Revista Julio Septiembre 2010

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Año 10 · Nº 50 · Julio-Septiembre 2010

¿A quién le confiarás

tu salvación? En qué invertir

tu tiempo

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Año 10 · Nº 50 · Julio-Septiembre 2010

Consejero Espiritual Edgar Chávez Consejo Editorial Jorge Chacón Fernando Saravia

La Buena Noticia

Asesora Administrativa María de Archila Redactores Osberto Ruano César Castañeda Armando Molina Lourdes de Castañeda Lissette de Archila

Hoy en el Mundo

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La verdad sobre la mentira

Espada de la Palabra ¿A quién le confiarás tu salvación?

Corrección de Texto Carmen E. Gadala-María

Diseño Gráfico Rony Chiché

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En qué invertir tu tiempo

Editora Lorena Farrach

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Los Milagros Continúan “Sé prosperado... así como prospera tu alma”

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Decisiones Perseveremos constantes sin desfallecer

Mujeres de Proverbios En apariencia o en verdad

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Vida de Alabanza Vida de altar del adorador

Entretenimiento Profetas de la Bíblia

23 26 escribenos@revistaaguaviva.com



“Sembrando para la eternidad” “Jesús se acercó a ellos y les dijo: Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18). El tema de la portada en esta nueva edición de Agua Viva habla sobre en qué invertir el tiempo que Dios nos da en esta tierra y la mayoría de veces estamos tan ocupados en los quehaceres diarios de la vida que olvidamos lo verdaderamente importante que conlleva repercusión en la eternidad. Nuestras vidas en esta época en que vivimos se nos van entre el trabajo, los estudios, las compras, llevar a los niños a sus clases después del colegio, etc... y vivimos muy, pero muy ocupados. Hoy quisiera enfatizar algo importante: que Dios no nos llamó a estar ocupados sino a dar fruto como dice en Juan 15:16 “Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto y que ese fruto permanezca”.

En Gálatas 5:22 nos dice cual es el fruto que el Espíritu produce en nosotros “En cambio lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.” Hoy te invito a que aprovechemos bien el tiempo que Dios nos está regalando en esta tierra y que primeramente dejemos al Espíritu Santo formar el carácter de Cristo y producir su fruto en nosotros por medio de cada situación que vivamos en nuestras actividades diarias y que a la vez seamos colaboradores con Dios y que vayamos a las gentes de nuestro alrededor y les enseñemos a ser discípulos de Jesús. Que podamos vivir con la revelación de la eternidad estando conscientes cada día que esta tierra es pasajera y que nuestro verdadero hogar está en la eternidad con Cristo.

Lorena Farrach Editora

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En qué invertir

tu tiempo

Por: Osberto Ruano

Oíd otra parábola: hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.

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cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon. Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. Finalmente, les envió su hijo, diciendo: tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: este es el heredero; venid, matémosle y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? (Mateo 21: 33-40). En la parábola, el padre de familia representa a Dios, la viña que plantó representa tu corazón. “Y te dio tu vida en arrendamiento”, es decir, en mayordomía. Le dio todo para que pudiera dar buen fruto, sólo depende del labrador, que de o no de buen fruto. Esto quiere decir que depende en qué inviertes tu tiempo y qué haces con tu vida.


Sembrar para dar fruto Quiero hacer notar en el versículo 34 donde dice que se acercó el tiempo de los frutos, que para tener fruto se necesita haber sembrado antes. Y aquí me quiero dirigir a ti, que talvez nunca has tenido la oportunidad de recibir el mensaje de salvación, y yo sería como uno de esos siervos enviados a los labradores, ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a matar el mensaje que estás recibiendo como los labradores? O peor aún, cuando el padre de familia mandó a su hijo, los labradores lo sacaron de la viña y lo mataron. ¿Vas tú a rechazar a Cristo, el hijo de Dios, y a no permitirle entrar en tu corazón? La mejor inversión que puedes hacer en tu vida es recibir la vida eterna.

De muerte a vida La Biblia dice en Juan 17:3: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Todos nacemos espiritualmente muertos, es decir separados de Dios. Romanos 5:12 dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Y si te llega la muerte física, estando muerto espiritualmente, irremediablemente vas a la muerte eterna. Ahora, ¡Cómo haces para pasar de muerte a vida! La Biblia dice en Juan 5:24: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”.

Y ¿Qué es lo que tienes que creer a Dios? Romanos 10 nos da la respuesta: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos serás salvo”. Fácil, ¿no?, ahora te invito a hacer lo que dice Dios en su Palabra para alcanzar salvación y vida eterna: CONFESAR CON TU BOCA LO QUE CREES EN TU CORAZÓN.

Aprovechando bien el tiempo Ahora, hablemos de hijo de Dios a hijo de Dios. Hoy en día con los avances de la tecnología, existen tantas formas de pasar el tiempo, pero habría que preguntarse, si le estás sacando provecho al tiempo que Dios te da de vida. ¿Cuánto tiempo pasas frente a la computadora? ¿Cuánto tiempo ves televisión? ¡Cuidado con la pornografía! ¿Cuánto tiempo dedicas a tu familia? ¿Cuánto tiempo pasas con tus amigos? ¿Cuánto tiempo le dedicas al trabajo? y ¿Cuánto tiempo has dedicado a buscar el propósito que Dios tiene para tu vida? ¿Cuánto tiempo pasas buscando su presencia? ¿Cuánto tiempo le alabas? ¿Cuánto tiempo inviertes en buscar su voluntad en su Palabra? Es importante lo que hacemos con nuestro tiempo ¿no crees? En Eclesiastés 3:1 dice que todo tiene su tiempo. Dios tiene varios puntos de cómo aprovechar el tiempo, veamos algunos de ellos: Gálatas 6:9: “No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”.

Efesios 5:16-20: “Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos, siendo entendidos en la voluntad de Dios, llenos del Espíritu, hablando con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor y dando siempre gracias al Padre en nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Efesios 6:18 “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu”. Colosenses 4:5 “Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo”. 2 Timoteo 4:2 “Que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. 1 Pedro 4: 2-3: “Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías”.

