posibles. Imaginemos ventanas más grandes, arboles dentro de la escuela y su ciudad, jardines para pies descalzos, bosques nativos, jardín de especias, espejos de agua, paredes tapizadas de plantas, techos verdes, generadores de vida silvestre, senderos y muchas soluciones más.

Naturaleza y desarrollo Desarrollar una conciencia colectiva en la sociedad acerca de que los espacios donde habitamos sean abundantes en naturaleza, servirá de réplica para las ciudades y aportará soluciones basadas en la naturaleza a los desafíos de la salud pública, el cambio climático y la resiliencia urbana. No podemos renunciar a las ciudades y ni a las escuelas, y con el mismo énfasis tampoco deberíamos renunciar a los espacios naturales. Debemos dejar de asumir los costos de la creciente desconexión con la naturaleza, dejar de conformarnos con la magra sensación de «anticiudad» al realizar excursiones en la montaña o remar en un río. Tenemos que reconvertir nuestros espacios en comunión con la naturaleza: los beneficios son innumerables. Somos naturaleza, y si se nos priva de ella nos sentimos incompletos. Hoy nuestro ambiente nos da menores oportunidades de desarrollo y nos ofrece confusión. ¿Cómo podemos recuperar esta conexión? Integrando la naturaleza en los diseños urbanísticos como condición sine qua non. Manteniéndonos cerca de la naturaleza, sin intentar dominarla y tratando de comprenderla, obtendremos un eficiente cuidado de parte de ella, en una sintonía biológica. Nuestro aporte a las próximas generaciones es dejar de pensar el mundo que le dejaremos para comenzar repensar cual es el ambiente que estamos construyendo para que puedan conectar con él. •

Fundación Huerta Niño Web www.mihuerta.org.ar Mail info@mihuerta.org.ar Instagram @sembrafuturo Teléfono (011) 15 5502 9429

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Viviendas para diez mil familias La Unión de Trabajadores de la Tierra espera la aprobación de la ley que le permitirá construir nuevas colonias de productores. En el corto plazo, quieren sumar 650 casas para los predios en funcionamiento. TEXTO: SERGIO LANZAFAME | EDICIÓN: LORENA OBIOL

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os/as productores/as hortícolas son quienes producen verduras que consumen más de 14 millones de personas en el Gran Buenos Aires. Pero son también el gran olvido de las políticas públicas y las víctimas de la especulación en el uso de la tierra. La Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), gremio que representa a miles de productores/ as, tiene como misión central no sólo que se les reconozca como uno de los nodos centrales para la alimentación de la población sino la mejora de sus condiciones de vida de manera sustancial, además de ofrecer a la población una alimentación más saludable y libre de agrotóxicos. Entrevistado especialmente para esta edición de Revista NOTAS, Agustín Suárez —vocero de la UTT— cuenta que la inmensa mayoría de las familias del sector, que viven en la periferia del GBA, no cuenta con tierra propia y habita en condiciones de extrema precariedad. «La vivienda en el sector es una de las principales problemáticas: más del 95% de los productores vive en casillas de maderas. Viven peor que en cualquier villa de Buenos Aires.

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Como no tienen tierra propia y deben alquilar, y como el precio del alquiler sube constantemente, al igual que el valor de la tierra, llevan una vida bastante nómada al buscar permanentemente mejores condiciones. Además, los contratos de alquiler impiden la construcción de algo fijo arriba de la tierra. Eso los lleva a vivir en casillas de madera de rápido armado. Hablamos de cuatro palos y tablas para separarse del exterior. Son campos de entre siete y quince hectáreas que se alquilan entre tres o cuatro familias y en las que se comparten los baños», relata. La UTT contiene a alrededor de diez mil familias, solo una parte de la totalidad de productores/as que hay en el país, ubicadas fundamentalmente en los cinturones hortícolas del norte y del sur del conurbano y en las periferias de las grandes ciudades como Rosario o Córdoba. Con esta realidad, la entidad promovió en 2016 la Ley de Acceso a la Tierra con la idea de que los pequeños productores obtengan un crédito para que puedan acceder a su propia tierra y con eso mejorar las condiciones de vida, entre ellas la vivienda.


Suárez señala que, como imaginaban, la propuesta quedó dormida en las cámaras de Senadores y Diputados entre 2016 y 2019. Pero en 2020 lograron un acuerdo político con la nueva administración y esperan que se apruebe a la brevedad. El proyecto impulsa la creación de un fondo fiduciario para el acceso al crédito que sirva para la construcción de «colonias agroecológicas» tanto en terrenos adquiridos como en terrenos fiscales que aporte el Estado. «La UTT actualmente tiene varias colonias agroecológicas funcionando. La más histórica es la de Jáuregui, que tiene ochenta hectáreas y donde viven cuarenta familias. Es el modelo que nosotros tenemos en cuenta para la propuesta de Ley de Acceso a Tierra», cuenta Suárez. Actualmente, las colonias de productores/as hortícolas funcionan en varias zonas del país a partir de acuerdos con municipios que otorgan permisos de uso de quince a veinte años a las cooperativas que trabajan en ellas. Es sobre esta plataforma que la UTT plantea su plan de construcción de viviendas.

Casas, no casillas «Lo primero que necesitamos es una vivienda, es lo básico. Cualquier ofrecimiento al que accedamos será bienvenido porque siempre va a ser mejor que lo que tenemos. En la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, venimos trabajando con una propuesta de construcción en madera, que son más rápidas y que tienen propiedades aislantes, térmicas. Al respecto, estamos viendo algunos modelos, aunque la decisión final la tiene el Estado. Tenemos algunas resistencias de los productores, que como ya viven en casillas de madera se preguntan por qué no se hacen de material. Pero entendemos que, si es de calidad, inclusive hasta puede ser mejor», dice el vocero de la UTT.

Nuestro sector necesita el vínculo con los/as arquitectos/as. Tenemos mucho trabajo para desarrollar, tanto en vivienda como en infraestructura en general. 45 •


En la colonia de Tapalqué es donde seguramente se iniciará el plan piloto con seis o siete viviendas básicas de 50 a 60 m2, con la idea de replicar el modelo si tiene éxito. En el caso de Nación, el Ministerio de Hábitat trabaja para desarrollar un programa de viviendas para la UTT, aunque todavía no tienen definida la modalidad de construcción. La demora, en parte, tiene que ver con la espera de la sanción de la Ley de Acceso a la Tierra para avanzar luego en los planes de vivienda sobre una base más segura. «Planteamos que nuestras Colonias Ecológicas estén desarrolladas en forma integral por el Estado. Desde el tendido eléctrico, hasta las perforaciones, bombas y otros elementos de infraestructura que llevan mucho dinero y, por supuesto, un plan de viviendas para cada una de las familias que están produciendo alimentos sanos para toda la población», señala Suárez. El pedido al Ministerio de Hábitat, en función de las colonias previstas, es la construcción de unas 650 casas en distintos lugares de la Provincia de Buenos Aires, además de un planteo más general

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para el sector, sobre todo entendiendo que luego de que se apruebe la Ley de Acceso a la Tierra se va a impulsar la construcción de colonias. Entre otras propuestas, además, la UTT diseña con el ministerio de Obras Públicas un galpón multiusos para guardar maquinaria, la comercialización, el almacenamiento y donde pueda, también, funcionar una biofábrica.

El aporte de la Arquitectura «Nuestro sector necesita el vínculo con los/as arquitectos/as. Tenemos mucho trabajo para desarrollar, tanto en vivienda como en infraestructura en general. Hoy hay un desacople. Si no está el recurso profesional, no sólo de estudios de arquitectura, se hace muy difícil. Las cooperativas tenemos la tarea de buscar el recurso para llegar a los/as profesionales como un trabajo de ida y vuelta. Hay un montón de cosas para hacer y seguramente hay muchos interesados en colaborar, pero no saben cómo hacerlo», dice Suárez y cuenta que en los últimos años se acercaron arquitectos/as, que trabajaron de manera voluntaria, y que cada vez serán más necesarios esos aportes profesionales.


Además del diseño de las viviendas y la infraestructura, la UTT necesita planificar sus colonias, adaptar cada proyecto a cada tipo de tierra y a las necesidades de los grupos que allí van a trabajar. Otro lugar donde la necesidad de los profesionales de la Arquitectura es acuciante es en los terrenos que actualmente ocupan los/as horticultores/as. La UTT busca cómo mejorar las viviendas con materiales económicos. «Es todo un desafío porque por más que hagamos colonias y colonias, el sector va a seguir viviendo mal», sostiene Suárez.

Además del diseño de las viviendas y la infraestructura, la UTT necesita planificar sus colonias, adaptar cada proyecto a cada tipo de tierra y a las necesidades de los grupos que allí van a trabajar.

Mucho por hacer del lado de los/as arquitectos/as, además de esperar que este año la Ley los/as ampare. •

Unión de Trabajadores de la Tierra www.uniondetrabajadoresdelatierra.com.ar Instagram @trabajadoresdelatierra

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Transformar la historia desde el oficio Arquitectura cooperativa para todos/as

TAVA es un grupo de trabajo compuesto mayormente por arquitectos y organizado de forma cooperativa. Trabajan principalmente ayudando a otras cooperativas a formarse, crecer y a concretar sus proyectos.

La producción del hábitat no es solamente un fin en sí mismo: para los proyectos autogestionados, es también un medio para sostener y profundizar la construcción de la organización que los lleva adelante. Tava desarrolla distintas estrategias para transformar realidades desde el vínculo con organizaciones, clientes, compañeros de trabajo de la construcción y otras cooperativas.

Proyecto participativo + gestión de recursos + ejecución De organización a organización y con la búsqueda de ayudarnos mutuamente, evaluamos los problemas y necesidades de cooperativas, clubes, asociaciones, organizaciones territoriales y de hábitat, sindicatos, entre otros. Abordamos las necesidades de mejoras en edificios y espacios tomando en cuenta problemáticas sociales, deseos, necesidades y posibilidades. Armamos un proceso de diseño con distintas instancias de decisión, vinculados a la necesidad concreta de cada organización. Intervenimos sobre las metodologías de trabajo y su reflejo en el diseño y la organización de los espacios. Aportamos eficientizando, mejorando la seguridad, reduciendo costos y potenciando las oportunidades de crecimiento. Generamos instancias comunitarias y buscamos fortalecer la identidad de los proyectos. Acompañamos en todo momento la búsqueda de recursos para poder llevar adelante los proyectos elaborando herramientas tales como imágenes, videos, presupuestos y presentaciones. En TAVA, nuestra prioridad es que esos proyectos se concreten, con la mejor calidad, los menores tiempos y la mayor eficiencia posible. Para eso los ejecutamos nosotros mismos y garantizamos los resultados.

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Empoderamiento de la economía popular desde los equipos técnicos

Red de trabajo cooperativo

Entendemos que el límite de cada unidad productiva viene dado principalmente por su capacidad organizativa y de gestión. Crecemos a la par junto a sus referentes y respetando el proyecto de cada organización. Construimos su estructuras técnicas, administrativas y legales. Desarrollamos proyectos técnicos específicos para los cuales nos asociamos con profesionales especializados.

El resultado y la calidad de nuestro trabajo depende de nuestra red de trabajo, que contempla a cooperativas, pymes, profesionales independientes, grupos de trabajo informales y autónomos.

En las cooperativas de construcción y en otros rubros organizamos él Área Técnica y Administrativa, y la acompañamos para llevar adelante sus obras, acumular crecimiento técnico, organizativo, y de recursos. Proyectamos, y dirigimos sus proyectos: obras de infraestructura, viviendas, predios productivos o sociales. La gestión de recursos para estos proyectos es fundamental y se lleva adelante en conjunto. También el desarrollo de formaciones que empoderen a los asociados.

