Revista Huracán Junio 2019

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HURACÁN

DEPARTAMENTO DE PRENSA, COMUNICACIÓN Y DIFUSIÓN | REVISTA #11 | JUNIO 2019


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Sinรณnimo de pasiรณn

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ÍNDICE 04 08 12 14 18 22 24 28 30 32

ANTONIO, HERNÁN Y TIZIANA ÁLVAREZ FABIO Y YAIR ABRAHAM LEO, SEBASTIÁN Y MARCOS DUHALDE MIGUEL Y NAZARENO BRINDISI GUILLERMO, ALFREDO Y CARMEN BARBIERI GABRIEL “TETE”, LIHUEL Y TUPAC IGLESIAS WALTER Y EZEQUIEL COFFER GUSTAVO Y GUSTAVO SMITH ALBERTO Y AGUSTÍN CHAKER CESÁREO Y HORACIO DARÍO ONZARI

GERENTE DE COMUNICACIÓN, PRENSA Y DIFUSIÓN MARCELO SALVIO

JEFA DE PRENSA LAURA CORRIALE

REDACTORES | CRONISTAS

MAIRA ARROJO, RODRIGO DA SILVA, NICOLÁS RONCORONI, DARÍO MUSA

FOTÓGRAFOS OFICIALES

ANDREA IMBECHI, DANIEL MÉNDEZ

EDITOR | DISEÑADORES

FERNANDO BARRETO, DAMIÁN FERREYRA, PATRICIO RIZZO LORES 3


“ENTENDIÓ EL LEGADO QUE QUERÍA TRANSMITIRLE” Por Nicolás Roncoroni

Hernan Álvarez “De chico se hablaba de Huracán nada más”.

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ntonio, Hernán y Tiziana. Tres Álvarez. Tres hinchas de Huracán. Abuelo, padre e hija conversaron en exclusiva con la Revista Oficial y contaron sus respectivas historias relacionadas a la institución de Parque Patricios. Antonio tiene 90 años como hincha de Huracán. Una pasión que mamó desde la cuna. Mientras algunos eran de Boca o River, el nacido en Parque Patricios eligió tener un Globo bien grande en el pecho. De esos simpatizantes que todavía recuerdan la formación del 39´: “Barrionuevo; Marinelli y Jorge Alberti; Bongiovani, Giúdice, Titonell; Perdomo, Méndez o Unzué, Masantonio, Baldonedo y Plácido Rodríguez”. Hernán es el actual Vicepresidente Segundo y ya festejó 47 cumpleaños como fanático quemero. No tuvo alternativa. Bien de chico recibió la ropa con los colores que lo acompañarían por el resto de su vida.

Primero en la tribuna, hoy gestionando bien dentro del corazón del club. Tiziana está a un par de meses de cumplir los 11. Dos veces por semana, cuando sale de la escuela, realiza una de las actividades que más le gusta: gimnasia artística. Pero no lo hace en cualquier lado. Ella es una de las jóvenes que representa al Globo en distintos torneos de la disciplina. Los Álvarez cuentan en estos tres representantes el ejemplo claro del significado que tiene Huracán en la familia. Historias que van de las exigencias de Tomás Ducó en la sede social a los festejos del equipo campeón del 2014. Las generaciones son muchas, pero el sentimiento es uno solo.


Antonio, Hernán y Tiziana Álvarez | Por Nicolás Roncoroni

“El primer partido que vi fue contra Tigre en la cancha vieja. Había una especie de aserradero en la Platea Miravé todo de chapa. Se colaba cualquiera por ahí… Aparte, para pasar a la popular, había que ir por abajo y justo al lado estaban los vestuarios. ¡Podíamos ver a los jugadores!”, rememora quien fuera socio menor 7603.

¿Qué recuerdos tenés de tus primeros años como hincha quemero? Antonio: “Estuve presente el día que pusieron la piedra fundamental del Palacio Ducó. Mi papa donó dos bolsas de cemento para su construcción. Fue increíble estar ahí”. ¿También estuviste en la inauguración de la sede social? A: “Claro. Era obligatorio entrar con pantalón corto y corbata. Todo por pedido de Ducó. Al ingresar encontrabas la mesa de billar a la izquierda, el salón comedor a la derecha y adelante estaba la pista de patinaje. Después, hicieron ahí la pileta. Alguna que otra vez, al venir de bailar, pasaba por la sede para tomarme un copetín”. ¿Qué le genera al hijo escuchar todas estas historias? Hernán: “Es muy emotivo. De chico se hablaba de Huracán nada más. Fue algo que me entró en la piel. Eso se va

expandiendo al resto de las generaciones. Veo a mis hijas, que son más fanáticas que yo. Se potencia con el paso del tiempo”. La familia no te dio otro camino que ser quemero… H: “De chico me llevaron toda la ropa del club. Las camisetas de tela con cuello, los botines y la pelota del Globo. Me encantaba ir a la cancha todos los domingos. Si por algún motivo no podíamos ir, era un drama. Lloraba, me enojaba. Cuando crecí, si no podía ir con mi viejo, me escapaba e iba solo”. ¿Cómo eran esas idas a la cancha con tu viejo? H: “Éramos de Popular, obviamente. Toda mi infancia estuve en la Bonavena. Lo más lindo era ver salir a Huracán a la cancha. Los gritos y los papelitos me generaban una emoción terrible. Era lo que más me gustaba”. Ahora tenés un rol dirigencia, ¿pero cómo era el Hernán Álvarez hincha?

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Antonio, Hernán y Tiziana Álvarez | Por Nicolás Roncoroni

H: “De chico tenía el hábito de descargarme mucho con los jugadores. Un domingo, en un partido donde las cosas no estaban saliendo bien, me paré y empecé a insultar. Él (Antonio) pidió que me siente un segundo y los deje de agredir porque ellos no jugaban mal a propósito. Es algo que me quedó. Hoy me puedo enojar, pero no insulto a nadie. Es una costumbre que me quitó mi padre”. A: “Lo tomé de una situación que me pasó en la cancha de Boca jugando por el descenso. De Santis erró un penal y la gente lo insultaba. Un tipo que estaba detrás de mí nos decía que paremos, que cada maltrato lo hacía peor. Dejamos de hacerlo. Igual, después nos enteramos que ese era el hermano de De Santis…”. Tiziana, ¿seguís el ejemplo de tu abuelo y tu padre? Tiziana: “Y… Amo ir a la cancha. Me gusta porque puedo soltarme en los partidos, ja. A veces me desquito y él –Hernán- me dice que no lo haga. Intento no hacerlo porque queda mal. Además, los jugadores hacen lo que pueden y no tenemos el derecho de insultarlos”. La posta pasó de Antonio a Hernán y el actual Vicepresidente Segundo ya se la dio a sus dos herederas: Luciana y “Tizi”. “Es una cadena que se arma. Hice a mis hijas socias apenas nacieron. Eso fue lo único, lo demás se dio por contagio. Me vieron reír, festejar y también llorar. Una vez que uno las trae al club, agarran la pertenencia solas”, afirma el directivo del Globo.

la camiseta de Huracán sea cual sea el lugar. De una plaza a un torneo escolar”. ¿Y a la pequeña? ¿Qué significado tiene el realizar un deporte en el club? T: “Me encanta. En el colegio tengo una sola hora de gimnasia y no llego a hacer nada. En la sede, estoy dos días a la semana. Puedo ir a las paralelas, hacer suelo y aprender un montón de cosas. Mientras en la escuela recién están haciendo la medialuna, acá ya puedo hacer una mortal. Te enseñan a compartir”. Si fuera por vos, irías a la sede más seguido… T: “¡Todos los días! Me encanta hacer gimnasia en Huracán. Tengo buenas profesoras y grandes compañeras. Me entienden, te ayudan cuando estás mal y hacen chistes”. H: “Es fanática. Si fuera por ella, viviría en la sede social”. ¿Cómo es competir con la camiseta de Huracán? T: “Es genial. Es lindo hacer deportes en el club. Representar a Huracán y sacar adelante cada disciplina está buenísimo”. H: “El amor hacia el club se ve. Cambian las generaciones y la pasión es cada vez más fuerte. Las dos serán mujeres de las que no le permitirán fácilmente a sus parejas el hacer a sus hijos de otro club que no sea Huracán. Pregonarán que sean quemeros”.

