EL SILENCIO TAMBIÉN ES CÓMPLICE: TÚ Y YO PODEMOS DENUNCIAR.
Por: Almendra Velasco Gritar no sirvió, quejarse tampoco, llorar solo aumentó el dolor; si las personas más cercanas a ti no te creen, no escuchan, solo justifican; entonces ¿qué hacer? , si el castigo físico o verbal, por decir la verdad; es aún menos doloroso de lo que se pudo prevenir, si tan solo se hubiera hecho caso a las alertas, si se enseñara desde casa que la comunicación es importante, el no tener vergüenza y conocer nuestros derechos es primordial, a veces tapar el dolor e intentar olvidar y callar parece la mejor opción, pero NO LO ES. Desde que somos concebidos y la familia sabe nuestro sexo, son ellos son los primero en crear las diferencias, y sí; CREARLAS porque a los niños se les fomenta la agresividad, la competencia, el dominio, el aprender a defenderse, a luchar, A NO LLORAR. A las niñas en cambio a ser sumisas, que somos débiles, evitar las confrontaciones, a sentirse inseguras en los espacios públicos y a ser nosotras las que SI LLORAMOS. En 1993 la ONU define de manera oficial el término<Violencia de Género>: “Todo acto de violencia de género es aquel, que resulte o pueda resultar sufrimiento físico, sexual o daño psicológico o sufrimiento a la población vulnerable incluido actos de coacción, privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en público o en la vida privada” Por ello, somos nosotros los actores principales a construir las diferencias desde casa, fomentando así modelos hegemónicos de masculinidad y feminidad. Según informes de la ONU el 70% de las mujeres que son víctimas de asesinatos en todo el mundo mueren a manos de su compañero o ex compañero.
“tengo 47 años, me violentaron cuando tenía 7 años y no me creyeron - ¡tú lo provocaste!¿cómo lo provoque?, era algo que no entendía, él era <mi tío>; no denuncie y calle. 8 años después tuve a mi primera hija, y el ciclo de violencia me acompañó, defender a mis hijos estaba antes que yo, al fin y al cabo no se hacer nada sin él, él siempre me lo dijo” “Hoy puedo sonreír sin él, puedo disponer de mi economía sin rendir cuentas a nadie y como lo hice…pues, no me quede callada, busque ayuda (terapias) primero se los conté a mis hijos y les enseñe a que nadie puede tocarlos, nadie puede insultarlos ni minimizarlos y que la violencia está tan presente ahora, que parece normal, pero no lo es”. (Patty – Cusco) ¡A mis hijos no!...! Por favor no!... en el I semestre del 2017 del 65.9% de mujeres que manifestaron haber sufrido agresión por su pareja, el 61.9% fue verbal, por violencia física 31.4% y sexual el 6.3%. ¡Ya… para que!... Según ENDES en el año 2016 el 44.5% de mujeres no buscaron ayuda porque “no era necesario” y el 16% sintió “vergüenza”.
“tengo 29 años y creí que así era el amor, al inicio todo fue como un cuento de hadas; luego se empezó a volverse un infierno aquí en la tierra, primero fueron palabras, después jalones y por ultimo golpes, tuve miedo de terminar la relación porque me amenazaba con matarse y luego pedía perdón; creí que así era su forma de amar y yo podía cambiarlo, pero el cambio de actitud fue temporal, luego regresaban las agresiones con más fuerza, que podía hacer yo ,tenía miedo y vergüenza a lo que pensarían los demás - yo lo amaba o al menos eso pensaba” “Hoy hable y no calle, busque ayuda, denuncié y expuse mi caso a los demás. El amor no lastima, no insulta. El amor protege y no va en contra de la voluntad de uno”. (Karen- Cusco) ¡Vengo a poner una denuncia!... El 75.9% de mujeres agredidas físicamente acuden a las comisarias, el 10.9% a la DEMUNA – ENDES 2016. En el año 2017 en todo el Perú fueron detenidas 6 mil 44 personas por delitos contra la libertad sexual, el 93% eran víctimas mujeres y el 7% hombres. En el año 2017 han ocurrido 121 feminicidios y 247 tentativas, un total de 368 feminicidios y tentativas de feminicidio. Hasta Julio del 2018 han ocurrido 70 feminicidios.- MIMP 2017/ 2018.
“Tengo 25 años, no recuerdo como, ni cuando empezó, solo era una niña de 4 años cuando empecé a vivir con mi agresor, a los 8 años supe que esto no estaba bien; y lo afronte – ¡porque esas cosas me las haces a mí! - ¡yo no soy tu mujer! - ¡déjame! Es lo único que se me ocurría decir… pero no paro y no me dejo. Ojala mi madre, mi abuela hubieran hecho caso a mi auxilio, pero no fue así; al contrario dijeron que yo lo provoque por querer estar en brazos de a quién yo decía <papá>, si me preguntan que sentí por muchos años... me sentí SUCIA” “Hoy puedo hacer mi vida; la herida no sanará, pero si está cicatrizada, tuve el valor de buscar ayuda y la encontré, mi refugio en libros de autoayuda y dejar expuesto mi caso para que otros no sientan vergüenza, busquen ayuda me fortaleció más”. (Marina-Cusco) ¡Mama, te lo juro es verdad!...según el ENDES en el año 2016 el 44.1% de mujeres que padecieron violencia familiar, el 35.7 % pidió ayuda a su madre. Muchas se inmutaron y el castigo fue impuesto a la agredida. ¡No más por favor!...cada día 5 niñas y adolescentes son violentadas sexualmente. -PNP 2017.
“Tengo 24 años y sufrí violencia psicológica; las calumnias y gritos dañaron mi autoestima, pensé que él era lo que me merecía ya no veía a mis amigos, estuve aislada y controlada. Recuerdo que llegaron a ser 30,50 y 80 las llamadas perdidas que encontraba, los celos eran pan de cada día, el solo insinuar de querer terminar la relación eran gritos en la calle y por vergüenza a los gritos regresar con él era inmediato”
“Un día me canse, busque ayuda y la fortaleza la encontré en mi madre, ella me ayudo, no oculte lo que me pasó, pero sentí miedo y vergüenza a que mi caso sea expuesto a algún medio de comunicación, la sociedad debe comprender que las palabras también pueden convertirse en violencia y que puede ser denunciadas” (Almendra -Cusco) ¡Si denuncio, todo el mundo se enterara que fui yo, seré juzgada siempre!... Los medios de comunicación deben proteger los valores inherentes a la familia comprendido entre las 06:00 – 22:00 hrs, protegiendo el entorno de la víctima para no ser reconocida, mostrando la realidad social, contextuar el hecho, porque sucede y que hacer para prevenirla, cumpliendo las normas estipuladas en los artículos nº 40,42 y 44 de la Ley de Radio y Televisión. ¡Protección es lo que necesito!... Prevenir, erradicar y sancionar es lo que se necesita y la esperanza de hacerla realidad está por empezar, el decreto legislativo Nº1386 aprobado viene en ayuda a mejorar los mecanismos de atención y protección a las víctimas para una mayor efectividad y acelerar los procesos judiciales y condenatorios hacia los agresores. <<Año 2021, el Perú logró casi erradicar la violencia en todas los rincones de su país en poco más de 2 años, gracias a los planes de emergencia y que las victimas denunciaron sin temor; recurriendo a la LINEA 100, CHAT 100, Centros de Emergencias Mujer (CEM), Servicio de Atención Urgente (SAU) y la Policía Nacional del Perú (PNP), quienes brindaron atención de Lunes a Domingos y feriados las 24 horas. Gran parte de este arduo trabajo, se logró por el compromiso de todos los peruanos, y porque el estado Peruano creo leyes más drásticas a favor de mujeres y niños (as) agredidas y que exista la igualdad de oportunidades entre ambos sexos. Según el INEI, LA DEFENSORIA DEL PUEBLO, LA PNP, EL MIMP en sus estadísticas el 0.001% fueron los registros de casos de violencia de género, y cada vez está en caída >> (esas son noticias que nos gustaría oír.)
Las mujeres, niños (as), no callaron, denunciaron y buscaron ayuda, el compromiso nace de ti y de mí. Si vez denuncia, si sufres agresión denuncia, las violencias que puedes denunciar son: física, sexual, psicológica y económica, no tengas miedo ni vergüenza, que nadie tiene el derecho de cortarte las alas y no dejarte volar.
DECISIONES QUE DEJAN HUELLA Un testimonio contado desde la otra parte del caso… “Lo primero que se me viene a la mente es indignación, coraje, siento que hoy en día la juventud ha cambiado…”, Julia (a quien llamaremos así), me dice estas palabras mientras me relata la experiencia que tiene trabajando como Policía en la Comisaría de la Familia, ella atiende casos de violencia sexual a niños y adolescentes. Julia no solo tiene la mirada fija de una persona que ha sido testigo de muchos casos de violencia sexual por su trabajo, sino también de una persona que siente enojo y nostalgia al recordar los casos que se han presentado. “Definitivamente hay sentimientos encontrados, pero como Policía tengo que saber apartar ciertas cosas y no mezclarlas con mis sentimientos”, asevera. De acuerdo a las estadísticas presentadas por los Centros de Emergencia Mujer del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables se ha registrado un total de 4 mil 252 casos de violencia sexual contra niñas y adolescentes de enero a julio de 2018, los departamentos con más casos son Lima con mil 359 casos, seguido de Junín con 288 y La Libertad con 218 casos. Asimismo, una investigación realizada por el Programa de Investigaciones Criminológicas y Análisis Prospectivo del Ministerio Público que abarca el periodo del 2013 al 2017 informa que en el Perú el 76% de víctimas de violación sexual son menores de edad, e indica que el momento para perpetrar el abuso sexual se produce mayormente en la tarde y la noche. Este caso que nos cuenta Julia no sería la excepción… «Llegó el fin de semana y como era de costumbre me alistaba para salir, me había arreglado el cabello y puesto maquillaje en el rostro, a mamá ni a papá le importaba lo que hiciera; después de todo ellos siempre estaban peleando o discutiendo. Era de noche, salí de casa, llegué a la discoteca, la música estaba buena y empecé a bailar y tomar. De pronto alguien se me acercó y me ofreció una bebida, la acepté y bebí de ella, después de eso, no recuerdo nada…»
Para Julia, este fue uno de los casos que la marcó más. Sucedió hace aproximadamente dos años, la víctima tenía entre 14 y 15 años de edad, en su testimonio ella dice no recordar nada. Los resultados de los análisis realizados a la menor mostraban que había sido dopada. «Amanecí en un cuarto, estaba adolorida como si me hubiesen golpeado en todo el cuerpo; no entendía lo que había pasado, tampoco recordaba absolutamente nada de lo que había sucedido la noche anterior. Traté de vestirme y arreglarme lo mejor que pude, entonces encontré un celular que no era mío lo revisé y ahí había un video…»
“En el tiempo que yo llevo laborando en esta unidad la mayoría son casos producto del alcohol, las drogas a menores de 12, 13 años víctimas de violación; es algo cotidiano que nosotros vemos y que normalmente sucede por el descuido o la pérdida de autoridad de los papás, los chicos salen de casa, injieren bebidas alcohólicas y llegan al punto de irse a un lugar sin saber con quién se están yendo”, afirma Julia.
