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Espantar el sueño á los niños

Esta escena se repite en términos parecidos.

Juegos como la momita, el pan y queso, la monja y el diablo, la canasta de flores y otros por el estilo, sólo se ponen en acción, por su extraordinario movimiento, en los patios ó en los jardines de las casas veraniegas, en noches de huía; pero existen otros, menos agitados para los que la sala ú otro departamento de una habitación, ningún inconveniente ofrecen, como la momita con vara ó sea la anderga, el estiren y aflojen, Anton Perulero, el buque cargado de mercancías, el zapatero, vuelen vuelen y otros en tan gran número como el de las penitencias.

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Antes de disolverse la reunión de las familias, los bulliciosos jóvenes abandonan el patio y vuelven á la habitación y se instalan en la sala para entregarse, como final de fiesta, al juego conocido con la repetida palabra "vuelen, vuelen."

Alternados hombres y mujeres y sueltas las manos, se colocan en torno del director ó directora del juego. Al decir ésta, levantando los brazos: "vuelen, vuelen patos," los demás levantan los suyos moviéndolos á imitación del aleteo de las aves. La directora prosigue diciendo sucesivamente: "vuelen, vuelen canarios," "vuelen, vuelen palomas" y los circunstantes repiten el mismo ejercicio, hasta que de improviso dice aquélla: "vuelen, vuelen conejos," momento en que la risa y burla de los que por avisados contienen el movimiento de sxis brazos, advierten A los distraídos que no cesan de agitar los suyos, que los cuadrúpedos no vuelan. Los que incurren en tal error entregan sus correspondientes prendas, para la imposición de los castigos, de los cuales el siguiente no debe considerarse como tal, sino como un hecho afortunado.^

A la consabida pregunta,- ¿qué le níandas al dueño de la prenda que va á salir ? una responde : Que se vaya al JJOZO.

El joven á quien su buena suerte le ha deparado tan agradable penitencia, se retira á un extremo de la pieza, ocultándose tras de algún mueble, y se le pregunta: - - Ya te hundiste en el pozo? Ya. —¿A cuántas varas?

RECUERDOS.

—A diez. —¿Quién quieres que te saque? —Fulanita.

La nombrada se dirige al lugar en que se encuentra el feliz penitenciado, da á éste la mano para que se ponga en pie, simulando que lo saca de la cisterna, y le da tantos abrazos cuantas son las varas de profundidad á que fué hundido.

Otras penas se imponen como la recitación de versos, tocar algún instrumento y cantar ó vocear ciertas mercancías imitando á los vendedores ambulantes. Hacer el espejo reproduciendo las contorciones y visajes de otra persona. Decir á cada uno de los presentes un favor y un disfavor, caso comprometido para los desmañados y poco circunspectos, mas no para los avisados que concierten en una flor la descortesía, diciéndole á una joven, por ejemplo, es usted hermosa, pero presumida y falta de mérito sólo podrá decirlo la que envidie sus relevantes cualidades. Hacer un ramillete y ofrecerlo á la persona más querida, es otra penitencia que no puede reputarse como tal, á menos que con marcada intención ó por falta de seso, lo que no acontece entre gentes de la buena sociedad, designe á unas damas con los nombres de preciosas flores como el clavel y la rosa, y á otras con los de ásperas é ingratas plantas como el cardo y la cabezuela. Convertirse en la "esquina de provincia" es castigo que rara vez se impone entre la gente de buena educación por ser pocos los actos que, sin desdoro de ésta, pueden ejecutarse. Para referir las inconveniencias á que tales escenas del juego se prestan, conviene saber que se da el nombre de "Esquina de Provincia," al ángulo saliente del baluarte norte del Palacio Nacional, baluarte en cuyas paredes se fijaban, en otros tiempos, los decretos del Gobierno y bandos de policía, como los avisos de todo género y pasquines, y en cuyo inmundo recodo acudían, al igual de los perros callejeros, los borrachos y pilluelos para quebrantar las disposiciones de policía.

Otras veces los alegres tertulianos eligen el entretenimiento de las charadas animadas, que está de moda, el cual consiste en que las personas en combinación con diversos objetos, dan las indicaciones para descifrar el enigma propuesto. Por eso verás, amigo mío, que en

el fondo de una tina inversamente colocada en el suelo, ponen al perro de la casa y se pide la solución de la charada, que no es otra que Can~tina; juntan á dos individuos uno que Se aPeüida Lobo y el otro que se distingue por obeso, y de esa unión resulta gordo-lobo. En U n a c ama sientan á un currutaco barbado y melenudo, lo que debe dar por solución de la charada: Cama-león, siendo de advertir que á los tipos de la especie indicada se les da el nombre de leones, ó bien en la misma cama sientan á otro individuo de rostro desgraciado, tuerto y, por añadidura, picado de viruelas, circunstancias que concurren en él para calificarlo de feo, indicio claro para descifrar el enigma: Cama-feo.

