Revista Agua Viva Octubre Diciembre 2013

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Año 13 · Nº 63 · Octubre-Diciembre 2013

UN RENUE VO ESPIRITUAL

Obstáculos de la gracia

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El poder de una

oración 11

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Año 13 · Nº 63 · Octubre-Diciembre 2013

Consejero Espiritual Fernando Saravia Mariela de Saravia Consejo Editorial Fernando Saravia Editora Lorena Farrach

La Buena Noticia

Redactores Osberto Ruano Lissette de Archila Lourdes de Castañeda Gaby Galeano

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Testigos

Asesor Administrativo Francisco Castañeda

Hoy en el Mundo

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¿Qué hacer cuando se debilita la fe?

Espada de la Palabra Corrección de Texto Paola de Pajares Diseño Gráfico Rony Chiché Impresión CIFGA

El poder de una oración

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Los Milagros Continúan Sin fe es imposible agradar a Dios

Decisiones Obstáculos de la gracia

Mujeres de Proverbios Y se ríe de lo por venir ...

Vida de Alabanza ¿Clamarán las piedras?

Entretenimiento El nuevo testamento

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¿Conoces el poder de la oración? Filipenses 4:6 nos dice: “No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos, porque ustedes están unidos a Cristo Jesús”. ¿Tienes en este momento alguna aflicción en tu vida, como una enfermedad, una relación dificil, problemas financieros, etc…? La palabra de Dios nos anima a orar y presentarle esta aflicción, sabiendo que la solución a nuestro problema está mejor en sus manos que en las nuestras. También en la palabra de Dios encontramos múltiples ejemplos de cómo Él da victoria a aquellos que oran. En 2 Crónicas 20:3, vemos el ejemplo del rey Josafat cuando se encontraba rodeado por los ejércitos moabitas y amonitas, y decidió acudir al Señor en oración para pedirle su ayuda y anunció un ayuno para todo el pueblo, y entonces el Señor le respondió: “No tengan miedo ni se asusten ante ese gran ejército, porque esta guerra no es de ustedes sino de Dios”. Y en el momento en que comenzaron a cantar himnos de alabanza, el Señor creó confusión entre los amonitas y moabitas y fueron derrotados!!!! Otro ejemplo está en 1 de Samuel 1:9 en adelante: cuando Ana, llorando fue al templo y, con el alma llena de amargura, se puso a orar al Señor para pedirle que le concediera poder tener hijos…..luego salió de allí en paz, y dice la palabra que nunca más volvió a estar triste. Un año después, dio a luz un hijo al que llamó Samuel….. quien fue el conocido profeta Samuel.

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En Daniel 6:1-8, vemos también la historia de Daniel, quien oraba al Señor tres veces al día, pero cuando el rey Darío publicó un decreto ordenando que durante 30 días nadie dirijiera una súplica a ningún dios ni hombre, sino sólo a Su Majestad. Daniel continuó orando como era su costumbre, y su castigo fue ser echado en el foso de los leones. Pero antes que se cumpliera la sentencia, el rey Darío, le dijo a Daniel: “¡que tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, te salve!”. Daniel 6:23: nos cuenta que “Cuando sacaron a Daniel del foso, no le encontraron ninguna herida, porque tuvo confianza en su Dios”. Cualquiera que sea tu situación, te animo a que en oración presentes tu aflicción al Señor y compruebes el gran poder de Dios en tu vida, el día de hoy, así como siglos atrás, lo experimentaron Josafat, Ana, Daniel, entre muchos otros. Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder. (1 Corintios 4:20)


Testigos

Por: Osberto Ruano

Es impresionante que en algunos países con unas cuantas palabras, un testigo pueda determinar que una persona pierda su libertad por un largo tiempo o incluso la vida, según lo dicten las leyes. 6

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U

n testigo, según el Diccionario de la Real Academia Española, es una persona que presencia o adquiere directo y verdadero conocimiento de algo. Ahora leamos lo que Jesús nos dice en Hechos 1:8: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Cuando llaman a algún testigo a declarar en un juicio, es porque presenció algún hecho que servirá para dilucidar si ocurrió o no un delito, es decir, tiene algo para testificar y el testimonio es de lo que vio o de lo que presenció. Partiendo de aquí, analicemos juntos el pasaje anterior: este llamado es para gente que cumpla por lo menos con dos requerimientos: 1) que tenga algo para testificar y 2) que tenga el poder y la autoridad para hacerlo. Para entrar a este grupo de testigos del Señor, primero necesitamos conocer a Aquel de quien vamos a testificar. Y ¿cómo le conocemos? Pues la Biblia enseña que inicias una relación viva y real con Dios, recibiendo a Cristo en tu corazón (Juan 1:12) como Señor y Salvador, y confesando con tu boca que Jesús es Señor y que el Padre le resucitó de entre los muertos (Romanos 10:9-10).


Si quieres iniciar una relación cercana y real con Dios, has esta pequeña oración en voz audible: “Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados, te pido que entres en mi corazón en este momento, te recibo como mi Salvador y Señor, y te pido que a partir de hoy gobiernes mi vida… Amén.” Luego de este paso tan trascendental, podríamos decir, de esta primera cita, es necesario crecer en el conocimiento de Jesucristo, de quién es Él y de su obra. En 2 Pedro 3:18 dice: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”.

¿Cómo conocer más al Señor? a) Buscando su presencia para hablar con Él, para orar, para alabarlo, b) Estudiando su Palabra, por medio de la cual Dios se revela a sus hijos, c) Congregándose con otros hijos de Dios, quienes nos ayudarán a crecer en el conocimiento de Cristo, y d) Experimentando quién es Él, a través de servir a los demás. Nada de esto es posible, si no se recibe al Espíritu Santo. Y ¿qué necesito para recibirle? Según Lucas 11:13: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” Lo único que tienes que hacer, luego de haber recibido a Cristo en tu corazón, es pedírselo a Dios. Si me permites, te puedo guiar en una sencilla oración: Primero extiende tus manos al cielo como señal de que quieres ser lleno y dile a Dios: “Padre, por favor, lléname con tu Espíritu Santo en el Nombre de Jesús… Amén!!”

En Juan 16:13 dice: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”. Sólo el Espíritu Santo te puede llevar a conocer cada vez más la Verdad, es decir, al mismo Cristo, quien es la Verdad (Juan 14:6) y así crecer espiritualmente.