Es hora de levantarte En resumen, como hijos de Dios, es hora de levantarnos, aprovechar el tiempo, buscando la voluntad de Dios, dóciles al Espíritu, hablando temas espirituales, cantando y alabando a Dios, dándole gracias siempre, orando, recuperando el tiempo perdido, predicando, confrontando, reprendiendo, exhortando, andando en el temor santo de Dios y ya no en la carne. Tu tiempo vale oro, no lo desperdicies, es demasiado corto.

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hoy en el mundo La verdad sobre la mentira

Por: Lissete de Archila

L “Una mentira es una declaración realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa o parcial, esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total” (definición de Wikipedia). 8

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a mentira está involucrada en casi todas las áreas de nuestra cultura. Toda ciencia, todo arte, toda actividad económica, social o religiosa que se independice de Dios, involucra la mentira. Una de las señales de los últimos tiempos es que el hombre se apartará de la verdad e irá tras falsos profetas y falsos maestros. Abundará la falsa doctrina, religiones extrañas, idolatría y enseñanzas de maldad que parecerán ciertas, pero serán un tremendo engaño, incluso para la iglesia de Cristo que no permanezca en su verdad. Estamos en tiempos peligrosos, en los que habrá doctrinas falsas que tratarán de apartarnos de los valores que Dios establece en su palabra. Por ejemplo, la generación joven piensa en su mayoría, que es normal el sexo antes del matrimonio, apoyan el homosexualismo y ven el aborto como un derecho de elección y no como un homicidio. Piensan que no es malo desobedecer a los padres y engañarlos, si no están de acuerdo con ellos. Éstos son sólo algunos de los ejemplos de cómo la mentira se ha arraigado en nuestro mundo. Esto es un rechazo total a la voluntad de Dios y llaman a las cosas malas como buenas y a las cosas buenas como malas.


Por desgracia, una consecuencia del engaño que hoy existe es la pérdida de la importancia de decir la verdad. La mentira está tan arraigada en nuestra sociedad, que hemos aprendido a mentir como una manera natural de relacionarnos con el prójimo. Nuestra conciencia se ha endurecido en este aspecto, y aún los cristianos mentimos sin entender la ofensa que provocamos al corazón de Dios.

¿Por qué mentimos? No intento dar aquí un enfoque psicológico, porque de eso oímos bastante. Deseo enfocarlo desde la perspectiva cristiana, para describir cómo Dios ve la mentira. Mentimos por dos razones:

1. Por temor a decir la verdad El solo hecho de querer ocultar algo ya implica su falta. No tenemos nada que ocultar si es bueno, justo, o inocente, pero si lo que ocultamos delata algo sucio o corrupto, preferimos mantenerlo así para no sufrir las consecuencias. El niño que rompe un jarrón o el esposo que está en adulterio y oculta los hechos a su esposa, ambos mienten por la misma razón: la vergüenza de ser juzgados y el temor de sufrir un castigo.

2. Por vanidad Cuando tenemos un problema con nuestra identidad o nuestro valor. Mentimos entonces para aparentar algo que no somos y fantaseamos para dar una perspectiva diferente de nuestra realidad. De nuevo, tenemos temor a ser descubiertos como realmente somos.

El hombre miente para eludir responsabilidades, para sentirse mejor consigo mismo, para ser aceptado y amado por los demás, y miente hasta para impresionar. Pero no importando la causa por la que se mienta, el origen es el mismo: el pecado que mora dentro del corazón humano (ver Marcos 7:21). Desde niños aprendemos que mentir es malo, pero en pocas ocasiones se explica por qué no se debe hacerlo, pues los adultos mismos no saben explicar la naturaleza de la mentira, y la practican aun frente a sus hijos. La mentira es una forma de eludir la realidad y la responsabilidad de nuestros actos. Por tanto, la consecuencia de la mentira es no afrontar la vida de manera adecuada y sus frutos son dañinos para nosotros mismos y para los que nos rodean. Perdemos la confiabilidad ante los demás, y si hacemos de la mentira un hábito, perdemos contacto con la realidad.

“El padre de ustedes es el diablo; ustedes le pertenecen, y tratan de hacer lo que él quiere. El diablo ha sido un asesino desde el principio. No se mantiene en la verdad, y nunca dice la verdad. Cuando dice mentiras, habla como lo que es; porque es mentiroso y es el padre de la mentira” (Juan 8:44). Es importante notar que Jesús describe a Satanás como alguien que nunca dice la verdad. Es la mentira personificada, por lo que el mentir es hacernos parte de la tiniebla en la que Satanás se mueve. Es tan serio este pecado, que el Señor lo situó entre los diez mandamientos: “No dirás falso testimonio” (Éxodo 20), y lo nombra en el libo de Proverbios como una de las siete cosas que más abomina.

El diablo es padre de la mentira Esta es una seria acusación que Jesús le hizo a Satanás. El lenguaje normal de Satanás es la mentira, porque no hay nada de verdad en él. Él la inventó, porque es la antítesis de Dios. QUIENES MIENTEN, HABLAN EL IDIOMA DEL DIABLO, QUIEN ES EL OPUESTO A DIOS, tan opuestos como el día y la noche o como la luz y la tiniebla. Todo lo que se aparte de la verdad absoluta, se convierte en mentira, y forma parte de la naturaleza de Satanás.

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Dios es la Verdad Por el contrario, Jesús se denomina a sí mismo como la verdad: “Yo soy el camino, la VERDAD y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí” (Juan 14:6). La naturaleza de Dios es ser vertical en lo que dice con lo que hace. Esto lo hace fiel y digno de nuestra confianza “Porque yo no soy hombre para que mienta ni hijo de hombre para que me arrepienta”. Es el único Dios verdadero, por lo que cualquier tergiversación de la realidad es una agresión a su nombre y a su carácter.

Examina tu corazón No importa la razón por la que se mienta. A veces queremos convencernos de que es por una causa noble, aunque le queramos nombrar a la mentira como o que es una mentira “piadosa”, pero el hablar otra cosa que no sea la absoluta verdad, ofende el nombre de Dios. Si eres ya un hijo de Dios, pero aun mientes, te invito a ir en oración al Padre a pedirle perdón.El arrepentimiento borrará todo pecado, porque la sangre de Jesús nos limpia de todo el mal que hayamos hecho.