¿Cómo ves que Tiziana represente a la institución en gimnasia?

¿Ves a alguna de tus hijas tomando un rol como el tuyo a futuro?

H: “Me da una alegría enorme. Hace que recuerde cuando uno era chico y defendía

H: “Son jóvenes, pero me encantaría que todas las generaciones lo sigan a lo


Antonio, Hernán y Tiziana Álvarez | Por Nicolás Roncoroni

Los Álvarez Antonio, Hernán y Tiziana en la sede social de Huracán.

largo del tiempo. Sería lindo que puedan ayudar a Huracán desde el lado que sea. Siempre con el Globo en el pecho”. El nacido un 17 de octubre de 1971 inició su participación activa en la política de Huracán en el año 2003. El Secretario Fernando Moroni, amigo de toda la vida, fue el nexo para sumarse a la Agrupación ´Círculo Arriba Huracán´. Los primeros objetivos personales fueron las mejoras en la sede social, en especial, la pileta. Con el paso del tiempo, Hernán tomó mayor protagonismo y terminó ocupando la tesorería para posteriormente ser el Vicepresidente Segundo del Globo. “Son muchos años los que llevo en el club. Donde Huracán me necesite, siempre voy a estar”. Antonio, ¿cómo tomás que tu hijo sea dirigente del club hace tantos años? A: “Es un orgullo. Entendió perfectamente el legado que quería transmitirle. Me pone contento que quiera al club y al barrio de corazón, como lo queremos todos”.

H: “Desde que empecé a ser directivo, el sufrimiento de mi viejo se duplica. Lo siente por el club y porque su hijo es parte de la gestión. Si al fútbol le va bien, le va bien al hijo. Y si le va mal, es viceversa. Siempre le digo que está bien del corazón porque en los últimos años le dimos más alegrías que tristezas”. Para los 90 años, Antonio recibió una camiseta del Globo firmada por todos los jugadores ¿Fue el obsequio ideal? A: “Fue excelente. Me quería morir cuando la vi, fue bárbaro”. H: “A esta altura no hay nada que lo llene si no son los recuerdos o los momentos que vivimos juntos en familia”. El Club Atlético Huracán es gran parte de la unión que tiene la familia Álvarez. Para cada uno, ¿qué es la institución en sus vidas? A: “Todo”. H: “Y… Todo”. T: “Lo más hermoso del mundo”

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“MI VIEJO ESTARÍA ORGULLOSO DE VERNOS ACÁ” Por Nicolás Roncoroni

Siempre juntos Fabian y Yair juntos en las cancha de la Quemita.

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abio y Yair Abraham, el coordinador de la Primera y el delantero de Quinta, hablaron del sentimiento por la institución y la actualidad del joven en las inferiores quemeras. Además, padre e hijo se refirieron a la piedra en el camino que tuvo el punta categoría 2001 para continuar con su sueño de jugar en Huracán. El apellido no es lo único que los une. Huracán y la pelota son dos cuestiones de raíz para los Abraham. El padre coordina la Primera División del Globo, mientras que el hijo construye día a día el sueño de vestir la camiseta del club de sus pasiones. Fabio inició su historia quemera desde la cuna. La herencia paterna, quien vivía ni más ni menos que en el cruce de Einstein y Alcorta, lo transformó en un enfermo de la Quema. La Bonavena, los partidos de lluvia y los festejos sobre la hora son algunos de los recuerdos que aún mantiene de su infancia. Poco tiempo después, al “Turco” le tocó contagiar esta linda enfermedad a sus cuatro hijos: Yair, Brian, Marlene y Santiago. Aunque el primero de ellos no se quedó con el solo hecho de ser hincha. Hoy es parte del plantel de la Quinta

División y aspira a arribar a la categoría máxima del sexto grande argentino. “No puedo explicar lo que me genera. Es lo que mi viejo quería de mí y no se lo pude dar. Y hoy Yair me lo está dando. Es muy lindo y más por todo el sacrificio que hace. Es un luchador, estoy orgulloso por cómo es”, comenta el esposo de Rosana, la mujer de fierro que siempre está al pie del cañón. ¿Cómo ven la actualidad del joven en las inferiores del Globo? Yair: “Estoy contento. Es un proceso de día a día. Voy aprendiendo de los distintos entrenadores. Estoy tranquilo y miro siempre a Primera tratando de cumplir con el objetivo”. Fabio: “Me gusta que viva y sienta esta experiencia. Muchos chicos quisieran estar


Fabio y Yair Abraham | Por Nicolás Roncoroni

ahí. Le digo que debe mirar para adelante y apoyar a sus compañeros. Tiene que generar un buen clima en el grupo”. Fabio es técnico recibido y hasta dirigió en el futsal del Globo. ¿Qué rol toma a la hora de presenciar los partidos? ¿Es de los que grita de forma incesante? Y: “No me dice nada durante, como mucho me habla de algún movimiento. Después, me hace varias correcciones en cuanto a lo futbolístico. Se lo agradezco porque me sirve para mejorar”. F: “Hablo mucho y le explico cómo tiene que prepararse. Debe hacer un click, ya está cerca de la Primera División. Tiene que estar bien físicamente y también en lo mental. El 50% del futbolista está en la parte físico-técnica y el resto es la cabeza”. ¿De qué manera lleva cada uno su rol profesional-hincha dentro del club? Y: “Y… Se sufre cuando el equipo pierde. Soy fanático de Huracán, me beso el escudo cada vez que hago un gol con esta camiseta. Me agarra tristeza porque es un club con muy buenos jugadores, que pueda estar ahí arriba. Ya lo han demostrado”. F: “Al principio sufría mucho, hoy ya no de la misma forma. No me gusta perder en nada y mucho menos contra San Lorenzo o en las finales. Si caemos, no como y estoy malhumorado. Igual, al otro día, tengo que cambiar el chip para estar bien porque el plantel me necesita así. Debo generar un buen clima todo el tiempo”. ¿El fanatismo por Huracán es la mejor herencia que le dio el padre a cada uno? Y: “Seguramente. Me hizo hincha de joven, al igual que a toda la familia. Me acuerdo de ir al Palacio de chico a ver al equipo de Cappa. Fuimos contra Arsenal

y ganamos 3 a 0. Estuvimos en la Platea Alcorta, fue genial”. F: “Si uno tiene que tomarlo desde la pasión, sí. Aunque él me dio muchas cosas. Me hizo un hombre de bien al enseñarme lo que es el respeto por el otro, el ser buena gente y trabajar. Me dejó un montón de cosas”. ¿Estaría orgulloso de ver a cada uno en el lugar en el que está? F: “¡Por supuesto! Si mi viejo estuviera vivo, se hubiera enorgullecido más de lo que ya estaba. Lo habría puesto muy contento el verme acompañando a los futbolistas y presenciando dos vueltas olímpicas. Ni que hablar el hecho de que su nieto juegue con la camiseta de Huracán y le marque un gol a San Lorenzo”. La carrera del actual punta categoría 2001 tuvo un impasse hace unos años. La razón estuvo lejos de relacionarse a lo futbolístico. Los goles del “9” no eran una novedad. Por decisión netamente familiar, la pelota se puso en pausa por una cuestión que para los Abraham es más que fundamental: la escuela. “Una pauta obligatoria es que hay que terminar el secundario y después estudiar algo. Estoy en el mundo del fútbol y sé que el 1% llega. No es fácil. Tiene las ganas y las posibilidades, no lo voy a discutir. Está haciendo todo lo necesario, pero también soy consciente que puede no suceder. Tiene que estudiar”, comenta quien integró el programa partidario “El Show del Globo”. Fabio tomó la decisión de alejar a Yair de las canchas por su bajo rendimiento en el aula. Dos años repetidos y un nuevo semestre negro daban a entender que esta medida iba a mantenerse por un largo plazo. La situación llegó a un límite,

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Fabio y Yair Abraham | Por Nicolás Roncoroni

que requirió de una charla cara a cara entre padre e hijo. “Le expliqué que debía empezar a trabajar conmigo en el reparto y que tenía que estudiar igual, aunque tenga 50 años. Ahí, me dijo que le saqué lo que más quería y que necesitaba tenerlo. Me respondió que no podía vivir sin eso. Fue un lindo quiebre”, recuerda el actual coordinador del Globo. Ante esa conversación, quien fue DT del baby quemero decidió llevarlo a hacer una prueba al club de sus amores. Como ocurrió en Varela, los goles llegaron una vez más y Néstor Apuzzo solicitó que se quede. El goleador recibió un voto de confianza, que debía devolver levantando los números rojos. “En noviembre, el director de la escuela me llamó y lo atendí con miedo. Pensé que le quitaban la vacante y debía nuevamente sacarle el fútbol. Era imposible que lo levante, se había llevado hasta el recreo. Pero me sorprendió… El llamado fue para preguntarme qué remedio le había dado. ¡Levantó casi todas las materias y pasó de año!”, revive Fabio con gusto. ¿Entendiste la decisión de tus padres? ¿Cómo la tomaste? Y: “Me dolió al principio, estaba muy triste. Lo fui entendiendo a la larga. Me iba muy mal porque era vago, ja. Por suerte, esa etapa se terminó”. Fabio, ¿creés que le hizo bien este proceso? F: “Es algo que debía superar, le costó mucho. Hoy ya está terminando el secundario, todavía le faltan cinco meses. Viene de entrenar cada día y se pone a trabajar conmigo. Labura, juega en Huracán y estudia. Fue un final feliz”.

¿Se imaginan juntos en un futuro plantel profesional del Globo? Y: “Lo tengo en la cabeza. Sería un sueño llegar a Primera y estar ahí con él. Lo debo llevar con tranquilidad”. F: “Pienso en eso todos los días. Sé que es difícil. Soy de los tipos que cree que las cosas se atraen. A la gente que es persistente le puede ir muy bien. Yair rinde todas las condiciones y, por eso, sueño con que ocurra algún día”. ¿Qué hay preparado como obsequio para el Día del Padre? Y: “A él (Fabio) le gustan mucho las fotos, es un fanático. Tal vez, podría regalarle algo de eso”. F: “Tiene razón. Me gusta la fotografía, aunque no tengo cara, ja”. ¿Puede ser la imagen en la que se unen en el festejo de gol de Yair en la Quemita? Y: “¡Muy buena idea! Ya tengo el regalo, ja”.


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EMPECÉ A JUGAR AL HOCKEY POR MI VIEJO Por Darío Musa

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eonardo y Sebastián Duhalde son pasado, presente y futuro en Huracán. Leonardo Duhalde fue campeón como jugador y compartió planteles con grandes eminencias de la disciplina, como Miguel Ángel Caputo, Herman Beym y Carlos Peña, entre otros. Actualmente es quien se encarga de la organización general de todos los entrenamientos de las diferentes divisiones y se asegura de que cada profesor, en las diferentes etapas de enseñanza, nutra a la Primera División con jugadores de jerarquía. Sebastián es el futuro, juega de delantero y ya tiene un título internacional en su haber: el Campeonato Sudamericano 2015. Eso le permitió, al año siguiente, disputar la final de la Copa Intercontinental en España. Leo y Seba tienen una vida en común: son padre e hijo, tienen los patines en la sangre y el carnet de Huracán en el bolsillo. Con el paso de los años, y como todos los deportes, el hockey sobre patines fue mutando en su técnica y estrategia. La destreza del manejo individual del palo y la pelota; la velocidad en el uso de los patines que se fue multiplicando; las nuevas tácticas grupales; la renovación en las

formas de entrenamiento; las modificaciones en el juego y el marcaje. “Es una disciplina de la que uno se enamora. Es muy complicado llegar a ser un jugador de Primera División, son muchos años de sacrificio y preparación”, cuenta Leo y Sebastián agrega: “Ser jugador de hockey es un compromiso con uno mismo de querer mejorar y superarse. Hay muchos chicos que te vienen a ver, te miran y hay que dar el ejemplo de sacrificio”. Sebastián es derecho y Leonardo zurdo. Los dos arriba, con funciones similares en el campo de juego. “Mi hijo es mejor que yo. Lo que tiene similar a mí son las ansias de ganar, el amor por Huracán, la pasión por hacer goles y salir adelante”, reconoce Leo. Los primeros pasos de los Duhalde son con un Globo y un par de patines. Siempre en Parque Patricios. “Empecé a jugar al hockey por mi viejo. Me pone muy


Leo, Sebastián y Marcos Duhalde | Por Dario Musa

orgulloso ser jugador de Huracán. Es el club de toda mi vida y en el barrio donde nací”, explica Sebastián y agrega: “Nací y ya tenía el carnet”. Desde muy chico que tiene imágenes de su papá jugando, y con esa colección mental, aumentaron las ganas de seguir sus pasos: “Me acuerdo de verlo jugar con una vincha y con cara de loco. Técnicamente me acuerdo del pegue con el palo, le daba cortito y fuerte. Yo lo veía y decía ‘¿cómo hace para pegarle?’, porque lo hacía muy bien. Por la evolución del deporte, hoy esa técnica no me sale”, cuenta Seba Duhalde. Las charlas que hay en la familia por Huracán y el deporte son infinitas. Tal es así, que el fanatismo, inevitablemente, se traslada a lo cotidiano. “Siempre charlamos de hockey porque es algo que nos gusta y nos mantiene en contacto a los dos. No siempre estamos de acuerdo porque cada uno tiene sus criterios en la cabeza”, dice Sebastián. “En la familia fuimos y somos todos jugadores. El hockey está todo el día dando vueltas con nosotros”, agrega Leo y Seba reconfirma: “El hockey es una enfermedad en la familia”. Ese fanatismo que a veces es difícil de controlar. “Yo lo miro de afuera los partidos y debo mantener la calma por mi rol de Coordinador General, pero todavía no me sobran ni me faltan ganas de ponerme los patines y jugar un partido importante”, comenta Leo Duhalde. Huracán es un club con historia grande en hockey sobre patines. Es el club que

más títulos ha ganado en Capital Federal y es uno de los más representativos a nivel nacional. En este milenio el club ganó dos torneos internacionales (Campeonatos Sudamericanos) y en ambos estuvo Leo: “Hemos hecho muchas giras por diferentes partes del mundo y siempre dejamos el sello donde fuimos. Gracias a Dios he ganado bastante como jugador y técnico”. Sebastián estuvo en el partido final de la Copa Intercontinental frente a Club Patí Vic que se jugó en España. “Viajar con mi papá no fue ninguna ninguna carga, lo sentí como algo positivo que me acompañe. Fue algo increíble y se sumó mucha experiencia a nivel equipo y personal ya que jugamos contra profesionales”, cuenta Seba. Finalizando la nota se acerca el hijo mayor de Leonardo para, entre hermanos, darle unas palabras a su papá. Marcos Duhalde: “Mi viejo nos abrió la puertas para ser parte de un deporte único. Es una familia muy pequeña pero muy grande y cálida a la vez. Tener la posibilidad de haber hecho toda nuestra carrera deportiva en el club del que somos hinchas es un orgullo. Es la actividad más linda que disfrutamos en familia”. Sebastián Duhalde: “A mi viejo le quiero agradecer por hacerme hincha de Huracán. Le agradezco también que me haya hecho conocer el hockey sobre patines, es un deporte poco común pero muy lindo. Tenemos muchos amigos”

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BRINDISI Y HURACÁN. UNIDOS SIEMPRE ESTÁN Por Nicolás Roncoroni

