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UNA MANO AMIGA
María Noel Giudice
La presencia cercana que transforma
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Recibió el regalo del carisma salesiano por ósmosis, contagiada por su padre ya jubilado tras 25 años de trabajo en la Escuela de Oficios Don Bosco (EODB) ubicada en el barrio Marconi.
María Noel Giudice trabaja hace 8 años en esa casa salesiana y ha desempeñado distintos roles: primero como docente de Gastronomía, luego acompañó al docente de Carpintería y, actualmente, es referente grupal y animadora.
Está convencida de que la mejor manera de llegar a los gurises y gurisas del barrio es tal como lo hacía Don Bosco, “desde la espiritualidad y la sencillez de los vínculos”.
Le preocupa la violencia imperante en el barrio tanto como la indiferencia de la sociedad ante esa cruda realidad, y su gran afán es aportar su granito de arena “para que los gurises se eduquen y cambien su forma de relacionarse”.
¿Cómo nació tu vinculación con la Familia Salesiana?
Desde que era muy chica, ya que mi papá trabajó más de 25 años en la Escuela de Oficios Don Bosco y en Tacurú. Yo no era salesiana ni estaba muy vinculada a lo religioso. Cuando mi padre ya estaba jubilado, en la EODB precisaron a alguien para dar el taller de Gastronomía de primer año y empecé a trabajar y ya llevo 8 años. También fui docente de carpintería y referente grupal de animación, que es un pilar muy fuerte en la Escuela, de hecho actualmente soy referente grupal y animadora.
¿Cómo fue ser docente de un oficio propio de hombres?
Tras estar un tiempo en la animación, justo la Escuela dio un giro, una muy buena apuesta, de que los gurises rotaran por los diferentes talleres de oficios antes de definir a cuál ir. En ese marco, me propusieron acompañar al docente de carpintería. Fue una buena idea porque era un taller estereotipado para ser solo de hombres, y eso tiene que ver con la familia, las costumbres. Eso generó un cambio. Ya el primer año entró una gurisa, y en el segundo eran cinco, y después más, y eso para mí fue algo esencial. Y eso que no tenía ninguna experiencia en el tema más allá de que mi padre es carpintero, pero fui aprendiendo poco a poco hasta ser una más. Son cambios que se van dando poco a poco en la sociedad, el de romper estereotipos, pero en el barrio eso se da más lento. Hay más barreras, pero se logró un avance.
¿Y en otros cursos también se dio esto?
También entraron chiquilinas en electricidad. Y al mismo tiempo varones se animaron a entrar a hacer arte en telas, menos, pero algunos se sumaron. Es un trabajo para seguir haciendo poquito a poco. Sí se ve más naturalizado a pesar de los tabúes. Siempre hemos aprendido juntos, docentes y gurises, y lo bueno es que se dio naturalmente y todo el tiempo.
¿Qué te atrae del carisma salesiano y qué desafíos considerás que tienes para conectar más con los jóvenes y el barrio?
Creo que ya lo trasmito el carisma sin darme cuenta porque lo llevo adentro. Yo lo recibí casi por ósmosis de mi padre. Se da a través de la cercanía, de la sencillez, del acompañamiento amoroso, pero con límites. Desde la espiritualidad de cada uno. Creo mucho en lo que decía Don Bosco de que a través del vínculo se dan cosas maravillosas. Busco transmitir el carisma salesiano desde la espiritualidad y la sencillez de los vínculos.
¿Qué desafíos tiene la Iglesia a tu entender hoy en día? ¿Le está llegando su mensaje a la gente del barrio?
Hay un gran desafío. No tiene la llegada que quiere tener aunque hay presencia de distintas instituciones religiosas. Creo que llega en otras formas, como ser con la presencia cercana. Si lo ponemos como la Palabra de Dios, no, pero sí en cosas concretas, como es lo que hacemos en el barrio. Con la oración que muchos quieren y con otras formas. El barrio sigue creyendo en otros referentes que ya no están, como ser el Padre Cacho, pero no se identifican con la Iglesia Católica, sino más bien con las evangélicas. En la zona solo está el oratorio en Tacurú, y eso falta, sumado a que no hay presencia del Estado.
¿Qué te preocupa y qué te motiva de la realidad social?
Me preocupa, tras vivir varios episodios en la Escuela, que tengamos tan naturalizada la violencia, y me incluyo, más allá de que moviliza mucho. ¿Cómo puede ser que en un mes maten a dos gurises de cinco años en balaceras? ¿Qué pasen por la TV imágenes de violencia, y que no se genere nada? No hablo solo de las balas, sino de una violencia estructural muy fuerte y de cómo aguanta la gente esa forma de vivir y en una sociedad completamente indiferente. No hay cambios sustanciales. Y lo que me motiva es hacer todo lo que puedo desde mi lugar para transformar esta sociedad y minimizar la brecha social, y lo mismo con la violencia. No sé cómo se hace, pero desde mi rol trato de aportar mi granito de arena para que los gurises se eduquen y cambien su forma de relacionarse. El día que no me movilice algo por dentro me voy de ese lugar. Tengo que sentir que estoy aportando. La educación es la base de la transformación.
PERFIL
María Noel Giudice tiene 35 años. Trabajó muchos años en gastronomía en Uruguay y España. Cursó primaria y secundaria en la educación pública. Además de su trabajo en la EODB es tallerista en un Club de Niños del Cerrito de la Victoria.