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Basurero en TetuĂĄn de las Victor rias_Madrid d 1930
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Introducción La ciudad de Madrid, como muchas otras en España, en época del Franquismo y Posguerra tiene un problema importante en el urbanismo. La ciudad industrial capitalista que todo lo había corrompido en el XIX y que había creado abismos sociales se hacía cada vez mas vigente con la escisión social por la llegada de la dictadura y la guerra civil en el XX, debido a esta división y al empobrecimiento de la población se comienzan a vislumbrar grandes barrios chabolistas que degradan la imagen de la ciudad y crean situaciones antisociales para sus habitantes: aumento de la delincuencia, condiciones insalubres y pobreza económica y cultural. La “ciudad dual” o “ciudad dividida” surge como separación de clases y se diferencia en su morfología. Se aprecia una ordenada y con servicios para sus ciudadanos y otra desordenada y casual, que va surgiendo de la necesidad y la miseria, pero que tiene un carácter romántico que la especulación intenta eliminar como si de una mancha se tratase. Para comenzar el trabajo primero deberíamos tener en cuenta el concepto de marginalidad y abarcar así el tema de un modo más claro. “Esta palabra se emplea en sociología contemporánea para calificar a un grupo social grande. Este grupo está integrado por personas que han dejado de pertenecer a los estamentos de la sociedad tradicional y no se han integrado en la sociedad moderna, manteniendo los lazos familiares, económicos, sociales y culturales con los grupos tradicionales de su procedencia.” Partiendo de este concepto, y para entender la marginalidad asociada al urbanismo, analizaremos la ciudad desde diferentes puntos de vista, desde diferentes formas de vivir la ciudad. El trabajo consta así de tres “miradas” distintas según pertenencia al grupo y condición social; la primera desde una persona de nivel acomodado que vive en el centro de Madrid, la segunda desde un nivel obrero en alguno de los barrios trabajadores de entonces y la tercera desde una persona que vive en un poblado chabolista. Todas estas miradas tienen unas ideas establecidas acerca de este concepto y varían conforme a su situación y relación con las otras clases. No es lo mismo la marginalidad para una persona que vive en ella que para una persona externa a esa situación. Por tanto se hace interesante conocer la visión subjetiva de cada uno de ellos y así poder sacar unas conclusiones sobre el tema buscado. Los textos que vienen a continuación están narrados en primera persona. Cada uno reflexiona sobre la posición de los demás, de este modo se consigue tener una visión exterior de las clases, e interior por alusiones que hacen los personajes a su vida. Finalmente el discurso se completa con una conclusión en la que se expone una opinión personal sobre el tema desarrollado durante todo el trabajo.
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Pensamiento social Sábado, 23 de abril de 1960. Se presenta otro día lluvioso en la ciudad. Las personas se refugian en cafés y los más afortunados siguen en sus casas temiendo el aguacero que se vislumbra en el cielo encapotado de Madrid, entre tanto, a las afueras se concentra la ciudad desordenada, excluida, formada por las chabolas de los que tienen que conformarse con los deshechos de una vida que aunque físicamente cerca difícilmente llegaran a conseguir.
- Hace días que no para de llover y cuando lo hace me toca estar sentado haciendo burocracia. Encima nadie en casa, ella se fue a la boutique y solo me queda sentarme a la ventana y ver pasar el tiempo… que también menudo tiempo, menuda época que nos está tocando vivir. Porque tengo cuartos, que si no, no sé qué vida me esperaría… pero bueno, esto es cosa del destino y de ser listos; a unos les toca vivir bien y a otros malvivir en calles por un trozo de pan que llevarse a la boca… me compadezco de ellos pero a la vez me avergüenzan: siento horror, me desagrada la forma en la que se acercan y angustian con sus quejidos. Sé que es época mala pero tampoco puedo cambiar un país que viene paciente hace mucho tiempo. Ya bastante tengo con mi trabajo, aunque últimamente no puedo quejarme, los negocios