La conquista del fuego (Cuento tradicional del Amazonas)
I
magínate cómo sería vivir sin fuego. No podríamos calentar la comida y, en invierno, pasaríamos mucho frío... Hubo un tiempo en que los hombres tenían que vivir así. El gigante Takea era el dueño del fuego, pero lo escondía en su cueva y no lo compartía con nadie. Cuando un indio shuar moría, se convertía en pájaro e intentaba robar el fuego de la cueva de Takea. Pero nadie lo había conseguido jamás. Las puertas de la cueva se cerraban tan rápido que ningún pájaro había logrado escapar. Hasta que un día apareció Jempe. Jempe era un colibrí muy hermoso, pero además era rápido y astuto. Cansado de ver sufrir a los hombres por no tener fuego, decidió recuperarlo. Un día de tormenta, Jempe se plantó ante la cueva de Takea. Los hijos del gigante, fascinados por sus bonitos colores y su larga cola, lo llevaron al interior de la cueva. Como el colibrí estaba empapado, lo acercaron al fuego para que entrara en calor. Una vez se hubo secado, Jempe puso en marcha su plan. El colibrí acercó su cola a las llamas y le prendió fuego. Antes de que Takea pudiera reaccionar, Jempe salió volando a toda velocidad y se alejó de la cueva.
El valiente pájaro voló y voló hasta encontrar unas ramas secas. Con su cola todavía encendida, hizo arder las ramas y así pudo devolverle el fuego a los indios shuar. Sólo entonces, Jempe buscó un río para sumergir su cola y apagar así las llamas. Desde ese día, los indios shuar mantuvieron el fuego siempre encendido, y ya no volvieron a pasar frío. Y Jempe se convirtió en el único colibrí del Amazonas que tiene su cola partida en dos, ya que las llamas quemaron la parte del medio. Es el recuerdo de cómo consiguió robarle el fuego al gigante Takea para dárselo a los hombres.