Los continuos vaivenes económicos nos desarticulan y quedamos desprotegidos e imposibilitados de colaborar por un bien común. Las condiciones a las que nos vemos sometidos muchas veces son injustas e indignas. Como trabajadores necesitamos potenciar nuestras capacidades productivas y poder brindar un servicio competitivo apostando a la cooperación, solidaridad y apoyo mutuo. Cada día, en cada trabajo, cada decisión y oportunidad es sopesada con esta perspectiva y en la búsqueda de resolver nuestros problemas. Buscamos mejorar las condiciones de los trabajadores y la calidad del producto o servicio como una misma cosa y desde reconocerse como parte de la economía popular. Consideramos que el aporte estratégico que puede realizar el Estado para acompañar esta iniciativa es el reconocimiento como sujeto a través del registro del empleo y el impulso para poder realizar aportes jubilatorios, acceder a una cobertura de salud eficiente y así trabajar con medidas de seguridad e higiene acordes a cada tarea. • 49 •


La educación comunitaria, un jardín fértil Hay las cosas que se esperan y hay las cosas que aparecen, como la hierba que asoma sin permiso de la mano del hombre que no imagina en la tierra nada que no haya plantado. Como la maleza, Gabo Ferro GUIDO AGUSTÍN PRADA Arquitecto y docente de la FAU, UNLP. Especialista en Proyecto, Planificación y Gestión de Arquitectura Escolar, FADU, UNL. Becario doctoral de CONICET. Integrante de la organización de arquitectura popular ArqCom LP.

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rente a la continua revisión sobre el diseño de los espacios educativos, su uso y apropiación, y ante los desafíos que enfrenta esta «nueva normalidad» sociosanitaria, resulta pertinente poner en escena aquellas experiencias que se fueron constituyendo históricamente al margen de las lógicas de producción escolar estatal. Las mismas fueron motorizadas por la propia necesidad de los sectores populares y, lejos de ser casos singulares o aislados, hoy conforman un cuerpo de estudio y de propuesta que continúan desarrollándose fértilmente.

Los jardines comunitarios Frente a una marcada desigualdad de acceso a la educación en los primeros años del Nivel Inicial1, emergieron los jardines • 50

comunitarios como experiencia escolar autogestiva. Durante el proceso hiperinflacionario de los años 1989-1990, surgieron las primeras propuestas de educación y cuidado, asociadas a merenderos, comedores y copas de leche. Se consolidaron de esta manera guarderías a cargo de mujeres de la comunidad, con una contención fundamentalmente centrada en la alimentación. Con el transcurso del tiempo y el fortalecimiento de las organizaciones sociales, fueron convirtiéndose en jardines de infantes, desarrollando un proyecto pedagógico especializado, tejiendo redes y reforzando su identidad. En el año 2014 se logró promulgar la Ley Provincial Nº 14.628, que establece el marco regulatorio para las instituciones educativas comunitarias de la provincia de Buenos Aires, tomando la experiencia de los jardines comunitarios existentes y atendiendo al reconocimiento de las posibilidades de autogestión de la comunidad en la educación infantil. La norma prevé entre otras cosas que el Estado provincial garantice la infraestructura necesaria para el funcionamiento de los jardines comunitarios. Sin embargo, no menciona de qué manera resolverá dicho objetivo, qué presupuesto está destinado para el mismo, cuáles son las necesidades en términos espaciales que deberán garantizarse, o si se tendrá en cuenta la historia, experiencia y particularidades de la comunidad con la que se trabajará en cada caso. Esto resulta un problema central en la factibilidad de la aplicación de dicha ley y las posibilidades de proponer mejoras en la producción espacial de los jardines comunitarios.


Propuestas emergentes

III. Sistema Arquitectónico Ambiental

En el marco de estos antecedentes, en agosto de 2018 la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) —una organización nacional que nuclea a familias campesinas y productoras de alimentos frutihortícolas— construyó de forma autogestiva su primer jardín comunitario, llamado Raíces de mi Tierra. El jardín se encuentra en las inmediaciones de su galpón de acopio y logística, ubicado en el periurbano del partido de La Plata. A partir de un trabajo de entrevistas y revisión bibliográfica se pudo conocer la historia que da origen al jardín, las dificultades socioeconómicas del sector, y las proyecciones futuras de la organización para continuar dando respuestas a una necesidad urgente como es la educación y el cuidado de las infancias de las más de diez mil familias productoras de la zona. De este trabajo de investigación surgió una propuesta para el desarrollo participativo de un sistema de jardines infantiles comunitarios en el cordón hortícola platense, que fue presentada también como trabajo final integrador en la Especialización de Arquitectura Educativa dictada en la Universidad Nacional del Litoral. La propuesta se concibe como una hoja de ruta que pueda asistir el proceso de gestión, planificación, diseño y ejecución de una red de jardines comunitarios en el área de interés. Se propone rescatar experiencias previas de producción social del hábitat que sirvan como referentes, así como articular diferentes normativas vigentes que hoy se encuentran desconectadas y enunciar criterios amplios de diseño y ordenamiento espacial atentos a las necesidades del sector. Todas estas lecturas y observaciones se traducen en tres ejes centrales de proyecto:

El diseño arquitectónico se propone como otra matriz de organización y participación de las propias familias, donde además de poder concebirse como protagonistas de las decisiones de diseño y construcción del espacio, se dialogue con los esfuerzos que realizan diariamente por una producción tendiente a la agroecología que resista y enfrente a los modelos extractivistas del medio ambiente. Para esto se retoman lógicas de la arquitectura del sistema en tanto matriz racional de producción como unidad abierta de transformación, adaptación y cambio. Se presentan posibilidades de diseño bioclimático y conscientes, priorizando también la utilización de materiales y técnicas constructivas de baja emisión de carbono.

I. Estrategias de gestión Basados en los ideales y las experiencias que fundamentan la redacción del proyecto de ley nacional de Producción Social Autogestionaria de Hábitat Popular, se propone un procedimiento de cinco fases. Primero se realiza la presentación de proyectos de jardines comunitarios elaborados por las organizaciones junto a unidades de asistencia técnica interdisciplinaria. En segunda instancia se da aprobación en los llamamientos anuales por parte de la Dirección General de Cultura y Educación, para luego transferir los fondos a la organización que procederá a la autogestión de los mismos. Un tercer momento orientado a la capacitación e intercambio. A continuación, se procede a la ejecución de trabajos a partir de modalidad de ayuda mutua y/o contratación cooperativa. Por último, se realiza la entrega y el acta de aprobación correspondiente.

Reflexión final Las prácticas autogestivas de espacios educativos se desarrollaron en los márgenes del sistema educativo tradicional, no necesariamente por desconocimiento o rechazo al mismo, sino muchas veces por exclusión y desatención del propio sistema a las necesidades del sector. A su vez estas propuestas se van multiplicando al margen de otro sistema, como es el sociourbano, donde tiene como zona de sacrificio a los barrios populares y los cordones frutihortícolas. Desde estos márgenes se ha ido construyendo identidad, sentires, capacidades y conocimientos que tienen mucho por enseñar sobre formas comunitarias de construcción educativa. Es importante señalar entonces que la búsqueda de reconocimiento y apoyo estatal a estas prácticas autogestivas de la educación no debe suponer la integración de las mismas a los formatos tradicionales, desconociendo o borrando sus procesos identitarios, sino todo lo contrario. Como señala Boaventura de Sousa Santos: «Tenemos el derecho a ser iguales cada vez que la diferencia nos inferioriza, y a ser diferentes cuando la igualdad nos descaracteriza»2. • 1. En el informe «La oferta del nivel inicial en Argentina» (Unicef y CIPPEC, 2019), se indica que solo el 21% de la infancia del quintil más pobre asisten al nivel inicial, mientras que en el quintil más alto esta condición representa al 58%. 2. Boaventura de Sousa Santos. 2005. El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura política. Madrid, Trotta, p. 284.

II. Escenario de Planificación

< Espacio de huerta y taller-comedor en la propuesta de Jardín Comunitario UTT.

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El sector periurbano de la ciudad es un territorio en disputa por diferentes intereses inmobiliarios. El ordenamiento urbano está librado al mercado sin consideración del resguardo de un bien común medioambiental. La propuesta trabajada se hace eco de diferentes legislaciones provinciales y municipales que apoyan la ocupación de terrenos vacantes que hoy suponen un riesgo ambiental y permiten su transformación en equipamiento de uso público y de interés para la comunidad. Se piensa el entrecruzamiento entre las áreas productivas y un registro de tierras vacantes posibles de ser utilizadas para estos proyectos.

Patio central en la propuesta de Jardín Comunitario UTT.

Imágenes: Guido A. Prada

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Una mirada desde la [in]acción pública Vulnerabilidad e inundaciones en el Gran La Plata

ISABEL LÓPEZ Arquitecta. Diplomada en Planificación Social y Regional. Profesora Consulta FAU-UNLP. Directora del CIUT. Investigadora Categoría 1 del PIDI. Ha investigado y publicado en relación a Territorios Vulnerables. En gestión, ha sido Vicedecana FAU-UNLP.

JUAN CARLOS ETULAIN Arquitecto, Especialista en Ciencias del Territorio y Profesor FAU-UNLP. Doctor en Urbanismo FADU-UBA. Investigador CONICET. Director Doctorado FAU-UNLP. Ha investigado y publicado en relación a: Proyecto Urbano y Vulnerabilidad Territorial.

e territorios vulnerables sólo emergen paisajes no deseados, temidos y de necesaria transformación a través de las políticas públicas. Ello significa que los ciudadanos viven bajo la probabilidad de la ocurrencia de algún evento peligroso. En el caso del Gran La Plata son muchos y de diferente origen: natural, social y tecnológico. Sin embargo, en estos territorios unos pocos gobiernos han reconocido el riesgo en sus políticas y como consecuencia enfrentan algunas vulnerabilidades a través de Defensa Civil, por ejemplo, las inundaciones periódicas del Río de la Plata en Ensenada y Berisso, aunque sea solo como contingencia. La Plata, que es el partido de mayor población y extensión de la microrregión, desde los años 80 ha ido cambiado su estructura social, y cada vez tiene mayor cantidad de habitantes excluidos. No solo habitan la indignidad de villas y asentamientos precarios, sino que esta circunstancia potencia otras vulnerabilidades como la falta de salud, educación, hábitat y trabajo. Es un territorio donde claramente la exclusión ha estado en constante aumento, acelerada desde 1990. Esto hace de La Plata un territorio o región vulnerable, pero en diferentes grados. La población que vive en la informalidad material de la vivienda, con falta de saneamiento y con trabajo informal, si lo tienen, son los más vulnerables, porque siempre la amenaza está presente bajo distintas formas, pero lo básicamente necesario como el hábitat digno está ausente. Según el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) y el Registro Provincial de Villas y Asentamientos Precarios (RPVAP), en 2021 existen en el Gran La Plata 242 barrios precarios (205 La Plata, 19 Berisso, 18 Ensenada). Un aspecto a resaltar es el crecimiento exponencial de este tipo de asentamientos en los últimos años (57,6%). Solo basta comparar los datos del censo de villas y asentamientos al momento de

creación del registro (RPVAP) en el 20151 en el partido de La Plata (118 villas), con el censo actual. Por otra parte, en La Plata se encuentra el 11,49 % de los barrios populares de la provincia, siendo el partido que tiene mayor cantidad de ellos, incluyendo La Matanza (Figura 1). Este contexto de vulnerabilidad creciente, las políticas públicas de inclusión de la última década (2010-2020) han sido escasas o casi nulas. Basta recordar la inundación del 2 abril de 2013, que fue devastadora porque sucedió en las cuencas donde se ubica la mayoría de los barrios vulnerables. Las pocas políticas de inclusión2 han llegado de la mano de la Provincia de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de La Plata. En una de ellas se realojó, entre 2015 y 2017, a 444 familias que estaban asentadas en los márgenes del arroyo emergente de la obra de ensanchamiento del Arroyo del Gato, parte del Plan Hidráulico para La Plata. Un proceso complejo y cruzado por tensiones sociales y políticas.

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compuesto por las administraciones municipales y provinciales, los movimientos sociales y las secretarías de extensión de las facultades, articuló esfuerzos en torno a: La ejecución del Programa de Reconstrucción de Viviendas afectadas por el Temporal del 2 de abril, que la Subsecretaría Social de Tierra, Vivienda y Urbanismo definió administrar en el espacio del Consejo Social. La puesta en marcha de la segunda etapa del Convenio UNLP-Desarrollo Social, para la generación de cooperativas de producción de elementos para la reconstrucción de viviendas e infraestructura de barrios afectados.

