IMAGINARIA segunda antologĂa de historias y poemas
IMAGINARIA segunda antologÃa de historias y poemas
INTEGRANTES DEL TALLER LITERARIO DE LA BIBLIOTECA HAROLD R. PAPE
Editorial Pape Biblioteca Harold R. Pape Segunda edición: 2018 © Axel Rafael Villa Gaytán © Arnoldo Castañeda © Félix González López © María Guadalupe Sandoval © Patricia Cárdenas © Rocío Sotomayor © Martha Montemayor © María del Carmen Bucheli © María Luisa Niño Zavala © Silvia Martha Aranda © Alejandra Guerrero López
© Ana Elena Garza © Blanca Gutiérrez © Deyanira Gutiérrez © Enriqueta Ramírez © Irma Heredia © Xóchitl Ortiz © Gael García © Mirna Hernández © Carolina Marcela Villarreal González © Editorial Pape
Editor: Antonio Sonora García Ilustración de cubierta: Ariel Leviel Derechos reservados de la presente edición: Museo Biblioteca Pape, AC. Blvd. Harold R. Pape No. 505 Sur Col. Guadalupe Monclova, Coahuila CP. 25750 Todos los derechos reservados, queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de autor.
Impreso y hecho en México. Corrección, Diseño editorial e Impresión: Quintanilla Ediciones www.quintanillaediciones.com
Índice Axel Rafael Villa Gaytán, 7 Arnoldo Castañeda, 11
Félix González López, 15
María Guadalupe Sandoval, 21 Patricia Cárdenas, 25 Rocío Sotomayor, 29
Martha Montemayor, 33
María del Carmen Bucheli, 39 María Luisa Niño Zavala, 43 Silvia Martha Aranda, 47
Alejandra Guerrero López, 53 Ana Elena Garza, 57 Blanca Gutiérrez, 63
Deyanira Gutiérrez, 67 Enriqueta Ramírez, 75 Irma Heredia, 79 Xóchitl Ortiz, 85 Gael García, 89
Mirna Hernández, 93
Carolina Marcela Villarreal González, 99
AXEL RAFAEL VILLA GAYTÁN
AXEL RAFAEL VILLA GAYTÁN (Monterrey, Nuevo León, 2000) Le gusta el manga, las películas, las peleas y escribir, aunque no se le da mucho, y agradece la oportunidad que le permite el taller de literatura “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape.
EL ÁNGEL DE AMEGAKUA En la aldea de Amegakua no había pájaros por las incesantes lluvias, así que hice mis propios pájaros de papel. Cuando terminé el primero ni siquiera pudo levantarse de mi mano, el segundo apenas si voló un poco más. Entonces tras haber hecho muchos pájaros, hice mis propias alas. Cuando terminé salté por la ventana, con todas las aves entre mis brazos.
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ARNOLDO CASTAÑEDA
ARNOLDO CASTAÑEDA (Monclova, Coahuila, 2001) Apasionado a las letras, es miembro del taller “Imaginantes”, de la
Biblioteca Harold R. Pape, donde formó, junto con amigos, el grupo literario Proyecto Goya. Ha asistido al Diplomado de lectura y
escritura creativa y al Diplomado de creación literaria del Instituto
Municipal de Bellas Artes. Su trabajo de poesía fue publicado en la antología Viajeros, de la Editorial Pape.
¿DÓNDE OYES LOS LADRIDOS? Espero que los perros no ladren esta noche. Siempre me parece que es el mío. El extranjero. Albert Camus.
Perdí una cachorra, tenía catorce años y solo dos meses la mantuve. Cada noche, pasaba en vela escuchando los ladridos, imaginando que era mi perra llamándome. De adulto me dedico al oficio de veterinario, pero no con la intención de cuidar a las mascotas. Mientras administro medicamento, a la par introduzco una droga. Vuelvo mudo al perro. No quiero que ningún niño vuelva a pasar noches en vela. Apago los ladridos de los que tienen dueño, así los perdidos pueden ser encontrados. L.A. Entre los artistas surgió una enfermedad, el globo egocéntrico. Un tumor cerebral que crece tanto como la popularidad del artista. La única forma de reventarlo es de un disparo, con una bala de baja autoestima. • 13
Se creó la Legión Aguja, un cuerpo policial encargado de reventar a los artistas y evitar la propagación. El objetivo de hoy es difícil, un importante actor. Vive en Beverly Hills y su fanático más grande fue asignado para dar el tiro.
HOGUERA DE IDEAS Tus ideas son una hoguera, no dudo que un día mueras incinerado, por tu loca piromanía. Es un serio problema, piensas solo en los colores amarillo y naranja llameantes. Fuego, antorchas, fogatas, cigarros. Vives para las llamas. Aspiras a ser un gran escritor, pero lo único que escribes es tu deseo de quemar todo. Te encanta la literatura pero jamás terminas un libro, lo vuelves cenizas. Cuando intentas escribir, los lápices arden, las plumas explotan y las computadoras fríen sus circuitos.
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FÉLIX GONZÁLEZ LÓPEZ
FÉLIX GONZÁLEZ LÓPEZ (Monclova, Coahuila, 1959) Integrante del taller de escritura creativa “Imaginantes”, de la Bi-
blioteca Harold R. Pape. Escribir bien le cuesta mucho esfuerzo, por
lo que apenas es el segundo trabajo que se atreve a sacar a la luz. Su primer trabajo publicado es una crónica breve en la antología Bitácora de la memoria, publicada por la Editorial Pape en 2017.
SOLO PARA ADULTOS Aquel hombre a sus 62 años se estremeció como nunca lo había hecho en su vida. Sintió unas punzadas paralizantes y calientes recorrer todo su cuerpo cuando recibió la noticia. Por un momento no encontró la forma de reaccionar. Su mujercita, la que siempre había deseado y por fin tenía, estaba hospitalizada, enferma de algo que no importaba lo que fuera. Además, ella vivía con sus padres en otra ciudad, distante a unos 200 kilómetros. ¿Por qué tuvo que ser su esposa quien le diera la noticia? ¿Por qué no le hablaron a él a su teléfono celular? En medio de estos y otros cuestionamientos, de golpe aceptó una verdad que había sentido de forma velada, pero que siempre había estado ahí: sus tres hijos y su esposa habían pasado a segundo plano. Todas sus acciones, propósitos y pensamientos estaban dirigidos a que “ella” se sintiera complacida y mimada, aunque fuera rebelde, posesiva y cada vez exigiera más. Solo atinó a preguntar: —¿Por qué no me avisaron antes? Al verlo tan desorientado, su esposa simplemente lo guio hasta la sala de la casa, donde tomaron asiento algo aturdidos: • 17
ella, porque no se explicaba la afectación que causaba la noticia; él, porque no estaba listo para que la verdad, “su verdad”, fuera conocida por el resto de la familia. Al calor de todos estos pensamientos y sentimientos enmarañados solo alcanzó a ver una solución paliativa a sus angustias: pediría que de aquí en adelante se le informara directamente a él, de ser preciso a diario o con mayor frecuencia si algo peor ocurría, de su estado de salud. Y así sucedió. —Ya la inyectaron. ¿Es adecuada la aplicación de una inyección? Ojalá sepa el doctor lo que está haciendo, considerando su edad y el estado en que se encuentra. Porque también hay médicos y medicuchos. —Ya le estabilizaron la temperatura, pero no quiere comer. ¿Temperatura? Se veía muy sana la semana pasada. Además, nunca ha sido enfermiza. Los vómitos, tal vez por eso no come. En su estado no resistirá mucho tiempo. —Ya la dieron de alta. Va a recuperarse a su casa. Pero ya está mejor. Al siguiente día no llegaron noticias por ninguna vía, por lo que fue él quien habló a su casa. Para su fortuna le contestó ella misma. Escuchar su voz e imaginar sus ademanes, su rostro y postura hablando por teléfono fue el inicio de una inmensa alegría y la confirmación de otra verdad: Dios sí existe. En este torbellino de emociones solo alcanzó a escuchar: —Te visito el próximo fin de semana. 18 •
Los siguientes días se le hicieron interminables, quería adelantar los relojes no por hora sino por día, dormir de corrido hasta que llegara. Solo viéndola, su angustia se borraría por completo y él sería completamente feliz. Y se cumplió. —¡Hola, Sofía! ¿Ya te sientes bien? ¿Qué te dijo el médico? —Me dolía un poquito la garganta y fui a descansar. —¿Y cómo te has portado? —Muy bien, abuelo, ya estoy grande. El próximo mes cumplo 5 años.