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Luego, debemos comprometernos a no mentir más. Si verdaderamente quieres caminar en santidad, este es un cambio indispensable. No podemos decir que amamos a Dios y seguir mintiendo. Si decir la verdad nos traerá un castigo, pues que así sea. Es importante decidir hablar la verdad aunque nos cueste caro. Es preferible afrontar las consecuencias de nuestros actos por muy dolorosas que sean, a ocultar la verdad o cambiarla para huir de nuestra responsabilidad, pues nos apartará de la paz de Dios.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.”

(APOCALIPSIS 3:20)


espada de la palabra ¿A quién le confiarás

tu salvación?

Por: Armando Molina

Uno de los temas principales a lo largo de toda la Biblia es la lucha de Dios contra los ídolos. En la historia del pueblo de Israel, hay un énfasis por parte del Señor en que su pueblo lo reconozca solo a Él como verdadero Dios.

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ay una larga sección del libro de Isaías –capítulos 44 al 46– en la que el tema principal es precisamente esta guerra de Dios contra los ídolos. El Señor quiere, a través de su profeta Isaías, establecer claramente la diferencia que hay entre Él y los falsos dioses. Para ello, vemos cómo utiliza la declaración de diferentes verdades que exaltan su poder y majestad sobre la de cualquier otro dios.

La falsedad de los ídolos En Isaías 45:20 dice: “¡Reuníos y venid! ¡Acercaos todos los sobrevivientes de entre las naciones! No tienen conocimiento aquellos que erigen su ídolo de madera, y los que ruegan a un dios que no salva.” El Señor habla de aquellos que confían en los ídolos que ellos mismo fabrican y expone gráficamente la vanidad de confiar en ellos. No hay peor cosa que una esperanza falsa, levantar las oraciones a un dios que no oye ni tiene poder para intervenir. Por el contrario, las oraciones elevadas al Señor, Dios de Israel no caen en oídos sordos, él está atento a la oración de su pueblo, Él es el Dios vivo que reina sobre todo.

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CIFGA


Dios: poder, salvación y soberanía Veamos qué dice la Biblia en Isaías: (45:21): “Declarad, exponed pruebas y entrad todos en consulta. ¿Quién hizo oír esto desde el principio y lo tiene dicho desde entonces, sino yo, el Señor? Y no hay más Dios que yo, Dios justo y salvador. No hay otro fuera de mí.” Dios declara su conocimiento del futuro, Él tiene un plan y un propósito para su pueblo y para esta tierra. Esos planes serán prosperados, no hay quien pueda confundir o detener los propósitos de Dios. Sólo Él puede declarar algo con respecto al futuro con la total certeza de que ocurrirá. Sólo las promesas hechas por este gran Dios son fieles y verdaderas. (45:9-10): “¡Ay del que, no siendo más que un tiesto como cualquier tiesto de la tierra, pleitea con su Hacedor! Dirá el barro al que lo modela: ¿Qué haces?, o tu obra, ¿no tiene manos? ¡Ay del que dice al padre: ¿por qué engendraste? y a la mujer: ¿por qué diste a luz?!”. Ante este Dios estamos llamados a ser humildes y sumisos. Ante su gloria y poder debe haber en nuestro corazón un reconocimiento de que Él es Dios y nosotros criaturas.

Ríndete a Dios ¿Quiénes somos nosotros para pelear con Él? La rebelión contra Dios es comparada a una vasija rebelándose contra el alfarero que la fabrica y reclamándole el por qué la hizo como la hizo.

(45:1): “Así dice el Señor a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir puertas delante de él, puertas que no se cerrarán”. Ciro era el rey más poderoso de la tierra en esa época, gobernaba el imperio Persa –este imperio había conquistado al otro gran imperio de la época, el babilónico–. Después de esto, Ciro da la orden al pueblo Judío –había estado cautivo en Babilonia por 70 años– de regresar a la tierra de Israel. Con esto cumplió con una promesa de Dios, de que el pueblo iba a regresar del cautiverio.

Tus decisiones afectan a otros Vemos pues como este rey tuvo un papel protagónico en decisiones que afectaron a pueblos y naciones, gobernó y tuvo a su disposición ejércitos y sirvientes. Con todo el poder que este rey tuvo, la Palabra de Dios lo presenta como un instrumento en las manos de Dios, aún si él no estaba consciente de serlo. A través de las decisiones y victorias de este rey, Dios estaba obrando según sus propósitos para sacar de la cautividad a su pueblo y para cumplir sus promesas. (45:12): “Yo hice la tierra y creé sobre ella al ser humano. Yo, mis manos, desplegaron los cielos y pongo en orden todo su ejército.” (45:8): “Rociad, cielos, desde arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo, el Señor, lo he creado.” Dios le ha dado un papel y un rol a cada ser viviente. Él controla y domina cada átomo y cada estrella del universo.

Es más, así como Dios tiene control sobre la naturaleza, así también es Dios el que puede enviar la paz, justicia y salvación a una nación. Después de la declaración de todas estas verdades, después de contrastar la falsedad de los ídolos con la realidad de Dios, su poder creador y soberano; su conocimiento y propósito perfecto, vienen las palabras: “¡Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro! “ (ver Isaías 45:22). El que está diciendo estas palabras es el mismo que antes ha mostrado su majestad y grandeza, que es poderoso para controlar a la naturaleza y a los reyes de la tierra, aquel que conoce el futuro, aquel que tiene poder real para salvar, aquel que creó todo cuanto existe. En este contexto, mirarlo a Él significa quitar la confianza de aquello que hasta este momento ha ocupado mi corazón como un ídolo y ponerla en el verdadero Dios. Todo el que haga esto, será salvo.

Vuélvete al Dios verdadero Esta invitación está dirigida a todos los confines de la tierra: a ti en tu situación actual, en dificultades, tribulaciones, enfermedad, cautividad. La invitación también es para aquellos que habiendo sido engañados, se han ido tras dioses falsos. En este día el Señor te dice “mírame a mí”, quita tu mirada de aquellos dioses que ya ha sido probado no te salvarán. Ya no sigas neciamente detrás de ellos, vuélvete al Dios único. Como consecuencia, tendrás salvación real y verdadera. Solo el que es verdadero Dios puede hacer una promesa así. Miremos al cordero de Dios, a Jesús, Él es en quien Dios ha puesto la salvación de los hombres.

