Boletín Salesiano 152

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PRESENTACION

Humanizar la comunidad humana Los escándalos políticos y empresariales se suceden estos últimos años con tanta rapidez que sorprende el que todavía nos quede capacidad de asombro ante los mismos. Y que no se haya amortiguado aún la rabia ante tanto y tan colosal desatino. La política ha sido considerada siempre como un terreno sospechoso. “La política es sucia”, afirma la voz popular. Cada escándalo que revienta lo viene a confirmar. Las manifestaciones de corrupción a gran escala, que explotan como fuegos de artificio en el panorama mundial, provocan malestar en la gente honrada. Y aparece la gran tentación de renunciar a todo compromiso político, y replegarse a lo privado, porque el terreno está inundado de mafiosos. La Iglesia, en cambio, sostiene con vigor, que a los laicos les correspon-

de transformar las realidades terrenas según los criterios del Evangelio. Que esa es su tarea primordial. Se percibe actualmente una tendencia en la espiritualidad laical a encerrarse en los templos. Se busca remansos de paz, paréntesis en la vida diaria, que hagan olvidar las estridencias de la vida “real” amalgamada de juego sucio. Aparece una generación de laicos “comprometidos”, que se dedican a dar charlas religiosas, leer lecturas en la misa o recoger la limosna. Y esas tareas de sacristía los deja satisfechos de su empeño laical. Hasta parece darse una dicotomía extraña: misticismo sospechoso en el templo o en las agrupaciones religiosas, y complicidad abierta con las fuerzas del mal en la ruda batalla de la vida. Es la espiritualidad de fin de semana.

La propuesta cristiana es muy otra. Hay que colaborar con Jesús en la gigantesca tarea de transformar este mundo “puesto en el maligno”. Al laico le corresponde, en primer lugar, las batallas temporales, que tienen lugar en los campos de la política, la economía, y todo lo relacionado con las realidades seculares. Se trata de humanizar una sociedad injusta, cruel, egoísta. Si otros se alían con el mal, los laicos optan decididamente por construir desde la justicia, la fraternidad y la solidaridad. “Venga a nosotros tu Reino”. No como caído del cielo, sino como resultado de la colaboración generosa con Jesús, quien es el primer interesado activo en la llegada de “nuevos cielos y nueva tierra”. Heriberto Herrera BS Don Bosco en Centroamérica

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EDUCAR COMO DON BOSCO

Cuando llegan los miedos “Tengo miedo de los leones, de los murciélagos y de las pruebas de matemáticas”, dice Laura, de 9 años. “Tengo miedo de casi todos los animales”, le hace eco Darío, de 8. “Y también de mi padre cuando me grita”... BRUNO FERRERO

Muchas causas de los miedos reales que sienten los niños pueden sorprender a los padres. Los niños se asustan de cosas que, para los adultos, son insignificantes, como un perro nuevo en el barrio, una vieja palmera con las Cadasecas vez oson más ramas la estatua delos un ancianos enano de jardín. que Seconviven asustan decon expresiosus nes que los adultos defamilias. ¿Son cimos sin pensar. Una “una niñarealmente de tres años le prebendición” o son, guntó a su mamá: “¿Es cierto quedicen te estás cacomo alguyendo a pedazos como nos, “un problele dijiste a la tía?”. Porma”? Aprender a que los niños entienden convivir con las cosas como se ellos dicen, al es pie todo de la letra. un desa-

fío para estos

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LOS MIEDOS EXISTEN

Cuando el niño tiene miedo, hay que tomarlo muy en serio

También la escuela es un lugar que cia y mal desempeño pueden llegar tiempos que vivimos. puede producir ansiedad y generar a provocar el rechazo de sus missituaciones que provocan miedo. mos padres. “Tengo miedo de los ladrones y de las notas del boletín de calificacio- Y también la familia puede ser fuennes”, dice un niño de 10 años. Y te de angustias y de miedos: miedo Erika, de 9: “Me da miedo no pasar por la violencia de los padres, miea quinto año”. Muchas escuelas uti- do por su muerte, miedo por su lizan el miedo al fracaso como una posible separación. “Tengo miedo de sus armas predilectas. “Andar de papá cuando se pone furioso”, mal en la escuela” puede causar “tengo miedo cuando papá y mamá mucho miedo a los niños. Puede discuten y se pegan”, “tengo miecrearles situaciones de angustia y do de mi padre cuando lo miro”. hacerles sentir que pueden llegar a ser abandonos por sus compañeros; El miedo disminuye la seguridad y que su ineptitud e incapacidad pue- la confianza en sí mismo, elemende llegar a hacer que sus maestros tos fundamentales para que el niño los dejen de lado o que su negligen- pueda desarrollarse. El miedo des-

estabiliza el ambiente solidario que necesita para crecer y aprender y genera aprensiones y ansiedades que dificultarán su capacidad de interactuar con otros y enfrentar situaciones nuevas.

LOS MIEDOS DE TODOS LOS DIAS El miedo es reforzado cotidianamente por el terrorismo de los medios de comunicación. Un rato delante de la televisión o de una mesa de videojuegos puede convertirse en una sobredosis reforzada de fantasmas, verdaderos o falsos. Los niños reflejan también el miedo de los padres y de los adultos que los roBS Don Bosco en Centroamérica

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Cuando un niño tiene miedo, hay que tomarlo muy en serio. No importa cuál sea el motivo. El miedo se le nota en los ojos. Tenemos que ser capaces de llegar a mirar con los ojos con que miran los niños. Frases como “no es nada”, “ya se te va a pasar”, “ya vas a crecer” sólo consiguen disminuirlos y hacer que el miedo siga creciendo, en forma silenciosa. Por otra parte, a todos los niños les gusta jugar con el miedo. Se divierten imaginando el “Hombre Araña” y disfrutan con las historias y con las películas de terror. Es su forma de exorcizar el miedo. Pero esto funciona sólo cuando, más allá de las causas que lo provocan, hay brazos acogedores que los reciben y una casa segura que los contiene.

A PRUEBA DE BALAS El mejor camino para conseguir contrarrestar y neutralizar el miedo, es tener un punto de sostén firme y estable, “a prueba de balas”. Los adultos maduros pueden encontrarlo en sus propias personas: puede ser el amor a los demás, sus convicciones, la fe. Los niños y adolescentes, en cambio, necesitan un apoyo externo que los ayude a desarrollar el afecto y la confianza. Los padres pueden llegar a ser los más formidables aliados de los niños en el combate contra todos los miedos. Si los padres están unidos, el punto de referencia será la misma pareja, la que, naturalmente, será tanto más válida cuanto más confiada, unida y armónica se mantenga.

EL VALOR DE LA FAMILIA La armonía familiar es la única base segura para el crecimiento de los hijos e hijas. En un clima familiar

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Signo de estabilidad de los afectos familiares

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dean: son un espejo de las preocupaciones, pesimismos y ansiedades que se viven en sus familias. Estadísticas recientes señalan que los niños y adolescentes consumen cada vez más medicamentos contra la ansiedad y la depresión.

La armonía familiar es la única base segura para el crecimiento de hijos e hijas. distendido, sereno y tranquilo, los niños, niñas y adolescentes pueden exponer sus problemas y discutirlos con seriedad. Y encontrar así, un aporte determinante para poder superar sus angustias. No importa que los problemas sean escolares, sexuales, sociales o existenciales: lo que importa es que se puedan hablar en un clima de respeto y comprensión, sin superficialidades vanas y sobre todo, sin observaciones irónicas o críticas ofensivas. En esto, los padres tienen que estar de acuerdo, si quieren dar una mano favorable a sus hijos. Si uno dramatiza y agrega lamentos y previsiones oscuras a las situaciones difíciles que se plantean, y el otro lo toma a la ligera y se ríe de todo, es muy probable que el niño y el adolescente no puedan encontrar en ellos el sostén que necesitan para superar sus preocupaciones. El ambiente familiar tiene que atender también las “rabietas” y ansiedades injustificadas. El hijo de una familia cuyos padres son controlados y equilibrados está en mejores condiciones que el que vive en un ambiente de padres aprensivos y

temerosos. Es bueno explicar y dar a conocer a niños y adolescentes lo que tiene que hacer para evitar las enfermedades, cuáles son las normas higiénicas que deben tener en cuenta, qué precauciones tienen que tomar en las distintas circunstancias que se les presentan en la vida, pero no es bueno enseñarles el miedo. La comprensión y la solidaridad de los padres es la más eficaz prevención y el más válido antídoto contra los disturbios producidos por el temor, que de una o otra manera, va a estar siempre presente en la vida de los niños, niñas y adolescentes. Esto es más válido aún cuando los temores nacen de los problemas escolares. Los niños pueden llegar a sentir la escuela como un enemigo. Y, algunas veces, esto puede llegar a ser realmente así. En estos casos, la actitud de los padres tiene que transmitirles dos actitudes fundamentales. Una, que ante el enemigo no se huye, se combate. Y otra, que no se combate sólo para vencer, sino y sobre todo, para afirmarse a sí mismo y defender la propia dignidad.