La menor había sido llevada a un hostal informal, en el que solo les importaba ganar unos soles y permitieron que una niña en mal estado ingrese acompañada de varios hombres, no les importó nada; ni pensaron que esto le podía haber pasado a una amiga, a un familiar o conocido, prefirieron ignorarlo y hacerse de la vista gorda. En un informe sobre Abuso Sexual en Menores de Edad, Problema de Salud Pública realizado por la Psicóloga Rosario Girón Sánchez; Perito del Instituto de Medicina Legal de Lima, menciona que la violencia sexual no ocurre de manera aislada, tiene raíz en la injusticia y la disparidad social, vinculan a la violencia sexual en otras formas de violencia en todo el mundo. Los factores de riesgo trascienden límites y ocurren en contextos individuales, sociales, culturales y económicos. «Salí como pude de ese lugar y fui a casa, abrí la puerta y ahí estaban mamá y papá, me habían estado buscando desesperados toda la noche. Me apoyé en la puerta, me preguntaron qué había pasado, donde había estado, porque llegaba recién a casa… no dejaban de preguntar, y yo no pude ni siquiera mirarlos a la cara, ¿cómo explicarles lo que me había pasado?» Finalmente no pude más y les alcancé el celular en el que estaba el video, ahí se veía como varios hombres abusaban de mí, una y otra vez, pero yo no recordaba nada, me negaba a creer que aquella chica era yo… Ningún delito es perfecto, “siempre hay algo que el agresor deja y la víctima hace que el autor se lleve algo” alega Julia. ¿Qué es lo que haces en este caso?, ¿A quién hechas la culpa?, ¿A los padres?, ¿A los dueños del hotel?, ¿A ella por salir a divertirse sin medir las consecuencias?, ¿Qué es lo mejor?, ¿Cuál es la solución?, tratar de recordar lo que pasó la noche anterior o usar todas tus fuerzas para olvidar y no recordarlo nunca más. Julia nos comenta que también hay casos que se presentan en niños varones: “Un 30% de niños varones son víctimas de violación sexual, te hablo también en relación de menores infractores que cometen el hecho con un menor de edad,
pero también es porque este adolescente ha sido víctima de violación sexual, es algo que se repite y que no ha sido tratado”. Este año el Pleno del Congreso aprobó por unanimidad el proyecto de ley que establece la cadena perpetua para los violadores de menores de 14 años. Actualmente el código Penal establece que si la víctima es menor de 10 años la pena será de cadena perpetua, de tener entre 10 y menos de 14 años la condena será no menor de 30 ni mayor a 35 años (sanción aplicada en caso de tener un vínculo familiar con la víctima). En el mes de julio escuchábamos y veíamos con indignación en los medios de información como en un audio un juez negociaba la libertad de un hombre que había violado a una niña menor de 11 años, a inicios de este año una niña fue violada y asesinada en San Juan de Lurigancho, hace poco en Huaraz una madre permitía que sus hijas menores de edad fueran abusadas sexualmente, estos casos nos hacen ver la realidad en la que esta nuestro país. ¿Pero qué hay de los casos que no son difundidos?, de las víctimas que tienen miedo a pedir ayuda y denunciar o tienen temor a que nadie les crea y deciden callar. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF en todo el mundo alrededor de 15 millones de mujeres adolescentes de 15 a 19 años han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas en algún momento de sus vidas. Además, sobre la base de los datos de 30 países, solo el 1% de las adolescentes que han tenido relaciones sexuales por la fuerza trataron de conseguir ayuda profesional. Los padres denunciaron el hecho a las autoridades y gracias al video que se encontró en el celular se pudo identificar a los culpables quienes ya fueron sancionados. Tanto la niña como los padres recibieron terapia psicológica. Julia cuenta que cuando volvió a ver a la niña después de un tiempo ya estaba un poco más recuperada, aunque lo cierto es que nadie se recupera del todo cuando pasa por estas situaciones. Si eres testigo de alguno de estos casos tú como vecino, amigo, conocido o familiar puedes denunciar cualquier caso de violencia sexual o maltrato físico, la Policía está en la obligación de darle seguimiento e investigar la información que estás proporcionando.
Aquí encontrarás una mano amiga: ¿Dónde puedes denunciar casos de violencia sexual?, en los Centros de Emergencia Mujer; los cuales se encuentran en hospitales y actualmente se vienen implementando en las diferentes comisarías del país, en la Policía de la Familia, también puedes llamar a la línea 100 las 24 horas al día y los 365 días del año; al igual que el chat 100 el cual es confidencial y funciona de lunes a viernes de 08:00 a las 22:00 horas. Recuerda que en cualquier de estos lugares puedes encontrar alguien como Julia; dispuesta a ayudarte. No calles, denuncia, recuerda que siempre habrá alguien que pueda escucharte y te ayude, mamita y papito si tu hijo te quiere contar algo que le está pasando escúchale y dale tu apoyo. Todos somos parte de esto; depende de ti ser parte de la solución.
Después de haber escuchado este testimonio no puedo evitar imaginármela, sentada en aquella cama viendo esas horrorosas escenas; tratando de entender lo que había pasado, queriendo retroceder el tiempo para poder evitarlo, cerrando con todas sus fuerzas sus ojos, apretando fuertemente con rabia los puños de sus manos, y con lágrimas que caen por sus mejillas y el corazón herido, deseando no recordar nada nunca más. ¿Y tú, vas a seguir ignorándolos?...
A través de mi ojos Tengo diferentes heridas, desde mi cabeza hasta los dedos de mis pies. Los moretones están repartidos por todo mi cuerpo. El alcohol y la gasa están en mi cartera en donde deberían de estar el perfume y el labial. Mis pantalones son holgados. Mi polo es demasiado grande. No recuerdo las curvas de mi cuerpo. Mis vestidos favoritos han sido despedazados. Es por mi bien dice él. No incito miradas, ni faltas de respeto. Me acaricia el cabello. Me sonríe, todo está bien. No estaré sola. Hoy me saludaron mis compañeros de trabajo. El me espera en el auto, me mira y me abre la puerta. Me siento a su lado, voltea y me acaricia el rostro, me sonríe, todo está bien. Bajo del auto los lentes negros en mi mano tiemblan. Tengo miedo de entrar a mi casa. Mi cuerpo se eriza. Yo solo los salude. Detente, no sigas. Un corte nuevo en mi rostro. No importa, el maquillaje lo solucionara. Ya no me vuelve bella, solo oculta mis heridas. Mis padres nos invitan a cenar. Es el cumpleaños de mi madre, no la veo en mucho tiempo. Él no quiere. Decido ir, tengo la invitación. Me pongo uno de los vestidos que escondí. Es de color melón. Siento la suave tela caer sobre mi cuerpo. El aire acaricia mis piernas y brazos. Me siento diferente. Me veo en el espejo y empiezo a girar. Y recuerdo a mi padre decir. Todo lo que te pongas te quedara bien, mi bella hija. Me hecho mi colonia olor a limón. Fragancias fuertes no. Me maquillo un poco. Con la yema de mis dedos hecho un poco de rubor a mis pómulos, para ocultar mi palidez. Me siento frente al espejo y me peino. Escucho la puerta cerrarse. Sé que es el. No importa mi decisión está tomada. Mis pies bailan en el aire. Me está ahorcando. De pronto me siento más pesada mi circulación se detiene. Caigo a un lado del cuarto. Cierra la puerta, la llave suena con violencia. El aire desaparece y solo se escucha mi respiración. Me levanto y me veo en el espejo. Mi labio está roto, reseco, sin color. Mi rostro vuelve a ser pálido. Sin embargo mi cuello adquiere una nueva tonalidad. No es rubor. Son arañazos y la acumulación de sangre hace que se vea rojo. Me es difícil pasar la saliva. Mi decisión está tomada. No iré. Tengo días encerrada en el cuarto. La puerta principal se abre y cierra. Lo escucho caminar. Ha tapado cualquier contacto con la luz. Guardó recelosamente mi celular, solo lo escucho sonar. Mi vestido melón esta pegajoso. La sangre ha secado encima. Abre la puerta cuando duermo para dejarme la comida. Mis muñecas están hinchadas. Golpeo la puerta dos horas todos los días. Se arrodilla. Trae un ramo de rosas en la mano. Huelen muy bien. Sus ojos están hinchados, parece haber llorado. Está arrepentido. Lo perdonare. Sonríe. Me acaricia el rostro, sé que todo está bien. Me invito a cenar. Pude usar mi vestido melón, él lo lavo. Vuelvo a sonreír. No estoy sola. He dejado de trabajar. No es necesario dice él. Limpio la casa, cocino, lavo. Me siento más un objeto que una mujer. Las decisiones están prohibidas para mí.
No puedo salir, estoy encerrada. He olvidado el olor del jardín. Extraño a mis amigos y a mis padres. Tengo miedo, él ha llegado. Mis manos no dejan de sudar. Muerdo mis labios. Que parte de mi saldrá lastimada pienso. Tengo miedo. No quiero ser quemada como Eyvi Agreda. Que me lancen del quinto piso de un edificio como Elsa Salas de la Cruz. Ser puñalada en un hotel como Pacheco Yucra. Morir estrangulada con una soga como Dilma Suarez Jiménez. Tengo miedo…
Pecado por mano propia Descubriéndose: ¿Qué ocurre cuando se le convence al menor de que él está mal por ser cómo es?
SIN SALIDAS: Para un menor creyente la comunidad religiosa es un segundo hogar en donde refugiarse.
