Reflexión II Domingo de Pascua

Page 1

II Domingo de Pascua

Seminario de Nogales


Reflexión II Domingo de Pascua Sem. Jesús Isbaal Varela Este Domingo, segundo de Pascua, la liturgia nos propone las siguientes lecturas: Hchs 2,42-47; Salmo 118 (117); 1 Pe 1, 3-9 y el Evangelio según san Juan 20,19-31. “La paz, este con ustedes” con esas palabras, Jesús se presentaba a los discípulos, y con esas mismas palabras hoy me gustaría comenzar esta reflexión.

El Evangelio de Juan nos narra como Jesús se aparece a los discípulos el mismo día de la resurrección, poco después de que María Magdalena llegara corriendo a donde ellos para darles la buena noticia de la tumba vacía y el Señor resucitado. Jesús se presenta en medio de ellos, en el lugar donde estaban escondidos, por miedo, por cobardes, por temor a ser asesinados al igual que su Maestro. En medio del terror, el temor y la incertidumbre, Jesús trae la paz. Una paz que no es efímera, ni mucho menos vana o terrestre. Jesús trae la paz que viene de Dios, una paz que sostiene, una paz que potencia al hombre a alcanzar la plenitud.

En la primera lectura, en los hechos de Apóstoles, leemos como vivieron las primeras comunidades cristianas: “los que habían sido bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivían unidos y participaban en la fracción del pan y en las oraciones” (Hchs 2,42). La paz que viene de Dios nos permite vivir despreocupados por las cosas vanas y terrenas, poniendo siempre nuestra mirada en la vida eterna, preocupados más por nuestra morada en el cielo que por nuestras necesidades terrenas e invitándonos siempre a vivir en comunión construyendo la justicia y la paz.

“Vivían impresionados por que eran muchos los prodigios que los apóstoles realizaban” (Hchs 2,43). La paz de Dios no llego sola, el Evangelista después narra como Jesús que, posteriormente de identificarse mediante sus benditas llagas, Jesús les da a los apóstoles el Espíritu Santo, dándoles el poder y enviándolos a perdonar los pecados (Jn 20,2123). No son los méritos, ni la perseverancia de aquellos hombres lo que les da la autoridad para perdonar los pecados, es la Gracia que llega por la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Es por Él, solamente por Él que nosotros hemos sido justificados y perdonados. Gracias a Jesús tenemos Paz, porque gracias a Él la deuda que teníamos por nuestros pecados ha sido saldada, borrada y olvidada. Por eso, que bella es la alabanza que proclama Pedro en la segunda lectura: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia, a través de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho renacer para una esperanza viva” (1Pe 1,3).


Gracias a la caridad de Dios Padre, que por medio de Jesucristo nuestro Señor ha tenido con nosotros, somos hombres y mujeres libres. Gracias al sacrificio hecho por Cristo tenemos la esperanza viva de la vida Eterna, porque la muerte fue vencida.

Sin embargo, en la reunión donde los apóstoles vieron a Jesús no estaba Tomás, y al escuchar el testimonio de sus amigos, Tomás duda poniendo como condición para creer no solo ver al maestro sino además tocar con sus propias manos el milagro de la resurrección. Jesús accede a esta petición que aquél Apóstol incrédulo exigió, pero las palabras de Jesús son duras: “acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y métela en costado. Y no seas incrédulo sino creyente” (Jn 20, 27). Actualmente muchos de nosotros nos decimos creyentes de Jesús, proclamamos y aseguramos seguirlo a Él, pero muchas veces también actuamos como este apóstol que duda del poder y la misericordia de Dios.

Hoy el Evangelio nos recuerda, que a pesar del terror, el miedo, la persecución y el caos, Dios nos trae la Paz, Dios nos da el Perdón, Dios sostiene nuestras vidas. Por esto no actuemos como el discípulo incrédulo que ante el testimonio de sus amigos duda, sino seamos creyentes del milagro de Dios, vivamos en la fe y demos testimonio de ella, no preocupándonos por aquello que nos roba la paz: la pobreza, la guerra, el hambre, el poseer cada día más. ¡No! seamos creyentes de Aquel que esta junto al Padre y nos ha preparado una morada, creamos en Aquél que nos reservado una herencia en los cielos, que nos custodia mediante la fe y la salvación (Cfr. 1Pe 1,4-5).

“Dichosos los que han creído sin haber visto” (Jn 20, 29)

¡Qué la paz de Dios llene nuestras vidas!

isbaalvg@hotmail.com

/PastoralVocacionalNogales /VocaccionandoNogales /PVocacionalNog /PastoralVocacionalNogales


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.