Para concluir, se puede decir que las políticas y acciones que se han realizado para enfrentar la inclusión social en relación al riesgo de inundación han sido casi inexistentes de acuerdo a la envergadura de la problemática. Si bien se ha avanzado en las obras estructurales del Plan Hidráulico de la provincia, y el Municipio encargó las bases para hacer un Plan de Contingencia, las políticas territoriales de inclusión a través de un hábitat digno siguen siendo una cuenta pendiente. • 1. De los 118 barrios registrados a esa fecha, formados en distintos momentos y zonas, 57 tenían algún problema ambiental (50 son inundables y 12 están cerca de canteras y/o basurales o sobre suelo degradado, y algunos suman todo), 23 tenían algún problema urbano (como estar sobre terraplenes y trazas urbanas, o ser de difícil acceso) y 13 combinan varios de estos peligros. 2. Las políticas de inclusión se dirigen a satisfacer tanto las necesidades materiales para llevar una vida digna, como a fortalecer el vínculo social. Deben garantizar el acceso universal a los servicios básicos y la salvaguarda de los derechos de ciudadanía, y requieren una articulación multinivel que asegure un encastre adecuado entre la política local de inclusión y las políticas supralocales. 3. Incluye los partidos de La Plata, Berisso, Ensenada, Magdalena, Brandsen y Punta Indio.

< Figura 1. Villas y asentamientos precarios en Gran La Plata. Fuente: Mapa de Barrios Populares, Renabap (2021) <

El lugar elegido para reubicar a las familias fueron terrenos situados entre las calles 1 y 514, en un predio delimitado por el Mercado Regional, el Arroyo del Gato y las vías del Ferrocarril Roca, con una superficie de diez hectáreas, lo que redujo el barrio a una isla. La propiedad de la tierra era compartida por la provincia y el municipio, por lo que fue necesaria una ordenanza que permitiera proyectar en ese lugar un barrio para trasladar a las familias asentadas a la orilla del arroyo (Foto 1). El proyecto contemplaba, además de las viviendas, el relleno con 1,5 m de tierra y una serie de instalaciones recreativas y deportivas, que lamentablemente no han visto su materialización. Para su implementación se utilizaron dos vías de financiamiento: el Programa Federal de Urbanización de Villas y Asentamientos Precarios para 324 viviendas y el FonPlata (Fondo Financiero para el Desarrollo de los Países de la Cuenca del Plata) para otras 120 (Foto 2). Otra iniciativa importante y en proceso de gestión, que está preparada para abordar diferentes formas de inclusión social con vivienda, trabajo agrario, alimentación segura y servicios educativos, es el proyecto urbano organizado por la mesa de gestión sostenida por el Ministerio de Desarrollo Social y el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires, de la cual participa el Municipio y la Universidad. Este proyecto dará respuesta a algunos sectores poblacionales vulnerables por inundaciones en torno al Arroyo del Regimiento, que se inició con la anuencia del Consejo Deliberante de la Municipalidad de La Plata. «Nación cede las tierras, Provincia desarrollará el plan director y el Municipio de La Plata aportará el censo de población y los servicios necesarios». Llevará solución habitacional a por lo menos 2500 hogares. El terreno tiene una superficie de 161 ha (Puerto Madero tiene 170 ha) y está localizado entre las calles 75, 143, 86 y 153 —Ex Club de Planeadores de La Plata— en la localidad de Los Hornos, al sureste del partido. El programa incluye viviendas unifamiliares y colectivas, un parque central, e incorpora un 30% del terreno para cultivo. Finalmente, otra iniciativa importante es el rol desempeñado por el Consejo Social de la Universidad Nacional de La Plata para la Región Capital3, que funciona como organismo asesor de la Presidencia desde 2010, y estuvo orientado hacia la defensa y recuperación de los derechos esenciales de todo ser humano. En ese sentido, la Universidad trabaja en la inclusión a partir del Consejo Social y los trece Centros Comunitarios de Extensión Universitaria (CCEU) como espacios de cogestión entre la Universidad y la comunidad. El Consejo Social,

Fotos 1 y 2. Estado previo y actual de la intervención (imágenes de 2004 y 2021). Fuente: Google Earth Pro.

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Proceso cooperativo: vivienda colectiva para trabajadores de la educación Proyecto y obra de la experiencia de trabajo profesional que reunió la organización de arquitectos/as Proyecto Habitar y la Cooperativa de Vivienda de Trabajadores/as de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (COOPTEBA), de los partidos de San Martín y Tres de Febrero.

RICARDO DE FRANCESCO Arquitecto UBA. Especialista en Hábitat y Pobreza Urbana en América Latina y Doctorando en Arquitectura. Miembro fundador de la organización de arquitectos/as y urbanistas Proyecto Habitar.

recolección de residuos y transporte público cercano. La estación de tren más próxima es Villa Ballester del Tren Mitre, a 1 km. La Municipalidad se encuentra a 3 km, el CEAMSE y la Avenida General Paz a solo 6 km.

Buscando la tierra

El terreno corresponde a la unificación de dos parcelas de 8,66 m por 42 m, lo que da un frente de 17,32 m y una superficie de 727 m2. Estas proporciones y dimensiones posibilitaron desarrollar mayor cantidad de viviendas por planta, disponer de mayor superficie de suelo para actividades colectivas y una gran amplitud hacia la calle para vincular espacialmente estas actividades con el espacio urbano.

La obra está ubicada en la localidad de Villa Ballester, en el partido de San Martín, Provincia de Buenos Aires, que limita con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Para conseguir este terreno, trabajamos varios meses entre arquitectos/as y cooperativistas buscando lotes, que fueron evaluados poniendo en relación la incidencia del costo en los m2 construibles según zonificación, su localización urbana y sus condiciones físicas. Analizamos más de veintidós lotes, y en 2017 la cooperativa compró Castelli con sus propios recursos1, a un valor de u$s160.000. Según la zonificación del código, en este terreno se podían construir 1000 m2: una relación favorable en cuanto a la economía de la cooperativa, por la baja incidencia del costo en la superficie posible de construir. La localización resultó adecuada de acuerdo a las posibilidades de la cooperativa de acceder al suelo. El sector urbano donde se ubica se caracteriza por un trazado de manzanas regulares con edificaciones de baja densidad, en las que conviven principalmente uso residencial y actividades industriales. La zona cuenta con servicios de red eléctrica, cloacas y agua potable, además de comunicación,

En cuanto a las preexistencias, decidimos mantener tres árboles (un níspero, un roble y una conífera) por sus tamaños, sombras y ubicaciones en el lote, características que incidieron en las definiciones de la implantación del conjunto.

El proyecto El período de elaboración de proyecto fue entre junio de 2017 y marzo de 2018. Un trabajo sostenido con múltiples encuentros e instancias de debate, tanto hacia el interior de Proyecto Habitar, como con COOPTEBA, para acordar el programa espacial del proyecto. Definimos desarrollar una vivienda colectiva que promueva el encuentro social, mediante la conformación de espacios para realizar actividades de múltiples escalas, diversidad de tamaños y configuraciones.

1. La COOPTEBA es una organización que autogestiona y autofinancia sus edificios sin ningún tipo de contribución, más allá del aporte solidario de sus 250 asociados/as, que disponen todos los meses un porcentaje de sus salarios. • 54


Corte longitudinal

La volumetría general se desarrolla en dos bloques de vivienda de 10 m de profundidad por 12 m de altura. Sobre la línea municipal se ubica un bloque con ocho unidades, de planta baja libre, tres pisos altos y sobre el remate una terraza accesible para realizar actividades recreativas en articulación visual con la calle. El bloque del fondo, a una distancia de 6 m de la línea divisoria de predio, tiene planta baja y tres pisos altos y contiene las diez viviendas restantes. La implantación de los bloques permite la conformación de un patio abierto de 17 m, correspondientes al ancho del lote, por 17 m de separación entre volúmenes, garantizando buen asoleamiento y ventilación, y al mismo tiempo evitando la proyección de sombras entre volúmenes. Los árboles que preservamos aportan variedad en las características espaciales del patio y también colaboran en la regulación de las condiciones climáticas. La circulación principal del conjunto y los accesos a las viviendas también se ubicaron hacia el patio, generando una sucesión de espacios colectivos de distintas escalas que se van relacionando desde la calle hasta el acceso a las unidades de vivienda, incorporando movimientos cotidianos que complementan las actividades del patio. Para favorecer estas relaciones, la escalera de acceso es abierta y en cada nivel el tramo horizontal de llegada se ensancha, generando balcones comunes que posibilitan otras actividades además de circular. Las dimensiones de las circulaciones para acceder a las viviendas también permiten usarse como expansiones.

Las viviendas se ajustan a los requerimientos actuales de la cooperativa. Unidades de uno, dos y tres dormitorios, de 36, 45 y 65 m2 respectivamente. Estas definiciones, situadas en las condiciones sociales del aquí y ahora, también admiten reconfiguraciones progresivas, contemplando las diversas conformaciones familiares de la cooperativa. Para abordar la flexibilidad de los espacios, los tabiques de la estructura se ubicaron sobre las fachadas, dejando un mínimo de apoyos puntuales en los interiores, sobre muros de baños y cocinas. Todas las viviendas contienen un espacio pasante de frente y fondo que se vincula con las circulaciones de acceso y el patio común, compuesto por un volumen de 2,90 m de ancho por 7,20 m de profundidad y 2,60 m de altura, y que favorece la iluminación y ventilación cruzada, además de otorgar perspectivas profundas en ambas direcciones.

La obra En cuanto a la técnica, definimos resoluciones simples y relacionadas. La estructura de los volúmenes de viviendas está compuesta por columnas, tabiques y losas de hormigón armado, que resuelven cielorrasos y pisos (al que adherimos un acabado de cuarzo para darle resistencia y propiedades higiénicas) evitando los rubros de terminaciones que encarecen el costo del m2. Las montantes y bajadas de todas las instalaciones están a la vista por fuera de las unidades, reduciendo volúmenes destinados a pases en los interiores. También en los

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Circulación. Foto: Miguel Caamaño

interiores de las viviendas los tendidos de las instalaciones son visibles, para acceder fácilmente al mantenimiento y generar modificaciones sin necesidad de romper para encontrarlos. Estas definiciones posibilitaron un mayor grado de autonomía entre contratistas y la reducción de rubros durante la ejecución de la estructura. La mampostería está resuelta con bloques de hormigón a la vista para evitar el rubro de revoques, que tiene una incidencia alta en el costo de la obra, y a la vez está ejecutada sin traba para enfatizar que no asume cargas portantes. En todo el proceso de ejecución de la obra realizamos encuentros periódicos con la cooperativa para evaluar los avances en la programación, como así también programamos diversas visitas de las dieciocho familias adjudicatarias. Los tiempos de la obra se extendieron más de lo previsto. Comenzamos en abril de 2018 y terminamos en marzo de 2021. En ese período, tuvimos que resistir el impacto de las políticas del gobierno de Cambiemos, caracterizado por el aumento de la inflación, la devaluación de la moneda nacional y la desvalorización sostenida del salario docente, situaciones que impactaron directamente en la ejecución de la obra. Y durante el 2020, y con la pandemia del Covid-19 tuvimos que parar la obra más de ocho meses, situación que también extendió la entrega.

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Algunas consideraciones finales La vivienda colectiva Castelli 3902 representa la síntesis material de un proceso de encuentro sostenido entre una organización de arquitectos/as y una cooperativa de trabajadores/as de la educación, que colaboraron durante más de cuatro años para proyectar una vivienda colectiva sustentada en el valor de uso del espacio, adaptable a las condiciones sociales que las personas son capaces de sostener hoy, pero que la misma propuesta admita transformaciones materiales progresivas, apostando a que pueden existir otros acuerdos sociales para favorecer otros modos de configuración entre los espacios. Los procesos nunca son lineales, están atravesados por conflictos y situaciones que inciden en el proceso proyectual. La realidad económica del país, la variable del valor del dólar y la situación de los salarios docentes incidieron directamente en este proyecto. Incorporar estas condiciones en el proceso proyectual en relación a los aspectos físicos representan aspectos sustantivos para elaborar un proyecto situado. Una experiencia concreta de trabajo profesional, una referencia que puede servir de guía para aquellos/as arquitectos/as que tienen interés en trabajar hacia el desarrollo de otros modos de concebir la producción de vivienda. •


Planta Baja

Ficha de la obra Comitente Cooperativa de Vivienda de Trabajadores/as de la Educación de la Provincia de Buenos Aires, San Martín y Tres de Febrero. Ubicación Castelli 3902, Villa Ballester, Municipio de General San Martín, Provincia de Buenos Aires.