Basta con lo expuesto para conocer el entretenimiento de los juegos de salón.

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• V I I

ESPANTAR EL SUEÑO A LOS NIÑOS.

E obligué, mi buen amigo, á concurrir á ^ una tertulia de la buena sociedad, y estaría dispuesto á llevarte á otros hogae s para que observaras las escenas en que se ^ e intervenir á los niños, con el fin de esPnntarles el sueño, mas la narración que de ,. a s te baga por escrito, te ahorrará el fastio que pudieran producirte, siendo, jjor tan' mntil tu presencia, cuando á tu arbitrio ^ueda suspender la lectura cuando quisieres, i soy prolijo en esta mi narración, sin omitir ndias escenas, debes tener presente que és8 se hallan de acuerdo con mi propósito, cual s oar á conocer, aun con sus nimios detalles, °s actos de la Sociedad Mexicana, á mediad o s del Siglo XIX.

Mientras las personas mayores juegan al resillo ó á la malilla, y las jóvenes disfrutan tos placeres que proporcionan la música, canto ó los juegos de salón, á los niños se 8 entretiene, en retirado aposento, con histot a s y consejas que alguna anciana de feliz Memoria les relata. Kodeada ésta de su infantil auditorio, formado de niños de la casa y de la gente de escalera abajo, de algunas señoras mayores y de las criadas, refiere, cuando bien librados salen los oyentes, las aventuras de Pulgarcito, de la Caperucita Encarnada, del Gato con botas y de otros protagonistas de los cuentos de Perrault, pues las más veces, la buena Señora adopta para temas de su narración tradiciones terroríficas, como las de Don Juan Manuel, La Llorona, la Mulata de Còrdova, y El Coche de lumbre ó bien, hechos criminosos, como los asesinatos de Dongo á fines del Siglo XVIII, ó espeluznantes, como El Manto Verde de Venecia, ó las patrañas que, por vía de ejemplo, se mantienen vivas, y en las que figura como actor principal, unas veces, el diablo con cola y cuernos, que cuando ha bla echa chispas por la boca, y otras, un muerto que anda por las azoteas, se asoma por las citarillas y amenaza á los vivientes con descolgarse, diciendo con voz cavernoza, "caigo ó no caigo;" ora son brujas con sus ojos de lumbre, que se entregan á la danza infernal

como preludio de sus fechorías y ora, en fin, nahuálea, que chupan la sangre á los chúmelos. Como las narraciones van acompañadas de mímica exagerada, suele suceder que en el ardor del entusiasmo y como bervigracia, la historiadora se lance al cuello de una criada y la medio acogote.

El intento de espantar el sueño á los niños va más allá de lo que se desea, pues ya en la cama, se apodera de ellos un sueño intranquilo, asaltado muchas veces por pesadillas.

Como tales escenas ejercen perniciosa influencia en la educación del niño y contribuyen á formar su carácter, no podemos menos tú y yo, querido amigo, que reprobar costumbre tan perjudicial, aunque felizmente va ésta desapareciendo.

La recitadora de cuentos da principio á cada uno de ellos con estas frases: —Están ustedes para bien saber y yo para mal contar (en lo que dice una verdad palmaria) que éste era un príncipe y luego sigue el desarrollo de la historia en la que los demás actores son, una hermosísima princesa y un buho, gran encantador, que convierte á aquélla en siervecilla;enuméranse los grandes trabajos del príncipe para el desencanto de su amada, al que se opone el buho; descríbense maravillosos bosques donde el principe encuentra á la siervecilla y al tocar al desencanto un grito infernal del buho, transforma á aquélla en chicharra que va á morar en la margen de un cristalino río; allí, el penetrante chirrido del insecto atrae al príncipe que no cesa de buscar á su bien amado, y á tiempo de efectuarse el desencanto, otro grito del buho se escucha, y sale de aquel lugar, hendiendo los aires, una nítida paloma, á la que siguen el príncipe y los de su comitiva á todo correr de sus caballos ; refiérese que la preciosa ave entra en un palacio rodeado de jardines y habitado por el grajo, otro encantador, gran enemigo del buho y, como es de día, el poder de la comadreja se sobrepone al de aquél, y el desencantamiento se efectúa: el príncipe regresa á su palacio con su bella prometida, reina el contento, celébranse los esponsales, siguen las fiestas reales, y el cuento se acaba entrando por un callejoncito y saliendo por otro más bonito.

