Abril-Junio 2010

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Año 10 · Nº 49 · Abril-Junio 2010 UN RENUEVO ESPIRITUAL

¿Por qué creo en la Biblia?

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La Paciencia

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Año 10 · Nº 49 · Abril-Junio 2010

Consejero Espiritual Edgar Chávez

La Buena Noticia

Asesora Administrativa María de Archila Redactores Osberto Ruano César Castañeda Armando Molina Lorena Pérez de García Elsa María de Castillo Lissette de Archila Jorge Pajares Corrección de Texto Carmen E. Gadala-María Diseño Gráfico Rony Chiché Impresión CIFGA

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Respóndeme

Editora Lorena Farrach

Hoy en el Mundo

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La Paciencia

Espada de la Palabra Este es nuestro Dios

Los Milagros Continúan ¿Por qué creo en la Biblia?

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contenido

Consejo Editorial Jorge Chacón Fernando Saravia

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Decisiones Acuérdate del Señor tu Dios

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Mujeres de Proverbios Tomando el control sobre el enojo

Vida de Alabanza Lo que revela la queja

Entretenimiento ¿Quién dijo esto?

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escribenos@revistaaguaviva.com



editorial La vida desde la perspectiva de Dios Parece ser que, en este tiempo, lo que más se acostumbra a hacer es pensar y meditar en la crisis económica y en todos los problemas que esto puede traer a nuestras vidas. Pero la palabra de Dios nos pide que pensemos en todo lo verdadero, en lo que es digno de respeto, en lo recto, lo puro, lo agradable, y lo que tiene buena fama (ver Filipenses 4:8). Dice la palabra: “Piensen en todo lo bueno y que merece alabanza.”

Hoy te invito a que te esfuerces en meditar sobre las grandezas del Señor, lo que Él es, lo que ha hecho en tu vida durante el último tiempo: cómo te ha provisto, te ha cuidado, te ha librado del mal y del maligno, cómo en tiempos de prueba, su amor y consuelo han estado contigo, y en todas las cosas buenas que recibes diariamente de Dios (alimento, cobija, techo, salud, educación, cariño, amistad, etc.).

Algunos dicen: “a mí me cuesta meditar en la Palabra”. Otros, le dan vuelta en su mente, una y otra vez, a sus problemas. Lo que están haciendo es meditar en ellos y entre más piensan, más se afligen. Si tú eres uno de ellos, te tengo una buena noticia: lo mismo puedes hacer, pero en positivo, es decir, pensar y meditar en la palabra de Dios. Como dice Josué 1:8: “Medita de día y de noche en el libro de la ley de Dios para hacer siempre lo que éste ordena y así TODO lo que hagas te saldrá bien”.

Hoy en lugar de quejarnos, enfoquémonos en ser agradecidos y cambiemos nuestra manera de pensar (ver Romanos 12:2) para que podamos ver la vida desde la perspectiva de Dios.

Lorena Farrach Editora

El mundo nos dice que para tener éxitos y logros, debemos de estudiar y trabajar hasta el cansancio. Pero la palabra de Dios nos enseña que para que todo lo que hagamos salga bien y prospere, lo primero que debemos hacer es OIR Y OBEDECER a Dios, luego esforzarnos, conociendo la dirección de Él. Josué 1:6 dice: “Ten valor y firmeza, que tú vas a repartir la tierra a este pueblo, pues es la herencia que yo prometí a sus antepasados. Lo único que te pido es que tengas mucho valor y firmeza y que cumplas toda la ley que mi siervo Moisés te dio”.

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la buena noticia ¡Respóndeme!

Por: Osberto Ruano

M En las siguientes líneas, te propongo un diálogo en base a preguntas que, en determinados momentos, hizo Jesús a diferentes personas durante su vida.

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ás que leer de corrido, te invito a que te detengas por un momento en cada una y medites sobre la respuesta que darías al Señor, si hoy te estuviera cuestionando. Te he observado por años, he estado contigo en los momentos de felicidad y en los momentos de sufrimiento y hoy te pregunto: “¿Qué pláticas son éstas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?” (Lucas 24:17) “¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?” (Juan 20:15). Se que hay un vacío en tu ser, en los fueros más íntimos, y se que estás buscando algo, sino, no estarías leyendo este texto. ¿Será prosperidad? ¿una pareja? ¿hijos? ¿sanidad? ¿dejar algún vicio? “¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? ¿No valéis vosotros mucho? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? ¿Por qué os afanáis?” (Mateo 6:25-28). Ahora dime: “¿A quién buscáis?” (Juan 18:7). “Amigo, ¿a qué vienes?” (Mateo 26:50) ¿Cuál es tu motivación al venir a mí?


Ya que estás conciente de a quién buscas, dime: ¿Quién te guía en tu búsqueda?, ¿tu razonamiento, tu corazón, tus tradiciones o alguna persona? “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?” (Lucas 6:39). El razonamiento del hombre, luego de la caída en el pecado, está envanecido y el corazón entenebrecido, (ver Romanos 1:21) y quien pone sus ojos en otro hombre está bajo maldición, (ver Jeremías 17:5). “Todo lo que te guíe fuera de mí es un ciego y el destino de ambos es…” Mi plan para ti nunca ha sido ese, “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? o ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26). Es claro que el mundo te puede dar un placer temporal, pero al final ¿Qué son 80 años de placer, contra una eternidad lejos de Dios en el infierno? “¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?” (Mateo 23:33). ¡Ah! y no olvides que no existe nada que puedas dar como recompensa para rescatar tu alma perdida; yo no deseo una eternidad lejos de ti, pero cuéntame:

¿Quién soy? “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mateo 16:13). ¿Qué te han dicho de mí?, talvez que soy un profeta, o alguien que está crucificado en una cruz, derrotado, digno de compasión, o talvez un gran maestro, o talvez nadie te ha hablado de mí.

