CIENCIAS POLITICAS II

Page 1

CIENCIAS POLÍTICAS II

La mercancía y el trabajo creador de las mercancías El valor de uso y el valor de la mercancía La mercancía es una cosa que, en primer lugar, satisface una determinada necesidad del hombre, en segundo lugar, no se produce para el propio consumo, sino con destino a la venta, al cambio. Cuando un hombre hace algún objeto para el propio consumo, entonces se trata de un producto y no de una mercancía. Para que el producto sea mercancía debe satisfacer la demanda de él por parte de otros miembros de la sociedad. Al analizar la mercancía se distinguen en ella dos aspectos íntimamente unidos, dos propiedades: el valor de uso y el valor. La propiedad que posee la mercancía de satisfacer una u otra necesidad humana se llama valor de uso. La necesidad satisfecha por la mercancía puede ser de la índole más variada. La mercancía puede ser un objeto de primera necesidad, como el pan, la ropa o el calzado. Puede ser un objeto de lujo: vinos caros, alhajas, etc. Puede ser también un medio de producción, como la maquinaria, la hulla, el hierro, etc. Cada objeto puede tener más de un valor de uso. Por ejemplo, el carbón de piedra puede emplearse como combustible, puede utilizarse como materia prima en la fabricación de productos químicos. En la producción mercantil se opera un constante cambio de unos valores de uso por otros, manteniendo una determinada relación cuantitativa. Por ejemplo, un hacha se cambia por 20 kilos de grano. Esta relación cuantitativa, sobre cuya base un valor de uso se cambia por otro, constituye el valor de cambio de la mercancía. Al analizar el valor de cambio surgen inmediatamente dos preguntas: 1) ¿sobre qué base se equiparan mercancías de distintas cualidades?, 2) ¿por qué distintas mercancías se equiparan entre sí en una proporción determinada, en una cantidad determinada? Si las mercancías, con cualidades muy distintas, se equiparan en el cambio, ello quiere decir que encierran algo que les es común. Aristóteles, filósofo de la antigua Grecia, señalaba ya que no puede haber cambio sin igualdad, ni igualdad sin equiparación.


A todas las mercancías les son inherentes en una u otra medida las propiedades siguientes: utilidad, capacidad para ser objeto de demanda y oferta, escasez o rareza y trabajo. ¿Cuál de estas propiedades de la mercancía determina su valor? A primera vista puede parecer que origina el valor de una mercancía su utilidad. Cuanto más útil es una cosa, más valor debe tener. Sin embargo, la realidad confirma a cada paso que la utilidad no es causa del valor. A menudo, las cosas más útiles no cuestan nada (el aire) o cuestan muy poco (el agua), mientras que hay cosas poco útiles al hombre que suelen costar extraordinariamente caras (los diamantes). En realidad, si el costo de los productos aumentase al aumentar su utilidad, el pan y el agua tendrían el precio de los diamantes, y viceversa. Por eso, la utilidad o valor de uso es una condición del valor, pero no su causa. Aunque no puede existir el valor sin valor de uso, el valor de uso puede existir perfectamente sin el valor (el aire tiene un gran valor de uso, pero no posee valor en absoluto). Ahora bien, ¿pueden la demanda y la oferta determinar la cuantía del valor? A primera vista puede parecer que sí. Se sabe que cuanto mayor sea la demanda de alguna mercancía, mayores serán los precios, y a la inversa; o sea, cuanto mayor sea la oferta de una mercancía, cuantas más mercancías de una determinada clase abunden en el mercado, más bajos serán los precios. Pero cuanto más se cala en la esencia del problema, más evidente se hace que el valor de las mercancías no depende de la demanda ni de la oferta. En efecto, tomemos a título de ejemplo el azúcar y la sal. Ambas mercancías están subordinadas en igual medida a la ley de la demanda y la oferta. Aunque la demanda de dichas mercancías sea igual a la oferta, el valor de 1kg. de azúcar será unas cuántas veces mayor que el de 1kg. de sal. Por lo tanto, la demanda y la oferta nada tienen que ver con eso. Es cierto que las proporciones de la demanda y la oferta no son del todo indiferentes a los precios de las mercancías, pero no es la cuantía del valor lo que determinan, sino el grado de alteración que experimentan los precios del mercado respecto al valor de la mercancía. Al aumentar la demanda y disminuir la oferta de alguna mercancía, los precios del mercado se elevan por encima de su valor y, al contrario, al disminuir la demanda y aumentar la oferta, los precios del mercado descienden por debajo del valor. Únicamente en el caso en que sean iguales la demanda y la oferta, los precios del mercado corresponden al valor. Pero tal caso es muy raro en la producción mercantil capitalista. Ello significa que la demanda y la oferta no determinan el valor de la mercancía. ¿Puede la rareza, o sea, la escasez de una mercancía, determinar su valor? Podría parecer que la vida confirma con miles de ejemplos la veracidad de semejante conclusión. Tomemos, por ejemplo, el oro, los diamantes y el pan. El oro y los diamantes son raros y muy caros. En