Un niño de la casa, curioso y preguntón como todos los niños, interrogaá la narradora: —¿Qué es buho nana?

Ave de rapiña y de pico corvo, como el perico de tu papá. —¿Y siervecilla? —Un animal bonito, sin cuernos, como la galga de tu mamá.

Con esta aclaración todos los niños sé muestran muy contentos, pero apartándose de la rueda el más inquieto dícele la recitadora: —Estate quieto Pepito y vé á sentarte entre tus dos hermanitas. —Si no cabo, responde el niño, que como todos los de su edad no entiende de irregularidad de los verbos. —No seas cuatrero (el que dice disparates) le replica la que trata de corregirle.

Con la recitación de otros dos ó tres cuentos de corte del anterior, termina la velada y los niños se van á acostar.

En tales tertulias, consentidas por las familias, entre niños y criadas, además de los resabios que aquéllos adqtiieren, habitúan su oído á expresiones mal sonantes y á no pocos barbarismos, como los engendrados y difundidos por la clase baja de la sociedad, pues oyen decir: se trompezó, por se dio un tropezón, me revolví por regresé, de altivo se pela por abusa usted demasiado, truje el recaudo por traje las verduras, mas que nunca por nada me importa, quiaque que lo vide por lo vi hace tiempo, á naiden he raptado por á nadie he robado, esculcar los trapos, por registrar la ropa, tapar por cubrir ó abrigar, haiga por haya, rotar por romper, daca ó deque por dame y déme, jalar por tirar de una cuerda, ó por estirar, chispar por desprender, agarramos, en lugar de nos dirigimos por tales calles, estar de flato, por estar de mal humor, arrollar por arrullar al niño, hacerse el guaje, por hacerse el tonto, el Beático por el Viático; ñango por desmedrado y, como éstas, otras muchas frases que forman un vocabulario de disparates, tan extenso como puede serlo el diccionario de la Academia. Los que convierten en esdrújulos los verbos, en el plural del presente de subjuntivo, diciendo vayamos, bailemos, traigamos, vengamos, etc., y cometen dobles barbarismos diciendo vuélvamos y muéramos, han tenido su primera escuela evidenI temente en tales tertulias, pudiéndoseles apli-

car el epigrama del ilustrado Conde de la Cortina. —¿Quién te enseñó la lengua castellana? Quién había de ser, sino mi nana.

Así es que son muy pocos los que están exentos de incurrir en faltas gramaticales en Sus conversaciones y en sus escritos.

U mo en la música y en la pintura, los ma0 8 Principios producen malos artistas, así los resabios adquiridos en la niñez ejercen su perniciosa influencia en la edad madura. "odo esto que te refiero mi buen amigo, no l e n e P°r objeto, hacerme pasar por maestro, PJie tal idea ni soñada la he tenido; pongo en relieve tales hechos, con el exclusivo fin de exponer las causas de nuestras faltas, en lo que respecta á la rica y hermosa habla castellana.

* * *

Continuemos observando las veladas de los liños, cuyos pormenores por frivolos que pae zcan, nos dan la necesaria materia para conocer bien el carácter de la sociedad.

En ocasiones la encargada de entretener á 08 Pequeñuelos los fastidia con sandeces, como los cuentos de la buena pipa y del gato, con sus pies de trapo y sus ojos al revés, ¿quiere » que te lo cuente otra, vez?

Unas veces, obliga al niño á que presente abierta la mano derecha, para señalar y dar nombre á cada dedo, comenzando en el meñii ne y terminando en el pulgar, nombrándolos 8ncesivamente:

Niño chiquito y bonito,

El señor de los anillos,

El tonto y loco,

El quiebra platos y lame cazuelas,

El mata gorgojos.

Y otras veces poniéndose en pie el niño tómalo una criada por las manos y lo hace oscilar inertemente de adelante para atrás, diciendo: "Los maderos

De San J u an

Piden pan,

No les dan,

Piden queso

Les dan un hueso

Ric ric rie," fomento en que se da al niño groseras sacudidas, que lo hacen reir nerviosamente en vez de hacerlo llorar.

