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LAS 5 FRASES IACOCCA

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Carroll Hall

Carroll Hall

Dígalo con claridad y sea breve.

Sin dudarlo, estar al frente de la división Ford han sido los años más felices de mi vida, lleno de ilusiones, de sueños ambiciosos, entregados por completo al trabajo, con una moral en alto.

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El que no se desafía a sí mismo se apoltrona.

Los Fairlane decidimos distinguirnos del método tradicional en Detroit, ajustaríamos un nuevo producto a la medida de un mercado comprador ávido y predispuesto. Distinguiríamos el nuevo modelo de Ford, con análisis del mercado, asentado sobre datos demográficos fiables. Estábamos seguros que la nueva década presentaba un sello juvenil. Durante la década de 1960, la tasa de jóvenes comprendidos entre los veinte y los veinticuatro años se incrementaría en más de un cincuenta por ciento.

El nuevo vehículo debía poseer 3 rasgos principales: una línea sugestiva, una excelente prestación y un precio asequible. En el mercado se observaba un formidable auge de familias que poseían dos autos de los cuales, el segundo era invariablemente más pequeño y deportivo que el primero. También incluía mujeres que compraban autos y preferían tamaños más bien pequeños, de fácil manejo, y en comparación con los casados, los solteros se constituían en nuevos compradores de autos con una marcada tendencia por autos más pequeños de línea deportiva.

No queremos ser los más grandes, «sólo» queremos ser los mejores.

El Comité Fairlane empezó a concretar un poco más el tipo de coche que deseábamos fabricar: tenía que ser pequeño, pero no demasiado pequeño, debía tener capacidad para cuatro personas, teniendo en cuenta la prestación, era obligado que fuese un coche ligero, de unos 1,125 kilos de peso como máximo, tenía que ser un coche deportivo, con una línea muy característica y, a la vez, con un leve toque de nostalgia, debía identificarse con facilidad sin parecerse a ninguno de los coches que ya existían en el mercado, de fácil de conducción y espacio para un maletero holgado. Queríamos poner en manos del comprador un automóvil con el que ir al club de campo los viernes por la noche, hacer kilómetros y pisar el acelerador los sábados y desplazarse con él a misa los domingos.

La cuestión es que siempre hay que subir un escalón más, por fatigoso que parezca.

Por último ¡Tenía que ser barato! El problema, con todo, era fabricar un coche que resultara tan asequible como nos proponíamos. Si se construía nuevo del todo, a partir de cero, el costo se elevaría a 300 o 400 millones de dólares. La respuesta a tal dilema estaba en aprovechar los elementos de que ya disponían los distintos talleres. Ello nos ahorraría una fortuna en cuanto a costes de producción. Contábamos con los motores, transmisiones y ejes del Falcon, de forma que si lográbamos ajustados nos evitaríamos empezar desde el principio. Podíamos crear el modelo que deseábamos a expensas de todo lo aprovechable que tenía el Falcon. A la postre lograríamos fabricar el coche al reducido costo de 75 millones de dólares.

No olvide nunca que los de «la línea» son los que ganan el dinero.

Dick Place, especialista en planificación del producto, decía que sacar un coche deportivo partiendo del Falcon era como ponerle unos senos postizos a la abuelita. De todos modos, les dije a Don Frey y a Hal Sperlich que madurasen la idea. Realizaron pruebas con varios modelos distintos, pero finalmente llegaron a la conclusión de que el diseño y el exterior del automóvil de nuestros sueños tenían que ser originales. Podíamos, eso sí, aprovechar la plataforma y el motor del Falcon, pero, como decimos en Detroit, el coche necesitaba un nuevo pellejo y un invernadero propio, es decir, parabrisas, ventanas laterales y la entrada de luz por atrás (luneta, etc.).

El compromiso era enorme y nos vimos en la necesidad de establecer una fecha límite para lanzamiento: la Feria Mundial de Nueva York. Sólo la Feria Mundial ofrecía suficiente espectacularidad y estímulo para servir de plataforma a nuestro automóvil. Era de nervios la situación, si el coche tenía que estar listo en abril de 1964, era preciso dar con el diseño adecuado. Disponíamos de veintiún meses para obtener el visto bueno del proyecto, ponernos de acuerdo sobre la línea definitiva del vehículo, comprar maquinaria e instrumental, determinar la fábrica que lo construiría, localizar las fuentes

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