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MARÍA GUADALUPE SANDOVAL
MARÍA GUADALUPE SANDOVAL RODRÍGUEZ (Monclova, Coahuila, 1968) Arquitecto por la Universidad Autónoma del Noreste (UANE). Fue integrante del taller de artes plásticas “Puerta Morada” y del taller de escritura del maestro Teódulo Carlos Flores. Es integrante del
taller “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape, y del Diplomado de creación literaria, del INBA.
COLORES Amarillo Es muy temprano, la luz se filtra por la cortina de girasoles, es deliciosa a esta hora. En la cocina se inicia la batalla diaria, la vajilla tiene el color del sol con flores azules pintadas a mano, la margarina desaparece sobre el pan caliente, el frasco de miel espera su turno y el zumo tiene un color más claro que la naranja. Parte de mi corazón sube al autobús escolar, se pierde tras cruzar el puente. La cigarra canta, es junio y la sombra de un huizache es un alivio fresco. El cordón de la acera parece no terminar nunca. Un hombre de camisa raída y piel muy tostada hace malabares frente a un taxi, detrás una fila de coches humeantes lo ignora, nadie agradece su actuación. El semáforo cambia y la urgencia de llegar de todos casi lo embiste. Llega la tarde con el calor desesperante, pasan las horas, la luz se torna ambarina, comienza a debilitarse, se cuela por la puerta que da al patio, pronto va anochecer.
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Naranja Se ha puesto el sol, inicia el espectáculo en el cielo, muere la luz. Nace la esperanza de aliviar la calidez del día, la noche lleva al silencio camino al sonido, la cigarra estalla con la agonía de la luz. El huizache duerme al arrullo del canto, en la cornisa las palomas inician sus plegarias nocturnas. El aire trae los olores del desierto y los últimos trazos de color pintan con fuego el cielo. Verde La hiedra va tejida entre la reja, trepa, se aferra con fuerza, invade el metal. Un gran árbol regala el alivio de su sombra a los cactus, geranios, helechos y la mandrágora. Al vivir protegidos del sol, agradecen con savia fresca. Hay musgo entre las piedras de los arriates, la esperanza de vida persiste. Azul Un abismo marino en las ventanas de tu alma, un halo de sol las define. Terciopelo cada segundo, reflejo del mar y el cielo, regalo del caleidoscopio del agua. Púrpura Tu cuerpo un mapa inexistente donde me lleva la memoria fría. Existo en un abrazo cálido, entre sábanas quietas. Un dragón duerme en tu pecho, como mi amor en tu piel. Púrpura latir del corazón al sur, la cicatriz violácea y el perfil de varón 24 •
PATRICIA CÁRDENAS
PATRICIA CÁRDENAS (Saltillo, Coahuila, 1974) Desde niña le interesó el arte y la escritura. Amante de la danza,
como bailarina de folclor ha pertenecido a los ballets “Citlali” del teatro de la ciudad Fernando Soler y de la Benemérita Normal de
Coahuila. Integrante del taller de escritura “Imaginantes”, de la Bi-
blioteca Harold R. Pape. Autora de la novela Presa de mí, su primera obra publicada por la editorial Mar de Papel: Edición Creativa.
SOLEDAD CEGADORA I Vuela suspendido el colibrí frente a su rostro sudoroso, como anunciándole un presagio, se miran por un instante y en un pestañeo el colibrí desaparece, tan inminente como su arribo. Mi padre se levanta del montículo de tierra, observa como si fuera la primera vez su creación, un campo minado. Como hizo Aureliano Segundo en la casa de los Buendía, que con detector de metales se aferró a encontrar el oro, secreto de familia, hasta en eso se parecen, ninguno de los dos encontró nada, solamente el vértigo de su propia soledad. II Observa a su amada quien lo espera sentada frente al lago de la alameda. Suspira hondo y se atreve a avanzar hacia ella. Sus rostros se iluminan al encuentro como lo hacían desde niños. Se besan entre las flores silbantes de los jardines. Un amor tan prohibido como mirar de frente a un eclipse solar. Se embriagan uno del otro sin medir consecuencias, como Úrsula y José Arcadio Buendía, lamiendo la piel de su propio gen.
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III Tienen el mismo vicio, ir y venir, hacer y deshacer. Como las mujeres Buendía, las Señoritas del Final del Callejón son prohibidas al amor, juradas vírgenes, aunque sus arrugas desean haber tenido otra suerte. Viviendo por vivir, acompañándose pero odiándose entre delirios y los gusanos de la comida recién servida.
LA NIEBLA ALZA LA VOZ Al aire también le duele la ausencia, entonces la garganta de la niebla alza la voz, menciona el recuerdo de momentos aún tibios, como si volviera a escuchar mi eco en tus paredes. Como un murmullo del deseo: pisar tu mismo suelo, sonreír tu misma sonrisa, beber tu misma saliva. También lo sabe la puerta que te vio partir.
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ROCÍO SOTOMAYOR
ROCÍO SOTOMAYOR (Estado de México, 1972) Comunicóloga. Actualmente se dedica a hacer conservas y reposte-
ría. Entre otras cosas, disfruta restaurar muebles, escuchar música y sembrar árboles. Es coautora en las antologías Imaginaria y Bitácora
de la memoria, publicadas por Editorial Pape en octubre de 2015 y el Instituto Coahuilense de Cultura en 2017. Además forma parte del taller literario “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape.
MEDIDAS Y DISTANCIAS Existen huracanes categoría cinco, mensajes recientes y remotos, la diferencia entre un me gusta y un me encanta, la de vivir y sobre-hacerlo. Trechos inabarcables, distancias infinitas: como la de tu boca a mi boca, el arrepentimiento y la decepción.
VEINTIÚN GRAMOS “Entidad abstracta considerada la parte inmaterial que junto al cuerpo, constituye al ser humano. Se le atribuye la capacidad de sentir y de pensar.” Y si el alma punza, si puede agazaparse, si es capaz de huir, la mía está en mis manos. Duelen. Le he pedido que se quede • 31
pero no responde. Háblale tú y si no te escucha, habla conmigo. Convénceme de abrirlas y si tampoco escucho, entonces, ábrelas por mí.