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Los demas me humanizan

ROLANDO ECHEVERRÍA El 1 de Junio de 1968, en Connecticut, Estados Unidos, moría una célebre mujer, Helen Keller, que despertó admiración en el mundo entero. Cuando tenía apenas un año y medio de edad quedó ciega, sorda y muda, a causa de una grave enfermedad. En esas condiciones aprendió a leer y escribir, llegó a estudiar en la universidad, se convirtió en escritora y emprendió una labor incansable de gran alcance social en favor de la causa de los ciegos, a nivel nacional e internacional. En verdad logró más éxitos que la mayoría de personas con sus cinco sentidos. A su muerte, Helen Keller, se había convertido en todo un símbolo para una nación. Pero los inicios fueron sumamente difíciles. Sus padres, Arthur y Kate

Keller, se sentían desesperados al caer en la cuenta de que, por las secuelas de su enfermedad, la comunicación con su pequeña resultaba prácticamente imposible. No encontraban la manera de educarla. El comportamiento de la niña se volvió hosco, grosero, inmanejable. Sus reacciones eran instintivas, de una malacrianza exasperante. Hasta que su madre logró encontrar a una maestra que se hiciera cargo de la niña, cuando ésta tenía ya casi los 7 años. La maestra era Anne Sullivan, quien había sido educada en un instituto de enseñanza especial, pues padecía severos problemas de la vista. Aunque Anne no tenía experiencia, puso todo su esfuerzo en descubrir una forma de comunicación con la niña. Su dedicación le inspiró desarrollar un lenguaje con Helen por

medio del tacto. Le hacía tocar diversos objetos, al tiempo que deletreaba su nombre en la mano de la niña. La experiencia fue especialmente iluminadora para Helen cuando pudo mover el manubrio de un extractor de agua y sentir el fluido fresco en una de sus manos, mientras Anne le deletreaba el nombre del agua en la otra. “Mi atención se concentró en el movimiento de los dedos –confesará más tarde. De repente tuve la vaga conciencia como de algo olvidado, y de alguna manera se me reveló el misterio del lenguaje”. El misterio del lenguaje hizo el milagro: para Helen Keller la vida cambió radicalmente desde entonces. La comunicación con su maestra fue la llave para acceder al mundo social y cultural de su tiempo. Fue sólo el comienzo de una superación sorprendente, que la llevó a la fama. BS Don Bosco en Centroamérica

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TEMA DEL MES

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inter-subjetiva, pues, es esencial al ser humano; es primaria con relación a las cosas. Poniendo más atención, debemos admitir que incluso la ciencia misma es posible sólo gracias a la transmisión de conocimientos de generación en generación y al esfuerzo realizado por la humanidad desde los primeros siglos, como una tarea secular en la cual han intervenido millones de personas. El dominio del mundo, pues, sólo se adquiere en colaboración con los demás.

El caso de Helen Keller ilustra una verdad que ha sido puesta en evidencia por varios filósofos contemporáneos: el ser humano sólo se realiza en diálogo con sus semejantes. En otras palabras, si no hay comunicación con los demás, nos vemos privados de toda forma de desarrollo personal. El lenguaje, en sus múltiples formas –oral, escrito, gestual, simbólico– es el camino para entrar en comunicación con el mundo, con los demás y aun con nosotros mismos.

Como consecuencia de esta visión, se piensa que el hombre está sobre todo orientado hacia el dominio de la naturaleza, mediante la ciencia y la técnica. Pero esta doctrina cae en el individualismo social, económico, político y hasta religioso. Se defiende la privacidad, los derechos del individuo, la esfera de lo subjetivo, en detrimento del compromiso social y político, de la solidaridad, de una religiosidad de tipo comunitario. Para muchos pensadores contemporáneos, tal enfoque es erróneo, puesto que el dato fundamental que caracteriza a la persona humana no es la subjetividad, sino la inter-subjetividad, es decir, la relación entre sujetos. Yo no me encuentro conmigo mismo, no adquiero conciencia de mí, de mi mente, de mi mundo interior, si no establezco una comunicación con otros seres humanos. Son los demás quienes me introducen en el mundo social, cultural y aun el natural. Es en el diálogo con los semejantes, al ser reconocido como un “tú”, donde yo empiezo a concebirme como un “yo”, como un “sujeto”, un “alguien” diferente de las cosas y de todos los demás. La relación

El dato fundamental que caracteriza a la persona humana no es la subjetividad, sino la inter-subjetividad, es decir, la relación entre sujetos.

En la Edad Moderna, a partir del siglo XVII, en particular con el pensador francés René Descartes, la concepción acerca del ser humano se centró en el individuo y en su capacidad de pensar. Se cayó entonces en lo que se ha llamado una filosofía de la subjetividad, por el hecho de que tiene su punto de partida y su centro en el sujeto pensante. Para Descartes y quienes siguen su filosofía, es como si el ser humano naciera con la mente ya desarrollada, apta para pensar y producir ideas y razonamientos, para enfrentar de modo racional toda clase de problemas, prescindiendo del contacto con los demás.

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La persona humana sólo se realiza en la medida en que se abre a los demás, en una relación de dar y recibir. El ejemplo de Helen Keller es claro. Ella pudo integrarse al medio social y desarrollarse solamente cuando logró, a través de su maestra, desarrollar una forma de lenguaje para comunicarse con los demás. La psicología resalta también esta realidad, haciendo ver cómo el equilibrio personal y el desarrollo adecuado de la personalidad madura tienen que ver esencialmente con el amor que el sujeto haya recibido desde los primeros instantes de su existencia. El concebirse como “alguien”, dotado de un valor y de una dignidad, depende fundamentalmente de la forma en que uno haya sido aceptado, acogido y amado en el seno familiar y, más adelante, en el grupo social. Por el contrario, la vida pierde sentido cuando uno se llega a sentir marginado, solo, rechazado por los demás. Se puede decir, entonces, que para llegar a ser una persona realizada, es necesario amar y dar amor, comprometerse productivamente en el entramado social. Como dice un filósofo francés contemporáneo, Lucien Jerphagnon: “Toda existencia es coexistente. En cada instante me doy o me rehúso a los demás y soy el primer beneficiado o la primera víctima de mis entregas o de mis exclusiones”.


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Implicaciones temporales del Reino de Dios según la Biblia MARIO FIANDRI El filósofo judío Martín Buber afirma: “La realización del reino de Dios, que lo abarca todo, es lo primero y lo último de Israel”. El teólogo católico Karl Rahner escribió: “El dato más histórico sobre la vida de Jesús, el símbolo que dominó toda su predicación, la realidad que dio sentido a todas sus actividades fue el reino de Dios”. En estas dos expresiones se puede entender la importancia de este tema a lo largo de toda la Sagrada Escritura. De hecho, en la Biblia con frecuencia se encuentran locuciones como “Yahveh reina”, “El Señor es Rey”, “Yahveh manda”, “El reino de Dios” y otras locuciones parecidas. Y con esas expresiones la Biblia quiere enseñar que Dios es el supremo soberano y rey del universo.