Ahora dime: “¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15), “¿Qué pensáis del Cristo?” (Mateo 22:42). Entonces, dime ¿Quién soy yo para ti? “¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?” (Juan 18:34). “¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios?” (Marcos 12:24). “Yo fui quien te formó en el vientre de tu madre” (Salmo 139:13). Cuando eras muchacho yo te amé y te llamé, y cuanto más yo te llamaba, tanto más te alejabas de mí. Con todo esto te enseñaba a andar tomándote de los brazos, pero no conociste que yo era quien te cuidaba, con cuerdas humanas te atraje, con cuerdas de amor, pero no te has querido convertir, y aunque alguna vez me has llamado el Altísimo, no me has querido enaltecer. ¿Cómo podré abandonarte? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión (ver Oseas 11:1-8).

¿Crees en mi? “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46) “¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?” (Mateo 21:42) “¿Habéis entendido todas estas cosas?” (Mateo 13:51). Tus hechos te acusan pero yo ya pagué por ellos en la cruz, tus pecados han sido perdonados, “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?” (Juan 8:10), pues yo tampoco, yo no he venido a condenarte, he venido para salvarte (ver Juan 3:17).

“¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja?” (Mateo 12:1112). “¿Crees esto?” (Juan 11:26), “¿Crees tú en el Hijo de Dios?” (Juan 9:35), “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6), sano en tu alma de tus heridas, inseguridades y temores.

Estaré contigo “¿Creéis que puedo hacer esto?”. Si tu respuesta es: ¡SI CREO!, entonces déjame mostrarte qué debes hacer: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10). Haz un alto en la lectura y medita en el párrafo anterior. Si ya estás decidido, solo abre tu boca y deja salir lo que sientes en este momento en tu corazón. Yo he estado a la puerta de tu corazón llamando una y otra vez, durante toda tu vida, y ahora que la has abierto, yo entro en este momento para hacer de él mi morada (ver Apocalipsis 3:20), y ya no estarás solo, yo estaré todos los días contigo hasta el fin del mundo (ver Mateo 28:20).

la buena noticia

¿Quién te guía?

Sólo un par de preguntas más por ahora: “¿me amas?” (Juan 21.1517), “¿Tu vida pondrás por mí?” (Juan 13.38). Gracias por tomar este tiempo para escucharme y meditar en mis preguntas, y sobre todo por responderlas con honestidad. Tu amigo fiel,

JESUS

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hoy en el mundo La Paciencia

Por: Lissete de Archila

Q La vida corre a prisa. La tecnología ha permitido que la vida del ser humano se facilite a tal grado que el pensamiento de la sociedad actual es la “ley del mínimo esfuerzo”.

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uedaron atrás las bibliotecas, porque podemos buscar información por Internet. Ya no nos esforzamos por hacer sumas, porque en el celular tenemos una calculadora. Podemos no salir de nuestra casa, porque hasta las compras se hacen por computadora. Incluso, la cocina actual es la popular receta rápida de abrir un sobre o una lata para tener un alimento en pocos minutos. Nos alteramos rápidamente. Los padres se alteran con sus hijos, los cónyuges con su pareja, los jefes con sus empleados, los conductores de vehículo, en medio del tráfico; los que esperan en fila en un almacén para que se les atienda. Hay pleito y altercado por donde quiera.


Nos desacostumbramos a esperar. Queremos que los problemas se nos resuelvan de inmediato, porque de no ser así, tomamos medidas drásticas que, a nuestro juicio, nos darán la solución. No sabemos mantener la calma cuando el tiempo pasa y nuestra situación no cambia, a pesar de todo el esfuerzo que ponemos para que así suceda. Nos hemos vuelto una sociedad impaciente y esto no le agrada a Dios. Con todos los cambios sufridos por la sociedad actual, perdimos el invaluable valor de la paciencia. Hay quienes dicen que no debemos pedir paciencia a Dios, porque esto solo provoca que nos mande más pruebas. No concuerdo con este pensamiento en absoluto. La paciencia es un fruto del Espíritu que debe ser formado en nosotros y, tarde o temprano, es una lección que todos debemos aprender.

La palabra paciencia conlleva ser constante, perseverante y firme durante una prueba, pero con una actitud de calma y serenidad aún en medio de las tormentas de la vida. Es la capacidad de permanecer de pie bajo circunstancias difíciles. Es la actitud interna de fortaleza y mansedumbre, que nos guardará de reaccionar violentamente o con venganza ante persecuciones o maltrato. La persona paciente no se deja dominar por las situaciones difíciles. Aún en medio del caos, no se deja derrumbar. Tampoco tiene una actitud de pasividad o indiferencia al problema, sino que pone en práctica la sabiduría de Dios para su resolución. No ignora el problema ni huye de él, pero sabe guardar la calma y espera confiado en el Señor hasta que de Él provenga la ayuda.

¿Cómo conseguir la paciencia?

¿Qué es la paciencia?

Hay dos formas principales de producir el fruto de la paciencia:

Gálatas 5:21,22 dice que la paciencia es un fruto de nuestra relación con el Espíritu Santo.

1. En el trato con el prójimo

El origen de la palabra paciencia viene del latín pati que significa sufrir. De hecho el participio patiens se introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o “el que sufre.” La palabra misma nos recuerda que la paciencia implica sufrimiento, pero ese sufrimiento se acepta con dignidad, esperando una recompensa mayor que vendrá, ya sea con el simple paso del tiempo, con la perseverancia o con la actitud correcta en los momentos adecuados.

Casi todas las personas tenemos cerca a alguien que nos altera las emociones. Son personas de caracteres difíciles, que nos llevan al límite de nuestra paciencia y que con su actitud negativa, egoísta o manipuladora, pueden provocar en nosotros enojo o desesperación. Probablemente se trata de alguien con algún problema en su personalidad o que nos acosa constantemente. Llega un punto en que no resistimos más y reventamos con enojo o venganza.

Esto suele empeorar la situación y la relación con esa persona se agrava aún más. Uno de los pasajes de la Biblia, que ilustra este tema, es el salmo 37:15, que dice:

No te enojes por causa de los malvados, ni sientas envidia de los malhechores, pues pronto se secan, como el heno; ¡se marchitan como la hierba! Confía en el Señor y haz lo bueno, vive en la tierra y mantente fiel. Ama al Señor con ternura, y él cumplirá tus deseos más profundos. Pon tu vida en las manos del Señor; confía en él, y él vendrá en tu ayuda.

