Milagros de nuestra señora Era un ladrón malo que más quería hurtar que ir a la iglesia ni a puentes alzar; mal sabía las cosas de su casa administrar, vicios tan malos no los podía dejar. Si hacía otros males, eso no lo leemos; 5 sería malo condenarlo por lo que no sabemos, más abandonemos esto que dicho vos a vemos, si algo hizo, perdónelo Cristo en quien creemos. Mucha maldad tenía, también una bondad que mucho le valió y le pudo salvedad; 10 creía en la Gloriosa con fuerza y voluntad, la saludaba siempre junto a su Majestad. Decía “Ave María” y más de la escritura, y se inclinaba siempre delante su figura; decía “Ave María” y más de la escritura, 15 tenía su voluntad con esto más segura. Como quien en mal anda en mal ha de caer, le pillaron en hurto es ladrón a prender; no tuvo argumento con qué se defender, juzgaron que lo fuesen en la horca a poner.20 Lo llevó la justicia para la encrucijad donde estaba la horca por el concejo alzada; cerráronle los ojos con toca bien atada, alzáronlo de tierra con la soga estirada. Alzáronlo de tierra cuanto alzar quisieron, 25 cuantos cerca estaban por muerto lo tuvieron: si hubieran sabido lo que luego supieron, no le hubiesen hecho eso que le hicieron. La Madre Glorïosa, rápida en socorrer, que suele a sus siervos sus penas resolver, 30 a este condenado lo quiso proteger, se acordó del servicio que le solía hacer. Metió bajo sus pies donde estaba colgado sus manos preciosas, lo tuvo aliviado: no se sintió por cosa alguna preocupado, 35 no estuvo también, jamás mejor pagado.
EL LABRADOR AVARO Érase en una tierra un hombre labrador, Que usaba la reja más que otra labor: Más amaba la tierra que non al Criador, Era de muchas guisas hombre revolvedor. Hacía una enemiga , hacíala de verdad, Cambiaba los mojones por ganar heredad: Hacía todas guisas de tuerto (3) e falsedad, Había mal testimonio entre su vecindad. Quería, aunque malo, bien a Sancta María, Oía sus milagros, dábales acogida; Saludábala siempre, decíale cada día: “Ave gracia plena que pariste a Messía.” Murió el ‘arrastrapaja’ de tierra bien cargado, En soga de diablos fue luego cautivado, Arrastrábanlo en sogas, de coces bien sobado, Pegábanle el doble del pan que dio mudado. Doliéronse los ángeles de esta alma mezquina, Por cuanto le llevaban diablos en rapiña: Quisieron socorrerla, ganarla por vecina, Mas para hacer tal pasta faltábales harina. Si les decían los ángeles, de bien, una razón, Ciento decían los otros, malas, que buenas no: Los malos a los bonos teníanlos en rincón, El alma, por pecados, no salía de prisión. Levantóse un angel, dijo: “Yo soy testigo, Verdad es, non mentira, esto que yo os digo: El cuerpo, el que trajo esta alma consigo, Fue de Sancta María vassallo e amigo. Siempre la mencionaba, al comer y a cena: Decíale tres palabras: “Ave gracia plena” La boca por que salía tan santa cantilena , Non merecía yacer en tal mal cadena” Luego que este nombre de la Sancta Reina Oyeron los diablos, cogiéronse de ahina , Derramáronse todos como una neblina, Desampararon todos a la alma mezquina. Viéronla los ángeles ser desamparada, De pies y de manos con sogas bien atada, Sentada como oveja que yace enzarzada, Fueron e la trajeron para la su majada.
Nombre tan adornado y de virtud tanta Que a los enemigos persigue y espanta, No nos debe doler ni lengua ni garganta, que no digamos todos: “Salve Regina Sancta.” EL CLÉRIGO IGNORANTE Era ¡un simple clérigo¡ pobre en sabiduría, su misa a Santa María decía cada día, no sabía decir otra, siempre la repetía, más la sabía por uso que por sabiduría. Fue el misacantano al obispo acusado de que era idiota y mal clérigo probado: “Salve Sancta Parens” sólo tenía usado, no sabía otra misa el torpe embargado. Fue duramente movido el obispo a saña. dijo: “Nunca de prete alguno oí tal hazaña”. Mandó: “Decid al hijo de tan mala entraña que venga ante mí y no se ande con mañas”. Vino ante el obispo el preste pecador, tenía por el gran miedo perdida la color. No podía de vergüenza mirar a su señor, nunca estuvo el mezquino en condición peor. Díjole el obispo: “Preste, dime la verdad, si es tal como dicen la tu necedad.” Díjole el buen hombre: “Señor, por caridad, si dijese que no, diría falsedad”. Díjole el obispo:” Cuando no tiene ciencia para cantar otra misa, ni tiene sentido ni potencia, Te prohíbo que oficies, lo pongo por sentencia: vive como mereces con otras ocurrencias”. Hizo el preste su vía triste y desairado, no sabía qué hacer de tan avergonzado, recurrió a la Gloriosa lloroso y desolado, que le diera un consejo porque estaba aterrado La madre Gloriosa, madre sin lesión, Apareciósele al obispo luego en visión. Díjole fuertes dichos, un pequeño sermón, Descubriole con ello todo su corazón. Díjole bravamente: “Don obispo lozano contra mí, ¿por qué has estado tan fuerte y tan villano? Yo nunca te falté ni por valor de un grano y tú me has faltado a mí de un capellano.
El que cantaba mi misa sin perder ningún día, tú dijiste que erraba, de hereje lo ponías: lo juzgaste por bestia, de mollera vacía, le quitaste la orden de la capellanía. Si tú no le mandares decir la misa mía como solía decirla, muy gran querella habría: y tú serás finado el trigésimo día. Entonces verás qué vale la saña de María! Quedó con amenazas el obispo espantado, mandó buscar deprisa a aquel preste vedado, rogole perdonase lo que había pasado, porque en su asunto fue cruelmente engañado. Mandolo que cantase como solía cantar, fuese de la Gloriosa el siervo de su altar y si algo le faltase para vestir o calzar que a él se lo pidiese que lo habría de dar. Tornó el hombre bueno en su capellanía sirvió a la Gloriosa, madre Santa María; murió en su oficio, un fin que yo querría y fue el alma a la gloria a la dulz cofradía. podríamos nos tanto escribir ni rezar, aun cuando bien pudiésemos muchos años durar; tantos son los milagros que podríamos contar los que por la Gloriosa se quiso Dios mostrar.