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Complementos alimenticios en la infancia, ¿cuándo son necesarios?
En la civilización occidental, con abundancia, incluso exceso de alimentos, la preocupación por la falta de apetito de los niños está generalizada y casi todas las familias han sufrido esta obsesión en alguna ocasión.
Las farmacias, parafarmacias y tiendas de alimentación natural ofrecen decenas de complementos que prometen aumentar el apetito de niños y niñas. En su mayoría están constituidos por mezclas de plantas medicinales, jalea real y vitaminas, aunque algunos llevan también extracto de quina, un tónico que se empleaba en el pasado para combatir la fiebre y la malaria.
¿Son necesarios?
La mayoría de las veces no, y además tampoco suelen ser eficaces y ni siquiera convenientes. Muchos proporcionan un exceso de vitaminas que pueden ser contraproducentes. Solo en casos muy concretos, y por cortos periodos de tiempo, por ejemplo en convalecencias de enfermedades largas o graves, o cuando por problemas conductuales se rechazan todo tipo de alimentos, estarían indicados, siempre bajo la supervisión de un pediatra.
¿Por qué no comen los niños?
En la inmensa mayoría de los casos, porque no tienen más hambre, lo que significa que su organismo les está enviando el mensaje de que ya no necesitan más comida. Como los niños pequeños viven en estrecho contacto con su cuerpo y comen solo por hambre y no por conveniencia social o para cubrir necesidades emocionales como hacemos los adultos, no entienden que tengan que comer si no tienen hambre, y se rebelan contra la presión de los adultos porque coman más que lo que su cuerpo les dice que necesitan.
¿Cuándo debes preocuparte?
Si tu hija o hijo deja de comer o empieza a comer menos y además está cansado, triste, pálido, con poca energía, duerme mal, le salen muchos “moratones”, o en los más pequeños, deja de ganar peso, hay que consultar al pediatra cuanto antes, pues estos signos pueden estar indicando una enfermedad. Lo importante será siempre buscar la causa de la pérdida de apetito, no tratar el síntoma con un complemento vitamínico o estimulante del apetito.
Preocúpate más de la calidad que de la cantidad
En la sociedad actual el problema no es cuánto comen los niños, sino si lo que comen les está nutriendo o simplemente engordando. Ofrece a tus hijos una variedad de alimentos poco o nada procesados, ricos en nutrientes y bajos en azúcar, grasas saturadas y calorías vacías, y deja que ellos decidan la cantidad que necesitan en cada momento. De esta forma nunca te equivocarás.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra