LAZOS - 13 - VERANO
LAZOS REVISTA DE SALUD MENTAL EN MERCEDES
DICIEMBRE 2018
EDITORIAL
Compartimos en este número contenidos para el verano. Vamos a poner entre paréntesis los análisis de casos, lecturas de políticas en salud mental y cuestiones relacionadas con género. Solo vamos a recomendar lecturas, series y compartir relatos que los propios lectores/escritores de la revista nos enviaron. ¿Se podrá hacer una revista liviana sin tener que sostener globos amarillos en cada mano? Aquí va nuestro desafío. Agregamos un dato más que va a contra punto del Ministerio de la Alegría. Sucede que en la ciudad de Lujan se afincó una de esas librerías en donde te atiende alguien que vende libros como podría vender electrodomesticos y eso modifica también nuestra posición de lectores/consumidores. Por lo tanto, solicitamos a un par de verdaderos libreros recomendaciones para leer en estas vacaciones (suponiendo que tenemos vacaciones) Y en ese enlace apoyar su labor diaria como faros de la cosa cultural. Para ellos y para Cacho Vergara - que se fue de gira - va dedicado el número 13 de Lazos. Participaron en este número: Juan Lagomarsino, Lucia Rodriguez, Angel Rutigliano, Chori Perruolo, Veronica Mateo, Marcos Tabosi, Solano Perez, Alfredo Segatori, Andres Monferrat, Lucas Chielli.
indice 3
¿sin vacaciones? recomendaciones de viajes. Series. Una palabra x vez. Viajes. A mil.
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Veronica Mateo Loreto Porá. Las vueltas de la vida. ¿Donde queda Ponchi?
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25. Solano Camino a los desconocido. Kentucky El libro del año
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Series. Anfibia. Radios Alfredo Segartori. Contratapa
¿SIN VACACIONES? BYUNG-CHUL HAN
El sujeto del rendimiento es incapaz de concluir. Se rompe bajo la coacción de tener que producir cada vez más. Precisamente esta incapacidad de cerrar y concluir conduce al síndrome de burnout. Y en un mundo donde la conclusión y la terminación han dado paso a una continuación sin final ni dirección, no es posible morir, pues también morir presupone la capacidad de concluir la vida. Quien no es capaz de morir a su debido tiempo, tiene que sucumbir a destiempo. La sociedad del cansancio toma al tiempo mismo como rehén. Lo encadena al trabajo y lo transforma en tiempo de trabajo. El tiempo de trabajo es un tiempo sin conclusión, sin principio ni fin. No exhala aroma. La pausa, como pausa de trabajo, no marca ningún otro tiempo. Es sólo una fase del tiempo de trabajo. Hoy no tenemos más tiempo que el del trabajo. El tiempo de trabajo se ha totalizado como el único tiempo. Hace mucho que hemos perdido el tiempo de la fiesta. Nos es completamente extraño el final del trabajo como final de la fiesta. Nos llevamos el tiempo de trabajo no sólo a las vacaciones, sino también al sueño. Por eso hoy dormimos tan inquietos. En este sentido también la relajación es un mero modo del trabajo, en cuanto sirve a la organización de la fuerza de trabajo. El recreo no es lo otro del trabajo, sino su producto. Tampoco la desaceleración o la lentitud por sí solas pueden engendrar otro tiempo. Es también una consecuencia del tiempo de trabajo acelerado.
BYUNG-CHUL HAN es un filosofo coreano que vive en Europa y trabaja distintas cuestiones en relación a lo que el neoliberalismo hace con nuestras vidas. En algunos casos, como buen discípulo de Martín Heidegger, lo relaciona con el tiempo. Por ejemplo dice: "Hoy es necesaria una revolución del tiempo, que produzca otro tiempo, un tiempo del otro, que no sería el del trabajo, una revolución del tiempo que devuelva a este su aroma". https://www.lavanguardia.com/cultura/20160709/ 403066321268/por-favor-cierra-ojos.html publications share the word root.
La fiesta ajena: Este cuento de Liliana Heker es de lo mejor de la literatura argentina. Es ya un clásico que nos enfrenta a lo que la filosofía de Nietzsche delimita que sucede en la tragedia moderna. La diferencia de clase atraviesa todo el relato y sin embargo es en la última escena en donde aparece con su presencia fatal. Un texto que
SENOICADNEMOCER
conserva una actualidad asombrosa.
SENOICADNEMOCER
LILIANA HEKER.
LILIANA BODOC
Amigos por el viento: Un cuento infantil delicioso. Como Alicia en el país de las Maravillas no se trata de literatura infantilizada sino que incluye un registro de lectura por fuera de los parámetros de lo cronológico. Sublime y conmovedor cuento que une vía el viento un imposible.
serieserieserieseri
WANDERLUST No siempre nos encontramos con una serie que mantenga un nivel de ironía tal que todo el tiempo nos sostenga una sonrisa sin acudir a la estructura del chiste fácil. En Wanderlust neflix se ríe del matrimonio, del poliamor y de la estructura que sostiene una pareja a pesar de todo. La excelencia de los actores elegidos ayudan a cumplimentar el tono de comedia. Si David Cooper determino en los años sesenta “la muerte de la familia” esta serie nos plantea “la muerte la monogamia”. Imperdible para mirarla con alguien más…un perro, un potus o un buen plato de papafritas.
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Wanderlust
UNA LA PAL ABR A X VEZ
TRANSPARENCIA Byung-Chul Han sostiene que “las cosas se tornan transparentes cuando se despojan de su singularidad y se expresan completamente en la dimensión del precio”
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LAZOS
VERANO
Viajes
RELATOS DE VIAJES LES INVITAMOS A LEER UNA SERIE DE TEXTOS CORTOS QUE NOS ENVIARON LES LECTORES EN RELACIÓN A LOS VIAJES.
R E V I S T A :
L A Z O S
A MIL
J U A N
L A G O M A R S I N O
Un viaje de mil palabras, como una imagen. Andá contando: va por encargo en un paquete, con sello y firma. Sale la lista. Anal, la lista: al pedo, de culo, despachado destino incierto, con cierto bombo mientras recula, manos arriba, pañuelos blancos, allá va el coche chofer en puerta, vamos por todo dijo valiente, apenas llegó a la esquina y casi atropella a un puñado de pobre gente. La sonrisa poco alegre va mostrando algunos dientes, tal vez algo de expectativa, trayecto largo, mirada corta, nadie adivina qué se avecina. En el reflejo polarizado suenan las luces de las rotondas. Verde, amarillo, rojo: niños envueltos, trapos sin sol, carros tirados y de cartón. Pasos perdidos: falta el salón. Ya te lo dijo Platón: la mugre bajo las uñas, el transeúnte de las banquinas, las últimas casas de calle en tierra, la bolsa rasgada entre escombros y rameras, no tienen representación. Mundo inmundo polarizado, reflejo de triste nación: una pantalla sin espesor conforme avanza en veloz aumento el colectivo amortiguador. Qué tránsito más liso el tránsito hacia qué. Un negro bajo asfalto corta el campo al medio y rayas blancas vienen pasando, a modo de indicación. En clave morse van descifrando la palabra interminable: vale más de mil kilómetros.
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JUAN LAGOMARSINO
A MIL BarcEl que anda entero llegó a destino. El que anda en autos, directo a juicio. Y el que desnudo camina está en la mira, a cielo abierto, como la mina. Por no saber hasta dónde tira el cuerpo, por no tener nada más que ver. Turbia agua bajo los puentes, tanta ruta, tanto renglón, tanto polvo que lo tiró. La cara contra el vidrio, la mueca por todo lo que pasó. Los ojos bizcos, tuertos, extraídos en un fino hilo, en lente. Lagrimal que escapa de la boca al dente, abismo apenas perceptible, casi incoherente. Se paró ahí. Un chistido hilvanó saliva, narrativa y narración: este es Brecht. La mano rápida secó en el acto lo que quedaba, que no era mucho, restos mortales, de salto acróbata, finito. ¿Cuántas palabras? Apenas trescientas penas. Y sumando kilómetros, kilombos. Frentes cerrados pintados de rosa, guirnaldas negras y camiones calor a fe. ¿En qué creen los que no creen? Por ejemplo en el uno dos, y más de lo mismo. Esto no es monoteísmo. El andar se vuelve estable, el video ya arrancó. La señora de enfrente duerme el sueño de los justos. Justo, justo. Una madre consuela al crio que parió mientras el padre de lado se pregunta en qué me metí, por qué a mí, justo ahí. Una señorita secretada, de ejecutiva a ejecutada, gasta la pantallita, entre guiños y dedos ágiles, de gran muñeca. Son varios los prendidos a la de tiros, la de siempre, del héroe de las mandíbulas y la venganza con justificación. Nada más sano que andar matando por tu hijo, frío y prolijo. Al latino la ración, la mafia rusa y el fanático llamado Abdul. Rojo sangre y patria azul.
