UN RENUEVO ESPIRITUAL
6
Cuatro prop贸sitos de Dios para tu vida
www.revistaaguaviva.com
Año 14 · Nº 65 · Abril-Junio 2014
Consejeros Espirituales Fernando Saravia Marianela de Saravia
Contenido
Editora Lorena Farrach Asesor Administrativo Francisco Castañeda Redactores Osberto Ruano Lissette de Archila Lourdes de Castañeda Cesar Castañeda Armando Molina
Corrección de Texto Paola de Pajares María Inés Moeschler
La buena noticia
6
Cuatro propósitos de Dios para tu vida
8
Hoy en el mundo El adulterio a los ojos de Dios
11
Espada de la palabra Jesús y su discipulado
Diseño Gráfico Rony Chiché Impresión CIFGA
13
Los milagros continúan Una vida misionera
17
Estemos siempre preparados
Decisiones
20
Mujeres de proverbios El juicio que trae condena
Vida de alabanza
23
El mejor momento para alabar a Dios
26
Entretenimiento Las coronas de los fieles
escribenos@revistaaguaviva.com
Editorial ¡Pídeme, y te daré por herencia las naciones! Gracias a la bendición de Dios y el apoyo de muchas personas que han dicho que sí al llamado de Dios para trabajar en este ministerio como consejeros espirituales, redactores, diagramador, diseñadores de la página web y redes sociales, correctores de redacción, contador, imprenta, ofrendantes, recolección de ofrendas, mensajero, etc…. Revista Agua Viva cumple 6 años de su segunda etapa. Si, Revista Agua Viva comenzó su primera etapa en 1993, como un esfuerzo del amor de Dios por alcanzar a los presos y enfermos, y se estuvo distribuyendo hasta el año 2,000, cuando sentimos que Dios hablaba a nuestro corazón para dejar de imprimir la revista. Así que paramos de hacerla, sin la esperanza de que algún día se volviera a imprimir; pero durante el mes de diciembre del 2007, el Señor volvió a hablar a nuestro corazón, diciéndonos que volviéramos a imprimirla. Y cómo son las cosas sobrenaturales de Dios cuando algo es su voluntad, como dice en Apocalipsis 3:8 Él abre puertas que nadie puede cerrar, y al compartirles al equipo de personas de Agua Viva, todos volvieron
www.revistaaguaviva.com
a tomar sus puestos, y para abril del 2008 estábamos imprimiendo la primera edición de la segunda etapa de la revista. Así que ahorita, en abril 2014, cumplimos 6 años!!! Durante este tiempo, Dios nos ha permitido llevar la revista a cárceles, hospitales y clínicas médicas de Guatemala y de El Salvador, y llegar por medio de facebook y de twitter a personas que se encuentran en países como Colombia, Paraguay, España, México, Estados Unidos, entre otros… Y escuchar los testimonios de muchas personas. Gracias Dios por permitirnos ser testigos de tu poder y de ver cómo Tú llevas por medio de tu Espíritu, salvación, consuelo, ánimo, corrección y un refresco espiritual a tantas personas… El único nombre que queremos que sea glorificado en este ministerio es el de Jesús a quien damos toda la gloria y la alabanza por todo lo que ha sucedido en estos años y por todos los años más que Él nos permita seguirle sirviendo a través de este ministerio.
Cuatro propósitos de Dios para tu vida
Por: Osberto Ruano
A “He oído a varias personas preguntarse para qué vinieron a este mundo, de donde vienen y a donde van, preguntas existenciales que todo ser humano debería cuestionarse”.
un hay algunos cristianos que pasan preguntándole a Dios, cuál es su voluntad para sus vidas, y nunca se acercan a ver qué dice la Palabra de Dios. La respuesta verdadera y real a cada pregunta está en las Sagradas Escrituras. En 1 Timoteo 2:4, la biblia dice, refiriéndose a Dios: “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” Para aquellos que llevan algún tiempo de andar buscando cuál será el propósito de Dios para su vida, este pasaje nos dice claramente lo que Dios quiere.
1. Que todos los hombres sean salvos, y entre todos los hombres estás incluído tú Ezequiel 33:11, “Diles: Vivo yo, dice Yhwh el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”. Dios no quiere que mueras, aunque te sientas demasiado malo para ser objeto de su misericordia. Hay personas que creen que el pecado que cometieron es tan grande, que no tienen perdón de Dios, pero Dios dice lo contrario. No hay pecado tan grave que la Sangre de Cristo no pueda limpiar.
En Isaías 1:18 Dios te dice: “Venid luego, dice Yhwh, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. Ahora te podrías preguntar: ¿Salvo de qué? Entre otras: * De la muerte eterna, es decir, de una eternidad separado de Dios. Salmos 68:20, “Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, y de Yhwh el Señor es el librar de la muerte”. * De la mano del enemigo, del adversario, del Diablo. Salmos 106:10, “Los salvó de mano del enemigo, y los rescató de mano del adversario”. * Del Poder de las tinieblas. Colosenses 1:13, “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. * Del aguijón de la muerte y del poder del pecado. 1 Corintios 15:55-57, “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. * De la esclavitud de la ley. Gálatas 4:5, “para que (Jesucristo) redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. ¿No crees que vale la pena entregarle tu vida a Cristo y alcanzar salvación? Si tu respuesta es SI, luego de haber creído lo escrito en las líneas anteriores, debes confesar con tu boca en voz audible una sencilla oración: Señor Jesús, me arrepiento de mis pecados y te pido perdón.
Confieso que te necesito y te pido que entres en mi corazón. Te recibo como mi Salvador y como el Señor de mi vida. Amén!!! Si hiciste esta oración con todo tu corazón, se ha cumplido la primera parte del propósito en tu vida.
2. Venir al conocimiento de la verdad Jesús es la verdad. Juan 14:6, “Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Al recibirlo en tu corazón has tenido el primer acercamiento a Él, pero esto es sólo el primer paso. Cuando yo vi por primera vez a Carla, quien ahora es mi esposa, tuve mi primer acercamiento a ella, la conocí, la empecé a frecuentar y la conocí como amiga, luego le declaré mi amor y la conocí como novia, luego nos casamos y la conocí como esposa, luego vinieron los hijos y la conocí como mamá, y así voy conociéndola cada vez más. Cuando la Biblia habla de conocer, está hablando de intimidad, por ejemplo Génesis 4:1, “Conoció Adán a su mujer, Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín”, es decir, Adán tuvo intimidad con Eva. Y tú estás llamado a crecer en el conocimiento de Jesucristo, es decir, conocerlo cada vez más hasta la intimidad. 2 Pedro 3:18, “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Ahora, déjame darte algunos tips para crecer en el conocimiento de Jesucristo:
a) Estudiar la Biblia. Jesús es el Verbo, la Palabra de Dios. A través de estudiar su Palabra puedes conocer diferentes facetas de Jesucristo y llevarlas a tu vida.