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los milagros continúan “Sé prosperado...

así como prospera tu alma”

Por: Lorena Farrach

“Yo Ana Mercedes, te acepto a ti Edgar, como mi esposo, y prometo amarte, respetarte y serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad; todos los días de nuestras vidas...”. 14

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oco antes de casarme, no imaginaba que tan pronto estaría viviendo estas palabras, comentó Ana Mercedes. Edgar, en ese entonces mi prometido, se quedó sin trabajo, y aún así, nos casamos. Al regreso de la luna de miel, Edgar cayó con hepatitis y tuvo que guardar reposo por dos semanas. Fue así como empezó nuestro matrimonio y una senda juntos en la cual Dios nos enseñaría mucho y nos transformaría día a día a su imagen, a través de nuestras debilidades personales, para llegar a ser, cada vez más, conforme a su Palabra, relató Ana Mercedes. Estas dos semanas, de reposo de la hepatitis, las aproveché para leer la Biblia y pasar tiempo con Dios, y así fue como surgió el sueño de abrir una empresa, indicó Edgar. Empecé a trabajar duro para echar a andar la empresa, pero sin consultarle, ni estando de acuerdo con mi esposa Ana Mercedes.


Comienzan los problemas económicos En medio de todo el trajín, Ana Mercedes estaba trabajando en una empresa y al poco tiempo nació su primer hijo. Entonces, se les vino una gran carga financiera y el dinero empezó a no alcanzarles. Edgar, para suplir las necesidades diarias de la familia, utilizaba fondos de la empresa, en lugar de reinvertirlos. Aunque el deseo de Ana Mercedes era renunciar a su trabajo para cuidar a su hijo, su jefa le dio la oportunidad de ir a la oficina con el bebé. Esto le permitió seguir generando ingresos, que cubrían gran parte de los gastos familiares. Mientras tanto, Edgar tomó decisiones para levantar su empresa, pero los resultados no fueron los esperados y se endeudó con los proveedores y el banco. A raíz de estos problemas financieros, la familia de Ana Mercedes y Edgar se estaba viendo afectada y la relación marital se volvió un tanto complicada. Como hombre y responsable del suministro dentro del hogar, mi situación era frustrante, expresó Edgar, Dios es nuestro proveedor y se espera que por medio de la cabeza del hogar (el esposo) venga la provisión. Al inicio hice planes, me tracé metas y soñé en grande, y decir ¡fracasé, no salió como lo esperaba! fue muy duro. La presión de las deudas no la podía soportar, sentía físicamente un peso en la nuca, un yugo de esclavitud, -Edgar hace una pausa- y le salen unas lágrimas al recordar. Recuerdo que fue “bien grueso” para mí.

Pedí ayuda a Dios Una noche, después de dormir a mi hijo, me postré en el piso a clamarle a Dios y pedirle que me ayudara a salir de TODO ESTO, porque yo no encontraba la salida a mi situación financiera, necesitaba una palabra de Él que me sostuviera, y en ese momento llegó la paz a mi corazón. Comencé a escuchar una alabanza que decía: “Aunque el sol no salga y aunque las estrellas se caigan, yo soy tu fortaleza”. Así que comencé a declarar esa palabra día tras día.

Y actué bajo Su guianza Edgar tomó la decisión de buscar un trabajo fijo y así poder salir de las deudas. Se le presentaron dos oportunidades y Edgar tuvo el privilegio de escoger en dónde trabajar. También tomaron la decisión de ir a consejería espiritual, lo que los ayudó mucho en su relación de pareja y en sus relaciones personales con Dios.

Yo quería que, como cristianos, diéramos testimonio de la PROSPERIDAD FINANCIERA que Dios nos “tenía” que dar. Le clamé a Dios, le lloré, hice berrinche, pero al final, no me quedaba nada más que someterme y creer en Él.

Me rendí a Dios Fue así que decidí rendirme a Dios, para que cambiara todo lo que fuera necesario en mi interior, para ser cada vez más a su imagen. Asimismo, tomé la decisión de ser apoyo para mi esposo. Yo creía que el problema económico era solo de Edgar, y pensaba que él tenía que ver como salir del “clavo” en el que se había metido. Pero entendí que éramos uno mismo y que el problema lo teníamos que resolver juntos. Fue así que comencé a apoyarlo en las decisiones, y en lo financiero logramos llegar a una unidad. Entonces comenzaron las acciones concretas. Ya Edgar trabajando, Ana Mercedes se dedicó a cuidar a su hijo y trabajaba desde su casa.

Mientras tanto, comenta Ana Mercedes, el ambiente de la familia era horrible, había mucha tensión a raíz del problema económico por el que estábamos atravesando. Cualquier cosa, detonaba un pleito con Edgar. Yo estaba molesta con él y mi relación con Dios estaba mal, pues pensaba que Él no nos quería ayudar, ni prosperar. Cuando me casé, mis planes para mi matrimonio eran otros.

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Durante ese tiempo, Dios le enseñó a Ana Mercedes a perdonar a Edgar y a someterse a él como cabeza del hogar. Ahora toman en común acuerdo cada decisión dentro de la familia. También se dieron cuenta del talento administrativo que Dios le había dado a Mercedes, por lo que decidieron que ella llevara la chequera y organizara los pagos. Lograron tener control con los ingresos, egresos y sobre todo con el diezmo. De esta forma, hasta les alcanzó para ahorrar un poco. Dios hizo cosas sobrenaturales en sus corazones, en la familia y en lo financiero. Después de un año, Edgar hizo un acuerdo de pago con el Banco y se canceló la deuda en su totalidad. Dios fue fiel en sus vidas y en sus finanzas y lograron objetivos familiares económicos sin llegar a endeudarse.

