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Cuida de mí hoy
from Décimo séptimo Concurso de Cuento Infantil Pedrito Botero
by Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina
Finalista 5
Cuida de mí hoy
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Samuel Osorno Henao
11 años
Institución Educativa República de Uruguay Medellín, Antioquia
En un pueblo muy cercano al río Magdalena, habitaba Manuela, una niña de 8 años junto con su padre, Julián, y su madre, Ester. Eran una familia muy humilde que trataba de subsistir a diario con lo poco que les daban por su trabajo. La pequeña Manuela, a su corta edad, pensaba en su futuro y deseaba ser una excelente abogada cuando fuera grande; pero ¿por qué una niña de 8 años sabía qué era ser una abogada? Su tía Verónica le explicaba todas estas cosas; ella, por su profesión, vivía muy bien y feliz, y por esto la pequeña sobrina se motivó y siempre le hacía preguntas para aprender cada vez más. Ella pensaba en darles una mejor vida a sus padres.
Un día, como de costumbre, salió Manuela de su guardería y se devolvió sola para su casa, ya que era tarde y su padre no logró llegar a tiempo a recogerla después del trabajo. Eran alrededor de las 6:00 p. m., ya empezaba a oscurecer y las calles estaban solas; le faltaban tres cuadras largas para llegar, cuando de repente se acercó un joven, que le preguntó por qué iba sola y si quería compañía. La pequeña en su inocencia le dijo que sí porque se sentía sola. El joven le habló todo el camino preguntándole cosas de su familia; ella, muy inocente, respondió a todo lo que entendía. Faltando ya una cuadra para llegar, el joven le tapó los ojos a Manuela y la cargó; ella daba gritos, pero nadie la socorrió. Llegaron a un lugar muy oscuro y ella, reconociendo al joven, le preguntó: “¿Dónde estoy? ¿Y mis padres?”; él solo respondió: “Estarás bien…”. Al pasar un rato la pequeña escuchó al joven hablar. Él dijo: “Mándeme esa cantidad de dinero y le entregaré a la niña, si no, no hay trato”. Ella se sorprendió porque ya sabía que era un secuestro, y lo que había aprendido en
la escuela era que debía mantener la calma porque sería rescatada en cualquier momento y volvería sana a casa. Después de un momento, volvió el joven y se acercó a darle algo de comer; ella se quedó totalmente dormida, pero la despertó más tarde un ruido escandaloso. Había llegado la policía de aquel pueblo a rescatarla junto con sus padres, que van por ella. El joven, muy asustado por lo que hizo, se puso las manos en la cabeza, como lo indicaron los agentes de la policía y le pusieron esposas. Los padres de la pequeña Manuela se alegraron al ver a su niña sana y salva; la llevaron a la casa después de mostrar evidencias de la llamada del secuestro. Llegaron a su hogar y se perdonaron con su hija por no estar pendientes.
Cosas como estas pasan a diario por el descuido de los padres. Ellos, en el afán de subsistir, trabajaron más de lo debido por una persona para sacar a su hija adelante, pero se olvidaron de estar más pendientes de ella. Era una suma muy grande la que aquel joven secuestrador les pedía; gracias al cielo que unos vecinos supieron identificar con quién iba la niña y dieron esa información a las autoridades. Manuela perdonó a sus padres y les dijo que eran los mejores, sabiendo que debían estar muy unidos como familia para salir adelante y no dejar que la maldad primara en su hogar.
Es importante no descuidar a niños, niñas y adolescentes. Actualmente en los países ha aumentado la cantidad de desapariciones, para ventas de órganos y procesos atroces causados por la maldad del ser humano.
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