de compra-venta de inmuebles es lo que tienen… Hay que tener contactos en esta vida y si se crean bloques nuevos o las casas se rehabilitan habrá que sacar partido y vender los inmuebles al precio convenido. Muchos critican mis acciones, pero: ¿no nos desagrada tanto la imagen de una Madrid empobrecida y llena de decadencia? La única solución es esa, vender más caro, así esa gente se irá a otro sitio, a las afueras. Me pregunto cómo será la vida allí, en esas casas de chapa y cartón, de goteras y barro en el suelo, con suciedad y ratones… ¡Qué asco!; nunca entenderé porque viven así, hacinados sin importarle lo mas mínimo tener basura en casa. Sé que no tienen economía como para vivir en las calles Alcalá, Preciados o del Carmen. Pero qué se yo, con la de barrios de nueva renta que se están haciendo, y siendo un poco educados se podría conseguir algo. No todos serán iguales, pero hay cada delincuente que mejor no cruzarse con él. ¡Menudos son! Todavía recuerdo el día que al salir del taxi comenzaron a pedirme dos gitanos insistentemente y al decirles que no, me sacaron la navaja… claro que tuve suerte de llevar algo en los bolsillos que si no… ¿Que habría que hacer para solucionar esto? Es difícil pensarlo, pero viendo el percal parece ser que la solución es ir quitando la mugre de lo viejo y evitar que se ensucie lo nuevo… vamos que sacándolos de la ciudad al menos se consigue que no desagraden tanto, o por lo menos es lo que veo, si al final todos esos barrios acaban igual… Yo porque tengo algo de caridad, pero una cosa es caridad y otra es ver agradable lo que no lo es. Que también, juntando a toda esa gente, no vayas por ahí porque sales sin una peseta, si sales…
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Vivir en el centro es imposible, o al menos para ese tipo de gente, pero digo que juntando caridad podrían hacer algunas casas más decentes, porque las que tienen, si es que se les puede llamar así, no agradan a nadie, dudo que a ellos, la ciudad pierde mucho, siempre lo digo… Barrios donde las calles acumulan basura, donde se levantan chabolas sin permiso, sin tener en cuenta el transito, acumulándose libremente, sin dignidad, sin decoro, para personas sin escrúpulos y faltos de educación. Eso es lo que les falta educación, y no dinero como intentan hacer ver… si aprendiesen a llevar un negocio sabrían vivir decentemente. Pero no todos somos iguales. Ellos trapichean, desvalijan y comercian lo ilegal, lo hurtado, ¡menuda vergüenza!, así nunca podrán ser integrados como dicen, así nunca podrán formar parte de las nuevas rentas y la ciudad comercial que tanto esperábamos.
-¿Tendrán azúcar? Espero que sí, no será la primera vez que pido un café y no tienen. La verdad es que la cosa esta mal hasta para eso. Estos años no están siendo fáciles para nadie. Llevamos una época de hambre y angustias, gracias a los trabajos que he ido consiguiendo he mantenido mi economía a flote, aunque el año que me tocó trabajar en la construcción aprendí varias cosas; la primera es que al que tiene perras poco le importa el estraperlo y menos aun el mendigo. A las cigarreras se les acumula el trabajo en época de crisis, esa pobre mujer que seguramente viva en el barrio de Palomeras, la Alegria, Celsa… con sus hijos, su marido y vete a saber si tiene o no bestias a las que alimentar… que se levanta cada mañana, aunque llueva como hoy, para vender los tritones uno a uno en la puerta de algún local en alguna calle transitada como esta. Que a mí no me va el lujo, pero me indigna ver a ese burgués de medias tintas pasando, como si un despojo se tratase, del hombre que extiende la mano. Visualmente como dicen algunos no es bueno para una ciudad, ¿y que es bueno?, ¿es acaso el precio que vale alquilar un piso de protección ahora?, ¡son todos una panda de mangantes! Sí, eso es lo que son… nada mas hay que ver al lila de la barra, que no ha llegado muy bien y ya anda disponiendo y hablando de negocios como el que regenta un burdel de lujo. Así también gano yo los cuartos, a base de prostituirme urbanísticamente. Seguramente sea uno de los muchos que juegan a ver quién gana más, sin preocuparse de que a todos nos cueste ganar el dinero, y que son ellos los que nos hacen pobres. ¿Qué será de Madrid?, como la cosa no