Por ejemplo, al recibir a Cristo en tu corazón, lo has conocido como tu Salvador personal; al atravesar por una situación económica difícil y de repente viene una provisión milagrosa, lo conoces como tu proveedor; si te enfermas y recibes un milagro de sanidad, lo conoces como tu sanador, no sólo en teoría, sino vivencialmente. Su Palabra es el conjunto de cartas de tu Padre para ti, en las cuales te cuenta lo que siente, cómo piensa, qué espera de ti, etc.
b) Orar: Lucas 18:1, “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”. Orar es un diálogo necesario con Dios, en el cual tú le hablas y abres tu corazón delante de Él, y Él se revela a ti a través de pensamientos, de visiones o de su Palabra. c)
Congregarse: Hebreos 10:25, “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Como dicen, un leño no arde solo, es necesario compartir con personas crecidas en Cristo que nos ayuden a crecer en el conocimiento de la Verdad.
3. Ser hacedor de la Palabra Santiago 1:22, “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. Una vida de santidad es un efecto de crecer en el conocimiento de Jesucristo, quien es la Verdad y la Palabra. Juan 17:17, “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.
4. Llevar el mensaje de salvación para que todos los hombres sean salvos, así como tú has sido salvo Mateo 16:15, “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.
Hoy en el mundo El adulterio a los ojos de Dios
Por: Lissette de Archila
Es una acción que degenera la misma célula de una sociedad, y que va enfermando el corazón del hombre, luego a familias enteras, sociedades y naciones.
i
magina una pradera. Hay pasto verde, plantas en flor, árboles frondosos y aire fresco. Repentinamente, el cielo oscurece. En un instante, la invade una plaga incontrolable que come sin medida ni freno todo lo que tiene vida en esa pradera, hasta dejarla seca, árida y destruida, como un desierto. Todo el verdor que daba vida a la pradera se transforma en pálidos escenarios que evocan dolor y soledad. Así sucede cuando el adulterio entra en una familia. Una familia se forma por amor, y empieza a crecer y multiplicarse porque deciden dos personas unirse para caminar juntos el resto de sus años y procrear una familia. El matrimonio empieza con ilusiones que brotan de sueños comunes entre el esposo y la esposa, porque se aman y desean estar juntos hasta que la muerte los separe.
El acto sexual fuera del matrimonio El acto sexual es un regalo que Dios dio al hombre para ser disfrutado únicamente dentro del matrimonio. Es un momento en el que se funde el alma, cuerpo y espíritu de dos personas. Tiene dos propósitos: primero, el de procrear hijos. Segundo, el de fomentar la unión única y exclusiva con su compañera de juventud. Es un acto que nace del amor y la pureza que comparten esposo y esposa para disfrutarse mutuamente ante la presencia de Dios.
El matrimonio según Dios “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6). El matrimonio es una ordenanza de Dios, en donde se unen dos seres distintos mediante el Espíritu de Dios y su Palabra.. Esta unión es santa y milagrosa. A nivel espiritual, en el momento en que se une una pareja en pacto matrimonial, su espíritu y su alma se funden ante la presencia de Dios, para cambiar la naturaleza de seres independientes a seres unidos hasta que la muerte los separa. En un matrimonio nace, por así decirlo, un nuevo ser hecho de una sola carne, para procrear una familia.
Cuando se comete adulterio, se corrompe esta unión. Se contamina y profana el lecho matrimonial. Cuando dos personas adúlteras se unen en el acto sexual, la perversión es a nivel de cuerpo, alma y espíritu. Se rompe la santidad que Dios había creado en ese hogar, y entra algo sucio, deshonroso y maloliente en la unión conyugal. Esta nueva unión es indisoluble para Dios porque fue Él quien lo unió. Dios mismo fue testigo de la promesa que se hizo ante un altar y una autoridad (civil y religiosa). Ante los ojos del cielo y de la tierra, nació un nuevo ser espiritual. El lazo, la cerradura que mantiene esta unión se llama matrimonio. El propósito de esta unión es procrear hijos que aumenten el pueblo de Dios. “¿Acaso no es un mismo Dios el que ha hecho el cuerpo y el espíritu? ¿Y qué requiere ese Dios sino descendientes que le sean consagrados? ¡Cuiden ustedes, pues, de su propio espíritu, y no falten a la promesa que le hicieron a la esposa de su juventud”! (Malaquías 2:15)
1 Corintios 6:16-18 dice: ¿No saben ustedes que cuando un hombre se une con una prostituta, se hacen los dos un solo cuerpo? Pues la Escritura dice: «Los dos serán como una sola persona.» Pero cuando alguien se une al Señor, se hace espiritualmente uno con él. Huyan, pues, de la prostitución. Cualquier otro pecado que una persona comete, no afecta a su cuerpo; pero el que se entrega a la prostitución, peca contra su propio cuerpo. Hay pecados que sólo son externos, pero el adulterio y la fornicación son internos también. Cuando el cuerpo se ve envuelto en estos pecados, contamina el espíritu del hombre, que es el lugar en donde mora el Espíritu de Dios y se le arroja inmundicia.
Consecuencias del adulterio El hombre o mujer adúltera es engañado por dos espíritus: el primero es el de la ceguera espiritual. La persona que está en adulterio estará ciego a la verdad y pierde la facultad de ver la luz de Dios. Su mente empieza a percibir de manera equivocada la vida y, así mismo, oye en su corazón una voz que le dice que merece “ser feliz”, sin importar el daño que haga a su hogar. Segundo, lo seduce un espíritu de “fascinación”. La persona adúltera empieza a ver su pareja de pecado como alguien perfecto y sin errores, y en su mente considera que es la persona ideal, quien verdaderamente la hará feliz. Pero la Biblia establece que el alma del adúltero se enlaza a la muerte eterna. Al principio, es algo agradable y emocionante. No se piensa en las consecuencias, y creen que es algo bueno para los que participan en ello. Hay entre ellos experiencias de éxtasis y emociones fuertes. Pero el final, es amargo y doloroso. Después de un tiempo, la relación adúltera trae sufrimiento y desasosiego, y lo que un día parecía un paraíso, termina en desierto árido y tenebroso.