Recibe poder Cuando dice que recibirás poder para ser testigo, se refiere a que 1) Vas a hablar con autoridad del Señor Jesús y de su obra, y b) Vas a llevar una vida de acuerdo a su voluntad, mostrando así su obra en ti. En Hechos 10:39 dice: “Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra…”, la tierra, según la parábola del sembrador, representa al corazón del hombre, por lo que podría decirse que somos testigos de las cosas que ha hecho Jesús en nuestro corazón. Ése es el mensaje, lo que debemos testificar, porque nos consta la obra que ha hecho en nuestras vidas. Lo que piensas tiene que ser acorde a lo que dices y lo que dices tiene que ser acorde a lo que vives, y eso es integridad, un estilo de vida que habla más que mil palabras, y que impacta tu entorno. A veces los hechos fuera de los principios divinos (testimonio de vida) gritan tan fuerte, que opacan las palabras (testimonio de palabras) que decimos sobre Jesús. Nuestra vida debe respaldar nuestras palabras. La primera vez que muchas personas saben de la Biblia es a través de tu vida, de tu testimonio, en esas líneas que el Espíritu Santo escribe

cada día con tu vida, lo cual te hace una carta abierta de parte de Dios para el mundo. En 2 Corintios 3:3 dice: “siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”. El orden en el que aparecen los lugares a donde el Señor nos manda a ser testigos en el pasaje tienen un significado muy especial: Jerusalén representa mi núcleo familiar, esposo, esposa e hijos, es el primer lugar en el cual Dios quiere que seamos sus testigos, no seamos luz en la calle y oscuridad en nuestra casa; luego, Judea representa la gente cercana con la que me relaciono constantemente, como vecinos, familia cercana, compañeros de trabajo o de estudio, etc., Samaria representa a nuestros enemigos, y hasta lo último de la tierra significa que en donde nos encontremos, debemos ser testigos.

Seamos testigos Algunos, en lugar de ser testigos, pretenden ser defensores del Señor y discuten sobre el por qué se dan algunas situaciones, pero Dios no nos llama a defenderlo, sino nos llama a amar a nuestro prójimo, a anunciar su Palabra y a ser testigos de su obra, y la obra de la cual soy testigo presencial es la transformación de mi propia vida. Quisiera terminar como inicié y es que es impresionante cómo con tu testimonio puedes afectar el lugar donde las personas pasarán la eternidad, si esclavos, en el lago de fuego, o vivos y libres para Cristo. ¡¡¡Seamos TESTIGOS DE LA VERDAD!!!

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¿Qué hacer

cuando se debilita la fe?

Por: Lissette de Archila

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero confíen, Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33)

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¿A

lguna vez has estado frente a una ventana viendo la lluvia caer por horas, deseando que los cielos se despejen? Hay tormentas que parecieran no acabar nunca. Son largas e interminables horas de cielos nublados, humedad y frío. Y no es que no apreciemos la lluvia, porque reconocemos que es buena para la tierra. ¡Es el exceso lo que nos desespera! El dolor es parte de la vida, y los problemas también. ¡Cuántas veces nuestra vida parece una interminable época lluviosa! Casi todos los humanos pasamos por épocas en las que pareciera que nos llueve sobre mojado. Muchas veces nos sucede algo muy difícil de superar por nosotros mismos, y pensamos que lo que nos sucede no tiene sentido.


En esos momentos de la vida, nos es difícil encontrar luz en medio de un valle oscuro. Hacemos todo lo humanamente posible por resolver el problema, pero éste sigue allí, como una larga tormenta que no quiere ceder, como un desierto interminable, que no parece tener fronteras o final. Es muy difícil tener fe cuando pasamos por momentos de intensa prueba o cuando, a pesar de nuestra oración, las cosas parecen no cambiar. Sin embargo, nuestra fe no debe depender de que todo esté bien en nuestra vida. Hay un peligro latente de desviarnos de la cobertura de Dios si nuestra fe sólo existe cuando todo está dentro de nuestro marco de satisfacción. Muchos cristianos piensan, en lo profundo de su corazón, que Dios debe cumplir con lo que le piden. Dan por hecho de que cada oración que se hace debe ser contestada de manera satisfactoria. Si no obtienen la respuesta, se enojan con Dios.

Mientras estás en la prueba, Dios está cambiando tu corazón Dios no te ha abandonado. Lo que está haciendo es formando su carácter en ti mientras pasas por esta situación. Las pruebas son en parte para sacar a luz lo que el corazón guarda en su profundidad.

La mayor parte de las veces ni siquiera estamos conscientes de lo que tenemos en nuestro interior, hasta que reaccionamos con la carne ante una situación desesperada. Vemos lo que estaba escondido: nuestra rebeldía, impaciencia, orgullo, envidia, etc. Si te dejas corregir, el carácter de Cristo se irá formando en ti para que madures como cristiano. ¡Tu prueba tiene un propósito sublime! Es el de hacerte crecer en estatura espiritual, para tener una nueva revelación de Dios y para comprender más su inmenso amor. Dios no quiere una iglesia de fe débil e inestable. Cuando la fe es débil, exigimos que Dios cumpla con nuestros caprichos antes de ser obedientes a Él. Esta rebeldía nos aparta del favor de Dios. Pero si día a día aceptamos su soberanía, nos haremos más humildes y sujetos a su guía.

Nuestra fe es puesta a prueba

El problema viene cuando ponemos nuestra mirada en el problema y no en Dios. Es aquí donde nuestra fe se debilita. Le damos mayor credibilidad a nuestra lógica y razonamiento que a lo que nos dice Dios.

Nuestra fe debe crecer Nuestra fe debe crecer a medida que maduramos en nuestro cristianismo. Al principio, sólo tenemos la fe para saber que Dios existe, pero lo que Él busca es que tengamos la fe por saber lo que Él ES. Desea llevarnos a un punto de confianza total en su Nombre y en su soberanía. Debe sacarnos de nuestra zona cómoda y hacernos atravesar valles oscuros para que aprendamos a ser guiados por su voz a un nivel más alto. “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. “ Santiago 1:2,3.

Las pruebas suelen ser intensas, sufridas y dolorosas, pero tienen como fin cortar nuestra dependencia de lo mundano, para que aprendamos a depender del amor de Dios. Nos enseñan a ser obedientes, a tener paciencia, a humillarnos y también a despojarnos del deseo de tener todo bajo control.

