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Educación

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Por Karina Velarde, periodista

PROTEGERNOS, NUESTRA PRIORIDAD

Cerca del 80% de la Red de Escuelas Salesianas de Chile ha recibido el “Sello Covid” que certifica el cumplimiento total de los protocolos preventivos.

Entregar seguridad a padres, apoderados y estudiantes para el retorno seguro a clases presenciales es una de las prioridades de nuestra congregación durante este tiempo de pandemia.

Para ello, durante 2020 las comunidades educativas de nuestra Red de Escuelas trabajaron en un plan de funcionamiento que contempló algún grado de presencialidad, según la realidad local.

Cada plan consideró protocolos en diagnóstico, contención socioemocional, adecuación curricular con priorización de contenidos y estrategias evaluativas, acompañamiento docente, comunicación estratégica con familias y estudiantes, además de protocolos de actuación ante brotes del virus.

Seguridad primero

Durante 2021, la Mutual de Seguridad Cámara Chilena de la Construcción ha otorgado el “Sello Covid” a 17 colegios salesianos, que corresponden a cerca del 80% de toda la red. Dicha certificación acredita que los establecimientos implementaron de forma satisfactoria las normativas y recomendaciones emanadas desde el Ministerio de Salud (Minsal), junto con la totalidad de acciones correspondientes a la gestión preventiva del Covid-19.

Los parámetros evaluados por la Mutual son: revisión de protocolos de limpieza y desinfección, seguridad sanitaria y laboral, retorno seguro a clases e Instructivo de Coronavirus, los que son fiscalizados por la Seremi de Salud y la Dirección del Trabajo.

Además, los planes consideran señalización, higienización, distribución de dispensadores de alcohol gel en todas las instalaciones, control en el ingreso y salida, reglamento y plan de emergencia interno.

El Sello Mutal Covid, una vez recibido, tiene vigencia de tres meses, con opción de revalidación.

Este reconocimiento es símbolo del compromiso adquirido por cada comunidad educativa pastoral salesiana del país hacia la protección de todos y la promoción del autocuidado en estos tiempos difíciles.

>Entrevista MIENTRAS MÁS DAMOS,

MÁS RECIBIMOS Por Karina Velarde, periodista

Luego de tres años de tratamiento contra el cáncer, Sor Lidia Castro espera con ansias su regreso a la misión en África.

Sor Lidia Castro nació en Parral, en 1963, y a los 16 años ingresó al aspirantado luego de descubrir su vocación a la vida religiosa en el Liceo María Auxiliadora de Santiago. Su vida misionera comenzó en 1996, cuando llegó a Zambia, y continuó en Sudáfrica desde 2004. Confiesa que fue a la misión a empaparse de la cultura, gente, modo de ver y hacer, “descalza”, como ella dice. Uno de los desafíos más importantes que vivió al principio fue su imposibilidad de comunicarse, “la falta de idioma fue difícil y frustrante, pues llegué sin saber inglés. Al inicio me llamaban “Sor Sonrisa”, porque no podía ni siquiera usar las pocas palabras que conocía”, recuerda.

Una samaritana entre mujeres

Se enfrentó a la pandemia del sida y a la gran vulnerabilidad que viven mujeres del continente africano desde su infancia a causa de su temprana iniciación sexual. “A los 12 años alguna niña ya es madre y, automáticamente, queda fuera del colegio. Nuestro trabajo consistía en dar charlas a mamás jóvenes y enseñarles lo básico para no ser dejadas atrás y así pudieran encontrar trabajo o iniciar pequeñas empresas”. También trabajó en la formación inicial y permanente de las Hijas de María Auxiliadora, servicio que desempeñó consciente de la importancia para el Instituto de las futuras generaciones.

En la salud y enfermedad

En 2018 se vio obligada a regresar a Chile por causa de un cáncer de mama. Su retorno fue gestionado por su familia e Inspectoría por la gravedad de su enfermedad. “Para mí fue difícil, pues no esperaba venir para mi tratamiento. Con el tiempo fui sanando, comprendiendo y agradeciendo, porque mis hermanas y familia me querían acá para acompañarme y ayudarme. Creo que eso fue importante y fundamental para que me sanara pronto”. Durante estos años ha sido parte de las comunidades de El Bosque, Lo Prado y Casa de Salud. Este tiempo de pandemia siempre ha tenido muy presente la situación en África y ha estado comunicada con sus hermanas a través de WhatsApp, llamadas telefónicas o emails.

“Todavía hay personas sin vacunar y hermanas que han fallecido por la situación socioeconómica del país. La pandemia ha sido una experiencia de aprendizaje. De buscar nuevos recursos para comunicar y abrazar a la gente de manera distinta”, comenta.

Si vas para África

En septiembre está programado su regreso a la misión, lo que espera con ansias y emoción. Tiene sus maletas preparadas hace tiempo. Sabe que la misión en Chile es igual de significativa, porque hay mucha pobreza y trabajo por hacer, pero en su corazón abraza la certeza de que está llamada a la misión “ad gentes”. “Es difícil de explicar, pero es como que a uno le quema tanto por dentro, que uno sabe que aún prestando un servicio en su patria, seguirá quemando”.

Antes de su regreso, invita a los jóvenes a no temerle a la misión o a una experiencia de voluntariado, pues “uno no va solamente a entregar, sino que se enriquece como persona. Lo que traerán de vuelta en sus maletas y corazones será mucho más de lo que podrían haber pensado que llevaban. Porque mientras más damos, más recibimos. ¡Ánimo!, porque se puede”.

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