Boletín Salesiano149

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PRESENTACION

A C I S g U e M “ l A A “ C l “Alegría, canto, e A g N música y mucha T O O T N MUCSA ICA libertad para divertirse”

Visitar un colegio salesiano, sobre todo por la tarde, podrá resultar una experiencia desconcertante a alguien desconocedor del estilo pedagógico de Don Bosco.

Además de la animación deportiva, organizada o espontánea, que hierve en todo rincón de patio disponible, el desprevenido visitante se encontrará aturdido por una cacofonía de instrumentos musicales. Los “músicos” disfrutan con desenfado de sus ensayos, individuales o en grupos. En algunos casos, el estruendo musical se prolonga hasta el oscurecer. Bandas de guerra o de paz, conjuntos musicales modernos, coros juveniles o de adultos, grupos de danza moderna, orquestas de muchachos son la normalidad en los ambientes salesianos.

La música fascina a los jóvenes. No se conforman con consumirla en gran escala, con sus perennes audífonos como apéndice casi natural de sus oídos. Les encanta producir música: cantarla, ejecutarla, bailarla. Sus ídolos son casi exclusivamente los dioses y diosas del rico universo musical actual.

Don Bosco gozó de habilidades musicales propias: se sentía a sus anchas ya sea con un violín o ante el órgano de una iglesia. Supo aprovechar la inclinación de sus jóvenes por la música y la integró en su proyecto educativo. La música sacra y profana formaba parte de la vida diaria del Oratorio de Valdocco. Hasta logró encausar a más de algún salesiano a niveles de profesionalismo musical. Por razones de espacio resulta imposible en este número del Boletìn Salesiano reseñar por separado cada

grupo o individuo que descuella en la esfera musical en cada una de nuestras casas salesianas de Centro América. Sólo aparecen algunos “casos” a título de ejemplo de lo que es una realidad viva en toda nuestra geografía salesiana.

Es importante destacar el papel clave que ha jugado la música en la formación de las comunidades cristianas indígenas en las misiones salesianas de Carchá y Chisec, en Guatemala. No ha sido más que redescubrir lo que para los misioneros de hace quinientos años fue el camino acertado para transmitir el Evangelio a los pueblos americanos. “Que los salesianos amen lo que agrada a los jóvenes y los jóvenes amarán lo que es del gusto de los Superiores” (Sueño de Don Bosco en 1884). Heriberto Herrera

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EDUCAR COMO DON BOSCO

Los Mandamientos en familia (I) BRUNO FERRERO

A pesar de lo que parece indicar su nombre, los Diez Mandamientos no son más que pistas firmes para orientar la vida y la relación con los demás. Quien los interpretara y viviera literalmente, correría el riesgo de perder lo más rico de sus contenidos y enseñanzas. Jesús mismo enseñó que todos los mandamientos se reducen a una cuestión de amor a Dios y de amor al prójimo. Como la familia es el lugar donde nace y crece nuestra experiencia del amor, cada mandamiento puede ser aplicado, razonablemente, a la vida familiar.

EL PRIMER MANDAMIENTO Con el primer mandamiento, Dios enseña que la primera regla de toda relación es la primacía y la exclusividad. La persona amada tiene que tener el primer puesto en la vida: “tú eres lo más importante para mí”. Aunque luego, el trabajo, la televisión, los pasatiempos o alguna mascota puedan desplazarla del primer lugar. Cada integrante de la familia tiene que sentir que es el primero para los demás. El amor también el de Dios- exige exclusividad. Por eso es necesario estar juntos, no interrumpir a los otros cuando hablan, llamar a cada uno por su nombre, ser motivo de alegría para los demás.

EL SEGUNDO MANDAMIENTO El segundo mandamiento indica: “No tomar el nombre de Dios en vano”. Que no quiere decir sola-

mente no blasfemar, no jurar o no maldecir, sino sobre todo, reconocer la dignidad y el lugar de Dios en la vida. Y el derecho de toda persona a tener su propia dignidad, porque todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. La familia tiene que ser un lugar de cortesía y buen comportamiento y no -como algunos creen- un lugar donde todo vale, “porque estamos entre nosotros”... No tiene que haber espacio para tonterías, groserías o “palabrotas”. ¡Nadie puede ridiculizar o burlarse de los demás, especialmente de los más débiles o los más pequeños, porque “como estamos en familia, no va a pasar nada”! Este mandamiento exige, además, ser personas “de palabra”, no envanecerse por tener amistades o conocidos “importantes”, ser uno mismo con sencillez y sin prepotencias, cuidar la presentación y los buenos modales como signos de nuestro ser imágenes de Dios. BS Don Bosco en Centroamérica

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EL TERCER MANDAMIENTO El tercer mandamiento dice: “Acuérdate de santificar las fiestas”. Cuentan que mientras los nobles romanos ridiculizaban el Sabat judío porque expresaba la pereza del pueblo, los maestros de la Biblia se esforzaban en hacer entender que las personas humanas valen por sí mismas y no por su capacidad de producir. El gran regalo del domingo es esta posibilidad de liberarse de las preocupaciones habituales y ponerse en contacto con lo sagrado, con lo profundamente alegre y festivo. Aún hoy, muchos siguen creyendo que, en las relaciones humanas, “la calidad del tiempo” es más importante que “la cantidad”. Es una idea que surgió en los años ’70, a partir de la inconsistente teoría de que, dedicando plenamente quince minutos a los hijos, se compensaba el hecho de estar ausentes de la casa durante todo el día. Varias investigaciones realizadas en Europa desacreditaron rápidamente este mito: se preguntó a los niños si preferían tener media hora “de calidad” al día con sus padres o si preferían tenerlos en casa cuatro horas, aunque estuvieran ocupados en los asuntos cotidianos. Los niños eligieron invariablemente la “cantidad”: ellos quieren ver a sus padres, quieren saber que no están solos y sentirse seguros, aunque no reciban de ellos una atención permanente. Los días de la semana son para las cosas urgentes, el domingo es para las cosas importantes. Es importante “celebrar” juntos la dimensión espiritual y religiosa del Día del Señor. Se descubrirá así la sabiduría de este tercer mandamiento: dedicar un día semanal a llenarnos de espiritualidad, de amor, de serenidad, de alegría compartida. Y hacer que la vida familiar tenga también estos momentos “sagrados”, oportunidades de alegría y de fiesta, de actividad estimulante, agradable y tranquilizadora.

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es indispensable, demostrarles gratitud y respeto durante toda la vida. “Honrarlos” significa sentirlos como guías de nuestras vidas, incluirlos en las decisiones más importantes, vivir su presencia y su amor como la fuerza más grande y esencial de la vida y hacer del reconocimiento y de la gratitud una dimensión fundamental de nuestra existencia.

Lo principal de estos momentos especiales es estar realmente juntos. No se trata sólo de una cercanía física. Estar en la misma casa no significa necesariamente vivir estos momentos especiales. Estar juntos significa estar “en sintonía”. Un padre y un hijo que miran un partido por televisión o van juntos al estadio pueden estar “en sintonía” o pueden no estarlo. Si el adolescente siente que para su padre el partido es más importante que estar con él, igualmente se sentirá solo. Si descubre que para su padre es más importante mirar el partido y también estar con él, se establecerá la relación y se sentirá querido y reconocido. Los adolescentes enfrentan mejor los desafíos de su crecimiento si los padres son parte de su vida cotidiana. En el mismo sondeo sobre “tiempo de calidad o cantidad de tiempo”, los adultos expresaron que lo que más echaban de menos de su adolescencia era la poca implicación de los padres en sus vidas. Los adolescentes quieren que sus padres estén y participen. Con esta presencia, los padres están transmitiendo el mejor de los mensajes: “Eres importante para mí. Me interesas más que nada en el mundo”.