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¿Para qué necesita Dios probar mi fe? Te aseguro que no es porque Él no conozca cuánta fe tengo, pues ya sabe mejor que yo lo que guarda mi corazón. Mi fe es probada para que yo mismo pueda determinar cuánto soy realmente fiel a Dios. Si yo declaré que deseaba que Dios fuera lo primero en mi vida, y le dije a Él que viniera a reinar en mi corazón, es lógico que me vaya enseñando poco a poco lo que realmente gobierna mis decisiones. 1 Pedro 1:6-7: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,” Es imposible caminar sobrenaturalmente en los caminos de Dios si no creo que Él es capaz de guiarme. Necesito fe para obedecerle, así como para reconocer la guía del Espíritu Santo.

(Romanos 12:2)

Bástate mi gracia Tal vez estás cansado de tanta lucha y sientes que no tienes más fuerzas para luchar. Pero puedo asegurarte que en estos momentos de debilidad es cuando encontramos la fuerza sobrenatural de Dios para levantarnos de nuevo y seguir adelante.

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2 Corintios 12:9:“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” Pablo oró tres veces para que Dios quitara de su vida algo desagradable. La Biblia no especifica cuál era su problema, pero Pablo lo describía como una espina en el corazón. Dios le contestó que no quitaría esa situación de su vida, porque quería enseñarle un principio: que nos basta su gracia.

Cuando nuestras fuerzas se acaban su gracia nos levanta de nuevo Cuando nos sentimos débiles, es lo que nos levanta. Si estamos tristes, nos consuela. Si estamos abrumados, nos lleva a su paz. La gracia de Dios nos transporta de un estado de debilidad y opresión a uno de fuerza y libertad. Si sientes que tu fe se ha debilitado, puedo asegurarte que estás en el punto exacto para encontrar la gracia de Dios. Isaías 40:31: “pero los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Espera en Dios, y deja que Él te enseñe el camino a seguir.


El poder de una

oración

Por: Lissette de Archila

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33:3)

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urante la oración, se unen el cielo y la tierra. El oído de Dios se inclina para escuchar la voz de su amado. Los ángeles se disponen para recibir las instrucciones de su Creador para ir en socorro del que clama con corazón humilde al único Dios que lo puede ayudar. Charles Spurgeon dijo que la oración era el nervio que movía la musculatura de la omnipotencia de Dios. En otras palabras, es el punto de partida para la obra milagrosa del Creador del Universo en la tierra.

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La oración es el privilegio más grande que tiene el ser humano, y su gozo más preciado, puesto que por medio de ella mantiene comunión con su Padre celestial que es la Fuente y la Vida, y es también el medio más poderoso que tiene a su alcance para triunfar. Cuando oramos, unimos nuestro entendimiento a Dios y en ese momento obtenemos la revelación de su voluntad. La oración tiene el poder de abrir el tesoro de sabiduría del Señor para darnos exactamente la dirección que necesitamos en ese momento. También tiene el poder para llevar a cabo la agenda de Dios, porque pone en marcha el plan que Él tiene sobre toda situación.

Cuando oramos, fomentamos nuestra intimidad con Dios Isaías 57 :15: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”

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En la oración se une todo nuestro ser a Dios. Usamos nuestro cuerpo físico, porque cerramos los ojos y nos aquietamos para hablarle; usamos el alma, porque con el razonamiento y las emociones le buscamos y nos comunicamos con Él; y con nuestro espíritu nos unimos al Espíritu de Dios para que nos llene de su naturaleza. La oración es hablar con Dios, pedir, hacer petición, clamar, pedir ayuda, ansiar, demandar, desear, necesitar. Se lleva a cabo un intercambio cuando busco a Dios: le dejo mis cargas, y Él me llena de su paz. Entonces mi oración cambia de tono, le doy gracias y le alabo por su bondad. Un cristiano que no ora fácilmente enfría su relación con Dios y pierde la fe. La oración ES LA CLAVE PARA TENER UNA VIDA CRISTIANA PRÓSPERA. Piensa en alguien a quien admiras como persona de fe. Si admiras su conocimiento, su amor a Dios y su forma de vida, te aseguro que esa persona practica la oración continua. Oración continua significa hablarle a Dios todos los días y, si es posible, varias veces al días. Una persona con un fuerte hábito de orar tiene sus pies cimentados en Jesús, y es capaz de esparcir su luz a donde va.

Si entendiéramos el poder de la oración, oraríamos más Salmo 91:15: “Me invocará, y yo le responderé, con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré” Como ser humano, tengo grandes dificultades para mantener las fuerzas de Dios en mí. Vivo en un mundo de dolor; veo tristeza, sufrimiento, temor, angustia a mi alrededor, y encontrar la vida de Dios en mí es imposible en el mundo en el que vivo. Es por eso que necesito orar. La oración interrumpe el plan de Satanás y desata la sabiduría de Dios en una persona para saber cómo afrontar una situación. Cuando nombramos a Jesús y declaramos que Él es nuestro Dios, toda tiniebla sale huyendo de nuestra presencia, dejando libre nuestro territorio para establecer el Reino de Dios en donde estemos.


Para Dios no hay nada imposible, Él es el dueño de toda la tierra y la creación. No necesita del hombre para que su voluntad se lleve a cabo, pero escogió hacernos partícipes de su poder. Los milagros empiezan a suceder cuando tomamos la decisión de buscar a Dios y orar.

Nunca dudes de que te está escuchando Salmo 34:6: “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias” Dios escucha las oraciones de sus hijos. Pudiera parecer por un tiempo que Él calla, pero su palabra establece que cuando un justo clama, Él inclina su oído para atender a su llamado. No importa qué tan grande o qué tan pequeña es nuestra necesidad. El amor de Dios siempre está dispuesto para socorrernos. Dios nos premia cuando le buscamos. Él se deleita cuando vamos a Él para buscar su ayuda.

Necesitas fe para creer que Dios te está escuchando. Sólo toma un momento, una decisión para hablarle a Él como si le hablaras a un amigo. Aunque tus ojos no lo vean, te aseguro que Él está a tu lado y anhela que le hables. A Dios no le impresiona nuestra fuerza, pero sí le impresiona nuestro sincero corazón en búsqueda de Él.