Dios es tu justicia Él ve que tu situación es difícil y puede darte la sabiduría para salir de ella, pero tu responsabilidad es tener un corazón limpio delante de Él. Debes perdonar a la persona que te acosa y mantenerte libre de ira o rencor. Pide a Dios la dirección correcta en cuanto a lo que debes hacer, y ora también para que Dios cambie el corazón de esta persona y encuentre la paz. Ten en cuenta que una persona que agrede constantemente o tiene actitudes difíciles, es alguien con un corazón sin la luz de Dios. Ora para que esta persona sea libre a través de una relación con Jesús. Pide a Dios que te permita verla con misericordia y perdón. Luego trátala con respeto y amor (aunque te sea difícil), sin importar la actitud que tenga hacia ti. “El hierro con hierro se aguza, así el hombre aguza el rostro de su amigo” (Proverbios 27:17).

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hoy en el mundo

Impaciencia

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hoy en el mundo

Aguzar significa mirar de cerca, forjar. Es cuando alguien se cruza en nuestro camino sin que eso sea nuestra voluntad. Dios implica en este pasaje que Él usa estas situaciones para formar nuestro carácter. Si obedeces su palabra y muestras una actitud de mansedumbre a la persona que te acosa, el carácter de Cristo se formará en ti, así como el fruto de la paciencia.

2. En la espera La paciencia también se forma al esperar durante un tiempo largo, salir de una situación difícil. Cuando tenemos un problema, la vida se nos vuelve incómoda. Sentimos que nunca saldremos de ese desierto, a pesar de nuestras constantes oraciones y esfuerzos para que todo cambie. Pasan los días, las semanas, los años, y todo sigue igual. Pareciera que todo esfuerzo es infructuoso, o que Dios no nos escucha cuando le clamamos. “No nos cansemos pues, de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas, 6:9).

Dios se toma el tiempo necesario para hacer su obra pero su tiempo no es el nuestro. Él obra aún cuando no le vemos, y cumple sus promesas aún cuando pasan los días o los años sin que obtengamos una señal clara de ello. Es necesario aprender a esperar sin desesperarnos y sin desviarnos del camino que Dios ya nos trazó. Si sabes que Dios te guía hacia una promesa, espérala en paz. El Salmo 62:5 dice: “Solo en Dios encuentro paz, pues mi esperanza viene de Él”. Sabrás que has alcanzado el fruto de la paciencia cuando aprendes a encontrar la calma interna y el reposo que da el que pone toda su confianza en Él. Dios no deja avergonzado al que confía en Él.

“”Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.” JUAN 15:5

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espada de la palabra Este es nuestro Dios (Isaias 25:9)

Por: Armando Molina

L “Mas la hora viene y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”. (Juan 4:23)

a frase “este es nuestro Dios” tiene que ser usada con mucho cuidado. El Señor Jesús nos enseña en Juan 4:23 que la adoración que el Padre busca es una adoración en “espíritu y verdad”. Esto significa que cuando le adoramos tiene que ser conforme a la verdad de su Palabra, tiene que ser adoración dirigida a quien Dios en verdad es, al verdadero Dios. A lo largo de su historia, el pueblo de Israel dijo esta frase: “este es nuestro dios”; muchas veces usada para referirse al único y verdadero Dios, y en ella manifestaban la confianza que habían puesto en Él; demostraban que Dios era su escudo protector y su esperanza. Otras veces, sin embargo, la decían en referencia a un becerro de oro fabricado por ellos. Lo interesante de esto (o lo triste) es que aunque se lo dijeran al becerro, en su mente siempre se estaban refiriendo al verdadero Dios: “el Dios que nos sacó de Egipto”. Esto nos muestra que no conocían bien a Dios. Conviene entonces que repitamos esta frase en nuestro corazón con conciencia y conocimiento de quién es nuestro Dios, libres de ideas erróneas sobre Él.

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espada de la palabra 12

¿Qué efectos puede tener en nuestra vida que nuestro concepto de Dios sea equivocado? Esclavitud, desenfreno, derrota, libertinaje, preocupación, depresión, desánimo, apatía, tristeza, monotonía, desobediencia, falta de amor, falta de fervor al orar y adorar, y otras más, son enfermedades espirituales que tienen su origen en una imagen incorrecta de Dios. El tener un conocimiento real, verdadero y vivo de Dios, nos hace libres; por el contrario, imágenes falsas de Él nos mantienen en esclavitud (ver Juan 8:31-32). Veamos algunas de esas imágenes falsas:

El dios “alcahueto” Israel sale de Egipto hacia la tierra prometida (ver Éxodo 32:1-6). La actitud primordial que vemos en el pueblo de Israel es una falta de fe y confianza en Dios, ya que Él no está actuando, según ellos quisieran: “Mis caminos no son vuestros caminos” (Isaías 55:89). En el momento en que Dios ya no hace lo que según ellos necesitan, allí se forma la idea de un dios a su manera, personalizado, a su medida.

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Saben que sí necesitan a un dios porque dicen esta frase a Aarón: “haznos dioses que nos guíen”, pero piensan que puede ser un dios fabricado por ellos mismos, uno al que ellos le hayan dado la forma que quieren, uno al que ellos mismos hayan creado “con un cincel lo trabajó hasta darle la forma de un becerro”. En resumidas cuentas, el pueblo de Israel se forma una imagen de Dios, pero una imagen equivocada, que más adelante lo lleva a entregarse al desenfreno y al pecado (ver Éxodo 32: 6). El hombre tiene la tendencia a querer hacer a Dios a su gusto, a su manera; un dios de conveniencia, que acepta su pecado. Este tipo de dios, inofensivo, que consiente todo, no presenta ninguna amenaza a nuestra vida de pecado y nuestra carne está contenta con él. Un Dios, que es todo amor, y que a la vez no le molesta el mal, no es el verdadero Dios (ver Salmo 50:1921). Por el contrario, el verdadero Dios es un Dios exaltado y soberano, santo, que no puede ser limitado por nuestros gustos, deseos, e ideas; Él sobrepasa todo.

El dios capataz Los israelitas venían de estar bajo el dominio de un faraón cruel que nunca estaba contento con el trabajo de Israel y siempre pedía “más ladrillos” (ver Éxodo 5:79). Es probable que los israelitas pensaran de Dios como un Faraón o un capataz, ya que era la única autoridad que habían tenido hasta ese momento.