EL CUARTO MANDAMIENTO Con el cuarto mandamiento, “Honra a tu padre y a tu madre”, Dios nos dice que Él nos ha dado la vida a través de nuestros padres. Que tenemos una deuda que nunca podremos saldar o recompensar. Y que

La oración

de los 5 dedos 1. El dedo pulgar es el que está más cerca de ti. Así que comienza orando por aquellos que están más cerca de ti. Son los más fáciles de recordar. 2. El próximo dedo es el índice: Ora por los que enseñan, instruyen y curan. Ellos necesitan apoyo y sabiduría al conducir a otros por la dirección correcta. 3. El siguiente dedo es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes. Ellos necesitan la dirección divina. 4. El próximo dedo es el del anillo. Sorprendentemente, este es nuestro dedo más débil. El nos recuerda orar por los débiles, enfermos o atormentados por problemas. 5. Y finalmente tenemos nuestro pequeño dedo, el más pequeño de todos. El meñique debería recordarte orar por ti mismo. Cuando hayas terminado de orar por los primeros cuatro grupos, tus propias necesidades aparecerán en una perspectiva correcta y estarás preparado para orar por ti mismo de una manera más efectiva.


MUSICA

• Don Bosco adquirió un órgano pequeño con tubos de madera, fabricado tal vez dos siglos antes. Estaba en muy mal estado, desafinado, pero servía para ejercitar los dedos del principiante. Todos recuerdan aquel tubo cuya lengüeta rota producía cierta especie de au• El jovencito Juan Bosco, dotallidos desgalichados, do de buena voz y guiado por Juan que provocaban las riRoberto, maestro de canto en la pasas más divertidas de rroquia, se entregó con mucha afición los muchachos. Este al arte musical. No sólo aprendió el caninstrumento fue coloto llano, sino que en pocos meses pudo cado en una habitasubir al coro y ejecutar partes musicales ción junto a la de don a solo con gran éxito. Empezó, al misBosco, y algunos de mo tiempo, a tocar el violín y a telos primeros que lo clear sobre un viejo clavicordio o tocaron llegaron a espineta, para poder acompaser famosos organistas. ñar algunas veces al órgano. • La música fue un atractivo más para ligar a los muchachos al Oratorio Festivo y para conquistar otros nuevos. También la gente • Como quiera que, extraña y los sacerdotes al principio, no tenía un sitio que iban a Valdocco en la Residencia para los ensayos, quedaban maravillaiba a hacerlos fuera de casa; la gendos del nuevo coro te contemplaba extrañada a un sainfantil, que responcerdote, paseando con media docedía tan bien a los cuina de muchachos entre la calle Dodados de su maestro, ragrossa y la plaza de Milán y y le pedían con insisrepitiendo una canción en tencia que fueran a canvoz baja. tar a sus iglesias.

• La autoridad municipal de Turín asignó a don Bosco un premio de mil liras por su eficaz promoción de la música vocal e instrumental. • Cuando Don Bosco tuvo un buen número de muchachos internos, les hacía aprender el canto gregoriano durante los primeros meses del año escolástico. Todos los nuevos que entraban durante las vacaciones, se dedicaban a aprender solfeo; los otros, aprendían los salmos, las antífonas y las misas. • El coro del Oratorio, bajo la dirección del maestro Dogliani, interpretaba de modo irreprochable las partituras más difíciles; interpretó la misa de Haydn.


TEMA DEL MES

no sólo no óólcantar o antar hnaocsesisen hacer r haneconrsoeccañnatrar sinasceañnatrar e cantar a • Don Bosco, que tenía el alma y la fantasía llenas de armonías celestiales y un exquisito sentido musical, enjuiciaba bromeando el valor de sus obras maestras. Casi en broma y con medios insuficientes, al igual que todas sus demás empresas, fundaba la Escuela de Música que, sabiamente conducida, debía prestar esplendor y decoro al culto divino y proporcionar un medio magnífico de educación moral e intelectual a sus alumnos. El cultivo de la música sería para siempre uno de los distintivos de sus Casas, por él tenido como elemento necesario para la vida de las mismas.

• Don Bosco no se conformaba con hacer cantar, quería que se enseñara a cantar. El mobiliario de la escuela no podía competir con el de sus émulos. Servía de atril una silla, colocada sobre una mesita adosada a la pared. Sobre ella ponía unos cartelones con los primeros ejercicios de música que él mismo había escrito, imitando las letras de imprenta.

• Estaba persuadido de que la música es un medio edu• Daba a la música cativo poderoso, pero envocal el primer puesto contraba pocas obras muaun en los Oratorios festivos sicales con religiosidad y de los externos. gracia unidas. Por eso exUn Oratorio sin música es hortó a don Juan Caglieun cuerpo sin alma. ro para que preparara composiciones de distinto género, religiosas y profanas, que reunieran aquellas cualidades. Cagliero lo logró a las mil maravillas, y el Oratorio compitió en sus ediciones musicales con las primeras casas editoras de Italia.

• En el Oratorio de Turín se daba el curso completo de la banda militar, como aliciente para internos y externos; se enseñaba piano, acordeón, armonio, órgano, todos los instrumentos musicales de madera, metal y cuerda.

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MUSICA • Aquella escuela incipiente y aquella pobre espineta debían producir más tarde músicos de notable capacidad, muchos organistas de valía y centenares de escuelas que alcanzaron fama. • El teólogo Nasi acompañaba al órgano a los pequeños cantores de don Bosco, entre los cuales había voces bellísimas, lo mismo en la Consolata, que en el Corpus Domini y en la iglesia de las Carmelitas de Moncalieri. A veces subían también al coro de San Francisco de Asís.

• Debe darse a los alumnos amplia libertad de saltar, correr y gritar a su gusto. La gimnasia, la música, la declamación, el teatro, los paseos, son medios eficacísimos para conseguir la disciplina y favorecer la moralidad y la salud.

• El aspecto que ofrecía el Oratorio a aquella hora era singular: desde los patios, iluminados con unas pocas farolas, cubiertas con frecuencia de nieve o envueltas por la niebla, se oían por todas partes, en diversos lugares, las notas musicales. La banda repetía alegres sinfonías; los aprendices se ejercitaban en el manejo de los instrumentos, o en el monótono redoble del tambor; los cantores expertos aprendían nuevas misas y nuevas vísperas y los estudiantes de solfeo modulaban difíciles ejercicios; se oía la clase de canto gregoriano dividida en varias sesiones, presididas por don Víctor Alasonatti: escalas musicales por un lado y antífonas y salmos por otro, unos paraban y otros empezaban; por momentos resonaba una confusión general de música indescriptible.

• Don Bosco, escribió Carlos Tomatis, tecleaba un pobre piano para enseñarnos sus melodías, y enseñaba a veces a manejar el violín a algún aficionado a este instrumento, para acompañar algún solo.

Un ormaútosirciao sin cuerpo es unalma sin

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TEMA DEL MES muchachos un ambiente sereno y festivo, donde abundaba el canto y la música instrumental, las representaciones teatrales, el juego y las excursiones. Él, que conocía a fondo el corazón de los jóvenes y sintonizaba tan bien con ellos, sabía que la música es importante, casi instintiva, en la vida de los muchachos. A un sacerdote francés que le consultó si era educativo usar la música en un Oratorio, le contestó Don Bosco: “Un Oratorio sin música es un cuerpo sin alma”.

La música de los muchachos se escucha con el corazón

La música en la casa de Don Bosco SERGIO CHECCHI Llegué al aspirantado a fines de 1946, con la firme resolución de ser Salesiano. Tenía once años y algunos meses. Desde los primeros días me di cuenta de que, además de las densas horas de estudio y las espléndidas celebraciones religiosas, había recreos animadísimos, ensayo de canto polifónico, ensayo de la banda musical, ensayo de teatro, y paseo semanal. En las vacaciones nos llevaban a los Alpes a pasar una larga temporada, escalando cumbres, ensayando zarzuelas y cocinando nosotros mismos. Así, más o menos, era entonces la vida en todas las casas salesianas: un ambiente rico en valores humanos y cristianos, en el que se integraban armónicamente actividades

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académicas y religiosas, artísticas y recreativas. Entre ellas ocupaba un lugar preeminente la música: al poco tiempo de estar en la casa de Don Bosco me dieron el puesto de contralto en el coro y de trompeta en la banda. Entendámonos: nada de empírico, la cosa era seria, casi profesional; tocábamos y cantábamos con partitura delante. Cuando años más tarde, joven Salesiano, me enviaron a trabajar a nuestro Aspirantado de El Salvador, encontré las mismas costumbres: una de mis tareas era enseñar solfeo a los muchachos de la banda y ensayar teatros y zarzuelas. En la capilla los aspirantes cantaban la Misa en perfecto gregoriano y polifonía. Era una tradición que venía de Don Bosco. Él sabía crear en torno a sus