Cuando oramos, Dios obra 2 Reyes 20:5: “Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová” Una de las muestras más grandes del amor de Dios es que dejó establecido que obraría en forma conjunta con el hombre, en vez de hacerlo sólo. Tiene el poder y la autoridad para obrar sin nosotros, pero escogió hacerlo en unidad con el hombre, porque fue al hombre a quien le dio autoridad sobre la tierra.

Muchas obras no han sido llevadas a cabo, porque no hay intercesores que se levanten a pelear por la causa. La oración es declarar la voluntad de Dios en la tierra, por lo tanto, tiene el poder para cambiar cualquier situación. Al orar, damos la materia prima al Reino de Dios para intervenir sobrenaturalmente en nuestra causa. Si queremos ver cambios en nuestra vida, en nuestra familia o nuestra nación, la clave es orar según la voluntad de Dios. Si la iglesia se uniera más para batallar en contra de los males que aquejan al mundo hoy en día, tendríamos otra historia en nuestro país. No hay cambios, porque no oramos. Así de simple.

Dios mismo nos atrae a Él En su Palabra nos hace un llamado a venir a Él, nos atrae, nos jala con cuerdas humanas, pone un deseo en nuestro corazón de buscarle. El que lo oye y viene a Él obtiene recompensa. Sus oraciones son escuchadas y experimenta la intervención de Dios en su situación.

La cantidad de oración que hacemos por una situación es proporcional a la intervención de Dios en ella.

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Sin fe

es imposible agradar a Dios

Por: Lorena Farrach

Me llamo Fabiola de Magaña y quiero testificarles el gran milagro de la vida de mi amada hija Ester.

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n el año 2010 me dieron una profecía en la que me decían que Dios me iba a regalar una niña, en ese entonces yo tenía dos lindos hijos hombres... y así guardé esta palabra en mi corazon. Dos años después quedé embarazada, a mis 38 años. El Señor me habló que con este embarazo Él iba a sanar mi corazón y restaurar en mí la parte maternal tan dañada debido a la mala relación que tuve de pequeña con mi mamá, pero no imaginaba cómo iba a ser este proceso de sanación. A las 10 semanas de embarazo tuve la primera amenaza de aborto y paré en el hospital. Me tocó un cuarto doble, y luego entendí que fue porque Dios me permitió ministrar a la persona que compartió conmigo el cuarto de hospital, pues terminó entregándole su vida al Señor y me recordé del apóstol Pablo, quien fue llevado a la cárcel y ahí aprovechó para predicar a los presos y al carcelero sobre Jesús.


Tuve amenaza de aborto Pasé el siguiente mes en reposo absoluto en mi casa y cuando ya estaba reincorporándome en mis actividades diarias, recuerdo que el 21 de junio –sigue contándonos Fabiola-, mis hijos ya se habían ido al colegio y mi esposo estaba por salir a la oficina cuando comencé a sentir un dolor muy fuerte en el abdomen superior y me senté en la sala, traté de ponerme de pie, pero ya no pude. Ese día mi hijo menor salía más temprano del colegio, por lo que le pedí a mi esposo que llamara a la directora y le dijera que mandaran a nuestro hijo en el bus de regreso a la casa. Llamamos al ginecólogo, y salimos para el hospital. Llegamos a la emergencia y él ya estaba esperándonos y mandó a tomarme una radiografía. Cuando la recibió, nunca se me va a olvidar la cara de sorpresa que puso al verla.

Me trasladaron al hospital De inmediato me trasladaron a la sala de operaciones, pero la preocupación del doctor me causó tanto impacto que sentí que de verdad me iba a morir, así que me despedí de mi esposo, lo abracé y le dije—“Dios nos tiene en sus manos”. Al entrar en la sala de operaciones sentí la urgente necesidad de ponerme a cuentas con Dios y le dije: “Señor, en el nombre de Jesús, perdóname mis pecados, me arrepiento de mis iniquidades y de mi maldad. Padre te entrego a mis hijos y, si hasta aquí llegó mi carrera, me alegra tanto haberla corrido contigo”.

Al despertar, seis horas después en el intensivo, estaban los dos doctores a mi lado, me contaron que la operación había sido un milagro y que la niña estaba completamente bien, pues todo sucedió alrededor del embarazo.

Tuve placenta percreta Me explicaron que yo tenía una condición médica llamada placenta percreta, la placenta se da vuelta y empieza a crecer hacia fuera traspasando las paredes del útero. Además, no cumple con su función de alimentar al bebe; la parte de la placenta que salió del útero topó contra una pared muscular y se reventaron los vasos sanguíneos y por ahí me desangré perdiendo 2.8 litros de sangre de los 5 litros que tiene el cuerpo humano. Además, tuvieron que limpiar los órganos con solución salina para quitar la sangre. Introdujeron la placenta en el útero y suturaron para sostener el embarazo, porque sólo tenía 21 semanas y ningún bebe sobrevive a esa edad…. Luego le permitieron entrar a mi esposo al intensivo; con lágrimas en los ojos me abrazó. Como estaba en el intensivo, sólo podía recibir a una persona de visita por 5 minutos cada hora. Mi papá entró, me abrazó y me entregó una biblia que yo le había pedido. Al quedarme de nuevo sola, comencé a alabar al Señor, cantaba “Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás, nos trajo aquí a conquistar la tierra que Él nos dio.” Daba gracias una y otra vez por estar viva y porque los dolores habían disminuido notablemente.

A las dos de la tarde entró el ginecólogo y me revisó, pero mi estómago estaba muy inflamado, me dijo que si no se me desinflamaba le iba a dar término al embarazo, porque seguramente yo seguía sangrando por dentro. Me indicó que regresaría por la noche de nuevo, si todo seguía igual, al día siguiente a las siete de la mañana me operaría.