cambio, el pan abunda considerablemente más, pero es mucho más barato, aunque sea mucho más necesario para la vida del hombre. Ahora bien, eso no quiere decir que si no abunda una cosa sea esto causa de su mayor valor. Por ejemplo, cuando en un verano de sequía pasa mucho sin llover, la gente la espera impaciente y la “demanda” de lluvia es enorme; sin embargo, pese a toda la utilidad y escasez, pese a toda la necesidad que se tiene de ella, no posee valor que pueda expresarse en dinero. Por consiguiente, ni la utilidad ni la capacidad para ser objeto de demanda y oferta, ni la escasez, son causa del valor. Sin embargo, las mercancías poseen una propiedad común, que no depende ni de su utilidad ni de su capacidad para ser objeto de demanda y oferta, ni de su escasez. Esta propiedad consiste en que todas las mercancías son producto del trabajo. Únicamente el trabajo es la verdadera base, o, como decía Marx, la sustancia del valor. Cuanto más trabajo se requiere para la producción de una u otra mercancía, tanto mayor es el valor que posee el artículo en cuestión, tanto más caro es. El oro es más caro que el carbón de piedra, porque para buscar el oro, para limpiarlo de impurezas, se requiere mucho más trabajo que para la extracción de igual cantidad de hulla. Todas las mercancías son resultado del trabajo humano. Las mercancías pueden equipararse las unas a las otras porque en cada una de ellas se ha invertido cierta cantidad de trabajo. Las mercancías son valores debido a que son productos del trabajo. Valor es el trabajo social de los productores materializado en mercancías. El término “materializado” subraya el hecho de que el trabajo se encierra, está plasmado en la mercancía, ha adquirido la forma de cosa, de mercancía. Las proporciones o relaciones cuantitativas que sirven de base para el cambio de mercancías son la forma de manifestación del valor y muestran que en las mercancías a cambiar se ha invertido igual cantidad de trabajo; que encierran iguales valores. El valor de la mercancía es una categoría social, que aunque no se la ve, se la advierte siempre que se cambia una mercancía por otra, al equiparar una mercancía a otra. Por eso decía V. Lenin que “el valor es una relación entre dos personas... una relación disfrazada bajo una envoltura material”. El valor de uso ha existido siempre y jamás dejará de existir. Sin embargo, la mercancía como valor ha surgido en una etapa determinada del desarrollo de la sociedad, al aparecer la producción mercantil desaparecerá también el valor de la mercancía. Por consiguiente, el valor es una categoría social e histórica, es decir, existe en una etapa determinada del desarrollo de la sociedad. Así pues, hemos visto que la mercancía posee dos propiedades,


que encarna la unidad del valor de uso y del valor. ¿A qué se debe, pues, este doble carácter de la mercancía?