Juanito Bosco, que tenía muy buena voz, había aprendido música a los 16 años en casa de Juan Roberto, que le enseñó a cantar y a tocar órgano y violín. Esto más tarde le sirvió mucho para su apostolado entre los muchachos. En los primeros tiempos del oratorio, siendo joven sacerdote, el mismo Don Bosco compuso música y letra de varios cantos para sus oratorianos, que al principio eran algo rudos, pero que, ensayados y entrenados con mucha paciencia, llegaron a ser la admiración de la ciudad de Turín. Don Bosco los llevaba a cantar a las mejores iglesias: los fieles, no acostumbrados a oír coros de voces blancas, lloraban de emoción. Poco a poco se fue formando en torno a Don Bosco una verdadera escuela de música: a las lecciones de solfeo añadió las de piano y órgano. El número de alumnos crecía, el coro se afinaba. Aquella escuela de música llegó a producir más tarde músicos de notable capacidad, cantantes, organistas y compositores. La tradición salesiana recuerda entre ellos a Juan Cagliero, José Doglini, Antolisei, Pagella, Scarzanella, De Bonis y muchos


MUSICA más, que llevaron a todo el mundo aquel aprecio de Don Bosco por la música y llenaron de fiesta las casas salesianas. Estaba Don Bosco convencido de que la música y el canto contribuyen mucho a la educación religiosa y moral de los muchachos, y de que es un formidable medio de preservación. En su “tratadito” sobre el Sistema Preventivo de educación escribió: “La gimnasia, la música, la declamación, el teatro, los paseos, son medios eficacísimos para la educación de la juventud, conseguir la disciplina y favorecer la moralidad y la salud. Apenas pudo, Don Bosco organizó también con sus muchachos artesanos la banda musical; la consideraba un medio utilísimo para alejar a los jóvenes del mal. También animó a los mejores dotados de los oratorianos externos a organizarse y formar otra banda musical; y escribió para ellos un pequeño reglamento para que fuera una “banda cristiana”. Esas bandas entusiasmaban a todos y llenaban de fiesta el ambiente. Cuenta el biógrafo: “Don Bosco, como experto educador, quería a toda costa desterrar del Oratorio el monótono sucederse de jornadas grises, que tanto aburren y perjudican el alma juvenil y favorecen la indolencia y el desarrollo de malsanas tendencias”. La banda actuaba en las fiestas, recibía a los ilustres personajes que visitaban el Oratorio, acompañaba las excursiones de los jóvenes por los pueblos del Monferrato; era parte importante en la vida de la casa de Don Bosco.

La música y el canto contribuyen a la educación religiosa y moral Alguna vez hasta las autoridades civiles invitaron la banda musical del Oratorio para alguna inauguración, y Don Bosco no se rehusaba porque aprovechaba también ese medio para acercar el Estado a la Iglesia, la sociedad laica a las entidades religiosas. Cuando luego los salesianos comenzaron a expandirse por el mundo, llevaron esas mismas costumbres aprendidas de su padre Don Bosco: coro y banda musical.

ba en casa, a menudo se veía a Don Bosco en el patio, rodeado de un grupo de muchachos, cantando con ellos con su bella voz. Pero lo más sublime y nunca oído fue cuando se inauguró el santuario de María Auxiliadora: entonces los jóvenes, repartidos en diversos coros en el interior de la cúpula, cantaron una misa a ocho voces. Todos los asistentes comentaron que habían vivido horas de paraíso.

Entre los ochocientos muchachos que vivían con Don Bosco en el Oratorio no había prácticamente desórdenes ni indisciplina. Las personas que visitaban la casa de Don Bosco no podían creer lo que estaban viendo: ahí no había vigilantes, no había castigos. Un día de 1875 Don Bosco reveló el secreto de aquel éxito pedagógico; indicó siete puntos. El séptimo decía: “Alegría, canto, música, y mucha libertad para divertirse”. Ése era su secreto.

Por supuesto que los muchachos no eran profesionales. Un día se encontraba Don Bosco en Marsella, en el Oratorio de San León, y estaba participando en una velada artística que los muchachos habían preparado en su honor. Al lado de Don Bosco estaba sentado un párroco de la ciudad, muy amigo del Santo. Los músicos de la banda fallaban de vez en cuando, y aquel párroco, muy entendido en música, brincaba impaciente, hasta que Don Bosco le susurró al oído. “La música de los muchachos se escucha con el corazón, no con los oídos”.

Canto y música ocupaban buena parte de los recreos. Cuando esta-

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TEMA DEL MES

El canto y la música en la celebración eucarística VÍCTOR BERMÚDEZ El canto en las celebraciones eucarísticas ha sido un tema siempre presente en las discusiones pastorales y litúrgicas; y, al mismo tiempo, muy poco abordado con seriedad en la formación tanto de los futuros presbíteros como de los laicos comprometidos pastoralmente, y de los músicos y cantantes que animan las eucaristías de nuestros estudiantes, grupos juveniles, parroquias, etc. El documento conciliar sobre la Liturgia (Sacrosanctum concilium, 1963) dedica todo el capítulo VI a la Música en la Liturgia de la Iglesia. Unos años después vio la luz la Instrucción sobre la “Música Sagrada” (Musicam sacram, 1967), cuyos principios litúrgicos son, poco conocidos, a pesar de ser muy actuales. Repasemos brevemente algunos principios litúrgicos de ambos documentos: El canto, en la celebración litúrgica, tiene una función litúrgica porque es una acción litúrgica ; es decir, no es «algo más» que se agrega a la celebración litúrgica como un mantel, un par de candelas, sillas especiales, etc., sino que es «necesaria», es «parte integrante» de la acción celebrativa. Los cantos en la celebración eucarística deberán tener textos que es-

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El coro debe servir a una comunidad de fe.

Servir con propiedad y calidad a la comunidad de fe. tén de acuerdo con los principios litúrgicos de la Iglesia; es decir, que estén tomados principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas. Para la selección de los cantos es necesario poner atención a la correspondencia o íntima relación entre la música ejecutada y el rito y el tiempo litúrgico celebrado. En su función ministerial, el canto en la celebración litúrgica debe promover la participación activa de los fieles; es decir, el canto no puede pertenecer a un grupo selecto, o estar al alcance de una elite. El principio anterior no excluye la conformación de un coro, sino que indica el puesto que éste ejercerá

dentro de la asamblea: Su trabajo consistirá en hacer lo posible porque la asamblea de los fieles se introduzca cada vez más, por la fe, en los misterios de Jesucristo; es decir, el coro debe «servir» a una comunidad de fe.

Algunas orientaciones prácticas: Los coros en nuestras asambleas nunca deberán suplantar a la asamblea; sino buscarán fortalecerla a través de la música y el canto. Es un desacierto que los coros o solistas ejecuten en la Eucaristía música de origen y características seculares, tomada del repertorio de moda del momento o del folklore nacional, popularizada por cantantes e instrumentistas de innegable


MUSICA mérito en su género, pero que no es apropiada para la liturgia. Asimismo, es inaceptable para la liturgia que la letra haya sido leve o radicalmente retocada para hacerla “religiosa” (Tal es el caso, por ejemplo, de un canto que algunos han querido dedicar a María Auxiliadora, con una melodía que pertenece a la canción ranchera «Amor eterno», de la cantante Rocío Dúrcal). Su origen y características son inconfundibles y son los que se presentan al oído y mente de las personas cuando se ejecuta en la acción litúrgica. La rutina de cantar siempre lo mismo, sin tomar en cuenta el tiempo litúrgico, nos lleva a no establecer un repertorio adecuado a cada ce-

lebración y a cada circunstancia. Por ejemplo, al no prepararse previamente, algunos terminan cantando “Pescador de hombres” como canto de comunión en todas las Eucaristías.

Los Párrocos o Directores deben proveer para que los músicos o los responsables de la animación litúrgica tengan la debida formación, que les permita servir con propiedad y calidad a la comunidad de fe.

Si, al elegir los cantos para la celebración, se tiene como norma tomar muy en cuenta los textos bíblicos y litúrgicos, es de rigor excluir la sustitución, que en algunas comunidades se hace, del texto litúrgico por cantos populares, o religiosos. Por ejemplo, el canto de reflexión cuya letra dice “Ten piedad, Dios mío, dame tu perdón; soy un peregrino, soy un pecador ...”; no puede utilizarse como “Señor, ten piedad” en la Eucaristía.