La palabra de Dios y la oración me sostuvieron Me recordé cuando me profetizaron a la niña, dos años antes, no era posible que ella no naciera. Además, pensaba que si había soportado semejante operación, por qué iba a morir ahora. Declaré Números 23:19 “Dios no es hombre, para mentir, ni hijo de hombre para arrepentirse. ¿Acaso dice y no hace? ¿Acaso promete y no cumple?” Y le dije: “Señor, yo no acepto esta palabra de hombre, este diagnóstico médico y, con el poder de tu Espíritu Santo, declaro cancelado este diagnostico.” En ese momento entendí que se libraría una batalla espiritual por la vida de mi hija, porque la mía ya estaba fuera de peligro. A la siguiente hora entró una amiga que había llamado por teléfono a un ministerio de intercesión en el extranjero pidiendo oración, y la persona que contestó le dijo que había una maldición generacional, sobre mi vida y sobre mi hija y que en el nombre de Jesús la rompía. Así que oramos y rompimos con toda maldición generacional, pidiendo perdón por los pecados de mis padres, abuelos y bisabuelos. También dijo que yo me levantaría de la cama y que él iba a esperar mi llamada contándole el milagro que el Señor ya había hecho.

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La mano de Dios sostenía mi embarazo A la hora entró la profeta que me dio la palabra hace dos años y comenzó a orar sobre mi, ella declaró que todo vaso sanguíneo se cerraba, y en ese momento tuve una visión; dos sellos eran puestos sobre mi estómago y sobre mi útero y el Señor me dijo: “Yo sello tu operación y sello a tu hija”. Luego ella tuvo una visión, que la mano de Dios era quien sostenía el embarazo. Al mismo tiempo había mucha gente afuera del intensivo, amigas mías intercediendo por nosotras, pero también había gente no cristiana que le decía a mi esposo que lo mejor era dar término al embarazo para salvar mi vida, que aún era madre de dos niños. A la siguiente hora, entró otra amiga que venía a declarar la protección de Dios sobre el embarazo propiamente. Rodeó con la sangre de Cristo a mi hija, declaró vida para la niña. Me dijo que leyera Ester 5:2, porque yo y mi hija habíamos hallado gracia delante del Padre. Luego, tuvo una visión en donde un brazo movía unos libros y los tiraba y no entendimos que significaba esto.

El milagro de la vida Un par de horas después entró el doctor y me contó que había estado con cinco médicos consultando mi caso en sus libros de medicina, y que los libros recomendaban que en mi caso debía operar dando término al embarazo. Pero luego, él tiró los libros sobre la mesa, y les preguntó: “¿Qué harían ustedes en mi lugar?“ Y todos le dijeron “Déjala, déjala, salva la vida de la niña”. Gloria al Señor, salí del intensivo y me trasladaron a una habitación. Al llegar a mi casa, llamé a la persona que había orado por mí del ministerio de intercesión en el extranjero. Me dijo que le pusiera Ester a mi hija, porque ella había hallado gracia delante del Padre, y por eso le pusimos Sofía Ester. Tuve que realizarme controles estrictos cada 15 días, ya que la placenta podía volver a salirse del útero y provocar de nuevo que yo desangrara. Un viernes, ya con 25 semanas de embarazo, llegué a realizarme un ultrasonido y lamentablemente tenía la placenta previa baja, de nuevo corría peligro mi vida y la vida de mi hija. Salí muy triste de allí. Cuando venía de regreso a casa, le pregunté al Señor por qué pasaba esto otra vez y me dijo que quería que viviera día a día por fe y que cada día le diera gracias a Él por seguir viva.

Nació mi hija El 30 de agosto cumplí 30 semanas de embarazo. El 14 de septiembre me operaron y dí a luz a una preciosa niña de 3 libras, y el doctor me dijo que

dejó a la niña en la cámara de oxígeno, porque su corazón estaba inflamado y el hígado estaba más grande de lo normal, así que tuvo que verla un cardiólogo, un patólogo y un infectólogo. Cuando mi esposo me contó, me levanté a verla, oré por ella, les dije a todos sus órganos que se alinearan a la Palabra de Dios, que su cuerpo era Templo del Espíritu Santo y que yo mandaba un ejército de ángeles a cuidarla. Le practicaron todos los exámenes necesarios y, para la gloria de mi Señor, en 24 horas todos los síntomas ya no existían y todo estaba normal. Salí del hospital, y mi hija salió 8 días después, al mes regresé con mi ginecólogo para que me diera de alta. Mi esposo y yo le llevamos a la niña y platicamos de lo ocurrido. Le llevamos una canasta en agradecimiento. Y dentro de ésta puse un pequeño frasquito con unas semillas de mostaza, y la cita de Romanos 1:17. Cuando nos despedimos me preguntó sobre el frasquito y yo le respondí “Son semillas de mostaza; la Palabra dice que si nuestra fe fuera de ese tamaño, moveríamos montañas.”

Sin fe es imposible agradar a Dios Fe se requirió para saber que Dios estaba conmigo, fe para ser determinada y no preguntar el por qué, fe para aprender de la prueba y no amargarme, fe para salir victoriosa y poder cargar en mis brazos a mi hija, sabiendo que Dios me sostuvo con la diestra de su mano.” (Ver hebreos 11:6)

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Obstáculos de la gracia

La gracia es el favor que recibimos inmerecidamente. Una bendición, un regalo al cual no somos acreedores. Todos necesitamos de la gracia de Dios para vivir.

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Por: Lourdes de Castañeda

e hecho, si no fuera por su gracia, no podríamos ni siquiera respirar. Todos y cada uno estamos sostenidos por la gracia y misericordia del Señor. Pero, además, su gracia es una fuerza sobrenatural que Dios da a quienes Él sabe que la necesitan, muchas veces, en momentos o circunstancias insólitas, según el ojo humano. Es un canal por el cual Dios nos facilita aquello que era imposible alcanzar, un don que nos lleva al arrepentimiento, porque sabemos muy bien que no hemos hecho nada bueno para merecerlo (Romanos 2:4).

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Octubre-Diciembre 2013


La gracia es ese atributo que Dios nos da y que nos hace sentir realmente agradecidos, porque reconocemos que aun siendo lo que somos, y haciendo todo lo que hemos hecho, Él quiere perdonarnos. La gracia del perdón de Dios hace que reconozcamos su grandeza y nuestra pequeñez, su poder y nuestra debilidad, su bondad y nuestra maldad. Sólo aquel que verdaderamente ha reconocido su pecado delante del Señor y se arrepiente, puede degustar de la inmensa gracia y misericordia de Dios para con su vida. No conozco un momento más impactante en la vida de un creyente que el momento en que es perdonado por el Señor de Señores, quien, no ignorando lo que verdaderamente es, le otorga su perdón. Eso hace brotar en el corazón un agradecimiento y un gozo tan profundo, que lo único que puede hacer es darse por completo al Señor, entregarse y dedicarse a Él.