Cuando un menor se auto descubre no heterosexual, reacciona ante la hostilidad del medio acudiendo a las instituciones en donde se siente protegido. Además de la familia y los centros educativos, para los creyentes, (también) están los centros religiosos. Es un desamparo de estas instancias en donde el menor se sentía protegido es un aporte crucial para un desenlace fatal.
Pilar tiene diez años y es la hora del recreo en su nuevo colegio. Se enfrenta a un salón de 39 pupitres vacíos y a una carta de amor que le valió el estigma y la ausencia del habla de la mitad de sus compañeras. Hoy ha traído dulces y galletas del kiosco de su papá con la esperanza de llamar la atención de alguna nueva amiga. “Sentía que algo no estaba bien conmigo. Por qué Dios jugaba, por qué me destruía la vida. Había descubierto mi sexualidad y creía que era un castigo divino. A los diez años sentía que me iría al infierno”. Según los datos de la Primera Encuesta Virtual para Personas LGTBI (realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática el año 2017), el”63% de las personas encuestadas manifestaron haber sido víctimas de algún acto de discriminación y/o violencia” en cualquiera de sus espacios cotidianos. En su mayoría, había violentados en espacios públicos (65,6%), en espacios educativos (57,6%) y en medios de transporte y espacios comerciales y de ocio (41%). “En un entorno hostil, como lo es una sociedad homofóbica como la del Perú, la familia es fundamental para fortalecer la capacidad de resiliencia que pueda tener un niño o adolescente LGTBI(. P), pues nadie, ni el Estado, es capaz de protegerlo adecuadamente”, explica el historiador y miembro de la comunidad ecuménica “El Camino”, Juan Fonseca.“Para un joven o niño creyente, pensar que su ser tiene algo sucio e irremediablemente complicado para tener una relación con Dios, lo debilita”. En qué estamos El Informe Anual sobre Derechos Humanos de Personas Trans, Lesbianas, Gays y Bisexuales en el Perú 2015-2016 hecho por el Observatorio de Derechos Humanos LGBT
traza un perfil de la
problemática nacional. • A pesar de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) ha señalado que tanto la orientación sexual como la identidad de género son categorías protegidas por la Convención Americana de Derechos Humanos, en el Perú la seguridad personal de las personas LGBTI es vulnerada, dada la inexistencia de mecanismos de protección efectivos.
• El Ministerio Público y el Poder Judicial peruanos no producen información sobre los motivos que subyacen a los actos de discriminación denunciados.
El desamparo de todos los hogares a la vez. No es coincidencia que la Primera Encuesta Virtual para Personas LGTBI jerarquice a los agresores en “compañeras/os de escuela y padres de éstos”(55,8%), “líderes religiosos” (43%), “funcionarios públicos” (33%) y “miembros de la propia familia”(28%)(. T), todos sujetos protagonistas de espacios e instituciones en donde los menores de edad amparan su formación y descubrimiento: la escuela, la iglesia (en el caso de los creyentes), el Estado y el hogar, respectivamente. Según el Instituto de Estudios en Salud, Sexualidad y Desarrollo Humano (IESSDEH) de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, el 68% de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, expresan haber pasado por algún tipo de violencia durante su etapa escolar, directa o indirectamente, debido a su orientación. Pilar ahora lleva el pelo corto, acaba de terminar la primaria y, en vista de la amenaza de piojos en el colegio, su mamá decidió solucionar el problema de raíz. Parece un niño y eso le agrada: siente que la normaliza. En la calle, viste ropa ancha, parece un chiquillo, y eso le trae un poco de paz. Molesta, empieza a coquetear con espacios que, según ella, atentan contra ese Dios que se equivocó al crearla así. “Tú haces que me rechacen a mí, pues ahora te voy a rechazar yo a ti”. Aunque tiene un buen desempeño, hoy ha sido citada por Sor Zoé, sub directora de su colegio y coordinadora de la Juventud Mariana Vicentina en el mismo. Vestida de jean, zapatillas y casaca ancha, se dirige a la oficina con miedo a que la autoridad le reclame alguna travesura o su forma de vestir.
El origen no es divino “Dentro de la doctrina, no hay texto que explicite la condena a los no heterosexuales. Se basan en algunos textos bíblicos que han sido muy mal
leídos y muy mal interpretados”, explica Juan Bosco, doctor en teología y coordinador nacional del equipo de Lectura Pastoral de la Biblia (LEPABIPE). “El texto de Sodoma y Gomorra se refiere, no a la homosexualidad, sino a la violencia sexual. En contraposición a lo que, en aquél contexto, se consideraba sagrado, que es la hospitalidad”. Tomado de de “…Sodoma y Gomorra…” (Génesis 13:13; 19:4, 5, 9). Sahori (como la llamaremos) está en la pastoral de su colegio. Desde siempre ha sentido “cosas” por otras chicas. Tiene una mejor amiga, quien se viste como chico, tiene el pelo corto como chico y ya le ha confesado que le atraen las mujeres. No la cuestiona demasiado, quizás para no cuestionarse a sí misma. “Desde muy pequeña, siempre tuve ese sentir por las mujeres, pero mi familia tiene una raíz muy conservadora. Con decirte que todas mis tías son monjas. La única que no se ordenó fue mi abuelita. Son personas que piensan mucho en el “qué dirán”. Entonces, para mí era un pecado decir y sentir que estaba enamorada de una mujer. Lo deseché de mi mente”. Aunque no/sabe bien por qué, Sahori está de novia con un chico de la pastoral, Brayam. “Pareciera que nadie quisiera entender. A fines de la década de 1970, la Sociedad Psiquiátrica Americana y la OMS coinciden con que la homosexualidad no es una enfermedad. Es una parte integral de la sexualidad del ser humano”, comenta Manuel Forno, Coordinador del Observatorio de Derechos LGBT de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. “En este país esos avances se invisibilizan”.
Lo que nos llevamos “Las consecuencias son: el abandono y el desamparo: si mi familia me rechaza, y mi iglesia me rechaza. Y encima, divinízanos la condena al no heterosexual. Y no es solo mi comunidad, es Dios quien me condena”, concluye el teólogo Juan Bosco sobre una experiencia muy personal. “Yo he tenido un amigo que me ha dicho: ‘Juan, soy homosexual y no puedo dejar de serlo. Me voy a suicidar, porque yo no quiero vivir pecando’.” Primera tarea: Visibilizar
Según el Observatorio de Derechos LGBTen su Informe Anual de Derechos LGTB 2016 En el año 2016, 18 personas fueron asesinadas de manera brutal. De las cuales dos de ellas eran menores de edad.
Por razones familiares, Sahori ahora es parte de la iglesia Dios de la Profecía. Madrugar para orar, ayunar, no usar maquillaje y ser parte de la familia ejemplar de la comunidad es su vida. Ella y su esposo eran, hasta hace poco, Co-pastores de su comunidad. Ella buscó apoyo en su pastor para denunciar el adulterio de su esposo. A lo que el religioso le respondió: “Aguanta un año más, por los chicos”. “Y decidí luchar por mis hijos y por salvar a mi matrimonio, por más que no hubiera amor. Pero fue a peor.” A los pocos meses, un hermano de la congregación la acusó, en una reunión, de planificación del templo de ser cómplice del adulterio de su esposo, a lo parecer que el pastor no increpó. Más adelante, este confesaría que no podía permitir que se fueran (esos)los hermanos que así opinaban, pues necesitaba los diezmos. Para Manuel Forno, “Los menores de edad en desamparo afectivo y económico pueden terminar en situaciones de alto riesgo. Es una independencia forzada y mal asesorada. Se exponen a todas las variables que son consecuencia de la falta de guía. Porque han sido expulsados de dos entes formadores, que son la casa y la iglesia, y son maltratados en un tercero: el colegio. ¿Dónde va a aprender a discernir este niño, entonces?, ¿dónde va a elaborar y cuestionar sus valores?”. Los excesos, la exposición a la delincuencia y a poner en riesgo su propia integridad es un resultado del boicot de estos tres espacios. “La fe que hemos recibido en nuestros hogares es una versión homofóbica y poco comprensiva con la diversidad” - Juan Fonseca, historiador “Yo, lo que quería era hacer la voluntad de Dios, según cómo mandaba la iglesia evangélica. Me mudé sola con mis dos hijos, pero no dejé de ir a la iglesia”. Cuenta Sahori, que se amparó en las viejas amistades que tenía en la parroquia. Sin embargo, la inevitable chispa brotó: ”El primer beso fue pecado, pecado. Y
encima, pecado generacional. Yo no podía hacer eso. Yo era copastora, yo predicaba”. Como si no bastaran sus propios conflictos, poco después tuvo que enfrentarse a su familia, a su iglesia, a su comunidad y al colegio dominical de sus hijos. “Mi ex esposo intuía que yo ya estaba saliendo con alguien, pero cuando se enteró de que era una mujer y de que, por lo tanto, yo era lesbiana, decidió decírselo a todo el mundo”.
Los esfuerzos de cambio “Hay que situar a los textos en su contexto cultural, en su época histórica y en su conjunto. No vale aislar frases y usarlas para condenar personas cuando el sentido es otro. Son mitos, son narraciones, son cuentos para ayudar a encontrar un sentido a la vida; y ellos lo encontraron en su contexto”, explica el doctor Juan Bosco. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan 1:18)”. Quiere decir que todo lo que hacemos y de él, son nuestras interpretaciones. – Juan Bosco
Está normado Si bien para el Estado peruano no existen niños LGBTI, y, por lo tanto, no puede poner en marcha medidas para defenderlos, sí existen políticas en contra de la discriminación (de cualquier tipo), leyes en contra del maltrato en las escuelas, y planes de desarrollo del sector educativo. La ley Nº28867, vigente desde el 2013, ataca directamente la discriminación por clase y etnia, pero también por cualquier tipo de diferencia. Y se apoya en la ley Nº28867, promulgada el 2006, para atacar, también, a los crímenes de odio. Más contundentemente, la ley Nº 29719 condena directamente todos los actos de violencia dentro de los colegios. Y, aunque no se les mencione directamente, la humillación, el acoso y la violencia sexual están explícitamente delimitados. Actualmente en el Perú está vigente el Plan Nacional de Acción por la Infancia y Adolescencia 2012-2021. Este define al maltrato infantil como “toda acción u omisión, intencional o no, que ocasiona daño real o potencial en perjuicio del
desarrollo, la supervivencia y la dignidad de la niña, el niño y el adolescente, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.”
Luego de tres años de aquel llamado a la oficina de Sor Zoé, Pilar pasa las tardes de sus viernes, sábados y domingos con la Juventud Mariana Vicentina. Ha aprendido a tocar la guitarra; ha ganado la oportunidad de que otras personas pudieran conocerla. Ha tenido conversaciones profundas, analizando la vida y la fe en lo cotidiano. Y todo sin cambiar su forma de vestir, ni de hablar, y sin cortarse el pelo. “No veían solo a esta chica que se viste como hombre o a esta chica que parece hombre. Veían a la persona de adentro. Yo nunca supe si lo cuestionaban o no, si lo aprobaban. Solo sé que vieron más allá”. “Un día se trató el tema del infierno. Le dije a la hermana que yo no creía en el infierno, lo cual es una herejía, lógicamente. Ella me cuestionaba y le yo le respondía: ‘hermana, no es posible que un dios tan bondadoso condene por la eternidad’ ”. La Comunidad Ecuménica El Camino es un grupo religioso diverso que, sin poseer un local propio, se reúne para hacer un culto en la semana y hacer vida religiosa en comunidad. Las parejas no heterosexuales también pueden ir con su familia o pareja, estar de la mano y saber que nadie las va rechazar.
Según el profesor Fonseca, hablar de temas recurrentes en los espacios LGBTI y luego orar es impensable en cualquier otra iglesia, pero, de igual manera que se de en los espacios comunes LGBTI. “Al principio no pensé que pasaría de un circulo de oración diverso. Luego, se pensó en crear una denominación ‘evangélica gay’. Pero lo que queremos ahora es ser un centro de refugio espiritual, acoger a la gente que necesita un apoyo espiritual. Y hacer incidencia en las otras comunidades, hasta que ya no seamos necesarios”, dice. Oración de la comunidad “El Camino” Dios de amor y de alegría has creado la diversidad y en ella te regocijas
para seguir el camino que tu has puesto y para fomentar una cultura de respeto donde el amor sea lo primero por Jesucristo nuestro hermano que viene de la mano contigo y la Espíritu Santa por los siglos de los siglos amen
Para la comunidad de “El Camino”, los espacios religiosos tienen que apreciar lo diverso. Tienen que ser lugares en donde la convivencia se plantee desde la base de modelos de familias reales, no las ideales. Tienen que ser espacios horizontales, con una espiritualidad basada en un concepto integral de lo que es el amor. No fiscalizar la vida, no juzgar la vida. “Somos un grupo de mujeres que ha logrado asumir su condición de madres, erradicando las culpas por su orientación sexual, haciéndole frente a los prejuicios de la sociedad en que vivimos.” Presentación del sitio web de Madres Lesbianas Perú
“Luego de mi experiencia con mi familia, mi exesposo, mi comunidad, mi iglesia y el colegio de mis hijos, me puse a buscar información. Busqué espacios en donde pudiera encontrar a otras mujeres que hubieran vivido experiencias similares a las mías. Y no encontré nada”. Tras entablar diálogo con personas concretas en otras ciudades de Latinoamérica, Sahori decidió organizarse y brindar un espacio en donde otras mujeres con las mismas preguntas e inquietudes que ella tuvo, pudieran contactarse. “El Dios de Jesús siempre ampara al débil, al desprotegido, al que tiene la vida en riesgo”. Papa Francisco
En la casa de Pilar Este año, 2018, Pilar cumple 15 años de compromiso con su pareja, Sahori. Tienen 2 hijos, 3 perros y un gato; una familia más que completa. Cada segundo
domingo de mayo celebran juntos el dĂa de la madre; y cada segundo domingo de junio el de la madrina (aprovechando los descuentos del dĂa del padre).
Anexos -
Consentimiento Informado de Entrevista o Marìa del Pilar Vidal o Ruth de los Ángeles o Lourdes Patricia Salas
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Informe anual del Observatorio de Derechos LGBT 2016 / Centro de Investigación I Interdisciplinaria en Sexualidad, Sida y Sociedad. -- Lima: Instituto de Estudios en Salud, Sexualidad y Desarrollo Humano.
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Primera Encuesta Virtual para Personas LGBTI.
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Código Penal del Perú.
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El Peruano Diario Oficial.
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INFORME ANUAL sobre derechos Humanos de personas Trans, Lesbianas, gays y bisexuales en el Perú 2015-2016.
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SUMANDO LIBERTADES Guía iberoamericana para el abordaje del acoso escolar por homofobia y transfobia.
“Era como ir todos los días al matadero...”: El bullying homofóbico en instituciones públicas de Chile, Guatemala y Perú
Esclavos por el oro Crรณnica
Autor: Richard Velรกsquez
2017
www.issuu.com/richardvelasquez7
01 Los primeros golpes 02 El viaje por el oro 03 Un comentario dice más que 1000 fotos 04 El Usuario
Capítulos 05 El Hospedaje
06 ¿Y dónde está la pequeña? 07 Soy prostituta 08 Tres tristes putas 09 Lo bueno queda en familia 10 La verdad de Aymee
Fotografía: Tambopata Expeditions
Carta del Editor
Historias que Contar es un proyecto que busca narrar hechos y casos de carácter social, cultural, ambiental e interés humano. La siguiente crónica es un caso seguido por los medios de comunicación desde el 2016 y representa un tema delicado para sus familiares y quienes permanecen en Madre de Dios por la crîtica situación que se vive debido a la minería ilegal. Entablar problemas como la trata de personas y la prostitución infantil no ha sido fácil desde un inicio, pero me ha motivado a investigar y denunciar los altos grados de violación de Derechos Humanos. Finalmente, este trabajo se encuentra basado en entrevistas, denuncias de testigos y pruebas emitidas por la fiscalía anteriores a setiembre del 2017, por lo que quiero aclarar que el caso aún no ha sido cerrado. Sin más que decir, cito la siguiente frase de Ramón Salaverría: “El periodismo no es repetir lo que todos hablan, sino desvelar aquello que nadie conoce”. Richard Velásquez
Esclavos por el Oro La señora Irene Leguía se había sentado junto a mí para negar lo inconcebible: su hija no era prostituta. Aquel día Lima mostraba un ambiente apagado, grisáceo, soleado, ambiguo. Eran las 10 de la mañana y sobre los brazos de Irene se encontraban los documentos y fotografías que ponían en evidencia la existencia de un crimen, la desaparición de Aymee Pillaca. En el piso, se hallaba sentada la hija testigo del dolor de Irene, Rebeca Pillaca, quien desconfiada cuestionaba sobre cuáles fueron los hechos que han llevado a cabo un círculo que carece de fin e inicio. Irene Leguía desconocía la verdad. Nicolás Pillaca, padre de Aymee, había de recordar el día en que su hija se fue de la casa, donde su menor de tan solo 15 años ya simulaba tener una personalidad de adulto, pues cargaba sobre su vientre a un feto imprevisto y se mudaba a una casa de sus suegros en el Agustino — como que ella era muy ilusa — recordaba Rebeca. Aymee había dado a luz a una pequeña niña el 11 de octubre del 2011, sin embargo, su pareja de aquel entonces cayó en manos de la justicia y fue apresado por robo, por lo que Aymee se fue a vivir con Jimmy Alexander Chávez, su nuevo enamorado — nosotros tampoco hemos conocido a ese chico — aseguraba Irene. El sol se ocultó en breves minutos y la señora Leguía había comenzado a mirar el suelo detenidamente. Los vacíos en su mente no le permitían entender el hecho ni las múltiples interrogantes del caso.
Fotografías: Richard Velásquez Irene Leguía, madre de la víctima
Los primeros golpes En una fotocopia se encontraba la fotografía de Aymee Pillaca, desgastada, borrosa, oscura. También se veían los guantes de boxeo que ella sujetaba mientras connotaba una actitud orgullosa y desafiante. Irene desglosaba una hoja y mostraba a su hija cuando tenía un añito y ocho meses, sonriente, cálida, con un vestido blanco ¿Qué sucedió en casi 20 años? ¿Cómo es que una niña cambia las muñecas y los peluches por guantes de boxeo y medallasdeoro? Según Irene, su hija siempre ha tenido un carácter rebelde.
“¿Cómo es que una niña cambia las muñecas y los peluches por guantes de boxeo y medallas de oro?”
Aymee Pillaca y su menor hija
Para la familia Pillaca, Aymee fue la hija más difícil de controlar, la última de 7 hermanos, que muchas veces, se enmudecía frente al diálogo y quebrantaba el respeto. Pero si Aymee era difícil de controlar por su familia, no lo era por su pareja. — Mi hermana era una persona que se dejaba mucho manipular, y ese era su gran problema, era una persona muy manipulable, sobre todo con sus relaciones, y era algo que siempre nos hacía entrar en conflicto con ella ¿no? — Resaltaba Rebeca.
Aymee pertenecía a la Federación Peruana de Boxeo, desde muy joven su vínculo con el ring y el saco de arena se observó en los ojos de su maestro, quien ya era muy amigo de ella y le dio la oportunidad de retornar cuando ya habían pasado las consecuencias de un embarazo no planeado. “Toma 100 soles como propina, 400 por medalla” le decía. Entre puñetes y movimientos eludibles, Aymee conoció a Jimmy Alexander, un boxeador de 28 años, con quien no solo compartiría un breve romance, sino una larga historia.
El viaje por el Oro Provincia de Tambopata, Madre de Dios
Aymee Pillaca y sus maestros de Boxeo
La noticia era escandalosa. Insólita. Los padres de Jimmy se encontraban sorprendidos de que su hijo les anuncie su partida a Madre de Dios, el paraíso del oro y el infierno de la naturaleza, y aunque era inadmisible, los padres decidieron confiar en su engreído con la promesa de que tan solo sería un trabajo acumulativo de dinero, un paseo por las minas y un breve lavado de metal dorado. Irene Leguía había tomado la responsabilidad por su nieta y exhortándole a su hija de que estudie, le recordaba su juventud. Pero Aymee tenía una decisión: dejaría las sucias calles de Gamarra y las tiendas de ropa barata que habitaban en La Victoria. Aquella mañana Irene fue a recoger sola a su nieta del jardín de niños, quien nunca más vería a su madre.