“Pues la mujer ajena habla con dulzura y su voz es más suave que el aceite; pero termina siendo más amarga que el ajenjo y más cortante que una espada de dos filos. Andar con ella conduce a la muerte; sus pasos llevan directamente al sepulcro. A ella no le importa el camino de la vida ni se fija en lo inseguro de sus pasos.” Prov 5:3-5 El adulterio destruye el hogar, y busca alejar al cónyuge de su lado para estar con alguien más. En el camino, destruye el corazón de los hijos, la felicidad del hogar y la armonía de la familia. Provoca llanto y extremo dolor en el cónyuge traicionado. Se rompe en pedazos las ilusiones de la pareja, y queda en el olvido los planes que habían trazado juntos al casarse. Consecuentemente, la persona adúltera, sin lugar a dudas, irá en espiral descendente a la destrucción de su vida. Llegará el día en que perderá su paz, y no encontrará consuelo en ningún lado. El adulterio hace imposible que el hombre tenga relación con Dios, por lo tanto, vive en tiniebla y angustia, aunque quiera aparentar que está bien. Malaquias 2:13-16 dice: Pero ustedes aún hacen más: inundan de lágrimas el altar del Señor, y lloran con grandes lamentos porque el Señor ya no acepta con gusto sus ofrendas. ¿Y aún preguntan ustedes por qué? Pues porque el Señor es testigo de que tú has faltado a la promesa que le hiciste a la mujer con quien te casaste cuando eras joven. ¡Era tu compañera, y tú le prometiste fidelidad! ¿Acaso no es un mismo Dios el que ha hecho el cuerpo y el espíritu?
¿Y qué requiere ese Dios sino descendientes que le sean consagrados? ¡Cuiden ustedes, pues, de su propio espíritu, y no falten a la promesa que le hicieron a la esposa de su juventud! El Señor Dios de Israel, el todopoderoso, dice: «¡Cuiden, pues, de su propio espíritu, y no sean infieles; pues yo aborrezco al que se divorcia de su esposa y se mancha cometiendo esa maldad!»
La única salida: El arrepentimiento La buena noticia es que Jesús pagó por todos los pecados del hombre en la cruz. Él vino por los que están perdidos, los que están en pecado separados de Dios. Y si confesamos nuestro pecado y nos arrepentimos de lo que hemos hecho, Él será fiel en perdonarnos. Amado lector, si al leer estas palabras te das cuenta de que hay adulterio en tu vida, y deseas dejarlo, huye de esa relación, y termínala tan pronto como sea posible. Dios nunca bendecirá algo que está fuera de su voluntad, y el fin será doloroso. Luego, pide sincero perdón a Dios. El arrepentimiento verdadero es cambiar de estilo de vida. Si verdaderamente nos arrepentimos, entonces dejaremos el pecado que cometíamos y buscaremos una vida que agrade a Dios. Busca restaurar tu vida, y la relación con tu cónyuge. Hay consejeros que te pueden ayudar a salir del adulterio, si es que no puedes por ti mismo. Pero el mejor consejero es Jesús. Ora, clama por su ayuda, lee su palabra y espera en Él. Dios puede restituirlo todo si se lo pedimos!
Jesús y su Discipulado
Por: Armando Molina
Uno de los aspectos de la gran comisión que el Señor dejó a la Iglesia es la de anunciar a todos la buena noticia y hacer discípulos.
P
ues bien, nuestro modelo para edificar y hacer crecer la iglesia debe ser el mismo que el del Señor Jesucristo. En sus conversaciones y métodos, vemos que si bien Él estaba definitivamente interesado en llamar y abrir las puertas a todas las personas, nunca suavizó su mensaje con tal de ganar seguidores. Uno de los puntos principales que vemos en sus tratos con candidatos a discípulos es que Él estaba interesado en que los que querían seguirlo estuvieran claros de las implicaciones de hacerlo y no tuvieran un falso concepto de lo que es la vida cristiana. Entender mal lo que es la conversión y el discipulado es colocar un fundamento débil en nuestra vida. Si una persona ha de llamarse a sí misma creyente o cristiana, debe estar segura de lo que eso implica.
Dos maneras de presentar el evangelio En la actualidad vemos dos maneras de presentar el Evangelio.
1. Bajo el primer modelo parecería que nos acercamos a Dios como consumidores. Él tiene que hacer su mejor esfuerzo para convencernos que creer en Él nos conviene. Nosotros comparamos la oferta y decidimos si comprar el producto o no. Bajo este modelo, la presentación del Evangelio se hace enfatizando los beneficios, especialmente aquellos más deseables, desde el punto de vista humano e incluso, a veces, llegando a ofrecer bendiciones materiales que supuestamente Dios estará casi obligado a repartir si uno le hace el favor de seguirlo. Una persona a la que se le presenta así el evangelio, tendrá expectativas y conducta muy diferente, comparada a si se le anunció la buena noticia de la forma en cómo Jesús o el apóstol Pablo lo hacía.
2. En el segundo enfoque, el de Jesús, Pablo y los demás apóstoles, se proclama o anuncia una buena noticia. Esta buena noticia es un anuncio de la obra de Jesús por nosotros, no un producto a evaluar. Pero al mismo tiempo, se nos anuncia que somos pecadores y se nos insiste en la necesidad de arrepentirnos. Por la obra de Jesús podemos recibir el perdón de esos pecados y somos llamados de allí en adelante a vivir con fe y obediencia. Bajo esta perspectiva, tenemos la bendición de ser llamados Hijos de Dios, y tenemos acceso a su presencia y derecho a sus promesas, pero esto no nos exime ni de dificultades ni de sufrimiento. Lo que sí nos asegura es la fiel presencia de Dios en todos nuestros caminos hasta el último día.
¿Cómo interactuó Jesús? Veamos a Jesús interactuar con varias personas e incluso con multitudes en varios ejemplos de los evangelios. Luc 9: 57-58 dice: “Iban por el camino cuando alguien le dijo:Te seguiré a dondequiera que vayas. Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.” En lugar de tomar al candidato a discípulo y terminarlo de enganchar presentándole los beneficios que puede esperar de seguir a Jesús, lo que hace es golpearlo con la realidad de los sacrificios que podía esperar. En resumen, le está diciendo: “¿Estás seguro que seguirme es lo que quieres?, ¿Te has puesto a pensar que viviremos el día a día?” También tenemos otro caso en Lucas 14:25-27: “Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.” Es importante la frase “grandes multitudes seguían a Jesús”. Para muchos, lo indicado en este momento sería hablarle a la multitud y tratar de “cerrar la venta” por medio de palabras agradables, asegurarles victoria y prosperidad. No mencionarles para nada que seguir a Jesús implica un cambio de Rey en sus vidas. Pero muy al contrario de esto, las palabras que salen de la boca de Jesús son: “sacrificio” y “cargar su cruz”.
