LUZ A DESTIEMPO San Buenaventura, Coahuila 1907
Rosario Rivera Falcรณn
Editorial Pape Biblioteca Harold R. Pape Primera edición 2017 © Rosario Rivera Falcón D.R. de la presente edición: Museo Biblioteca Harold R. Pape A.C. Blvd. Harold R. Pape No. 505 Sur Col. Guadalupe Monclova, Coahuila CP. 25750 Editor: Antonio Sonora García Edición: Quintanilla Ediciones Coordinación editorial: Dolores Quintanilla Rodríguez Diseño editorial: César Augusto Rosas Rodríguez Todos los derechos reservados, queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de autor. Impreso en México
La identidad de una región pasa necesariamente por periplos y experiencias variadas, se teje y da forma con el inexorable paso del tiempo, de esta forma la villa criolla de San Buenaventura, la que nació en la llanura agreste de la antigua Coahuila septentrional, la novoextremeña, la de los llanos amurallados por sierras cubiertas de sol, se ha forjado de estos espacios señeros en los que ha caracterizado su identidad con herencia de dos siglos y medio de historia. Ahora desde lo cotidiano y como un elemento más, se agrega el viejo álbum de fotografías que durmió décadas en una castaña familiar, vive hoy para que con sus imágenes detenidas en 1907, podamos observar y recorrer bajo el suave poema de Rosario Rivera Falcón, los espacios que un anónimo reporter miró tras la lente cuando recorrió los espacios sambonenses: calle real, plaza, iglesia, alameda, cantina, casino, tienda, toros, teatro y día de campo, captando así a personajes que hace un siglo moraron en San Buenaventura y dándonos con ello una ventana al tiempo.
Lucas Martínez Sánchez Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas
Entre calles de sueños se pierde y se aviva la memoria. Así es como Rosario hace una descripción de la historia de un rincón de nuestro Estado. Ella vive su vida entre libros, amor por la docencia y solidaridad por el prójimo; procura dejar huella en cada paso que da. La memoria fotográfica es cómplice de la realidad y la ficción, es identidad colectiva. Los recuerdos de las personas, de las familias y de lo que nació como una comunidad esperan ser revelados. Descubrir el corazón de San Buenaventura por medio de recuerdos, de historia, de imágenes y de poesía es caminar con atención para dar cuenta de lo que sucede ante nuestros ojos. La fotografía es purificarse con la cotidianeidad de lo real, es para volver a sentir y recordar, no son para que circulen en selectas galerías o se contaminen de jergas convenientes enunciadas por expertos. Una colección de fotografías y poesía sublime es lo que significa Luz a destiempo. Los trazos de la amiga Rosario convertidos en poesía reflejan el sentir de los sambonenses. Las fotografías que nos regala y que un día fueron reservadas para unos cuantos, hoy forman parte del ideario colectivo. Dedicado para Coahuila, para San Buenaventura, esta pieza nos da cuenta de cómo personas de trabajo, personas con ideales y personas con tesón han trazado la historia de cada rincón de nuestro estado. Invito a cada lector a que guarden un espacio dentro de sí para este libro y que lo transmitan de voz en voz, de mano en mano. Agradezco la amistad de Rosario Rivera Falcón. Enhorabuena y que sea de su deleite. Lic. Francisco Tobías Hernández Director General CECYTEC-EMSAD
Este texto estará en deuda perpetua con ANTONIO SONORA por su apoyo, guía y dirección en el proceso. A ÓSCAR FLORES LUGO: Presidente Municipal y aliado cultural de San Buenaventura. Reconozco en ti el deseo de enaltecer la historia de nuestro pueblo. A JESÚS GUAJARDO DE LOS SANTOS: Agradezco que hayas sido parte constante de este proceso, con tu talento artístico y tus comentarios, siempre atinados y afilados, contribuiste en mucho en la composición y el diseño.
Es una muestra de generosidad digna de reconocimiento el que Martha Rodríguez Casas y Ana Isabel Falcón Rodríguez, pertenecientes a la familia de don José Rodríguez Garza y doña Catalina Villarreal de Rodríguez, me hayan confiado esta valiosa colección de fotografías cuyo tema es el paisaje urbano de San Buenaventura, Coahuila; imágenes que fueron capturadas en los años de 1907 a 1909. Todo indica que fue uno solo el autor de estas fotografías, y las y los fotografiados, jóvenes de San Buenaventura, Coahuila. Agradezco al tiempo, al espacio, al baúl, al fotógrafo, a los días de ayer.
In memoriam LILIA FALCร N DE RIVERA. A la recolectora de recuerdos. Gracias, Mamรก.
I
El romance y el tiempo
I Cuando llegó la noche se marcharon a su casa, encendieron las lámparas, bailaron eternamente solas en la cocina. El hombre de la yompa pasó en silencio. Las mujeres con la vista baja percibieron las hojas que crujían a su paso, suspiraron, se estremecieron. Mañana, siguiendo el ritmo de andar vacío, irán de nuevo a la plaza, a la misma banca, a la misma hora, cuando salgan los herreros del trabajo.
II Los espacios, a veces dicen mucho, están llenos de flores y de ruidos, en una banca pequeña donde sobra ese espacio. La mujer de la goyesca guarda un lugar para su hombre que nunca llegó.