cambie, y más ahora, o terminamos en la cárcel o muertos de hambre, seguramente la ultima les agrade mas a los que dicen hacer ciudad, porque la primera conlleva un gasto y un espacio que no tienen, ¡qué perros! Y ya no digo de Madrid, la vida está muy mala en todas partes y el trabajo escasea. Anda que no conozco extremeños y andaluces que se han venido a vivir aquí… si les ha ido como a mí seguramente estén en una casa digna y con un trabajo que les haga salir del paso para llenar el estómago. No quiero ni pensar que habrá sido de tantos que no lo hayan conseguido. Luego están los gitanos parece que llevan toda la vida condenados a eso. Me estremece cuando doy un paseo por Tetuán y veo a matriarcas subidas a un vertedero para sacar adelante a sus niños. ¿Qué habrá sido de aquel chatarrero al que vi un día robando tapas de alcantarilla lejos
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de Orcasitas, donde ni siquiera hay alcantarillado? Ya se busca en cualquier sitio pero es que no queda otra… Y mira que pese a todo intentan salir adelante, y salen… parece que juntos pueden arreglárselas. ¿No se qué sería de ellos sin esa unión casi familiar que tienen? Seguramente buscarían algo, porque aunque poca escuela, algunos tienen buena maña para vender, ¡vamos que si la tienen! No sé si lo que se hace en la Avenida del Generalísimo está bien o mal, tampoco soy un erudito, pero vamos, tener la almendra para los ricos y dejar la cascara para los pobres no me parece justo. Deberían parar un poco, pero quien les dice a estos que no ganen y que repartan o que simplemente dejen ganar… Tuvieron suerte o ve tú a saber que hicieron para conseguir eso. Yo solo espero que la cosa cambie, que aunque poco puedo hacer, porque ya bastante tengo con lo mío, la caridad no está demás, y con algo de idea poder arreglar la cosa. No vamos a ir todos a ricos, porque eso es todos a pobres morales. Bueno que también me da por generalizar, supongo que no todos son así o por lo menos los que tienen caridad en la puerta de Nuestra señora del Carmen o en la parroquia de San Ginés no lo parecen… pero claro no está en sus manos arreglar Madrid y menos el país entero. Lo primero estaría en quitar el concepto de indigno por no ser bonito a la vista. Según ellos no es bonito ver a un chabolista en la ciudad, pero a caso ¿es bonito ver a un rico en Guindaleras, Prosperidad o Vallecas? Seguramente no porque la intención no será ir a dar de comer a esa gente o repartir lo que gana… sino que vaya con el fin de comprar ese terreno a bajo coste para después especular y venderlo más caro… para hacer nueva ciudad y nueva renta como dicen. Y ya el colmo, como he escuchado más de una vez, es que haciendo nueva ciudad desaparece la pobreza porque se integra a las capas bajas. ¡Ja! Me rio yo de eso, esa gente antes de eso lo que necesita es que no se la considere pobre y que no se mire por el nivel económico que tiene. Cuando eso desaparezca podrán vivir donde quieran y serían considerados verdaderos ciudadanos y no como ahora que están vistos como clase marginal. Y se aprovechan de la situación para hacer más pisos y de menos calidad, todo para engordar bolsillo. Hay que reconocer que las condiciones en las que viven hay que mejorarlas rápidamente, pero no para considerarlos ciudadanos sino cono necesidad humana. No es que sea indigno vivir en chabola es que no es humano y la culpa no la tienen ellos, la culpa la tienen los que cada día no permiten ganar a los que menos tienen, que no quiero llamar pobres porque si no yo también lo sería.
-¡Hay como no aguante en pie! Con tanta tormenta me da que esto se cae en cualquier momento. Las cuerdas que sujetan el techo de chapa y tablas no duraran mucho con el meneo del viento y la puerta de tablas, cartón y clavos oxidados pesa más de la cuenta empapada por el agua. Los remiendos de la casa no duran mucho con este tiempo… Esto es agotador, además llevamos días sin poder salir a por chatarra y no hay mucho de lo que tirar pa comer. Cada vez hay menos que sisar, y cuando te descuidas la pringas y al calabozo. No será la primera vez que voy, pero que hago si para alimentar a mis hijos no hay otra cosa… No tengo tajo al que ir todos los días y además parece que esto de la ciudad no está hecho para nosotros.
