La Tierra está malita

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COLEGIO LA CONCEPCIÓN

LA TIERRA ESTÁ MALITA. Jonathan Enguita María Ferrando Guillermo Marina Arancha Martín


Como cada mañana, la Tierra y su hermana la Luna se levantan muy temprano. Después de un sabroso desayuno, la Luna le dice a su hermana: - ¿Nos vamos a jugar con nuestras amigas las estrellas? La Tierra no contestó. Era raro en ella, ya que siempre se mostraba muy alegre y divertida. - ¿Te pasa algo? -preguntó la Luna preocupada por su hermana. - No lo sé, desde hace varios días no me encuentro demasiado bien. Me noto rara y cansada. - ¿Por qué no me lo habías dicho antes? –le preguntó la Luna mientras buscaba el termómetro dentro de un cajón. - No quería preocuparte. –contestó. - ¡Pero si tienes 40 º! No sé como puedes estar de pie. Ya estás metiéndote en la camita para descansar un poco. La Luna necesitaba buscar ayuda rápidamente, pero ¿dónde podría encontrarla? Se puso a dar vueltas en la habitación rascándose su redonda cabecita y, de repente: - ¡LO TENGO! Llamaré a nuestro amigo Marte.


Él siempre les había ayudado cuando habían tenido problemas, por algo eran vecinos y su mejor amigo. La Luna se puso rápidamente las zapatillas y corrió a casa de su amigo. Llegó con la lengua fuera y tocó el timbre repetidamente. - ¿Quién llama tan insistentemente? –dijo una voz desde dentro de la casa. - Marte, soy yo, Luna. Necesito tu ayuda. Mi hermanita la Tierra está mala. Tiene mucho calor y se ha tenido que meter en la cama. Tú ya la conoces, ella es muy alegre para hacer eso, así que realmente tiene que estar muy enferma. Nada más escuchar esto, Marte salió corriendo junto a Luna de regreso a su casa. Una vez allí, Marte se asustó un poco porque no había visto a su amiga la Tierra tan triste. Después de mucho pensar Marte exclamó: - ¡Lo tengo! Llamaremos a Saturno, seguro que a él se le ocurre algo. Marte salió corriendo a casa de Saturno. Se lo encontró tomando su vaso de leche con cacao de todos los días. Después de que Marte le explicara lo que pasaba con la Tierra, ambos fueron corriendo como un rayo hasta la casa de ésta. - Ummmmmhhhh!!!!!, no sé, no sé. Tal vez podría funcionar. - ¿El qué? – preguntó Marte.


- Espera y verás -respondió Saturno. De repente empezó a darle vueltas y vueltas a su anillo cada vez más rápido y más rápido y más rápido. Empezó a levantar mucho aire para poder refrescar a la Tierra. Ésta, por un momento, se sintió aliviada, pero cuándo se paró el anillo volvió a sentirse acalorada nuevamente. - Esto no funciona, habrá que buscar otra solución. -dijo la Luna preocupada. Y mientras estaban en ello, vieron por la ventana como pasaba su amigo Júpiter. Tenía la costumbre de pasear todas las mañanas en bicicleta por el universo. De ese modo, podía saludar a todos sus amigos. Se llevaba especialmente bien con la Tierra, por lo que le extrañó aquel día no verla en el jardín como de costumbre jugando con Luna. - ¿Qué está ocurriendo? –exclamó Júpiter. - Júpiter, menos mal que estás aquí. Necesitamos tu ayuda urgentemente. - ¿Por qué? ¿Qué pasa? No me preocupéis. - Es la Tierra, está muy malita, tiene mucha fiebre y no podemos curarla. - ¿Habéis probado a mojarla con agua? De ese modo podríamos bajarle la temperatura.


Así lo hicieron, Júpiter cogió toallas y las empapó en agua fresca. Después las puso sobre la Tierra y esperaron. - ¡Qué bien, qué gustito! –exclamó la Tierra cuando sintió el frescor. Pero cuando ya no quedaba más agua la Tierra volvió a estar ardiendo. - Esto es más serio de lo que creíamos. -comentaron entre ellos. Requiere una asamblea de todos los planetas. Se dividieron la tarea y fueron llamando a todos los planetas. En poco tiempo lograron reunir a todos en casa de la Tierra. Debatieron sobre hacer esto o aquello, pero ninguna de esas soluciones funcionaron, y la Tierra estaba poniéndose cada vez peor. De repente, Venus dijo: - ¡Claro, cómo no se nos había ocurrido antes! ¿Quién es la persona más sabia de todo el Universo? Todos se miraban sin saber dar una respuesta. - ¡El sol, el sol! –exclamo Venus. - Es verdad -exclamaron a la vez. Vamos rápidamente a buscarlo.


Urano y Neptuno fueron los encargados de ir a buscarlo. Tardaron un poco en encontrarle, ya que estaba muy lejos. Le contaron rápidamente el problema que tenía la Tierra y él accedió a acompañarles hasta casa de la Tierra. Allí el alboroto había ido creciendo. A los planetas se les habían unido los cometas y las estrellas, aunque ninguno había conseguido que la Tierra mejorara. - ¡Señor Sol, señor Sol! ¿qué le ocurre a mi hermana? –exclamó la Luna. - Es muy sencillo. -dijo el Sol. Son las personas que viven en la Tierra las que están haciendo que tu hermana tenga fiebre y esté malita. La calientan demasiado con los humos de los coches y las fábricas. La ensucian con la basura que tiran al suelo, al mar, a los bosques… Todo ello hace que la Tierra esté cada vez más malita. - ¡Claro! –gritaron todos los planetas. Pero, ¿cómo podemos avisarlas? - Nos tenemos que juntar todos a la vez y gritarles a los hombres: - LA TIERRA ESTÁ MALITA, DEJARLA TRANQUILITA. HAY QUE CUIDARLA, Y TAMBIÉN MIMARLA.


- Venga, repetimos ahora todos juntos bien fuerte: - LA

TIERRA

DEJARLA

ESTÁ

MALITA,

TRANQUILITA.

HAY

QUE CUIDARLA, Y TAMBIÉN MIMARLA.. De repente, la Tierra empezó a sentirse mejor. Poco a poco la fiebre le está bajando y se va poniendo más animada. Todos se alegran por ella y lo celebran con una gran fiesta. Por la noche, cuando la Tierra se quedó solita en la cama antes de dormirse comentó para sí misma: - La gente que vive dentro de mí parece que está empezando a portarse bien conmigo. Se lo agradeceré dando frutos y cuidando yo también de ellos.

Y COLORÍN COLORADO, LA TIERRA SE HA CURADO.


¡¡HAY QUE CUIDAR EL MUNDO EN QUE VIVIMOS!! ALUMNOS 4º E.S.O. CURSO 2009-2010


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