La historia ofrece numerosos ejemplos de cómo la actividad comercial ha sido el medio que posibilitó los contactos económicos y sociales e incluso los posteriores intercambios entre los distintos pueblos de la tierra.
La necesidad de vender sus productos forzó siempre a los comerciantes a buscar en distintos lugares nuevos mercados donde colocar los productos y fue enorme el flujo que para el intercambio cultural tuvo la actividad mercantil.
La actividad comercial y cultural sigue siendo un medio idóneo para reforzar o incluso para crear relaciones o asociaciones comerciales para afrontar en la actualidad los grandes desafíos de competitividad dentro de la globalización mundial de la economía, que pretende hacer del mundo un sólo mercado.