El trabajo concreto y el abstracto El doble carácter de la mercancía se debe al doble carácter del trabajo, creador de mercancías. El trabajo del productor, materializado en la mercancía, es, por una parte, trabajo concreto, y por la otra, abstracto. El trabajo concreto es el invertido bajo una forma determinada, útil y con un fin concreto. El hombre no puede trabajar en “general”. Su trabajo es, en todos los casos, bien el de un zapatero, bien el de un agricultor, el de un minero, etc. Los diversos tipos de trabajo se diferencian unos de otros por sus peculiaridades cualitativas, procedimientos profesionales, instrumentos, materiales empleados y, finalmente, por sus resultados, es decir, por los productos, los valores de uso. El trabajo concreto crea el valor de uso de la mercancía. Al fijarse en los distintos tipos de trabajo, se observará en ellos un rasgo común: la inversión de trabajo humano en general, es decir, el gasto de energías musculares, cerebrales, nerviosas, etc. El trabajo concebido independientemente de la forma concreta que revista, como inversión de la fuerza humana del trabajo en general, es el trabajo abstracto. El trabajo abstracto crea el valor de la mercancía. El trabajo concreto, como creador del valor de uso, siempre ha existido y jamás dejará de existir y tiene lugar tanto en la producción mercantil como al margen de ella. El trabajo abstracto sólo es inherente a la producción mercantil. El hecho de que los distintos tipos de trabajo concreto se reduzcan a un trabajo abstracto igual, al trabajo en general, está relacionado con la existencia de la producción mercantil, con el hecho de que el producto del trabajo va destinado a la venta, al cambio. En efecto, si el productor ha hecho, supongamos, un par de botas y las ha llevado al mercado, ¿cómo puede cambiarlas por grano, por ejemplo? Como valores de uso, estos productos no admiten comparación. Ello quiere decir que sólo se los puede comparar por la cantidad de trabajo invertido. Y si el zapatero cambia un par de botas por 100 kilos de grano es porque tanto las botas como el grano encierran igual cantidad de trabajo abstracto. Si las botas no se hicieron para destinarlas al cambio, sino para usarlas la familia del zapatero, no habría necesidad de determinar la cantidad de trabajo abstracto que contiene. Al desaparecer la producción mercantil, desaparecerá también la categoría de trabajo abstracto. En la producción mercantil media una contradicción antagónica (inconciliable) entre el trabajo concreto y el abstracto, que se manifiesta como contradicción entre el trabajo privado y el social.


El trabajo privado y el social En la producción mercantil, cada productor de mercancías lanza al mercado una determinada clase de mercancía. El trabajo está dividido en la sociedad, y cuanto mayor es esta división, cuantas más ramas de la producción existen, más amplios y firmes son los nexos entre los productores de mercancías, mayor es el grado de dependencia mutua. En la fabricación de casi todas las cosas toman parte decenas y centenares de hombres de distintas profesiones. Ello significa que el trabajo de cada productor de mercancías es una parte del trabajo social y reviste carácter social. Pero en la sociedad donde existe la propiedad privada sobre los medios de producción, los productores de mercancías administran su economía aparte de los demás, están divididos. Por esa razón, su trabajo, que de hecho es un trabajo social, se manifiesta bajo la forma de trabajo privado. Aquí permanece oculto el carácter social del trabajo. El carácter social del trabajo no se exterioriza más que en el cambio, en el mercado. Precisamente en el cambio, en la compraventa de mercancías, se revela que el trabajo privado del productor en cuestión es una parte del trabajo social, ya que es necesario para la sociedad. En virtud de que el trabajo del productor de mercancías, aun siendo directamente privado, reviste al mismo tiempo carácter social, surge la contradicción principal de la producción mercantil simple: la contradicción entre el trabajo privado y el social. Dicha contradicción se pone de manifiesto en el proceso del cambio. Cuando los productores de mercancías aparecen en el mercado, unos ven sus mercancías, mientras otros no lo consiguen. No pueden venderlas porque no hay demanda o porque sus mercancías son demasiado caras. Pero si el productor no logra realizar sus mercancías, quiere decir que su trabajo privado no es reputado necesario para la sociedad; el productor sufre perjuicios y caso de repetirse con frecuencia el fenómeno, se arruina. Por consiguiente, la contradicción entre el trabajo privado y el social conduce a la ruina de unos productores de mercancías y al enriquecimiento de otros. La magnitud del valor de la mercancía Como el valor de la mercancía es creado por el trabajo, la magnitud del valor es determinada por la cantidad de trabajo que encierra la mercancía dada.