— Mamá, estoy yendo con la federación a un torneo en Brasil — Pero ¿Cómo vas a ir? ¿Y la niña? — Mamá, voy a llegar en una semana. Eran inicios de noviembre del 2015, a más de 400 millas de Lima, en un pueblo alejado, cubierto de madera, enfrascado con carpas y sostenido por palos que imitan vigas de casas mal hechas. Ahí, frente al río, se encuentra La Pampa, en Tambopata, y los dichos son claros, concisos y sentenciosos: El que entra aquí nunca más se vuelve a ir. Aymee y Jimmy habían llegado a la capital de Madre de Dios, a Puerto Maldonado. La señal de sus celulares empezaba a averiarse.
Un comentario dice más que 1000 fotos El conflicto se había iniciado en el ring del hogar, por un lado se situaba Irene Leguía, y por el otro, toda el resto de su familia. Rebeca pensaba que su hermana tras cumplir los 20 años ya había iniciado un proceso de maduración, de una inédita responsabilidad, pero el golpe fue un duro knockout para las esperanzas de los Pillaca, Aymee nunca había cambiado, nuncasehabíadejadover. Irene confiaba en que la menor de sus hijas iba a volver pronto de su viaje, pero el tiempo en el ring era corto y la paciencia de sus hermanos configuraba un fallido cronómetro. La decisión era clara: se
daría un plazo para que Aymee regrese y dejarían de hostigarla con los mensajes reiterativos y las llamadas constantes. Sin embargo, el plazo caducó y una foto entregaría la primera verdad. — No le digan nada a Aymee, porque si se enteran su hermanos le van a pegar, vamos a esperar que venga no más — Recordaba Irene cuando le decía a sus hijas al observar una foto de Aymee en Facebook. La foto era reveladora para los Pillaca. Eran Aymee y Jimmy Alexander en un bote artesanal, pintarrajeado de color naranja y verde, con palos que sostenían un plástico que generaba una turbia sombra al vehículo, hecho para turistas, sobre un río pacífico cercado de vegetación, se mostra-
Turi
“... los dichos son claros, concisos y sentenciosos: El que entra aquí nunca más se vuelve a ir” ba el lado bello de Madre de Dios. En aquella imagen, Jimmy sostiene una lata de cerveza con el torso descubierto y Aymee luce feliz con unos lentes de sol. Ambos aparentaban ser parte del paraíso. El plazo de espera se había multiplicado innumerables veces y la respuesta se repetía cada llamada — Voy a ir, mamá, de aquí a 15 días — pero su voz se apagaba cada vez más, entre diálogos cortos, respiraciones profundas y contenciones de lágrimas. Era 10 de enero del 2016 y la susodicha foto dio la pista que daría con el paradero de la hija de Irene. Un usuario habíacomentado que lo llamaran, era sobre Aymee, ella estaba muerta.
istas en el río de Tambopata. Fuente: Inbound Perú
Carretera rural hacia Tambopata. Fuente: Inforegión.com
Purificaciรณn artesanal del oro. Andrey Gordasevich
El usuario Cuando Gladys y Haydee Pillaca se percataron del comentario, llamaron inmediatamente al informante, David, quien aseguraba que el cuerpo de Aymee había sido incinerado por unos matones en La Pampa, pero la advertencia fue clara: “No pueden venir aquí porque si no me matan, aquí nadie habla de nadie”. Irene, sabiendo de los riesgos, fue a Madre de Dios con su hija Gladys y su esposo.
— Yo trabajaba como vigilante en el karaoke “La Casa de los Vinos” en noviembre del 2015, ellos entraron a beber cerveza a eso de las 2 a 3 de la madrugada. Ahí me pidieron subir la música de la rockola y luego me preguntaron si conocía el hospedaje “Eros”, así que les indique, ahí me pidieron mi número y Aymee me agregó a Facebook, como éramos de Lima me decían siempre “Habla Barrio”.
A las 10:15 de la mañana del 28 de febrero del 2017 inició la declaración del testigo, ya había pasado casi un año de la desaparición de Aymee Pillaca y la investigación tardaba a causa de numerosos documentos y denuncias burocráticas. La paciencia de la señora Leguía torturaba su incertidumbre: nadie sabía dónde se encontraba Aymee. Madre de Dios erau ncementerio sin lápidas y cruces, solo un desecho de cuerpos desvalidos.
Aymee y Jimmy ingresaron a La Pampa para la búsqueda de un trabajo, y tras recomendación y avisos en las calles, el boxeador conoció al “Pelao”, un hombre que se dedicaba a la minería ilegal y necesitaba mano de obra para destilar el metal preciado por el cual profanan la naturaleza. David fue testigo de ello, pues se enteró que Aymee trabajaba en aquel entonces como fichadora en un bar denominado “Las Peladitas” y Jimmy como vigilante de un local en Puerto Maldonado. Jimmy Chávez fue con David a La Pampa y conocieron al “Pelao”, quien les ofrecería el sencillo trabajo de carretilleros, pero por supuesto con buena paga. David se negó a ir. Aymee siguió bebiendo con hombres en el bar,s utrabajodefichadora, pero a espaldas de Jimmy, pues el bar era del tío del boxeador.
— Declarante, diga ¿Conoció a Jimmy Alexander Chávez Veliz y a Aymee Pillaca Leguía? De ser afirmativo, narre la forma y las circunstancias en que los conoció — Cuestionaba el abogado de la familia Leguía frente a la fiscal de Tambopata.
Aymee Pillaca y Jimmy Chávez
Fotografías de Eveline Renaud y Carmen Barrantes
El hospedaje Irene Leguía salió indignada de la comisaría. Los policías le habían otorgado una explicación absurda “No podemos ir a La Pampa porque no tenemos muchos hombres ni gasolina”. Entonces, ante las palabras frías del general, fue en búsqueda de su hija al terreno que nadie de la zona piensa ir, pues es el destino turístico de los pobres que ganan como ricos, pero que tiene aún un precio más alto: la vida. David había comunicado a Irene que su hija se hospedaba en el hotel “Eros” que se ubicaba en Puerto Maldonado. Ahí encontraron el último rastro de Aymee, sus rebuscadas prendas, de las cuáles solo se hallaban algunas. Las pruebas eran escasas: un vestido enterizo color blanco y negro, un vestido rojo con rayas blancas, pantalones jeans, polos deportivos y ropa interior. Pero dentro de la maleta, se halló el detalle que finalice con la supuesta inocencia de Aymee Pillaca: dos mascarillas sintéticas blancas. ¿Por qué una persona posee mascarillas blancas? ¿De qué se oculta? ¿O de qué se protege? Las hipótesis recorrían las cámaras y micrófonos de la televisión de la capital, mientras que el pueblo ya rumoreaba sus propias versiones, aunque ellos ya sabían lo que había sucedido, pues la noticia y el escándalo televisivo que horroriza a los medios es la agenda perpetua que ellos viven en Madre de Dios. Una mañana, en la comisaría de Tambopata, se presentó una testigo quien era administradora del hospedaje “Eros” para rendir su declaración. Irene seguía con lágrimas en las mejillas cuando luego la cuestionó con una reportera. — Declarante, diga: ¿A quién le pertenece las prendas halladas el 9 de febrero del 2016? ¿Por qué no dio cuenta a la policía? — Pienso que le pertenecen a la señorita que alquiló la habitación 103, que no regresaba desde el 14 de enero hasta el 16, no retiramos las prendas porque a veces los clientes regresan. Luego, en una entrevista con la reportera de un canal de televisión, la administradora reveló que Aymee y Jimmy habían vuelto con una moto, de la cual nunca se supo cómo la obtuvieron. Aquellos días, Irene había viajado a La Pampa para buscar nuevas versiones, nuevas historias,n uevos muertos.
Fotografía de Andrey Gordasevich
“Madre de Dios era un cementerio sin lápidas y cruces, solo un desecho de cuerpos desvalidos” Fotografía de Carmen Barrantes
Fotografía de Eveline Renaud
“...la noticia y el escándalo televisivo que horroriza a los medios es la agendaperpetua que ellos viven en Madre de Dios”.
¿Y dónde está la pequeña? El infierno estaba ante los ojos de Irene, y los demonios le obstaculizaron el paso, pues el terreno es exclusivo para quienes dejan su pasado a costa del fuego líquido que violenta a la naturaleza, el mercurio, aquel que segmenta diminutos gramos de oro impuro. Cuando Irene quiso ingresar a La Pampa, unos guardias le dijeron que este era un terreno peligroso, que mejor se marchara, pero ella prosiguió y tomó un mototaxi hacia el lugar más recóndito, tras tres horas de viaje, un matón la amenazó a ella y a su esposo — Acá no vengan porque no van a encontrar nada — Nicolás Pillaca le enseñó la foto de Aymee — Tu hija muerta saldrá por la carretera Interoceánica, sino olvídate que tuviste una hija. Aquellos días, Irene recorrió las calles con la foto de su hija en manos pegando anuncios en los postes — ¿Usted la ha visto? ¿Usted conoce a mi hija Aymee? Por favor, quiero saber.
El Infierno, el burdel mås conocido de la zona Delta 1. Fotografía de Esteban Félix
Aymee había llegado a la Pampa a un prostibar, “La Rica Miel”, donde trabajaba como fichadora, pero tras enterarse de que obligaban a prostituir a una niña de 15, decidió intervenir. Detrás de algunas quebradizas sillas de plástico se encontraban el insumo de la noche, la cerveza, amontonada en decenas de cajas, sobre estas, se veía el eslogan del local en un mal-impreso afiche “Un lugar diferente para la gente como tú”, precisamente, sobre este lugar, se encontraban ocultas las hacinadas habitaciones, donde la menor fue abusada intempestivamente. El castigo era inhumano. La niña había intentado huir del lugar, y como escarmiento por su osadía, ella debía ser violada masivamente según los dueños y las reglas de la inescrupulosa ocupación. Aymee no toleró esto y decidió fugarse con la pequeña. Lejos de La Pampa. Lejos del verdadero infierno.
Operativo policial en La Pampa. Fotografía: El Comercio
Irene, mediante testigos, se enteró la historia que reafirmaría su pensamiento — Mi hija siempre ha sido defensora, yo creo que si algo ha pasado, ella se metería, ella nunca dejaría que le hagan daño — recordaba la señora Leguía con la voz entrecortada.