La frase “Reino de Dios” no se encuentra en el Antiguo Testamento. Sin embargo, todo él está tejido con la idea de que Dios es el Señor del mundo y de los hombres; y se afirma muchas veces que “Dios reina”. Pero, la idea y la designación de Yahveh como rey no aparece desde los comienzos del Antiguo Testamento. Para los patriarcas, Dios era el Señor, el Consejero. Hasta después de la liberación y la salida de Egipto y la instalación de Israel en Canaán, la idea de un “Dios rey” se hace clara: Dios aparece Rey majestuoso y poderoso salvando a su pueblo en el éxodo. Y cuando Israel ‘copia’ de los pueblos vecinos la forma monárquica de gobierno, se comienza a hablar de la realeza

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El reino de Dios en el Antiguo Testamento

universal de Yahveh: Yahveh reina para siempre, en el cielo, en la tierra, en el universo entero. En el período del cautiverio crece la idea del reino de Dios. Y el tema de la realeza de Yahveh, del reino de Dios reviste una importancia mucho mayor a partir del regreso del exilio, sobre todo con la ‘buena nueva’ por excelencia: “¡Tu Dios reina!”; y se

convierte en tema central en la literatura bíblica postexílica y en el tiempo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

El reino de Dios en el Nuevo Testamento El centro del Nuevo Testamento es el reino de Dios. Jesús no empieza con hablar de sí mismo, ni de la IgleBS Don Bosco en Centroamérica

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TEMA DEL MES Se trata de un cambio en «todo» el hombre, en su «ser» profundo, una nueva orientación de todo su ser, una nueva historia. Jesús no viene sólo a «mejorar» al hombre: viene a «crear» un hombre nuevo. Y este «cambio» revolucionario abarca el interior y el exterior, lo espiritual y lo mundano, el individuo y la comunidad, este mundo y el otro venidero. Es literalmente un «nuevo nacimiento», como dirá Jesús a Nicodemo.

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El reino de Dios y el Dios de Jesús

sia. Jesús no se coloca a sí mismo en primer plano, sino que se repliega tras la causa que Él defiende, la causa de Dios en el mundo. “Ha concluido el tiempo de la espera, ya está cerca el reino de Dios”. Hasta estadísticamente la expresión “Reino de Dios” aparece importante en el Nuevo Testamento, apareciendo 122 veces. Esta idea es el núcleo central de toda la predicación de Jesús, la convicción más profunda, la pasión que anima toda su vida, el eje de su actividad. Y la institución del reino de Dios se muestra en las palabras y las acciones de Jesús; y se hace presente y se hace fuerza liberadora en y a través de los signos del ministerio terrenal de Jesús: curaciones, milagros, exorcismos, perdón de los pecados.

¿Qué es el reino de Dios? El reino de Dios no es «un lugar» en el que reina Dios. No es algo simplemente jurídico, externo, sostenido por unas leyes que «obligan» a creer.

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En el Antiguo Testamento el reino de Dios se manifiesta en el culto y en la esperanza de una venida final y decisiva de Yahveh a favor de su pueblo. Pero, sobre todo, se manifiesta como una “nueva situación de vida”. Porque el hebreo descubre a Yahveh en su vida. Parte de la experiencia de Dios, de la intervención histórica y la liberación de Egipto por parte de Dios, del pacto que Dios ha sellado con su pueblo. Por eso esta “nueva situación de vida” se hace «experiencia» de Dios como Señor de la historia que «actúa» a favor de su pueblo, lo salva y lo libera, lo organiza, lo alimenta, lo protege, lo dirige, lo corrige (y hasta lo castiga). En el Nuevo Testamento (que interesa mucho más para la vida cristiana) el reino de Dios se manifiesta sobre todo como «cambio».La frase de Jesús: “Ha concluido el tiempo de la espera, ya está cerca el reino de Dios” se completa con una afirmación-exigencia: “¡Conviértanse!” o sea ¡Cambien! El mensaje de Jesús persigue la transformación de «toda» la realidad.

El reino de Dios que Jesús anuncia es un reino «de Dios». Ni Cristo ni el Reino de Dios tienen el menor sentido sin el protagonismo de Dios. Jesús vaciado de Dios ya no es nadie, desaparece. Su eje visceral y profundo es, evidentemente, teológico y teocéntrico. La prioridad absoluta de Dios y de su reino, de su búsqueda y de su servicio es, en su vida y en su mensaje, algo que no ofrece la menor duda. Y ¿cuál es el Dios de Jesús? El Dios del que Jesús habla no es un Dios abstracto, lejano, en el que se puede creer con una fe vaga, un Dios que haría posible esa religiosidad que «para nada molesta y a nada compromete». El Dios de Jesús es alguien que es parte de su vida, de «toda» su vida. En Jesús aparece la experiencia activa de un Dios activo. El Dios de Jesús, que aparece en tantas parábolas, actúa, ama, interviene en la vida. El Dios de Jesús es un Dios de futuro. No se trata de un Dios de la nostalgia. El Dios de Jesús viene del futuro para tomar plaza en el presente y proyectar y construir el futuro. Y desde ese futuro «tira» del presente hacia su cumplimiento. No es «un Dios de muertos, sino de vivos», no se instala en una historia ya cumplida, sino que convoca hacia la realización de un futuro siempre nuevo y mejor.


LAICOS Y POLÍTICA Es, de manera especial, un Dios para el hombre. No es un Dios del más allá a expensas del más acá, a expensas del hombre. Al contrario: es un Dios-amor, un Dios-libertad. El gran resumen al que llega el apóstol Juan, después de largos años de meditar sobre el misterio de Jesús, es precisamente éste: que “Dios es amor”, es ternura, es comunión y solidaridad.

anuncio y de la presencia del Reino: “Vayan y refieran a Juan Bautista lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados…”

Una ‘definición bíblica’ del reino de Dios

El carácter de don del reino de Dios no puede hacer de los seres humanos -y cristianos (= seguidores de Cristo) en especial- meros objetos pasivos. Las parábolas evangélicas de los talentos, del tesoro en el campo y del juicio final muestran que los hombres, los creyentes son y deben ser «actores» y «constructores» del reino. El reino de Dios es, en su origen, don de Dios; pero, en su logro es y debe ser colaboración, tarea y responsabilidad del hombre y del cristiano. El hecho de que el reino se nos dé gratis, hace más obligatoria nuestra cooperación y nuestro empeño. El cristiano es alguien que esquiva la falsa ilusión de que el reino llegará por vencimiento de fecha o por simple evolución (o revolución) social, sino radicalmente por la acción de Dios en el hombre y en el mundo; pero que sabe, al mismo tiempo, que ese reino puede ser acogido o rechazado, acelerado o estorbado, recibido o retrasado por la entrega o por la corrupción e irresponsabilidad del hombre y del cristiano.

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Implicaciones temporales del reino de Dios

San Pablo, en su carta a los cristianos de Roma (14,17) presenta una descripción que talvez es lo más cercano a una definición: “El reino de Dios no es comida ni bebida; sino justicia, paz y gozo.” El escriturista Albert Schweitzer consideraba este texto como “un credo válido para toda época”. Justicia, paz (en su sentido bíblico de “todos los bienes fundamentales de la existencia”) y gozo son conceptos clave que expresan relaciones con Dios, con nosotros mismos y con nuestros semejantes. Dondequiera que una persona y un cristiano se relacionan en justicia, paz y gozo allí se hace presente el reino de Dios. Porque el reino: no es otra cosa que justicia, paz y gozo de vivir.

El reino de Dios no se realizará plenamente en este mundo; pero la esperanza y la expectativa escatológica debería llevar a un mayor compromiso en este mundo. Porque la fe -según los evangelios- no puede ser cizaña sino trigo; no puede ser opio sino levadura y fermento; no puede ser ceniza sino fuego. Y, en especial, tiene que ser un «Reino para los pobres». Porque una de las más radicales y revolucionarias afirmaciones de Jesús es, precisamente, que ese reino tiene como principales destinatarios a los pobres. Otro biblista, Joachim Jeremias, lo reduce a una profunda intuición: “El resumen del evangelio y de toda la predicación de Jesús no es solamente: «El reino o la salvación ha llegado»; sino «La salvación ha llegado a los pobres»”. Jesús define cuáles son las pruebas del

Conclusión Jesús ya ha inaugurado el reino de Dios; ya ha cumplido su misión y ha vuelto al cielo. Ahora nos toca a nosotros continuar su misión. Y hoy nos repite, por medio de los dos ángeles, como a los apóstoles el día de la ascensión al cielo: «¿Qué hacen ahí (sólo) mirando al cielo…?» Hay que aceptar el reino con todas sus “implicaciones” y construirlo aquí y ahora. Precisamente en nombre de la Palabra de Dios y de la fe

¡La voz del Señor sobre las aguas!

