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AQUÍ Y AHORA
El diálogo de la Iglesia con el mundo
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visto por una mujer
“La primera clave del diálogo es la escucha (...) El mundo actual emite continuamente “La primera clave del diálogo es la escucha (...) El mundo actual emite continuamente 'ruidos', por la sobreestimulación y sobreinformación que acaba por desinformar e 'ruidos', por la sobreestimulación y sobreinformación que acaba por desinformar e incomunicar. Ponerse en clave de escucha es, por tanto, contracultural”, afirma Rosa incomunicar. Ponerse en clave de escucha es, por tanto, contracultural”, afirma Rosa Ramos, magister en Ciencias Religiosas y profesora de Filosofía, para explicar cómo puede Ramos, magister en Ciencias Religiosas y profesora de Filosofía, para explicar cómo puede dialogar la Iglesia con el mundo de hoy. dialogar la Iglesia con el mundo de hoy. En ese sentido afirma que dialogar con el mundo actual “exige escuchar respetuosamente y En ese sentido afirma que dialogar con el mundo actual “exige escuchar respetuosamente y aceptar que otros piensen o vivan de modos diferentes”, como lo dijo al exponer recienteaceptar que otros piensen o vivan de modos diferentes”, como lo dijo al exponer recientemente en un curso organizado por el CELAM en el que disertó sobre las “Claves para el mente en un curso organizado por el CELAM en el que disertó sobre las “Claves para el encuentro dialogal”. encuentro dialogal”. Y para tener pautas de cómo lograrlo, Ramos invita “a leer, a rezar, a profundizar y a Y para tener pautas de cómo lograrlo, Ramos invita “a leer, a rezar, a profundizar y a compartir en las comunidades” la Encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco que invita al compartir en las comunidades” la Encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco que invita al diálogo. “Además de fundamentar bíblica y teológicamente la prioridad de la fraternidad diálogo. “Además de fundamentar bíblica y teológicamente la prioridad de la fraternidad universal, el Papa va desglosando el cómo hacerlo, por eso invito a la reflexión personal y universal, el Papa va desglosando el cómo hacerlo, por eso invito a la reflexión personal y comunitaria de este documento”, recomienda.comunitaria de este documento”, recomienda.
Ramos cita dos de las grandes Constituciones de la Iglesia para entender su papel. En la Constitución Lumen gentium (una de las cuatro Constituciones promulgadas por el Concilio Vaticano II) que aunque tenga más de 50 años en su opinión es un aporte vigente, se establece que “la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1).
La otra es la Constitución Gaudium et spes, que en el primer punto se refiere a la Iglesia en el mundo: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”. Ramos invita no solo a conocer estos textos sino a sentirlos y vivirlos.
La Iglesia suele aparecer en la opinión pública cuando hay debates como la eutanasia, el aborto u otros temas que despiertan polémica, pero su mayor campo de acción está en lo cotidiano, donde los hombres y las mujeres tienen sus desvelos y sus alegrías. Ramos opina que “no contribuye al diálogo que siempre sean ciertos actores de la Iglesia los que aparecen en los medios de comunicación en ese tipo de debates y cuando se tratan esos temas, porque la Iglesia somos todos los bautizados y bautizadas, seguidores de Jesús”. “La presencia de los cristianos está en todos los ámbitos de la sociedad: política, economía, arte, educación formal y no formal, etc. (es lo que plantea el Concilio Vaticano II, que ya citó). Sin duda la presencia y el aporte fundamental es o debería ser allí donde la vida está amenazada, en las periferias para utilizar el lenguaje de Francisco, donde están los caídos, los desposeídos, los asaltados o atropellados en sus derechos humanos fundamentales”, dice.
“Somos presencia cada uno y cada comunidad, además estamos en organizaciones eclesiales como la Pastoral Social, Penitencial, los acompañamientos a migrantes, a personas con discapacidad, en situación de dependencia, de prostitución, de calle, en peligro de ser víctima de redes de tratas de personas… Allí estamos y debiéramos estar más, amando y sirviendo, previniendo”, enfatiza.
Recordando una vez más que “la Iglesia somos todos los bautizados que intentamos seguir las huellas del Maestro”, Ramos apunta que estamos llamados a ser “evangelios vivientes en donde estamos: estudio, trabajo, barrio, asociaciones civiles que compartimos con personas de buena voluntad, sean católicas, de otras confesiones religiosas, agnósticas o ateas”.
En ese sentido trae a colación lo que dice Jesús en el Evangelio: “No se enciende una luz para ponerla debajo de un mueble, sino para que ilumine toda la casa” (Mt. 5, 15), y lo relaciona con el llamado a “hacer visible lo invisible en la oscuridad”. “Como Iglesia estamos llamados y llamadas a desenterrar tesoros de nuestra sociedad, de nuestra
cultura, es decir, se nos pide iluminar lo bueno y bello que existe ´en la casa´, así como poner a la luz denunciar proféticamente aquello que hace daño, degrada, menoscaba a cualquier persona en su desarrollo pleno”.
Al ser consultada sobre cómo llevar esa tarea en un país laico como Uruguay, Ramos sostiene que nuestro país “es una tierra fértil para la buena semilla, pero recordemos que ser semilla implica enterrarse, hundirse en la oscuridad para romperse y así dar fruto”.
Descubrir el llamado de las mujeres
Por último, Ramos se refirió al aporte del género femenino en la Iglesia y empezó puntualizando que “´la mujer´ no existe; existen, existimos, mujeres en nuestra diversidad social, económica, cultural, racial, etcétera. Las mujeres somos omnipresentes en la sociedad, estamos en la historia, en el mundo y, por lo tanto, también en la Iglesia”.
En lo que refiere a los ministerios servicios de la Iglesia, las mujeres “están en muchos y faltan en otros”. De todos modos, asegura que “la presencia de la mujer debería ser igual a la del varón por aquello de San Pablo: ´ya no hay ni judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón ni mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús´. Pero, admite, nos cuesta mucho aceptarlo”.
Ramos aclara que el lugar que ocupa cada mujer corresponde a las vocaciones llamados de Dios—.“Personalmente me he sentido felizmente llamada a ser mujer laica comprometida. En función de mis talentos y formación, he servido en la educación, la comunicación y la evangelización de bautizados que quieren vivir una fe madura y ser agentes pastorales responsables. He dedicado mi vida a la formación, también al acompañamiento de procesos de fe. Actualmente doy cursos, talleres, exposiciones, retiros, además de escribir y estar disponible para diferentes llamados”, cuenta.
“Creo que las mujeres cristianas tenemos que descubrir nuestra dignidad de hijas de Dios y a qué estamos llamadas y procurar ser fieles creativamente, es decir abiertas y en proceso de aprendizaje continuo”, concluye.
Maestría en Ciencias Religiosas (título otorgado por Facultad de Teología del Uruguay). Diplomado en Educación y Pastoral Educativa.
Profesorado de Filosofía del IPA (ejerció durante 38 años).
Autora de dos libros ¿Espiritualidad Uruguaya? Una mirada posconciliar, 2013; Historias mínimas. Rendijas al misterio humano (2019) .
Miembro de Amerindia y del Consejo Ejecutivo Nacional de Cáritas Uruguaya y el Equipo de Formación y Espiritualidad de Cáritas Latinoamericana y Caribeña.