Como ven, hay mucho todavía por recorrer en nuestras asambleas litúrgicas para que el canto y la música cumplan verdaderamente su función ministerial. Pero creo que no todo es negativo, puesto que por doquier es posible notar una extraordinaria buena voluntad de parte de tantos niños, jóvenes, hombres y mujeres comprometidos en la animación litúrgico-musical en nuestras comunidades eclesiales.

Evangelizar por la Música “Cuando la música tiene la fuerza de elevar el corazón del hombre hasta alcanzar algún reflejo de la belleza y de la bondad de Dios, se convierte en sagrada”. Card Villot Cuentan los historiadores que los indios fueron evangelizados en gran parte a través de la música. Los primeros misioneros se dieron cuenta de la extraordinaria sensibilidad de estos pueblos hacia la música y el canto. La adhesión a la religión cristiana fue motivada en gran parte por la estrategia misionera de enseñar la doctrina a través de cantos religiosos. En las barrocas ceremonias religiosas, el canto y la música ejercían particular fascinación en los nuevos cristianos. Y esto sucedía en México como en Perú, en Guatemala como en Para-

Instrumentos musicales comenzaron a incorporarse para acompañar los cantos. guay. Basta recordar el increíble desarrollo de las artes que se dio en las famosas Reducciones del Paraguay. Los salesianos tenemos, desde hace unos sesenta años una presencia misionera en la población indígena qeqchí, localizada en Alta Verapaz, Guatemala. En esos años de actividad pastoral se ha dado una evolución rápida en la vida y costumbres de la población maya qeqchí. Pro-

tagonistas mayores en esta evolución han sido los misioneros salesianos. Por los años 70 el P. Alfonso Friso, misionero salesiano italiano en esa etnia, quedó fascinado por las simples melodías que ancianos venerables arrancaban a instrumentos rústicos: violín, arpa, tambor, flauta. Eran melodías que venían de tiempos remotos y tenían un sabor nostálgico profundo. Pero no cantaban. BS Don Bosco en Centroamérica

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TEMA DEL MES El P. Alfonso apostó por el canto. Comenzó a presentar melodías sencillas occidentales con textos religiosos en el idioma local. El resultado fue sorprendente. Los indígenas aprendieron rápidamente los cantos y los transmitieron a sus comunidades. Pasaban literalmente horas y horas cantando. El rico filón descubierto obligó al P. Alfonso a continuar con la producción de nuevos cantos. Poco a poco se fueron incorporando instrumentos musicales para acompañarlos. La guitarra, la marimba, hasta llegar pronto a la formación de pequeños conjuntos musicales, que fueron creciendo en calidad.

para satisfacer la necesidad insaciable de los nuevos e impacientes músicos. Los cantos occidentales fueron dando paso a melodías autóctonas. Éstas prendieron con mayor facilidad en el alma qeqchí. Actualmente los creadores de los cantos religiosos y no religiosos son los mismos indígenas qeqchí. Es una producción asombrosa. Con una facilidad impresionante crean de la noche a la mañana canciones de todo tipo para expresar su fe o celebrar los acontecimientos significativos de su vida.

Otro impulsor importante en la promoción musical de los indígenas fue el salesiano australiano P. Antonio De Groot. Hábil ejecutante de la guitarra, emprendió la paciente tarea de iniciar a los jóvenes en ese arte. Fue como prender fuego a paja seca. Pronto se vio obligado a adquirir centenares de guitarras

A pesar de que la población vive en una situación de subsistencia básica y el dinero es escaso, cada una de las 500 comunidades atendidas por los salesianos cuenta con su propio conjunto musical adquirido por propio esfuerzo. Si pensamos que cada conjunto musical exige un mínimo de diez integrantes, entre músicos y cantores, se puede pensar en un número de cinco mil jóvenes dedicados con seria fidelidad a la animación musical de las celebraciones religiosas. En las comunidades mayores, el nivel de calidad adquirido en estos conjuntos es bastante notable. Dato que resulta más admirable, si se piensa que llegan a ello por un proceso autodidacta.

Unos cinco mil jóvenes dedicados a la animación musical en las comunidades

La bondad y la ternura, flor de amor 12

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Amar maduramente exige armarnos de delicadeza y finura para hacer, incluso lo más duro, ¡con blandura! Cortar sin rajar. Sanar sin pinchar. Sembrar sin hundir... El amor siempre encuentra recursos para levantar al caído, curar al herido, orientar, disculpar, olvidar, volver a empezar... Y con lentes de color rosa en el corazón ve lo positivo de los otros y el lado más esperanzador por pequeño que sea.

El corazón tierno (amor hecho ternura) es calidad de la persona humana. El corazón duro, por el contrario, es síntoma de inmadurez, de fases adolescentes, de inseguridades, de ansias de dominar, de poca capacidad para las relaciones y de mala pedagogía para educar. Educar es fundamentalmente asunto del corazón.


MUSICA

Cantautor, Apóstol y ... Salesiano Martín Valverde Rojas, nacido en Costa Rica, 40 años, casado, vive en Guadalajara. Treinta producciones musicales (6 en concierto, 6 en otros idiomas, y el resto de estudio). Conciertos en toda Latinoamérica, incluyendo Brasil, USA y Canadá para hispanos y brasileños. Conciertos en Italia y España. BS. ¿Cuáles son sus raíces salesianas? Puedo acordarme con cariño de cómo, siendo niño, fui a dar al Colegio Salesiano Don Bosco de Zapote, en San José, mi país natal. Mi tía Marta le comentó a su instructor de manejo que yo ya estaba llegando a los seis años y que necesitaban matricularme en alguna institución. El Señor Castegnaro, que así se llamaba este amigo de mi tía, le dijo que él tenía a su hijo en el “donbos” y que se lo recomendaba plenamente. Esa conversación, de la que fui testigo y aún tengo memoria, sería justamente el marco para que toda mi vida tomara un rumbo. Ese famoso “donbos” sería mi casa, mi familia, mi patio de juegos, mi cuna de vocación musical, mi referente principal. Por once intensos años fui parte del colegio, lo vi crecer y llenarse de estudiantes, perder sus áreas verdes. Lo cierto es que ahí quedan mis raíces, y por lo visto en los frutos, buenas, muy buenas raíces. BS. ¿Qué lo movió a dedicar su vida a la música religiosa? Don Bosco dijo que “la Iglesia sin música es como un cuerpo sin alma”. Aquí en México tienen el refrán de que nadie sabe para quien trabaja. Lo digo porque la música

sería mi mundo, y la música fue mi gran amiga de niño, y en especial de adolescente. Pero yo nunca pensé en hacer lo que hago con este don. Dos cosas fueron perfectamente claras para mí desde niño: el casarme (por eso no soy sacerdote) y el ser músico. Y Dios en nada de esto tenía algo que ver, según yo. Hoy me queda claro que sin Dios eso no trasciende para nada. Cuando, a mediados de los años 70, en Costa Rica los hermanos evangélicos empezaron a hacer su trabajo proselitista, pescaban músicos jóvenes para sus Iglesias, y en medio del aire se empezó a sentir un cierto fanatismo de entregarte con todo y quehacer. Yo no veía problema en eso para médicos o abogados, o ...Pero para mí no había forma de conciliar la música con esto. En el colegio, gracias al atrevimiento del Padre Jorge Miranda, compraron instrumentos para iniciar el grupo musical. Nos fue muy bien; hay varios trofeos en la vitrina del “cole” que compiten con los de baloncesto. Pero el sueño de un

adolescente de los años 70 en la música no incluía a Dios para nada. Después de la conversión de mi hermana en un campamento para jóvenes y la curación física de mi madre de un cáncer terminal, yo fui el siguiente pescado. Pero dejo siempre en claro que Dios no me contrató, me salvó. Y puedo decir con certeza que, después de mi encuentro con Él, nuestro tema fue la música, hasta hoy con toda la proyección y formato que ha tomado. BS ¿Cuál es el secreto de su “pegue” con los jóvenes? Vuelvo a Don Bosco. Si mal no recuerdo, es una frase de Don Bosco a Don Rúa en su lecho de muerte: “Trabaja con los jóvenes y serás siempre joven”. Sin irnos más lejos, es cosa de ver a Juan Pablo II para buscar un botón. Como dicen los cibernéticos, fui formateado para esto. Mi ambiente de Colegio, y después en la Universidad, los grupos juveniles en campamentos, la misma música como tal, me prepararon para esta misión.