1º Piso

Cantidad de viviendas 18 unidades Superficie cubierta 1000 m2 Periodo de proyecto Junio 2017 - marzo 2018 Período de obra Abril 2018 - febrero 2020

2º Piso

Equipo de proyecto Ricardo De Francesco Eugenia Jaime Clara Mansueto Martín Otero Julián Salvarredy Dirección de obra Ricardo De Francesco Ignacio González

3º Piso

4º Piso Terraza

Colaboradores/as Laura Brandolini Miguel Caamaño Agustina Correa Maite Niborski Andrea Potenze Teresita Sacón Clara Zuñiga

Más información Vivienda Colectiva. Proyecto y obra para la cooperativa de maestros COOPTEBA San Martín.

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Inclusión y autonomía Un espacio para el crecimiento de toda la comunidad barrial: el Centro Comunitario Banquito Solidario está pensado para albergar múltiples actividades.

ANDREA CALDERINI Arquitecta UNR. Trabajó asociada con el arq. Rafael Iglesia (1987-1990). Premio Cubo de Acero CAYC, Bienal de Arquitectura (1989). Titular en el estudio Calderini&Fierro (1990-1997) y en el estudio ACVL arquitectas desde 2010. Voluntaria en Banquito Solidario desde 2013. CECILIA CASSIELLO Arquitecta UNR. Medalla de plata concurso Bienal de arquitectura (1993). Titular asociada en el estudio Clad (1987-2013). Voluntaria en Casa de Todos (2001-2011) y en Banquito Solidario desde 2012. Actualmente estudia en la Facultad de Bellas artes. MAITE FERNÁNDEZ Arquitecta UNR. Estudió para Técnica Paisajista (ISET 52) y Gestión Empresarial (UNR). Premio Konex Arquitectura, 2012. Voluntaria en Banquito Solidario. Titular del estudio Caballero-Fernández (1993-2014). Actualmente es titular del estudio Fernández-Fierro.

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l proyecto del Centro Comunitario Banquito Solidario para el barrio Cabín 9, en la ciudad de Pérez, provincia de Santa Fe, puede ser presentado como un ejemplo más de la arquitectura que busca dar respuesta a los sectores más vulnerables y desprotegidos de la sociedad. Pero nos gusta más contar la historia de un grupo de mujeres voluntarias que se vinculó con otro grupo de mujeres que viven con sus familias en un barrio que creció aislado tanto del casco céntrico local como del de Rosario, y donde más de un tercio de la población tiene las necesidades básicas insatisfechas. Contar, también, cómo ese vínculo devino en escucha, intercambio de ideas, experiencias y capacitaciones diversas. Y luego derivó en la posibilidad de construir un edificio que, lejos de ser una meta cumplida, es un punto de partida: está pensado como una plataforma para promover múltiples iniciativas sobre la base de la participación y la inclusión, para desarrollar el trabajo cooperativo y fomentar aprendizajes colaborativos que permitan el crecimiento autónomo de toda la comunidad barrial.

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Cabín 9 está a 4,5 km al nordeste del casco céntrico de Pérez y limita con Rosario en su extremo oeste. Dicha ubicación implica que el barrio presenta dificultades de articulación con la localidad de la que forma parte, a la vez que está alejado de las principales vías de comunicación de ambas ciudades. Distintos trabajos estadísticos advierten acerca de la vulnerabilidad en términos de calidad de vida de la población, como así también en relación al bajo nivel de inserción en la actividad económica. En la mayoría de los casos no existe formalidad en las actividades de las que depende la sustentabilidad de las familias del barrio. En ese contexto, ante una convocatoria de la Fundación Camino, quedó conformado en 2013 un grupo compuesto por 9 mujeres, con distintas profesiones, unidas por el deseo de hacer un trabajo social, el de contribuir al bienestar de otras personas. Se formalizó un proyecto para otorgar microcréditos a mujeres del barrio, con el objetivo de solventar emprendimientos ya en marcha o a iniciarse. A la par del otorgamiento de los créditos, resultaba prioritario brindarles herramientas para superar obstáculos en la sustentabilidad de los emprendimientos, posibilitando el logro de su empoderamiento económico a través de una salida laboral. La presencia de abogadas derivó en la apertura de un consultorio jurídico para colaborar en la realización de trámites ante la justicia, tales como la gestión de DNI, partidas de nacimiento y la escrituración de viviendas, entre otros. Las arquitectas, en tanto, observamos la necesidad en materia de hábitat y comenzamos a otorgar microcréditos para la construcción con garantía solidaria, de modo de mejorar las viviendas. Pasó el tiempo y hace dos años surgió la idea de construir un espacio para instalar «el primer bar» del barrio, bajo la forma de una cooperativa de trabajo. Las mujeres que se sumaron al proyecto se capacitaron durante cinco meses en los principios del cooperativismo y luego definieron el estatuto del bar cooperativo, al que llamaron Bankibar BCN. Paralelamente, comenzó la búsqueda de un local comercial apto, y como resultado de tales acciones y de varias gestiones emprendidas con la Municipalidad de Pérez, se logró la sanción


Interior del Centro Comunitario Banquito Solidario (en construcción).

de una ordenanza municipal (N°3196/18) que, con el voto unánime del Concejo y el apoyo directo de la Intendencia, cedió en comodato al Banquito Solidario Cabín 9, por veinte años con opción a diez más, un terreno de aproximadamente 600 m² para la instalación del Bankibar. El inmueble está ubicado en una zona estratégica del barrio por estar emplazado a una cuadra de la plaza principal, cerca de colegios, dependencias municipales y una comisaría y, mejor aún, sobre una avenida recientemente pavimentada que vincula a Cabín 9 con el centro de Pérez. Como consecuencia de este importante paso adelante, el proyecto se potenció con nuevos sueños. Hoy el Bankibar es mucho más que un bar, y a las arquitectas que integramos el Banquito Solidario Cabín 9 nos brindó una oportunidad inesperada: proyectar un centro comunitario autogestionable y autosustentable, que apunta al crecimiento de las emprendedoras y de toda la comunidad barrial. En ese sentido, propusimos que el edificio albergue:

→ la cooperativa Bankibar, un bar seco (sin elaboración de comida in situ);

→ un espacio de encuentro para las reuniones → → → →

semanales del Banquito Solidario, donde seguir fortaleciendo vínculos y emprendimientos; un espacio destinado a la venta de productos elaborados por las emprendedoras y la cooperativa de costureras del Banquito; «El roperito», que se conformará con prendas recibidas de donaciones particulares y cuya venta será a precio social; un espacio para capacitaciones en oficios proyectado para crear vínculos con empresas del Polo Tecnológico de Pérez; una huerta orgánica que promueva prácticas productivas agroecológicas y la educación alimentaria y, a la par, permita el autoabastecimiento del bar cooperativo.

En cuanto al edificio, se proyecta como un objeto aislado en el terreno. Se posiciona paralelo a la avenida Los Talas, con una impronta industrial que respeta su entorno y, a la vez, permite una clara y rápida visualización. La decisión de utilizar una estructura metálica deviene de la necesidad de aprovechar cabriadas que se encontraban abandonadas en el terreno y de la idea de gestionar donaciones de materiales con empresas metalúrgicas del Polo Tecnológico de Pérez. Las cabriadas reticuladas y semicirculares, por pertenecer a la carpa de un circo, aportan una espacialidad interior particular. A los fines de posibilitar el espacio necesario para el funcionamiento del centro comunitario se pensó en una planta libre que potencie la movilidad y brinde la flexibilidad necesaria para las distintas actividades a desarrollarse. Una gran galería orientada al este genera un espacio intermedio entre el exterior e interior, un espacio de semisombra que se utilizará como explanada para el bar y dará la bienvenida a los visitantes, jerarquizando el ingreso principal al edificio. Con el objetivo de visibilizar y poner en valor el proyecto participamos en el concurso Arquitectura Argentina Solidaria, organizado por el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) y la Sociedad Central de Arquitectos (SCA). Sumamos, además, a las arquitectas Sofía Rothman, María Saccone y Lucrecia Rossi, quienes colaboraron en la producción de los paneles y renders que permiten visualizar nuestra propuesta. La distinción que obtuvimos en la categoría «Arquitectura de menos de 1000 m2», además de la alegría que implica el reconocimiento de nuestros pares, representó un gran impulso para ponernos en acción y pensar, junto con las mujeres del barrio que participan del Banquito, alternativas para concretar el proyecto. A la par, recibimos un subsidio del Senado de la provincia de Santa Fe que, junto con donaciones de distintas empresas, nos permitirán poner manos a la obra en breve. Pensando la arquitectura como herramienta para la transformación de la realidad social de un barrio, este será un edificio cuya sola presencia provocará un impacto urbanístico en la zona, a la vez que generará una nueva vitalidad a partir de las actividades que irán surgiendo de la propia comunidad. • 59 •


PH

15

www.ph15.org.ar

Natalia Godoy

• 60

La Fundación ph15 se propone utilizar los recursos de las artes visuales –especialmente la fotografía– para fomentar nuevas capacidades expresivas, comunicacionales y técnicas en niños, niñas y jóvenes en situación de vulnerabilidad, a través de la realización de talleres y actividades destinadas a favorecer la integración social y la socialización de la experiencia artística.


Maira Amuñanco

Rocío Fleitas

61 •


Agustín Herrera

Gonzalo Ocampo

• 62


Juan Ignacio Sosa

63 •


Deudas Sociales en la Argentina 2010-2020 Deterioro persistente en el nivel de justo bienestar de la sociedad argentina. Crisis y estancamiento en el marco de desigualdades sociales crecientes.

Escaneá el código QR y encontrá: Observatorio de la Deuda Social Argentina, UCA.

Evolución de las tasas de indigencia y pobreza en la población urbana. Porcentaje de población. 2010-2020 100 80 60 40 20 0

40,8 31,8 26,1

30,0 25,9 25,9 27,4 28,2

5,7

21,7 4,2

21,2 4,7

22,5 4,9

22,6 5,6

25,5 4,5

2010

2011

2012

2013

2014

2015

Indigentes

Pobres No-indigentes

32,8 26,2

28,2

6,6

22,5 5,7

2016

2017

44,2

33,6 31,9

34,1

6,1

8,9

10,1

2018

2019

2020

27,5

El 31,8% de la población era pobre en 2010. Esa cifra tocó un piso de 25,9% durante 2011 y 2012. En 2020 el porcentaje de población bajo la línea de pobreza trepó a 44,2% y la población indigente casi se duplicó: pasó de 5,7% en 2010 a 10,1% del total en 2020.

Línea de Pobreza

Carencias en las distintas dimensiones de derechos sociales. Porcentaje de población. 2010-2020 2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

Alimentación y salud

24,2

21,5

23,2

21,5

25,2

23,2

25,3

26,6

28,2

32,2

32,5

Servicios básicos

43,4

41,0

41,0

39,9

39,7

39,1

40,2

37,7

34,0

33,5

34,1

Vivienda digna

34,9

33,5

31,3

30,5

29,6

27,8

28,9

26,6

27,1

26,2

24,2

Medio ambiente

35,9

35,6

36,4

33,4

33,0

32,9

35,1

34,5

33,8

31,2

30,5

Accesos educativos

11,0

11,4

11,7

10,9

11,8

11,2

12,6

11,9

12,3

12,5

13,5

Empleo y seguridad social

33,2

32,7

31,2

31,8

31,8

29,1

32,6

29,9

31,3

33,0

35,2

Fuente: EDSA Bicentenario (2010-2016) y EDSA Agenda para la Equidad (2017-2025), Observatorio de la Deuda Social Argentina, UCA

En la última década, las carencias de vivienda digna y servicios básicos disminuyeron un 10,7% y 9,3% respectivamente. Sin embargo, para el mismo periodo, las carencias en alimentación y salud aumentaron un 8,3%. • 64


Evolución de la tasa de pobreza urbana por grupos de edad. Porcentaje de población. 2010-2020 60

64,1%

50 40 30 20 10

14,4% 6,5%

En 2020, el 64,1% de la población urbana menor a 18 años es pobre. Para mayores de 60, la tasa de pobreza se duplicó a lo largo de la década, pasando de 6,5% en 2010 a 14,4% en 2020.

0 2010 0-17 años

2011

2012

18-29 años

2013

2014

30-59 años

2015

2016

2017

2018

2019

2020

60 años y más

Evolución de la pobreza por situación laboral del jefe del hogar. Porcentaje de población. 2010-2020 80

80,3% 60

37,9%

40

20

En 2020, se registró que el 80,3% de las personas que vivían en hogares dirigidos por un jefe/a con subempleo inestable/desempleo son pobres, lo que significa un incremento de 13,3% respecto de 2010.