Un último ejemplo está en Juan 6:26. Este pasaje lo encontramos poco tiempo después de la alimentación de los 5,000. En esa ocasión, el Señor había hecho una de sus señales por la cual había milagrosamente alimentado a una gran multitud. Al día siguiente esta misma multitud pierde de vista momentáneamente a Jesús, quien se ha retirado para orar. Cuando finalmente lo encuentran, esto es lo que les dice: “Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan, no porque han visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse.” Otra vez tenemos a una gran cantidad de personas interesadas en Jesús. Han recibido comida gratis el día anterior y andan buscando a Jesús de nuevo pero Jesús, quien en este momento tendría la oportunidad ideal para incrementar sus seguidores, no aprovecha la oportunidad en ese sentido, sino que lo que hace es confrontar a las personas con la superficialidad de su fe y seguimiento de Jesús. De hecho, vemos cómo después de estas palabras y otras más que Jesús les dice, el resultado es que muchos dejan de “seguirlo”, versículo 66: “Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él.”
Confía en Dios El llamado de Dios a su iglesia es dejar de confiar en métodos humanos. En no sacrificar la verdad en nuestro afán de predicar el Evangelio de Dios. Dios obrará en los corazones por medio del mensaje que predicamos, pero nunca aprobará, aunque lo hagamos con “buenas intenciones” que tergiversemos el mensaje del Evangelio: un mensaje maravilloso y que promete paz y bendición, pero que al mismo tiempo, nos llama a una vida de conversión, arrepentimiento y sacrificio.
Una vida Misionera
Por: Lorena Farrach
D “El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará”. (Mateo 16:25)
urante mi adolescencia, comienza contándonos Fernando Saravia, fui un joven inseguro, introvertido y con muchas dudas en mi corazón, pero en 1980, tuve la bendición de reconocer a Jesús como mi Señor y Salvador, y todo esto dentro de mí comenzó a cambiar, en el momento en que recibí el amor de Dios en mi vida. En 1982, sucedió algo que marcó mi vida: mataron a una amiga cercana, con quien compartíamos en el grupo de jóvenes. Esto me impactó muchísimo, al punto de preguntarle al Señor que por qué yo seguía vivo y ella no. Yo quería saber Su propósito para mi vida. En ese mismo año, vino a Guatemala un grupo misionero llamado “Juventud con una Misión” (JUCUM), el cual me invitaron a conocer y, después de mucha oración, de pedir consejo a mi líder espiritual y de contar con la aprobación de mis padres, entendí que el llamado de Dios para mi vida era el de ser misionero. Entonces Dios me dio una palabra: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perdera; y todo el que, pierda su vida por causa de mí y del Evangelio, la salvará” Marcos 8:35. Es así como en enero de 1986 ingrese a JUCUM para hacer un entrenamiento misionero por un año.
Por mi parte -- agrega Marianela, esposa de Fernando, quien es panameña -- mi hermana menor estaba muy enferma y, con mi familia, buscamos ayuda espiritual en los lugares equivocados. Mientras estábamos en uno de esos lugares, recuerdo una noche que oré: “Dios mío, ayúdanos y sácanos de aquí, porque lo que se están haciendo me da miedo y no viene de ti.” Y, en esa noche oscura, vi de repente cómo la luna iluminaba el lugar donde yo estaba y pude sentir que el Señor sí había escuchado mi súplica, pues, por primera vez, experimentaba Su presencia en mi vida de una manera muy especial… al pasar los meses todo eso se terminó. Mi mamá (quien es, hasta la fecha, mi gran guía espiritual), comenzó a asistir a una iglesia evangélica y nos motivó a cada uno de mis hermanos, a mi papá y a mí, la importancia de tener una relación personal con Jesucristo. Fue así como cada uno de nosotros fue entregando su vida al Señor. Recuerdo que, en 1978, llegó a nuestra iglesia un predicador brasileño, Satirio Do Santos, quien oró por mí y me dio palabra que Dios tenía para mí: un llamado a las misiones.
Ingresé a Juventud con una misión En ese tiempo mi vida cambiaba, entre la universidad, el trabajo y la iglesia. A partir de 1981 hasta 1985, empezaban los grandes desafíos para mi vida. Mi papá, quien viajaba a Guatemala para sus conferencias de la
FIHNEC, (Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios del Evangelio Completo) empezaba a traerme informacion de un grupo misionero que se establecería en dicho país. Durante esos años, ayuné y oré para salir al servicio del Señor, ésa fue la clave que me ha sostenido hasta el día de hoy. Estoy agradecida, porque antes de salir a las misiones, el Señor Jesús confirmaba mi llamamiento a través de misioneros y pastores que visitaban mi país, Panamá, diciéndome que Él tenía un llamado a las misiones. Así, en enero de 1986, ingresé a JUCUM Guatemala para hacer un entrenamiento misionero de un año.”
Misioneros de tiempo completo Para nosotros -- dice Fernando-- fue como un nuevo mundo el tener todo nuestro tiempo separado para Dios y así experimentar a un Dios vivo y conocer personalmente Su amor y misericordia hacia nosotros. Le conocimos aún más a través de las enseñanzas diarias que recibíamos y de leer Su palabra, así como de las actividades que realizábamos. Después de recibir tanto de Dios y de experimentar Su presencia, cada uno por su cuenta, oramos y buscamos Su dirección, y al cabo de unos meses, tomamos la decisión de servirle a tiempo completo como misioneros, pues queríamos seguir conociendo a Dios y darlo a conocer a los demás.
Nos casamos En 1986, Dios me había llevado a rendirle a Él mi vida amorosa --agrega Fernando-- y en diciembre de ese año, me pidieron que si podía llevar a Marianela al aeropuerto, pues iba a Panamá a pasar algunos días con su familia…. Y ese día comenzamos a conocernos más. Al regresar ella, en enero de 1987, nos tocó trabajar juntos en la oficina de JUCUM. Una noche que Marianela cocinó una cena, entendí que algo podía pasar entre nosotros. Después de buscar la aprobación de Dios, de nuestros padres y de los líderes, tomamos la decisión de casarnos en diciembre de 1989 en la ciudad de Panamá. Pero, por la invasión de Estados Unidos a Panamá, no pudimos regresar a Guatemala sino hasta varios meses después y, ahí aprendí el valor de una decisión de amar… De 1990 a 1995 --continúa Fernando-- trabajamos como personal de JUCUM, en cocina, hospitalidad, como Director de la escuela de Discipulado, como parte del Consejo de Líderes, finanzas, entre otros… Durante estos años, al ir a las jornadas, pudimos ser testigos de cómo habían personas que no se abrían a Jesús, pero los que sí lo hacían, experimentaban el amor de Dios en sus vidas… Era extraordinario ver a Dios revelarse a las personas.