Corre hacia Dios Para finalizar, Ana Mercedes comenta: “Cuando hay dificultades, se puede correr hacia Dios o endurecer el corazón y perder toda compasión. Dudé que Edgar pudiera hacerse cargo de la provisión de la familia, así que pedí perdón a Dios y ahora Edgar es quien provee al hogar. Además, ahora en la casa se experimenta un ambiente de paz, amor y gozo. En el fondo de mi corazón yo sabía que Dios no nos iba a dejar avergonzados. Como dice en Isaías 49:23: “y reconocerás que yo soy el Señor, y que los que en mí confían no quedan defraudados.”

Edgar, a su vez comenta: “Se acabó la opresión espiritual al pagar la deuda y al ordenarnos. Yo soy el principal proveedor, pero Dios abrió una fuente de provisión extra con Ana Mercedes. Además le gusta su trabajo y puede cuidar a los niños. Quiero recalcar que cada vez que obedecíamos a Dios en lo que nos guiaba a hacer como perdonar, buscar trabajo, ir a negociar la deuda, confiar en que Él proveería de ingresos, su bendición nos alcanzaba. Dios puede hacer milagros y proveer de un día para otro, cualquier cantidad de dinero, y de hecho, así lo ha hecho con algunos. Pero esas son las excepciones, porque más que el dinero, Dios está interesado en trabajar nuestro interior para que seamos cada vez más como Él y podamos administrar sabiamente lo que nos da y gozar de la sobreabundancia que nos ofrece.

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.” (JUAN 10:14-15)

Busca primero a Dios La lección de este testimonio se encuentra en 3ª de Juan 2: “Amado, yo deseo que seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma” y en Mateo 6:33 “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas”. Y así como Dios proveyó una salida para la situación financiera de Ana Mercedes y Edgar, también puede dártela a ti, si te rindes a Él y le obedeces.

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decisiones

Perseveremos

constantes sin desfallecer

“A lo largo del camino, rumbo a algún destino, podemos encontrar diversos sitios: unos para comer, otros para descansar, otros para tomar fuerzas y seguir adelante, y otros simplemente para admirar el paisaje”.

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Por: César Castañeda

in embargo, también podemos toparnos con lugares que pueden distraernos o demorar nuestra llegada, obstaculizando así el logro de nuestro objetivo. Lo mismo ocurre en nuestras vidas. A lo largo de este peregrinaje por la tierra, nos podemos encontrar con muchas opciones. Unas nos ayudan a seguir, pero otras sólo nos distraen o nos detienen de llegar al objetivo final que tenemos por delante; incluso a veces, se nos hace tan largo, que olvidamos hacia dónde nos dirigíamos. Debemos de estar conscientes de que nosotros somos peregrinos, estamos de paso, somos extranjeros porque no pertenecemos a este mundo. La Biblia nos habla de esto en varios pasajes: “Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura” (ver 1 Crónicas 29:15). En el libro de Hebreos se nos dice que los héroes de la fe lo creían así porque tenían una patria celestial. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. (También leer: 1 Pedro 2:11, Salmo 39:12, Salmo 119:19).


Quienes hemos aceptado a Jesús en nuestro corazón, damos testimonio que nuestras vidas ya no son las mismas después de eso. Pero si ya vamos en El camino, debemos de tomar en cuenta que hay muchas situaciones en el trayecto que podemos encontrar que nos distraen o desenfocan del objetivo final, como por ejemplo:

Situaciones que nos desenfocan 1. Acomodarse En el camino podemos encontrar un lugar donde nos sentimos cómodos, porque nos agrada tener un sentimiento de que ya aprendimos todo, que no hay nada nuevo que aprender.

Pero la Palabra de Dios nos amonesta a que no nos conformemos a este tiempo: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (ver Romanos 12:2). La renovación de nuestra mente es importante porque nos mantiene conectados con la voluntad de Dios en cualquier aspecto de nuestra vida. Sólo si nos mantenemos aprendiendo de su Palabra, podremos saber lo que él quiere para nuestras vidas, especialmente en un mundo tan cambiante, en el que la Biblia se ha mantenido, a través del tiempo.

2. Dejarse distraer Podemos encontrar cosas o situaciones que nos distraen que, aunque aparentemente no son malas, el afán de estas cosas nos desenfocan de lo más importante. Tal es el caso del trabajo, estudio, situaciones de la vida diaria, aún el mismo servicio al Señor, nos pueden quitar los ojos de lo más relevante. En la Biblia se nos cuenta el caso de dos hermanas que visitó Jesús (Marta y María); Marta abrumada por sus muchos quehaceres le habla a Jesús pidiéndole que reprendiera a María porque no la ayudaba en lo que ella considera más importante, y Jesús le dice: “Marta, Marta, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará” -que era escuchar a Jesús- (ver Lucas 10:41-42). Con esto no quiero decir que no hagamos nada, pero en cualquier cosa que nos involucremos, nuestra relación con Dios es lo más importante,

y podemos ser muy eficientes en lo que hagamos, pero no tenemos que perder de vista que el afanarnos (o como comúnmente se le dice “estresarnos”) nos puede llevar a perder la comunión con el Señor, y sin querer, olvidarnos de lo más necesario, como le pasó a Marta.

3. Dejar de crecer (o madurar espiritualmente) Cuando dejamos de madurar, muy sutilmente, nos detenemos o estancamos en nuestro caminar. A veces dejamos de recibir la instrucción o dejamos de quitar cosas que son malas en nosotros y nos dan “peso” en el caminar, porque ya no las vemos tan malas, y finalmente, perdemos el hambre del alimento espiritual. Veamos lo que dice Pedro al respecto: “Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia, deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación, ahora que han probado lo bueno que es el Señor” (ver 1ª Pedro 2:2-3). “Así que ustedes, queridos hermanos, puesto que ya saben esto de antemano, manténganse alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, pierdan la estabilidad y caigan. Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

¿Qué debemos hacer para enfocarnos? 1. Consagrarnos

decisiones

Por esto, hay que tener en cuenta que tenemos un objetivo al final del camino y debemos de caminar con ello en la mira. Pero, ¿cómo comienzo a caminar por ese camino que me conduce de regreso a mi “patria celestial”? La Biblia nos habla de que Jesús es el camino al Padre, en Juan 14:6 leemos: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino es por mí.” Además, Jesús es la puerta: “Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo” (Juan 10:9). Así que, si tú no has entrado por la puerta para comenzar tu camino al Padre, debes reconocer primero que estás en pecado y además creer que Jesús es el que vino a salvarte del pecado y que Él vino a morir por ti. Aunque no cometió pecado, se hizo pecado por amor para pagar la deuda de muerte que merecían tus pecados (ver Romanos 5:6-8, 2 Corintios 5:21, Colosenses 2:14).