Quizá lo veían como un dios cruel que se gozaba en castigar a sus hijos o al que había que ofrecerle muchos sacrificios para mantenerlo contento, y mientras más duros y prolongados fueran los sacrificios, más beneficios se obtendrían. También se pensaba que la única manera de agradarle era servirle duramente, aunque por más esfuerzo, nunca lográramos estar a la altura de lo que pedía de nosotros. En este caso, nuestra relación con Dios, en vez de traernos paz y libertad, nos mantendría siempre desdichados y alejados de él, puesto que la imagen que tendremos de Él, sería de un dios distante, resentido e insatisfecho con nosotros. Un dios al que es difícil acercarse porque nunca haremos lo suficiente para lograr su aceptación.

El verdadero Dios El verdadero Dios (el Dios que envió a Jesús) es un Dios de GRACIA, al cual no tenemos que ofrecerle mil sacrificios para hacer que nos ame o nos acepte, sino que basados en el perfecto sacrificio de Jesús, tenemos libertad de amarle y servirle con corazones agradecidos. Es un Dios que se goza de que seamos su familia, y anhela tener comunión con sus hijos. Él se deleita en esa comunión y nos ha dado el maravilloso regalo de su perdón para que confiemos en su misericordia y no en nuestros méritos. Él nos da su paz, libertad y perdón. Romanos 8:1 dice que no hay condenación si estamos en Cristo Jesús.


El dios debilucho (ver Salmo 46) Un dios así es incapaz de sostenernos en los problemas. Cuando haya dificultades en nuestras vidas, encontraremos que las estamos afrontando solos porque ese dios fabricado no puede ayudarnos. Cuando en mi vida se levantan dificultades ¿qué puede hacer un becerro de oro para ayudarme? Pero cuando vemos al verdadero Dios sentado en su trono como Isaías, nos humillamos y tenemos confianza (ver Isaías 6: 1-8). La visión del alto trono de Dios nos da aliento para caminar en esta vida porque sabemos que un Dios fuerte y fiel nos ama, nos ha aceptado en su familia y ha prometido estar con nosotros para siempre (ha entrado en pacto con nosotros). Por eso Él nos dice en el Salmo 46:10 “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. Al verlo y conocerlo en su templo, en su poder y santidad, todo orgullo humano es derribado y aprendemos a confiar en las fuerzas de Él y no en las nuestras (ver Salmo 63:1-2). “El Dios eterno no se cansa ni se fatiga” (Isaías 40:28).

El dios utilitario

Muchas veces, cuando vemos amenazado nuestro pequeño reino, hacemos lo que sea con tal de protegerlo, y como el verdadero dios jamás puede ser limitado o manejado por nosotros, entonces reaccionamos haciéndolo pequeño y a nuestro gusto. Es un dios que su única función es darme todo lo que necesito.

El Único Dios Pero el Dios de Jesús es un Dios soberano. Él gobierna sentado en su trono y en su amor nos ha llamado y escogido. Actúa basado en sus propios principios, no los nuestros. Su palabra es la que tiene que guiar nuestra voluntad y no al revés. Debemos ofrecerle nuestra vida en sacrificio vivo (ver Romanos 12). El es el Señor y nosotros sus siervos, somos propiedad de Él. El es Dios y es el único autosuficiente. El dueño de todo. El que te busca y quiere que lo conozcas en su soberanía, justicia y sabiduría.

“Pero los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.

Isaías 40:31

El Señor desea que aprendamos a adorarle tal como Él es; desea abrir nuestros ojos para que lo veamos sentado en su trono. La verdadera imagen de Dios solo nos puede ser revelada por Jesús (ver Mateo 11:27). Pidámosle en oración que se muestre a nosotros.

Un dios a nuestro servicio. Este sería un dios predecible, aburrido y sin iniciativa. Un dios que está para cumplir nuestros caprichos.

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los milagros continúan ¿Por qué creo en la Biblia?

Por: Jorge Pajares

S Durante una parte de mi vida yo creí sinceramente que Dios no existía y que no podía existir.

in embargo, un buen día el Señor tuvo misericordia de mí, derribó todas las fortalezas de orgullo e incredulidad que se levantaban dentro de mí contra su conocimiento y, no tuve más fuerzas para seguir sin Él. Caí rendido a sus pies y acepté al Señor Jesucristo como mi único y suficiente salvador. A partir de entonces, comprendí que el Señor siempre fue fiel conmigo, a pesar de mi infidelidad. Como dice el salmista: “cambió mi lamento en baile y me ciñó de alegría”. Pero, sobre todo, me hizo ver que mi vida tenía un propósito maravilloso, incluyendo aquella etapa en la que no creía en Él. Ese tiempo, que viví en la oscuridad, con frío y desesperación, tenía como propósito que yo pudiera dar testimonio de su poder transformador. En mi caminar, empecé a leer la Biblia y a entenderla. Si eres de las personas que piensa que la Biblia no es más que un libro pasado de moda y que no afecta tu vida en nada, te ruego que me permitas compartir algunas de las muchas razones por las cuales creo en el Dios de la Biblia, en su hijo Jesucristo y en la veracidad de su palabra.

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4. La prueba de los frutos

La Biblia empezó a escribirse hace aproximadamente tres mil quinientos años. Sesenta y seis libros, escritos en un lapso de mil quinientos años. El último de ellos, escrito hace dos mil años; y durante todo ese tiempo, han permanecido. Pero, las Sagradas Escrituras tienen el respaldo de Dios, porque son su palabra. Por eso permanecen.

La cultura general, un bien del cual yo me ufanaba con anterioridad, me enseñó muchas cosas. De Ortega y Gasset aprendí que tenemos una responsabilidad con la historia y con el resto de la humanidad y que hay quienes no la quieren aceptar, aprendí a prejuzgarlos. De Mircea Eliade aprendí que es fácil creer en lo que otros creen y que esa es la naturaleza humana… Aprendí a descalificar las creencias de otros. De Thomas Hobbes aprendí que es mucho mejor prevenir la conducta humana que corregirla… Aprendí a desconfiar. De muchos más aprendí otras cosas; cosas que, aunque ciertas, produjeron amargura en mi corazón.