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TEMA DEL MES BS ¿Qué satisfacciones encuentra en ese estilo de vida que lleva? Soy yo mismo hasta hoy. En Dios no me perdí, me encontré y no necesito ser nada más. Tengo el privilegio de hacer lo que me gusta y seguir siendo yo.

No se le puede cantar a un pueblo si no se le conoce, si no se le ama. Sin tocar siquiera las sandalias de los grandes apóstoles contemporáneos de los jóvenes, creo que Dios me preparó para esto desde mi niñez y adolescencia. Es cuestión de atreverse; atreverse a decirles la verdad, a confrontarlos, a enojarlos, a a exponer sus límites. Pero todo esto envuelto en el amor.

No me gusta la música que no sirve, y me gusta que mi música sirva. Recibimos en nuestra oficina en Guadalajara cartas, correos, faxes, correos electrónicos de varios jóvenes que nos dicen cosas como: “No me suicidé por escuchar tal letra de tu canción”, “el chiquillo que iba a abortar se llama Carlitos”, “perdoné a mis padres”, “mi matrimonio está en una segunda oportunidad”, etc. Sè que es cosa de Dios, pero deja la sensación en el corazón de que vale la pena. Y finalmente puedo ser esposo y padre de familia, normal, con todas las broncas lógicas, pero, por amor de Dios, normal.

BS. ¿Cómo influye en su vida personal el dedicarse a dar conciertos? Me casé con una campeona en la fe. Ella no sólo entiende mi trabajo, sino que comparte esto como nuestro apostolado. No es fácil. Pero si estamos de acuerdo y Dios es el centro de tu familia, la cosa camina.

Tengo tres hijos, dos adolescentes que me enseñan, me recuerdan lo que olvidé y me ponen al día, pues los jóvenes siguen actualizando sus maneras de meterse en líos. Y nuestro tercer hijo es un chiquillo con parálisis cerebral que ha venido a darnos una dimensión fuera de lo común, un mundo especial reservado para gente especial. En fin, Dios y sus travesuras. Canto lo que vivo, canto desde mi impotencia de poder cantarlo todo. Y canto porque el centro de mi vida arriba o abajo del escenario es Dios. Puedo entender a Moisés cuando gritó cantando: “El Señor es mi fuerza y mi canción”.

Huberth Zúñiga Salesiano coadjutor y cantautor http://www.hubertalberto.com/ Interrogar a Huberth sobre su condición de músico es como destapar la caja de Pandora, pero en buen sentido: brota de él un torrente de ideas, inquietudes y proyectos. Nacido en Costa Rica en 1969, se educó con los salesianos. Algunos de ellos, músicos también, lo influenciaron en el desarrollo de su inclinación musical. Ha concluido sus cursos de música en la Universidad Del Valle, en Guatemala. Su primera producción “Día

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a día” ha logrado entrar, despacio pero segura, en varios mercados internacionales. Actualmente está empeñado en la producción de su segundo CD “Sólo el Amor convence”, que será requisito para su graduación como licenciado.

Se dedica a producir música católica en un sentido amplio. No es tanto música confesional, sino aquella que expresa el humanismo cristiano y que, por tanto, es asequible a creyentes y no creyentes.


MUSICA Ha creado un tipo de conciertos que superan el clásico concepto del show ligero. Se esfuerza por combinar tecnología, arte e interrelación con el público. Las letras de sus canciones están cuidadas literariamente y tocan temas de índole social y existencial. La intención es la de conducir a Dios y celebrar la vida. Considera la música como algo más allá de la simple distracción. La ha asumido como una tarea formativa. En ese sentido se ve como un formador de jóvenes. La música es para Huberth la tarea principal de su vida.

Cree que todo salesiano tiende a ser músico, lo cual es un factor clave, ya que la música tiene una poderosa influencia en los jóvenes. Don Bosco intuyó esta afición de los jóvenes y dio espacio generoso a la música en su proyecto educativo. Huberth asocia música y espiritualidad. No es justo el prejuicio de quien confunde música con superficialidad. Para él, la espiritualidad condiciona la capacidad del anuncio y la belleza del mensaje.

de cantautor compositor y la de educador. Como salesiano educador se propone ayudar a los salesianos jóvenes a desarrollar la sensibilidad por la música y el arte. Cree que la música es parte integrante de la formación. Tiene en mente producir subsidios y ofrecer talleres para educadores musicales y animadores litúrgicos. Nuestros centros educativos deben cualificar al docente en arte, sobre todo en música.

Encuadra su condición de músico profesional en dos dimensiones: la

Está convencido de que todo ser humano tiene resonancia artística. La música es un elemento del alma.

des músicos que desfilan por el escenario musical costarricense.

Band, Los Flamenco y Hemisferio Acústico.

El siguiente salto providencial será Nueva York. En la Gran Manzana se inscribe en el Harbor Conservatory, especializándose en piano latino. En ese tiempo logra el primer premio en el concurso Charlie Palmieri.

Rubén Flamenco reconoce con orgullo sus raíces salesianas, ya sea por la educación recibida como por el impulso que en ella recibió para continuar con su vocación musical.

Rubén Flamenco: Un talento musical del piano Rubén Flamenco es un pianista excepcional que ha tocado para los más famosos cantantes y grupos del mundo latino: Billo’s Caracas Boys, Rey Ruiz, Willie Colón, Celia Cruz, La India y El Canario. Este joven artista, de sólo 26 años, nació en El Salvador. Su padre, del mismo nombre, es un músico distinguido, y enseñó al hijo a tocar la trompeta, el saxo, el trombón y la guitarra. A los 15 años se inscribe en el Colegio Don Bosco para poder tocar con la orquesta del colegio, que está en su apogeo. Comienza con el trombón y sigue con el piano. Terminado el bachillerato, viaja a Costa Rica para estudiar una licenciatura en piano. Allí tiene la oportunidad de relacionarse con gran-

Rubén ha participado en giras musicales con Jerry Rivera, Willie Colón y Olga Tañón. Actualmente dirige la Corporación Flamenco, que integra cuatro grupos musicales: Latin Jazz, Latin

En agradecimiento a las diversas manos amigas que lo han ido ayudando en su rápida carrera artística, se ha propuesto tender una mano amiga a cuanto joven con talento musical necesite de su apoyo. En la Corporación Flamenco serán siempre bienvenidos. BS Don Bosco en Centroamérica

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TEMA DEL MES

Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas, alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor. Salmo 150

EJE cambió mi vida JUAN CARLOS GUERRA GONZÁLEZ Resulta una agradable sorpresa celebrar la misa de domingo en el Colegio Santa Cecilia (Santa Tecla, El Salvador) y encontrarse con un director muy joven dirigiendo magistralmente un coro de 40 jóvenes que cantan con propiedad. Nuestro sorpresivo director es Juan Carlos Guerra González, de apenas 23 años, pero que ya asume con seguridad profesional la batuta de director de coro. En efecto, es el director asistente del Coro Nacional. Nacido en una familia de músicos, cursó sus estudios primarios y secundarios en el colegio salesiano Santa Cecilia, de su ciudad natal.

Desde los cuatro años de edad recibió lecciones de piano de su mamá, quien tocaba misas en el colegio. Posteriormente recibió lecciones privadas de piano con Joseph Carl Doetsch, doctor en música, pianista salvadoreño de origen alemán. Más adelante continuaría en Estados Unidos su estudio privado de piano. Hace cuatro años acompañó a su primo Eliosmìn Zelaya, cantante de ópera, en un recital en el Teatro Presidente. Actualmente Juan Carlos es el pianista del Coro Nacional desde hace tres años. Dos acontecimientos orientaron fuertemente su vida. Uno, el haber ingresado al grupo juvenil salesiano EJE, al que sigue animando desde

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la música coral. El otro es el haber estado bajo la influencia del P. Víctor Bermúdez, salesiano y pianista. El P. Bermúdez fundó con éxito el coro juvenil en el Colegio Santa Cecilia. Cuando el P. Bermúdez debió dejar el colegio, Juan Carlos tuvo la osadía de ofrecerse como sustituto en la dirección del coro. Desde entonces sigue al frente del mismo. Además de la animación de la misa del domingo, el coro ofrece cada año un concierto de villancicos. Juan Carlos se ha trazado una meta alta para su vida: ser director orquestal. Está consciente de lo difícil de la empresa, pero el brillo de sus ojos delata la seriedad de su empeño. A través del canto trata de estimular en sus muchachos y muchachas del coro de EJE el aprecio por la música de calidad. Les insiste en que la música es el lenguaje del corazón.


