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Los nuevos hábitos de Rodolfo

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Los 21 días

Los 21 días

Había una vez dos amigos: Santiago y Rodolfo. Ambos tenían su propio negocio; Santiago vendía dulces y junto a él, Rodolfo tenía una bonita tienda de frutas. Todas las mañanas abrían desde muy temprano los negocios y ellos mismos atendían a sus clientes, que eran muchos. Su calidez hizo que sus clientes aumentaran cada vez más y más, al grado de tener que contratar personal para que los ayudara a atender.

Un día, al llegar Santiago a su tienda de dulces, notó que Rodolfo aún no llegaba, lo cual le pareció bastante extraño, ya que siempre habían sido muy puntuales ambos. Decidió esperar un poco más antes de intentar averiguar qué había pasado. Una hora más tarde, llegó Rodolfo, pero no parecía estar de muy buen humor, así que Santiago preguntó si pasaba algo.

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-Nada grave, simplemente no he dormido bien y me ha costado mucho trabajo levantarme. -Respondió Rodolfo.

-Ten cuidado amigo, no vayas a enfermar, será mejor que te cuides. -Le dijo Santiago.

Rodolfo no hizo mucho caso a la recomendación de su amigo y continuó su trabajo.

Al siguiente día ocurrió lo mismo y al siguiente otra vez. Rodolfo comenzaba a llegar cada vez más tarde a su tienda y cada vez de peor humor, regañaba por todo a sus empleados, sin si quiera existir una razón.

Dejaba a los clientes mucho tiempo esperando para ser atendidos, era grosero y gruñón con todos, lo que provocó que la gente dejara de comprarle. Entonces Santiago decidió hablar con su amigo, a pesar de su mal genio:

-Rodolfo, amigo, ¿qué está pasando contigo?

-En realidad no lo sé, solo sé que esto ya no me gusta, ya no es lo mío, ya no lo disfruto. Creo que dejaré la frutería para siempre, odio levantarme temprano y además tener que lidiar con los empleados y con los clientes.

-Pero ¿por qué dices eso? Tu negocio ha sido parte importante de tu vida por mucho tiempo, siempre lo has amado y lo has disfrutado. ¿Estás realmente seguro de querer dejarlo?

-Pues no, no estoy seguro pero es lo que haré.

Santiago no podía creer lo que estaba escuchando, Rodolfo estaba dispuesto a sacrificar un sueño por una incomodidad que ni siquiera tenía idea de dónde podía tener su origen. Así que decidió ir a buscar a Rodolfo, pero esta vez a su casa, tal vez ahí podría descubrir lo que realmente estaba sucediendo. Fue al siguiente día muy temprano, antes de abrir su negocio. Rodolfo abrió la puerta y lo invitó a pasar. Santiago se dio cuenta de que la cama de Rodolfo era un verdadero desastre y preguntó por qué, a lo que Rodolfo contestó:

-Ah sí, es que he estado despierto hasta muy tarde. Ambos amigos ya estaban listos para salir, cuando de pronto Santiago exclamó:

-Pero Rodolfo, ¿no piensas desayunar nada?

-No, ayer cené toda una pizza y ya era un poco tarde, la verdad es que no tengo hambre.

Santiago se quedó muy pensativo durante todo el camino y no dijo ni una sola palabra hasta que llegaron a su destino.

-Mi querido Rodolfo, creo saber qué pasa. Tus hábitos alimenticios y de sueño no te están ayudando mucho, al contrario, te están perjudicando.

-¿A qué te refieres?

-Es muy sencillo, dormir tarde hace que por las mañanas no quieras despertar y por lo tanto lo haces de mal humor. Lo mismo ocurre con la comida, cenas demasiado pesado por las noches, impidiendo que tengas hambre por las mañanas y por lo tanto no desayunas. ¿Acaso no sabes que el desayuno es el alimento más importante del día, te da energía y hace que inicies con mejor ánimo tus actividades? Creo que deberías ir pensando en cambiar esos malos hábitos.

-¡Estás loco Santiago!, yo jamás voy a cambiar, así he sido siempre y nunca me había causado problemas.

-Exactamente, pero ahora ya te los está causando y es por eso que deberías pensar en cambiar. Estabas dispuesto a dejar tu negocio por el que has luchado tanto y no eres capaz de intentar cambiar tan sencillos hábitos como dormir más temprano y nunca salir sin desayunar

-Entiende Santiago, no es fácil hacer algo diferente a lo que he estado acostumbrado toda mi vida.

-Lo sé, pero es mejor intentarlo con algo sencillo y ver qué sucede, que sacrificar algo más grande y que después puedas arrepentirte.

Rodolfo se dio cuenta de la razón que tenía su amigo e intentó empezar a cambiar sus malos hábitos.

No fue fácil, pero los resultados fueron inmediatos, Rodolfo comenzaba a ser otra vez amable con sus clientes, más tolerante con su personal, desde temprano abría su negocio y siempre lo hacía lleno de energía y entusiasmo.

-Tenías razón Santiago, esto era lo que me hacía falta.

-Te lo dije amigo, los cambios no siempre son fáciles, pero son buenos siempre y cuando sepamos dónde y cuándo llevarlos a cabo.

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