En de pronto se prendió la luz, corrió cortina, cayó ilusión. En la penumbra era un burdo negociado, una estafa maestra, de escuela primaria, un falso momento de comunión: aparecen las caras nuevamente, de nuevo se arma la composición, el tema, la vaca: atrás del vidrio la noche ciega, pampa, la luna un lirio sobre la laguna, qué dicha, qué fortuna: ilumina el vuelo de una garza mora, inmensa, divina, hasta que llega a posar sus patas en la espesura. Y el mugido grave que te vacuna, allá en el fondo, como una canción de cuna. El gordo interrumpe sin duda, reparte bandejas foliadas transparentes, camisa blanca, cincha ajustada y rebarba consecuente. Se siente el olor de la gente, el ansia por la comida, el gesto profundo del presidiario, el gesto diario, disciplinario, gente de campo y de conglomeración. Por unos granos secos y un girón insípido con mucha sal, se yerguen, se acomodan como en banquete, puro modal, pura amígdala operada, puro tragar en boca nadas. Operación Embauque, se llamaba, y siguen los tiros por el televisor. Siguen los tiros por elevación. ¿Por dónde vamos?: por Las Flores. ¿Cuánto le resta al encargue?: trescientas trece palabras. ¿Cuánto pueblo, cuánto ganado, cuántos millones de litros de glifosato derramado?: más de doscientos millones por año. Llueve glifosato y atrazina hasta en concentraciones de un ochenta por ciento, ¿podéis creerlo?, esto no es cuento: según muestras tomadas durante casi dos años en pueblos fumados del interior. Llueve y repiquetea en los panorámicos vidrios. Llueve en el campo de condensación, y cuanto más llueva nos lleva puestos a todos, nos arrastra en el lodo, sin raíz, sin contención. Llueve por ti, por mí, por todos, madre mía, en este crimen silencioso y desolador.
A Mil
JUAN LAGOMARSINO
Tan negro el vidrio, el medio, tan blanca la luna, la mortaja por llanura, soja y maíz non santo, el campo que una vez fue bendecido, donde llovían las libras esterlinas, queda estepa una argentina, vasta ya nada mordiendo el polvo, sin luciérnagas ni Hudson, sin la gracia del grillo, sin gaucho ni potrillo. Pasa el gordo de camisa blanca, muy correcto arreglado el cinto, junta bandejas en una bolsa negra de arrastre, mete patas, bollos, latas, migas y utensilios de cocina, a bolsa cerrada va a parar a la banquina. Las luces se apagan, las cortinas se cierran, como telón de un teatro invertido. Ahí están el protagonista y el reparto, los dobles, los triples digeridos. lo que quería?
¿A
¿ En
dónde iba?
¿ Qué
qué pensaba?
¿ No
es lo
dice acaso el viejo narrador omnisciente? Esto no es verso querido. Esto es puro enunciado vivo, desnudo, cabrío. Esto no va a ninguna parte: se trata de arte, de enteros sin órganos, de cómo se llega a operar destino. La mayoría duerme ya, entre vaivenes y regocijos, unos pocos aguantan los últimos tiros, y un solo pasajero mira perdido a través del vidrio. Lleva un paquete con sello y firma, un encargo que atesora con sigilo. Una lista de palabras. Novecientos noventa y nueve. Y mil.
NOMADIC
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VERÓNICA MATEO
Dia 1
Dia 3
Es ese mar hemisferio celeste que transcurre hasta la orilla y vuelve a un nuevo sitio cada vez.
Cuando pase el transito marino de la noche voy a dar vuelta mi reloj de arena. Y ya no habrá pescadores no habrá mar no habrá poema.
Día 2 Voy a quedarme para verlo crecer en el muelle del sur Voy a distraerme con el murmullo de los pescadores voy a perderme en sus miradas intermitentes en la melancolía de sus faroles que apenas iluminan, semejante universo
Verónica Mateo.