Aymee huyó a Puerto Maldonado, y con su supuesta ganancia ostentosa de 2000 soles, embarcó a la menor hacia la ciudad imperial, Cusco, en un bus interprovincial. Nunca más se supo de la niña. Después, la boxeadora retornó a La Pampa, pues si a alguien no podía despedir, era a Jimmy. Cuando retornó Aymee, ambos desaparecieron. ¿Por qué Aymee rescató a una niña? ¿Qué hizo para que se hartara de la situación penosa de una menor en La Pampa? Para Irene fue su recuerdo de madre, su aún permanente lazo maternal, aquel que con su cálida voz le prometía a su hija de 4 años que volvería pronto, que mamita estaba ahorrando para volver a Lima, para que así le compré cositas y regalos que toda madre añora comprar a su pequeña. Sin embargo, Irene se quiebra ante el recuerdo, ante la duda, ante la búsqueda. El instinto maternal no solo es por la niña en Lima, sino por la que Aymee llevaba dentro de sí.
Foto
referencial. Autor: Yayo López
“...ella debía ser violada masivamente según los dueños y las reglas de la inescrupulosa ocupación”
Una noche, en Puerto Maldonado, Nohe, de cariño, de 15 años, descubrió el quehacer que la enriquecería: la venta de su cuerpo. No hay datos sobre cómo incursionó en el negocio, ni sobre si aún sigue viva.
Nohe, cansada de ese lugar, decide adquirir mayor experiencia laboral en el oficio emblema de La Pampa, y así, noche tras noche, recorrió bares como “El Carajo”, “El Cupido” y “Las Visitadoras”. En este último, conoció al dueño, “El sombrero”, quien le presentó a unos amigos: Karen, Alex, Charapa y dos amigos más. Los vigilantes que hacían el oficio de ladrones. Así era la vida de Nohe, trabajo y fiestas por las noches. Un día enseñó a robar motos a sus amigos Karen y Alex, y a su vez, ellos le enseñaron a robar a clientes, claro, con droga de por medio. En las discotecas, las billeteras desaparecían y en la
Prostittuta durmiendo en
En Madre de Dios, Nohe se enteró por una amiga que por “La Pampa” se ganaba grandes números, aunque, eso sí, hay gajes de oficio que provocan un poquito de dolor. Nohe llegó al kilómetro 102, y ahí, a puertas del infierno, empezó a trabajar en el bar “Sol y Luna”, pero como la paga era poca, se animó a ir al kilómetro 108, aunque esta vez, iría con Lenin, un nuevo amigo del lugar. Al llegar, Angie, enamorada de Lenin, le ofreció un objeto dudoso de placer, un paquete de condones, y que para su mala suerte, Nohe no cobraría por el servicio, sinoLenin.
un prostibar. Fotografía: Diario el Clarín
Soy prostituta
mañana despertaban los hombres sobre botellas de cerveza, algunos en la carretera, otros en el río, y solo los de más mala suerte, abrían los ojos en la mina con un grillete artesanal sobre sus pies. Nohe fue a declarar a la comisaría el 7 de octubre del 2016 y cuando le preguntaron si reconocía a los de la fotografía, ella afirmó que sí y que incluso los tenía en Facebook, aunque desconocía los nombres, para Nohe, Aymee era Karen y Jimmy era Alex.
FotografĂa de Rodrigo Abd
Tres tristes putas Tres prostitutas se encaminaron hacía la fiscalía de Madre de Dios, una el 10 de marzo del 2016, y las otras dos el 14 del mismo mes. Todas eran parte del negocio de La Pampa.
se los presentaba a la dueña. Según la testigo, Dana siempre desaparecía por las mañanas y en la última intervención se esfumó como líquido volátil sin dejar rastro ni olor alguno.
La primera, Flor, apenas había cumplido los dieciocho años de edad, y contó que había sido sorprendida por la policía en el bar “La Mística” cuando todavía no cumplía la mayoría de edad. Ella contó que la propietaria del prostibar donde se vio a Aymee era una tal “Mía”, la encargada era Wendy y la conocida cajera era Dana. Todas ellas usaban sobrenombres. Flor relató que “la boxeadora”, como se le conocía a Aymee, trabajaba en “La Rica Miel” y que Jimmy utilizaba siempre una moto por las noches.
La tercera mujer es Karla de 18 años, ella relató lo mismo que Mary: Dana las recogió el 8 de Marzo del 2016, por eso ambas no conocían a Aymee y tuvieron la dichosa suerte de ser intervenidas por la policía dos días después de iniciar su preciado oficio.
La segunda, Mary, de 21 años, reconoció a Dana, pues la fiscal le mostró una foto de una sospechosa de nombre Maryori Ríos, quien reclutaba mujeres para el bar y
Cuando la policía realizó un operativo en La Pampa, en Madre de Dios, logró capturar a dos hombres quienes argumentaban ser los encargados: David Paredes “Lonchera” y Alberto Mamani “Sachavaca”; sin embargo, las 17 mujeres y la menor de edad que se encontraban ahí afirmaban que existía una dueña, una mujer que controlaba las bebidas de alcohol barato y a las tristes mujeres.
“...y solo los de más mala suerte, abrían los ojos en la mina con un grillete artesanal sobre sus pies”
Lo bueno queda en familia Aún son tiempos duros para Madre de Dios, tiempos que arrastraba más de dos décadas. En 1997, Julio Villanueva Chang en el diario El Comercio denunciaba que los políticos solo posaban para la prensa, que la trata de personas y la minería ilegal eran un tema de solo traspasaba la mesa de partes. En el 2016, Keiko Fujimori posaba frente a mineros ilegales en campaña política como parte de sus alianzas para conseguir más votos, y en el 2017, el Papa prometía acudir a la zona para rezar por las almas de las víctimas. Todos lo saben, todos lo ignoran, todos se aprovechan. La fiscalía no se excluye de notar lo que sucede en La Pampa, reconoce sus delitos, sus debilidades, sus nichos de oro. Quizás enmudecer ante el dinero y la amenaza es su mejor opción, y por ello, archivan los casos, prolongan las investigaciones y evitan escucharloslamentos. El fiscal citó a Jorge Chávez, padre de Jimmy, el 20 de junio del 2016, quien también desconoce la desaparición de Aymee y de su hijo Ahí sus respuestas fueron sencillas: él ignoraba que su hijo se encontraba en Madre de Dios y que estuviera desaparecido. Irene no podía contenerse, la rabia se conducía por sus venas, y crecía su gesto de molestia, ella no lo creía ¿Por qué Jimmy la llevaría a La Pampa? ¿Con qué intenciones? Para la familia Pillaca, Jim my era el responsable de la desgracia, y sobre todo, era un mentiroso. — Declarante, diga: ¿Usted sabe que su hijo, Jimmy Alexander Chavez Veliz, estaba desaparecido? — Preguntaba el abogado. — Recién me he enterado, antes no sabía nada de él — Respondía el señor Jorge. Rebeca Pillaca recuerda las palabras, recuerda la firmeza de su voz. Cuando ella fue a conversar con la madre de Jimmy, Rebeca lo dedujo, la señora era realista, demasiado para su sorpresa, pues sabía que su hijo estaba muerto en Madre de Dios. Nunca lo dudó. Esa seguridad la sumergía en un mar de preguntas, que cada vez más arrastraba una marea de másversiones.
Fotografía del diario El Comercio
Fotografía de Fiorela Valle
FotografĂa de Dante Piaggio
La Verdad de Aymee Nohe, en su declaración, había añadido un dato que revelaba qué había sucedido con Aymee, pues se dio la primera pista de los supuestos culpables. — Declarante, diga: ¿En alguno momento usted mantuvo comunicación con Karen (Aymee)? — Sí, hablábamos por WhatsApp y también salíamos de fiesta con mi amiga Keyla. A veces, Karen nos daba droga y robamos a gente en el kilómetro 108. Pero luego yo tuve que viajar, cuando volví mi amiga Keyla me dijo que “El Sombrero” y “Lenin” habían matado a Karen y Alex, y que ahora venían por nosotras. — Si usted tiene registrado a “El Sombrero” y a “Lenin” ¿Cómo los tienes registrados en Facebook? — Sí, Sombrero está como Nelson y Lenin como Roy. La fiscalía no halló a los implicados, pero surgió una interrogante ¿Por qué matarían a Aymee y a Jimmy? ¿Qué los motivó a hacerlo? ¿La ayuda de Aymee por la niña? El último testigo pondría en un vaivén la inocencia de Aymee Pillaca. El hombre era un antiguo minero que trabaja por la zona de Malinoski y que ahora se dedicaba a la agricultura. Se refugió en el sector de La Peña por tres meses, y en una noche de tragos y sexo, se acercó a beber una cerveza con su amigo a “La Rica Miel” donde por primera vez vio a Aymee, pues así la llamaba Jimmy. — Dame plata para mi hijita — Decía Aymee cuando fichaba, cuando acompañaba a los hombres. El testigo narró que Aymee tenía doble oficio en La Pampa, pues de día robaba en motos con Jimmy y otros cuatro hombres, y en la noche se desenvolvía en el bar, invitando una cerveza y cobrando comisiones por tan solo acompañar con una conversación superflua. Según el hombre, Aymee golpeaba impunemente y su rostro no se afligía ante el miedo, ante la gente — Boxeadora le decían, entraba a casas y apuntaba con pistola a sus víctimas para robarles — Narraba el señor. — Declarante, diga ¿Tiene algo más que añadir o variar de su presente declaración? —Preguntaba el fiscal. — Que, cuando estaba en la comunidad almorzando con mi esposa, apareció la boxeadora con cuatro hombres dispuestos a asaltarnos, yo me corrí hacia el monte con otras personas porque Aymee te golpeaba con la pistola, era una mierda.
Fotografía de Dante Piaggio
“Hasta ahora no sé nada, si está viva o está muerta” Irene Leguía
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EL PELIGRO EN CASA Son las seis y media de la mañana, una joven de 17 años a la que llamaremos Alicia Cáceres está en su cama, escucha un ruido, escucha pasos acercándose a su dormitorio, abre los ojos, y el hombre a quien llamaremos Josue Cáceres se da cuenta. Alicia sólo atina a ver sus ojos y lo reconoce. Es su hermano mayor, con una mirada dominante y agresiva. Está completamente desnudo. Alicia Cáceres asustada y llena de pánico intenta pararse. Pero no puede, Josue Cáceres no le deja. Se lanza encima de ella, le tapa la boca y la nariz. Alicia forcejea, le lanza patadas, intenta gritar, intenta moverse, intenta pedir ayuda. Pero no puede, Josue no le deja. “Sólo quiero desahogarme -le susurra desesperado- no quiero hacerte daño”. Intenta calmarse, asiente con la cabeza y hace señas con sus manos para que la suelte. “No hagas bulla”, le advierte Josue mientras retira sus manos y deja de usar su fuerza para someterla. -
¿Harás lo que te pida? – le pregunta Josue Cáceres en voz baja e impaciente.