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iguel y Nazareno conversaron en exclusiva con la Revista Oficial y hablaron de la historia que tiene la familia con la institución de Parque Patricios. Además, padre e hijo recordaron los mejores momentos de los ciclos que tuvieron en el Globo y se refirieron a los planes por el Día del Padre. Brindisi es sinónimo de Huracán. Es Parque Patricios, el barrio. Una historia que comenzó mucho antes del título de 1973. Previo al gran “Miguelito”, el viejo Donato era el representante familiar más conocido. No era famoso por sus goles ni por las gambetas, sino por la transitada carnicería situada en Patagones y Lavardén. “Mis viejos jamás faltaron a un partido mío como local. Mi vieja me chistaba y, así, la podía localizar donde sea. Era un silbido que el día de hoy, con 92 años, sigue funcionando. Lo que más rescato era que jamás en la vida se supo que ellos eran los padres de Miguel Brindisi. Eran unos hinchas más”, recuerda Miguel acompañado de uno de sus hijos, Nazareno, en el Campo de Deportes Jorge Newbery. La pasión por el Club Atlético Huracán es la herencia más grande que tiene esta

familia. La que Donato le transmitió a su hijo Miguel. La que Miguel le pasó a Nazareno, Juan Manuel y Matías. La que se ve en la pequeña Alana al colgarse del alambrado del Palacio y gritar: “¡Dale, Globo!”. “Busco inducir a mis nietos y nietas para que sean de Huracán. Tengo influencia externa de una nuera cuerva. Por eso, estamos con el cuchillo entre los dientes, ja. Ojalá la familia siempre pueda estar cercana al club”, cuenta uno de los ídolos más grandes de la Quema. ¿Qué te genera que un Brindisi trabaje en el Globo? Miguel: “Es un orgullo que sea una prolongación del sentimiento. Cada día lo veo crecer más. Hace algo importante para toda profesión, que es amarla y siempre tener la inquietud de superarse.


Miguel y Nazareno Brindisi | Por Nicolás Roncoroni

El orgullo más grande que me da es que está en Huracán por ser Nazareno y no el “hijo de…”. Eso lo hace crecer cada día”. ¿Es un plus que lo haga en el desarrollo de juveniles? M: “Sé que lo hace feliz. No me cabe duda que seguirá creciendo, no tiene techo. Forjó la carrera por acción propia a base de esa inquietud por superarse. Habla con colegas, mira videos y siempre observa todo tipo de trabajos”. Huracán no fue el único legado que les transmitió a sus herederos. En el caso de Nazareno, el objetivo de estar ligado a la pelota lo llevó a estudiar la Licenciatura en Actividad Física y Deportes. En pleno proceso, el DT de la Reserva tuvo una propuesta para trabajar en las infantiles de Ferrocarril Oeste. “Era un Nazareno (Brindisi) en los comienzos. Trabajaba con los chicos en Ferro y lo iba a visitar a Caballito. Me escondía detrás de un árbol y le gritaba: ´Buena, profe´. No se daba cuenta, ja”, rememora el ex volante de la Selección Argentina de Fútbol.

¿Cómo fue el proceso para que tu hijo se sume al cuerpo técnico? M: “Fue una manera indirecta de inducir para que la prolongación se haga realidad. Para esa época ya empezó a hacer sus primeros pasos como preparador físico. Una cosa es entrar al vestuario como el “hijo de”, donde podés ser parte de bromas y demás. Cuando ingresás como parte del cuerpo técnico, tenés una responsabilidad diferente. Ahí uno va acumulando experiencias”. Nazareno: “En gran parte de mi carrera tuve que superar dos barreras: la del cuerpo técnico y la de la edad. Siempre busqué la vuelta para pasar esas cuestiones. El jugador de fútbol ve raro el recibir indicaciones de alguien más chico. Superado eso, está todo más que bien”. ¿Qué recuerdos tienen de aquel 20012002? M: “Fue una etapa durísima en el comienzo. El común denominador del club y el país eran las necesidades y la urgencia. Había que emplear la cabeza para generar recursos y soluciones. Nos fuimos armando de esa forma, con esas experiencias”.

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Sección: Miguel y Nazareno Brindisi | Por Nicolás Roncoroni

N: “Nos tocó un período en el que varios jugadores de la institución querían despegar. Se hizo una buena campaña que les permitió destacarse a ´Lucho´ González y al ´Rolfi´ Montenegro. Cuando trabajás y las cosas salen bien, generás una mayor confianza”. ¿Cambió mucho aquella Quemita con respecto a la actual? M: “Era el destierro, no existía nada. Había olla popular en la cancha. Era tristeza, la dignidad de quien labura se veía afectada. Teníamos un plantel solidario y comprometido para ayudar y compartir. Hoy el club es diferente. Me da mucha alegría como cambiaron todas las instalaciones”. N: “Era muy distinta. Teníamos de 400 a 500 metros entre el vestuario y la cancha. Si te olvidabas algo en pleno invierno, debías hacer un kilómetro con un frío terrible, ja”. Años después llegó el período 20102011, en uno de los contextos más oscuros de la institución. Los Brindisi sentían una doble responsabilidad por el sentimiento que compartían por Huracán. Algo que los hizo disfrutar el doble en las buenas y sufrir al extremo en las malas. “Todos los momentos al lado de mi viejo los vivía de forma especial. Cuando perdíamos, no me ponía mal por mí, lo hacía por él. Me sentía mal cuando lo puteaban. Quería colgarme del alambrado para pelearme, ja. Era de los que leía los diarios para ver qué decían. Lo vivía con mucha intensidad”, comenta quien actualmente tiene 39 años de edad. Miguel, ¿fue más compleja la etapa de entrenador en comparación a la de futbolista? M: “Toda la vida. Es otra cosa totalmente diferente. Es muy difícil que a un entrenador le cierre un día con felicidad. Siempre hay un algo. Dispones de 25 a 30 jugadores, más los colaboradores, y tenés todo

tipo de necesidades. De cuestiones del mercado de pases a el traslado en un micro y las caras de los que no juegan… Jamás te vas totalmente contento a casa. Si tuve alguna jornada así, me la olvidé”. ¿Y en qué lugar queda la pasión por la profesión? M: “Está siempre latente. Al otro día, estás íntegro y con todas las pilas puestas. Si algo no te cerró, es lo primero que resolvés. Siempre decía lo mismo: ´El fútbol es lo más maravilloso del mundo si no existieran los resultados del domingo´. Es pleno, ja. Estoy agradecido por lo que hice en lo que más amé”. Nazareno ¿qué tomaste de aquellas experiencias en el cuerpo técnico de tu padre? N: “Aprendí mucho. Mi viejo es una persona muy abocada y fanática de lo que hace. Cuando tenés gente así trabajando al lado tuyo es como que te dan esa impronta. Me hizo mamar el sentido de pertenencia hacia una profesión y a la pelota”. Además del padre de Alana, Miguel tiene otros dos hijos. Juan Manuel es psicólogo deportivo y trabaja tanto en las selecciones juveniles de la Argentina como en Independiente. Matías, por su parte, es futbolista y entrenador del Club Atlético Huracán de Barcelona, primera institución europea con el nombre del Globito. “Mi viejo es mi ídolo. En este momento, él (Miguel) es el mejor abuelo que puede tener mi hija. Ella lo ama. Siempre voy a valorar, no solo lo que fue como padre, sino también como abuelo, profesional y persona. Es un ejemplo a seguir”, asegura al borde del llanto el hijo del medio de “Miguelito”. ¿El 3 a 0 a San Lorenzo fue lo mejor de las dos etapas? M: “Ese partido no me lo olvidaré jamás en la vida. Siempre recordaré la emoción


y la felicidad. Es una alegría diferente, siendo más grande y con el mismo sentimiento de rivalidad. Éramos inferiores a ese equipo de San Lorenzo, jugaron muchos chicos que eran apuntalados por los grandes. Era un David contra Goliat”. Y aparte el arranque del encuentro no fue el mejor… M: “¡No! La pasamos muy mal en los primeros diez minutos. Después, los chicos se asentaron y sacaron el orgullo. Un clásico es todo y más el de barrio. No te podés guardar nada y, ante la duda, tenés que poner la cabeza”. ¿Hay mejor recuerdo que la foto de ambos abrazados dentro de la manga? N: “Fue un momento tan lindo y hermoso. Como no queríamos alterar a la gente que estaba en la cancha, decidimos meternos y darnos el abrazo ahí. Pensábamos que estábamos solos, pero justo había un fotógrafo del otro lado”. M: “Ese abrazo profundo y los gritos que pegamos dentro de la manga me llenaron de felicidad. Tuvimos otras situaciones lindas como cuando les ganamos en su cancha con gol de Tito Villa. Son especiales, pero ese fue diferente. Estar con mi hijo abrazándonos fue una demostración de alegría por dentro. El único testigo de ello fue el fotógrafo”. Mientras Miguel se quedó con dos etapas en la dirección técnica del Globo, Nazareno ya tuvo su tercera. El ex DT de la Quinta División fue el ayudante de campo de Néstor Apuzzo en el par de triunfos de Huracán frente a Deportivo Lara por Copa Libertadores de América y Unión de Sunchales por la Copa Argentina.

“El día del partido en el Palacio estaba más nervioso que cuando dirigí. Fueron hasta los compañeros de la Primaria, que los conocemos de toda la vida. También, fui a ver a un gran amigo como Néstor Apuzzo, que es un hijo pródigo de Huracán y siempre está al servicio”, comenta uno de los asesores deportivos que tiene Las Palmas de España. ¿Hubo presión del Miguel (Brindisi) hincha para que se logren los seis puntos? N: “No, ja. Hablamos todos los días. Le sigo pidiendo consejos en algunas situaciones. Es una fuente de consulta constante. Ve todos los partidos, está metido. Le pregunto cómo afrontar ciertos momentos. Dependiendo lo sucedido, nos juntamos a tomar un café y charlamos”. M: “Tenemos un diálogo hermoso y gran respeto. Más allá de Alana, nos une el fútbol. Cuando termina cada jornada, conversamos al lado de la parrilla porque él lo sigue viviendo. Se queda analizando hasta las dos o tres de la mañana. Es un enfermo de los lindos”. En una fecha especial por el Día del Padre, ¿cuál va a ser el regalo? N: “Seguro arreglemos alguna cena familiar para que la comparta con su nieta. Intentamos valorar los momentos familiares en los que estamos juntos. De un viaje de fin de semana a un partido de Huracán. Lo material es importante para el día a día, pero nos quedamos con esas situaciones”. M: “El mejor regalo es que él (Nazareno) sea feliz. Es un padrazo, también es su día. Era la debilidad de mi viejo y hoy lo son para mi todos mis nietos y nietas. Son la nafta de la vida. Los seis son todo”

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EL BRILLO DE LA CALLE CORRIENTES Y EL PALACIO DUCÓ

Por Laura Corriale

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ncontrar a tres generaciones que compartan su amor por el Globo no es nada difícil, claro está. Sin embargo, que además de ese enamoramiento profundo hacia Huracán tengan en común brillar en los mejores teatros argentinos, ya es más complicado de hallar. Y se puede observar en Guillermo, Alfredo y Carmen.

Fuente Gonzalo Horbaty

“Mi amor por Huracán nace por herencia, pura herencia: de mi abuelo para mi padre, de mi padre para mí”, comienza su relato Carmen en un bar de la Ciudad de Buenos Aires. Tiene una presencia que brilla, aún abajo del escenario. Su voz es clara, y a cada frase la acompaña un movimiento preciso. Una gran narradora, natural en una capo cómica como ella.

Guillermo Barbieri. Nacido el 25 de septiembre de 1894, en el porteño San Cristóbal. Un ícono de la cultura, una de las mejores cuerdas que el tango supo oír vibrar y, en ocasiones, la inspiración melódica de los representantes quemeros en las previas de los partidos. La muerte lo inmortalizó hermanado con Carlitos durante el trágico accidente aéreo del 24


Guillermo, Alfredo y Carmen Barbieri | Por Laura Corriale

de junio de 1935, en Medellín. “Yo no llegué a conocer a mi abuelo”, se lamenta Carmen. A pesar de eso, relata recuerdos del excelso guitarrista y de su esposa, Rosario Acosta, como si los hubiese vivido. Casi un monólogo humorístico, de esos en los que “juega de local”. “Me acuerdo que mi abuelo veía solo el primer tiempo en el Palacio, vestido de smoking, porque después ya se tenía que ir al Teatro Maipo a tocar con Gardel. Te estoy hablando del año 1930, 1932… Y mi abuela Rosario era una de las jefas de la hinchada de Huracán. ¡Te juro! Ella se sentaba dentro de la cancha, porque en ese momento dejaban a algunas mujeres en banquitos alrededor del campo de juego, con paraguas para taparse del sol. Y cuando el referí o el juez de línea cobraba algo que a mi abuela no le gustaba o no lo había visto así, se metía con el paraguas en el partido y le pegaba al referí. Terminaba presa todos los domingos”, relata risueña, antes de dar un sorbo a su café. Sin embargo, casi que su voz se apaga un poco cuando afirma: “Mi papá lo disfrutaba eso, lo llegó a conocer. A mí me lo contaron…”. La conversación llega a su papá, Alfredo Barbieri, un verdadero bastión del humor nacional y ahijado del Zorzal. “Mi viejo me contaba su adolescencia en Huracán: una maravillosa piscina para nadar, los deportes como patinaje artístico, boxeo, vóley o básquet… Un club maravilloso”. Todo quemero conoce la leyenda del Ballet Blanco, el equipo campeón de Huracán en 1928. Allí, Alfredo tuvo una participación más que especial, que su propia hija rememora: “Ese nene que está en la foto con todo el equipo, en el medio, chiquitito y con flequillo, es mi papá. Era la

mascota. Le decían “El Gauchito”. En ese momento tendría 5 o 6 años”, dice sonriendo, mientras aleja la fotografía para observar mejor a su papá, un niño en ese entonces.

Fuente Gonzalo Horbaty

La ganadora del Martín Fierro como mejor conductora en 1997 vivió uno de los momentos más mágicos que pueden existir y que cualquier quemero o quemera fantaseó con sentir alguna vez: los almuerzos con la familia Bonavena como previa de los partidos en el Palacio Ducó. “Llegábamos al estadio después de comer en la casa de Doña Dominga los famosos ravioles, o almorzábamos con Tití, con Bonavena, su hermano José, Vicente… Con todos sus hermanos. Era un grupo muy amigo de mi papá. Iban Violeta Ribas y Néstor Fabián. Eran un grupazo de artistas que se juntaban para disfrutar el domingo y de Huracán. Se hacían chistes tremendos, tenían al juez de punto. “¿Qué cobrás, referí?”. Señas, todo. Yo me reía mucho con ellos, eran todos muy graciosos”, comenta Carmen, visiblemente orgullosa. “Era una fiesta ir al Palacio, lo es hoy. Huracán para mí es una fiesta”, afirma con seguridad.

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Guillermo, Alfredo y Carmen Barbieri | Por Laura Corriale

Casi tan famosa entre los quemeros, como lo es ella en el mundo artístico, es la anécdota que relata lo sucedido con Alfredo la noche del 16 de septiembre de 1973. “Cuando salimos campeones, a mi papá lo fue a buscar toda la hinchada al Teatro Astros. Él estaba haciendo un monólogo en la revista como capo cómico, a sala llena. En ese momento, entraron jóvenes de la hinchada, lo sacaron del escenario, se lo llevaron y nunca más lo trajeron. Los compañeros tuvieron que seguir adelante con la función sin mi papá, que volvió al otro día”. Mientras sigue observando imágenes que están sobre la mesa, como si nadie la viera, la vedette se queda pensando claramente en algo. El recuerdo de su papá es muy fuerte para ella, la moviliza, pero es notorio que la enorgullece enormemente. Interrumpe abruptamente sus pensamientos, como si de pronto

recordara que tenía compañía en ese bar del Centro porteño. “Mirá, yo canté una canción para mi papá que escribió Sergio Marco. ¿Te la puedo cantar un poquito?”. Absolutamente consciente de que es imposible negarse a semejante privilegio, comienza a entonar para cerrar este encuentro con broche de oro. Como si estuviera en un escenario en una sala llena, como si las cámaras la filmaran, como la artista de raza que es, pero apoyando sus brazos en la mesa gastada que solo tiene dos cafés. “’Fuiste mi ídolo, lo seguís siendo y lo serás. Sos calle Corrientes, sos carcajada y mucho más. Sos el Obelisco y el mejor tango del Zorzal. Sos defensor de la amistad en la barra de un bar. Sos Patricios, barrio natal. Sos un gol de Huracán’. ¿Ves? Esa es la mejor manera de definir a mi viejo”

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CUANDO ESTÉS ACÁ

Por Rordigo Da Silva

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ño 2016. Pergamino está viviendo una de las noches musicales más vibrantes de su historia y de un momento a otro se hace un silencio íntimo e inspirador que se interrumpe cuando Chizzo, el cantante de La Renga, invita al escenario a “uno que se las trae, es de la familia. El hijo de Tete, Tupac, está invitado a tocar la guitarra en un tema que le quiere dedicar al hermano que va a cumplir dieciocho años”. La gente abandona su respetuoso impasse para alentar al joven que con poca timidez y mucha confianza agarra la viola y empieza a tocar.


Gabriel “Tete”, Lihuel y Tupac Iglesias | Por Rodrigo Da Silva

Esta historia va más allá de una noche mágica en la que Tupi le dedicó uno de los temas de la banda de su padre a su hermano porque en esta familia, el amor está presente en muchos momentos que comparten. Lihuel es el hijo mayor de Gabriel Iglesias, quien forma parte del grupo de rock, La Renga y los tres, además de compartir su pasión por la música, son hinchas de Huracán. De hecho, los hijos de Tete, juegan en la Reserva del futsal masculino con gran habilidad. Y es aquí cuando los roles se invierten, su papá los alienta desde la tribuna como un fanático más, que admira a sus héroes y los chicos son los protagonistas, saliendo al escenario que es ese rectángulo de cuarenta metros de largo para dar shows todos los fines de semana con la pelota en sus pies.

“A cada instante habrá una flor y en cada flor habrá un instante”, ¿cómo podría haber soñado Tete este presente? ¿En qué maravilloso momento su destino decidió que pudiera compartir estos momentos junto a sus hijos Lihuel y Tupac? Cualquier respuesta parecería ser escasa para estar a la altura de las alegrías que experimenta la familia Iglesias día tras día entre conciertos de La Renga y su pasión por el Globo. “Tendrás tu espacio, tu tiempo y algo por qué luchar al verte crecer y hacerte fuerte”, Gustavo Nápoli pintó de cuerpo entero con esa melodía patentada para toda la vida que refleja a los hijos de Tete pelear en el ámbito deportivo, su espacio, con la fuerza del apoyo de su padre y toda una familia quemera que lo acompaña.

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TRABAJAR CON ÉL ES TRABAJAR TOTALMENTE EN CONFIANZA Por Rodrigo Da Silva

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demás de padre e hijo, Walter y Ezequiel Coffer son los encargados de la utilería del Plantel Profesional de Primera División y si bien la frase de cabecera no salió al mismo tiempo de sus bocas, ambos lo expresaron con mucho énfasis y los ojos llenos de admiración. En los textos sagrados se refleja en reiteradas ocasiones la idea de estar a disposición del otro. “El que no vive para servir, no sirve para vivir”, es una de las frases que mejor resume el concepto y los dos protagonistas de esta historia son dos grandes exponentes de aquella afirmación. 3 AM y desde Florencio Varela, un nuevo día de entrenamiento comienza desde muy temprano para ambos. Tras esperar el transporte público, cumplen el recorrido que los deposita en la utilería de La Quemita, el lugar en el que trabajan a diario, donde más cómodos se sienten. Walter lleva más de veintiocho años en el oficio y Ezequiel desde los ocho que realiza la tarea dentro de un vestuario. Ejercen uno de los trabajos más importantes y menos reconocido de todos,

con una dedicación y un esfuerzo que los destaca por encima del resto. ¿Cómo y hace cuánto llegaron al club? Ezequiel: “Llegué en febrero de 2015 y fue por medio de conocidos y recomendaciones”. Walter: “De mi llegada a Huracán ya van a ser en junio cinco años, gracias a Dios. Fue algo muy lindo porque recuerdo que me sonó el teléfono, me hablaban desde la sede del club para juntarse conmigo. En el medio de todo esto tuvieron mucho que ver Fernando Salces que hablaba con Ezequiel de mí para ver si podía arreglar que yo llegara al club y Hernán Álvarez. En cinco minutos acordamos todo, tras explicarme qué es lo que querían


Walter y Ezequiel Coffer | Por Rodrigo Da Silva

y buscaban, más allá de que ya me conocían por recomendaciones y conocidos. Para mí fue muy importante, ni lo dudé. No pensé en lo económico sino en lo profesional y lo laboral, pensando a futuro”. ¿Qué es lo que destaca a un utilero en su tarea? E: “Yo creo que lo que te destaca es siempre la predisposición al trabajo y el profesionalismo. Si te gusta lo que hacés, vas a ser un buen utilero, amable y responsable”. W: “Se puede destacar de muchas maneras. La primera es que debe ser una persona organizada, ordenada. Debe ser respetuosa, muy ubicada y sobre todo, en lo que yo personalmente siempre hice hincapié, es la honestidad. Uno en un vestuario está al cuidado de las cosas personales de los jugadores, muy valiosas. No solo en lo material, también en lo afectivo. De todas esas cualidades, hago énfasis en esta. La utilería no es para cualquiera, con toda humildad lo digo. Requiere de muchas cuestiones, no es solamente colgar una camiseta en una percha, esto demanda mucho más tiempo de lo que la gente cree”. ¿Cuántas horas de trabajo lleva aproximadamente armar el vestuario? E: “Un vestuario los días de partido, a nosotros nos puede llevar dos horas o por ahí un poco más, depende la comodidad que tengas y depende la cancha, obviamente. Podés armar un vestuario en treinta minutos si querés, pero claramente no va a quedar igual, ja”. W: “Está claro que un vestuario para un partido demanda mucho más que para un entrenamiento. De la manera con la que Ezequiel organizamos las cosas, lleva tiempo. Somos muy puntillosos, estamos en todos los detalles: la calza, los soque

tes, la térmica larga, etc. Esos pequeños detalles colaboran a que el jugador esté cómodo y te hacen profesional en lo que hacés. La valorización del trabajo de uno te la da el mismo jugador. Eso es lo más importante que uno puede recibir en el día a día. En el club saben que a los partidos nos gusta ir cinco o seis horas antes del partido para armar tranquilos el vestuario, que tengan el turrón, los elementos de aseo, las canilleras y demás cuestiones para que todos estemos satisfechos”. ¿Cuál es el recuerdo más lindo que tienen? E: “Hasta hoy es el ascenso con Defensa y Justicia, el club anterior en el que trabajé. Vivimos muchas cosas ahí, la verdad lo disfruté mucho. También llegar a la final de la Copa Sudamericana con Huracán, fue una experiencia hermosa aunque no haya terminado como queríamos. Fue muy lindo vivir esos momentos con ese grupo” W: “Fueron varios, siempre miro lo lindo. Lamentablemente fueron más los sinsabores que las alegrías, pero siempre saco lo positivo de todo. Una de las cosas más lindas, también fue ese ascenso con Defensa porque en la parte profesional que Ezequiel haya sido el utilero de ese plantel y Cuerpo Técnico me llena de orgullo, va a quedar en la historia y que nuestros nombres formen parte de eso es increíble. Otra alegría fue cuando subí en avión para salir por primera vez al exterior a México, ese viaje fue muy lindo”. ¿Qué es lo más loco que les pasó como utileros? E: “Sinceramente te pasan muchas cosas… Algunas de las que me acuerdo en Huracán es, por ejemplo, que mi viejo tenga que salir con Mariano, el chico del flete, a buscar el otro juego de shorts, en cancha de San Lorenzo porque el árbitro quería que cambiemos nosotros, modificando a último minuto lo que ya estaba