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LORETO PORÁ
Lucia Rodriguez
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Los ojos del yacaré me miraban, nos habíamos acercado demasiado con el kayak. Al tocar la costa el animal se movió muy lentamente pero permaneció en el lugar, impasible. La piel era una coraza negra de guerrero, como la de todos los que andaban por ahí nadando y tomando sol junto a nosotros en la laguna. Era el primer viaje que hacíamos en esta nueva etapa de huérfanos de hijos independizados, vos no sentías la angustia que me acompañaba posada en la espalda como una gárgola. Y yo no te la quería mostrar.Pero esa tarde, en la laguna, éramos nada más que gente entre los animales, como el día anterior, cuando nos metimos en el terreno baldío ese de Loreto, que estaba lleno de monos carayá y no podíamos aguantar ni a desempacar para verlos. Loreto descansaba en el borde de los esteros y nosotros lo deshilvanábamos de a poco, intentando descubrir su misterio de calles coloradas y gente con ropa sencilla que caminaba y andaba muy despacio en bicicleta, pero sobre todo, caminaba. Lo único exhuberante en el pueblo eran las plantas. Las plantas de interior que alguna vez yo había vendido en un vivero y que se criaban bajo una carpa de plástico aquí eran parte de todos los jardines. Las flores en los jardines y en la calle los azahares perfumando todo.
LUCIA RODRIGUEZ
LORETO PORÁ TEra la tardecita y yo iba caminando con la gárgola prendida en la garganta a Y la angustia seguía ahí, sin moverse, acompañando cada letra de Estrella Distante. El buscado libro de Bolaño que con tantas ganas había buscado y por fin podría leer en mis vacaciones. La gárgola en cada paso del camino, en las comidas diarias. Un día conocimos a Miguel, el historiador del pueblo. Y descubrimos que Loreto era profundamente guaraní, que había tenido tres fundaciones en distintos lugares y que los indios habían llevado las imágenes religiosas hechas en las misiones durante las travesías. Esas imágenes vivían en capillas instaladas en algunas casas, estaban custodiadas por sus dueños y habían sido perseguidas por la iglesia porque las viviendas no eran lugares para tener capillas. Y busqué conocerlas, pero no encontrábamos el momento, siempre había una excursión para hacer. Algo nuevo para conocer. Y así pasaron los días hasta que llegó el último
buscar ensalada para acompañar el asado de despedida. Entonces pasó al lado mío un nene en un sulki y me preguntó si quería subir a dar una vuelta. Y yo le dije que sí, pero que necesitaba que me llevara a alguna casa que tuviera una capilla. Golpeamos las manos, ya anochecía, nos abrió un chico de unos veinte años y el nene del sulki le preguntó si estaba doña Fefa porque queríamos conocer la capilla y ver los santos. Salió una viejita y nos dejó pasar. La capilla era una habitación iluminada junto a un rancho muy humilde que era su vivienda. “Ahí adentro está mi viejito”, dijo doña Fefa. La capilla era un altar decorado con telas mayormente celestes y papeles metalizados. Era una
Empezamos a mirar detenidamente a los santos y las vírgenes más antiguos, la anciana nos los iba entregando. Era una colección de figuritas de madera de un valor enorme y nosotros las teníamos en las manos. Yo había visitado museos donde esas mismas imágenes se encontraban detrás de veinte vitrinas y no permitían fotos. Y ahí estaba yo. Con una pequeña muñequita guaraní entre las manos,besándola, apoyándola en el pecho mientras se abría un llanto sin pudor, entregado. Esa noche la gárgola se desprendió, fue algo natural, sin alardes. Volviendo en el sulki en la noche aromática, alcé la vista y me pareció verla volando, con la cola en punta de flecha flameando, derrotada.
mezcolanza de imágenes y flores. Arriba de todo, en una casita de madera estaba el santo más importante, que daba nombre a la capilla: Era un San Antonio pequeño y algo grotesco .
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LAS VUELTAS DE LA VIDA Angel Rutigliano
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A los 14 años lo llevaron los primos a un piringundin del gran Rosario y allí conoció a la Gringa, el gran amor de su vida. O por lo menos eso decía él. Después salió con muchas minas pero ella siempre se le aparecía como un fantasma para recordarle que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. La Gringa era, creo yo, de Yugoslavia o algún país de esos. Era rubia, alta y tenía una mancha roja en su mejilla izquierda que la transformaba en una mujer única. La habían traído en un barco unos proxenetas griegos y se la olvidaron acá. Algunos dicen que se escapó y que era la querida del intendente de Arroyo Seco pero bueno, esa es otra historia. Vestía de forma desvergonzada y se notaba, como gustaba decir mi viejo, que “tenía más carreras que Legizamo”. Cuando mi primo la conoció, ella rondaba los 20 años y era la favorita del Jonatán, un malparido devenido a diler que le pasaba todo. Mira que tuvo novias en el barrio y se casó con la Mabel, pero siempre soñaba con ella. Un rayo que lo marcó NOMADIC | 24 para siempre. el día dado vuelta.
