La influencia negativa de los medios de comunicación, educación, cultura y televisión basura Son tiempos complicados los nuestros. El tema de la influencia de los medios de comunicación en nuestra sociedad sigue vigente. Sobre todo, la influencia negativa que crean éstos, en nuestros jóvenes y niños, principalmente. Por un lado, anhelamos una sociedad con valores, aspiramos la paz, con raíces de justicia social, un país próspero y amigo de la libertad pero, por otro lado, somos -de alguna manera- cómplices de que algunos medios de comunicación social nos asfixien con tanta basura cada día. La cruda morbosidad se ha convertido en el pilar de muchos programas de TV con contenidos banales, ordinarios y de mal gusto que están en la frontera de lo éticamente permisible. La telebasura es un problema tan grave como el terrorismo o las drogas ya que destruyen la vida trascendente del ser humano. Es en la TV basura donde se busca el crecimiento de la audiencia a través de la provocación directa de los instintos, las pasiones y los sentimientos del espectador. Quienes manejan los medios deben saberlo. La TV es un poderoso agente de masificación y homogeneización de la sociedad, que trasmite actitudes, gestos y conductas por medio de la imagen que proyecta. ¿Qué está pasando con la televisión en nuestros días? ¿Por qué sólo producen programas cargados de violencia, odio, morbo y caos? ¿El rating es lo único que interesa? ¿Por qué esa agresión y falta de respeto al público? ¿Hasta qué límites de agresión llegará esta televisión nuestra? Ya sé, amigo mío, que las preguntas pueden ir multiplicándose, pero en nada ayudarán a solucionar este problema que es aún más grave porque afecta directamente a la familia peruana en general. ¿Qué ha pasado? Unos dicen que es consecuencia de toda esa espiral de violencia que se generó en las últimas décadas. Otros, que en el seno de la familia radica el meollo del asunto, los estudiosos atribuyen a cierto caos mundial de estas épocas y que la TV es el reflejo de nuestra pobreza, de nuestra propia sociedad con todas sus paradojas y miserias. Los psicopedagogos señalan que el modelo de programación que consumen los menores es muy perjudicial, ya que está acortando la infancia y hace entrar a los niños en un mundo adolescente para el que naturalmente, no están preparados. En fin, muchos pueden ser los motivos pero algo o alguien debe poner freno a todo este daño que, a lo mejor, sin pretenderlo, la televisión está causando. Me pregunto qué hacen o dicen las autoridades de los Ministerios de Educación, Cultura, De la Mujer, la Defensoría del Niño y del adolescente, y tantas otras instituciones públicas y privadas. Se tiene que hacer algo para arrancar esta epidemia de vulgaridad, mal gusto, morbo y erotismo que nos inunda y que degrada a las personas. Esta degradación está presente en la mayoría de los programas de la televisión peruana. Y no se trata, obviamente, de proponer una televisión netamente “cultural”, porque sería demasiado aburrido. De lo que se trata es que se estudie el tipo de programación, que los responsables sean personas con solvencia moral, ética, educativa, que sea una TV que no ofenda ni agreda al televidente. Los responsables deberían ser personas con mayor preparación y con la imaginación suficiente como para saber distraer sin tanta chabacanería, morbo, ni tanto mal gusto y antivalores.
No es necesario, por ejemplo, apelar a la vulgaridad para hacer reír como lo hacen programas como “La Paisana Jacinta” o el “Especial del humor”, u otros con altas dosis de morbo, huachafería y mal gusto como “Combate” y “Esto es guerra”, tan chabacanos, violentos, agresivos y burdos como lo fueron los tenebrosos y diabólicos programas de Laura Bozzo y Magaly Medina. O también, programas con evidentes intereses políticos y carentes de veracidad como “Sin medias tintas” que conducen Aldo Mariátegui y Mónica Delta. Ciertamente, el rol de la TV es también informar y entretener, pero se olvida en la mayoría de los casos de su misión fundamental de orientar y educar. Es verdad que la función de educar compete a los padres y a la escuela, pero qué excelencia educativa vamos a lograr si la televisión mata el diálogo familiar, hace perder el tiempo, presenta antivalores, nos crea el consumismo tonto, la esquematización, el alienamiento cultural, la adquisición de conductas equivocadas, el fortalecimiento de climas de violencia, etc. Y el problema de la TV nuestra, es que presenta a los chicos modelos conductuales y/o familiares que por reiteración, en vez de reforzar los modelos que reciben en casa y en la escuela, lo que hacen es extinguirlos y sustituirlos por aquellos provenientes del modo materialista de conducta social. ¿Qué hacer? La sociedad tiene la respuesta, pero el arma de solución será siempre la educación. No es tarea fácil, pero vale la pena intentarlo a partir del seno familiar. Es preciso enseñarles a diferenciar a nuestros chicos, entre lo que es bueno y lo que es malo, lo que educa y construye y lo que ofende y daña, lo que suma y lo que resta. Los padres tienen que ayudar a que sus hijos disciernan por qué un programa es bueno o malo. La TV de por sí no es dañina; es dañino el mal uso que se hace de ella; aunque los que dirigen las televisoras creen estar haciendo lo correcto al ofrecer la peor y más barata programación en los muchos años de historia que tiene entre nosotros la pequeña pantalla. Distintas trayectorias prueban que los programas basura no sólo no molestan al poder, por más vulgares, antivalores, indecorosos y cutres que sean sus estilos, sino que inclusive, consolidan los valores establecidos que sostienen el entramado social del siglo XXI. Qué bueno sería, por eso, iniciar una eficaz y valiente campaña de limpieza, de “profilaxis” en la televisión y en otros medios. Sin embargo, no todo está perdido, anidemos la esperanza de un cambio para el bien en el que ganemos todos los peruanos. Amén. Por: Rafael Amorós T. – Escritor y Periodista
Extraído de: http://www.panoramacajamarquino.com/noticia/la-influencia-negativa-de-los-mediosdecomunicacion-educacion-cultura-y-television-basura/ Publicado 22 de mayo de 2013