A su vez, las inversiones de trabajo se miden por el tiempo durante el cual se invierte aquél, es decir, por el tiempo de trabajo. Ahora bien, los productores de mercancías son muchos y la cantidad de trabajo que invierten en la producción de mercancías iguales no es la misma. Por eso, la magnitud del valor no puede medirse por el trabajo que de hecho ha invertido en la mercancía cada productor por separado. Si la magnitud del valor de la mercancía se determinara por el trabajo que de hecho ha invertido cada productor, no existirían magnitudes únicas del valor para mercancías iguales. Pero en realidad, en el proceso del cambio, las mercancías iguales poseen un valor igual. La magnitud del valor de las mercancías se determina no por el tiempo de trabajo individual de cada productor aparte, sino por el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de la mercancía en cuestión. Por tiempo de trabajo socialmente necesario se entiende el que se requiere para producir una mercancía cualquiera en las condiciones sociales medias de producción en la rama dada (el nivel técnico, el grado de habilidad de los productores y la intensidad de trabajo). Por regla general, el tiempo de trabajo socialmente necesario depende de las condiciones de producción en las que se crea la masa mayor de mercancías de una clase dada. El tiempo de trabajo socialmente necesario se modifica constantemente, por cuya razón cambia asimismo la magnitud del valor. La magnitud del tiempo de trabajo socialmente necesario se modifica al cambiar la productividad del trabajo. La productividad del trabajo se expresa en la cantidad de producción lograda en una unidad de tiempo de trabajo. Se entiende por elevación de la productividad del trabajo todo cambio en el proceso laboral que reduzca la inversión de trabajo por unidad de producción. Cuanto mayor sea la productividad del trabajo, es decir, cuanta más producción se logre en un período de tiempo determinado, menor será el valor de la mercancía. Y a la inversa, cuanto más baja sea la productividad del trabajo social, tanto más tiempo de trabajo socialmente necesario se requerirá para la producción de la mercancía dada y tanto mayor será su valor. Por eso se dice que la productividad del trabajo se halla en proporción inversa al valor de cada unidad de mercancía. Hay que distinguir la productividad del trabajo de la intensidad de éste. La intensidad del trabajo se determina por el trabajo invertido en una unidad de tiempo. Cuanto mayor sea la inversión de trabajo en un mismo período de tiempo, mayor será la producción, pero el valor de la unidad de mercancía puede permanecer inalterable, ya que en este caso la mayor cantidad de trabajo corresponde a una mayor cantidad de productos. Influye en la magnitud del valor de la mercancía el grado de complejidad del trabajo. En consonancia con el grado de complejidad, se distingue el trabajo calificado y no calificado. El de un trabajador que no posee preparación especial alguna se llama trabajo simple (no calificado). El que requiere


una preparación especial se denomina trabajo complejo (calificado). El trabajo complejo crea en una unidad de tiempo un valor de mayor magnitud que el trabajo simple. Por eso dijo Marx que el trabajo complejo no es más que el trabajo simple potenciado, o multiplicado. En la producción mercantil basada en la propiedad privada, la reducción de los distintos tipos de trabajo de distinta calificación y productividad, a una medida común, al trabajo abstracto, que es el que forma el valor de la mercancía, se lleva a cabo de una manera espontánea, en el mercado, al venderse la mercancía. En el valor están expresadas las relaciones de producción entre los productores de mercancías, su intercambio de actividades. Pero exteriormente, estas relaciones se manifiestan como relaciones entre cosas. Presentar la evaluación...


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.