En nuestra vida hay cosas que necesitamos cambiar, mejorar, rendir,

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quitar para dejar que la obra que Dios está haciendo en nuestra vida siga hasta que termine, por lo que es necesario dejar que el Espíritu Santo prosiga con su labor en cada área de nuestra vida.

decisiones 20

El Espíritu Santo quiere que dejemos la maldad que hay en nuestro corazón para que Él sea el primero en todo lo que hagamos. Esa lucha con nuestra carne es crucial, ya que nosotros lo ayudamos o lo obstruimos en el proceso. El mundo sigue influyendo externamente y nos desenfoca de lo más importante para ir en pos de cosas pasajeras y no en las cosas eternas que Dios tiene para cada uno de nosotros. La Biblia nos lo dice de esta manera: “Hagan todo esto conscientes del tiempo en que vivimos. Ya es hora que despierten del sueño, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando nosotros inicialmente creímos. La noche está muy avanzada y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz.” (ver Romanos 13:11-14).

2. Hablar a otros de Él No debemos olvidar de invitar a otros a unirse en nuestro caminar ya que Dios quiere que le conozcan y crean, para que el Reino de Dios se expanda por todos lados, y aquellos que están desorientados y sin rumbo, reciban su luz, su dirección y lleguen a ser discípulos de Jesús (ver Mateo 28:19-20).

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3. No desfallecer Aunque parezca largo el camino debemos continuar. En momentos difíciles podemos sentir que desfallece nuestra alma y necesitamos aliento, es cuando debemos acudir al Señor, Él nos dará la fuerza que necesitamos y nos orientará en el camino que debemos seguir. “Cuando ya no me queda aliento, tú me muestras el camino” (ver Salmo 142:3ª) “Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma” (ver Salmo 143:8).

4. Con un objetivo claro La Biblia nos dice en Proverbios 4:25-27: “Pon la mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos. No te desvíes ni a diestra ni a siniestra; apártate de la maldad.” Dios quiere que nos enfoquemos en lo que tenemos por delante porque es muy fácil distraerse con muchas cosas y situaciones en nuestro diario vivir. Es importante quitar cualquier cosa que me desvía del objetivo final de ser transformados en el carácter hasta llegar a la estatura del varón o la mujer perfecta: como Cristo Jesús, y que se cumpla el propósito divino que Él tiene para cada uno de nosotros. Sigamos el ejemplo de Jesús que perseveró con un objetivo claro: “Por tanto, también nosotros que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos,

despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (ver Hebreos 12:1-2).

5. Confiar en su fidelidad Por último, debemos confiar que Él quiere terminar la obra que comenzó en nosotros, Él es fiel y sin tan solo nosotros quitáramos los obstáculos para que haga lo que tenga que hacer en nuestra vida, podemos estar seguros que lo terminará. “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (ver Filipenses 1:6, ver también: 1ª Tesalonicenses 5:23-24).

Oración Padre, gracias porque me abriste un camino hacia ti por medio de tu hijo Jesús, te pido que me ayudes a no acomodarme, a no desviarme con las cosas que me distraen, que hay a mi alrededor, para seguir creciendo en carácter. Te pido que me ayudes a consagrarme a ti, que no me olvide de hablar a otros de ti, que aunque parezca largo el camino, no me desanime, manteniendo los ojos puestos en ti y con la confianza que tu Señor eres siempre fiel, para que a lo largo del camino te exalte con mi vida. En el nombre de Jesús. Amén.


En apariencia o

en verdad

Por: Lourdes de Castañeda

E Estamos viviendo un tiempo en el que todo se ha vuelto relativo. Cada vez más, el mundo, Satanás y nuestra carne (que son enemigos de Dios), se han determinado a salirse con la suya.

n otros tiempos, al pecado se le llamaba por su nombre: el que agarraba algo que no era suyo estaba robando, hoy solo está tomando prestado o haciendo “justicia” con sus propias manos. Antes, al que decía algo diferente a la verdad se le decía que estaba mintiendo, hoy las mentiras son totalmente justificables si con ellas logras “no lastimar” a nadie, sin pensar en Dios, por supuesto. Antes, tener relaciones íntimas previo a casarse, era llamado fornicación, hoy dicen que es aceptable si hay verdadero amor y que es “necesario” probar ó vivir juntos antes, para asegurarse que no hay “incompatibilidad” y así “evitar divorcios”. Y así podríamos seguir con una larga lista de pecados que el mundo, la carne y Satanás han tratado de disimular llamándolo de otra forma, queriendo suavizar el pecado hasta el punto de ser totalmente aceptado por uno mismo y por los demás. Aunque la verdad es que el pecado sigue siendo pecado y las consecuencias de estos siguen siendo las mismas o aún peores. Estamos tan acostumbrados al relativismo, que hemos perdido de vista los absolutos de Dios. Somos tan astutos para hacer lo malo, que tergiversamos la Verdad de Dios por mentiras que nos creemos por pura conveniencia.

“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20).