0 2010

2011

2012

Sub-empleo/Desempleado

2013

2014

Inactividad

2015

2016

Empleo precario

2017

2018

2019

2020

Empleo pleno

Evolución de la tasa de pobreza urbana por región urbana. Porcentaje de población. 2010-2020 50

51,1% 40

30

20

12,3%

9,8%

Mientras que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la tasa de pobreza disminuyó de 12,3% a 9,8% en diez años, para el mismo periodo en el conurbano bonaerense aumentó 10,2%, alcanzando un máximo histórico de 51,1%.

0 2010

2011

2012

2013

Ciudad Autónoma de Buenos Aires Resto urbano del interior

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

Conurbano Bonaerense

Otras áreas metropolitanas 65 •



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Ejercicio profesional Esta sección es un espacio de comunicación del CPAU con la matrícula. Aquí encontrarás las acciones que lleva a cabo el Consejo, actualidad de la profesión, actividades, guía para realizar trámites y más. «El abordaje proyectual debe buscar el reequilibrio, en el territorio, de las relaciones entre ciudad, urbanidad y los espacios de uso colectivo, procurando la convivencia de las diferencias». Mario Jáuregui


ELECCIONES 2020

Nueva composición del Consejo El martes 1° de diciembre 2020 se realizó la renovación parcial de consejeros y consejeras para el período 2020-2022. Días más tarde, ese nuevo Consejo designó a sus nuevas autoridades.

Cantidad de votos

Modalidad de votos

Resultados

1130 válidos

Cuarto oscuro CPAU: 171

Lista Celeste: 715 votos

44 en blanco

Correo Argentino: 1004

Lista Integración: 415 votos

Consejeros/as que continúan su mandato

Se incorporaron como titulares

Se incorporan como suplentes

Jorge Aslan

Rosa Aboy

Paula Lavarello

Bárbara Berson

Roberto Frangella

Pablo Suárez

Adriana Dwek

Néstor Magariños

Ana Artesi

Fabián de la Fuente

Paloma Carignani

Matías Gigli

Claudia Lanosa

Griselda Balián

Agustín García Puga

Andrés Borthagaray

Flora Manteola

Daniel Silberfaden

Emilio Rivoira

Carolina Day

1 impugnado

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MODERNA BUENOS AIRES

Virtualidad que suma Los recorridos en modo virtual que realiza Moderna Buenos Aires por los edificios modernos más emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires están disponibles en línea para todo el mundo. Hablamos con Tamara Balyan, guía desde 2018, acerca de cómo se trasladó el formato a las redes sociales.

«

Las ventajas de la virtualidad son infinitas. Se llega a mucha más gente, ya que se puede publicar en distintas plataformas y se puede compartir», observa Tamara Balyan con orgullo. Y las cifras la acompañan. Esos quince videos producidos el año pasado aún están disponibles en el Instagram de @modernabuenosaires y siguen cosechando buenos comentarios. Contienen, entre otros edificios, la sede central del Automóvil Club Argentino, la Biblioteca Nacional, el Edificio Kavanagh y el Obelisco. Los recorridos arquitectónicos de Instagram fueron grabados desde la vereda de los edificios modernos y duran aproximadamente cinco minutos. Además de la descripción minuciosa de la guía sobre los detalles que evidencian por qué ese edificio merece un recorrido, contienen imágenes de los interiores y de archivo que enriquecen el relato. «La década del treinta en el microcentro siempre va a tener un lugar en mi corazón. Me parece el recorrido más claro porque nos permite ver ejemplos de tipologías que surgen en ese momento, y con eso se plantea una introducción a la modernidad y sus ideas más relevantes», señala Balyan, quien se reconoce fanática de MBA desde que estudiaba Arquitectura. Y fanática de la Arquitectura desde la cuna.

«Mi mamá es arquitecta y toda mi vida la vi trabajar. A la mañana iba a la obra, a la tarde documentaba desde casa. Cada tanto me llevaba a las obras, por lo que me crié rodeada de todo eso y escuchando observaciones sobre arquitectura. Mi familia siempre fue de viajar y conocer lugares nuevos: ellos me incentivaron la curiosidad, el amor por la ruta, el disfrute de las ciudades, los edificios y la cultura». Cuando en el otoño de 2020 todo entró en «modo pandemia». hubo que poner los recorridos en pausa. «Nadie salía de la casa, teníamos mucho miedo. Finalmente, en agosto empezamos a retomar la actividad y ahí fue que nos planteamos revisar el formato. Aunque yo pudiera salir a la calle, no se podía andar juntando gente. Entonces fuimos haciendo pruebas con Bárbara Veiga, hasta que llegamos al formato de video corto que terminamos publicando», recuerda Balyan. Y agrega: «Creo que los recorridos son aptos para todo público, porque no lo planteamos desde un lugar académico, sino desde la curiosidad y el aprendizaje constante», concluye. •

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CÓDIGOS

El Consejo y los Códigos El miércoles 10 de marzo se desarrolló la primera jornada de la audiencia pública en la que se trataron las Modificaciones al Código de Edificación de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, Claudia Lanosa, vicepresidenta primera del CPAU, sintetizó las propuestas que llevamos desde del Consejo y expresó nuestra posición, además de presentar un documento en el que se describe minuciosamente el análisis técnico que desarrollamos.

L

os comentarios de la vicepresidenta hicieron foco en aportar a la elaboración de un Código de Edificación que contribuya a un futuro urbano más habitable e inclusivo y que muestre la consonancia con la realidad del ejercicio profesional. Antes de detallar algunos puntos del exhaustivo informe técnico presentado, que recoge el trabajo y el análisis de un equipo técnico convocado por el Consejo, Lanosa remarcó la importancia de recuperar la concepción Plan-Modelo-Código y la articulación de todas las piezas jurídicas en la concepción y en la gestión. «También proponemos incorporar cambios y mejoras en la redacción aprobada en primera lectura, así como en la versión original de 2018», agregó. Entre las propuestas del CPAU, Lanosa hizo mención a las figuras que intervienen en una construcción. «La propuesta es plasmar una clara definición de cada una de las personas que intervienen y evitar así la confusión de roles y tareas que pueden llevar a la atomización de las responsabilidades». También se refirió a los trámites: «Insistimos en la necesidad de incluir un tiempo máximo de respuesta por parte de la autoridad de aplicación. También reiteramos que las observaciones deberán hacerse en una sola notificación. Una vez enviada la notificación con las observaciones, ya no podrán incorporarse otras nuevas, salvo las correspondientes a las respuestas del o de la profesional a las originales. Esto es fundamental

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porque la dilación y arbitrariedad en la implementación de los procesos de aprobación trae un perjuicio a toda la matrícula en su imagen profesional». Dicho esto, la vicepresidenta abordó las cuestiones de habitabilidad. «A pesar de nuestra insistencia en estos temas, ya en la modificación de 2019, se redujeron las condiciones de habitabilidad en los locales de primera en todas sus expresiones, desde el monoambiente hasta la medida mínima de los dormitorios. En la actual modificación se produce un aumento de superficies de tránsito (pasos, escaleras, etc.) y se disminuyen aún más los espacios esenciales. Esta pérdida de calidad de vida, la estrechez claustrofóbica de las superficies mínimas, resulta hoy inadmisible», enfatizó. Por supuesto, el contexto hace inevitable reflexionar acerca de la forma de habitar en tiempos de pandemia. «El desafío hoy es pensar la vivienda en el marco de la pandemia y los avances en las comunicaciones. Es por ello que proponemos una mejora en las tablas de superficies mínimas y en la necesidad de que cada vivienda tenga una obligatoria expansión al exterior. Consideramos que la normativa debe asegurar buenas condiciones de habitabilidad y de salubridad y, por lo tanto, es importante establecer claramente medidas y superficies mínimas a cumplimentar en los proyectos tanto de vivienda como de oficinas y de estudios profesionales como de escuelas. Este código debe reflejar en su modificación


alguna de las tantas reflexiones que nos obligó la pandemia y el significado que tomaron los ámbitos residenciales en la cuarentena, por lo que consideramos absolutamente necesario no retroceder, sino por el contrario incrementar los requerimientos tanto en su dimensionamiento como en los de iluminación y ventilación». Lanosa mencionó tres condiciones fundamentales a preservar: las medidas y superficies de los locales habitables, la ventilación cruzada y la expansión obligatoria. «Por otra parte, reiteramos que, si no era admisible la reducción de dimensiones mínimas desde un principio, menos lo es después de la pandemia», insistió. Otro capítulo se relaciona con la recuperación de los edificios existentes. «Debe quedar claro el alcance de la adecuación a las normas actuales, poniendo límites hasta dónde se debe adecuar o no el edificio, cuidando el recurso edilicio en general y, en particular, el de los edificios patrimoniales. En cuanto a los temas de accesibilidad y medios de salida proponemos separar estos dos conceptos a fin de clarificar sus requerimientos», aclaró. Y la arquitecta Lanosa avanzó en su lectura sobre algunas cuestiones técnicas que requieren la participación de especialistas. «Esa fue nuestra sugerencia en relación a temas ambientales y de sustentabilidad». «Por último, y si bien estamos de acuerdo en cuanto a que el cuerpo de la ley debe reunir los objetivos del Código, y los Reglamentos Técnicos deben profundizar en lo prescriptivo, la redacción de estos últimos deberá ser el resultado de un trabajo conjunto entre las áreas de gobierno involucradas, organismos técnicos y asociaciones profesionales, buscando evitar así inconsistencias entre los enunciados y los medios para alcanzarlos. Adjuntamos como insumo el Anexo Técnico pormenorizado mencionado al principio de esta presentación, esperando que los cambios que proponemos sean incorporados por el bien no solo de nuestra matrícula sino de toda la ciudadanía y de la Ciudad», concluyó. • Escaneá el código QR y encontrá: Informe técnico presentado

La importancia de regularizar las obras

Dos días antes, Claudia Lanosa también participó de otra audiencia pública en la que presentamos nuestra posición para la creación del Régimen Especial de Regularización de Construcciones y Obras llevadas a cabo en contravención. «Nos importa que se regularicen las pequeñas obras porque son las que benefician a las y los profesionales que intervienen en esta tarea, a la vez que a propietarios y propietarias. E insistimos en que no es suficiente que sólo pagando se permita regularizar y contravenir el Código Urbanístico», en relación a la creación de este régimen especial. Además de referirse a la necesidad de contar con un/a profesional con matrícula para determinadas tareas, Lanosa expresó que «es indispensable contar con un reglamento que establezca las especificaciones y adecuaciones claras a cumplir para que las regularizaciones queden sujetas a las mismas». Texto completo de la vicepresidenta Claudia Lanosa en la audiencia del 8 de marzo 2021

Audiencia pública del 8 de marzo 2021

Audiencia pública del 10 de marzo 2021

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CHARLAS VIRTUALES

Hablemos de Arquitectura A fines del año pasado, la comisión de Arquitectura llevó adelante dos encuentros, con una selección de seis trabajos de los veinte que habían sido distinguidos en la convocatoria organizada por el CPAU y la SCA. omando como punto de partida la Convocatoria de Arquitectura Argentina Solidaria, a fines de 2020 realizamos dos encuentros virtuales para difundir una selección de trabajos en el marco del ciclo Hablemos de Arquitectura. De los veinte proyectos que resultaron distinguidos, nuestra comisión de Arquitectura decidió presentar seis de ellos.

Esta tesis de graduación de la Carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional del Litoral es un trabajo para el humedal del Alto Delta, investigando el contexto geográfico, hidrográfico, educativo y socioeconómico. «Hicimos un trabajo de campo para relevar las condiciones actuales de cada una de las escuelas de la región. Lo más enriquecedor de esas visitas fue tener la mirada del usuario», sostuvo Miño.

La primera fecha fue el miércoles 18 de noviembre y durante más de una hora compartieron los proyectos y la charla amena tres representantes de los proyectos distinguidos: Flora Manteola, presidenta de la comisión de Arquitectura, Adriana Dwek, consejera, y Augusto Penedo, ex presidente del CPAU.

Luego fue el momento de escuchar a Luis Díaz, quien junto a Teresa Chiurazzi creó el Anfiteatro Dr. René Favaloro en el Bosque de La Plata, Provincia de Buenos Aires.