2. La prueba de la concordancia He leído series de libros del mismo autor y encuentro que, con el pasar de los años, el autor ha ido cambiando de opinión. Nosotros mismos, hoy pensamos totalmente diferente a lo que pensábamos hace diez o veinte años. Pero, los sesenta y seis libros de la Biblia, escritos por lo menos por cuarenta autores diferentes, en un lapso de mil quinientos años. no se contradicen. Esto es porque la inspiración siempre fue la misma: Dios vivo.

3. La prueba de la sabiduría En la lectura de la Biblia encontrarás que la sabiduría que ella contiene, va mucho más allá de lo que nosotros podríamos simplemente deducir. En ella encontramos los mejores consejos para nuestra vida diaria: sobre relaciones con los demás, apariencia física o finanzas y, en general, sobre cualquier otro aspecto de la vida. Esto es, porque la sabiduría de Dios está en su palabra. ¡Y su palabra es infalible!

De la Biblia aprendí que no necesito juzgar a nadie; que debo amar a todos mis hermanos, aceptándolos como son. Aprendí que no necesito competir con otros por lo que crean, sino que debo servirlos, aunque no comparta sus creencias. De la Biblia aprendí que no necesito cuidarme de lo que otros deseen contra mí, sino que debo cuidarlos a ellos también, me amen o me odien. Todo lo que aprendí de la Biblia y lo he puesto en práctica, ha sido de bendición en mi vida y para los que me rodean.

5. La resurrección de Jesucristo La prueba que ningún hombre o creencia podría rebatir es que ¡Jesús resucitó de entre los muertos! Jesús, en vida, dijo de sí mismo que era Dios. Al respecto, sólo puedo concebir tres opciones: uno, que Jesús era un mentiroso, dos, que estaba loco, o tres, que Jesús era Dios. La prueba de que Jesús es Dios y que decía la verdad es su resurrección. ¡Resurrección anunciada por sí mismo! ¿Qué otro personaje de la historia dijo de sí mismo que fuera Dios y pudo comprobarlo? ¡Ninguno! Sólo Jesús podía, porque sólo Él era la verdad. Toda la Biblia trata sobre esto: la muerte y resurrección de Jesús (también el Antiguo Testamento). Muerte para pagar por mis pecados (y por los tuyos, si aceptas a Jesús en tu vida) y resurrección para vencer a la muerte. Si estas pruebas no son suficientes para ti, Jesús mismo te dejó una prueba en la que debes pensar…

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los milagros continúan

1. La prueba del tiempo

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6. Los testigos Si apuntándome con una pistola, un asesino me dijera: di que tu nombre es Jorge o te mato, inmediatamente diría ¡Mi nombre es Jorge! No conozco a nadie dispuesto a morir sólo por no decir la verdad. ¿Conoces tú a alguien que esté dispuesto a morir, por una mentira? Los apóstoles de Jesús le acompañaron durante tres años, todos los días. Le conocían bien. Comieron, caminaron y viajaron juntos. Eran pobres, así que no tenían nada que perder si negaban a Jesús. No perderían a sus familias ni sus empleos, porque ya habían dejado todo por el Maestro. Pero, prefirieron sufrir muertes espantosas antes que aceptar callar el mensaje de que Jesús era Dios hecho hombre. ¿Por qué? Si la resurrección de Jesús era una mentira o una confusión, ¿por qué prefirieron soportar la muerte espantosa que sufrieron, sólo por no aceptar callar? Ellos murieron como prueba fehaciente de que Jesús murió y resucitó, porque ellos sabían (no sólo suponían), que Jesús era quien decía que era y había hecho lo que había dicho que haría. Ellos murieron porque sabían que negar a Jesús era negar su mensaje y morir eternamente. Si juntas todas estas piezas, ¿No crees que hay suficientes elementos de convicción para saber que la Biblia es la palabra de Dios? ¡Evalúa tú mismo si Jesús es verdaderamente el único hijo de Dios y si la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios!

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Si estás interesado en saber la verdad, Dios mismo te la revelará. Sólo busca en lo profundo de tu corazón y piensa en esto: Dios nos regala una vida abundante y eterna, a partir de que lo reconozcamos como nuestro Señor y Salvador. Él da sentido a nuestra existencia. ¿Puedes dar mejores respuestas a esto? Si no puedes, todo lo que tienes que hacer es ser sincero contigo mismo; darte cuenta en tu corazón, que has ofendido a Dios y arrepentirte de tus pecados. Creer en tu corazón, que Jesús murió por tus pecados y que Dios lo levantó de entre los muertos y di, con tu boca, pero desde tu corazón, esta pequeña oración: Señor Jesús: soy (menciona tu nombre) tu amado. He pecado contra ti, hasta el día de hoy. Te ruego que tengas misericordia de mí y perdones mis pecados. Entra en mi corazón y sé mi único Señor y Salvador. Tú moriste por mis transgresiones y Dios te levantó de entre los muertos, para que yo viva. Gracias señor Jesús. Amén. Si hiciste esta oración y en tu corazón creíste en Jesús, Él ya te salvó y vivirás con Él para siempre. Busca una congregación en la que crean en el Dios de la Biblia y enseñen sus preceptos y ¡goza de su misericordia por toda la eternidad!

...Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías, y El te daría agua viva. ... El que bebiere del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

Juan 4:10,14


decisiones

Acuérdate del Señor,

Tu Dios Por: César Castañeda

H

En el mundo en el que vivimos, nos mantenemos muy ocupados, envueltos en quehaceres cotidianos: el trabajo, la familia, los estudios, actividades en nuestra congregación o de diversión.

acemos muchas cosas importantes y necesarias, descuidando otras que son vitales, como nuestra relación con Dios, que es lo que le da sentido a todo lo que hacemos y propósito a nuestro caminar por la vida. Y con el pasar del tiempo, olvidamos cosas que hemos vivido o experimentado, que han transformado nuestra vida. En la Biblia podemos ver que el pueblo de Israel era olvidadizo y por eso fácilmente olvidaban quién era su Dios, sus cualidades eternas y lo que Él había hecho por ellos. Vemos como Dios una y otra vez tiene que recordárselos constantemente. Muchas veces usaba una frase como esta: “Acuérdate Israel del Señor, tu Dios…”. Por eso, en las fiestas que celebraban, recordaban algo de lo que Dios había hecho, y año con año se acordaban de las cosas importantes, para que las tuvieran siempre presentes.