Su gracia nos cambia y nos hace crecer espiritualmente Es en ese momento, cuando comenzamos a reconocer su gracia y bendiciones en nuestra vida, cuando el Espíritu Santo, Espíritu de gracia, es derramado en nuestro corazón. Es esa gracia la que hace que dejemos aquello que antes hacíamos con lo cual ofendíamos al Señor, pero que no podíamos dejarlo. Y es por su gracia que nos hace caminar y crecer espiritualmente. Por gracia podemos dar, servir y aún amar a otros que antes nos costaba amar.

DIos anhela otorgarte su gracia Cada persona, en lo profundo de su alma, anhela de esa gracia inmerecida. En realidad, solamente por la gracia del Señor encontramos la salvación: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2:8-9 Necesitamos de su gracia (un favor inmerecido), que nos lleva al arrepentimiento (entendido como el dolor provocado por estar consciente del pecado cometido y la necesidad de cambiar), para que por fe (creer que Jesucristo cargó con mis pecados hasta morir en la cruz por ellos para ser librado de la muerte, que yo merecía en lugar de Él), seamos salvos (rescatados de la vida sin sentido y de una muerte eterna). Todos anhelamos eso para estar en paz con Dios y tener de nuevo esa comunión con Él que perdimos desde el Edén. Pero Dios es quien más lo desea y por eso es Él quien ha dado el primer paso.

No todos alcanzan la gracia Sin embargo, no todos llegan a alcanzar esa gracia de Dios, ese favor, esa dádiva que Él, ya hace más de 2,000 años vino a darnos, y puede ser por varias razones:

• Por pensar que no es tan fácil decir simplemente perdón. Se cree equivocadamente que hay que pagar un precio muuuy alto para poder finalmente recibir ese perdón, lo cual haría que la gracia dejara de ser gracia, pues se ha pagado por ello. El llegar a un verdadero arrepentimiento, Dios lo propicia al mostrarnos su bondad, pero requiere dar un gran paso llamado humildad, que a todos nos cuesta, tanto, que a veces es necesario tocar fondo para llegar a reconocer nuestra necesidad. Sin embargo, ni aun esa humildad puede ser motivo para jactarnos de nosotros mismos, pues definitivamente no es un atributo natural del ser humano. • Por creer que nada es tan poderoso para borrar el mal que hemos hecho. Esto muestra el menosprecio o la ignorancia que muchas veces se tiene de la sangre que Jesús derramó. En otras palabras, se está diciendo que no es lo suficientemente poderosa para borrar el pecado del hombre. El pecado ciertamente tiene sus consecuencias y muchas veces no podrás revertirlas y tendrás que vivir con ellas, o morir por ellas, pero Dios es suficientemente capaz de perdonarte y darte su paz si de veras estas arrepentido. La sangre más pura del cielo fue derramada para eso.

“Por gracia sois salvos, por medio de la fe... no por obras para que nadie se gloríe”

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• Porque se piensa que Dios es tan bueno, que no toma en cuenta el pecado, pues siempre lo perdona, así que al final, de todas maneras estaremos con Él en la eternidad. Aunque pareciera contrario a lo anteriormente dicho, esto tampoco es verdad, ya que Dios ciertamente es bueno, pero también es justo, y como Rey del universo, ha decretado una sola manera de llegar a Él, y es por medio de su Hijo Jesucristo y del arrepentimiento. Por medio de Jesucristo nos ha llegado la gracia, pero hay que creer en Él para obtener vida eterna. Además, Él no pasa por alto el pecado, sino que lo perdona; no lo ignora, lo conoce bien, por eso decidió cargar con el pecado de cada uno de nosotros para clavarlo en la cruz (2 Corintios 5:21 / Colosenses 2:13-14). De Dios nadie puede burlarse, lo que se siembra se cosecha. (Galatas 6:7). Además, la gracia de Dios no nos ha sido dada para “aprovecharnos” de ella. Quien haga esto, no creo que haya conocido realmente la gracia de nuestro Señor. (Romanos 6:1)

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• Por pensar que me merezco todo. Dado a que la gracia es aquello que recibimos sin merecerlo, es imposible recibirla cuando nos creemos tan buenos que sentimos el derecho de recibir toda cosa buena y, por supuesto, nada malo. Así también, puede darse lo contrario, cuando creemos que no merecemos nada bueno, sólo lo malo. Ambas son mentiras que nos impiden recibir la gracia del Señor, ya que están enfocadas en las buenas o malas acciones que hacemos. Olvidamos que la gracia es un regalo, no un premio, ni tampoco la falta de ella es un castigo. Este tipo de pensamiento hace que tengamos los ojos puestos en el hombre en lugar de ver al Señor, su grandeza y su bondad. Esos son algunos obstáculos que ponemos para recibir su gracia salvadora. Pero, en nuestro caminar con Dios, necesitamos de su gracia para crecer, perseverar y alcanzar la estatura de Cristo. El Señor no quiere que nos quedemos sin recibir de su gracia. “Mirad bien, para que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos.” Hebreos 12:15.

El orgullo se opone a la gracia Todos estos obstáculos tienen su base en el gran opositor que la gracia tiene: el ORGULLO, pero cuando se habla en general del orgullo, es muy difícil identificarnos, pues el mismo orgullo nos hace sentir muy humildes. En las siguientes ediciones estaremos analizando otros varios obstáculos que impiden que la gracia de nuestro Señor fluya en nuestra vida y no nos deje crecer en Él. Te invito a que medites en la preciosa gracia del Señor y desees cada vez más de ella, pero prepárate para escudriñar un poco más a fondo tu corazón, pues encontrarás muchos enemigos viviendo allí dentro que te impiden que conozcas más de la gracia de Jesús.

Creced en el conocimiento de la gracia “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” 2 Pedro 3:18.


Y se ríe de lo

por venir…

Hace unos meses, mientras pasaba por un tiempo de transición muy fuerte en mi vida, escuché una prédica acerca de Proverbios 31 y me llamó mucho la atención la segunda parte del versículo 25: “y se ríe de lo por venir.”