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TEMA DEL MES

Trinidad y política FÉLIX JAVIER SERRANO URSÚA Durante los primeros siglos de la vida de la Iglesia hubo grandes discusiones sobre la Trinidad. Obispos y laicos se empeñaron en defender lo que consideraban correcto sobre la doctrina de Dios Padre, Hijo y Espíritu. El Concilio de Calcedonia, celebrado el año 451, supuso el final de este camino, nada fácil y espinoso, de definir quién es el Dios en que creemos los cristianos. El Dios cristiano es Trinidad, es un solo Dios en tres personas iguales y distintas Padre, Hijo y Espíritu. Después de esas fechas podemos constatar que la doctrina trinitaria ha sido asumida por los cristianos, repetida literalmente y mirada como

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algo difícil de entender, que tenemos que creer sin mucha reflexión. La consecuencia es que muchos cristianos tienen una visión reducida y pobre sobre Dios, a quien frecuentemente asocian únicamente con el Padre. La Trinidad, según la entiende la Teología, pone de manifiesto unas características que pueden servir de referencia para la vida social y política: la unidad en la esencia divina del Padre, Hijo y Espíritu; la diversidad de las tres personas divinas, de tal manera que cada una de ellas es distinta sin confundirse ni disolverse en la unidad; la comunión de amor entre las mismas personas de la Trinidad.

Cuando hablamos de política, la podemos entender en una doble vertiente: el deber y derecho que tienen las personas de una sociedad de participar en la gestión de la “res publica” (cosa pública) y el compromiso que asumen determinadas personas en empeñarse mucho más activamente en un partido político. La Iglesia a través de las vicisitudes históricas ha ido aprendiendo que ella no debe constituirse en una sociedad como Guatemala, El Salvador, Nicaragua o Estados Unidos. La Iglesia es una comunidad de discípulos de Jesús que, en las diferentes sociedades y respetando sus leyes, vive los valores que propuso el Nazareno a principios del siglo I. Los cristianos en su actuación política, sea general o partidista, se han de orientar por los principios cristianos del evangelio y la orientación del magisterio, siendo siempre libres de


LAICOS Y POLÍTICA optar por un partido político determinado. Hoy se desaconseja utilizar los términos “cristiano” o “católico” para denominar un partido político, teniendo en cuenta que los cristianos pueden tener posiciones políticas variadas y también por la manipulación que se hizo en el reciente pasado de estos vocablos.

La persona humana es un ser social. Su vida se realiza y manifiesta en estar juntos formado comunidades: la familia, el barrio, la zona, la ciudad, y en general, la sociedad que constituye un país o nación. El hecho de estar juntos reporta beneficios y obligaciones. Lo importante es, sin embargo, reconocer el hecho de que las personas han constituido una unidad, que llamamos sociedad o nación. En la actualidad hay tensiones muy fuertes en el seno de la sociedades que manifiestan la dificultad de convivir, de aceptarse recíprocamente con sus diferencias, de solidarizarse con los más pobres, con los marginados, de buscar el bien común sobre los intereses particulares. Si en otro tiempo se acentuó la unidad de la nación sobre cualquier otro aspecto, en la actualidad se subrayan las diferencias de los miembros, librando batallas por encontrar espacios de participación y decisión en la gestión pública y gubernamental. Tal es el caso de las reivindicaciones sobre los derechos de la mujer, de las personas discapacitadas, de los homosexuales, de los indígenas, etc. La vida pública se vuelve mucho más compleja y las tensiones sociales se agigantan por la dificultad de aceptar las nuevas exigencias, que impelen hacia una

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La comunidad política: una y diversa convivencia en el que todos tengan participación por igual. El Dios uno y trino, puede ser un espejo en que la sociedad y la política vean la armonía entre unidad y diversidad, evitando los riesgos de la uniformidad aplastante de todos los seres humanos y de la acentuación exacerbada de la diversidad, que no consienta puntos de entendimiento entre los grupos sociales

La sociedad política y el bien social Con frecuencia se escuchan comentarios, en ocasión de las elecciones políticas, en los que aparece la idea de que muchos candidatos se meten en esa contienda electoral para sacar “raja”, para obtener beneficios personales. La participación política, por el contrario, debiera ser una ocasión para servir a la comunidad, para que toda la sociedad se beneficie del conjunto de bienes: salud, educación, seguridad, vivienda, etc. El bien social ha de prevalecer sobre el interés egoísta. La corrupción campea sobre todo en los ámbitos políticos y denota un aprovechamiento individual de los recursos comunes, muchas veces

con gran cinismo, como el que se da cuando se roban los políticos millones de dólares y determinadas zonas de la nación sufren hambruna, los hospitales carecen de medicinas o a los jubilados se les roban los recursos del Fondo del Seguro Social. El Dios cristiano, la Trinidad, es amor. Las relaciones entre las personas divinas se caracterizan precisamente por el amor, la unión, la comunión. Y no sólo eso, cada una de las personas divinas al manifestarse en la historia lo hacen por amor, buscando la salvación de las personas, su realización en plenitud. El amor gratuito y desinteresado es el rasgo más característico del Dios de nuestra fe y debe ser el distintivo de los discípulos de ese Dios. La Trinidad puede alentar a los cristianos a participar en la política por servir a la sociedad, al bien común, a las necesidades de los más pobres y desprotegidos, hacer política por amor a Dios y al prójimo, y en esa forma realizar el núcleo del cristianismo.

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TEMA DEL MES

Dimensión del compromiso social en la formación de los Salesianos de Don Bosco FÉLIX VALLEJOS

Es siempre curioso, pero ante los enemigos de las teorías, discursos y palabras… que el viento se lleva, notamos con asombro la carga, la fuerza que las ideas tienen para arrastrar nuestra voluntad a la acción, según algunos criterios. Hace un poco más de 40 años la Iglesia, en cuanto magisterio, se auto-contemplaba como faro inexpugnable, orientadora desde lejos y así solamente. Con los nuevos aires del Concilio Vaticano II se convence de ser “servidora de la humanidad”. Tal idea alimenta la actitud solícita de salir de los “templos” y “edificios” en virtud de este acercamiento evangélico hacia las personas y sus circunstancias vitales. Entre ellas sus instituciones, la familia, su organización, o la educación y también la sociedad y la política. Es así que el compromiso cristiano toma en cuenta también los asuntos de la organización de la sociedad y orienta las acciones concretas para beneficio de todo ciudada-

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“Este mundo perdido, esta sociedad corrupta, esta generación…” eran expresiones escuchadas hasta hace poco tiempo para colocarse con cierto aire profético frente a un contexto realmente diverso, cambiante, al menos a los ojos del locutor…

no. Los salesianos de Don Bosco, conscientes de dicha responsabilidad ofrecemos, en el corazón de la Iglesia, nuestro servicio pastoral en la misión juvenil. Aquí se cultiva, por medio de la educación-evangelización, los valores que se dirijan a tal fin. Es por ello que nuestra formación está caracterizada por diversos aspectos que preparan al salesiano en ese compromiso social. · Uno de ellos es la atención al contexto y a los desafíos que de éste provienen Nuestra misión nos conduce a poner atención a las circunstancias que nos toca vivir y así la formación prepara a los jóvenes para leer en los datos de la cultura los desafíos pastorales que orientan su preparación.

· También es preciso que cada salesiano, desde su preparación y su labor de servicio eclesial se muestre disponible a leer la historia que lo circunda con objeto de dialogar, reflexionar y responder a los “signos de los tiempos” y a las exigencias que de ellos surgen. Tales signos se consideran expresiones del hombre que claman hacia Dios una respuesta profética. Tenemos además el testimonio de Don Bosco en la misión iniciada en él: “¡He ido siempre adelante… según me lo inspiraba el Señor y lo exigían las circunstancias!”. Otro aspecto decisivo en la formación es la destreza de conocer a fondo la propia cultura, donde se habita y el esfuerzo de ofrecer los valores evangélicos y salesianos. Así la


LAICOS Y POLÍTICA formación necesita ser inculturada y todo joven que se prepara a guiar, animar y proponer caminos de compromiso para la vida que les desafía, se halla en la posibilidad de renovarse con la misma experiencia.