T

La apertura estuvo a cargo de Dwek, también integrante de la comisión de Arquitectura, quien recordó que durante los meses de aislamiento continuaron trabajando en formato virtual, promoviendo el debate sobre hábitat, agua, salud y transporte. «La arquitectura solidaria está destinada a resolver problemas apremiantes de la sociedad. Es una arquitectura hecha a partir de la generosidad de los profesionales», señaló Manteola. «Cuando vimos los trabajos seleccionados por el jurado, nos quedamos con ganas de más. Por eso, nada es mejor que el relato directo de los autores», agregó. Penedo, por su parte, fue presentando los proyectos y a sus representantes, recordando en cada caso cuál fue la valoración del jurado. En primer lugar, Guadalupe Miño habló en nombre del equipo que formó con María Dolores Lozano y María Valentina Bilbao. Entre las tres desarrollaron un proyecto de Escuela Flotante en Alto Delta de Victoria, Entre Ríos. • 72

Díaz, interesado en los proyectos comunitarios, se reconoció como hincha militante del club Gimnasia y Esgrima de La Plata y puso el proyecto del Anfiteatro en el contexto de la remodelación de las tribunas de su club. Con el movimiento de tierra excedente de transformación de las plateas cabeceras de la cancha y los bloques premoldeados de hormigón que se retiraban de las tribunas, se creó un espacio excéntrico en medio del bosque para el uso público de estudiantes, hinchas y vecinos. «La gente, ni bien lo armamos, apareció y lo hizo suyo. Es una plaza verde en la que sembramos semillas del campo de juego. El Dr. René Favaloro nació en el barrio del Mondongo, que está atrás del estadio. Y nos dejó una herencia ética», aseguró Díaz. Penedo remarcó la pluralidad del espacio virtual en términos futbolísticos, mostrando en pantalla su camiseta del Estudiantes de La Plata, el clásico rival. La valoración del jurado dice: «Forma, tecnología, contexto, naturaleza, función, costos, sencillez de operación y mantenimiento interactúan sin estridencias en un ajustado equilibrio. Un auténtico homenaje al Dr. Favaloro, no sólo por el nombre del espacio,


sino porque sus cualidades sencillas se integran genuinamente con las del homenajeado». Por último, se presentó el proyecto del Centro Comunitario Banquito Solidario en Pérez, Santa Fe. Como parte del equipo de autoras, Maite Fernández expuso el contexto histórico del proyecto como parte del voluntariado en un banco de microcréditos para mujeres emprendedoras, junto a las arquitectas rosarinas Andrea Calderini y Cecilia Cassiello (ver página 58). Se trata de un edificio de planta libre sobre un lote cedido por el Consejo Municipal de la Ciudad de Pérez. «Cuando fuimos al terreno encontramos unas estructuras de metal abandonadas por un circo. Y las aprovechamos para la construcción del techo. Haber obtenido esta distinción nos renovó el entusiasmo para seguir gestionando subsidios y comenzar la construcción», recordó Fernández. Aunque no hubo preguntas desde el público que participaba de la transmisión, sí fueron llegando muchas felicitaciones para los proyectos ganadores y para la iniciativa de la convocatoria solidaria. Por eso, en el cierre, Manteola soñó con una bolsa de proyectos solidarios «a donde puedan llegar los pedidos o demandas de determinados segmentos de la sociedad. Desde esos lugares donde no suele haber arquitectos».

Segunda jornada El otro encuentro virtual transcurrió el 15 de diciembre. Un segundo conjunto de trabajos distinguidos en la Convocatoria de Arquitectura Argentina Solidaria fue presentado por Dwek. Ella también tuvo a cargo esta vez la lectura de las valoraciones del jurado. «Quiero retomar una idea que quedó del encuentro anterior. Estos son trabajos hechos desde la generosidad. Son los arquitectos los que son solidarios, no la arquitectura en sí», expresó Manteola en cuanto Dwek le cedió la palabra. Roberto Frangella, quien se sumó al encuentro en esta ocasión, recordó que la convocatoria fue planteada al principio de la pandemia: una pandemia que desnudó las enormes diferencias sociales existentes. «Nos interesa todo lo que contribuya a salvar ese abismo, con la creatividad y la solvencia que son herramientas de nuestra profesión. Tenemos la esperanza de que esta especie de siembra dé frutos en mucha gente de nuestra matrícula», expresó.

El primer diseño distinguido aquella tarde fue el Proyecto Suelo Firme de la Fundación Vivienda Digna, para el que María Celeste Fisch y un equipo de trabajo vienen desarrollando un barrio de noventa y siete viviendas desde 2008 (ver página 26). «Las familias participan de la construcción desde el inicio; hasta la plaza del barrio se hizo en conjunto entre las familias y los paisajistas», mencionó Fisch. Luego llegó la presentación de Vialab, el Laboratorio de la Vivienda Industrializada Argentina, de la UNSAM. Roberto Busnelli detalló todo el conjunto de desarrollos de materiales, diseños y prácticas constructivas que convergen en el prototipo de construcción panelizada sobre el que se encuentran trabajando. Residuos sólidos industriales y agropecuarios, ensayos de temperatura y diseños de viviendas individuales y apareadas; «todo hace que el territorio del municipio de San Martín entre en el campus de la universidad», sostuvo Busnelli. La convocatoria de proyectos fue de carácter federal; prueba de esto fue la participación desde Neuquén de los Módulos de Emergencia Comunitaria de los arquitectos Alejandro Borrachia y Guillermo Badano. En el encierro obligatorio del mes de abril de 2020, y viendo las noticias sobre la emergencia sanitaria, Badano y Borrachia pensaron el módulo como una alternativa a las construcciones sanitarias temporales y masivas desarrolladas por distintos municipios a lo largo del país. «Partiendo de lecturas sobre el problema de cómo el ambiente enferma más a los enfermos, creamos un sistema de módulos que pudiera albergar pacientes en contacto con la naturaleza, que diera posibilidades de estar al sol y tuviera ventilación cruzada, con un sistema muy eficiente y muy económico», detalló Borrachia. Finalizadas las presentaciones, llegó el momento de los intercambios y todos los participantes se quedaron con ganas de seguir conociendo más detalles sobre los proyectos. Y de seguir hablando sobre arquitectura. «Porque acá hablamos de Arquitectura», culminó Dwek. •

Escaneá el código QR y encontrá: Evento virtual: Hablemos de Arquitectura

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COMISIONES

Las tareas de la comisión de Ejercicio Profesional Durante este año y para 2022, la nueva comisión se propuso abordar la importancia del trabajo social y solidario, desarrollar acciones en relación a la equidad, continuar el trabajo relacionado con el GCABA, seguir respondiendo consultas y escuchando a la matrícula y atender lo concerniente a las incumbencias profesionales.

P

residida por Claudia Lanosa, vicepresidenta 1° del CPAU, la nueva comisión de Ejercicio Profesional está integrada por Sergio Antonini, Jorge Demarchi, Graciela Novoa, Fernando Serra, María Hojman, Valeria del Puerto, Eduardo Hagopian y Emilio Gómez Luengo. Cuenta con la coordinación técnica de Irene Kalnins. En cuanto a la propuesta de temas, la intención es la de retomar el trabajo realizado por la comisión anterior y encarar, además, nuevas acciones. En relación a la importancia del trabajo social y solidario, se propone diseñar instrumentos operativos y legales para recomendar su aplicación en la vinculación laboral de los/as arquitectos/as con las organizaciones públicas o privadas que los/as contratan, con el objetivo de mejorar las condiciones para los desempeños profesionales en planes y programas dirigidos a contextos de vulnerabilidad social. Como objetivos específicos, pretende recopilar información sobre la actividad profesional de quienes trabajan liderando planes y/o programas sociales, reunir de la Doctrina CPAU los documentos que norman el ejercicio profesional de la Arquitectura, identificando roles que puedan ser asociados a los desempeños de los/as profesionales involucrados/as en la conducción y/o ejecución de proyectos y obras en planes o programas sociales y describir las posibles acciones a cargo del CPAU.

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En cuanto a la equidad, analizará y propondrá acciones en relación con el inicio del ejercicio profesional y ejercicio profesional joven. En relación con el Gobierno, continuará el trabajo que aborda los cambios de códigos, los convenios urbanísticos, etc., exponiendo en audiencias y mostrando la actividad y participación del CPAU respecto de estos temas. Como idea a futuro, propone desarrollar instructivos con links que sirvan de guía y ayuda para la matrícula. El equipo técnico de trabajo, conformado para estudiar permanentemente las normas del Código Urbanístico y de Edificación, estudia las propuestas de leyes iniciales y la participación del CPAU en las diversas audiencias públicas (como las recientes sobre convenios urbanísticos, el Código de Edificación o las regularizaciones de las obras). Está coordinado por Claudia Lanosa y Fabián de la Fuente e integrado por la consejera Griselda Balián y los consejeros Néstor Magariños y Andrés Borthagaray además de las arquitectas Magdalena Eggers, Virginia San Martín, Graciela Guiliani y los arquitectos Guillermo Gutiérrez Ruzo y Javier Pisano. La coordinación está a cargo del arquitecto Pedro Linares, asesor técnico CPAU.


Actualmente, se encuentra produciendo un documento con preguntas que puedan clarificar la aplicación de la normativa y luego poder producir casos de aplicación concretos, un trabajo similar al realizado a principios de 2019 con las 100 preguntas, elaboradas para la versión CUR 2018. Con respecto a la necesidad de escuchar a la matrícula, es importante recopilar las consultas recibidas por el CPAU respecto de los temas de ejercicio profesional y elaborar un documento de «preguntas frecuentes». Otro objetivo prioritario es el de incentivar a que los/as jóvenes pregunten y entiendan el trabajo del CPAU pudiendo hacer consultas. Sobre las incumbencias profesionales, un punto a destacar es el relacionado con los honorarios. Por un lado, buscar la aprobación de una Ley de Aranceles para CABA; por otro, agregar la mención del Honorario Sugerido en todos los documentos del CPAU en los que el/ la arquitecto/a toman conocimientos de las normas que rigen el ejercicio profesional. El objetivo no es citarlo como norma, sino alertar sobre su existencia dado que las consultas, oficios y todo tipo de asesoramientos se basan en ese texto.

Otros objetivos tienen que ver con analizar la relación que pudiera existir entre los porcentajes indicados en el Honorario Sugerido para peritajes y la Ley N° 27.423 referida a honorarios profesionales de abogados/as, procuradores/ as y auxiliares de la justicia, tal como son los/ as arquitectos/as que actúan como peritos/as de oficio, analizar la posibilidad de incluir en el MEPA lo resuelto oportunamente por esta comisión respecto del avance que implica la actual presentación ante el GCABA (se estipuló ese avance en un 38% del honorario total de proyecto y dirección), sugerir honorario básico para dar cumplimiento al informe de control de fachadas (Ley N° 6.116/18 modificatoria de la ley N°257/99) y revisar el capítulo 8 (Honorarios por demolición) en Honorarios Sugeridos. En relación a Impacto Ambiental, analizar incumbencias y ver con la comisión de Formación los programas universitarios al respecto, entre otras cuestiones. Y para Seguridad e Higiene, seguir insistiendo ante la Superintendencia de Riesgos de Trabajo para que el Representante Técnico firme el plan de higiene y seguridad. •

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CHARLAS VIRTUALES

Una ciudad con perspectiva de género En sintonía con el Día Internacional de la Mujer, el 9 de marzo se realizó la mesa redonda con formato virtual, sobre movilidad, género y urbanismo, titulada «¿Quién piensa y en qué pensamos sobre la movilidad urbana?»