TRANSICIÓN Cuando retrocedió la selva sobreviviste, lo volverás a hacer y si consigues flotar, comprenderás que lo sabes todo.
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MARTHA MONTEMAYOR
MARTHA E. MONTEMAYOR AGUILAR (Monclova, Coahuila) Nació a finales de los sesenta, un día 21 de un mes de abril. Se
graduó de la licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, con especialidad en Radio, en la Universidad del Tepe-
yac, de la Ciudad de México. Es integrante del taller de escritura “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape. Le apasionan la lectura y las antigüedades, escuchar y producir radio y el rock.
MI DÍA Después de una larga noche sin poder dormir por la ansiedad que invadía mi cuerpo, el sonido del despertador provocó en mí un tipo de descarga eléctrica que me hizo dejar la cama de un salto. Todos dormían en casa, así que me apresuré para salir haciendo el menor ruido posible. Eran las 5:30 de la mañana del 6 de noviembre y ese era mi primer día de servicio social en el Instituto Mexicano de la Radio. Debía llegar antes de las ocho de la mañana y mi trayecto era largo. Todo lo tenía muy bien planeado, caminaría hasta la esquina a esperar un camión a la terminal del metro El Rosario, viajaría rumbo a La Villa en donde haría un cambio de línea y tomaría la que me llevaría una antes de Universidad. Saliendo del metro caminaría rumbo a la Cineteca Nacional que estaba a un lado del IMER. Todo mi recorrido lo planeé junto a mi primo y con reloj en mano (una hora cuarenta y cinco minutos). Dieron las seis, tomé la mochila y salí a mi destino. Trabajaría como asistente en los programas de Juan S. Garrido y La Hora Nacional. • 35
Abrí con destreza el zaguán y me encaminé a los oscuros andenes entre los edificios que me rodeaban. Tan solo había caminado veinte pasos cuando veo un joven caminando a mi encuentro. Algo temerosa, saqué de mi mochila el gas pimienta que siempre me acompañó en la Ciudad de México, seguí caminando y en el momento que pude verle la cara al joven, escucho mucho ruido y unas luces azules y blancas deslumbran el lugar y alguien que grita: —¡Alto, deténgase, suelte el arma! Obviamente mi día ya no fue lo que yo había esperado.
POR LA NOCHE El reloj marca las 3:05 de la madrugada. Era una calurosa noche de 38 grados y Lorena tenía un fuerte dolor en el vientre debido a los cólicos. Somnolienta recordó los consejos de su abuela, lo mejor que podía hacer en esos casos era utilizar una bolsa de agua caliente; pero el calor que se sentía en el cuarto le hacía desistir de utilizarla, por lo que casi dormida caminó hasta la cocina para tomar alguna pastilla que calmara su fuerte dolor. Ella vivía aún con sus padres en una vieja casa que había pertenecido a la familia por más de cien años. Si bien ésta era algo oscura por la noche debido a sus paredes de adobe y venta36 •
nas estrechas, la conocía perfectamente y podía caminar sin necesidad de prender alguna luz. Hacía tanto calor esa noche de junio que los ventiladores parecían aventar fuego. Después de tomar algo para el dolor decidió darse un refrescante baño antes de volver a la cama. Estando en la regadera pudo escuchar cómo alguien jalaba de la perilla de la puerta queriendo entrar sin lograrlo y solo se escuchaba el golpeteo de la puerta. “Voy, me estoy bañando, ya no tardo”, fue lo que Lorena alcanzó a decir apresurándose a salir. Cuando salió del baño no vio a nadie, todas las luces seguían apagadas. Pero se estremeció cuando escuchó que la puerta del baño se abría sola. Eran muchas las leyendas que se contaban de apariciones y ruidos entre sus parientes, pero ella no creía en esas cosas. Al entrar a su cuarto el reloj marcaba aún las 3:05 a.m. y lo que hizo fue desconectarlo; acercándose a la ventana vio cómo una enorme luna llena iluminaba todo el patio; parecía que era de día. Ya dispuesta a dormir se recostó, cerró los ojos y en ese instante pudo sentir cómo alguien se sentaba en la cama. Este hecho no le causó ningún temor, ya que pensó que sería su madre, quien al escucharla fue a ver lo que pasaba. Estiro su brazo como queriendo encontrar el regazo de su madre y fue abriendo sus ojos pero no había nadie en ese sitio. • 37
Siguió recorriendo con la mirada y pudo ver que en un costado de su cama se encontraba una mujer que no era su madre y que al ver que Lorena le extendía su mano está también lo hacía pero con un movimiento lento de la mano le decía que fuera con ella. En silencio pero con horror pudo ver el rostro pálido de esa silueta y vio que era casi transparente; parecía muerta; quería gritar, pero no salió ningún sonido de su garganta, la silueta de ese espectro seguía a un lado de su cama y ahora su mano apuntaba hacia la ventana como queriendo que la siguiera. Fue en ese instante en el que el pánico se apoderó de ella y lo único que hizo fue jalar la sábana de su cama con la que se cubrió y en cuclillas comenzó a repetir sin cesar “Padre nuestro que estás en los cielos”, no podía recordar más de la oración o solo eso salía de su boca. No supo cuánto tiempo paso así hasta que por la mañana de nuevo sintió que alguien se sentaba en su cama y le quitaba la sábana con la que seguía totalmente cubierta. Era su madre quien le dijo “¿Qué pasó, Lorena? ¿Te sientes bien?, pareces muerta. Y por cierto, por la noche, ¿eras tú la que cantaba en el patio?”.
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MARÍA DEL CARMEN BUCHELI
MARÍA DEL CARMEN M. BUCHELI (Jalapa, Veracruz) Avecindada en Monclova desde hace cuarenta años. Tiene estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Labastida de Monterrey,
diplomada por la Universidad Iberoamericana en historia univer-
sal, literatura, historia del arte, lenguaje e historia del cine, familia y sociedad en la cultura de Occidente, desarrollo de las artes, teología y arte sacro. Libros publicados colectivos: Desovillando el hilo, Sírvame el entendimiento e Imaginaria, antología de historias y poemas, de la
Biblioteca Harold R. Pape. Libro individual Decidió vivir, publicado por la UA de C para el Hospital Universitario de Saltillo y segunda edición por la Editorial Rodrigo Porrúa. Actualmente forma parte
del taller “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape, el taller de redacción del profesor Gerardo Segura y el curso “Por el placer de disfrutar la literatura”, de la UPN.
LA LUNA NO SALIÓ Su bello rostro no podía ocultar su dolor. Las mariposas revolotearon entre su cabello, el día tuvo menos horas de sol. La luna no salió esa noche y sus ojos luminosos no tuvieron más color. El calor no ha secado su jardín, los pájaros se oyen cantar: la vida sigue y la naturaleza brota aún. El otoño tirará las hojas doradas, relucientes que cubrirán el jardín.
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OCASO Ahora eres despojo, no existes para nadie. Ni siquiera recuerdas dónde dejaste tu voz. Pasan junto a ti y no te ven, alzas las manos con angustia y se hace más profundo el hoyo en el que moras. Así es ahora. Ya no estás. No importa tu vestido, no tiene color ni es necesario. En tu pecho no hay aliento. Las palabras no salen de tu boca, se quedan en un nudo en la garganta. Te quedaste sin habla. Nadie te escucha.