MUSICA

La Banda

Christós MATEO GUZMÁN

Fue en 1990, a mis 14 años cuando conocí por primera vez la espiritualidad salesiana y pude experimentarla de cerca en el grupo Iglesia Joven, con sede en el Instituto Ricaldone, de San Salvador. Comenzaba, como todo chico ilusionado por la vida, a ver el mundo desde la perspectiva de la novedad que a cada instante regala la adolescencia, con más alegrías y motivos de vivir que tristezas y desánimo. Mi nueva pasión, la guitarra, había cobrado total sentido cuando el grupo juvenil me invitó a participar en las animaciones de cada reunión. Y ahí estaba yo, aprendiendo de los que sabían tocar mejor, fijándome bien en cada acorde y movimiento para hacer de esa noche una velada de ensayo intensivo hasta que los dedos no podían más. Soñaba y decía: “Cuando salga de bachillerato, voy a irme del país, como Arjona, para hacerme famoso con mis canciones”. Ya componía mis “grandes canciones”, con tres acordes, pero eran grandes (para mí). Estudié el bachillerato en esa misma institución, la cual, además tenía un efervescente Movimiento Juvenil Salesiano. Pasaba más tiempo con los salesianos que en mi casa. Eran días hermosos. Sólo me acuerdo de la canción de los Enanitos Verdes (argentinos): “Te acordás qué tiempos aquellos...”. Me invade la nostalgia. En el Instituto Ricaldone, el primer año que llegué (1992), fundé el grupo de rock del colegio de primer año de bachillerato. En poco tiempo nos pusimos al mismo nivel de los de

tercer año, al grado de competir mano a mano para ver quien representaba a nuestro centro educativo en los eventos intercolegiales. Cuando ya estaba bien establecido y con mis estudios en curso, seguía soñando con mi vida de artista y veía a la banda como la antesala. Comencé a escribir más música: canciones románticas, canciones ecológicas, canciones de contenido muy social y música para Dios. Aquí encontré una pequeña crisis. Me invitaban a tocar en bares y restaurantes con una banda que nada tenía que ver con Dios. Por otro lado, el Señor me regalaba, dentro de la experiencia juvenil con mi grupo de crecimiento, temas que no serían tan exitosos como “La historia del Taxi”. ¿Qué quería Dios de mí? Era mi pregunta cada momento, y no la sabía responder. No me gustaba ver jóvenes que entraban sobrios al bar y salían totalmente ebrios, vibrando con la música que yo interpretaba. En el retiro de la cuarta etapa de Iglesia Joven, el Señor me habló tan claro como escuchar el canto de los pájaros. “Quiero tu música para mi. Seguí siendo joven, ponele tu estilo, pero canta para rescatar jóvenes de las garras del diablo”. Todavía me estremece acordarme de esto, se me llenan los ojos de lágrimas y vibro

con la nota más pura de Cristo: el Amor que me dio. Sentí que me decía que me dejaba un talento y que lo pusiera a trabajar, pues a su regreso me tocaría darle cuentas. Estoy seguro de que, si no hubiera entrado en la comunidad salesiana, no hubiera pasado esto en mi vida. Desde aquel retiro en 1996 tomé la firme decisión de dedicar mi música a Dios y, con el mismo impulso, convoqué a una reunión histórica para fundar la primera banda de rock católica de El Salvador que se atrevería a romper los esquemas de la música católica en el país. El 8 de Febrero de 1997 fundamos, en una sesión de oración, el grupo de rock de alternativa cristiana Christós. Christós es una banda cuya misión es llevar mensaje de esperanza y ánimo, concientización y evangelización, oración y adoración, todo por medio de la música, y creemos en este arte para tocar el corazón de los jóvenes. Hemos actuado en todo El Salvador y Guatemala. Últimamente hemos viajado a Tapachula, México. Vamos donde el Señor nos envíe, cantamos lo que ponga en nuestros labios.

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La alabanza en la eucaristía HUGO ESTRADA La Eucaristía es nuestro acto de culto por excelencia. Eucaristía es una palabra tomada del griego, que significa:; “Acción de gracias”. La santa misa es el gran culto de alabanza de la Iglesia. Una acción de gracias es una alabanza gozosa, espontánea y participada. No es lo que, muchas veces, se aprecia en muchas misas dominicales, en las que no predomina la oración gozosa de la asamblea, que acude, por obligación, y no por la necesidad sentida de ir a la casa del Señor para albarlo en compañía de toda la comunidad agradecida.

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El origen de estas fallas, frecuentes en muchas eucaristías, tiene su razón en el pasado en que se llegó a ritualizar demasiado la Eucaristía, hasta el punto de mecanizarla y vaciarla de su sentido comunitario y de una oración gozosa de alabanza. Antiguamente se de día: “Voy a oír misa”, y era verdad: el feligrés era un simple “oyente”. No participaba; tenía que contentarse con ver y oír lo que allá, a lo lejos, estaba haciendo el sacerdote, de espaldas a la asamblea, en una lengua extraña, el latín. También se comentaba que el sacerdote “decía la misa”. Y era también verdad. El sacerdote, en el rito antiguo, era un solitario en el altar, que repetía un rito que los fieles veían de lejos, mientras se “entretenían” con prácticas piadosas de tipo personal (rosarios, novenas, oraciones de toda índole). Toda esta situación pesa, en la actualidad, sobre las comunidades a las que les ha costado mucho aprender que a la misa no se va a “oír”, sino a “participar”; que el sacerdote no “dice la misa”, sino que la “celebra” con toda la comunidad.

Fue el Concilio Vaticano II el que recogió el clamor de toda la cristiandad para que hubiera un viraje obligado en la manera de participar en la Eucaristía. El Concilio dio normas precisas para una renovación inmediata del acto de culto por excelencia de la Iglesia, la santa misa. Ahora se habla de “celebrar la Eucaristía” y de “participar en la santa misa”. Fue el Papa Juan XXIII el que, en nombre de toda la cristiandad, pidió un “nuevo Pentecostés” para la Iglesia. El Señor escuchó el clamor de toda la cristiandad y, gracias a Dios, nuestras eucaristías han sido tocadas por un avivamiento, provocado por el Espíritu santo.

Acción de gracias El nombre mismo de la misa, Eucaristía, indica que toda misa es una grandiosa “Acción de gracias”. Toda misa es una gozosa “alabanza”, una agradecida acción de gracias. Es la “celebración” de la muerte y resurrección del Señor. Es la alegre “Cena del Señor” en la que participan con gozo los cristianos.


MEDITACIÓN La mayoría de los primeros cristianos eran judíos. Ellos para su liturgia tomaron muchos elementos de la sinagoga judía: el canto, la lectura y comentario de las Escrituras, la oración espontánea. A todo esto, los primeros cristianos le quitaron el ritualismo mecánico, que había invadido las sinagogas judías en tiempo de Jesús, y le imprimieron el toque propio de la unción del Espíritu Santo, que los llevó a revivir el culto dinámico de los tiempos del Rey David, que se caracterizó por la gozosa unción del Espíritu santo. Esto es lo que se aprecia en los breves datos que se encuentran en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas de san Pablo. Escribe Ernesto Gentile: “La nuevamente recuperada alegría cristiana halló su creciente expresión entusiasta en los salmos, himnos y cánticos espirituales, manifestaciones proféticas y dones espirituales. Orar en el Espíritu incrementó en gran medida la vitalidad de las reuniones. Una intensa concentración sobre Jesús y la actividad de su Espíritu transformó las reuniones cristianas y las impulsó hacia una dimensión de adoración dinámica, desconocida en la sinagoga judía”.