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Estoy harto de los que tienen y miran mal, ¡nos ha merengao! ni que yo hubiese elegido nacer aquí. Ya me gustaría vivir como ellos, sentao en un sillón de cuero sin roer, con una buena mesa para comer todos juntos… pero no tengo y por más que busco trabajo no tengo oportunidad, sin estudios y la vida hecha pa los de dinero. Ni que fuésemos delincuentes, en mi familia gracias a Dios lo más que hacemos es sisar por comer pero nada más, aunque por el barrio hay alguno con fama de mal vivir, pero ahí no me meto. No todos somos iguales y además: ¿Qué hacemos? Nos morimos de hambre… No me gusta la violencia aunque parece que todos tenemos fama de eso. La mitad de los pringaos no se enteran de na y eso que tienen estudios. Unos tienen dinero sisando de cosas peores que las nuestras, porque al fin y al cabo la chatarra es chatarra y ahí se queda, nadie la quiere más que para fundir… pero sisar dinero por vicio y a costa de los demás no es sano. Como no es sano aprovecharse en los burdeles del centro de las señoras que trabajan incansablemente para engordar al dueño de turno. Peor aún el que critica la situación del mendigo porque afea la ciudad y no el de la prostituta porque le ayuda en noche de sábado. No digo que la segunda no sea igual de digna que el primero, solo que muchas veces el tema anda como la ciudad, llena de especuladores y aprovechaos. Como esos que intentan despegarnos del barrio a cambio de cuatro perras. Pero, ¿Qué haría sin mi familia, sin mis amigos, sin el barrio…? Esto está muy mal y cada vez nos quieren quitar de más sitios, lo peor es que nos dejan sin nada o con una casa que nos arruina más. Aunque nos hagan casa nueva siguen pensando que no valemos. A muchos les ha pasado que les cambian el barrio y luego no pueden pagar los impuestos y acaban igual que antes pero entre tabiques de panderete y a nosecuantos metros de altura. ¿De qué sirve esa casa sin trabajo para comer y pagar facturas? Todos los días me vengo preguntando esto. Parece que se compadecen de nosotros y ayudan por pena. A algunos no les queda otra que mendigar, y lo sé, pero si nos diesen trabajo digno a todos dudo que no se quisiese hacer. Claro que esto es complicado si ya entre ellos no se ponen de acuerdo. Lo malo es que cuando nos lo dan nos pagan de forma indigna, y volvemos a empezar… Me gustaría seguir en el barrio donde nací, pero aquí no hay salida, los niños se hacen mayores y no tienen oportunidades. Que cambien nuestro barrio por uno más bonito no significa que to sea lujo luego… Aquí siempre ganan los mismos y a nosotros nos quitan y nos ponen ande quieren, a su antojo. Si no queda otra me iría a vivir a la ciudad pero sin tajo no es posible, gente con casa allí pasa muchas penas para llegar a fin de mes y muchos acaban viniendo con nosotros. ¿Si tanto tienen por qué ponen tan caro todo? Nunca lo entiendo, será que no soy de estudios. Los que tienen guita lo único que buscan es ganar más guita. Que más les dará que podamos tener todos una casa y trabajo dignos a un precio que se pueda pagar. Ellos hacen el trabajo y ellos ponen los precios. Lo peor, solo quieren vivir bien y los demás no importan. ¡Tenían que cambiar las tornas! Quizás ellos no sabrían vivir en un barrio como este porque les falta la práctica de una vida que no siempre es perfecta.
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Conclusión Inspirado en el libro de Martin Santos, “Tiempo de Silencio” y “La Colmena” de Camilo José Cela, he intentado acercarme al realismo social, plasmando de forma subjetiva el pensamiento de tres personas anónimas pertenecientes a las clases más diferenciadas. El lenguaje utilizado puede resultar en algún momento vulgar (por la utilización de localismos e imprecisiones léxicas), o chocante por el tono empleado, pero la intención es resaltar algunos tópicos sociales para mostrar la más cruda realidad de la marginación en el urbanismo. Mientras que unas personas viven en chabolas a las afueras de una ciudad, en este caso Madrid, otras viven con lujos y extravagancias a poca distancia. La arquitectura separa a las clases de la misma ciudad y lo peor es que se siguen creando barreras. Aunque la historia narrada se sitúa en el siglo XX si bien podría leerse como actual ya que la exclusión social y la pobreza sigue siendo un problema para la ciudad contemporánea. El problema del chabolismo no se ha afrontado con la suficiente delicadeza que merece y donde unos tienen necesidad de mejorar su estado de vida otros buscan el beneficio. Por suerte, parece ser que la mentalidad cambia y poco a poco se empieza a vislumbrar un futuro más optimista para con este tema. Por otro lado, en la sociedad capitalista es prácticamente imposible la negación del los bienes de las clases más altas en beneficio de los pobres. Egoísmo que pasa factura a un gran número de familias en todo el país que forman parte de una minoría, todavía con problemas para ser adaptada a la ciudad. Y no hablando de mejorar situaciones de un día para otro, sino de establecer bases para crear empleo a esas personas que buscan una vida mejor y que es imposible por sus limitaciones sociales y económicas. Claro que actualmente el trabajo escasea ya no solo para la clase más baja sino también para la clase media. Pero aun con más motivo se hacen vigentes las cuestiones planteadas por los personajes de la narración en concreto el segundo y tercero que exponen su impotencia ante esa situación y proponen aunque de forma tímida un cambio social, la reivindicación de un Estado donde los ricos no sean tan ricos y los pobres no sean tan pobres. Donde la primera clase deje de querer ostentar todo el poder capital y político parar que las otras clases aspiren a tener una vida de iguales. Con esto llegamos casi a la utopía siendo complicado vislumbrar un futuro cierto en relación al chabolismo. Es cierto, y sin tocar extremos ni debates políticos se podría conducir la arquitectura y sobre todo el urbanismo a la reintegración social y no a la exclusión que generan algunas prácticas hasta ahora producidas como la especulación inmobiliaria que desgraciadamente sigue vigente.
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