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LAS VUELTAS DE LA VIDA Me contó mi primo que después de veinte años ella
monumento a la bandera que solo tocan las
seguía laburando en el mismo quilombo. Me dijo
palomas. Manolete – alias el sabio – le dijo que no era
que estaba baqueta pero reconocible: “su mancha
lo mismo ir que volverPorque nunca va a ser lo
borravino en la cara era su distinción de origen”.
mismo que aquella vez. Las pajas dedicadas durante
Como él vivía en Berazategui le tuvo que hacer un
años fueron todas para ella y eso la salvaba de
cuento a la germu sobre un dinero que
cualquier dialéctica discursiva. Para él, la Gringa era
supuestamente tenía que cobrar en Rosario para el
la mujer de su vida y en este viaje lo iba a
laburo. Mucho no le creyó, pero como por ahí
comprobar. Bueno, comprobar es una manera de
cobraba viáticos le dijo que sí, sin chistar. En la
decir. Porque ponele que a vos de chico te quedó el
terminal de Constitución compró forros para una
gusto de las medialunas del Atalaya y volvés un día
maratón y además se hizo de unos lentes para que
para “comprobar” si son las más ricas o es un
no lo descubrieran. No hay un día que no haya uno
invento. Nada: seguro que el recuerdo y la realidad
de Berazategui que no tenga que viajar para
no concuerdan nunca. El recuerdo siempre le gana a
cualquier lugar del planeta. Y esta vez no podía ser
la realidad porque la realidad es nada más que lo
la excepción. También pasó un ñato vendiendo
que hay: una masa seca y salada con azúcar y grasa.
calzoncillos y se compró un par; por las dudas
Pero el tipo era duro y necesitaba ese encuentro con
perdía prenda en la trifulca. En el viaje había toda
la gringa, para sacársela de la cabeza o para
gente bien: Un par de estudiantes, uno que tenía
declararle su amor incondicional.
pinta de comisionista, una vieja que acompañaba a
Lo bueno de lo malo es que el piringundin seguía en
la nieta, un discapacitado que viajaba gratis y un
el mismo lugar. Casi una institución del puerto
grupo de jubilados que iban a conocer el
rosarino. Le habían dicho que se encontraba a ocho
monumento a la bandera. El único que iba de
cuadras de la terminal y que tenía que caminar por
trampa era él. Y se notaba porque nadie viaja 300
la costanera para no perderse. Lo tenía todo anotado
km con una sonrisa de oreja a ombligo como iba el
porque sabía que entre el cansancio, el calor y la
Ezequiel.
ansiedad, su recuerdo era una trampa para la
En el recorrido se acordó de la primera vez y quiso
memoria.
precisar que era lo que lo había enconchado tanto
Al llegar pidió un fernet. Tenía la plata justa para eso
pero no podía precisarlo. Hablando con los amigos
y el boleto de vuelta. Pero ya nada le importaba.
pero sin decirlo, había descubierto que no era
Cuando la vio salir de entre las mesas se dio cuenta
verdad que la mina era de oro sino que él la había
que ahora era ella la que regenteaba el lugar y que
transformado en una fem fatal. La elevó tanto que se
había cambiado de categoría. Ya no estaba en la
había transformado en algo inalcanzable, como el
trinchera sino había pasado de punto a banca.
LAS VUELTAS DE LA VIDA ANGEL RUTIGIIANO
Eso no lo detuvo y con su mejor sonrisa le susurró al oído una frase estudiada: “Gringa, mira las vueltas de la vida como nos pone otra vez en la misma circunstancia”. La palabra circunstancia no le salió derecho. Se puteo así mismo por elegir esa palabra que no usaba nunca. La Gringa lo miro como quien mira a una sardina enlatada y le dijo que no tenía nada que hablar con él. El Ezequiel estalló y lo tuvieron que sacar dos patovicas que secundaban a la madame. Intento volver a entrar pero de premio recibió una paliza que lo dejó de Hospital. Así y todo esa noche se las arregló para tomar el micro para Berazategui. Cuando su mujer lo recibió no le preguntó nada; se limitó a hurgar en el bolsillo de su mochila en donde encontró una billetera vacía, dos calzoncillos nuevos, una caja de profilácticos y una porción de desencanto.
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¿DONDE QUEDA PONCHI?