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MARÍA LUISA NIÑO ZAVALA
MA. LUISA NIÑO ZAVALA (Monclova, Coahuila) Integrante del taller “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape. Jubilada, ama de casa, convencida de que nunca es tarde para hacer lo que te apasiona, ha emprendido el camino hacia la búsqueda de sus ideales y en sus tiempos libres practica la poesía, la lectura, el teatro y la pintura.
NOCHE DE LUNA ROJA Aquella noche de luna llena me sentí hechizada con su mágico y rojo resplandor. Como aliados Eros y Afrodita, a la vera del transitado camino fui arrojando por la ventanilla un par de años de mi vida. Bajo el manto azul de estrellas, olvidando mis recuerdos, sintiendo el verdor de tu mirada dejé mis dudas y temores, mientras tú, ansioso conducías a nuestro demorado destino. Al llegar quite mis gafas, desaté mi negra cabellera, dejando al descubierto el brillo enamorado de mis ojos. • 45
Tú y yo, solos, sin máscaras de mi inseparable pudor me desprendí, al amparo de una noche de luna roja.
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SILVIA MARTHA ARANDA
SYLVIA MARTHA ARANDA Coautora de los libros de relatos Desovillando el hilo (Colección Siglo
XXI Escritores Coahuilenses. UA de C, 2012) y Sírvame el entendi-
miento (Museo Biblioteca Pape, 2013). Autora de las novelas Siéntate a mi lado, Lunas y Velvet.
¿DÓNDE ESTÁN? Mayo 10 del 2015. Bajo el abrazante sol que calcina sus cuerpos, mujeres cansadas de tanto gritar, de suplicar que les entreguen a sus hijos, los quieren vivos, quieren abrazarlos este día. Son meses esperando una respuesta de las autoridades y nada. Nadie sabe nada. Día a día, noche a noche, imploran al cielo que les sea posible abrazar a sus hijos, a aquellos que un día fueron acunados en sus brazos. Cuarenta y tres desaparecidos. Cuarenta y tres familias sumidas en el dolor. Mayo 10 del 2016. Las mismas madres, las mismas ausencias; otro año y otro mayo sin sus hijos. Nadie sabe nada. Mayo 10 del 2017. Marchas y marchas, la esperanza perdida y los crímenes ocultos. ¿Dónde están los cuerpos? Claman las madres, no hay nada que celebrar en este día, se dicen unas a las otras y siguen implorando al cielo. Mayo 10 del 2018. Noticias del exterior, pero no encuentran los cuerpos. ¿Por qué no suspenden este día en el calendario?, dicen casi a coro las madres. No hay nada que celebrar. Y siguen esperando y siguen clamando hasta que las autoridades decidan mostrar la verdad. • 49
ESTA TARDE El corazón se me arrugó. Las figuras famélicas en la mitad de la calle, solicitando ayuda para medio alimentarse, me hicieron fijar la vista en sus ojos. Hondureños. Han dejado su patria, sus raíces, su familia, para cambiarlas por un mundo ajeno, incierto y feroz. Viéndolos con sus posesiones cargadas en un bulto a la espalda, comprendí cuántas cosas innecesarias poseo. Se me arrugó el alma y agradecí al Universo el lugar que ocupo en este plano. Las miradas de estos hermanos nuestros me traspasaron, mejor dicho, se quedaron en mi ser por unos momentos. Abrí el bolso y saqué un billete, lo puse en sus manos. Una sonrisa de agradecimiento afloró en sus rostros. Seguí mi camino, olvidándome después de aquello que me arrugara el corazón y de los migrantes que carecían de todo. La vida sigue y nos envuelve en la vorágine de nuestras propias necesidades.
EROTISMO Palabra que lo envuelve todo, lo impregna, está en todas partes: en el agua voluptuosa que recorre nuestro cuerpo, convertido en abrazo sensual, en la ráfaga de viento que levanta la 50 •
faldilla de la joven, revelando parte de su cuerpo que promete y enciende a la vez. En la tierra que después de la lluvia alcanza un manso olor a barro, incitando a hundir en ella los pies descalzos. En el fuego crepitante, en el encuentro y desencuentro, en el principio y fin de una pasión, en la dación y recepción de piel a piel. En la exigua línea que divide la imaginación y la acción, movimiento y lasitud, ímpetu nocturno, en la plenitud del amor y del deseo, en tu cuerpo y en mi boca, en tu fuego y en mi piel, licor suave que me embriaga, guantes que hace la vida para poder perpetuarse, pero nada es tan potente como estar contigo.
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ALEJANDRA GUERRERO LÓPEZ
ALEJANDRA GUERRERO LÓPEZ (Monclova, Coahuila) Estudia en la preparatoria CBTIS 36 en la especialidad de Meca-
trónica, tiene afinidad por las bellas artes, ha asistido a talleres de
pintura, también a clases de música acústica y de vientos, y fue in-
tegrante de la banda infantil–juvenil municipal (2012-2015). Actualmente asiste al taller literario “Imaginantes”, en la Biblioteca Pape.
RAMPA Estaba recargado en la barda del segundo piso de un edificio, harto de la rutina, el estrés y la amargura de la vida; miré hacia abajo viendo a las personas que entraban y salían, no pensaba en nada, solo observaba, quise lanzarme, me incliné, cerré los ojos; pero luego reaccioné, me di cuenta de que no quería seguir viendo mi vida como una pendiente en picada, pero mi cuerpo me traicionó y caí. Desperté en un hospital, no quería estar ahí pero no me dejaron levantarme de la camilla, lo peor fue esperar a que me dieran de alta. Salí del hospital, al fin veo mi vida como una pendiente hacia arriba, o tal vez, solo lo veo así por subir cada día la rampa de discapacitados.
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ANA ELENA GARZA
ANA ELENA GARZA VILLARREAL Maestra en Educación Media en Ciencias Sociales por la Escuela
Normal Superior de Nuevo León. Grado de maestría en Educación por la UANE Monclova. Diplomada en Historia y Literatura por
la UIA. Experiencia docente por 21 años en el CBTIS 36 Monclova.
Trabajo voluntario en el Museo Pape durante 26 años. Coautora de
la obra Con estas manos digo, antología del colectivo coordinado por el profesor Gerardo Segura y publicada en la colección Siglo XXI Escritores Coahuilenses, de la UA de C.