C

on la presentación y coordinación a cargo de Claudia Lanosa, vicepresidenta 1º del CPAU, y Andrés Borthagaray, presidente de la comisión de Urbanismo, el encuentro se realizó con la participación de Andrea Gutiérrez, Agostina Signorini y Graciela Guiliani. La charla analizó los recorridos de la ciudad diferenciados por género, la necesidad de ampliar y proteger las veredas, los proyectos de peatonalización y la inserción de las mujeres como trabajadoras en el sector del transporte. Claudia Lanosa comenzó manifestando la intención de «reiterar la importancia de la investigación de temas urbanos y arquitectónicos que le dan sustento a las propuestas de las y los colegas, tanto en lo proyectual como en la elaboración de las normativas que rigen nuestra ciudad». Luego le cedió la palabra a Andrés Borthagaray, para que pusiera en contexto la temática de la charla con la comisión de Urbanismo del CPAU: «Sabemos que urbanismo y movilidad son abordajes absolutamente complementarios. Pero es evidente, por las consecuencias negativas, que muchas veces se los tomó como cuestiones separadas». Y aunque Borthagaray había formado parte de los equipos de investigación de algunos de los trabajos presentados, no quiso imponer su presencia en una charla que tenía como objetivo visibilizar la producción de las mujeres. «Yo soy un intruso en esta mesa», advirtió. Y dio paso a las panelistas. Comenzó la Doctora en Geografía Andrea Gutiérrez, quien dirige el Programa de Investigación Transporte y Territorio del Instituto de Geografía de la UBA.

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Gutiérrez puso la temática de la mesa en contexto histórico, recordado que se viene discutiendo sobre género y movilidad desde los años ’60. Y que en los últimos años hubo un cambio de enfoque por la inserción de las mujeres en el mercado del trabajo y en las luchas de poder. «La producción socioespacial de la ciudad capitalista es desigual y la movilidad también lo es, pero esta reproducción de la desigualdad está en permanente proceso de gestación y en permanente proceso de transformación, hacia una ciudad más igualitaria», afirmó Gutiérrez. Sus investigaciones concluyeron que las mujeres utilizan el transporte público y la caminata y que tienen una movilidad muy diversa en motivos. Y por eso también hizo una encendida defensa de la vereda: «debemos ponernos como meta tener ciudades con 100% de veredas», declaró. Graciela Guiliani, arquitecta especialista en Planificación Urbana y Regional, compartió en pantalla un estudio exploratorio sobre movilidad y género, producido para el Consejo del Plan Estratégico del GCABA en el año 2008. En el mismo se subrayaba que la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en el artículo 38, dice que «la Ciudad incorpora la perspectiva de género en el diseño y ejecución de sus políticas públicas y elabora participativamente un plan de igualdad entre varones y mujeres». «Las conclusiones a las que arribamos en ese momento señalaban que el porcentaje de mujeres conductoras de autos era menor que el de varones y que las pautas de movilidad de las mujeres varían en relación a si trabajan fuera de la casa o dentro de la casa. Porque las mujeres que trabajan fuera de su casa, además de ir al trabajo, buscan a los chicos en la escuela», recordó Guiliani.


Por último, se sumó a la conversación Agostina Signorini, licenciada en Estudios Internacionales, quien se encuentra cursando la Maestría en Gestión de Ciudades (FADU, UBA), en donde «las investigaciones hablan de que las ciudades han sido diseñadas por varones y para los varones». El trabajo que Signorini presentó investigaba el rol de las mujeres en el sector del transporte tanto como usuarias como trabajadoras. Y comentó que «lo que motivó este trabajo fueron los insultos machistas que recibimos las mujeres cuando somos conductoras, las situaciones de acoso en el transporte público de las que somos víctimas y las veces que nos subimos a un colectivo y vemos que la conductora no es mujer». Respecto de este último punto, el trabajo arrojó en sus conclusiones que aunque hay una mejora de la participación de las mujeres en el sector de transporte, aún nos encontramos lejos de la paridad. En la instancia del diálogo, comentaron cómo las tres investigaciones presentadas se verificaban entre sí al arriban a conclusiones casi idénticas, y cómo el encierro durante la pandemia había desnudado aún más estas desigualdades mencionadas. Sumaron también ejemplos de esta desprotección de los peatones, como el abandono de la señalización de calles, paradas de colectivos y la invasión de las motos sobre las veredas. Pensando en todo lo que queda por hacerse, Lanosa imaginó «cadenas de valor que incluyan a los/as vecinos/as y a los/as recicladores/as urbanos/as, para construir postes y paradas de colectivos con materiales reciclados». Y cerró la transmisión con agradecimientos tanto a las participantes como al público. •

Movilidad, género y urbanismo: ¿Quién piensa y en qué pensamos sobre la movilidad urbana?

Presentación de Agostina Signorini, licenciada en Estudios Internacionales, maestrando en Gestión de Ciudades (FADU, UBA)

Presentación de Andrea Gutiérrez, Doctora en Geografía.

Presentación de Graciela Guiliani, arquitecta especialista en Planificación Urbana y Regional.

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EQUIDAD CPAU

La equidad de género es una construcción Con nuestras propias cifras, podemos mostrar la participación de las mujeres en todo el CPAU. Representa el 39% del total de la matrícula, en el staff actual tiene mayoría femenina y en la mesa de Consejo hoy significa el 50%. Al frente de comisiones o institutos son 6 mujeres y 4 varones.

D

urante las dos gestiones anteriores encaramos la inclusión de las mujeres y su representación en nuestra matrícula como uno de los temas a trabajar día a día. Impulsamos el compromiso del 30% que implica la participación, como mínimo, de ese porcentaje de mujeres en eventos o charlas que organiza o auspicia el CPAU. Y consolidamos algunas definiciones, como la de utilizar un lenguaje lo más inclusivo posible no solo para el género femenino, además de sostener e incrementar lo anteriormente construido. Pero la equidad va más allá: jóvenes, vitalicios/ as y otros/as también forman parte de grupos o minorías que nos importan incluir cada vez más. En conmemoración del Día Internacional de la Mujer nos vamos focalizar en la participación femenina en cada área del CPAU. Hoy nuestra matrícula está compuesta por 11.108 matriculadas/os (al 31 de diciembre de 2020) y de este total, 4.323 son mujeres. Es decir, un 39%.

Presentación de encomiendas Del análisis de un relevamiento que hicimos a partir de nuestros propios datos, observamos que, del total de encomiendas presentadas por todo concepto, solo el 31,96% corresponde a matriculadas (ver Gráfico 1) y, en el caso de las mujeres, a diferencia de los colegas hombres, la mayor parte de las encomiendas corresponde a habilitaciones y Ley N° 6.116 (ex 257, ver Gráfico 2). Mientras tanto, entre los varones predominan las encomiendas de obra. Pero, si tenemos en cuenta que del total de la matrícula apenas un número cercano al 10% presenta trámites, la proporción varía: es un 14,94% de mujeres que ingresa encomiendas en el CPAU mientras que el total de varones es de 21,78%. Algunas cifras que llaman la atención y nos indican que es preciso continuar trabajando por la equidad son las que están en relación con los trámites de obra cuando se desagregan por superficie. También es notoria la composición en relación con la edad. • 78

Entre la matrícula más joven, la cantidad y tipo de encomiendas es muy similar pero la disparidad va creciendo, y se va acentuando, a medida que aumenta la edad (ver Gráfico 3). Por otro lado, el 75% de las encomiendas de obras de hasta 360 m2 de superficie son presentadas por hombres, proporción que llega al 86% en las obras de entre 5000 y 10.000 m2 (ver Gráfico 4).

La composición del Consejo, las comisiones y el staff En el actual Consejo, renovado en diciembre de 2020, hay paridad: son diez consejeras y diez consejeros. Mientras tanto, al frente de comisiones e institutos son seis mujeres (presidentas de las comisiones de Arquitectura, Ejercicio Profesional, Formación y Prensa y Difusión, presidenta del Instituto de Ejercicio Profesional y directora del Observatorio Metropolitano) y cuatro varones (presidentes de las comisiones de Urbanismo y de Ética, presidente del Instituto de Hábitat y director de Moderna Buenos Aires). En el área de Capacitación CPAU son 16 profesores y 11 profesoras. El staff actual se compone de 35 personas: 17 varones (48%) y 18 mujeres (52%), de estas últimas, 6 tienen a cargo algún área: Gerencia Técnica, Biblioteca (2), Capacitación, Oficina de Ética y Revista Notas. Otro dato significativo es el que arrojan los resultados de las tres últimas elecciones del CPAU, en las que fue siempre una mujer la que consiguió mayor número de votos: en 2016, Flora Manteola, en 2018, Valeria del Puerto y, en 2020, Rosa Aboy. Justamente es esta última quien observa: «Si bien hay mucho hecho, nuestro compromiso es seguir trabajando por la equidad en su más amplia acepción: de género, de perfiles profesionales y de diversidad generacional». •


Gráfico 1 Cantidad de encomiendas presentadas por distribucuión por género

Gráfico 2 Cantidad de encomiendas presentadas por actividad y género

32%

68%

Ley 257

Obra

Habilitaciones 0

Gráfico 3 Cantidad de encomiendas presentadas por rango de edad y género

1.000

2.000

3.000

4.000

100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% Hasta 30

Gráfico 4 Distribución por m²

Entre 31 y 40

Entre 41 y 45

Entre 46 y 50

Entre 51 y 55

Entre 56 y 60

Entre 61 y 65

Más de 66

Más de 10.000 m² Hasta 10.000 m² Hasta 5.000 m² Hasta 2.500 m² Hasta 1.000 m² Hasta 360 m² 0%

10%

20%

Masculino

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

Femenino

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ENTREVISTA

Por Laura Chertkoff

Inspeccionar arquitectura María Belén Taccone La arquitecta Taccone es gerenta operativa de Verificaciones Especiales en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y accedió a su cargo en mayo de 2020. Mientras era subgerenta de esa área, comenzó la pandemia y la fase 1 del ASPO, con el detenimiento de todas las obras en construcción en CABA. A un año de aquella situación, explica los protocolos vigentes, nos cuenta su experiencia profesional y en las áreas de control de la ciudad.

M

aría Belén Taccone estudió Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires entre 2008 y 2015 y, tiempo después, regresó a ella como docente. Desde marzo de 2020 es docente auxiliar en Dirección y Legislación de Obra, de la cátedra Torres, en la FADU.

¿Cómo imaginabas tu trabajo como arquitecta cuando comenzaste a estudiar? Cuando arranqué la carrera me imaginaba dibujando en un estudio, participando de ideas para nuevos proyectos. Pero ya desde mis primeros trabajos, fui tomando un rumbo: hacía relevamientos de obras y modificaciones en viviendas con docentes de la FADU. En el 2012 entré a la Agencia Gubernamental de Control gracias a un convenio de pasantías con la UBA. Desde entonces, fui teniendo distintos roles en esta área del GCABA que tiene que ver con la inspección de las obras. Y por eso, también realicé un posgrado en Inspección y Ejecución de Estructuras de Hormigón que me resultó muy aplicable a mi tarea de todos los días.

¿Cuáles son las acciones que controla la Gerencia Operativa de Verificaciones Especiales? Nuestra preocupación y principal objetivo es que la construcción avance de forma correcta en cumplimiento del Código de Edificación, sin generar daños a los linderos y sin tener demoras en los trámites, que se pueda iniciar la obra correctamente de forma fluida, manteniendo viva la actividad económica sin problemas. Lo que hacemos es el control de todas las obras de la Ciudad de Buenos Aires que cuenten con plano de permiso de obra registrado. Cuando el profesional Director de Obra obtiene su permiso de obra en la Dirección General de Registro de Obras y Catastro, luego debe informar el Inicio de Obra y pasa a ser controlada e inspeccionada por esta gerencia de la DGFyCO. Una vez que completan el trámite de Inicio, puede descargar el Cartel de Obra con código QR, eso permite visualizar un registro de la fecha de inicio, los profesionales intervinientes y de las diferentes etapas de avance de obra.

«Lo que queremos lograr es que haya posibilidad de contacto directo más allá de las inspecciones». • 80


A medida que va progresando la obra hay todo un plan de verificaciones especiales obligatorias reglamentadas en el Código de Edificación donde se constatan los avances de la misma: tenemos la inspección de la Demolición Inicial, la demolición final, los períodos de excavación y cuando se inicia la obra civil. La excavación la medimos en el 10% y el 50%. Y la obra civil tiene etapas que numeramos: la 1 es cuando se llega a la losa sobre la planta baja; la 2, cuando se termina la estructura; y la 3, cuando ya se puede verificar la volumetría completa de la obra y las unidades funcionales ya están divididas. El final de la obra es el número 4, ahí es donde hacemos la constatación del conforme. Ahora se está actualizando el Código de Edificación para lo cual estamos trabajando en conjunto con la DGROC.