Primera vez en casi todo. Primera vez a Brasil. Primera vez en auto a Brasil. Primera vez con GPS. Salimos con mi esposa y mi pequeña hija de seis años un viernes a las diez de la noche. Apenas pasamos Luján la voz del GPS comenzó a repetir incansablemente “Camino peligroso-reduzca velocidad”. -Papá, yo le haría caso a la señora…- me dice temerosa mi hija desde su asiento trasero. Viajar de noche no es recomendable cuando la ruta no es iluminada y el tráfico incesante en la dirección contraria encandila furiosamente. Pasamos puente Zárate Largo y a las seis de la mañana llegábamos a Paso de los Libres, luego de pasar las dos aduanas, a las nueve de la mañana continuamos ya por Brasil.
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walter - Chori - Perruolo
¿DONDE QUEDA PONCHI? -Tratá de llegar a Torres, dormís ahí en un hotelucho, y a la mañana te quedan tres horas a Florianópolis. Fue la recomendación que acepté, entre otras que tuve. No sabía –o calculé mal- que hasta Torresme separaban veintitrés horas. A las cinco de la tarde llegábamos a Porto Alegre. Y recordé la advertencia en la que más énfasis pusieron mis asesores de viaje : -¡Guarda con Porto Alegre, no te vayas a confundir en una salida porque si entrás a la ciudad no salís más! Pasé Porto Alegre, el supuesto infierno, con éxito, después sí: rumbo a Torres. La noche llegó a las ocho y media, con ella la humedad comenzó a empañar los vidrios del auto, mi cansancio era notorio, a partir de allí transitamos media hora en la que me di cuenta que era imposible continuar, cuando el GPS y los carteles anunciaronn salidas hacia la ciudad de Torres, tomé una de ellas. Oscuridad absoluta. No habíamos reservado ningún hotel, lo cual nos llevó a un segundo problema, no teníamos una dirección concreta para configurar el GPS. Ya hacía frío pero lo único que lograba desempañar los vidrios era el aire acondicionado, no es un hecho menor que necesitáramos un baño, que tengamos hambre, en fin, el mundo conspiraba contra nosotros. Cuando llegué a una zona poblada, periférica por lo visto, sin iluminación, bajé a llamar a la puerta. Un señor me atendió amablemente pero el diálogo fue imposible. Yo estaba seguro de poder entender el portugués porque, qué sé yo, mi experiencia hasta el momento fue escuchar a los jugadores de fútbol brasileros -por esto de que ser yo hincha de Boca Juniors y habernos enfrentado tantas veces en las innumerables copas Libertadores-. Pero, no, ni una palabra, ni tampoco el pobre hombre me entendía el español a mí. -¿Torres?–preguntaba yo.
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¿DONDE QUEDA PONCHI? WALTER - CHORI - PERRUOLO -Ponchi, ponchi –decía el hombre señalando indefenidamente. -¿Dónde queda Ponchi? -Ponchi…-seguía señalando diciendo cosas que francamente me eran chino básico, bué, en este caso portugués básico. Subí al auto, mientras intentábamos dilucidar qué nos había querido decir, y los nervios nos consumían, me propuse seguir la estrategia de los insectos: dirigirme a dónde se viera más luz. Llegamos a una zona dónde había un lago, o rio, típico de pueblo de pescadores, bajé a preguntar a un señor parado con su bicicleta y el diálogo fue similar, yo preguntando por Torres, y el hombre esforzándose por explicarme, de toda la perorata incomprensible yo volvía a escuchar “Ponchi, ponchi”
-Dios mío, qué mierda será Ponchi… – dije cuándo subí al auto. Intenté continuar, y me di cuenta que estaba dando vueltas en círculos, quería rodear el lago, o lo que fuera, porque veía edificios del otro lado. Una mujer caminaba por la calle y bajé la ventanilla. - Bona noite… Disculpe una pregunta ¿Dónde queda Torres? La mujer se acercó mientras me respondía, al parecer, sin preocuparse por hacerlo claramente. Es algo que noté en los brasileros, ellos, creo, entienden mucho mejor el español de lo que nosotros entendemos el español, y cuando hablan lo hacen como si dialogaran con otro portugués. Pero al final de la frase volví a escuchar la palabra. Todos en el auto entendimos “ponchi” -¿Ponchi? -Ponchi –asintió la mujer. -¡¿Dónde queda Ponchi?! –creo que la mujer notó mi ansiedad. -Ponchi, ponchi –me repitía mientras con la mano dibujaba una parábola en el aire, y señalaba hacia el lago. Miré hacia donde indicaba su mano y descubrí una construcción parabólica en la penumbra, sobre el lago, como a unos doscientos metros. -¿Puente? –dije frunciendo el ceño. -¡Ponchi! –me contesta asintiendo y visiblemente contenta de que haya comprendido. Evidentemente había un puente, el que cruzamos con el auto, el que nos llevó al centro de Torres, y luego al hotel donde cenamos y nos bañamos, y en el que luego de apoyar la cabeza en la almohada me reproché no haber practicado un poquito de portugués antes de emprender el viaje.