Dos maneras distintas de celebración El escritor español Juan Manuel Martín, en su libro “Alabaré a mi Señor”, recuerda algo muy aleccionador. Cuenta que se encontraba en Perú, participando en la misa de Pascua. Todo muy solemne, muy formal, muy teológico. Al día siguiente, se celebraba en Perú el triunfo en futbol contra Brasil. Toda la gente se lanzó a las calles a bailar, a gritar, a agitar banderas. El autor hace ver la diferencia ente cómo se celebraba el triunfo en un partido de futbol y el triunfo de Jesús Resucitado. Ese mal sabor se le quitó al escritor cuando a los pocos días, pudo participar en una liturgia de un pueblecito en donde una co-

munidad “renovada”, con gozo, con espontaneidad, con cantos alegres y con mucha participación celebraba la presencia de Jesús resucitado. Esta es la doble situación, que prevalece en muchas de nuestras iglesias. En algunas parroquias se dice que se celebra la resurrección de Jesús, pero el ambiente es más de velorio que de resurrección. En otras parroquias la gente ya le ha encontrado sabor a la celebración comunitaria. Se percibe un ambiente de fiesta. Es una verdadera Eucaristía, un auténtico culto de alabanza. Me parecen muy acertadas las recomendaciones que da Ernesto Gentile para una liturgia más dinámica. Dice el escritor: “No hay que acudir a cambios radicales sólo para ser contemporáneos, sino que las iglesias deben redescubrir la originalidad y espontaneidad que caracterizó a la Iglesia primitiva. Una liturgia anquilosada no aporta ninguna vida al pueblo. Para volver a la sinceridad, frescura, variedad y ardor de la adoración de la iglesia primitiva, los dirigentes de la Iglesia deben enfrentarse honestamente a los peligros inherentes a la adoración extática, pero nunca dejar de confiar en la dirección del Espíritu”.

El mencionado autor propone tres directivas para que esto sea una realidad: “1. Estar dispuesto a ser flexible y expandible... La iglesia puede liberarse del azote de la penosa monotonía de cada servicio dominical. 2. El orden no puede ser elaborado con cemento, sino que debe estar compuesto de los medios que Dios pueda usar para reunirse y moverse entre su pueblo como El desea. La presencia activa del Espíritu santo marca la diferencia. Una persona que va a la Iglesia debe encontrarse con Dios. No debería salir con una experiencia ciega, insensible, “tómalo-por-fe”. Los creyentes reunidos para adorar deben esperar que Dios se halle presente de una forma ¡real y profunda! Asimismo, deben esperar a oír una directiva divina, una Palabra de Dios, que es en verdad “lo que el Espíritu dice a la Iglesia”. 3. Sentirnos cómodos con las formas de adoración sálmica... Una forma espontánea, pero controlada de adoración ayuda bíblicamente a la gente a abrir sus corazones y emociones al Dios viviente... Ésta gran herencia eclesiástica necesita ser sacada de las meras lecturas y convertirse en liturgia viva. Los estilos davídicos de adoración son para la gente de todas las generaciones”.

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TEMA SOCIAL

El desafío de globalizar la solidaridad CARDENAL OSCAR RODRÍGUEZ La solidaridad es una concreción del bien fundamental de la sociabilidad. Surge del descubrimiento de interdependencias con nuestros semejantes y a quienes nos sentimos inclinados a ayudar en sus necesidades por ser personas. La solidaridad es la contribución al bien común en las interdependencias sociales, de acuerdo con la propia capacidad y las posibilidades reales. El bien común, en sentido muy general, se refiere al bien personal de todos y cada uno de los miembros de la sociedad. Indica también el conjunto de elementos externos de la vida social que contribuyen al florecimiento o desarrollo humano de las personas y de los grupos de una comunidad. Como elementos básicos del bien común suelen citarse el respeto a los derechos humanos, un razonable desarrollo y bienestar, estabilidad social y paz en un orden justo. La solidaridad alcanza al mundo entero, el cual ha venido a ser como una «aldea global»: de algún modo, todos dependemos de todos. Sin embargo, la solidaridad ha de ser ordenada, empezando con las interdependencias más inmediatas. Un directivo empresarial ha de ser solidario, en primer lugar con sus colaboradores, con los accionistas, con los clientes, los proveedores, y con la comunidad local; y luego con la sociedad en su conjunto. Ser solidario exige ponerse en lugar del otro, para descubrir sus necesi-

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dades y esforzarse por satisfacerlas de acuerdo con las posibilidades de cada situación. Lo más elemental es evitar acciones insolidarias (por ejemplo: la contaminación medioambiental, erosionar la confianza o fomentar la corrupción en los negocios, etc.). La solidaridad impulsa a dar el máximo servicio posible a cada grupo interdependiente: esforzarse por mantener los puestos de trabajo, realizar inversiones para crear nuevos puestos de trabajo; mejorar la calidad del servicio a clientes y usua-

rios; ayudar a la comunidad local; mejorar el medio ambiente; contribuir a iniciativas sociales y educativas, etc. La práctica de la solidaridad ha de respetar la iniciativa, creatividad y sentido de responsabilidad de los demás, sin absorberlos ni privarles de lo que ellos son capaces de hacer. Lo contrario no sería respetuoso con la identidad de las personas -seres racionales y libres- ni favorecería su desarrollo humano. A eso se refiere el principio de subsidiariedad, de gran importancia en la Doctrina Social de la Iglesia.


SANTIDAD SALESIANA La vocación se la dieron Dios y su madre. Pero floreció leyendo un libro que su párroco le había dejado, la Vida de Don Bosco. “La leía cuando iba al pastoreo. Desde aquellas páginas Don Bosco me fascinó. Yo no me cansaré de bendecir aquel libro mientras viva”. Habìa hecho el propósito de ir a la iglesia a hacer una visita al Santísimo Sacramento. Le costaba, porque los compañeros le tomaban el pelo: “Un auténtico martirio de burlas. Cada día oía la santa misa, hacía

Don José Quadrio Su padre era una persona reservada, a veces arisco, pero inteligente y bueno, muy apreciado por la gente. Había sido alcalde del pueblo antes del fascismo. Cuando sus ocho hijos tenían necesidad de zapatos y vestidos, junto con otros del mismo pueblo iba a Suiza a trabajar de bracero.

la santa comunión... fue entonces cuando me volvió más fuerte, más vivo, el pensamiento de hacerme sacerdote. Eran años económicamente difíciles, pero el padre y la madre no pusieron dificultades. El párroco lo dirigió al Instituto misionero de Ivrea, donde en sólo tres años hizo todos los cinco cursos del bachillerato, mostrando una inteligencia brillante y sólida.

José nació en 1921 en Sondrio, Italia. Siempre recordaría “mis hermosas montañas”. Y llevaría en el corazón la admiración y el afecto de su gente.

Era el año 1943, e Italia sentía ya el viento caliente de la segunda guerra mundial. La gente se hacía más seria y preocupada mientras las casas se derrumbaban bajo las bombas y los niños enflaquecían de hambre. José Quadrio siente también

que la juventud se le ha terminado, que las opciones se hacen decisivas. Y escribe: “Ahora me encuentro en la encrucijada. O sacerdote santo, o medio sacerdote. No quiero escaparme de la elección, no puedo retrasar la decisión. Quiero dejar de vivir burguesmente al estilo ordinario. El santo no puede vivir al estilo ordinario, más o menos, dando mucho a Dios y guardándose alguna cosa para sí”. Cuando las sirenas anuncian el fin de la guerra, Roma está plagada de muchachitos sin familia y sin casa, que “se las arreglan para vivir”. José no quita nada de su tiempo al estudio, pero el tiempo libre lo dedica a esos muchachitos rechazados. Y mientras sirve a esos niños cubiertos de harapos y de insectos, a los que considera preciosos, hijos de Dios como él, José Quadrio adquiere una gran familiaridad con el Señor. Lo llama “mi Hermano, mi Amor, mi Futuro, mi Sabiduría, mi Luz, mi Maestro, mi Todo”. La navidad de 1945, junto con otros estudiantes salesianos, la pasa con los niños de la calle. “Por la noche he ayudado a preparar doscientas cincuenta bolsas navideñas –escribe-. Durante el día he probado trescientos vestidos. Distribución de todo el 25 de diciembre. El 27, primera comunión de ochenta niños vagabundos. Oh Jesús, te adoro en tus pobres hermanitos”. El estudio y la dedicación a los muchachos de la calle lo llevan al borde del agotamiento. El 3 de noviembre de 1945 fue premiado con medalla de oro como mejor alumno de la Universidad. Doce meses después recibe un encargo delicado: la solemne disputa teológica pública, en la que deberá defender, en presencia de nueve cardenales y del futuro papa Pablo VI, la definibilidad dogmática de la Asunción de la Virgen al cielo. Es un acontecimiento clamoroso del que BS Don Bosco en Centroamérica