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¿Cristianos o fariseos? Entre muchas mentiras que nos hemos creído, hay una en especial que al diablo le interesa que creamos, pues conoce bien la consecuencia de creerla: quiere que creamos que somos cristianos de por sí. Quiere que pensemos que somos creyentes sólo porque cumplimos sus normas y mandatos, porque damos con generosidad y cantamos alabanzas, o simplemente porque lo hemos sido desde pequeños. Es algo similar con lo que pasó con el pueblo de Israel. Ellos eran el pueblo de Dios, privilegiados y los únicos que tenían la verdadera “fe”. Sin embargo, Jesús vino a confrontar muchas de sus creencias, ya que estaban muy lejos de la verdad de Dios. Ciertamente eran el pueblo escogido por Dios, pero se les había olvidado que Él les había dado las leyes precisamente porque eran su pueblo, y no para ser de su pueblo. Era necesario que cada uno experimentara personalmente a Dios y dejara atrás su pecado, como lo hizo el pueblo con Moisés al dejar Egipto, para entonces poder cumplir sus normas. Pero ellos ya no sabían ni por qué cumplían tantas normas. Esto nos sucede frecuentemente cuando nos acostumbramos a las cosas de Dios, pero no hacemos su voluntad. Somos como Nicodemo, un fariseo, conocedor de la ley del Señor. Él sabía que Dios era poderoso y que cualquiera que fuera capaz de hacer señales y prodigios, debía venir de parte de Dios. Ciertamente Nicodemo tenía fe en Dios, creía en su poder, sin embargo ante Jesús eso no era lo que necesitaba para la salvación. Aunque era parte del pueblo del Señor, necesitaba dar un paso más de fe, uno que nadie más podía darlo por él.

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Fue a Nicodemo a quien Jesús le explicó con claridad lo que era el plan amoroso de Salvación que Dios tenía para cada persona: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su hijo unigénito, para que todo el que cree en él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él” (Juan3:16-17). Cuando el primer hombre pecó, su verdadera ofensa a Dios fue no haber creído las palabras de Dios: “Si comes, morirás”. El hombre puso en tela de duda estas palabras y le creyó a Satanás, quien siempre seduce por medio de mentiras. Dios trazó su plan de rescate al hombre, que había caído en un abismo de muerte, del cual ningún otro hombre podría sacarle, solamente Aquel que nunca cayó: Jesucristo. Al momento de creer en este plan, el hombre es capaz de volver otra vez a Dios por medio de Cristo. Nadie puede rescatarnos de la muerte interior en que nacemos, sólo Jesús.

¿Gracia o Ley? Creemos que Dios no puede darnos tan grande regalo así nomás, tiene que costarnos y por eso andamos por allí haciendo cosas y sacrificios para Él. El asunto es que vemos la salvación desde el punto de vista humano y no logramos entender por qué lo que Dios nos pide parece tan sencillo. Olvidamos que a Dios le costó la vida de su único hijo y que es por su bondad que nos lleva al arrepentimiento, y esto produce en nosotros la necesidad de confesar nuestros pecados y volvernos a Él. Estos pecados no son solamente los visibles, sino especialmente los que no se ven, los que Jesús señalaba constantemente a los Fariseos: el orgullo, la necedad, la dureza de corazón, el juicio, el legalismo, la hipocresía, etcétera.

La verdadera conversión Se da cuando reconocemos que hemos ofendido profundamente al Señor, cuando logramos ver nuestro “pequeño” o “gran” pecado como lo que es: merecedor de la muerte eterna. Es entonces cuando clamamos desde el fondo de nuestro corazón por Jesús para que nos salve. Cuando creemos esto, Jesús viene a salvarnos y ocurre lo que le dijo a Nicodemo: el nuevo nacimiento. “Yo te aseguro que quien no nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado” (Juan 17:3). No importa si soy “bueno” o “malo”, tengo que nacer de nuevo. Puede ser que vaya a la Iglesia desde que nací, que sirva al Señor todo el tiempo o que haga oraciones largas, ayunos y sacrificios. Todo esto también lo hacían los fariseos, y Jesús no aprobó su conducta, porque Él no acepta a las personas por su “buena” conducta, sino por hacer su voluntad y ser su discípulo teniendo una relación íntima y permanente con Él. Dejarme guiar por su Espíritu Santo a modo de conocerle cada vez más. Si tú no estás seguro de haber nacido de nuevo, es porque no lo has hecho, pero puedes hacerlo. No es necesario un esquema de oración, sólo es necesaria tu DECISIÓN. Allí donde te encuentras, si has sentido la necesidad de entregarte de corazón a Jesús, pídele perdón por tus pecados, reconoce que sólo Él puede salvarte y clama por su perdón y amor sobre tu vida. Él vendrá a tu corazón, te levantará, te restaurará, te sanará y consolará. Verás la diferencia de una nueva vida en Espíritu y Verdad.


vida de alabanza Vida de altar del

adorador Por: Osberto Ruano

“Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará. Esta es la ley de la ofrenda: La ofrecerán los hijos de Aarón delante de Dios ante el altar” (Levítico 6:12-14).

E

l altar es uno de los lugares más importantes para todo hijo de Dios, es un lugar que tiene varias representaciones y significados en la Biblia:

1. Lugar de redención El Altar perfecto y el sacrificio perfecto están en Jesucristo, “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (Hebreos 10:12) y “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:14). La leña representa la cruz de Cristo y el fuego representa al Espíritu Santo. De la leña proviene el fuego que quema las grosuras; sin leña no hay fuego y el fuego quema primero la leña y luego las grosuras, es decir, Cristo tuvo que cargar con el castigo de tus pecados, para que te fueran perdonados. “… más el Señor cargó en Él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

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Era necesario que Él se fuera para que viniera el fuego del Espíritu Santo, “Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7). El Espíritu Santo es quien te lleva al Altar para que tus grosuras sean quemadas.

2. Lugar de rendición Llama la atención en la cita que el sacerdote es quien pone la leña cada mañana. ¿Qué es lo primero que haces al despertar? Para poner leña por la mañana, tienes primero que quitar las brazas y las cenizas del día anterior, no quedarte con la unción vieja, con el fuego de ayer, sino dejar que Dios encienda cada mañana el fuego. En tu altar personal, la leña representa a tu carne, tus propias fuerzas, que tienen que arder delante de Dios. Es importante mantener el altar encendido continuamente. Fíjate en este detalle, que es el sacerdote quien pone y acomoda la leña cada mañana, es decir, nuestro sacerdote es Jesucristo y es Él quien escoge que parte de tu carne va a ser quemada cada mañana. Es un lugar donde renuncias a tus sueños, a tus deseos, por los de Dios. La actitud del cordero, cuando va al matadero lo hace en silencio. Lugar donde te rindes, ya no peleas más contra la voluntad de Dios, ni peleas con tus fuerzas por hacer la voluntad de Dios, es el lugar donde prevalece su voluntad y no la tuya.