SOLANO PÉREZ.
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SOLANO PÉREZ. . No sé, si él era joven como lo soy yo ahora, o si yo soy viejo, como él lo era entonces. Pero cuando tengo miedo, pienso en mi padre, que a mi edad, era Superman, y a nada le temía. Y allí, con un pensamiento simple, y quizás con una mentira solapada, resuelvo la intromisión de ese sentimiento tan molesto. Mientras estés a mi cuidado, a vos no te va a pasar nada, y podía estar decolando un rayo sobre mi cama, que igual me dormía tranquilo. Como si el miedo fuera una cuestión de edad, o la oscuridad, se aclarara con el paso del tiempo. En un viaje a Córdoba, nos interceptó un tornado en medio de la ruta. Yo nunca había visto la cara de miedo de mi padre. Y quizás, si la hubiera visto, no la recordaba. En el fragor del terror, nos tiramos marcha atrás, adentro de una zanja profunda. Para que el viento haga su gracia, y la tormenta salte, desde los bordes, atravesando por lo alto a la cuneta. El auto se movía como si fuera de juguete y la mierda del destino había llevado a que me toque el ansiado turno de copiloto.
MI vieja en el asiento de atrás, estaba abrazada con todos los otros críos, que con un ruidoso trueno, habían estallado en llanto. Y más que el movimiento del auto, lo que asustaba realmente, era el silbido desbocado del viento, arrastrando como en bolsas, las piedras del granizo. En lo peor de la tormenta, mi viejo prendió la radio para tranquilizarnos. Sonaba Isabel Pantoja con “Marinero de luces” y se puso a silbar mirando por la ventana. Una música de trance, hasta que se acabara el tempestuoso momento. El pico tétrico pasó entre temblores de músculos y lágrimas de valentía, escondidas en las mejillas. Hasta que, de un segundo a otro, escampó el cielo. Al volver a la ruta, vimos árboles caídos, carteles publicitarios derruidos, vacas todavía aterrizando de su alocada excursión. Y el fin de las banquinas que se unían en un punto. Era allí a donde nos dirigíamos: A las tan ansiadas vacaciones.
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Camino a lo desconocido Yo también, en la adolescencia, hice un viaje de mochilero. Para no ser menos, supongo. O para acompañar a los otros tres del grupo. O para impresionar a María, que por entonces hacía pocos meses que estábamos de novios. La organización consistía en no organizar, en pararnos en la ruta una madrugada de verano –la elección de que fuera una madrugada le daba un matiz más aventurero, supongo- divididos en dos grupos de dos, y hacer dedo. Y encontrarnos quien sabe cuando en un camping de Junín de los Andes. Que salga lo que pinte, decía Fede, la voz cantante del grupo. En las juntadas previas Manuel se lució con carpa nueva, mochila multifunción y con cosas para llevar que serían de gran utilidad y que para mí siempre fueron cosas, objetos extraños que, según Manuel, “nos salvarían ante cualquier eventualidad”. A mí, en cambio, me prestaron todo. No iba a ponerme en gasto con cosas que sabía no volvería a usar. Fede dibujaba con el dedo sobre un plano de la Argentina gastado, doblado en mil partes, y con un agujero en el centro, el recorrido que podíamos hacer. Si pinta podemos ir acá, si pinta podemos ir allá, decía. Valentín, que era el único que conocía el sur, interrumpía diciendo que el lago Lacar te volaba la cabeza y que el camino de siete lagos era un flash. A mí lo único que me importaba era saber cómo íbamos a llegar.