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Sí, sí, sí, pero por favor, bájate me haces doler – le pide Alicia mientras él se acomoda a un costado sin bajar la guardia. ¿Por qué haces esto? – le pregunta Alicia con temor.
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Ya estoy cansado, estoy harto de esto. Sólo quiero que todo termine.
Según los psiquiatras y médicos del Hospital Nacional Arzobispo Loayza (Lima) que atendieron a Josue Cáceres, afirman que él padece de esquizofrenia, una enfermedad mental, que se caracteriza por las alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida del contacto con la realidad. Esta enfermedad no tiene cura, pero sí cuenta con un tratamiento para mantenerlo lúcido. El tratamiento consiste en tomar una pastilla diaria de Olanzapina, un antipsicótico atípico, para el tratamiento de la esquizofrenia. Cada pastilla cuesta treinta y dos soles. Al mes su mamá, a quien llamaremos Karina Ramírez, gasta novecientos sesenta soles, y él lo toma desde hace diez años. Josue Cáceres fue internado a los 18 años en el hospital Hipolito Unanue de Tacna. Su aspecto era el de un joven delgado, con tono de piel cálido con cabello corto y ondulado. Vestía siempre un pantalón suelto de color gris o azul, un polo
talla “S” y un par de zapatillas blancas desgastadas. Cursaba el segundo año de la carrera de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann. Según sus familiares, era un alumno destacado en su clase, un hijo muy responsable y una persona muy educada. Había sufrido mucho durante sus primeros años, ya que su papá nunca lo trató con cariño, es más, lo maltrataba física y psicológicamente. Sólo tenía a su mamá, una persona muy trabajadora que hacía lo imposible para traer alimentos cada día. Su infancia estuvo llena de carencias. Pero, aun así, pudo ir a la escuela, terminó la primaria con buenas calificaciones y en secundaria fue condecorado como excelencia en toda su promoción. Ingresó por fase cero a la carrera que le interesaba. Pero nunca experimentó una relación de pareja, ya que sólo obedecía a su madre, quien siempre le repetía: “Primero son los estudios”. Una mañana lo encontraron desmayado en su habitación. Cuando lo llevaron al servicio de emergencias del hospital Unanue el 2008, según su madre, Karina Ramirez, los médicos no sabían lo que tenía, sólo atinaron a recetarle una decena de calmantes por día, pero esto sólo lo empeoró. Lo trasladaron al recién inaugurado Hospital de Solidaridad. Alicia, su hermana menor, y su mamá notaban su agresividad y exaltación al encontrarse amarrado a una silla de ruedas. Josue Cáceres no entendía por qué lo trataban así, como un loco. Unas horas después de su traslado, estaba muy sedado, los calmantes que le inyectaron lo hacían ver como una persona en sus últimos días. Su vida cambió por completo, semanas después del incidente lo internaron en el servicio de Psiquiatría del Hospital Hipólito Unanue. Estuvo dos años, y manifestó a su familia sentirse aislado. Recibía visitas de familiares que lo llevaban a pasear. Sin embargo, sus familiares afirmaban que Josue Cáceres, en ese entonces, había perdido la capacidad de hablar y de expresarse. No porque no quisiera hablar, sino porque los sedantes, las pastillas y la agresividad de los enfermeros, lo habían convertido en una persona totalmente introvertida. Cansado de su vida, con ira y mucha desesperación se fugó del hospital. Las enfermeras que lo cuidaban, ya no querían que vuelva, los médicos de hicieron de la vista “gorda”. El hospital sólo representaba la cárcel para Josue Cáceres.
Karina Ramírez y Alicia Cáceres decidieron viajar a Lima, ya que en Tacna no se encontraban los especialistas que Josue Cáceres necesitaba, pero tampoco contaban con el dinero suficiente para su tratamiento. La ayuda de su tío Ruben Ramírez fue la salvación de Josue. Los acogió en su hogar y los apoyó económicamente para comprar la pastilla Zyprexa la cual no se encontraba en las farmacias de los hospitales públicos debido a su alto costo y difícil adquisición. Recién a los 20 años, pudo dejar de consumir las 12 pastillas por día, y cambiarla por sólo una. Zyprexa es la pastilla que contiene la olanzapina, y que hasta ahora es la única efectiva para tratar la esquizofrenia. Dos años después, Alicia Cáceres, Josue Cáceres y Karina Ramírez regresaron a Tacna. Josue se encontraba más calmado y lúcido, por lo que comenzó a incursionar en el mundo virtual que le ofrecía internet. Josue se dedicaba a jugar en cabinas de internet durante toda la tarde. Karina Ramírez quería mantenerlo ocupado, así que accedía a darle “propinas” todos los días para que jugase hasta que se animara a volver a la universidad, algo que nunca sucedió. Josue Cáceres propuso comprar una computadora e instalar internet en casa. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para decepcionarse del internet móvil de Movistar y cancelar el contrato. Hacer esto implicaba un gasto adicional que no habían contemplado antes, ya que esta empresa no permitía que sus usuarios cancelen un contrato antes de los seis meses sin antes pagar un monto adicional. Así que no tenía el dinero suficiente para tener internet en casa, por eso decidió pagarle a la vecina para que le pasase internet. “Mi mamá estaba sola, trabajaba día y noche para poder comprar la pastilla de mi hermano”, decía Alicia mientras recordaba el esfuerzo de su madre. Josue Cáceres, instaló la computadora en su cuarto. Debido a las horas que le dedicaba a estar conectado a los juegos virtuales su aspecto físico comenzó a cambiar, ganó mucho peso corporal por comer demasiado y no hacer actividad física. Uno de los efectos secundarios de la pastilla zyprexa es que generaban más apetito y Josue Cáceres las tenía que consumir diariamente. Según lo que percibió su mamá, Josue no toleraba que personas desconocidas entraran a su casa. Su cabello ondulado, crecía muy rápido y sólo se lo cortaba cada tres meses, o más. De los 70 kilos que pesaba, ahora está por 98 kilos. Mide 1,78 metros, su piel es más pálida, su contextura física es gruesa y sus ojos marrones
claros ahora están con ojeras por dormir pocas horas. Josue Cáceres había cumplido en febrero veintinueve años. Su hermana Alicia era once años menor, tenía 17 años. El tono de su piel era cálido como el de su hermano Josue Cáceres, medía 1.52 metros y 55 kilos era lo que pesaba en ese entonces. El día en que su hermano decidió despertarla y someterla a sus deseos, Alicia Cáceres vestía un polo holgado color cielo y un pantalón con diseño de flores rosadas, como si se tratase de un jardín de rosas sublimadas en tela. En esa habitación se encontraban ahora, en plena mañana y justo cuando Karina Ramírez, su mamá, ya había salido a trabajar unos minutos antes. Las gruesas sábanas cubrían aún a Alicia Cáceres, era a lo único que se aferraba. Su dormitorio era amplio y espacioso, sólo había una tele, un cesto de ropa y otra cama en donde dormía su mamá. -
Por favor, no por favor - le rogaba mientras Josue Cáceres intentaba desvestirla apresuradamente-.
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No te preocupes, quiero terminar rápido – le susurraba desesperado mientras le volvía a tapar la boca. Entre su desesperación y ansiedad, se dio con la sorpresa de que el cierre del pantalón de su hermana se atascó, y no podía abrirlo. Frunció el ceño, se desesperaba más y más; siguió intentando mientras le advertía que no se moviera. Con temor y esperanza – ¿Puedo ir al baño? – le consultó Alicia Cáceres mientras intentaba pararse lentamente.
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¡Aaay!, ¿no te puedes aguantar? – le dijo Josue molesto.
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Por favor, de paso intento arreglar mi cierre – le dijo con un tono más calmado y con esperanza de poder escapar. Josue asintió con la mitrada y la dejó dirigirse al baño, que se encontraba después de recorrer el pasadizo y pasar por la cocina. La siguió y no dejó que Alicia cerrara la puerta. Sólo se volteó para darle un poco de privacidad. Alicia simulaba que intentaba arreglar el cierre, se tomó su tiempo, y entre tantos pensamientos se le ocurrió dos opciones. La primera consistía en empujarlo con toda su fuerza o distraerlo, para tratar de correr hacia la puerta y salir a pedir ayuda a sus vecinos; pero si la atrapaba no volvería
a tener otra oportunidad, sería el fin, el fin de su vida. La segunda opción era hablar con él, intentar que se calmara y hacerlo reaccionar. Aún quedaba esperanza de salir con vida si hacía todo lo que su hermano le pedía. -
Apúrate, ¡sal de una vez! – Exclamó Josue más impaciente que antes. Cuando salió, se acercó despacio y con voz temerosa le dijo:
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Por favor, soy tu hermana. Déjame ir, quiero ir a mis clases, hoy tengo un examen importante. Por favor…
Alicia Cáceres mencionó su examen porque sabía perfectamente que su hermano comprendía más que nadie, cómo era estar preocupado por un parcial, una entrega de un trabajo o una práctica de la universidad. Porque hace diez años, en la mañana en que se desmayó, Josue Cáceres estaba estudiando para un examen. No había comido nada, sólo estaba concentrado en terminar sus trabajos y estudiar toda la madrugada para el examen que le esperaba y el cuál nunca rindió. -
Mmm… ¡Entonces apúrate! – exclamó impaciente.
Sólo quiero
desfogarme. Ya te dije que estoy harto de todo esto, sólo quiero que me metan a la cárcel. Quiero morirme allí y no seguir en esta vida. -
¿Por qué? – le preguntó interesada y más calmada mientras salía del baño – sabes que la mamá quiere que te mejores.