Un tiempo difícil En 1990 nació nuestra primera hija, Nivia Esther y, viviendo en un centro misionero, era algo difícil hacer la división entre trabajo y vida familiar, pero vimos cómo Dios nos fue organizando y proveyendo económicamente para nuestras necesidades. Luego, en 1993, nació Marianela del Milagro (Nelita), quien fue un milagro de Dios, pues a los 4 meses del embarazo de mi esposa, al feto le faltaba líquido amniótico, pero oramos a Dios y le concedió la vida. En 1995 en Panamá, nació Marlene Amalia, nuestra tercera hija. En 1994 tomamos la decisión de ir a trabajar como misioneros a JUCUM-Panamá, pero las cosas no resultaron como lo esperabamos. Dos años después, regresamos a Guatemala a comenzar todo de cero. Me puse a trabajar por mi cuenta y pudimos ver cómo Dios se encargó de que nunca nos faltara nada, como comida, techo y vestido. Les enseñábamos a las niñas a orar y dar gracias a Dios por cada cosa nueva que teníamos. Al mismo tiempo, tuvimos amigos que nos apoyaron en esta época. Un día que fuimos a la iglesia, la persona que estaba predicando dijo: “Dios me dice que le diga a una persona que está aquí presente, que el llamado de Dios es irrevocable”como dice en Romanos 11:29: “Pues lo que Dios da, no lo quita, ni retira tampoco su llamamiento”, y entendí que Dios me hablaba sobre las misiones, aunque en ese momento no veíamos nada. A los días, a eso de las 10 de la noche, vino a nuestra casa un pastor que conocimos anteriormente en San Marcos, Guatemala, y nos dijo que venía enviado por el Señor para decirnos:
Dios quiere que le sirvan, no se muevan ni a la derecha ni a la izquierda, Él los ha llamado a las misiones y Su llamado es irrevocable.”
Dios reconfirmó nuestro llamado En ese momento nos pusimos a llorar con Marianela, oramos juntos y el pastor se fue. Esto nos dio ánimo, nos desafío y nos reenfocó y, a las semanas, me llamaron de “Estudiantes Internacionales”, una organización misionera, para que fuéramos parte de su personal. Comenzamos en enero de 1998 como personal, luego fui nombrado director de equipo y ahora, director nacional en Guatemala. Nuestras hijas han crecido, ya son graduadas del colegio y están estudiando en la universidad, pero a la vez, están sirviendo en organizaciones misioneras, pues desde que estaban en el vientre orábamos por ellas. Tambien les enseñamos la importancia de leer la Palabra de Dios y de tener una relación personal con Jesús. Les dimos amor y corrección, basados en la Palabra; les inculcamos el temor a Dios y la importancia de servirle, y siempre les motivamos a ello.
Un ejemplo muy lindo es el de nuestra hija mayor que, a los 9 años, nos dijo: “Yo quiero hacer lo que mis papás hacen”. Tuvimos la dicha de que Marianela siempre encontró la forma de cuidar a las niñas y educarlas en medio de sus responsabilidades como misionera.
Cumple el llamado de Dios para tu vida A traves de los años, hemos experimentado desafios y pruebas que nos han enseñado a depender y confiar más en Dios y, al mismo tiempo, tenemos la satisfacción de saber que estamos haciendo su voluntad, para lo cual Él nos llamó. Queremos darle gracias a Dios por nuestras vidas y por nuestra familia. Y testificar que, cuando nos rendimos y dependemos de Él, recibimos las respuestas que no se encuentran cuando tratamos de hacer las cosas a nuestra manera. Vemos que nuestras vidas han sido guiadas por los principios de Dios y agradecemos a Él que nuestras tres hijas, por su propia decisión, hayan resuelto servir al Señor, gracias al llamado de Dios para cada una de ellas y al testimonio que como padres pudieron ver en nosotros.”
Decisiones
Estemos siempre preparados Por: Cesar Castañeda
e En cada momento de nuestras vidas debemos estar conscientes de que nuestro paso por este mundo es temporal y que no sabemos cuánto tiempo más vamos a estar vivos.
s por eso que debemos estar atentos a cómo estamos viviendo y mantenernos en una actitud de preparación, para que cuando sea el momento de partir, podamos ir a nuestro encuentro con el Señor. En esta ocasión veremos algunos puntos que nos ayudarán a mantenernos en una continua preparación para poder disponernos a que Dios haga la obra en nosotros y nos preparemos para acudir a Él. Debemos saber que la Voluntad de Dios es que nadie se pierda (“El Señor no retarda su promesa, según algunos lo tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” 2 Pedro 3:9). Por eso nos ha venido a mostrar el camino de regreso a Él por medio de Jesús. Pero debemos saber también, que Él es justo y no puede violar sus propias leyes, por lo que es necesario conocer Su manera de llegar de regreso a Él y no vivir ignorando que hay unos brazos de amor que anhelan tenernos cerca.
Preparando el camino al Señor Cuando en los Evangelios nos hablan de Juan el Bautista, él se identifica como el que fue enviado para prepararle el camino al Señor, su mensaje trata de lo mismo. “Así está escrito en el libro del profeta Isaías: «Voz de uno que grita en el desierto: -Preparen el camino del Señor, hagan sendas derechas. Todo valle sea rellenado, toda montaña y c o lin a s ea a l l a na d a . L os caminos torcidos se enderezarán, las sendas escabrosas quedarán llanas. Y todo mortal verá la salvación de Dios-»” Lucas 3:46. Así que debemos quitar toda montaña de orgullo y soberbia, rellenar los valles de autosuficiencia, además de enderezar los caminos de iniquidad y las sendas escabrosas de nuestros pecados. Reconocer, confesar y abandonar todo pecado, luego clamar la misericordia que viene por Jesús y entonces veremos la salvación de Dios.
Preparados para toda buena obra Cuando nos acercamos a la Biblia, la Palabra de Dios, nos enseña qué es lo que agrada a Dios y cuál es Su Voluntad en todos los aspectos de la vida, y qué es lo que le desagrada, para que lo quitemos de nuestras vidas. “Toda la escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.”