No me resultaba natural eso de que alguien va a parar. Imaginaba estar toda la noche en la ruta con el pulgar encendido y volver a casa por la mañana, con un fracaso sobre los hombros, mientras mis viejos desayunaban. Y si alguien paraba estaba lo otro, eso de viajar horas y horas junto a un desconocido, tener que hablar de algo, vincularte de algún modo, convencerlo que no sos un nene perdido a quien dejar en una caminera para que un policía llame a tu mamá. No. Estar a la altura. La tarde antes de salir María me trajo bolsas de golosinas y mucha comida e infusiones que no entraban en la mochila. Me sentía un soldado pronto a viajar a Malvinas. Prometí llamarla cada vez que viera un teléfono público o un locutorio y no dije nada de mi sospecha de que todo era absurdo puesto que al día siguiente estaría en casa contando cómo nadie nos levantó. Finalmente alguien nos levantó: un camionero que nos llevó de Mercedes al peaje de Trenque Lauquen. Viajé adelante cebándole mates y dándole charla mientras Fede, mi pareja de viaje, dormía atrás. La ruta 5 desierta, los campos a los costados, ese hombre gordo y descuidado apoyando los antebrazos en un volante de otra época, el sol que asomaba en la ventanilla del chofer, y yo preguntándole por detalles de su trabajo, metiéndome en temas de política, de economía, hablando temas de gente grande, sabiendo más de lo que creía saber.
Marcos Tabossi
kentucky
KENTUCKY LE PREGUNTAMOS A DOS LIBREROS DE LA ZONA Y NO DUDARON EN ELEGEIR EL LIBRO DE SAMANTA SCHWEBLIN COMO UNO DE LOS MEJORES DEL AÑO 2018.
Borges decía que la democracia es un abuso de la estadística. Lo cierto es que son muchos los que entienden que este libro merece ser leído. Quien conoce los otros textos de Samanta Scheblin (pajaros en la boca, distancia de rescate, la respiración cavernaria, siete casas vacias) sabe de los climas tenebrosos que logra construir esta excelente escritora. Kentucky tiene pura actualidad y nos muestra el lado oscuro de la tecnología.
“LA TECNOLOGÍA AVANZA DEMASIADO RÁPIDO Y NO NOS ESTÁ DANDO TIEMPO A PENSARLA”.
samanta schweblin
HOY ELEGIMOS
EL LIBRO DEL AÑO 2018 El libro del año en lo estrictamente narrativo es Kentucki de Samanta Schweblin. Pero para mi el libro del año es l inclasificable: "Por que escuchamos a Anibal Troilo". Escrito por Eduardo Berti. es un libro que intenta explicarnos el misterio del arte del gran Pichuco con fragmentos que van desde lo anecdótico hasta el análisis poético de su música. Una gran sorpresa en una colección nueva de gourmet musical.
Andres Monferrat (Chelen libros)
HOY ELEJIMOS
EL LIBRO DEL AÑO 2018 Kentucky puede ser. Pero a mi me gustó el libro de Rodolfo Palacios: "El ángel negro". La película te deja gusto a poco, porque el libro te cuenta más el día a día del encuentro con este loco. Un ambiente que se corta con cuchillo. Un montón de detallecitos que sino se te escapan. Y el otro libro que me gustó mucho es "Magnetizado". El orden sería: "El ángel negro", Magnetizado y Kentucky, en ese orden.
Lucas Chielli. (Librería Babilonia)
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I love Dick
La primer temporada de I Love Dick, la podes bajar por Amazon o buscarla en la web. Son ocho capítulos en donde la musa inspiradora no es una mujer sino un varón. Dick no se queda conforme con este lugar de objeto y comienzan a suceder un montón de enrredos que transforman a esta serie en una comedia deliciosa. Bien actuada, con muy buena música y un tema que viene a cuento de enteder que sucede cuando son las mujeres las que desean y los paqui - hombres quedan en el lugar de la histérica de la película.
series para ver en verano. PAG 26
R E V I S T A S
D I G I T A L E S
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REVISTA ANFIBIA UNIVERSIDAD SAN
NACIONAL
MARTIN
ANFIBIA
DE
ALFREDO SEGATORI Grafiteros Alfredo Segatori, alias: Pelado. fue uno de los primeros en salir a pintar las calles de Buenos Aires. Autodidacta. Desde 1990 trabaja en la pintura mural utilizando la técnica del aerosol a mano alzada . Lleva realizadas más de un centenar de obras, charlas, talleres y conferencias en todo el país y en el exterior. Es docente del Centro Cultural Ricardo Rojas, Universidad de Buenos Aires (UBA), donde desarrolla el curso de Aerosol Urbano.
PELADO SEGATORI pag 28
R A D I O
C O N
V O S
8 8 . 9
F . M
radio con vos Periodistas como Sietecase, Alejandro Vercovich, Ernesto Tenembaun, Marcelo Zlotogwiazda y María O´Donnel brindan una programación más que interesante si te animas a escuchar otras voces. Una radio que además ofrece una pagina en donde podes encontrar las mejores notas de cada semana.
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