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Por: Gaby Galeano

l predicador al que estaba escuchando en ese momento, John Piper, decía: “todo lo que viene frente a mí, me río de ti”, no por negligencia o falta de interés, sino por una fuerte convicción de esperar en Dios. Oír esto me llevó a lágrimas... pensar en las circunstancias difíciles e incómodas que venían y entender que Dios me ha dado su Espíritu para reírme de ellas. Y esto sólo es posible, porque ya en Cristo puedo confiar que Él tiene el control que yo nunca tendré de mis circunstancias. Desde ese día en el que el Señor me reveló esto, me he puesto a pensar que en toda mi vida habrá una circunstancia o alguna persona fuera de mi control y en esto puedo sutilmente enredarme en ansiedad y temor. Piensa en alguna o en las varias preocupaciones que tienes hoy. Piensa en la ansiedad que tienes por lo que viene en el futuro o porque cierta persona en tu vida no cambia o quiere aceptarte con sus propias condiciones y entonces piensas que tienes que acomodarte a él o ella para ser aceptada. Piensa en tu temor más grande o lo que está pasando en tu vida, por lo cual crees que debes temer.

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Comencemos aprendiendo qué es el temor a la luz de la Biblia, la Palabra de Dios. El temor no bíblico es cuando estamos preocupados porque algo que queremos que pase tal vez no pase (Mateo 6). Allí entonces nos damos cuenta que estamos enfocados en el futuro, en las cosas temporales y en nosotros mismos. Esto se vuelve un obstáculo para buscar de Dios y confiar plenamente en su Soberanía. Colosenses 3:1-4 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra, porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria.”

Tenemos que entender tres cosas: 1. Él ya resolvió tu más grande problema y ahora te ofrece a Él mismo para que descanses y confíes plenamente en Él, no en las personas ni en las circunstancias. Él te ha dado acceso directo a Dios por medio del sacrificio de Cristo sin que tú lo merezcas, para disfrutarlo y tener tu gozo completo en Él. Lee Romanos 5:1-2 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”

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Y Romanos 5: 10 y 11: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.” Estos versículos se aplican a ti si has respondido a su llamado de salvación poniendo tu fe en Él. (Efesios 2:8-10) 2. Cristo en nosotros, y lo que ha sucedido en la cruz, debe impulsarnos a amarlo a Él, confiar en Él y amar a otros. Este amor tan grande que Él nos ha dado sin condición, debe crear en sus hijos un deseo de servirle y servir a los demás con ese amor que hemos recibido de Cristo Jesús. En el momento que nuestro enfoque no está en Dios, sino en otros, podemos saber que estamos experimentando un temor no bíblico y nos estamos enfocando en nosotros mismos. Salmo 112:1, dice: “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera.” Es por eso que diariamente necesitamos recordar el rescate de Cristo, recordar lo que ha pasado en la cruz para que hoy nuestros pensamientos y vidas estén bien fundamentados en quién es nuestro Dios Salvador y quiénes somos nosotros ante Él. Dice en Salmo 112: 7 y 8a: “No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá..”

3. Regocíjate en que el Espíritu Santo vive en ti e intercede hoy por ti. Romanos 8:26 dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Cuando no sabemos qué pedir, cuando creemos que estamos solos y nadie entiende nuestros temores, Cristo está intercediendo por nosotros y dándonos de su poder para renunciar a los temores que nos pueden esclavizar. Al renunciar a los temores, nos aferraremos a Él con total confianza y entenderemos la libertad que ya nos ha sido dada, por el Padre a través de Jesús. (Hebreos 4:14-16) Salmo 5:11 dice: “Pero alégrense todos los que en Ti confían, den voces de júbilo para siempre porque Tú los defiendes; en Ti se regocijen los que aman tu nombre.” Cuando haces a Cristo tu primer y más grande amor, cuando lo atesoras, cuando encuentras tu gozo y tu alegría en Él, Él se convierte en tu mayor enfoque, ocupa tu mente, tus pensamientos y, en sus fuerzas, puedes desechar los temores que no te permiten seguir su voluntad.

¡Así que deléitate en Él! Todas las personas y las circunstancias te van a fallar, te van a decepcionar, tú vas a fallar, y algunas veces pasará lo que no quieres que pase. Sin embargo, si tu corazón está puesto y enfocado en tu amor por Cristo y en su amor por ti, estas circunstancias y personas en tu vida no consumirán tu gozo, pues tu corazón está firmemente arraigado en el gozo del amante de tu alma... Así, vivirás un día a la vez, riéndote de lo por venir, tu todo en Cristo Jesús.


¿Clamarán las piedras?

Este artículo surgió luego de ver los homenajes que les hacen a los atletas cuando ganan algún certamen deportivo, que fue el caso del marchista guatemalteco Erick Barrondo, luego de ganar la primera medalla olímpica para Guatemala en las olimpiadas de Londres 2012.

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Por: Osberto Ruano

me pregunté: “¿Cómo son nuestros homenajes a Jesús?” El Señor me llevó al pasaje que narra la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén: Lucas 19:37-40: “Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían”.


Me llama la atención que, quienes lo alabaron no fueron los fariseos que tenían el conocimiento teórico del Mesías, sino que fueron los discípulos, quienes, conociendo las maravillas que había hecho Jesús, se llenaron de gozo, lo cual resultó en un estallido de alabanza. Y, al momento, aparecieron los fariseos, tratando de impedir la alabanza de los discípulos. Hay un fariseo dentro de nosotros que quiere impedir que alabemos a Dios, pero la respuesta de Jesús nos deja en claro que Él se deleita en la alabanza de sus seguidores.

¿Con qué expectativa reciben a un medallista olímpico? Regresando al tema del homenaje al marchista guatemalteco, pude observar varios elementos en la bienvenida y homenajes que le hicieron a Barrondo: 1. La expectativa que se creó con su venida; muchos se preparaban para recibirlo en el aeropuerto, otros en las calles, etc. 2. La actitud de la gente en los homenajes: la familia y los cercanos estaban emocionados y atentos a cada detalle del homenaje, y otros, aunque estaban allí, eran indiferentes. Las diferentes actitudes son el reflejo de conocer lo que implica haber ganado una medalla olímpica y del tipo de relación que tienen con Barrondo. Sólo algunos sabían del sacrificio y el esfuerzo que había detrás de la medalla,

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las largas horas de entrenamiento diario, privaciones de tiempo con su familia, comidas, etc., entre otras, para lograr hacer 20 km en 1:18:57 horas, lo cual implica ser de los mejores del planeta en esa disciplina. Esto causó admiración en algunos. 3. Recibimiento a lo Barrondo: los que organizaron el recibimiento, averiguaron con sus padres que los gustos de Barrondo, en cuanto a comida y música, son el kaq’ ik’ (plato típico de Cobán, lugar de Guatemala) y la marimba. Y entonces el recibimiento fue con kaq’ik’ y marimba. 4. Ojalá que lo sigan apoyando con el paso de los años, porque tendemos a ser olvidadizos.