2 Timoteo 3:16-17. De esta manera conoceremos el estilo de vida que Dios quiere que tengamos y haremos las cosas que Él preparó de antemano para que las pongamos en práctica. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.” Efesios 2:10
Preparados para dar testimonio de nuestra fe Cuando ya hemos creído en el Señor Jesús, nuestra vida debería manifestar cambios, ya que dejamos nuestro estilo de vida anterior de pecado y centrada en nosotros mismos; para tener una manera de vivir que agrada a Dios y que busca hacer Su Voluntad. Por lo cual deberíamos de estar preparados para cuando nos pregunten el por qué de esos cambios y dirigirlos a quien los efectuó, ya que nos dio la gracia para que se manifestaran en nuestras vidas, y le damos honra a quien se la merece. Además, en nuestra nueva manera de vivir, tenemos una esperanza que no tienen todos los demás, ya que incluso trató con algo que era imposible para el hombre:
la muerte, porque el venció la muerte en la Cruz y ahora vive para siempre. “Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes.” 1 Pedro 3:15
Porque no sabemos cuándo se terminarán nuestros días por este mundo A lo largo de nuestra vida, debemos estar conscientes de que nuestro paso por este mundo es pasajero y que un día lo dejaremos; vivir los días como si fueran los últimos y pedirle a Dios la gracia y la sabiduría para vivirlos de una manera que le agrademos. “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría” Salmo 90:12. De esta manera estaremos preparados para nuestro encuentro con Dios, en el momento que Él así lo decida. Esto es lo que el profeta Amos le decía al pueblo de Israel en una parte de sus mensajes. “¡Prepárate, Israel, para encontrarte con tu Dios!” Amós 4:12b Todo esto es para que no nos pase las de aquel que el Señor Jesús contó que se le dijo necio: “Pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado? Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.” Lucas 12:20-21
Prepararnos porque tenemos que dar cuentas al Señor de todo lo que hacemos Para mantenernos con una actitud de preparación debemos recordar que daremos cuentas de todo lo que hacemos, lo bueno y lo malo, que compareceremos ante la presencia de Cristo y que primeramente seremos cuestionados en cuanto a qué decisión tomamos acerca de Jesús en nuestra vida, si lo aceptamos como Señor y Salvador de nuestra vida o no, si vivimos con el propósito de agradarle en nuestra forma de vivir, trabajar, convivir con la familia, servir a los demás; y, por otro lado, cómo aprovechamos o no nuestros recursos, nuestras oportunidades y, sobre todo, con qué intención lo hicimos o dejamos de hacer. Que Dios tenga misericordia de cada uno de nosotros y nos ayude para estar allí en ese momento delante de Él. “Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo.” 2 Corintios 5:10
Prepararnos para ser la Novia del Cordero Además debemos recordar que estamos siendo preparados para presentarnos delante de Él, como una novia que se presenta ante su novio y futuro esposo, radiante, pura y sin mancha. Debemos de ser purificados y buscar la santidad, ya que eso es indispensable para presentarnos de esa manera ante Él.
Por lo tanto, debemos quitar todo pecado, toda maldad y todo aquello que estorba o mancha nuestro traje. Que tengamos el privilegio de que Dios nos escoja como Su novia para casarnos con Él y que nos lleve para vivir para siempre con Él; oremos para que seamos llevados por el Novio y estemos donde Él esté. “¡Alegrémonos y regocijémonos, y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente. (El lino fino representa las acciones justas de los santos.)” Apocalipsis 19:7-8
Preparados porque no sabemos ni el día ni la hora que viene el Señor Por lo tanto, debemos de estar atentos porque no sabemos en qué momento venga Él, porque no vendrá de una manera encubierta, sino vendrá con toda Su gloria y poder. Vendrá, y como rey retribuirá a unos y a otros aniquilará. Pero Él siempre advirtió a Sus discípulos, que nadie sabía ni el día ni la hora, pero que estuvieran preparados. “Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.” Lucas 12:40 Así mismo, es para nosotros una esperanza, ya que Él vendrá a reinar en justicia y verdad, a restaurar todas las cosas en este mundo caído y corrupto. “… mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.” Tito 2:13
Él se fue a preparar un lugar Por último, debemos saber que Él se fue a preparar un lugar para nosotros en el cielo, se adelantó para que, cuando lleguemos, tengamos un lugar especial junto a Él. Esta es la esperanza de todo discípulo de Cristo, ya que para los que le pertenecemos, esa es nuestra fe y esperanza. Por eso debemos de prepararnos para nuestro encuentro con el Señor y pedirle que nos ayude a quitar todo lo que le desagrada y que nos de la gracia para hacer Su Voluntad en todo momento. “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.” Juan 14:1-2 “Sin embargo, como está escrito: Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido, lo que Dios ha preparado para los que lo aman.” 1 Corintios 2:9 Le pedimos a Dios que tenga misericordia y nos de la gracia para el momento que nos toque partir de este mundo, y pido que estas palabras sean para que estemos con una actitud de preparación y espera, orando a Aquel que nos estará esperando con amor eterno.
“Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen” (Lucas 12:40)
Mujeres de proverbios El juicio que trae condena
Por: Lourdes de Castañeda
En el corazón de Dios existe un anhelo profundo de tenernos nuevamente en su presencia para gozar de su amor.
U s
n anhelo de Padre, fruto del amor entrañable que nos tiene, un anhelo que supera incomparablemente mucho más al anhelo que nosotros podamos tener por él. Por esta razón nos ha regalado Su Gracia, para que podamos acercarnos confiadamente a Él.
Sin embargo, nosotros mismos podemos poner obstáculos que nos impiden recibir de esa gracia que nos permite gozar de una relación cercana e íntima con nuestro amado. En la edición anterior hablamos un poco acerca de algunas actitudes que nos impiden recibir plenamente la gracia del Señor. En esta oportunidad, analizaremos más de cerca una de las actitudes del orgullo que solemos albergar en nuestro corazón, con la cual lastimamos a otros y somos lastimados también. Se trata del juicio con el que nos tratamos unos a otros. Es esa actitud de condena con la cual nos etiquetamos con tanta facilidad y que tanto daño hace.
Cuando hablamos de juzgar, debemos ver las dos caras de la moneda:
1) Cuando me juzgan por mis acciones, forma de pensar, de ser o conducirme ante la vida Cuando hago algo diferente y me siento juzgado, señalado por otros, cae sobre mi una sensación de condena y derrota. Me siento desaprobado, avergonzado, señalado, incomprendido, sin sentido de pertenencia. Comienzo a pensar en cosas como: no soy lo suficientemente bueno, no puedo hacer nada bien, seguramente los demás saben hacer las cosas mejor que yo, ¿podré ser aceptado tal como soy? Pero, ¿cómo comienza éste juego en la vida de cada individuo? Primero que nada, debemos estar conscientes de que todo ser humano lleva consigo ese pecado original que hace que nos sintamos mejores unos que otros, lo cual genera que veamos a los demás siempre de menos y a nosotros mismos como casi perfectos; no nos gusta que otros descubran nuestros propios errores. En la vida de un niño, cuando alguna persona que ejerce un papel de autoridad sobre él, le critica, lo desprecia o lo hace sentir desaprobado, el sentimiento de culpa y condena crece con mucha facilidad. Los adultos, que son los responsables en guiarle y enseñarle el valor que tienen como individuos, destruyen sin darse cuenta la identidad del niño al criticarle aquello que lo identifica o diferencia de los demás. La identidad entonces, comienza a girar en torno a lo que ellos opinan, comienza a formar una identidad falsa de sí mismo.