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Así mismo, nosotros, como el pueblo de Israel, olvidamos las cosas más importantes en nuestra relación con Él y Dios nos tiene que estar recordando continuamente, para que a través del tiempo no descuidemos aquello que le da sentido, propósito y valor a nuestra vida.

decisiones

El Señor menciona muchas veces la palabra: “acuérdate”. La palabra acordar viene del hebreo Zachar, que significa: recordar, traer a la mente, evocar. También quiere decir: mencionar, meditar, marcar, grabar, rememorar y retener los pensamientos propios. El recordar implica aprobación, reconocimiento u otorgarle importancia a algo o a alguien. Por otra parte, el olvidar algo o a alguien significa abandono, rechazo o un tratamiento irrelevante.

El Señor quiere recordarnos que: 1. Él es quien nos sacó de la esclavitud “Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te sacó de ahí con gran despliegue de fuerza y de poder.” (Deuteronomio 5:15ª). Nunca debemos olvidar de dónde nos sacó el Señor y que éramos esclavos del pecado y estábamos muertos por nuestros delitos y pecados. Por su obra en la cruz, nos hizo libres y por su sangre, nos limpió de todo pecado.

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2. Él ha hecho maravillas “¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos” (Deuteronomio 4:9). Somos testigos del poder de Dios en nuestras vidas: Él nos ha sanado de enfermedades y el alma. Nos ha proveído, nos ha sacado de situaciones complicadas, nos protege de maneras extraordinarias, nos ayuda en la adversidad. Es más, si tu estás en una situación difícil el día de hoy, puedes clamar a Dios y Él te mostrará su poder personalmente. David lo entendió bien y por eso se lo recordaba a su alma: “Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2). Si continúas leyendo, encontrarás las maravillas que Dios ha hecho por nosotros y cómo nos ha tratado en su amor.

3. Él es nuestro proveedor El Señor nos advierte varias veces que cuando aumenten las riquezas, no nos volvamos orgullosos ni olvidemos que Él ha sido quien nos ha proveído (ver Deuteronomio 8:11-18).

4. Él es nuestro hacedor Él es nuestro hacedor y quiere que no temamos ya que Él está por encima de todas las cosas, personas y circunstancias (ver Isaías 51:12-13 y 15).

5. Él ha vencido “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). No importa la situación que estemos atravesando, debemos recordar que su obra está consumada y que Él es victorioso y tiene poder para actuar en nosotros.

6. Somos sus hijos “¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!” (1 Juan 3:1). Si ya hemos aceptado a Jesús en nuestro corazón, somos sus hijos Por:ÉlCésar Castañeda y como Padre, nos muestra su gran amor por nosotros. Somos especiales para Él.

7. Él volverá Estamos de paso por esta vida y tenemos una esperanza de nuestra redención final (ver Hechos 1:11).

8. El Espíritu Santo nos recuerda “Pero el consolador, El Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” (Juan 14:26). Su Espíritu nos ayuda a recordar todo lo que Jesús dijo para que lo tengamos presente en el momento oportuno.


1. Guardar su Palabra “Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos, porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad. Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón” (Proverbios 3:1-3). Debemos de atesorar su Palabra, ya que nos da dirección, refugio en momentos de prueba, poder en momentos de ataque y ánimo en momentos de flaqueza.

2. Escribir un memorial o un diario espiritual Dios le pidió a Josué que levantara un memorial con doce piedras para recordarle al pueblo que cruzó el Río Jordán en seco (ver Josué 4). Así mismo, nosotros debemos escribir lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, la palabra que nos ha dado y registrar todas aquellas cosas que en la intimidad hemos compartido, para que los recordemos en momentos de dificultad.

3. Recordar lo que Dios ha hecho en nuestras vidas “Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño. Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas.

“Escucha, oh Señor, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a Tí oraré.

Santos, oh Dios, son tus caminos; ¿Qué dios hay tan excelso como nuestro Dios? Tu eres el Dios que realiza maravillas; el que despliega su poder entre los pueblos. Busquémosle para meditar en Él y en su obra. Dejémonos encontrar por Él para tener tiempos de comunión. Dios quiere seguir manifestándose en nuestras vidas, y quiere recordarnos lo que ha hecho para que veamos su amor por nosotros en todo tiempo.

Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de Tí, y esperaré”.

4. Volver nuestro corazón a Él Cuando Jonás estaba dentro del gran pez, se acordó de Dios, le clamó y Él lo sacó de ahí (ver Jonás 2:7). No importa en qué situación te encuentres hoy, Él te puede librar de esa situación, si tan sólo clamas al Señor (ver Deuteronomio 4:29-31). “Pero si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás, y al cabo del tiempo, cuando hayas vivido en medio de todas esas angustias y dolores, volverás al Señor y escucharás su voz. Porque el Señor tu Dios es compasivo, y no te abandonará, ni te destruirá, ni te olvidará del pacto que mediante juramento hizo con tus antepasados.”

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Qué hacer para no olvidarnos:

(SALMO 5:1-3)

Talvez hoy tú te has olvidado de Dios, o de las obras que hace un tiempo atrás, tú eras testigo. Talvez ya no sientes como antes y te falta esa pasión por Dios. Si es así, hoy yo te invito a que vuelvas tu corazón al Señor y recuerdes lo que Él ha hecho por ti. Clama a Él y te sorprenderá al mostrarte su amor y su poder.

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Tomando el control

sobre el enojo

Por: Elsa María de Castillo

T

odos, en algún momento, nos hemos arrepentido después de haber dicho algo que hubiéramos preferido no haber dicho, porque herimos a alguien que amamos.

Se tiene un mal concepto de lo que es el enojo por la forma equivocada en la que comúnmente reaccionamos cuando lo sentimos.

