VI Domingo de Pascua
Seminario de Nogales
Reflexión VI Domingo de Pascua Sem. Jesús Alexis Gomez Escalante
“Si me aman, guardaran mis mandamientos” (v.5) Cumplir los mandamientos no significa un simple cumplimiento de algunos preceptos o de algunas normas. Cuando amamos a Dios, a los demás y a nosotros mismos, cumplimos los mandamientos de manera automática, son consecuencia del amor. Es indispensable que nuestro servicio se complemente con el amor, en la medida en que amamos podemos medir como esta nuestro servicio. A veces nos centramos más en los mandamientos, que en el amor.
“Yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, para que este siempre con ustedes” (v.6) Jesús nos da la promesa del Espíritu Santo, es quién guía y asiste a la Iglesia. Podemos decir que es el acompañante seguro de nuestras decisiones. No estamos solos en el peregrinaje terreno. Es la fuente de nuestras fuerzas espirituales, nos ayuda a salir adelante. Sin embargo a pesar de que Él puede transformarlo todo necesita de mi disposición para actuar en mí. El Espíritu Santo es el continuador de las obras de Jesús.
“No os dejaré huérfanos: volveré a ustedes” (v.18) Jesús nos garantiza su presencia permanente. Todo lo que hagamos en su nombre no será en vano porque Él permanece en nosotros en cada momento, una promesa que indudablemente cuesta entender en un primer momento, pero que cuando nos dejamos guiar por su Espíritu Santo es cuando podemos ver con claridad.
El Espíritu de la comunidad cristiana, es lo que nos distingue de cualquier otra organización, es la vivencia generosa del amor fraterno y el servicio a los hermanos. Lo que nos hace salir en búsqueda de los no creyentes, pues en ellos también obra su presencia, el que nos hace perdonar, acabar con toda discriminación y luchar por la justicia (justicia y acción del Espíritu van unidos). Porque nos hace ver y comprender lo que otros no ven, descubrir lo que hay más allá de una realidad, que parece imponerse y que no se puede transformar.
Si lo acogemos en el silencio y la oración, nos hará vernos a nosotros mismos de otra manera, pero sobre todo a través del discernimiento, despertará a la Iglesia a la primavera de la Pascua. Sin Espíritu no se puede entender la vida comunitaria, ¿no radicarán aquí muchos de nuestros problemas?, ya nos decía San Pablo: “No extingáis el Espíritu”. El asunto es, la importancia que damos a la ley, la tradición y las normas, en contra de discernir en nuestras asambleas comunitarias, lo que el Espíritu nos pide en cada situación histórica
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