MAMÁ CHELITA Salimos de Monclova hacia Múzquiz a las ocho de la mañana para llegar a tiempo al funeral de Doña Graciela, madre de Leticia, nuestra amiga y compañera de trabajo. Ana María y yo íbamos platicando de todo. De la riqueza de las minas y los nuevos senderos para llegar al pie de la montaña de Santa Rosa donde se apostó esta ciudad, que generó al paso del tiempo el nacimiento de Barroterán y Palaú, centros urbanos de mediana dimensión que dependen de la explotación del carbón que alimenta la siderúrgica AHMSA. A las nueve y treinta, avanzando en la carretera, nos informaron por teléfono que el velorio era en la casa de la familia, por la calle que conduce a la Cascada de donde baja el Río Sabinas y nos dirigimos hacia allá. Camino conocido. Al entrar a aquella enorme residencia nos sorprendimos por la cantidad de personas y flores. Lo especial de este evento es que los once hijos con sus parejas, sus nietos y bisnietos estaban contentos. A cada rato se oía el tintineo de una campana de mano y un grito que toda la familia celebraba: —¡Tuuleees! • 59
Todos los presentes fuimos sintiendo la presencia de Doña Chelita gritándole desde su recámara a Tules con una alegría especial. El féretro estaba en una de las salas familiares desde donde pudimos apreciar, a través de los ventanales, los grandes sabinos y los brazos del río que venían bajando por el jardín. Podría decirse que aquello era algo irreal. Río, jardín, sabinos, miles de flores dentro de un bello espacio donde los jóvenes y niños se acercaban a despedir a su abuelita tocando la campana y gritando “¡Tuuleees! ¡Tuuleees!”. Todos sonreían. Al fin, unos minutos antes de partir a la misa, todos ellos se apostaron alrededor de su abuela y empezaron a cantar “Cielito lindo” con toda su alma y su voz. Hasta ese momento entendimos la actitud serena y optimista de nuestra amiga Leticia, compañera maestra por muchos años. —¿Por qué la campana, Lety? —Es que en esta enorme casa, mi madre, al enviudar y viviendo aquí, solo contaba con Tules, la señora alta y delgada que ustedes vieron, quien se acercaba a despedirla una y otra vez… ¿se fijaron? Ella ha sido el alma de esta casa durante treinta años. Nos comenta que Doña Graciela se pasaba el tiempo en su recámara–oficina, frente a su computadora y auxiliándose de su campana para llamar a Tules.
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Dice que esto lo hizo hasta todo el día de ayer, a sus 88 años, coordinando las actividades del hogar, las minas y los ranchos ganaderos. ¡Increíble! A las once y treinta minutos nos dirigimos unidas al cortejo rumbo a la misa en la iglesia Santa Rosa de Lima, frente a la plaza principal. Impresionante arquitectura, sobria por fuera, que guarda en su interior una explosión de color, casi naif, que grita a la vida por dentro y más, cuando los colores se confunden con muchas, muchas flores y notas de mariachi que bendicen a una persona que supo vivir, trabajar y, sobre todo, divertirse en su despedida.
MONCLOVA SIEMPRE Son las nueve de la noche. Desde la ventana se ve el resplandor de la colada de acero en la planta de Altos Hornos 2. Empiezo a ver, va hechizándome el espectáculo como tantas veces ha pasado. Explota el fuego de colores pasando por los rojos, dorados, y en la cúpula una corona de vapores que aún a esta hora se ve blanca en medio de la oscuridad. Al mismo tiempo, otras chimeneas emanan vapores que se elevan al infinito.
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Día tras día y noche tras noche, a diferentes horas, se da esta increíble maravilla con los minerales combinados para crear, al fin, el acero. La aparente rutina nos condiciona. ¿Cuántas coladas de acero se producen en la siderúrgica? ¿Cada cuánto tiempo durante el día? No lo sé. ¿Cuántas toneladas de mineral de hierro llegan por el ferroducto que viene deslizándose doscientos ochenta y cinco kilómetros y bajando mil quinientos metros de altura por la sierra desde la mina de Hércules? ¿Cuántos vagones y tráileres de carbón necesitó digerir este monstruo para ventana?
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asombrarme y voltear mi vista a la
BLANCA GUTIÉRREZ
BLANCA R. GUTIÉRREZ GARZA (San Buenaventura, Coahuila) Miembro del taller de redacción de literatura testimonial impartido
por el Lic. Gerardo Segura y del taller literario “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape.
ME SALVÉ Tenía que salir de ese letargo, la vida me había robado lo que amaba. Caminé por el bosque sin rumbo. Crujían las hojas al contacto de mis pisadas, por largos ratos era el único ruido que escuchaba; el silencio me ensordecía, ni viento que moviera las ramas, ni pájaros que emitieran sus trinos. De pronto descubrí escondida en un añejo tronco una sencilla flauta, su aspecto denotaba los años que quizá llevara ahí. Todavía con desgano, la tome y, al paso lento de mi aliento, fue emitiendo algunas notas. No sé cuánto tiempo pasó, primero sonidos sin armonía, después una dulce melodía que me hacía falta escuchar. Seguí en ese impasse, apreté fuerte mi saco a mi cuerpo y esperé el atardecer, mi hora preferida para sacar el alma a tomar el aire, hasta conseguir elevarme y abrazar a Dios.
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MIS MIEDOS Se anudan en mis dedos como hilos de cáñamo, me impiden tocar, palpar, acariciar. Las mismas ataduras están en mi corazón y casi invaden mi mente. ¿Cómo desenredar, cómo cortar? Cada vez se hacen más nudos, forman una malla apretada, no hay lugar para la alegría, para la esperanza. En desesperación, corro sin rumbo para mantener libres los pies y me elevo, cada vez más hasta descubrir que puedo volar… Y vuelo.
QUIÉN SOY Murió la pena, murió el sufrimiento ¿Qué es lo que siento? Estoy en una realidad de congratulación por ser hoy, por ser libre, consciente sabiendo lo que hoy quiero, y me convoco a mí misma para mejor así conducirme en el amor. Me observo mejor y descubro que el amor es más que una manifestación, grande y hermosa. Es cuando me permito ser lo que soy. La más bella dignificación de un Dios creador y lleno de claridad para darme lo que en paz y por largo tiempo evoqué. Poder entender lo que realmente soy: Amor. 66 •
DEYANIRA GUTIÉRREZ
DEYANIRA GUTIÉRREZ GARZA (Monclova, Coahuila) Cursó un taller de literatura con Gerardo Segura (2004-2015), par-
ticipó en el proyecto literario de escritores coahuilenses Siglo XXI, con el libro colectivo Con estas manos digo (2006), colaboró con su
cuento “No sé por qué me gustan tanto las navidades” en la revista ¡Va! de la UA de C (2008). Participó en el proyecto de antología de cuento breve Historias de dos ciudades con su cuento “La visita” (2015). Ha cursado cuatro diplomados de literatura creativa en la
Biblioteca Harold R. Pape. Desde el año 2011 a la actualidad narra cuentos de su autoría en diversos programas de radio.