¿Qué cambios pudieron implementar en la DGFyCO hasta el momento? Siempre nos estamos planteando proyectos para facilitar los trámites y hacer más segura la actividad de la construcción. También trabajamos en la comunicación, lo que queremos lograr es que haya posibilidad de contacto directo más allá de hacer estas inspecciones. Al determinarse la medida del ASPO las obras quedaron paralizadas. La mayoría de las excavaciones abiertas retomaron su actividad en abril del 2020 y el resto lo fueron haciendo progresivamente hasta octubre donde se logró liberar la totalidad. Las obras autorizadas iban teniendo la confirmación de que podían retomar desde el sistema del Director de obra. Y vecinos y vecinas podían saber el estado de actividad de la obra al leer el código QR. Al día de hoy hay alrededor de 3000 obras activas, de las cuales 418 están en etapa de excavación y submuración además de 190 demoliciones. •

Hace casi diez años que María Belén Taccone trabaja en distintas áreas de control del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCABA). Cuando comenzó como asesora técnica en la Dirección General de Fiscalización y Control de Obras, tenía varios proyectos a cargo, entre ellos la implementación del sistema web del Director de Obra. «Siempre tuve la premisa de armar un proceso sencillo que no generara inconvenientes y, de esta forma, evitar que el trámite se realice de forma presencial», observa. Esa búsqueda de procesos para trámites a distancia fue muy útil cuando en marzo de 2020 comenzó la pandemia y el mundo fue dejando atrás todos los trámites presenciales. El cartel QR tuvo un papel muy importante permitiendo conocer si la obra tenía los permisos para trabajar durante la pandemia. En ese momento, Taccone era subgerenta de Verificaciones Especiales. Con el inicio de la pandemia se detuvieron todas las obras en construcción ya iniciadas, incluso 486 obras que estaban en plena excavación, una de las etapas más delicadas. «Las excavaciones cuentan con una memoria específica de ejecución y se plantean todos los temas críticos a resolver», asevera. «Mantener las excavaciones paralizadas por mucho tiempo podía generar riesgos a los linderos. Por eso solicitamos desde la AGC la reapertura urgente de esas etapas», agrega.

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Cultura CPAU Esta sección está dedicada a recomendaciones de colega a colega sobre obras de Arquitectura, libros, música, muestras y ciudades del mundo. Además, reflexiones, notas de opinión y correo. ¡Animate y participá! Escribinos a revistanotas@cpau.org «Existe el mito, a veces muy extendido, de que una persona sólo necesita hacer un trabajo interior ... que es enteramente responsable de sus propios problemas; y que para curarse a sí mismo/a, solo necesita cambiarse a sí mismo/a... Pero el hecho es que una persona está tan formada por su entorno, que su estado de armonía depende completamente de su armonía con su entorno». Christopher Alexander


Biblioteca CPAU Abierta todo el año de L a V de 10 a 17 hs biblio@cpau.org

Accesibilidad e integración: una mirada crítica a la arquitectura social Nigro, Viviana (2008) Buenos Aires: Nobuko Disponible en: https://ly.cpau.org/3bksgc6

Ya está disponible la Biblioteca CPAU Digital

Modelo teórico de dirección del proyecto de autoconstrucción de viviendas ecológicas en Granma

Política de vivienda en Argentina: El micro-financiamiento dirigido al mejoramiento habitacional

Cabrera, Carlos Miguel (2012) La Habana: Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría Disponible en: https://ly.cpau.org/2R5QKiD

Almansi, Florencia (2005) Buenos Aires: FLACSO Disponible en: https://ly.cpau.org/3hkzErI

Aborda el desarrollo de un modelo teórico para la dirección del proyecto en la autoconstrucción de viviendas con materiales ecológicos.

Investiga el mejoramiento habitacional a través del microfinanciamiento.

© Pablo Vitale

Relevamiento de diversos flujos topográficos urbanos, que instauran una plataforma de acción para posibles planificaciones sobre el complejo sistema de accesibilidad e intervenciones, tanto en sus aspectos físico-urbanísticos como de interacción e impacto social.

Aquí la Biblioteca del Consejo presenta libros y revistas relacionados con el tema de tapa.

Automatización en el hogar: un proceso de diseño para viviendas de interés social

Mecanismo de autoconstrucción de viviendas de sectores populares y reciprocidades

Quintana, B., Pereira Poveda, V. y Vega, C. (2015) Revista EAN, 78. Bogotá: Universidad EAN. Disponible en: https://ly.cpau.org/3hjmriU

Cravino, María Cristina (2001) Revista Estudios Regionales, 12. Posadas: Universidad Nacional de Misiones. Disponible en: https://ly.cpau.org/33zeK01

Investigación basada en la introducción de la tecnología domótica en el desarrollo y construcción de viviendas de bajos recursos.

Análisis cualitativo sobre las diferentes modalidades de autoconstrucción encontradas en tomas de tierras del Gran Buenos Aires.

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Contradiciendo la Constitución de la Ciudad: un análisis de los programas habitacionales en la Ciudad de Bs. As. en el período 2003-2013 Rodríguez, M., Di Virgilio, M., Arqueros Mejica, S. et al. (2015). En Documentos de Trabajo, 72. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Gino Germani. Disponible en: https://ly.cpau.org/3y3miWS

Estudio histórico sobre el impacto de las políticas habitacionales en el desarrollo urbano de la Ciudad de Buenos Aires, a principios del siglo XXI.


Una instalación Visioni Por Claudia Analía Cingari

Fotógrafos convocados Mary Baldo, Luca Brunetti, Luigi Cecconi, Simone D’Angelo, Federica Leone, Linda Pezzano Lugar de exposición Galería 10b Photography y espacios públicos del barrio Garbatella, Roma Fecha de exposición Abril 2021

Francesco Zizola Roma, 1962. Fotógrafo con publicaciones en revistas de todo el mundo: The New Yorker, Times, Stein, Der Spiegel, El Mundo. Ha sido reconocido en World Press Photo Press of the Year por las tomas de la tragedia en las minas de Angola.

E

l barrio Garbatella, en Roma, es el marco de la primera de las tres muestras que corresponden al proyecto Garbatella Images 2021. Este barrio nació en el período de entreguerras, y sufrió una gran transformación a través de un importante desarrollo urbanístico. Desde sus inicios, Garbatella se caracterizó por ser un «barrio rojo» debido a que durante la segunda guerra mundial alojó a numerosos miembros de la resistencia pertenecientes a partidos de izquierda.

En palabras de Francesco Zizola, creador del proyecto, «Garbatella Images es desde sus inicios un laboratorio donde los habitantes del barrio se interrogan sobre el valor para la identidad y unidad de su historia personal y social (…) a través de las imágenes y gracias a los artistas que, en el transcurso de los años, han mantenido el diálogo y construido ese cuerpo histórico de memoria visual que faltaba y arriesgaba a desaparecer para siempre» (Artribune, 9 abril 2021).

A cien años de sus orígenes y en momentos donde la crisis de las metrópolis está en debate, esta propuesta rescata el valor de los espacios urbanos y la fuerte relación con la comunidad.

Garbatella es uno de esos lugares donde la tranquilidad y la armonía se respira. La sensación del placer al caminar y perderse entre sus edificios, poder entrar en sus patios, ver la vida cotidiana que discurre con naturalidad, son algunas de las experiencias que nos ofrece este barrio de Roma.

El lenguaje de la instalación busca mezclarse con la vida cotidiana; entre la ropa tendida al sol se encuentran las sábanas con fotografías de la historia del lugar. La muestra se convierte así en una reinterpretación del barrio, inmortalizado a través de la mirada de seis fotógrafos.

Fotos: Alessandra Spagnoli 85


Un libro Una ciudad otra Por Florencia Suberbié Calvo

Autor Josefina Arcioni Idioma Castellano Año 2021 Género Cuentos Editorial Hexágono Editoras

Josefina “Pepa” Arcioni Buenos Aires, 1983. Es diseñadora audiovisual y redactora. Estudia la Licenciatura en Artes de la Escritura (UNA). En 2001, su poema «El sexto día» ganó el primer premio en las Olimpíadas Juveniles de la Asociación de Poetas Argentinos. Una ciudad otra es su primer libro de cuentos. 86

U

na ciudad otra es el primer libro de Josefina Arcioni, recientemente editado por Hexágono Editoras.

En el libro hay diez relatos: diez fragmentos de un mismo espejo perdidos en alguna parte de una ciudad. Cada uno de estos fragmentos devuelve, con perspectiva propia, una historia que transcurre en sitios que a veces es inequívocamente Buenos Aires, y a veces cualquier ciudad o ninguna. Algunas imágenes se reflejan nítidas, con la precisión de un relojero. Otras, distorsionadas hasta la extrañeza. Una frontera que crece a medida que avanza un taxi; contornos que se ablandan, árboles que fosforescen, edificios que se afilan con la luz. Un reencuentro en una madrugada de lluvia cualquiera.

La transformación de un individuo en los subsuelos de Buenos Aires a principios del siglo XX. La impotencia de un jugador ante sus circunstancias. Y la noche de verano que, como una astilla, se nos clava en los ojos a todos los que nos reconocemos parte de esa tragedia colectiva que fue Cromañón. Vale la pena salir al encuentro de estos cuentos y explorar la mirada de la autora, ese cristal de múltiples aristas que atrapa la naturaleza de la ciudad y sus habitantes, y los devuelve en una pregunta que atraviesa todo el libro: ¿de qué está hecho el motor que nos mueve?


Una ciudad Rosario, Argentina Por María Paola Zini

Superficie 179 km² Coordenadas S 32º 52' 18" O 60º 36' 44" Población 10.085 habitantes Alcalde Nicolás Aimar

R

osario es una de «mis ciudades». Esa en la que viví durante diecisiete años, donde estudié Arquitectura y organizamos, siendo estudiantes, el congreso de Arquitectura La Construcción del Pensamiento. Donde empecé mi desarrollo profesional, gané concursos, armé mi primer estudio y tengo mis amigos de siempre. La ciudad que descubrí y vi transformarse a lo largo de los años. Por la que caminé disfrutando de sus lapachos y jacarandás mientras me detenía a observar sus obras de Arquitectura, algunas analizadas meticulosamente en las cursadas de historia en la cátedra de Yaqüinto, como el Edificio Luz del arquitecto De Lorenzi, el primer edificio en propiedad horizontal de Rosario. La que priorizó y dio espacio a los niños a través de los Trípticos de la Infancia, con su Jardín de Niños, la Granja de la Infancia y la Isla de los Inventos.

Y sus ejes principales: de oeste a este, por Calle Córdoba, que se convierte en el Paseo del Siglo para hacerse peatonal y llegar al Monumento a la Bandera con la estación fluvial enfrente. Y de sur a norte el bulevar Oroño, ahora corredor recreativo, con el Parque Independencia, el Museo Castagnino y su continuación con bares, ferias y su llegada al Museo MACRo, que con su origen de silo de cereales se abre al encuentro del río. Lugares a donde siempre se vuelve, como ese día de 2019 que, como parte del evento En Obra, hicimos el recorrido Nuestras Arquitectas, guiadas por Inés Moisset y Carolina Quiroga, y visitamos ese sector de la ciudad que se acerca al río y las calles alrededor del edificio de la antigua Aduana, para redescubrir obras de arquitectas rosarinas.

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Biblioteca Parque de España, de Maite Fernández y Gerardo Caballero.

MACRo (Museo de Arte Contemporáneo de Rosario), de Ermete de Lorenzi (proyecto original).

Granja de la Infancia, de Paula Fierro.

Edificio Farallón, de Isabel Santa Cruz, Juan Carlos Spirandelli y José Urquiza.

Granja de la Infancia, de Paula Fierro (foto Gustavo Sosa Pinilla).

Edificio Luz, de Ermete de Lorenzi.

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Perfil profesional de nuestra matrícula Queremos conocer la situación actual de nuestra profesión y poder definir acciones. Al cierre, compartiremos los resultados. El formulario es anónimo y solo para la matrícula CPAU.

Escaneá el código QR y participá de la encuesta






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El bien común, referido al trabajo aplicado a los grupos sociales más vulnerables, es una modalidad de ejercicio de la profesión muy poco difundida. La gran mayoría de los estudios de arquitectura no logra el acceso a estos trabajos como forma de subsistencia. El sistema no habilita a que esto suceda, convirtiéndose en una actividad marginada de las prácticas convencionales. Ser parte del engranaje para construir los lazos que faciliten el derecho a la vivienda, la buena alimentación, la educación, el trabajo digno y un medio ambiente sano, es parte de nuestro desafío.


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