A estos entretenimientos siguen los de las disparatadas y, casi siempre, sosas adivinanzas, como las que siguen: "Sala barrida,

Patio regado,

Sale un negrito

Muy empicado." —El pinacate, contestan alborozados los niños, quienes mil veces han dado la respuesta.

Algunas veces, en los exámenes escolares, suelen hacerse preguntas semejantes á las siguiente proposición : "Agua pasa por mi casa

Cate de mi corazón.... " etc.

Y no pocas veces se responde: melón.

Circunstancia por la cual la bola negra está pidiendo á gritos entrar en la ánfora. "Somos siete hermanas,

Yo la primera nací,

Soy de todas la más chica ¿Cómo puede ser así?

Las personas de la servidumbre reconcentran todos sus sentidos en laproposición: unas levantan la cara y miran el techo como pidiéndole inspiración, otras inclinan la cabeza y se llevan la mano á la boca, señal inequívoca del silencio y de la meditación, mientras los niños alelados, se contemplan unos á otros. Pasados algunos instantes, una joven marisabidilla, se da en la frente una palmada, y dice : —-Ya sé lo que es, la Semana. —No es eso. —¿Cómo que no es? pues no son siete los días de la semana, y el primero de ellos, el lunes, que lo hacen más corto los artesanos, cuando no lo suprimen por completo. —Pues entonces ¿que s e r á . . .. ? —¿Se dan ustedes por vencidos? —Sí, contestan muchos á la vez. —La Cuaresma, que consta de siete semanas, de las cuales la primera es la más chica, pues que comienza el miércoles de ceniza. —¡Ah! ya, endeveras, prorrumpe una de las nanas llena de admiración. —Achcale, (eso es) grita enfáticamente la galopina.

Los acertijos que por repetidos resuelven prontamente los niños, son del tipo siguiente: "Por adentro colorado,

Y por afuera como salvado."

—Calabaza, grita, sin embargo, un Simón el bobito, que ha olvidado la solución. —Tú sí que eres un calabazo, diantre de muchacho; el mamey, niño, el mamey.

Y de tal naturaleza son los demás acertijos que se proponen y tienen por solución, el puente, la cebolla, la granada, las balanzas, la luna, la escoba, y otras innumerables.

En vista de tanto como te he referido estarás tal vez en la creencia de que nada me queda por contarte acerca de los entretenimientos de los niños, más digote que estás en un error, pues aún faltan algunos que, para tu conocimiento, voy asacar delahnacen de mi mememoria.

Para el juego del escondite, los niños presentan sus manos extendidas y la que hace de directora del juego va dando sucesivamente en el dorso de aquellas, ligeros pelliscos, diciendo á la vez:

Merolico, Merolico. ¿Quien te dio tan grande pico?

Nuestro Señor Jesucristo;

Tú que vas

Tú que vienes

A lavar

Los manteles De la chata narigata, y al terminar esta frase ordena al niño á quien se dirige, que se ausente diciéndole : Yo te mando

Que te vayas á esconder Al cañito de San Miguelito.

El niño parte en seguida y va á buscar un escondrijo cualquiera, aunque sea la carbonera. Cuando la quietud y el silencio indican que el niño aquél se ha ocultado, dirígenle esta lacónica pregunta ¿ya? á la que una voz débil y lejana responde, ya.

Los demás niños parten en su busca, tomando distintas direcckmes ; más los que han tenido el buen sentido de dirigirse hacia el lugar de donde ha partido la voz, pronto dan con el escondido.

LOS FRAILES EN ORACIÓN.

Un fraile, dos frailes, Tres frailes en el Coro Hacen la misma voz Que un fraile solo. Esto lo cantan en tono de himno, y luego alzan los brazos, dirigen sus miradas al cielo y dicen muy serios: ¡ Qué lindos padres ! ¡Qué admiración!

Y postrándose, añaden en seguida, en tono grave: ¡Entremos en oración!

El carácter condicional del juego consiste en que todos han de conservar absoluta seriedad, pues á los que no pueden contener la risa, se les impone, par la directora, las penas proporcionales á las faltas en que han incurrido, —Doz manazos (palmadas) al Padre Fray Fulano.

Dos azotes al Padre Zutano.

Con lo que se da por terminado el juego.

La Procestón. En tanto que uno de los niños recita los despropósitos que en seguida se expresan, todos los demás, con las personas que las acompañan, dan vueltas al rededor de la pieza, en orden de procesión, procurando aquel niño, al terminar la lista de sandeces, atrapar á uno de sus compañeros para que dé prenda y lo sustituya. El juego vuelve á repetirse, así como la siguiente relación:

Mañana domingo De pico de gallo,

Se casa Benito

Con un pajarito ¿Quién es la madrina?