Los estudios de filosofía, pedagogía y teología son claves, herramientas de beneficio personal y social . Le ayudan a encontrar lo que cuenta en las situaciones históricas, a ser crítico, solidario, dialogante y a sus estudios brindarle la dirección educativo-pastoral y la habilidad de acercarse al contexto con la experiencia que se realiza y que a partir de ideas, opiniones que se forme, se conviertan en criterios (modos de pensar ligados al actuar), para traducir en actitudes (modos de actuar alimentados a su vez de criterios). Así al estudio que le faltara esta dimensión de proyecto está destinado a desencarnar al salesiano de la circunstancia que le exige respuestas vitales y cambios profundos. Es cuestión de llegar a ser un “discípulo inteligente de la vida y alcanzar la sabiduría a través de la experiencia”. Nos damos cuenta, pues, que el desafío continúa mientras nos proyectamos en la misión, nuestro plan de preparación para nuestro trabajo juvenil lo tiene en cuenta y los jóvenes si no lo perciben, nos lo exigen “de alguna manera”. Así el modo de vivir nuestro cristianismo desde la óptica de Don Bosco nos identifica y lanza como personas y comunidad en dicho propósito.

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El salesiano está llamado a solidarizarse con las experiencias variadas que los jóvenes presentan, busca las necesidades que ellos tienen, goza y espera, proyecta y construye . Son características imprescindibles de la preparación que toma en cuenta el compromiso social y político desde la responsabilidad y la implicación de responder a los retos de la sociedad local.

¿Han ganado los “nuestros”? Al final de unas elecciones, todos los partidos aseguran haber ganado: encuentran un lado positivo en su interpretación. Los que deberíamos ganar siempre con las elecciones somos los ciudadanos. Y los aplausos más auténticos deberían ser, al final de su gestión, para los que han realizado una tarea más eficaz: municipal, autonómica, nacional, no tanto al conocer los resultados de los votos. Pero, nadie lo duda, nunca tendremos políticos responsables y preparados, si cada uno no intentamos ser un ciudadano que sabe exigirse y sabe exigir. Ser “honrado ciudadano y buen cristiano”, como decía Don Bosco, y trabajar por jóvenes y

necesitados, obliga a luchar por una política cada vez más humana y humanizadora. Algunos dicen: “han ganado los nuestros”, o “hemos ganado”... Las políticas más “nuestras” son las que se preocupan más eficazmente por los “más nuestros”: los más necesitados, que son eternamente perdedores. Si preguntamos a los más débiles quienes son los verdaderamente suyos, sabremos así cuales son los verdaderamente nuestros. Si alguien de nuestra Familia sa-lesiana dice “hemos ganado”, ya sabemos que quiere decir que “han ganado” los jóvenes más necesitados. BS Don Bosco en Centroamérica

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TEMA DEL MES

Don Bosco y la política de su tiempo El ambiente ideológico y político en que vivió Don Bosco fue complejo. Varios “ción” marcaron su tiempo: ilustración, revolución, restauración. Se trataba de una Europa que oscilaba entre la sociedad del pasado y la del futuro, que era jaloneada por dos fuerzas, la del ancien régime (el esquema anterior a la revolución francesa) y la mentalidad liberal (triunfante a partir de la revolución francesa). La Iglesia europea, la italiana y el papado se habían visto fortísimamente afectados por la nueva mentalidad y las consecuencias de la revolución francesa y del imperio napoleónico. El clero, erróneamente, pensó que las nuevas ideas –libertad e igualdad- y Napoleón habían sido un mal que, por fin, ¡gracias a Dios¡, habían desaparecido. Se equivocaron porque una significativa y dinámica minoría estaba completamente decidida a dirigir las naciones con la nueva mentalidad. En Italia, relacionado con lo que se acaba de decir, había dos situaciones que afectaban a la Iglesia: el gobierno del reino del Piamonte, donde vivía Don Bosco, era dirigido por liberales “anticlericales” que habían emitido leyes de supresión y confiscación de bienes de ciertas órdenes religiosas. Suprimieron todas aquellas que resultaban “inútiles” a la sociedad moderna. Y había otro problema más complicado: en diversas regiones de Italia tomaba fuerza el deseo de ser un sólo estado político lo cual significaba asimilar los Estados Pontificios, reino ubicado en el centro de Italia, cuyo monarca era el Papa. Para los

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MPDG

ALEJANDRO HERNÁNDEZ

católicos resultó un serio problema: por un lado querían una Italia unida y libre del opresor austríaco, pero ¿cómo lograr este objetivo sin lesionar los derechos papales? La curia romana, y otros muchos, consideraban que era vital para el papado seguir poseyendo dicho reino como salvaguarda de la necesaria independencia papal. Si el papa era súbdito de un rey, cualquiera que fuese, se podría ver coaccionado por éste, y las otras naciones desconfiarían de la imparcialidad del pontífice. En este complejo ambiente político se movió Don Bosco y buscó cristalizar su sueño de crear un instituto religioso al servicio de los jóvenes pobres, y, al mismo tiempo, servir a la iglesia italiana y al papado. Ideológicamente Don Bosco fue un conservador, partidario de la causa papal y de los intereses de la Iglesia. Sin duda vio con malos ojos las disposiciones del gobierno liberal en

asuntos eclesiásticos. Los juzgó como abusos inaceptables y hasta se aventuró a anunciar castigos divinos contra esos malhechores que menoscaban a la Iglesia. Recordemos cuando vaticinó los funerales en la corte. Pero tal conservador “papista” y “clericalista” era sensato, tenía olfato y sentido práctico, sabía que había que negociar con quien tuviera las riendas del gobierno. Estuvo lejos de ser un ultra y un condena todo. Por esta razón no es sorprenderse ver un sacerdote que se relaciona con los políticos de entonces, y que no se hace problema en tratar con el mismo gestor de la ley contra los institutos religiosos, y hasta dejarse aconsejar para evitar los escollos legales. Tampoco tuvo empacho en hacer de intermediario entre el reino de Italia y el papado, para tratar asuntos importantes como el nombramiento de obispos para las sedes vacantes.


LAICOS Y POLÍTICA Y cabría preguntarnos, ¿se ajusta esto a su recomendada “política del Padrenuestro”? Sí, en cuanto no se buscó el mundo político por sí mismo sino por “salvación de las almas”, o con el fin de que la Iglesia pudiese desempeñar su misión en la nueva situación socio económica política, y para que el Papa, vicario de Cristo, pudiera realizar su misión de pastor de toda la Iglesia. No fue político, porque nunca fue un sacerdote cortesano, ni afecto a esos ambientes, ni al lujo y elegancia de sus salones. Pero, no se ajustó a la citada política del padrenuestro porque lejos de estar apartado de las esferas gubernamentales y de la élite aristocrática, se relacionó con ella, negoció y buscó ganar su benevolencia y apoyo económico. No se hizo problema en tratar con minis-

Tomas Moro Tomás Moro nació en el corazón de Londres el 7 de febrero de 1478 y fue decapitado, también en la capital inglesa, el 6 de julio de 1535. Terminados sus estudios en Oxford y en los Inns of Court de Londres, se dedicó con éxito a la abogacía y se convirtió sucesivamente en miembro del Parlamento y en juez de reconocido prestigio. Desempeñó varios cargos al servicio de su país, pero no permitió nunca que la actividad pública lo alejase de la atención de su familia y de su compromiso como intelectual de primer orden en el panorama del humanismo europeo. A los 41 años comenzó a trabajar al servicio directo del Rey. Sus responsabilidades aumentaron con el paso del tiempo, hasta que, a los 52 años, fue nombrado Lord Canciller del Reino. El 16 de mayo de 1532 dimitió de su cargo para no secundar los designios de

tros liberales como Ratazzi y Cavour. Era ese Don Bosco que, como él mismo dijo, por amor a sus muchachos, estaba dispuesto a quitarse el sombrero hasta ante el mismo diablo. En resumen, fue un político por necesidad. Me permito una elucubración. He presentado a un Juan Bosco simultáneamente conservador papista como pastor sabio realista. Aquí está su mérito, hay momentos en que no importa si estoy de acuerdo o no, si me agrada la élite que dirige la sociedad o no sino que se actúa pensando en el bien de la grey y de la Iglesia pasando por encima de mis opiniones y gustos. Seguramente, y aquí está la elucubración, Don Bosco quedó atrapado entre los conflictos que parecieron entonces im-

