Grado 10º
PEDALAZOS CONTRA LA VIOLENCIA Le quitó la viela y el pedal izquierdo a su bicicleta, se despojó de la prótesis de la pierna y empezó a andar con toda la fuerza que tenía. Así, luego de dos años de no saber qué iba a ser de su vida, Edgar Moreno se convirtió en un consagrado ciclista y en un ejemplo de vida. Le quitó la viela y el pedal izquierdo a su bicicleta, se despojó de la prótesis de la pierna y empezó a andar con toda la fuerza que tenía. Así, luego de dos años de no saber qué iba a ser de su vida, Edgar Moreno se convirtió en un consagrado ciclista y en un ejemplo de vida. Su tragedia ocurrió el primero de enero de 1992, cuando pisó una mina antipersonal mientras arriaba ganado en una finca de su familia en el Carmen de Chucurí (Santander). Tenía 17 años, cursaba décimo grado y soñaba con ser veterinario. "No quería seguir viviendo. Me la pasaba tomando y jugando billar, pero un anciano de 70 años me dijo puede seguir adelante y esas palabras cambiaron mi vida". Dos años después, el deportista reparaba bicicletas a domicilio: montaba su vehículo y pedaleaba, sin la prótesis, entre tres y cuatro horas hasta las veredas más lejanas del Carmen. En esas andanzas lo vio Gerardo Gómez, licenciado en educación física y docente del colegio de su pueblo, quien lo animó a participar en las pruebas departamentales para discapacitados en Bucaramanga, y en el 97 ocupó el primer lugar en pista en los Juegos Nacionales para Discapacitados. Luis Fernando Saldarriaga, entrenador de la selección Bogotá, lo invitó a su equipo y en los Juegos Distritales del 2003 alcanzó el tercer lugar en su categoría. Ahora, con una marca de 14 segundos y 85 milésimas en 200 metros lanzada -a 83 de récord mundial-, hace parte de la preselección Colombia que busca un cupo para los Juegos Por su nivel deportivo y su historia, en el 2000 la Red de Sobrevivientes y las Naciones Unidas lo invitaron a formar parte del grupo de colombianos que trabaja con los supervivientes de accidentes con MAP y MUSE (munición sin estallar). Así viajó a Ginebra (Suiza), donde fue galardonado por haber continuado con éxito su vida. Ahora, la ONG Dike lo llevará a Popayán como coordinador de su programa de asistencia social a supervivientes en el Cauca. Aunque estará alejado de su esposa, María Isabel Rodríguez, y su hija de 6 años lo anima el hecho de que podrá brindar su conocimiento a quiénes lo necesitan.