ENCUENTRO CRUZANDO EL CHARCO La decisión de estudiar Maestro de Educación Superior fue fácil de tomar para Leopoldo, porque él creció con esa vocación. Al terminar su carrera decidió regresar a su natal Nueva Rosita, Coahuila, donde se incorpora a la Secundaria Federal como maestro de Ciencias Sociales. Los que conocimos al profesor Leopoldo sabíamos el aprecio que le tenían los muchachos que tomaban clase con él. Trabajó por muchos años dando su cátedra a más de un centenar de alumnos. Por eso siempre tenía historias que contarnos, algunas trágicas y otras chuscas, pero todas interesantes. En varias ocasiones me platicó de un joven con una inteligencia extraordinaria, a tal grado que él tenía que preparar su clase con más dedicación solo para ese alumno, porque sus preguntas eran tan puntuales que todo el tiempo lo cuestionaban. Él se sentía superado por la inteligencia de ese muchacho. “Espero vivir para verlo realizado como un científico”, nos contaba. La SEP le ofrece un puesto ejecutivo al profesor Leopoldo en la Ciudad de México y se traslada para vivir allá. Pasaban años para cuando volvía a verlo y cada vez que nos encontrábamos platicando en un café, me preguntaba si yo sabía algo • 69
de aquel muchacho brillante que fue su alumno, no lo olvidaba. Pasan los años y en otro de nuestros encuentros le dije que un vecino de ese joven por el que preguntaba me comentó que se había ido a Veracruz porque quería ser marinero. El profesor entrecerró sus ojos y quedó callado por un momento, tomando su café, y cambió el tema de conversación. Pasaron muchos años y al profesor Leopoldo le tocó ir a Japón con un grupo de investigadores de la SEP. Fue una semana de jornadas muy intensas, todos los días se pasaban de una junta a otra, trabajando en la planeación de proyectos. El último día salen de las oficinas muy cansados y buscan un bar para tomar algo que los relajara, entran platicando y Leopoldo los para: escuchen por favor esa canción, es de Nico Jiménez, nacido en mi tierra. Al guardar silencio se oye la voz de un cantante con su guitarra. Suave que me estás matando, que estás acabando con mi juventud, yo quisiera haberte sido infiel y pagarte con una traición, eres como una espinita que me ha clavado en el corazón… Sorprendidos estaban, pero a la vez todos reían comentando: en un bar de Japón escuchando “Espinita”. Emocionados tarareaban la canción y entre la multitud de personas buscaron una mesa cerca del cantante. El profesor Leopoldo se queda inmóvil de la sorpresa al ver que el que cantaba era aquel alumno de Nueva Rosita que toda su vida profesional había recordado por ser el más brillante de los alumnos que había tenido.
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El joven termina de cantar, abandona de golpe su guitarra y corre hacia el maestro que vio desde el momento que se paró en la puerta del bar. Ni uno ni el otro pudieron pronunciar palabra, sorprendidos por la casualidad de encontrarse en un país lejano, el abrazo que se dieron fue el que habló de la emoción de ambos. El éxito es derecho de todos, cada uno lo fabrica y lo disfruta de distinta manera, pensó Leopoldo al momento de abrazarlo. Sus compañeros, que sabían la historia muchas veces contada, los rodearon y brindaron por el encuentro.
MOMENTO CRUCIAL Rogelio logra con mucho esfuerzo aprobar el examen para iniciar la carrera de médico, desde muchos años atrás cargaba esa vocación. Llegó un viernes por la mañana a la Facultad de Medicina para observar y aprender la historia de la medicina en México, expuesta en un mural que se encuentra en el vestíbulo de la Facultad. Sentado en una banca empezó a disfrutar cada imagen y lo que significaba la forma de curar; al seguir viendo se fue concentrando en lo que le esperaba estudiar en la carrera de medicina. En ese momento llega una cantidad enorme de personas, entra el rector y les da la bienvenida a la generación XII, y • 71
viene a visitar su Facultad de Medicina para celebrar el 45 aniversario de graduados. Después de tomarse la fotografía oficial, todos empiezan a saludarse y a platicar de sus historias que vivieron estudiando la carrera y ahora disfrutaban recordarlas. Rogelio se acerca al grupo porque le interesó escucharlos, justo cuando llegó inició una doctora a platicar lo que le había pasado el primer semestre de su carrera. Le habían marcado una tarea de estudiar los músculos de las axilas, y por esta razón tenía que entrar por primera vez a la sala de disección. Al ingresar ve por primera vez los cadáveres, sorprendida busca al maestro encargado y le dice la tarea que lleva. El maestro le comenta que ya tenía el conocimiento de lo que necesitaban hacer los del primer semestre y le dijo que pasara al final de la sala, donde ya estaba un cadáver con sus dos brazos en alto para que hiciera su estudio de los músculos indicados. Sacó su libreta y el instrumento para iniciar y observó que los brazos estaban atados con unas argollas; trabajó varias horas con la intención de cumplir correctamente la tarea, estudiando cada músculo, tomando nota de cada axila. Casi terminaba y en el último movimiento del bisturí se vinieron los dos brazos del cadáver y la abrazaron, y ella empezó a llorar y a gritar pidiendo ayuda. El maestro encargado se tardó en llegar y la encontró desecha por el miedo de estar abrazada por el cadáver de un hombre, y trató de calmarla, explicándo-
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le que tenía que estar preparada porque era parte de lo que debía estudiar durante toda la carrera de medicina. Salió casi sin poder caminar, pensando qué decisión tomaría después de esta situación. Llegó a la casa y al contarles a sus padres lo que pasó, le dijeron que la decisión de seguir estudiando era suya. Tardó toda la noche pensando y, al despertar, se visualizó siendo una doctora y así decidió seguir estudiando la carrera que la ha hecho feliz en su vida y que ahora está celebrando día a día. Rogelio, sorprendido por la historia de esta doctora, lo que hizo fue pensar en prepararse para el inicio de su carrera y tener valentía al momento de las disecciones. Se sintió que había tomado la mejor decisión de visitar la facultad antes de iniciar clases, porque haber escuchado esta historia y otras más lo había beneficiado.
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ENRIQUETA RAMÍREZ SALAZAR
ENRIQUETA RAMÍREZ SALAZAR Ha aparecido en diferentes antologías como: Antología de veladas li-
terarias en 1996; ¡Va¡ Encuentro de cuentos por la UA de C; ENCUDE,
2008; Todas las Juanas, selección de cuentos y ensayos en los certámenes literarios 2010 del CDE del PRI Coahuila; Desovillando el hilo, publicado por la UA de C; Sírvame el entendimiento, libro colec-
tivo de cuentos, 2012; Imaginaria, antología de historias y cuentos, libro colectivo del taller “Imaginantes”, 2015. Como autora ha publicado
las novelas Click (2015), Escrito en tus ojos (2016), Un instante para decidir (2016) y El corazón de las dos (2017). Tercer lugar en el concurso “Letras del Bicentenario” en 2011, y segundo lugar en el certamen
de cuento “Coahuila: cuna de la Revolución”. Participa en el taller literario “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape.
JUNTOS Tú te proponías prevalecer. Yo ambicionaba permanecer. Juntos descubrimos que era mejor prevalecer permaneciendo.
TODO Era rica, joven y hermosa, nada le hacía falta. “Si no fuera por estas gafas”, se dijo, y se practicó cirugía láser. Decidió que luciría espectacular si su nariz fuera más corta y su barba menos prominente y fue con el cirujano plástico. Luego se puso una banda gástrica y, quince kilos después, se hizo implantes de busto y glúteos, se arregló los dientes, se tatuó en cuello y brazos, cambió su atuendo, cortó su larga cabellera y la tiñó de azul. Y cuando hubo hecho todas esas cosas, ya no era joven ni rica y la persona que la veía desde su reflejo era una desconocida a la que repudiaba.
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IRMA HEREDIA
IRMA HEREDIA URQUIZA (Parral, Chihuahua) Integrante del taller de literatura “Imaginantes”, de la Biblioteca Harold R. Pape. Estudió en la preparatoria del ITESM. Escribió
en el periódico El Tiempo. Editó un libro de poemas titulado Bello
Atardecer. Trabaja como instructora de yoga y es miembro activo de la Red G.F.U. (Gran Fraternidad Universal) con el grado de Getuls
de Cámara. Ahí ha estudiado nutrición, cocina vegetariana, masoterapia, cultura iniciática y cosmobiología.