Enrique VIII, que estaba manipulando al Parlamento y a la Asamblea del Clero con el objeto de asumir el control de la Iglesia en Inglaterra. Posteriormente fue encarcelado por negarse a firmar el juramento de adhesión al acta que sancionaba la supremacía del Rey en el orden espiritual, y finalmente, tras quince meses de reclusión, fue procesado y ajusticiado. La coherencia cristiana que Tomás Moro vivió hasta el martirio explica que su fama haya ido consolidándose incesantemente a lo largo de los siglos. Ya mientras vivía fue persona muy conocida por sus méritos intelectuales y por la modernidad de muchos de sus planteamientos. Por ejemplo, quiso que sus hijas recibieran la misma educación que su hijo, algo verdaderamente revolucionario para las costumbres de la época. Su actividad como escritor —especialmente sus traducciones de Luciano a partir de los textos griegos, sus poesías y su ya clásica Utopía— le reportó asimismo un prestigio inigualable. Utopía,

posibles de superar: cómo lograr la anhelada unidad de Italia, la expulsión de la invasora Austria y los derechos del papa como rey. Y este dilema no sólo lo experimentó Juan Bosco, también lo vivió dramáticamente el mismo papa Pío IX y otros muchos. A todo ello, debemos agregar que también hubo hombres de Iglesia clarividentes, pensadores y gente dotada de visión de futuro tales como el cardenal Hércules Consalvi o el sacerdote Antonio Rosmini o el seglar Charles de Montalembert, que comprendieron que los tiempos nuevos exigían una Iglesia nueva que necesitaba cambiar y hasta convertirse.

su obra más conocida, construida según el modelo de La República de Platón, constituye, para el filósofo político y el estudioso de la naturaleza humana, uno de los textos más estimulantes que se han escrito. Como en La República, también en Utopía hay contradicciones internas que el autor ha ido repartiendo a lo largo del texto con el objeto de provocar al lector y ayudarle así a profundizar en los valores éticos perennes que dan sentido a la vida personal y social. Tomás Moro fue canonizado por la Iglesia católica en 1935, y desde 1980 su nombre figura también en el martirologio anglicano. Es reconocido universalmente, por encima de fronteras nacionales y de confesiones religiosas, como símbolo de integridad y como testigo heroico de la primacía de la conciencia. “Muero como buen siervo del Rey, pero sobre todo como siervo de Dios”, fueron sus últimas palabras. Gran ideal para todos los que dedican su vida a servir al bien común. BS Don Bosco en Centroamérica

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TEMA DEL MES

E

Participación de los laicos en política Las actuales sociedades democráticas, en las que loablemente todos son hechos partícipes de la gestión de la cosa pública en un clima de verdadera libertad, exigen nuevas y más amplias formas de participación en la vida pública por parte de los ciudadanos, cristianos y no cristianos. En efecto, todos pueden contribuir por medio del voto a la elección de los legisladores y gobernantes y, a través de varios modos, a la formación de las orientaciones políticas y las opciones legislativas que, según ellos, favorecen mayormente el bien común. La vida en un sistema político democrático no podría desarrollarse provechosamente sin la activa, responsable y generosa participación de todos, si bien con diversidad y complementariedad de formas, niveles, tareas y responsabilidades. Mediante el cumplimiento de los deberes civiles comunes, de acuerdo con su conciencia cristiana, en

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conformidad con los valores que son congruentes con ella, los fieles laicos desarrollan también sus tareas propias de animar cristianamente el orden temporal, respetando su naturaleza y legítima autonomía, y cooperando con los demás ciudadanos según la competencia específica y bajo la propia responsabilidad.

l campo del apostolado se abre extensamente en el orden nacional e internacional, en que los laicos, sobre todo, son los dispensadores de la sabiduría cristiana. En el amor a la patria y en el fiel cumplimiento de los deberes civiles, siéntanse obligados los católicos a promover el verdadero bien común, y hagan pesar de esta forma su opinión para que el poder civil se ejerza justamente y las leyes respondan a los principios morales y al bien común. Los católicos peritos en los asuntos públicos, y firmes como es debido en la fe y en la doctrina católica, no rehúsen desempeñar cargos públicos, ya que por ellos, bien administrados, pueden procurar el bien común y preparar a un tiempo el camino al Evangelio. Procuren los católicos cooperar con todos los hombres de buena voluntad en promover cuanto hay de verdadero, de justo, de santo, de amable. Dialoguen con ellos, superándolos en prudencia y humanidad, e investiguen acerca de las instituciones sociales y públicas, para perfeccionarlas según el espíritu del Evangelio.

Consecuencia de esta fundamental enseñanza del Concilio Vaticano II es que los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política; es decir, en la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común», que comprende la promoción y defensa de bienes tales como el orden público y la paz, la libertad y la igualdad, el respeto de la vida humana y el ambiente, la justicia, la solidaridad, etc.

Entre las características de nuestro tiempo hay que contar, especialmente, con el creciente e inevitable sentimiento de solidaridad de todos los pueblos: el promoverlo solícitamente y convertirlo en sincero y verdadero afecto de fraternidad es deber del apostolado de los laicos. Piensen todos los que trabajan en naciones extrañas, o les ayudan, que las relaciones entre los pueblos deben ser una comunicación fraterna, en que ambas partes dan y reciben. Y los que viajan por motivos de obras internacionales, o de negocios, o de descanso, no olviden que son en todas partes también heraldos viajeros de Cristo, y han de portarse como tales con toda verdad.

Congregación para la Doctrina de la Fe - 2002

Concilio Vaticano II, Sobre el Apostolado de los Laicos 14


La oración de alabanza en la familia HUGO ESTRADA La Biblia muestra el caso de varias familias que reciben múltiples bendiciones por medio de la oración de alabanza. La familia de Noé lo primero que hace al salir del Arca es levantar un altar para agradecer a Dios. Con seguridad esta oración de alabanza habrá servido para sanarlos del pánico y temor que muchas veces los habrá invadido durante la crisis y las incomodidades en el arca, durante el diluvio. También habrían recibido fortaleza para iniciar un nuevo mundo en la nueva etapa de la humanidad, que les tocó comenzar. La oración de alabanza abre las puertas del cielo para un diluvio de bendiciones.

La familia de Cornelio y la del carcelero Cornelio se llamaba el centurión romano que reunía en su casa a su familia para rezar a su manera. Esa oración le atrajo la bendición de Dios, que le envió nada menos que al primer Papa de la Iglesia, a san Pedro, que los evangelizó rápidamente con el poder del Espíritu Santo. En esa familia se derramó el Espíritu Santo con abundancia de signos carismáticos. El texto bíblico apunta: “Los oían hablar en lenguas extrañas y alabar a Dios” (Hch 10, 46). La oración de alabanza atrajo sobre el hogar de Cornelio toda clase de bendiciones. Los comentaristas llaman a ese acontecimiento el “Pentecostés de los paganos”. En la familia del carcelero de Pablo, en Éfeso, sucedió algo parecido. El

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carcelero, al principio, aparece como un hombre hosco que con hostilidad mete a Pablo en lo más oscuro de la cárcel y le pone un cepo. El mismo carcelero va a ser impactado por Pablo y su amigo Silas, quienes a media noche comienzan a entonar himnos de alabanza a Dios. Luego se viene un fortísimo temblor que abre las puertas de la cárcel. El carcelero sabía bien que, si se fugaban los presos, a él lo matarían. Por eso opta por suicidarse antes de que eso suceda. Pablo lo detiene. El carcelero es evangelizado por Pablo.

Esa misma noche, allí mismo en la cárcel, en la casa del carcelero, toda su familia es evangelizada y bautizada por Pablo. Cuando san Lucas, escritor del libro de los Hechos, habla del bautismo en el Espíritu, siempre se refiere a signos carismáticos y al gozo del Espíritu Santo, que inunda a los que reciben el bautismo. Con toda seguridad la casa del carcelero se llenó de oración de alabanza con la presencia del Espíritu Santo y de Pablo, que en todo momento sabía alabar a Dios.