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Walter y Ezequiel Coffer | Por Rodrigo Da Silva

pactado con respecto a los colores y encima en una entrada en calor, donde los tiempos ya son muy cortos y la adrenalina es alta. Hoy quizás lo tomamos con un tono de risa pero en el momento nos comíamos las uñas, ja! También vivís muchas cosas que quedan en la intimidad del vestuario y eso es lo lindo de esta profesión”. ¿Qué significa poder trabajar en familia? E: “Trabajar con mi viejo es raro de describir. Me ha tocado trabajar con otras personas también y más que nada la confianza que uno tiene en el otro es ciega, sabemos que entre nosotros no nos vamos a cagar ni tampoco nada raro, es trabajar totalmente en confianza”. W: “Poder trabajar con mi hijo es una sensación única, es algo que con palabras no puedo explicar. La tranquilidad que genera trabajar con la confianza que tiene un hijo es algo que no puedo describir más allá de que a veces tenemos encontronazos como en todo orden de la vida por estar todo el tiempo juntos. Es algo muy lindo. Agradezco a Dios tener estos dos privilegios: trabajar en lo que uno quiere y le gusta y el sabor agregado de trabajar con tu hijo”. ¿Qué es lo que más admirás de tu viejo? E: “Siempre el sacrificio que hace por la utilería. Yo tengo 24 y el más de 50 así que debe ser más cansador obviamente pero siempre está ahí, firme con el mate, ja”. ¿Cómo se llevan en lo laboral y en lo personal? E: “En lo laboral nos llevamos bien aunque como con cualquier compañero de trabajo, podamos tener algún roce o quizá pensar distinto en algo, son siempre situaciones de trabajo. Sabemos que es para mejorar en algo o modificar para que quede mejor algo en el vestuario, cosas así. En lo personal como todo padre e hijo a veces buena, a veces no tanto, de eso se trata un poco la vida creo”. W: “En el caso de Ezequiel que es joven, lógicamente pensará ‘qué hincha pelotas es mi viejo’, con muchos idas y vuelta, altibajos o cortocircuitos como pasa

siempre en la familia pero trasladado también a lo laboral. Tenemos una relación corta por estar siempre juntos. Ezequiel es un pibe de mucho carácter, sabe siempre lo que hace, es un joven que desde los ocho años está en una utilería”. ¿Cuán importante es Huracán para ustedes? E: “Primero que nada es mi trabajo, me da de comer, me hizo conocer mucha gente buena como también así gente no tan buena, ja, me permitió conocer muchísimos lugares y vivir cosas muy buenas. Ocupa un tiempo importante en mis días así que ya con las palabras te dije todo, hoy el club pasa a ser casi como un segundo hogar” W: “Lo podría dividir en varias facetas. Lo más importante es que quiero que Huracán sea campeón del mundo, lo mejor para la institución a pesar de no ser hincha. Que progrese, que juegue torneos internacionales y le vaya de la mejor manera. Somos bendecidos por la vid1 a al llegar a un club como este con el prestigio nacional e internacional que tiene, no imaginé nunca poder tener esta chance que me dieron los directivos. Confiar tanto en mí como en Eze para plasmar nuestro trabajo, brindarnos su confianza. Eso trasciende más allá de todas las cuestiones, incluyendo una económico porque una utilería es algo muy delicado y que hay que saber manejarlo. Solo tengo palabras de agradecimiento para todos los que confiaron en nosotros. En lo laboral fue un cambio impresionante porque sin olvidarme de mi pasado, ya que Defensa fue el lugar que me abrió las puertas para esta profesión, para nosotros llegar acá es haber salido campeón del mundo. Además es el lugar que me da la posibilidad de compartirlo con mi hijo, con quien luchamos mucho y pasamos tantas cosas para llegar a este momento, compartiendo con tanta gente, trabajando a gusto y sintiéndonos queridos. Lo más importante que tiene Huracán es su gente y quisiera nombrar a los que nos acompañan: Fernando Salces, Hernán Álvarez, Fabio Abraham, Abel Poza, el presidente Alejandro Nadur, quien confió en nosotros, entre otros porque sé que me olvido de muchos seguramente”

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QUIENES MANEJAN EL CORAZÓN DEL DUCÓ Por Darío Musa

Fótografo Néstor Musa

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etrás de lo que, tal vez para todos, es un simple partido de fútbol existe un gran equipo de operarios que se encarga de que el Ducó tenga vida. Llegan 12 horas antes del inicio del partido y se van a sus casas 3 horas después de que finalice. Verifican desde la plomería y la parte hídrica, hasta la limpieza de palcos, cabinas y arterias internas del estadio. Pero quienes realmente le dan los primeros latidos a la casa de todos los quemeros son Gustavo Smith y su hijo, Gustavito, los electricistas de Huracán. Son la cuarta generación de electricistas en la familia: bisabuelo, abuelo, padre y dos hijos. Smith padre trabaja con la camiseta del Globo hace casi siete años, está como asesor técnico y eléctrico del Ducó y de la Sede; Gustavito se encarga de las refacciones del estadio y está hace dos años: “Elegí ser electricista por mi viejo, me llevaba a todos lados”. Los días de partido están los dos aunque Gustavo afirma: “Cuando hay una necesidad, corremos todos. Esto es un equipo”. Huracán fue progresando año tras año. Si bien debe utilizar dos grupos electrógenos para darle vida al Ducó, uno de ellos es propiedad del Globo. Ese equipo tiene una potencia dimensionada de 750 kilovoltiamperios (kVA) que equivalen a dos estadios de fútbol. “El estadio de Huracán es el primero en la Argentina que

tiene el sistema como lo exige la FIFA: un tercio de la iluminación del campo de juego está asistida por la red de Edesur y los otros dos tercios lo asiste nuestro grupo electrógeno”, cuenta Smith padre. Desconocen la fecha exacta de la maquinaria que maneja el encendido de las torres y la iluminación del Ducó (el verde). Por el sistema de llaves que tiene, creen que data de la década del ’30 o ’40, cuando se inauguró el estadio. Pero ambos sí están de acuerdo en algo: “Es una reliquia. Sin esto no tendríamos partido, maneja la parte eléctrica del estadio. Es el corazón del Ducó”. Ambos también señalan el equipo blanco que está dentro de la usina del estadio, el que habilita los dos grupos electrógenos. Porque sin eso tampoco se podría iniciar el espectáculo.


Gustavo y Gustavo Smith | Por Dario Musa

A pesar de que los integrantes de todas las áreas estén intercomunicados mediante radios para asistirse y funcionen correctamente, Edesur puede traer una sorpresa y generar un apagón. “Cuando hay ese tipo de corte de luz, mi hijo viene corriendo desde el Lateral 2 hasta el tablero para habilitar la energía. Si bien se prenden las luces de emergencia internas, cuando levantamos la palanca, la parte interna del estadio vuelve a tener iluminación propia”, explica Gustavo Smith y agrega: “La gente de la Alcorta está preparada. Cuando se produce un apagón en el estadio y nos ve correr a nosotros, se abre para dejarnos pasar”. Ese es el detrás de escena que existe entre un apagón y la espera del hincha. Luego está la espera para que todo se vuelva a encender que siempre es de entre 15 y 20 minutos. Esto sucede porque el campo de juego está iluminado por luces de mercurio halogenado. Los gases internos deben enfriarse para volver a prenderse. El proceso tarda ese famoso ‘entre 15 y 20 minutos’. Gustavo cuenta el proyecto a futuro que tiene Huracán para evitar la espera: “La idea es pasar todo a LED, eso va a generar un encendido instantáneo. Vamos a ser los primeros en Argentina en llevar la potencia de iluminación a 2000 lúmenes”. La Conmebol, según el artículo 41 de su reglamento, exige una potencia de luz artificial de 850 lúmenes y en 2022 solicitará 1300. Gustavo padre: “Hasta que no termina la conferencia de prensa, no podemos apagar el grupo electrógeno”. Gustavo hijo: “Nosotros somos uno de los que más tarde nos vamos. Estoy para ayudar a los demás compañeros. Mi viejo me caga a pedos cuando me lo merezco, de él aprendí todo”.