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Otras veces hemos tenido que aceptar que nos equivocamos, por haber reaccionado con estallidos, tirando objetos, dando portazos, gritando, o incluso, golpeando a alguien. De cualquier manera que veamos estas reacciones, no son saludables y parecería que el enojo no tiene ningún beneficio en nosotros. Si así fuera, tendríamos entonces que preguntarnos, por qué Dios lo puso como una emoción más, al igual que la alegría. Todas las emociones, en sí mismas, tienen una razón de ser, como todo lo creado por Dios. Por consiguiente, el enojo tiene también su función: sirve para establecer límites, pero se convierte en problema cuando dejamos que permanezca mucho tiempo y su función deja de ser saludable para nosotros y para quienes nos rodean. Por eso, Dios en su palabra nos dice: “Si se enojan no pequen; que el enojo no les dure todo el día” (Efesios 4:26). Entonces, no está mal que nos enojemos, el punto es no pecar con nuestras actitudes a causa del enojo.


No podemos dejar de sentir enojo o programarnos para no sentirlo; esto no sucede de esta manera. Es necesario reconocer las primeras señales en nosotros cuando aparece esta emoción y no debemos permitir que éstas se prolonguen por mucho tiempo. Dios nos enseña que cuando Él se enoja es sólo por un instante (ver Salmo 30:5).

Aprendiendo a manejar el enojo Existen algunas estrategias para manejar el enojo. Para esto es importante saber que cada uno tenemos una manera diferente de reaccionar ante esta emoción y que hay factores que también influyen, como por ejemplo: 1. El tipo de temperamento de cada persona, y 2. Los patrones de crianza con los que aprendimos a reaccionar en situaciones de amenaza o ante el enojo. Uno de los aspectos más importantes para considerar y aprender a manejar el enojo es que esta emoción no debe seguir controlándonos, sino por el contrario, nosotros debemos tener el control sobre el enojo. Para ello, es importante saber cómo nuestro cuerpo, mente y pensamientos reaccionan cuando sentimos esta emoción.

Reacción a nivel corporal Lo primero que sucede es que nuestro organismo reacciona con mecanismos de defensa cuando nos sentimos atacados o en peligro. La circulación de la adrenalina, el aumento de la frecuencia cardíaca, la tensión muscular, la respiración alta y corta, y la sudoración, son indicadores a tener en cuenta en relación al enojo. Para evitar que este efecto continúe en nuestro organismo es importante la respiración lenta y profunda, tratando de tranquilizarnos antes que el enojo tome el control. “El que es iracundo provoca contiendas; el que es paciente las apacigua” (Proverbios 15:18).

Reacción a nivel mental Debemos de tener presente que la manera cómo pensamos, así reaccionamos y el enojo es una respuesta a esos pensamientos, muchas veces equivocados. Es decir, permitimos que esos pensamientos equivocados nos lleven a reaccionar con enojo y lo que es peor aún, responsabilizamos a otros de nuestro sentimiento de enojo, cuando somos nosotros los únicos responsables de lo que pensamos y hacemos. También es importante definir con quién estamos enojados. ¿Con nosotros mismos?, ¿con otros?, o ¿con Dios? y ¿qué es lo que pasa en nuestro interior que hace que perdamos el control del tal manera que podamos incluso romper relaciones importantes en nuestra vida?

Si bien, no es fácil, tampoco es imposible, ya que el Espíritu Santo, que habita dentro de nosotros, lo hace posible. Recordemos que no es con nuestras fuerzas que lo logramos, sino con su Santo Espíritu (ver Efesios 4:13). Pero antes de reaccionar, como habitualmente lo hacemos, debemos de racionalizar y aclarar en nosotros mismos, si lo sucedido trajo frustración, temor o miedo; si esas emociones son reales o sí solo existen de una manera equivocada en nuestra mente. De cualquier manera, debemos de reconocer lo que nos sucede, aceptar si son equivocados los pensamientos y confrontarlos positivamente; hablar de la situación con la persona involucrada y adoptar una actitud de pedir y/o extender perdón. Esto hará que el espiral del enojo se vuelva descendente, preservando así nuestra salud y nuestra vida de relación. Por último, no debemos olvidar la importancia de la efectividad de la comunicación en relación al enojo. El tratar de resolver la situación en el momento en que nos sentimos muy enojados no es lo mejor. Es necesario “retirarnos”, orar y calmarnos, y permitir que la razón le gane a la emoción; solo así podremos abordar a la persona con una actitud tranquila, abierta a escuchar y a expresarnos, con la finalidad de resolver el conflicto.

No permitamos que el enojo gobierne nuestra mente.

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Es importante aclarar que tampoco se trata de reprimir el enojo, silenciándolo; esto sería perjudicial para nuestra salud y podría crear úlceras, aumentar la tensión arterial, provocar infartos, agotamiento mental, entre otros malestares. La clave es aprender a responder de una manera diferente sin dañar a nadie ni a nosotros mismos.

Cuando nos enojamos, generalmente lo que menos hacemos es pensar.

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vida de alabanza

lo que revela

La queja Por: Paul G. Caram

vela e r a j e u q a L del problemas e no c o r az ó n qu t a do s h an s i d o t r a u e no y muestra q nd o e s t am o s v i e e la vida desd s perspectiva b í b l i c as .

C

uando un cristiano se lamenta continuamente de injusticias, demuestra que no anda en victoria. Es precisamente por causa de la queja, que no hemos recibido el favor de Dios (ver Números 11:1). Dios quiere perfeccionar en nosotros un excelente espíritu de agradecimiento.

Cuando nos quejamos, estamos demostrando:

1. Ausencia de gratitud En lugar de dar gracias a Dios por el gran número de cosas buenas, el quejumbroso se concentra solamente en aquello que todavía desea. Una mujer me dijo: “Dios me ha fallado. No me ha dado un matrimonio feliz”. ¡Cuán grave es expresarse así de Dios! Reflexionando sobre la afirmación de esa persona, veo que tenía seis niños bellos, comida abundante sobre la mesa, todos sus hijos gozaban de buena salud y tenían la esperanza de la vida eterna, así como diez mil otras bendiciones. Las Escrituras dicen: “Cada día nos colma de beneficios” (Salmo 68:19). “Sus misericordias son nuevas cada mañana” (Lamentaciones 3:22-23). Aparte de todas sus bendiciones, Dios no nos dio el castigo que merecíamos (ver Salmo 103:10). La queja es una actitud que indica que Dios me debe algo; que no me ha tratado con justicia.