MEDITACIÓN en todo lo que emprendas” (Tb 4,19). Cuando queda milagrosamente sanado, exclama con naturalidad: ¡Alabado sea Dios, alabado sea su glorioso nombre! (Tob 11,14). Al recibir a su nuera en su casa le dice: “¡Alabado sea Dios, que te ha traído a nosotros!” (Tob 11,17). Cuando el ángel Rafael se da a conocer como mensajero de Dios, Tobit entona un himno de alabanza que comienza con la expresión: “¡Alabado sea Dios!”. Antes de morir, Tobit da sus últimos consejos a su familia. El consejo principal es: “Alaben a Dios en todo momento”. El libro de Tobías termina apuntando: “Antes de morir alabó al Señor” (Tb 14,15). Tobit es el hombre de la alabanza. En todo momento y circunstancias le brota con espontaneidad una alabanza al Señor.

BSCAM

En el libro de Tobías se dan tres casos en los que, por medio de la oración de alabanza, se ahuyentan las presencias del mal. La joven Sara sufre terriblemente; varias veces ha intentado casarse, y la noche de la boda se le muere el esposo. Sara se desespera y tiene la tentación de ahorcarse; sube a la terraza de la casa para el suicidio. En ese momento se le ocurre alabar al Señor. La oración de alabanza le da fortaleza y le impide suicidarse. (Tob 3, 10-17).

La familia de Tobit Sobre todo es digna de mencionarse la familia de Tobías como un hogar donde la oración de alabanza es el pan de cada día. Cuando Tobit queda ciego, no protesta ni se queja; todo lo contrario, comienza a alabar a Dios, diciendo: “Tú eres justo, Señor, todo lo que haces es justo. Tú procedes siempre con amor y fidelidad” (Tb 3,2). Tobit es un hombre de alabanza a flor de labios. A su hijo Tobías le dice: “En toda ocasión alaba a Dios, el Señor, y pídele que te vaya bien en tus acciones y

Tobit, al quedar ciego, no cuenta con la ayuda de su esposa, que con cólera le echa en cara que de nada le han servido todas las buenas obras que ha realizado a favor de

tantas personas. Tobías no cae en la depresión, como Job, porque inmediatamente comienza a alabar a Dios. La oración de alabanza lo llena de fortaleza y afronta con entereza su dura situación. El hijo de Tobit, Tobías, se enamora de la joven Sara. Los padres de la muchacha le manifiestan con toda claridad a Tobías la terrible plaga diabólica que sufre su hija. Tobías ama a la joven y confía en Dios. Se atreve a casarse con ella. La noche de la boda, lo primero que hace Tobías es invitar a su esposa a ponerse de rodillas. Comienzan una fervorosa oración de alabanza, diciendo: “Alabado seas, Dios de nuestros antepasados, alabado sea tu nombre por siempre” (Tob 8,5). La oración de alabanza vence la fuerza diabólica y el matrimonio se consuma normalmente. Por medio de este género literario, el mensaje del libro de Tobías es muy claro: la oración de alabanza sana y ahuyenta las fuerzas del mal. La oración de alabanza es incienso oloroso que ahuyenta las presencias diabólicas. La táctica del maligno es sembrar la desconfianza en Dios. Por medio de la oración de alabanza se fortalece la confianza en Dios. Se abren las puertas del cielo para llenar de bendiciones los hogares donde se alaba a Dios. Por medio de la oración de alabanza se le puede poner el pie sobre la cabeza a la serpiente engañadora. Con mucha razón el Papa Pío XII escribió: “Familia que reza unida es familia que permanece unida”. Nosotros podríamos añadir: “Familia que alaba unida es familia que va a experimentar las múltiples bendiciones de Dios, que nunca se deja ganar en generosidad”. Familias en las que se alaba al Señor son familias en donde se va a experimentar la nube benéfica de la presencia del Señor con sus bendiciones y su liberación de malas presencias.

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Globalización: algunas consideraciones teólogicas CARDENAL O SCAR RODRÍGUEZ

No es el propósito ahondar en la Teología, pero sin duda el contenido antropológico de la solidaridad queda enriquecido al situarlo en el horizonte cristiano. Nuestro Dios es un Dios «solidario». La afirmación del monoteísmo religioso es al mismo tiempo la opción por el «monoteísmo ético»: frente a las corrientes neopaganas que tratan de justificar la desigualdad humana exhumando el politeísmo greco-romano, el cristianismo opone la fuerza de Dios como garante de la unicidad e igualdad del género humano.

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Dios es ante todo defensor del que no tiene valor ante los ojos de los hombres: la solidaridad con el pobre es una de las formas de dar testimonio de que Dios existe. Si Dios es solidario, el pueblo que se reúne en torno a él también ha de ser solidario: el pueblo de Dios es un «pueblo solidario», según lo atestigua la revelación tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. \Para el cristiano existe además una raíz cristológica en la comprensión y en la praxis de la solidaridad humana. El Concilio Vaticano II expone en el n. 32 de la constitución pastoral Gaudium et Spes una síntesis sobre esta dimensión de la solidaridad

humana. El cristiano ve en el «otro» a Cristo: para el creyente, la solidaridad es la comunión en Cristo. Cada bautizado se siente urgido a aumentar continuamente la solidaridad «hasta aquel día en que llegue su consumación y en que los hombres, salvados por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano, darán a Dios gloria perfecta». · La conciencia eclesiológica descansa en la justificación teológica y cristológica de la solidaridad. La pertenencia eclesial hace más radicales su comprensión y sus exigencias. Esta adquiere un ámbito nuevo: el ámbito de la promesa y de la esperanza. La solidaridad se configura como un bien mesiánico y como un valor del Reino.


TEMA SOCIAL

Función teológico-moral de la solidaridad Hay un pasaje del Nuevo Testamento que de forma admirable expresa la función moral de la categoría ético-teológica de la solidaridad. Es la perícopa de Mt 25, 31-46 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:’Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí…

La fe cristiana de todos los tiempos ha encontrado en este texto el «lugar» de fundamentación y de explicación para urgir la solidaridad entre los seres humanos. Desde San Juan Crisóstomo hasta Juan Pablo II, encontramos una especial predilección por este texto. Para Juan Pablo II, este fragmento aborda algunas cuestiones fundamentales en relación con nuestra fe y comportamiento ético.

Nos dice que la solidaridad es una «nueva virtud», muy cercana a la «virtud de la caridad» con su base humana propia, que es la interdependencia entre los individuos, los grupos y las naciones, y con su ética peculiar, o sea, introducir el «orden de razón ética» en el realizar y transformar la interdependencia en solidaridad y así evitar las «estructuras de pecado» nacidas con el mal uso de la interdependencia.

Si Dios es solidario, el pueblo que se reúne en torno a él también ha de ser solidario

Estos campos están estrechamente unidos el uno al otro. Acaso ningún otro pasaje del Evangelio habla de esta relación de forma tan convincente. El Santo Padre ha hecho una consideración profunda y original sobre la solidaridad en la Encíclica Sollicitudo Rei Socialis (n. 38-40).

El nuevo frente que propone la Encíclica para la Ética Social Cristiana puede resumirse en una palabra: solidaridad. Esta es la categoría-síntesis de la ética social cristiana. La praxis de la solidaridad coincide con el ejercicio del compromiso social cristiano.

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SANTIDAD SALESIANA

Alberto Marvelli Nace en Ferrara, Italia, el 21 de marzo de 1918. Es el segundo de seis hermanos. Crece en una familia cristiana en la que a la vida de piedad se unen actividades caritativas, catequísticas y sociales. Era hijo de un empleado de banco, su madre pertenecía a las damas de la caridad y a las mujeres de la Acción Católica y del oratorio salesiano, frecuentado también por el hijo. A la obra formadora de la familia se añadió por tanto la del oratorio, donde Alberto aprendió a cultivar la oración y a amar la Eucaristía. A los 21 años escribió en su diario, comenzado después de la muerte repentina del padre: “El tiempo pasa, antes bien, vuela; no quedemos atrás con la vida espiritual… Nuestro caminar en la vida material debe ser un subir continuado y decidido (hacia la vida espiritual)…. Debo progresar, sin interrupción, grada tras grada, día a día, minuto por minuto, aspirando siempre a la que es la cumbre máxima, Dios. Lo debo, lo quiero”. Participa en el Oratorio salesiano y en la Acción Católica, donde madura su fe con una opción decisiva: “mi programa de vida se resume en una palabra: santidad”. Alberto reza con recogimiento, enseña la catequesis con convicción, demuestra celo apostólico, caridad y serenidad. Posee un carácter fuerte, decidido, voluntarioso y generoso y un fuerte sentido de la justicia, por ello influye moralmente entre sus compañeros. Es deportista y dinámico; ama el tenis, el fútbol, la natación, las excursiones en la montaña, pero su gran pasión será la bicicleta, en la que descubre un medio privilegiado para su apostolado y su acción caritativa.