Fótografo Néstor Musa

Gustavo padre: “Le enseñé a cumplir el horario…” (Lo interrumpe entre risas) Gustavo hijo: “Me enseñó a hacer todo. Tengo nostalgia de estar acá, hay mucha historia en el estadio”. Gustavo padre: “A mi hijo le digo que siga poniendo esmero y que use su capacidad. En esto lo más importante es razonar, no hay nada escrito ni finalizado. Todos los días se aprende algo. Gustavito está poniendo ese espíritu que se necesita. Lo bueno de todo el personal es que cuando no encuentra una solución la consulta… y mi hijo rompe las pelotas cuando no encuentra una solución”

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“MI PAPÁ ES UN HÉROE” Por Jacques Blit

Martín Jáuregui Actualmente vive a 3 cuadras del Palacio Ducó.

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a mayoría de los boxeadores necesita un apodo para hacerse un nombre en el mundo de los guantes. Los más populares de nuestra tierra y que supieron pisar y pegar fuerte en este deporte fueron “el mono”, “Ringo”, “el intocable”, “la escopeta” o “el látigo”, por nombrar a algunos. Agustín Chaker es la excepción. Lleva su apellido como bandera, con orgullo. El mismo orgullo que siente por su padre, Alberto, ex combatiente de Malvinas. “Mi viejo es un héroe, con todos los problemas que tiene, se levanta todos los días a las 6 de la mañana y sale a laburar”. Esta es la historia de un boxeador dentro y fuera del ring. En el primer round de su vida Agustín se alejó de su familia influenciado por amistades con las que hoy casi no tiene contacto. No la pasó bien, pero no se arrepiente de nada. “Hay que mirar para adelante, lo que pasó, pasó”, cierra esa etapa con voz firme. “Algo debía hacer con toda esa violencia que tenía, y la canalicé en el boxeo”. En el segundo asalto conoció a quien él considera su padre en el boxeo, Mariano Plotinsky. “El demoledor” lo inició en el universo de jabs y ganchos y poco a poco fue enseñándole el oficio. Gracias a “el ruso”, hoy Agustín se gana la vida dando clases en un gimnasio en Caballito, base del “Demolition Team”, donde también realiza el entrenamiento físico para luego competir.

A pesar de no ser futbolísticamente que mero, Chaker quiere mucho al club. Representa a Huracán, y junto al entrenador Pablo Rodríguez ejercita la parte técnica. “Ir por la vida dando lástima, ese no es mi estilo”.“Aprendí a dejar de echarles la culpa a los demás”. “Uno mismo es responsable por sus decisiones y cómo se siente”. Son algunas de sus máximas. Una muestra de ello es la pelea que realizó en la sede de Av. Caseros el pasado 1° de febrero. Con TyC Sports transmitiendo el evento y todo el público a su favor, el clima no podía ser mejor. Pero como en la vida de Agustín nada resulta tan simple, el que iba a pelear con él nunca apareció y a pesar de que había otros combates, para no suspender el suyo, aceptó subirse al cuadrilátero con otro, de mayor peso. El resultado fue una derrota, pero Chaker dio la cara. El tercer y cuarto round posiblemente hayan sido los que más le costaron mantenerse en pie.


Alberto y Agustín Chaker | Por Jacques Blits

En el 2011 falleció su único hermano, Pablo. Y solo tres años después, perdió a su madre, Mónica, a quien lleva para siempre en su corazón y en su cuello, con un tatuaje con su nombre. “Mi mamá se fue para cuidar a mi hermano allá y yo me quedé con mi papá, que siempre está cuando lo necesito y yo también estoy para él”. “Él me apoya en todo”, afirma con seguridad, y complementa: “De grande entiendo un montón de cosas que de chico no entendía, mi papá empezó a hablar más de Malvinas cuando falleció mi mamá”. Agustín siente que la vida le dio una segunda oportunidad con la abuela materna, por eso se encarga de todo para su bienestar. “Lo más valioso que tenemos es el tiempo y siempre intento mantener una actitud positiva”. “No lloro, nunca me van a ver mal, pero en mi soledad sí, muero y revivo”. “Resiliencia”. Son otros de sus emblemas, pero hay una sola cosa que no perdona: la traición. Esos valores fueron transmitidos por su padre, a quien considera un guerrero, un luchador de la vida, que sufrió en persona y desde muy joven el destrato del Estado. Sin embargo, ama a la Argentina y se emociona con el himno nacional cada vez que lo escucha. De hecho su sueño es cantarlo en el ring de otro país. “Coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir” es la parte con la que más se identifica. En la piel lleva para siempre su esencia, las islas Malvinas. Como también los guantes de boxeo, junto al nombre de su padre, y un dibujo maorí, preparado siempre para la guerra, la vida.

Alberto Chaker Previo a ir a la guerra en las Malvinas.

Hoy, a los 28 años, en casi la mitad de la pelea, está a punto de convertirse en boxeador profesional, cuando dispute su primer enfrentamiento oficial. Y Huracán siempre va a estar ahí, para apoyarlo y alentarlo. “No se trata de lo duro que golpees, se trata de qué tan duro puedas ser golpeado y continuar avanzando”. Rocky Balboa. Agustín Chaker, un ejemplo de vida, lucha y perseverancia

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EL “OLÍMPICO” Y SU HEREDERO

Por Gonzalo Hernán Minici

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unque con Cesáreo, el magistral «Olímpico» (autor de ese gol) ya haya mucho para enlazar el apellido Onzari con Huracán, casi como sinónimos, existen lazos de consanguineidad del wing izquierdo que acrecentaron tal relación. Precisamente, tres fueron los de aquel linaje en defensa de la escudería blanca y roja. Como es de esperarse, el primero fue el susodicho Cesáreo, quien debutó en Huracán y las redes el 4 de diciembre de 1921. Hasta 1933 jugó 214 veces, marcó 72 (décimo goleador histórico, como Roque Avallay) y campeonó seis veces con Patricios en el alma. Junto a Vázquez y Nóbile, es el tercer hombre más laureado de La Quema. El anterior significó la llegada del siguiente, aun en plena actividad: compartió plantel y glorió con Juan Francisco, su hermano. «Pancho» se desempeñó como delantero huracanense durante 1926 y 1928, período en el que consumó 13 apariciones y 4 tantos, e integró parte del mítico «Ballet Blanco» de 1928. Pasando a la generación ulterior, se halla a

Horacio Darío, nada menos que el hijo de Cesáreo. Centrodelantero, de su padre heredó el ardid y la rapidez, habilidades que cimentaron su agibílibus, con el que señaló 14 dianas en 38 partidos entre 1954 y 1956, y luego en 1958. También, el compromiso, ya que ad honorem cumplía la función de enlace entre el cuerpo técnico y Luis Seijo, el entonces presidente de la institución. Pero, sobre todo, heredó la pasión. Es que, el sentir quemero es, en casos, una cuestión genética con más arraigo que diversos aspectos netamente fisiológicos como ser el color de ojos o cabello; el Globo se lleva en la sangre. Es, como escribe y describe el periodista e historiador huracanado Waldemar Iglesias, «una preciosa herencia inmodificable»

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REVISTA HURACÁN


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