Ese sentimiento lleva al niño a hacer cosas que muestren a los demás lo contrario de lo que han dicho de él para conseguir de vuelta esa aprobación y sentido de pertenencia. Sin embargo, esto genera nuevas críticas y acusaciones, y el ciclo de la crítica comienza de nuevo hasta que se forma en su estilo de vida. Unos aprenden a defenderse con palabras críticas hacia los demás y actitudes agresivas, y otros se refugian en hacer todo conforme a las demandas de los demás, para ser aprobados la mayor parte del tiempo que les sea posible. Pero tanto unos como los otros, lo que desean es ya no sentir ese profundo dolor de no encontrar verdadera aceptación y amor entre las relaciones más importantes de su vida. Este dolor en el corazón de todo ser humano, aunque es real, hace caer en el sutil engaño de creer tener el derecho de lastimar a otros en “defensa propia”, lo cual se convierte en la otra cara del juicio:
2) Cuando yo juzgo a los demás por su manera de ser, pensar, hacer las cosas o tratarme Esto no sucede de forma consciente, sino inconsciente, pues al sentirse golpeado por el juicio de otros, comúnmente reaccionamos de manera defensiva y hacemos lo que hemos aprendido: a juzgar. Sin embargo, veamos lo que Romanos 2:1 nos dice: “Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas.”
Nos molesta tanto que nos juzguen, y hacemos justamente lo mismo. Es como entrar en un círculo del cual es muy difícil salir si no sabemos detenerlo a tiempo. Vivimos en una sociedad muy acostumbrada al juicio. Desde pequeñitos nos enseñan a hacer o no hacer ciertas cosas por el “qué dirán”. Diría que hemos vivido atrapados en este círculo “juicioso” por muchas generaciones.
Es tiempo de salir de ese círculo Pero debe hacerse de forma personal. No son los demás quienes deben reconocer que me han juzgado y venirme a pedir perdón, soy yo mismo quien: 1. Debo darme cuenta que el dolor que me causa sentirme desaprobado y no amado, me tiene engañado diciéndome muy sutilmente que yo soy mejor que los demás. Romanos 12:3 2. Saber que el dolor no resuelto sigue queriendo, en el fondo, ser recompensado por aquellos que me han dañado en el pasado. Por esto es tan difícil perdonar completamente y vivo amargado. Necesito resolver mi dolor pasado. Hebreos 12:15 3. Debo reconocer que ese mismo dolor ha endurecido de tal manera mi corazón, que soy incapaz de pensar bien de los demás. Me he vuelto desconfiado y juicioso. Romanos 14:4 Pero necesitamos entender también que la verdadera raíz de este dolor no está en el mal que los demás nos hacen. También a Jesús lo rechazaron y lo calumniaron, emitieron juicios contra él y hasta se atrevieron a decir que tenía un demonio.
Pero su respuesta no fue la misma que solemos tener nosotros. Dice 1 Pedro 2:23 “Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia. Por sus heridas, ustedes han sido sanados.” Nuestro verdadero problema está en el orgullo que tenemos, que nos hace sentirnos con el derecho de que nadie pueda decir ni pensar mal de nosotros. Somos tan orgullosos, que aún cuando sabemos que el mismo Señor Jesucristo nos da su amor y su aprobación por medio de la fe, no nos es suficiente, sino que nos aferramos más al dolor, porque en el fondo, nos hace sentir en mejor posición que quienes nos juzgan. Necesitamos tratar de frente con ese dolor que no nos permite avanzar ni recibir de la gracia de nuestro Señor, que nos está impidiendo perdonar como Él quiere que lo hagamos y para ser realmente libres para amar como Él nos ama. Jesús, que conoce a fondo el corazón humano, no ignora nuestros sentimientos. El conoce el dolor y el peso de la condena, y por ello nos ha dejado su perdón y su misericordia. Pero es necesario reconocer primero nuestro propio pecado. Nadie puede mostrar misericordia a otros, si antes no ha experimentado lo que es recibir la misericordia de Dios. Por lo tanto, mientras me siga sintiendo inocente, no podré otorgar realmente el perdón a quienes me hayan lastimado. darnos cuenta del daño que nosotros hemos hecho a otros al juzgarlos, y arrepentirnos.
Debo reconocer que es mi propio orgullo que me ha mantenido con el dolor y, probablemente, lo ha hecho ver mayor de lo que realmente es. Debo reconocer también que he utilizado ese dolor como excusa para sentirme mejor, y para darme el derecho de hacer lo mismo que los demás, es decir, juzgar. El pecado del juicio es terriblemente destructor entre las relaciones de unos con otros.
No juzgues para no ser juzgado Si no queremos ser juzgados, hay que dejar de juzgar. Es un principio del Reino de Dios: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes.” Mateo 7:1 Jesús nos enseñó este otro principio en Juan 8:1-11 cuando llevaron ante Él a una mujer sorprendida en adulterio para que Jesús mismo les autorizara condenarla, pero Él les dijo: “—Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí.
Entonces Él se incorporó y le preguntó: —Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena? —Nadie, Señor. —Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.”
Jesús no nos condena La ley nos sirve para darnos cuenta de que hacemos mal, pero la buena noticia es que Jesús tiene misericordia y vino para perdonarnos y librarnos así de la condena de la ley. Al pecado hay que llamarlo por su nombre, y no debemos tolerarlo, pero una cosa es señalar el pecado para arrepentimiento y otra es hacerlo para condenación. No tenemos por qué quedarnos en el lamento de nuestros propios errores, podemos recibir el perdón y la gracia de Dios al arrepentirnos y poder así ser misericordiosos con los demás. Lo opuesto a juzgar en el Reino de Dios se llama misericordia. Revistámonos de misericordia cuando veamos algo en nuestros hermanos que desaprobemos según nuestro criterio, pues ¡los misericordiosos recibirán misericordia! Mateo 5:7
Vida de alabanza El mejor momento para alabar a Dios
Por: Osberto Ruano
Durante el último tiempo he estado pensando cuál será el mejor momento para alabar a Dios.
S
erá en la madrugada, o por la noche, a medio día, en tiempos de triunfo, o en tiempos de crisis, y encontré varias citas interesantes en la Palabra, que nos hablan de tiempos en que a Dios le agrada que le alabemos. Según la situación que estés viviendo:
En tiempos de alegría Santiago 5:13 dice: “¿Está alguno alegre? Que cante salmos”. El Espíritu Santo trae gozo a tu corazón y el resultado del gozo es alabanza a Dios. Si estás pasando por tiempos donde todo va bien, tiempos de alegría y victoria, es un buen momento para alabar a Dios.