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2. Falta de contentamiento El gozo es el resultado de estar plenamente satisfechos con la presencia de Dios, no con las abundantes bendiciones materiales. David había encontrado “plenitud de gozo” en la presencia de Dios (ver Salmo 16:11). ¿Podemos nosotros ser felices con Jesús solamente? o ¿están nuestros corazones fuertemente apegados a las cosas terrenales: una linda casa, ropa de moda, éxito? ¿Tienes el corazón extremadamente ligado al amor humano? Una de las mayores causas de la tristeza es el apego al amor terrenal. Muchas veces este amor es idólatra. Cuando se rinde culto al amor humano, ello no produce gozo porque el “ídolo” no tiene vida. Pablo aprendió a contentarse en cualquier situación que Dios le presentara (ver Filipenses 4:11). David dijo: “Delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11). Si dejáramos que Dios nos menguara, encontraríamos el mismo contentamiento y plenitud que David y Pablo descubrieron (ver Salmo 27:4).

3. Comparación con los demás Dios nos insta a no hacer comparaciones (ver 2 Corintios 10:12). Cada vez que hacemos lo que Dios dice que no hagamos, estamos en problemas.

Si dejáramos de compararnos con los demás, nos evitaríamos mucho dolor. Hacer comparaciones es una falta grave en el hombre. Al ver a los demás, suponemos que debemos tener lo que ellos tienen. Cuando no podemos tener lo que es ajeno, lo llamamos “injusticia” y nos enojamos. Pero, el poseer los bienes que otros tienen, quizás nos perjudicaría y hasta podría ser nuestra ruina, porque Dios da a cada uno según sus necesidades, dentro del plan que Dios tiene para cada hijo. La única persona con quien debemos compararnos es con aquel que es la principal Piedra del Ángulo, nuestro Señor Jesucristo.

4. Crítica a Dios y su sabiduría Tanto los redimidos como los no redimidos critican a Dios. El hombre se queja constantemente de la forma en que Dios lo ha diseñado, lo ha guiado, lo ha dotado y ha permitido que sucedan circunstancias en su vida. Los israelitas fueron muy culpables de esto y, en consecuencia, no encontraron el favor de Dios (ver Hebreos 3:7-11). ¡No tuvieron parte en los planes que Dios había trazado para sus vidas! Cuando apuramos a Dios, lo estamos criticando –Señor ¡cómo demoras!–. Es insensato criticar a Dios por la forma en que nos diseñó (ver Isaías 45:9). Dios nos hizo exactamente como somos, con un propósito (ver Salmo 139). Dios usa los defectos físicos para desarrollar una gracia especial y un mensaje especial en nuestras vidas. Dios puede quitar un problema cuando éste ya no le sirve para cumplir un propósito divino.

5. No ver nuestra vida desde la perspectiva de Dios Nos quejamos cuando no entendemos sus caminos. El quejarse continuamente de “injusticias”, pone de manifiesto que no entendemos los caminos de Dios. Cuando sí los entendemos, apreciamos la verdad de que la adversidad está obrando para nuestro bien. José pudo ver hacia atrás a todas las injusticias de su vida y decir: “Dios lo hizo para bien”. Las injusticias llevaron a José hasta el trono.

6. Poner en segundo lugar “ser a la imagen de cristo” El hombre que tenga como meta ser conformado a la imagen de Cristo tiene sabiduría dada por Dios. Este hombre discierne la mano oculta de Dios en las dificultades y fastidios de la vida. Él entiende que Dios tiene un propósito para todo. Por lo tanto, en lugar de quejarse de los problemas, él los agradece (1 Tesalonicenses 5:18). Por otro lado, las personas que no han hecho un compromiso y que andan en la búsqueda de una vida fácil, constantemente se quejan de sus circunstancias. No pueden ver que de la adversidad pueda resultar algún beneficio. La queja es un ataque contra Dios. La queja disminuye toda nuestra fe y todo nuestro gozo. Cuando nos quejamos significa que no estamos agradecidos y que no hay un cántico para el Señor en nuestro corazón. La incredulidad y la queja están ligadas la una a la otra. La queja es algo que Dios aborrece (ver de nuevo Números 11:1).

Este artículo fue tomado del Libro “Convirtiendo la maldición en bendición” El mensaje de triunfo del libro de Job, Dr. Paul G. Caram, Zion Christian Publications, páginas 73 y 74.www.

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El hombre se olvida de todo lo que le debe a Dios. La queja demuestra hasta dónde llega la ingratitud del ser humano.

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entretenimiento ¿Quién dijo esto? 6. “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en nombre del Señor de los ejércitos” 1 Samuel 17:45

2. “YO SOY EL QUE SOY” Éxodo 3:14

3. “Dios proveerá de cordero para holocausto, hijo mío.” Génesis 21:8

4. “Dios te bendiga y te guarde; El señor haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga misericordia; El Señor alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz” Números 6:24-26

5. “Deja ir a mi pueblo, a celebrarme fiesta en el desierto” Éxodo 5:1

8. “Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.” 1 Reyes 3:25

9. “Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mi” 2 Reyes 2:9

10. “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. El Señor me lo dio todo y El Señor me lo quitó; sea el nombre del Señor bendito” Job 1:21

Respuestas:

1. “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” Génesis 2:23

7. “No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú fueres, iré y dondequiera que vivieres, vivirá. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios” Rut 1:16

1. Adán, cuando descubrió a Eva 2. Dios cuando le reveló su nombre a Moisés sobre la zarza ardiente. 3. Abraham a Isaac, cuando Isaac iba a ser sacrificado. 4. Aarón en su bendición al pueblo de Israel. 5. Moisés a faraón en su primer encuentro 6. David a Goliat 7. Ruth a Noemí 8. Salomón a las dos mujeres que peleaban por un niño 9. Eliseo a Elías antes de que Elías fuera llevado al cielo 10. Job a los amigos que le traían las malas noticias de que sus hijos habían muerto.

La Biblia está llena de diálogos famosos que son ahora parte de una enseñanza muy importante en nuestras vidas. Abajo hay diez dichos que personajes bíblicos del Antiguo Testamento expresaron en su momento. ¿ Puedes identificar quién dijo cada uno?

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