III Yo quería estar ahí, vestirme como ellas, cubrirme la cabeza con un chal blanco, caminar un domingo entre la hierba. Después, cenar entre penumbras, hacer la noche en mi cama de fierro y dormir cien años.
IV Desde lo alto de la montaña, las mujeres hablaron al sol. ¡Tú que enseñaste que las catedrales se alzan buscando la divinidad! ¡Ven haz el milagro que trascendamos cien años!
V Se vistió para ella y solo reservó para sí un espacio diminuto en la banca de tablas. No sé si llegó la mujer que esperaba, porque las hojas de los árboles olvidaron la historia.
VI Así, ebrios, soñadores, bohemios, solitarios. Remando en la calle antigua, buscando el paraíso y las sirenas. Son como estrellas que vivirán para siempre en el universo.
VII Varados en la arena, los hombres de la barca navegaron a travĂŠs de la luna y sus cabezas blancas se fueron llenando de pĂĄlidas sirenas.
VIII Un abrazo incompleto que se apaga en el silencio, amor inexplicable, beso infinito, grito callado en el alma. Y un tijeretazo borrando el rostro de su amado.
II
Calles de sueĂąos
I Sรณlo las calles recuerdan nuestros nombres, nunca es la misma. Esta es la calle nuestra, la que nos vio nacer, la que nos verรก partir.
II Al observar a las mujeres de las fotografĂas, he sabido que siempre las he conocido, en mis sueĂąos recuperan sus nombres y su voz y justo a la media noche, se encuentran con los hombres que las amaron y bailan hasta mi despertar.
III Eran รกrboles de otra primavera. Para halagarse cortaron sus flores, se iluminaron con relรกmpagos y se talaron suavemente, poco a poco.
III
Arquitectura de fe
I Las hermanas vestidas de blanco no conocieron las torres, porque aĂşn las cruces guardaban dentro de la piedra. Los albaĂąiles las principiaron con mezcla y con ladrillos, las palomas las terminaron con hojitas y lodo. Y entre sus alas y vuelos trajeron el paraĂso.
II Salieron de la iglesia como todos los domingos que acudĂan a misa. Castos los ĂĄrboles, los caminos y las enaguas.
III Prisioneros del miedo y la soberbia, los hombres bailan en el amplio casino con mujeres enlutadas.
IV Las vi salir por el portรณn del casino, cubiertas sus cabezas con un chal. Nada me dijeron, no volvieron su rostro para verme. Eran mujeres de ceniza que se fueron para no volver.
V Mujeres amorosas, se les dio fácil la sonrisa. Llevan la paz en el alma y en el cuerpo. Los ángeles no vendrán otra vez a recrearse en los cuerpos de las bellas aldeanas de cabezas cubiertas.
VI Atendían a los últimos clientes a la luz de un quinqué, que daba a la tienda un espectáculo de sombras chinescas. Cerraban al anochecer con una gran tranca de madera. Del centro de la viga pende el lápiz del tendero.
IV
Hombres del desierto
I Los hombres del desierto vieron en la sombra una bendiciĂłn. Posa el perro en un paraje desteĂąido, en una vereda que olvidĂł a MatĂas y reconoce al perro.
II En caballos de madera galopamos la infancia. Tiempo de nostalgia en que aflora la fantasĂa.
III AsĂ era la aldea, a golpe de carreta. La vida en la provincia transcurrĂa como agua cristalina. Desde la carreta un joven festivo, canta a la vida.
V
Espada roja
I Por la plaza chiquita la cuadrilla inicia el paseíllo. “El Pando” sale en hombros aquella tarde de toros y de sangre. En tiempos de viento, se levanta un polvo que sigue la ruta del “Pando”, a quien van vitoreando por siempre.
II Del coche tirado por dos mulas, bajaron los ropajes. El conde miserable y la doncella que de tanto repetirse, se hizo vieja.
III Siempre pide su vino, lo toma de un trago. A lo lejos quedaron los miedos, luego se fuma la tarde y la voluntad recobra valor.
VI
La Muerte es una luz
I Los รกrboles luego de un siglo siguen hablando del invierno. La juventud amordazada en el silencio como girasoles cabizbajos.
II Las besรณ la lluvia con presencia apenas presentida, se subieron las enaguas. Entonces Juan se enamorรณ de Antonia.
III Sigue apuntando ahí, sólo la mira recuerda aquella parvada de patos que pasó hace cien años.
IV Que cรกlidos son los nidos en invierno, llenos de plumas y de paja, esperando pรกjaros fantasmas.
V No me hables del olvido, ni del olor que les dejó la furia. Dime de la alegría de concebir la vida en un sueño.
VI ¿A quién oran los hombres de la aldea, el anciano sin nombre y el niño de tirantes? ¿Quién lloró a los hombres que lloraban?
VIII Cuando el final del hombre se vierte en el silencio, no hay voz, ni eco, ni vientos que hayan venido de ultratumba. Simplemente nada. Jamás los espíritus retornarán, porque Dios ha impedido que los vientos conozcan a la muerte.
LUZ A DESTIEMPO San Buenaventura, Coahuila 1907 Se terminรณ de imprimir en Quintanilla Ediciones en septiembre de 2017, con un tiraje de 500 ejemplares. En su composiciรณn se utilizaron las fuentes Adobe Caslon Pro, Edwardian Script ITC y Trajan Pro.