INSPIRACIÓN Poesía, al fin llegaste ¿Por qué tanto te tardaste? Si siempre en mí dentro estabas ¿Por qué lejos te encontrabas? Primero, que trabajaba y juventud disfrutaba nunca haré yo poesía es una gran osadía. ¿Por qué no me daba tiempo para esto que me encantaba? Las palabras me llegaban y pensé que era a destiempo. Trabajo, amores, deportes y esta flama que llevaba ¿Por qué siempre la arropaba en todos esos aportes?
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Ahora, en la madurez hay una gran lucidez para este arte velado y aquí estoy tan inspirada Escribiendo verso a verso que nunca publicaré y será por darme gusto y más tarde guardaré.
LOS DOS Una pareja tan bella que no se puede decir más de cuarenta años juntos juntos, muy juntos aquí. Aquí vinieron sus hijos aquí sus ansias y lloros la realización de sueños y de todos sus añoros. Ven la vida muy enamorados siempre con ojos muy nuevos 82 •
y con una sonrisa en los labios al ver a sus hijos y nietos. Bendita pareja bella Dios les permita seguir otros tantos aĂąos juntos y luego juntos partir. Para seguir trabajando despuĂŠs en otra existencia de nuevo por siempre juntos y con Dios en su presencia.
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XÓCHITL ORTIZ
XÓCHITL AZUCENA ORTIZ MARTÍNEZ (Monclova, Coahuila) Integrante del taller de escritura “Imaginantes”, de la Biblioteca
Harold R. Pape. Catedrática, anteriormente publicó un relato para
Imaginaria, antología de historias y poemas de la Editorial Pape, y tuvo diversas colaboraciones culturales para la revista de la UANL en Monterrey, Nuevo León.
DESCUBRIENDO AMÉRICA Ante la presencia del puerto se derrumba el cadencioso oleaje sinfónico y turbulento, el cual se convirtió en la obsesión de un intrépido investigador. Madrugadas continuas escudriñaba unos manuscritos antiguos, heredados de un tío taciturno y loco, las líneas definidas pretendían descubrir una ruta. Perdido en las inquietantes abreviaturas y claves, descifrando el laberinto de sus locuras, al fin cree deducir el codiciado rumbo. No será un Colón más muerto en el intento, el imperio español celebrará su victoria, sin duda, cuando arribe a la tierra del ensueño y declare la conquista.
MÉTRICA Y ALMA Las líneas paralelas se acompañan en complicidad hacia una misma dirección, así son algunas almas gemelas que se encuentran y se dividen por el espacio que marca el infortunio del destino. • 87
¿Habrá alguna posibilidad de romper este principio? Quizás cuando la soledad azote a una de las almas y se rinda a reposar sobre su complemento, entonces un bendito punto de intersección sellará el pacto de las dos eternas acompañantes, fusionándose en un solo latido, sin temor de la renuncia del egoísmo que envestía sus individualidades, danzando hacia la divinidad.
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GAEL GARCÍA
GAEL EDUARDO GARCÍA SÁNCHEZ (Monclova, Coahuila) Estudió en el CBTIS 36, en la especialidad de Laboratorio Clínico.
Estuvo en el taller de danza de la Secundaria No. 1 (2014-2016). Le
gusta leer y escuchar música, y su banda musical favorita es Queen.
ARDID El invierno pasado conocí a Roberto, era un hombre serio, atractivo, apasionado por el arte, tanto que se olvidó de su verdadero significado. En una subasta perdió la razón por una pintura llamada “Egoísmo”. Tanta obsesión causó esa pieza que terminó gastando todo lo que poseía para obtenerla. Al salir del salón nos dirigimos a su coche. Justo antes llegó un hombre enmascarado, pidiendo que por favor le entregáramos la pintura. Algo irónico pedir a la fuerza algo por favor. Roberto cometió el error de negarse. El ladrón lo tomó y dijo: —Es su vida o su amada pintura. Roberto eligió la pintura. ¡Qué estúpido! El ladrón le metió un balazo en la cabeza. Tomó la pintura y corrió. Esa noche me solté en llanto, pobre de Roberto, mi único amigo, pudo vivir su vida pero eligió una imitación de ella. Si tan solo hubiera tenido un poco de corazón, como el día que se acercó a mí para conocerme.
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MIRNA HERNÁNDEZ
MIRNA HERNÁNDEZ Estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la UANL y la maestría en Educación en la UANE Monclova. Ha trabajado en el área de la docencia en los niveles de primaria, como tallerista de
lectura, y de secundaria en el ICC Monclova. En preparatoria ha impartido clases de lectura y redacción, comunicación y metodología de la investigación. En UANE Monclova impartió cátedra en una amplia gama de materias. Desde 2004 forma parte del Programa
Nacional de Salas de Lectura, por parte de la Secretaría de Cultura. Actualmente participa en el taller “Imaginantes”, de la Biblioteca
Harold R. Pape. Escribe cuento y poesía. Ha formado parte de Imaginaria, antología de cuentos y poemas (2015) y Bitácora de la memoria, antología de crónica (2017).
CON LAS MANOS VACÍAS Antes de partir, tomó su rifle, mochila y municiones. El África estaba muy lejos y peligroso como para llegar a casa con las manos vacías. En el trayecto no pudo más que sentir la emoción causada cuando se emprende una aventura fascinante. Ansiaba recorrer las praderas africanas y divertirse mucho. Y al día siguiente, después de arribar, comenzaron sus actividades. Era de noche y decidió apartarse del grupo por unos minutos. Valiente, joven y con ansias de cazar y disfrutar. Poco a poco escuchaba a lo lejos las voces y murmullos de sus compañeros, quedando solo en un paraje desconocido. Escuchó un ruido, eran pisadas fuertes. Sobresaltado quiso resguardarse detrás de un árbol. Decidió quedarse en silencio y su inquietud crecía más y más. No sabía a qué criatura se enfrentaría. No se movía, su miedo crecía y hasta le atemorizaba respirar, por no delatar su presencia. Escuchó más fuerte y cerca las pisadas. ¿Tendría fuerzas para luchar contra él? No podía gritar, se entregaría en charola de plata a su presa. Miles de imágenes abatían su mente. ¿Y si el cazador resultaba cazado? Sería su acabose. Trató de tomar su rifle, que
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lo traía colgado en su espalda, pero éste se le cayó. Pensaba que al agacharse se le abalanzarían sobre su espalda. De un movimiento brusco lo tomó y apuntó en todas direcciones, listo para apretar el gatillo. Dejó de escuchar ruidos y pensó que en milésimas de segundos se lanzarían sobre él y lo devorarían ferozmente. —¡No me quiero morir y menos así! ―pensaba asustado. Dejó de escuchar a sus compañeros que se alejaron mucho más de él. No dejaba de sostener el rifle. —Así voy a estar siempre. Tengo que irme de aquí. Se le hacían una eternidad esos segundos, pegado al árbol. De pronto escuchó más cerca el ruido, las pisadas que lo cercaban con miedo y temblor en la oscura noche. Su corazón latía más fuerte y pensó que podría escucharlo aquel ser desconocido. Pasó más de una hora y algunas hormigas se le subían, se las sacudía, le picaban, y más nervioso lo pusieron. Aquella cosa de un momento a otro se caería encima de él. De pronto se arrepintió de haber emprendido ese viaje. No quería dar tregua a su cazador, ni supo cuántos segundos o minutos estuvo así, preso de pánico y acorralado. El tiempo le parecía una eternidad; pensaba una y mil cosas a la vez. Temor, temblor, pánico, ansiedad, todo se le juntaba y se apoderaba de él. Ahora estaba del otro lado, era la presa, estaba en la mira, era el blanco.