¿Con qué expectativa vas a la iglesia? Ahora veamos nuestros homenajes a Dios en nuestros servicios: 1. ¿Eres de los que están expectantes de la visitación de Dios el domingo en la Asamblea y dices, voy a llegar temprano con un corazón dispuesto a dar alabanza a Dios? Números 11:9: “Y cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él”. El rocío representa la respuesta de Dios preparando corazones, en medio de la alabanza de su pueblo y el maná, la Palabra de Dios. Siempre que caía maná, antes había caído rocío en la tierra. La tierra representa el corazón del hombre, que en el tiempo de alabanza es preparado para que la Palabra de fruto en su vida. ¿O eres de los que dicen, voy cuando haya pasado la alabanza?

2. ¿Que actitud tienes en la alabanza? Algunas veces sólo nuestro cuerpo está presente, pero el resto de nuestro ser está en otra parte. Pero Marcos 12:30 y Salmo 103:1 dicen que le alabemos con todo nuestro ser!!! 3. Tu conocimiento y experiencia de Dios determina tu admiración por Él, y tu admiración determina tu actitud en la alabanza. ¿Te metes a la Palabra de Dios a documentarte sobre la obra redentora de Cristo? ¿De cómo se despojó de su condición divina y se humilló, tomando forma de siervo y condición de hombre? ¿Comprendemos lo que esto significa? Voy a tratar de ilustrarlo… Decimos que nuestra casa es para el Señor… ¿Qué haríamos si nos la piden para la obra del Señor y tenemos que salir de ella? ¿O el carro con título y papeles para el Señor? Y esto es solo lo que tenemos, no lo que somos. Nabucodonosor fue despojado de su condición de hombre y anduvo como bestia, pero no fue voluntariamente; en cambio Jesucristo estuvo dispuesto a despojarse por voluntad propia. Vivió en total santidad, siendo tentado, pero jamás cayó. Nos reveló el Plan de Salvación, y a Dios como Padre. En el Getsemaní soportó todo el peso de nuestros pecados y los de toda la humanidad de todos los tiempos, de todas nuestras dolencias, de todas nuestras cargas. Pagó el precio con su Sangre para que fuésemos salvos y destinados a pasar toda la eternidad con el Padre. El mayor sacrificio de amor con beneficios reales e invaluables para nuestra vida.


El agradecimiento produce alabanza Sabiendo esto, deberíamos estar agradecidos, alabando a Dios con todo nuestro ser. ¿O eres de los que se conforman con ir algunos domingos a la iglesia y eso es todo lo que sabes de Cristo? Indiferente y apático a las cosas de Dios y con una alabanza mediocre para el único que realmente la merece… Mateo 21:16: “De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?”. Los niños tienen capacidad de admirarse con todo, juegan con cosas sencillas. Mientras más crecemos más sofisticados son nuestros juguetes, hemos perdido la capacidad de admiración.

TÚ DICES

1. Alabanza a la manera de Dios Muchas veces hacemos nuestros homenajes a Dios, a nuestra manera, sin tomar en cuenta lo que le agrada al homenajeado: a Dios.

2. Nuestra memoria Con tanta razón dice David a su alma en el Salmo 103:1. “Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios”.

alrededor de los que le y los

No dejes que el fariseo que está dentro de ti, impida que fluya tu alabanza… ¡¡¡Mientras yo viva las piedras no clamarán!!! Amén.

DIOS DICE

CITA

Brazos cruzados

Levanta tus manos y dale palmas

1 Tim 2:8, Salmo 98:4

Cómodo, sentado en mi silla

Humíllate, ríndete, de rodillas, postrado

Salmo 95:6

Con mis pensamientos

Con cantos

Salmo 47:6

En calladito

Con gritos y aclamaciones

Salmo 66:1

Quietecito

Con danzas Saltando

Salmo 149:3, Salmo 68:3

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El nuevo testamento El Nuevo Testamento comienza su historia con la primera venida de Jesús a la tierra, y termina con su segunda venida. Consta de 27 libros, compuesto de 4 evangelios, un libro histórico, 21 cartas y un libro profético. Mientras más lo estudiamos, más aprendemos el orden de los libros. ¿Puedes tú ordenarlos? Abajo hay un listado de todos los libros contenidos en el Nuevo Testamento, pero en desorden. ¿Puedes tú ordenarlos poniendo de lado derecho el número que corresponde a su orden en la Biblia? Te ayudamos poniendo el número del primer y el último libro que aparecen en el listado oficial.

Santiago Romanos 1a.de Pedro Filemón 1a. deCorintios Tito Colosenses Judas Evangelio de Mateo 1a. deTimoteo Filipenses 1a de Juan 2a de Corintios Hebreos

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Respuestas: 1. Evangelio de Mateo, 2. Evangelio de Marcos, 3. Evangelio de Lucas, 4. Evangelio de Juan 5. Hechos de los Apóstoles, 6. Romanos, 7. 1 Corintios, 8. 2 Corintios, 9. Gálatas 10. Efesios 11. Filipenses, 12.Colosenses, 13. 1 Tesalonicenses, 14. 2 Tesalonicenses, 15. 1 Timoteo 16. 2 Timoteo, 17. Tito, 18. Filemón, 19. Hebreos, 20. Santiago, 21. 1 Pedro 22. 2 Pedro, 23. 1 Juan, 24. 2 Juan, 25. 3 Juan, 26. Judas, 27. Apocalipsis.

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Efesios Evangelio de Juan 2a de Juan Evangelio de Lucas 2aTesalonisenses 2aTimoteo Gálatas Evangelio de Marcos 2ade Pedro 27 Apocalipsis s Hechos de los Apóstole 1a deTesalonisenses 3a de Juan




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