En tiempos de crisis, manteniendo el gozo Habacuc 3:17-18 dice: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Yhwh, y me gozaré en el Dios de mi salvación”. --Me llama la atención que seis situaciones están en carencia, y viene a mi mente las 7 áreas en que se divide la vida del ser humano: espiritual (relación con Dios), psicológica (relación consigo mismo), física (cuidado de tu cuerpo como templo del Espíritu Santo), matrimonial (relación con tu esposa), paternal (relación con tus hijos), financiera (administrador del dinero y bienes) y social (relación con la sociedad). El área básica es la espiritual, ya que si tu relación con Dios está en armonía, es sólo cuestión de tiempo, que las otras 6 áreas se pongan en orden, y esto es motivo de esperanza a nuestra vida y de gozo.-- Si te está yendo mal, no pierdas el gozo en Dios, que su gozo no esté regulado por la situación que estás viviendo, sino por la presencia de Dios en tu vida, y éste también es un buen tiempo para alabarle.
Cuando la aflicción te ha arrebatado el gozo en tiempos de crisis En el Salmo 42:5 dice: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?, espera en Dios; porque aún he de alabarle”, Si estás pasando un tiempo de aflicción, y tu alma ha caído en abatimiento, también allí es un buen tiempo para alabarle. David le da órdenes constantemente a su alma para que alabe a Dios (Salmo 103:1-2). Y en este caso le da la orden de que no se deje abatir, y que espere en Dios y que le alabe. Cuando estás abatido, y afligido, si tu voluntad decide alabar a Dios, tus pensamientos empiezan a girar alrededor de la grandeza y maravillas de Dios, y tus emociones explotan en alabanza a Dios, y lo que empezó como un sacrificio de alabanza (Hebreos 13:15), termino siendo una alabanza llena del gozo de Dios. Alabar a Dios en tiempos de adversidad no es hipocresía, sino que es cumplir con la voluntad de Dios. La alabanza requiere la iniciativa del creyente, a pesar de sus emociones. En los diferentes momentos del día a día:
En la mañana Salmos 57:8-9 dice: “Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de mañana. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las naciones”. Qué delicia es que lo primero que hagas en la primicia del día, abras tus labios y declares lo maravilloso que es Dios y lo agradecido que estás con Él. En la madrugada es un excelente tiempo para alabar a Dios.
En la noche Salmo 119:62 dice: “A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios”. En el silencio de la noche, luego de recibir las misericordias de Dios, ¿no crees que es un buen tiempo para alabar a Dios? Claro que si!!!
En todo tiempo En el Salmo 34:1 dice: “Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca”. Aquí quiero resaltar que no dice que su alabanza estará en mi corazón, sino en mi boca. Obviamente de lo que abunda en el corazón habla la boca, pero si sólo se queda en tu corazón, no es alabanza. Luego de pasar por varios pasajes de la Biblia, creo que el mejor tiempo para alabar a Dios es AHORA, un constante ahora, es decir, EN TODO TIEMPO.
Que tu amor por Dios te lleve a alabarlo No se trata de frases que se dicen en automático, sin que tu corazón no se involucre en tus palabras. En Mateo 15:8, Jesús dijo: “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí”. Un enamorado piensa en su amada todo el día, anhela que el tiempo pase para verla, prepara las más dulces palabras para decirle cuando la vea, etc, así también, quien está enamorado de Dios, piensa todo el tiempo en Él, anhela y busca la Presencia de Dios en todo tiempo para decirle lo agradecido que está y lo bello que es. Es Dios quien nos regala el tiempo, y está muy interesado de lo que hacemos en cada segundo de nuestra vida. ¿Acaso no estabas prisionero en el poder de las tinieblas bajo el mando de Satanás, haciendo su voluntad, al borde del precipicio llamado muerte eterna, condenado al infierno, eternamente separado de Dios, y en el momento justo llegó Cristo a tu vida para salvarte, despojando a tus enemigos, triunfando sobre ellos y exhibiéndolos en su cortejo triunfal? ¿No serán estos motivos suficientes para que le alabes con todo tu corazón? Claro que si.
Tu decisión de alabar a Dios debe estar sustentada en tu relación con Él La decisión de alabar a Dios debe estar sustentada en tu relación con Dios, sin Él nada podemos (Juan 15:5). Debemos ocuparnos de cuidar nuestra relación con Dios. Es tan sutil en una relación, por ejemplo, de padre a hijo o esposo y esposa, que toda la relación quede reducida a un raquítico buenos días y un buenas noches, luego de haber empezado con pasión. Igual puede pasar con Dios, de repente ya no recuerdas cómo fue que dejaste de congregarte, cuándo fue que dejaste de sentir su presencia en los tiempos de adoración, cómo fue que dejaste de leer su Palabra.
“ Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal.” 1 Tesalonicenses 5:21
Te animo a cultivar tu relación con Dios por medio de su Palabra y buscando su Presencia, y te garantizo que como resultado, florecerá una vida de alabanza para Dios.
“El mejor momento para alabarlo es un constante ahora, alábalo en todo tiempo”
Entretenimiento Las coronas de los fieles Dios promete dar varios tipos de coronas a los fieles del pueblo de Dios. Éstas se ganan por ciertas obras aquí en la tierra, y nos son entregadas al llegar al cielo. ¿Sabes cuáles son estas coronas? Averígualo llenando la siguiente tabla. En la primera columna ponemos el versículo que habla de la corona. Termina de rellenar los espacios vacíos, tomando las respuestas de la columna exterior. La respuesta está en cada versículo, y con ellos sabrás de qué tipo de corona están hablando!!
1
2
3
4
5
6
CORONA DE VIDA - CORONA DE JUSTICIA - CORONA INCORRUPTIBLE - CORONA DE GLORIA - CORONA DE SABIDURIA - CORONA DE GOZO Corona Hecho que Versículo lo merece 1 Corintios 9: 24-25 9:24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 9:25Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
Correr la carrera y llegar a la meta
Fil. 4:1 Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados.
Por ganar almas para Cristo
Proverbios 14:18 Los simples heredarán necedad; Mas los prudentes se coronarán de sabiduría.
Por ser prudentes
1 Pedro 5:1-4 5:2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 5:4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Por ser prudentes
Apocalipsis 2:10 “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
Por soportar las pruebas
2 Timoteo 4:1-2 y 5 4:1 Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 4:2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 4:5 Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.4:8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
Por predicar palabra
la
RESPUESTAS: 1. Corona incorruptible 2. Corana de gozo 3. Corona de sabiduría 4. Corona de gloria 5.Corona de vida 6. Corona de justicia