Doña Catarina. ¿Quién es el padrino? D. Juan Botijón,

Y dale que dale con el bordón

Antes que acabe la procesión.

A estos juegos siguen otros igualmente insulsos como el Sopla vivo te lo doy, el monigote y el panadero, que es el último, generalmente elegido para que el sueño se apodere de los niños, quienes ya cansados, no pueden resistir las repetidas y fastidiosas frases de "dormid, dormid" ¿ya está el pan?

La que dirige el juego de Pipis y Gañas, da en el dorso de las manos de los niños, ligeros pelliscos, á la vez que va preguntando y aquellos respondiendo: —Pipis y gañas, Juguemos á gañas. ¿Con qué jugaremos? —Con la mano cortada.

—¿Quién te la cortó?

—El rey y la reyna. —¿Dónde está el rey? —Se fué por agua, —¿Que es del agua? —Se la bebiéronlas gallinitas.

En este orden siguen muchas preguntas tan sandias como las respuestas, hasta que se dice al niño, que toca el fin de la relación: alza la mano que te pica el gallo.

La segunda parte del juego, cuyo intento principal es el de provocar, como se ha dicho el sueño de los niños para llevarlos á acostar, se distingue, por la repetición de la siguiente frase: —¿ Ya está el pan ? —No, se está poniendo el panadero los pantalones.

A cada repetición del dormid, dormid, y de idénticas preguntas, respóndese sucesiva mente que el panadero ya se puso los zapatos la chaqueta, el sombrero, etc., hasta que llega el momento de hacer esta última pregunta: —¿ Ya está el pan? —A l lá va ya.

Y termina el juego con el examen de las manos de todos los jugadores para observar su temperatura. Al que las tiene calientes se le dice: Estas son para Dios, y al que las conserva frías: éstas son para el diablo.

Al fin dominados los niños por el sueño las nanas cargan con ellos y los llevan á sus camas, los persignan, los desnudan y los acuestan haciéndoles repetir, ya casi dormidos, la siguiente oración:

Santo Ángel de mi guarda,

Mi dulce compañía,

No me desampares

De noche ni de día.

Con Jesús me acuesto,

Con Jesús me levanto,

Por la gracia de Dios

Y del Espíritu Santo.

Bendito y alabailo sea, etc.

De la misma manera son llevados á sus dormitorios los niños de la servidumbre, quienes ya tranquilos caen en sus camas, como piedra en pozo.

Idénticas son las oraciones que los niños repiten en diferentes actos del día.

Gracias te doy, gran Señor.

Bendigo tu gran poder,

Que con el alma en el cuerpo Me has dejado amanecer, Así te pido y suplico Me dejes anochecer, Por tu Santísima gracia Y tu gran poder. Amén. Al ir á la escuela: Con Dios me acuesto, Con Dios me levanto, Con la gracia de Dios Y del Espíritu Santo. Dios conmigo, Yo con El, Dios por delante Y yo tras de El. Después de comer: Gracias te doy, gran Señor, Y alabo tu gran poder,

Pues que sin merecerlo

Me has dado bien de comer;

Dios se lo pague ú quien me lo dio,

Dios se lo dé á quien no lo tenga.

* * *

Injusto por demás sería señalar los defectos de la educación que ayer se daba á los niños y no parar mientes en la que hoy reciben.

Si perniciosa era antes la costumbre de permitir las tertulias de niños y criadas, por los resabios que aquellos adquirían, mayor es la de permitir hoy, que tomen participación en las conversaciones de personas mayores y aún extrañas á la familia. Un niño en el estrado es un taimado cuando calla, pero que todo lo oye y nada pierde de cuanto se dice, respecto de hechos nada edificantes como son todos los que sirven de temas de conversación y están á la orden del día; indiscreto y comprometedor cuando suelta su media lengua, hace sufrir por su mucha ingenuidad, no pocas congojas y bochornos á las personas de su familia.

Entregar un pequeñuelo á merced de su nodriza es una práctica de las más imprudentes, por cuanto á que la tal nodriza trata de asimilar á sus costumbres la del niño, dándole á comer frutas y golosinas que no puede digerir, tirándole de un delicado miembro, por ejemplo de un brazo, para llevarlo por la calle, haciéndole multiplicar sus débiles pasos para igualar . á los suyos, pasándolo imprudentemente de una acera á otra sin cuidarse, poco ni mucho, de los

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