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Madura su formación cultural y espiritual en la Federación Universitaria Católica Italiana , eligiendo como modelo de vida juvenil a Pier Giorgio Frassati. Una vez finalizados sus estudios universitarios en ingeniería mecánica en 1941, Alberto debe enrolarse como militar, puesto que Italia está en guerra, una guerra que él condena con lucidez y firmeza: “descienda pronto la paz con justicia para todos los pueblos, la guerra desaparezca para siempre de la faz de la tierra”. Dado de baja en el ejército por tener tres hermanos en el frente, trabaja durante un breve período en la FIAT de Turín. Tras los trágicos acontecimientos del 25 de julio que lleva a la caída del fascismo y la ocupación alemana del territorio italiano el 8 de septiembre de 1943, Alberto vuelve a su casa de Rímini. Sabe cuál es su misión: transformarse en obrero de la caridad. Después de cada bombardeo, Alberto es la primera persona en ayudar

a los heridos, a dar valor a los sobrevivientes y a asistir a los moribundos, a sacar de las ruinas a los sepultados vivos. A su alrededor hay no sólo ruinas sino también mucha hambre. Alberto distribuye a los pobres colchones, frazadas, ollas y todo lo que logra recoger. Va donde los campesinos y comerciantes, compra alimentos y después, en su bicicleta cargada de provisiones, sale en busca de los que tienen hambre. Muchas veces regresa a su casa sin zapatos e incluso sin bicicleta: los había dado a quien tenía más necesidad que él. Durante el período de la ocupación alemana Alberto logra salvar a muchos jóvenes de la deportación. Con una acción heroica consigue abrir los vagones del tren que partía desde la estación de San Arcángel y libera a hombres y mujeres que iban destinados a los campos de concentración. Después de la liberación de la ciudad el 23 de septiembre de 1945, al constituirse la primera junta del comité de liberación, entre los ase-


sores figura Alberto Marvelli, a pesar de no estar inscrito en ningún partido político ni pertenecer a los “partigiani”. Todos han reconocido y valorado el gran trabajo realizado por él a favor de los sin techo. Tiene 26 años, es joven, pero afronta los problemas con aptitud y competencia. Posee coraje en las situaciones más difíciles y una disponibilidad sin límites. Le confían el cargo más arduo: ocuparse de poner orden en la concesión de viviendas en la ciudad. Después le encargan el área de la reconstrucción.

compromiso se sintetizó en dos palabras: cultura y caridad. Convencido de que “no es necesario llevar la cultura sólo a los intelectuales sino a todo el pueblo”, funda una Universidad popular. Abre un comedor para pobres. Los invita a misa y reza con ellos; después, en la mesa sirve la comida y escucha sus necesidades. Su actividad a favor de todos no conoce descanso. Como cofundador de la Asociación Católica de Trabajadores Italianos, forma una cooperativa para los que se dedican a la construcción; es la primera cooperativa “blanca” en la “roja” región italiana de la Romaña.

Durante el período de la ocupación alemana Alberto logra salvar a muchos jóvenes de la deportación.

Alberto escribe en un pequeño bloc: “Servir es mejor que hacerse servir. Jesús sirve”. Es con este espíritu de servicio que Alberto asume siempre sus obligaciones cívicas.

Cuando en Rímini vuelven a surgir los partidos políticos, se inscribe en la Democracia Cristiana. Vive su compromiso político como un servicio a la sociedad organizada: la actividad política podía y debía transformarse en la expresión más alta de la fe vivida. En 1945 el obispo lo llama a dirigir a los profesionales católicos. Su

La vida de Alberto es una vida joven vivida con pasión social y testimonio cristiano. Como Familia Salesiana, consideramos a Alberto Marvelli una figura ejemplar de Exalumno, sea por su prolongada vinculación con los salesianos (que se mantuvo hasta el fin de su vida), sea por el éxito extraordinario que su formación oratoriana que repercutió en el ámbito educativo, social y político. De hecho el Oratorio salesiano de Rímini fue, luego de la familia, el segundo ambiente formativo de Alberto, el ámbito en el que encontró el modo de expresar mejor sus dotes naturales y de gracia. Allí dio con decisión los primeros pasos en la vida de la santidad, asimilando tan bien el espíritu de Don Bosco como para transformarse en guía espiritual de los demás.

En 1945 el obispo lo llama a dirigir a los profesionales católicos.

La intimidad con Jesús eucarístico lo lleva a no encerrarse en sí mismo, a no desatender su compromiso con la historia. Por el contrario, cuando se da cuenta de que el mundo que lo circunda está bajo el signo de la injusticia y del pecado, la Eucaristía le da fuerzas para realizar su trabajo de redención y liberación, capaz de humanizar la faz de la tierra.

El domingo 5 de septiembre de 2004, en Loreto, Italia, el Papa Juan Pablo II proclamó beato a Alberto Marvelli. Su beatificación es un llamado para dar con el camino de la santidad en la familia, en la profesión, en la política; pero es también un reconocimiento de la educación salesiana, capaz de forjar santos.

Me he dado cuenta de que no hay nada mejor que ser feliz y hacer el bien en la vida. Frase inspirada en el Libro del Eclesiástico y escrita por Don Bosco en su libro de oración.

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CONOCIENDO A DON BOSCO

Don Bosco sana un enfermo Un día, mientras Don Bosco celebraba la santa misa en nuestra antigua iglesita de la calle Vicenza, entró un señor, enfermo de las piernas hacía dieciocho años, que apenas se sostenía con unas muletas, y rogaba a don Francisco Dalmazzo que lo presentara al Siervo de Dios.

Después, mientras tomaban café, dijo el Procurador a don Bosco:

Pero don Francisco, que tenía que volver a casa para preparar el desayuno a Don Bosco, se lo confió al clérigo Zucchini. Este lo acompañó a su presencia, después de la misa. Con toda humildad, el buen señor le pidió la bendición. Don Bosco le hizo unas preguntas y, vista su viva fe, lo bendijo, le quitó de sus manos las muletas y le dijo:

-Ha sido la bendición la que lo ha curado, corrigió él.

-Entonces, ¿quedó completamente sano, después de recibir su bendición?

-Pues yo, replicó don Francisco Dalmazzo, he dado la bendición de María Auxiliadora muchas veces con la misma fórmula, pero nunca me ha sucedido nada semejante.

-íCamine! El cojo empezó a andar sin la menor dificultad y salió con las muletas bajo el brazo, diciendo que las quería conservar como recuerdo.

-íQué niño eres!, respondió don Bosco. Es porque no tienes fe. Memorias Biográficas, volumen 15, pág. 149

RECOMENDAMOS

Nuevo trabajo musical de un coadjutor Salesiano El salesiano coadjutor Hubert Alberto Zúñiga, lanza su segunda producción musical titulada “Sólo el amor convence”. Licenciado en Música por la Universidad del Valle de Guatemala, lleva ya dos años evangelizado por medio de la música realizando producciones musicales de gran competencia y calidad profesional. En el año 2002 debutó con su primer disco compacto “Día a día” que se ha difundido por varios países de latinoamericana y ha abierto las puertas en diversos festivales, medios de comunicación y haciendo conciertos. Este año 2004, lanzó su segunda producción musical “Sólo el amor convence”, donde han participado una selección profesional de músicos guatemaltecos. Es un disco con mucha fuerza instrumental, calidad literaria e interpretación de su compositor. Promueve una música con sentido socio-religiosa y profunda espiritualidad cotidiana. BS Don Bosco en Centroamérica

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