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PERFILES SANTIDAD SALESIANA hablan los periódicos. Inmediatamente después inicia su preparación a la ordenación sacerdotal. 16 de marzo de 1947. Don José Quadrio es sacerdote. Tiene veintiséis años. Los superiores lo destinaron a una ocupación delicadísima: profesor y formador de otros sacerdotes. Por esto, él vuelve a Roma por dos años, y con intenso trabajo prepara y obtiene el doctorado en teología. Su salud física está notablemente debilitada, pero los superiores insisten en que en el otoño de 1949 inicie normalmente su enseñanza en Turín. Y don Quadrio lo consigue. Sus lecciones claras, seguras, serenas, doctrina sólida y su lenguaje sencillo, hacen pensar a más de uno: “Vamos a tener un magnifico profesor por años y años”. Nadie sabe que el joven y brillante profesor tiene por delante solamente 12 años de vida. Un malestar general lo molestó ya en el otoño de 1951, de regreso de Alemania, adonde había ido a perfeccionar su alemán. El encuentro con el dolor es duro. De pronto se siente aislado, olvidado. Y escribe: “Señor, te ofrezco esta hora de agonía. Confieso que he saboreado sin rechazarla la amargura de la soledad, de la indiferencia y del abandono por parte de quien yo pensaba de manera egoísta que me estaba más cercano”. Mientras enseña, trabaja sobre sí mismo con la fuerza que cada día le da el Señor. En rápidos apuntes escribe: “Seré un verdadero hermano para cada uno de mis estudiantes: cordial, amable, sonriente, acogedor. Buscaré a aquellos que no se me acercan, animaré a los tímidos, consolaré a los desanimados; seré el primero en saludar a quien encuentre, venceré la timidez y la displicencia”. Y también: “Ser y no parecer; dar, no regatear; trabajar, no agitarse; rezar, no recitar oracio-

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PERFILES nes”. En él madura una profunda sabiduría humana, una ternura y una sensibilidad rara, una serenidad y una fuerza interior sin resquicios, una bondad complaciente y un humor finísimo, una disponibilidad generosa a las demandas más diversas. El 4 de julio de 1960 ingresó en el hospital por un malestar prolongado. El diagnostico es cruel: linfogranuloma maligno. Su vida está en la estación terminal. Tiene treinta y nueve años. La noticia no es para él “un mazazo”, “un desbarajuste de programa”. Al Rector Mayor, que le escribe que toda la congregación está rezando para que don Rúa le obtenga el milagro, le responde: “El gran milagro que don Rúa me ha hecho desde el primer anuncio es una paz inmerecida y suavísima, que hace de estos días de espera prolongada los más hermosos y felices de mi vida”. Y también: “He aprendido lo hermoso que es esperar al Señor. Dios es verdaderamente bueno”. Comienzan las idas y vueltas del hospital, los cuidados. Y de golpe descubre una nueva dimensión de su apostolado: “En mi habitación, en el hospital, he descubierto que esta es una forma de evangelizar siempre a cualquiera y en todas partes”. “Es una experiencia que durante estos días me ha impresionado mucho: la de encontrar detrás de cada vestido (blanco, rojo o negro) almas sensibilísimas a la bondad y necesitadas de comprensión. Se diría que todos están a la espera, y no saben resistirse a la bondad sencilla y clara”. La muerte ya está ahí, y él escribe. “Siento la mano del Padre celestial sobre mis hombros, y me encuentro en una paz perfecta”. Dios le salió al encuentro en la tarde del 23 de octubre de 1963.

P. Joaquín Montero: “Desde entonces comencé a acariciar la idea” Una mañana del 1938, en San Marcos de Tarrazú (Costa Rica), después de haberle ayudado a la misa a mi párroco, él me dijo: -Ya terminaste el sexto grado, ¿qué te gustaría estudiar? Yo no le había pensado. ¿No te gustaría ser sacerdote?-, insistió. -Sí me gustaría,- le contesté. Desde entonces comencé a acariciar la idea. El párroco hizo gestiones para conseguirme una beca en el seminario diocesano, pero no fue posible. Seguí esperando año tras año. Mi familia era pobre, yo trabajaba como mensajero-cartero del pueblo, trabajé también en un establecimiento comercial y luego como telegrafista hasta la revolución de 1948. Por los servicios prestados como telegrafista me trasladaron ese año a la Oficina Central de San José.Como asistía a misa casi todos los días en la capilla del Colegio Los Ángeles, el monaguillo me invitó un día al Oratorio del Colegio Don Bosco.


CONOCIENDO NOTICIAS A DON BOSCO multáneo, que es el mismo que se usa todavía en nuestras Casas. En los tiempos pasados todo el que deseaba aprender música vocal, debía buscarse un maestro que le diese lecciones individualmente. Cuando tales alumnos estaban suficientemente instruídos, se unían, formaban los coros y, bajo la dirección de un hábil director, cantaban en teatros o iglesias».

La escuela de música de Don Bosco Corrió por la ciudad de Turín la noticia de las lecciones de música de Don Bosco. Como era la primera vez que se daban clases públicas de música y tan numerosas, y que se enseñaba canto a muchos alumnos a la vez, hubo una enorme afluencia de curiosos.

Don Bosco dejó escrito: «Los famosos maestros de armonía Luis Rossi, José Blanchi, José Cerutti y otros venían, durante varias semanas, casi todas las tardes, a escuchar mis clases. Ello iba contra el proverbio: «no hay discípulo sobre el maestro», puesto que yo no sabía la millonésima parte de lo que sabían aquellas celebridades y hacía de maestro en medio de ellos. Claro que ellos no venían a recibir de mí lecciones, sino a observar cómo era el nuevo método, diría si-

Soy ex-alumna salesiana del Colegio Maria Auxiliadora. Sin querer, llegó a mis manos Muchas gracias un boletín llamado DON por todos los mensajes BOSCO EN CENTROque recibo. Un millón de AMÉRICA. Deseo felicigracias. No sabe cuánto me tarlos por la diversidad han ayudado, tanto en mi labor de información que allí pastoral como en mi propia se detalla. Si bien es ciervida, a mí y a las personas con to que el boletín es del quienes los comparto. año pasado, lo he leído ya varias veces. Me llama Jorge Prado, muchísimo la atención. Nicaragua. Gracias. Ya recibí el Boletín Salesiano, lo estoy leyendo y la información está bien interesante. Lenry Carvajal, Tegucigalpa, Honduras.

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Maritza Gómez, El Salvador.

Aquellos experimentados profesores admiraban el silencio, el orden y la atención de los alumnos; las industrias de que se valía don Bosco para enseñar a los muchachos una música que, si no era clásica, tenía sin embargo sus dificultades, y cómo lograba que modulasen las voces al pasar de tono; cómo calculaba la extensión de las mismas y les adiestraba a cantar de soprano, sin que los muchachos se cansaran ni sufriera quebranto su salud. Aseguraban ellos que en esto habían aprendido no poco de don Bosco. Y siguieron después su ejemplo y su método. El, en tanto, demostraba estar a la altura de su cometido y ser capaz, por sí solo o ayudado por otros, de llegar más allá de cuanto se podía prever.

Fue para mi una sorpresa muy agradable recibir el calendario que usted amablemente me envió con las diferentes imágenes de la Santísima. Virgen, incluyendo la de mi mural, Santa María de Cahabón. En realidad ya debería olvidar decir “de mi mural”... Desde el momento que lo entregué a los Padres Dominicos de esa localidad dejó de ser “mi mural” para convertirse en parte de esa comunidad. Muchas gracias y que Nuestro Señor lo siga bendiciendo Rosamaría de Gámez Guatemala




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