Josue Cáceres volteó, evitando mirarla a los ojos “¿Ya lo arreglaste no? Vamos allá”, le dijo mirando a la habitación, para terminar lo que quería hacer. “Déjame abrazarte por favor, allá” le dijo mientras la dirigía a su dormitorio tomándola del brazo derecho. “Ya estoy más calmado sólo quiero sentir tu cuerpo, nada más”, repitió. Alicia Cáceres descartó su primera opción, porque si intentaba escapar, temía que su hermano cambiara su actitud de un momento a otro, como ya había pasado hace un par de años. Pasar de calmado a agresivo, no sería una sorpresa tratándose de Josue Cáceres, sobre todo, si no había tomado esa pastilla. Al llegar a su cuarto, comenzó a llorar. “Por favor, no quiero”- le decía mientras Josue Cáceres comenzó a desvestirla. “por favor, detente” le volvía
a rogar. Alicia Cáceres sólo quería ganar más tiempo para encontrar la forma de pedir ayuda. “Tenemos que protegernos, yo tengo un preservativo en mi cajita” le propuso Alicia; Josue Cáceres la miró negándole con la cabeza. “Por favor, por favor” insistió. “No, ya te dije que será rápido”. Su rostro se acercaba a sus labios y entre lágrimas Alicia volteó su cabeza: -
“No, quiero protegerme”
-
“¿Es tu primera vez?”
-
Sí…
-
Mmm, está bien, búscalo rápido.
Alicia Cáceres se paró rápido, sin nada de ropa, caminó hasta la otra habitación, que se encontraba a menos de 10 pasos, intentó cerrar la puerta, pero su hermano ya estaba detrás de ella. “Apúrate, rápido” le dijo desesperado. Para que su hermano no se alterara, se apresuró en buscar la cajita, la cual se encontraba encima de la cómoda, al costado de su espejo y con preservativos dentro de ésta. Agarró un preservativo, se lo mostró a su hermano, él la tomó del brazo y se la llevó nuevamente al dormitorio. Su hermano intentó colocárselo, se demoró. Alicia intentó persuadirlo para que la dejase ir rápido, Josue Cáceres se apresuró y en medio de la desesperación la empujó y se puso encima de Alicia. Le tapó la boca con la mano derecha, luego le abrió las piernas lentamente e intentó violarla. Al escuchar las quejas y el llanto de su hermanita, Josue Cáceres le permitió hablar “Me haces doler, por favor no sigas”, le suplicó Alicia entre lágrimas. Josue Cáceres la miró, reaccionó a los llantos de su hermana, desconsolado y frustrado la abrazó. “Ya no quiero vivir, sólo quiero desfogarme, después de esto me puedes denunciar, métanme a la cárcel, quiero morir allí, por favor”. Alicia Cáceres, aún con lágrimas en sus ojos, le dice: “No, sabes que mamá no te denunciaría, ni yo. Por eso, por favor déjame ir”, Josue Cáceres la abrazó más fuerte “por favor déjame estar así un poco más”. Después de insistirle para que la dejase ir, Josue Cáceres accede con la mirada, luego se dirige despacio y en silencio a su cuarto para encerrarse. La habitación de Josue está ubicado al costado de la puerta de entrada, por la cual Alicia quería salir. Faltan pocos minutos para que sean las siete de la
mañana, aún con mucho temor, Alicia Cáceres se viste en menos de un minuto, toma su celular, conecta los datos, mira a su alrededor en busca de dinero, pero al no encontrarlo se dirige con rapidez a la puerta y sale. Los policías de la comisaría del Centro Poblado de Leguía, desistieron de arrestar a Josue Cáceres cuando Karina Ramírez fue a pedir ayuda, le recomendaron llevarlo al manicomio. Sin embargo, era un lugar del que ya había escapado, y podría volver a hacerlo. Alicia Cáceres tuvo que vivir cuatro meses lejos de su hermano para poder recuperarse, Karina Ramírez se quedó en casa cuidando a Josue e invirtiendo más en su tratamiento para que él se mantuviese tranquilo. Aun así, Josue siguió presentando de vez en cuando manifestaciones de agresividad. Actualmente Alicia sigue estudiando en la universidad y vive en la misma casa que Josue Cáceres. Los recursos económicos de Karina Ramírez, no son suficientes para poder alquilar un lugar cerca de la universidad de su hija, por ello Alicia sólo regresa a su casa en las noches para dormir y cambiarse. Así como Alicia Cáceres, son muchas las jóvenes en Tacna y en nuestro país que son víctimas de violencia sexual por parte de sus familiares o personas cercanas a ella. Según el último reporte del Centro de Emergencia Mujer (CEM) de enero a marzo de 2018 se reportó 1673 casos de violencia contra la mujer en ésta región y el 70,6% son casos de niñas, niños y adolescentes. El Centro de Emergencia Mujer, atendió un total de 7740 casos de violencia sexual de enero a agosto de este año, esto equivale a 967 casos por mes, a 32 casos por día y un caso cada hora. No esperemos a que adolescentes como Alicia Cáceres sean violentadas sexualmente, eduquémonos, respetémonos y, cuando sea necesario, pidamos ayuda. No estamos solas, si tienes temor en acercarte a un Centro de Emergencia Mujer, llama a la línea gratuita 100. No seamos parte del problema, seamos apoyo y solución.
CRONICA: POR SOLEDAD YOHAIRA HUAMAN FLORES
Todo se oscureció El 12 de octubre del año 1985, tras la puesta de sol; me apresuraba en guardar todos mis juguetes que aún se encontraban en el pasto del patio de mi casa; mi hermana mayor me dijo: Lucia ya es tarde, ven y entra a la casa, pues yo vivía con mi hermana, su esposo y mis sobrinos. Perdí a mis padres a los 6 años ahora ya cumpliré 14; desde ese entonces mi hermana se hace cargo de mí, a veces es gruñona, pero me entiende; su esposo, uhm…, bueno casi no me llevo bien con él; cuando se emborracha tengo que correr y distraer a mis sobrinos, pues siempre discute con mi hermana, ella no me quiere contar pero sus moretones en sus brazos me hacen adivinar lo que paso; una vez la vi con un moretón a lado izquierdo de su quijada, le pregunte que avía pasado pero ella me dijo que se cayó; como si se fuera a caer de mentón, que absurdo… No puedo decir nada malo de su esposo, eso le molesta mucho a mi hermana pues solo él, es quien nos da para la comida, mis sobrinos, e incluso para mi colegio. Yo le ayudo a mi hermana a cocinar y limpiar la casa, a veces cuido a mis sobrinos, pero, aun así, eso no es nada para mi cuñado. Ya es de mañana y tengo que ir al colegio, a noche escuche unos ruidos raros cerca de la puerta de mi cuarto, parecían pasos, pero debió ser “Laica” nuestra mascota; ya es salida y tengo que llegar pronto a casa, mis sobrinos deben estar volviendo loca a mi hermana. Ya es de noche apenas y pude terminar la tarea, me veo al espejo y siento que cada día estoy más alta pues ya casi no me queda el uniforme; mi hermana está muy cansada, así que intentare hacer la cena, baje a la cocina; al voltearme casi choco contra mi cuñado, no me avía dado cuenta, pero él estaba detrás mío; me dijo que me avía traído una muñeca, me pareció raro, porque la única que me daba regalos era mi hermana, serví la cena para todos y me fui a mi cuarto. Ya casi era media noche cuando volví a escuchar los ruidos en la puerta de mi cuarto, me hice la dormida y alguien entro a mi cuarto; se a cerco a mi cama y me empezó a destapar los pies, me toco las rodillas y mis piernas hice un gesto de estar despertando, pero se detuvo y me volvió a tapar con la frazada; mientras se retiraba de mi cuarto pude ver con mucha dificultad en el reflejo del espejo la espalda de mi cuñado. Llego la mañana y miré con mucho miedo a mi cuñado que se alistaba para ir a su trabajo, quise contarle a mi hermana lo que avía pasado la noche anterior, pero pensé que no era nada malo, pero debo reconocer que me sentí muy incómoda.
Al atardecer de ese mismo día, mi hermana se puso muy enferma, la llevaron al hospital yo me quede sola con mis sobrinos dormidos; al anochecer solo llego mi cuñado dijo que mi hermana se quedó en el hospital, le dije que yo iría a cuidarla, pero no me dejo salir. Me puse a llorar y mi cuñado me abrazo, no quería su abrazo pues no me gustaba sentirlo cerca, porque me daba miedo, me dijo no llores, y me empezó hacer caricias, quise gritar y me tapo la boca, quise salir, pero me agarro de los brazos, me dijo: todo estará bien; me cargo y me llevo a mi cuarto a la fuerza; “YO NO QUERIA”; pero justo ahí paso algo que no quiero recordar. A la mañana siguiente me sentía sucia y tenía vergüenza, sentía que todos me miraban en el colegio, no podía sacar de mi mente lo que me avía pasado; no podía hablar con mis compañeros ni mucho menos concentrarme en el salón, solo pensaba en contarle a mi hermana, pero ella estaba enferma, fui al hospital a visitarla, pero tenía miedo que empeorara y no le dije nada de lo ocurrido. No quería que llegara la noche, pero o través tenía que cuidar a mis sobrinos mientras mi hermana se recuperaba; apenas termine las labores de casa y dejar dormidos a mis sobrinos subí a cuarto antes que llegara mi cuñado, cerré con lo que pude mi habitación pues no tenía seguro; no podía dormir, solo sentía caer las lágrimas por mis mejillas, que humedecían mi almohada. Oí llegar a mi cuñado muy borracho me escondí debajo de la cama, escuche los pasos cerca de mi cuarto, rece y rece muchísimo, intento abrir la puerta de nuevo, luego se dio cuenta que yo avía puesto una banca, se molestó y empujo con más fuerza, efectivamente logro entrar pero se dio cuenta que no estaba en mi cama; me busco, me llamo por mi nombre; yo tenía el corazón en la garganta y apenas podía respirar; pero cuando estaba a punto de salir de mi cuarto escucho mi respiración, se dio cuenta y me saco a rastras; en medio de llanto, le dije que no me tocara pero me amenazo, me dijo que si le contaba alguien; él iba a matar a mi hermana y a mis sobrinos, me callé; y lo volvió hacer. Cuando se subió el pantalón, salí corriendo del cuarto y de la casa; no sabía qué hacer, estaba lloviendo sentía asco de mi misma, no me importo la hora, ni la noche, ni nada; solo quería salir de este cuerpo sucio, corrí y corrí; hasta que vi un puente a lejos, no veía a nadie a mi alrededor y si estaba alguien no me importaba, solo me quería quitar este cuerpo, al llegar al puente salte sin que me importara nada, solo recuerdo que en menos de un segundo todo se oscureció.