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3. Lugar de muerte El siguiente paso luego de tomar la decisión de renunciar a tu voluntad, a tus anhelos, a tus sueños, es morir. Cuando hablamos de muerte, ya no hay resistencia de parte del muerto, ya no responde, ya no es necesario renunciar, ya murió, pero a veces parecemos muy vivos.

4. Lugar de acomodamiento del holocausto Quien acomoda el holocausto es Jesucristo, el sacerdote; tú sólo dejas que acomode el área de tu vida que Él crea conveniente. Él sabe cuando ya está suficientemente quemada cada parte del holocausto o si le falta un poco más, entonces lo acomoda para que se queme otra parte y al final todo se queme parejo. Cuando las grosuras eran quemadas, ya el animal había muerto, ya lo habían destazado, primero muere, luego se queman las grosuras. El fuego duele mientras todavía estás vivo.

5. Lugar de transformación real El holocausto era consumido a diario, se quitaban las cenizas y se ponía un nuevo cordero. El proceso de transformación es continuo: primero, mientras el altar está encendido, esto es siempre, el holocausto sufre un proceso de transformación mientras va siendo quemado, de carne a cenizas. Igualmente, tu carne se va convirtiendo en cenizas en el proceso, y el humo que sale es olor agradable a Dios.

Consecuencias de una vida sin altar Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho. Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque Dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase. Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar del Señor que estaba arruinado (1º Reyes 18:25-30).


1. Al no tener vida de altar, puedes estar adorando a un dios (Baal), no al Dios verdadero. “Invocaron el nombre de Baal… ¡Baal, respóndenos!” Tus pensamientos, tu tiempo, o por lo que estás clamando, lo rindes ante este dios.

2. Cuando no tienes vida de altar,

lo que haces no tiene efecto, no hay resultados, no hay repuesta. En tu lucha contra el pecado, se hará cuesta arriba conseguir la victoria, al no tener respuesta ni respaldo de Dios: “Pero no había voz, ni quien respondiese… pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase”.

3. Cuando no tienes vida de altar, tu

“adoración” la haces por costumbre, y puedes caer en querer suplir la unción con la emoción y lo que haces es tratar de manejar emociones y te vuelves un “profesional del altar”, te aprendes las palabras correctas, la dinámica en la voz, pero sin pasión y se convierte en una rutina. “Conforme a su costumbre”, pero es la unción la que pudre los yugos.

4. Al no tener vida de altar, te lastimas, lastimas a los que te rodean: “Se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos”. El altar es un estilo de vida que te purifica día tras día.

Beneficios de una vida de altar “Respóndeme, Señor, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú eres Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego del Señor, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aún lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡El Señor es el Dios, el Señor es el Dios!” (1ª Reyes 18:37-39).

1.

Se nota cuando tienes o no vida de altar, transpiras presencia de Dios y llamas la atención de los demás“Y todo el pueblo se le acercó”.

2.

La zarza llamó la atención del libertador: Moisés, tipo de Jesucristo, tu vida de altar llama la atención del libertador: Jesucristo.

3.

Hay respuesta de Dios y es Él quien consume el holocausto, tu carne. “Respóndeme, Señor, respóndeme…Entonces cayó fuego del Señor, y consumió el holocausto…”

4. Transforma tu vida y convierte

tus deseos en los de Él, y si los cumples, te conviertes en un instrumento que trae lo que se hace en el cielo a la tierra. “Respóndeme, Señor, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Señor, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos… Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡El Señor es el Dios, el Señor es el Dios!”.

Meditación Quiero invitarte a que cierres tus ojos por un momento y escuches qué es lo que Jesucristo quiere acomodar de tu vida en el altar hoy, si la mentira, la murmuración, la pornografía, la falta de perdón, la ira, la cobardía, la lujuria, yo no lo sé, pero tú y el Señor si lo saben, y Él te está invitando en este momento a ser libre de eso que te ata, y que se queme de una vez por todas en el altar, ya no peleando con tus fuerzas contra el pecado, sino dejando que sea el Espíritu quien te de la victoria. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3.6), y así poderte presentar como ofrenda viva de olor grato a Dios. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12.1). El altar no es sólo para el momento de conversión, es un estilo de vida, que te purifica día tras día. Te desafío en el nombre de Jesús a que te presentes al Altar cada día y que el fuego del Espíritu consuma tus impurezas y te guíe, y verás la Gloria y la Santidad de Dios en tu vida.

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Profetas de la Biblia Llena los espacios vacíos del siguiente crucigrama, las preguntas están a continuación:

10

1 2 9

11

3 8 4

5

6 7 HORIZONTALES:

1. Subió al cielo en una carroza de fuego. 2. Fue enviado por Dios a advertir a Nínive que se arrepintiera para que

Dios no los destruyera, pero por su rebeldía fue tragado por tres días por un enorme pez. 3. Ultimo juez de Israel, ungió a los reyes Saúl y David 4. A este profeta le fue puesto por un ángel un carbón encendido en los labios, tomado del altar de Dios, para quitar su culpa y limpiar su pecado. 5. El profetizó de maneras radicales, como acostarse por 390 días sobre su lado izquierdo, y raparse la cabeza. Pero también la visión del trono de Dios y sus querubines, y cuando la gloria de Dios abandonó el templo. 6. El padre de Juan el Bautista, quedó ciego al recibir la noticia del ángel Gabriel sobre el nacimiento de su hijo por no creer sus palabras. Luego de su nacimiento, recobró la vista, y profetizó el ministerio que tendría. 7. Profeta que abrió los ojos de David respecto a su pecado con Betsabé

VERTICALES:

8. Dios le pidió que se casara con una

ramera, como figura de su amor por el pueblo infiel de Israel. 9. Vivió en Babilonia, y le fue mostrado las profecías de los últimos tiempos. Fue echado a la fosa de los leones, pero Dios lo libró milagosamente. 10. Fue encarcelado por profetizar en Israel, pero en la cárcel Dios le ordenó comprar tierras en Judá como una muestra de que restauraría a Israel su tierra. 11. Profetiza y jueza de Israel, ayudó a librar a su pueblo de los cananeos.




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