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De rato, escuchó que las pisadas, el jadeo y el cuerpo pesado se alejaban, ya no los escuchó más. Buscó su celular y se pudo comunicar con sus compañeros que ya lo esperaban a la orilla de un lago. Mientras caminaba para reincorporarse al grupo, se preguntaba qué animal sería que con mucha misericordia le perdonó la vida. Todos tenemos derecho a una, reflexionó en su conducta criminal. —¡Matar por matar! ―le gritaba su conciencia. Días después llegó a su casa, solo mostrando unas bellísimas fotografías de amaneceres y atardeceres. —¿Cómo llegaste? ―le preguntaron. —Con las manos vacías ―contestó.
MANCHÉ TU NOMBRE Una madrugada como a las 3:00 am ensucié tu nombre. ¿Cómo poder olvidarlo? Me ha dolido tanto. Me arrepentí. ¡Cómo pude hacer eso tan horrendo! Manchar tu recuerdo, tu esencia, en la misma recámara donde estuvimos. Lamenté la hora en que cayó la noche y te deslucí. Tú tan límpido e inmaculado. ¡Todo lo limpio eres tú! No me lo puedo perdonar, con solo recordarlo me lastima el corazón. No puedo renovar ese momento, quedó manchado para siempre. ¿Podrán perdonarme Dios y tú? ¡Que alguien me lo • 97
diga! Porque me muero de arrepentimiento, quise resarcir mi error, pero empeoré la situación. Más desdichada no puedo ser, el dolor me quebranta el alma, porque aniquilé mi sueño de amor. No pude dormir, vivo con la angustia por el daño que te hice. Tengo enfado conmigo, mi conciencia me grita el error. Ya no hay vuelta atrás. Pensamientos y reclamos taladran mi mente. Cierro la ventana porque el viento también me lo grita, se ahueca mi alma. Te entrego mi cuerpo y mi todo, me doy a ti para que te cobres mi agravio. Me niego a mí misma a ser yo. Hablo en nombre de la verdad y el perdón. Quisiera regresar el tiempo y no cerrar los ojos al pensar en ti, y rozar con mi mano la demoledora taza de café que derramé sobre el cuaderno donde escribía tu nombre en una carta de amor.
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CAROLINA MARCELA VILLARREAL GONZÁLEZ
CAROLINA MARCELA VILLARREAL GONZÁLEZ (Monclova, Coahuila) Participó en el taller de redacción con el profesor Gerardo Segura. Escribió tres libros en ese taller: Toco la puerta, Tiempo de cerrar y El
caracol. Cursó el Diplomado de lectura y escritura creativa. Cuenta con un reconocimiento de participación en la Feria del Arte 2017,
por la presentación de la antología de poesía Cartografía a dos voces. Cursó el Diplomado de lectura y escritura creativa en la Feria del
Libro Monclova 2017, y participó en el Diplomado de creación literaria impartido por el Instituto Nacional de Bellas Artes.
DÍA DE LOS DIFUNTOS Me encaminaba al Santuario de Guadalupe, era un dos de noviembre. Al llegar bajé donde está el lugar de las urnas. De inmediato di con mis seres queridos: padres, hermanos y abuelos. Me detuve frente a sus criptas e hice una plegaria por cada uno. Estaba sola. Me senté y seguí con mis oraciones. Después de un rato llegó una persona y volteé con cautela a ver quién era. Me sorprendí al verla, pues sabía que estaba muy grave. Volteé para saludarla y decirle que me daba gusto verla tan bien, pero al buscarla de nuevo me di cuenta que ya no estaba. De rato oí mucha algarabía con llantos y palabras de consuelo. Me levanté para darles el lugar, haciéndome a un lado. Cuando entraron, mi sorpresa fue muy grande pues eran los familiares de la persona que acababa de ver y quise saludar. Inconsolable, lloraban la pérdida de la madre y la esposa, a quien yo había visto hacía unos momentos. Salí de ahí impactada por lo que presencié. En eso llegaron más personas que bajaban mientras yo subía para salir. Las saludé con un “buenos días” y no me contestaron, como si nadie pudiera verme o escucharme. • 101
LLAVES AL PASADO Una mujer se sienta en su sillón. Trae consigo una caja color verde llena de recuerdos. La abre y, tomando cosa por cosa, la lleva a un viaje a su niñez. El llavero de su padre, de piel ya roída por el tiempo, con sus llaves enmohecidas. Aún recuerda cuál era la de la puerta de su casa y las del negocio. Recuerda cómo las sacaba con un rápido sacudir, y así mismo las guardaba. Una agenda con escritos de sus pendientes y gastos, con su letra inconfundible. Un librito de oraciones de su madre con un papel tan fino de cebolla que emanaba un olor a recuerdo. Lee una oración y, antes de terminarla, cierra el librito y la sigue murmurando clavada en la memoria y en el corazón. Un rosario de cuentas gastadas de tanto uso. Solo lo besa y se lo pega en su rostro. La mujer sigue sacando recuerdos y de repente tocan la puerta y le sorprende el tono del toquido. Deja la caja sobre el sillón, se levanta a abrir y, al hacerlo, con gran sorpresa se encuentra con sus padres muy risueños.
—Hola mija, ¿qué haces? Se nos olvidaron las llaves
y por eso tocamos.
Ambos entran a la casa. El padre toma sus llaves y su agenda, donde empieza a anotar unos pendientes. Su madre
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se dirige a la cocina, desde donde la llama. Ella le contesta y se sorprende de su propia voz de niña. Se ve en el espejo del ropero y sí, es ella, una niña con trenzas y vestido de bandas. Es la casa de paredes gruesas donde se encuentran enterrados los recuerdos que comienzan a volar como mariposas de colores. Entra feliz a la cocina y se abraza de la cintura de su madre. Ella se sorprende de su entusiasmo, más cuando ve que corre a las piernas de su padre, quien la abraza y la besa. La cocina comienza a tener el olor a hogar de antaño, un poco a café de olla, a pan con nata. La niña pide un pan, saborea el recuerdo de su sabor. La madre le dice: —Mija, vete a jugar con tus muñecas. La niña corre y saca una caja de color verde donde guarda sus muñecas de trapo y sus juguetes, y saca cosa por cosa. Al verlas se llena de emoción, los ojos se inundan de lágrimas. Toma una y se dice: “Recuerdo cómo jugaba con ellas, cómo me enseñó mi abuela a hacerlas”.
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Este libro se terminรณ de imprimir en octubre de 2018 en los talleres de Quintanilla Ediciones, con un tiraje de 500 ejemplares. El cuidado de la ediciรณn estuvo a cargo de Antonio Sonora. En su composiciรณn se usaron fuentes de la familia Palatino.