campotraviesa revista de poesĂa
nro 4 - OtoĂąo
CONTENIDO
En un patio de 2x2 / Cristhian Monti 4 Mientras esperamos la cena / Julián Bejarano 5 OTOÑO 5 de la tarde / Aníbal Chicco Ruiz 6 Caminando despacio / Luis Luchi 7 Carta / María Teresa Andruetto 9 O’Higgins / Belén Iannuzzi 10 POEMAS SOBRE CIUDADES Calle Inca / Idea Vilariño 12 Hoy caminaba por once / Silvina Canning 15 Es linda esta ciudad / Jorge Aulicino 16 Caminos / Atahualpa Yupanqui 16 La casa y el viento / Héctor Tizón 17 LA MONTAÑA La montaña / Tomás Fadel y Elio Contreras 19 Los Descuartizadores / Agustina Paz Frontera 20 El olor a lluvia / Franco Rivero 24 MOVIMIENTO CONTINUO La ventanilla de un tren corta / Damaris Calderón 25 A medida que se cumple el movimiento de rotación / Laureano Della Schiava 26 La historia del poema / Mercedes Halfon 27 En este bosque - La choza / Mercedes Halfon 28 LA HISTORIA DEL POEMA Tengo que aprender / Mercedes Halfon 29
Cuál es la función: Iván Rosado 30 Catálogo de poesía de la editorial 32 LA EDITORIAL RESPONDE Nave agrícola pasa / Analía Giordanino 33 YVY / Jonatan Santos 34 Una fotocopia entre Chaco y Corrientes por Violeta Pastoriza 35 COMPAÑEROS POETAS Cabichuí 36 Open-Day Chapita por Mariano Blatt 38 EVENTUALES Hacia el oeste, el avance del imperio continúa por Diego Sánchez 40 La invención de Pauline por Agustín González 43 RESEÑAS Un lenguaje para que lo entiendas por Violeta Pastoriza 46 Roberta Iannamico
POETA DE LA ESTACIÓN
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http://granpatocriollo.blogspot.com.ar http://tengogatitosbebes.blogspot.com.ar POESÍA EN LAS REDES http://davidnahon.blogspot.com.ar
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Poetas
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REVISTA CAMPOTRAVIESA Revista de la Editorial Campotraviesa N° 4 - Otoño 2015 Dirección: Violeta Pastoriza y María Lucesole Colaboradoras permanentes: Mara Pedrazzoli y Ana Inés López Diseño: Violeta Pastoriza Corrección: María Lucesole Imagen de tapa y contratapa: Graciela Ostinelli
pueden escribirnos a editorialcampotraviesa@gmail.com Facebook: Editorial Campotraviesa Agradecemos a Sebastián Goyeneche por los consejos y a Blatt & Ríos por las gestiones de imprenta.
OTOÑO En un patio de 2x2 / Cristhian Monti
En un patio de 2x2 a las cinco está oscuro. Dos toallas se secan al mismo tiempo. Seguro que podaron la enredadera porque ahora veo estrellas que antes eran hojas. El viento hace bailar a las toallas. Escucho el aire del vecino escupiendo grados para acá. Quiero saber cada detalle del pájaro pergolero, aprender a decorar el nido para enamorarte como en el documental que viste con tu familia. Sé que deja caer la joya cuando la hembra lo rechaza. (publicado en: El camino de la liebre, Iván Rosado, 2011) 5
#poemas de la estación
Mientras esperamos la cena / Julián Bejarano
Los días de este otoño son frescos a la siesta un poco nos calienta la luz, blanca y poniente, del sol. Ahora es de noche y nos encerramos en la casa. No tenemos ganas de cocinar ni de hacer nada, así que le sugiero a mi chica levantar el tubo y llamar a la rotisería. Nos agrada la idea de acurrucarnos debajo de la frazada y tomarnos tiempo para problematizar cualquier insignificancia, o bien decirnos cosas alentadoras como: “es hora de que encuentres dónde focalizar el deseo, que la permanencia en el exterior no te absorba tanto, y que solo sea momentánea o valedera, esa resistencia, hacia un placer claro e interior”. Y otras como: “tenés mucha sabiduría para dirigirte a mí, si tan solo eso te sirviera a vos para actuar”. La verdad es que nos aburre mucho conocernos a fondo, la sociedad no es del todo mala, sin esa cuota de rencor y orgullo con que nos ocupamos de ella. Mientras esperamos el delivery, encendemos la televisión y por un momento, mientras cambiamos de canal, creemos estar a salvo de nuestro dañino intelecto. (publicado en: La prefabricada, Colección Chapita, 2008) 6
5 de la tarde / Aníbal Chicco Ruiz
La artista plástica frustrada que atiende el quiosco de la esquina barre la vereda. imagina geometrías sagradas en las hojas secas, multiformes, que el movimiento vuelve circulares. Mientras, Laetita pasa fumando con un titilo en el corazón, con poemas y culpas en la cartera. No se saludan, se desprecian. Sin embargo, se mimetizan. Es que son parte de una misma trama a sus inquietudes las atraviesa el mismo hilo. El universo las considera una sola, turbina de la tarde, que hace llover flores rosadas en la vereda. (publicado en: Perro Negro, Determinado Rumor, 2015)
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#poemas de la estación
Caminando despacio / Luis Luchi
Una valija de bastón y camino sin apuro. Miro las vidrieras entro en las librerías. Le pregunto al canillita cuál es el diario que más se vende aunque siempre se parecen. Todos me van dejando atrás, algunos me atropellan, ni se dan vuelta para disculparse y es seguro de que piensan que yo soy el culpable por meterme en su camino. Me compro caramelos porque no fumo, preciso una moneda para hablar por teléfono, (los cigarreros sólo cambian por interés) necesito rápido, ahora mismo, decirle a una mujer con quien me casé siendo niño que en este momento estoy pensando en ella. Me detiene una gorda señora implorando la ayude a ubicar una calle que está a la vuelta y me vuelvo presuroso ante los suspiros de admiración que siembra a su paso una lenta, indiferente dama. Un viejito lee el menú de un restaurant anunciado como el programa del teatro Colón, 8
Caminando despacio @ Luis Luchi
espero a ver si cuenta su dinero, pero se va. Siento que llegó la hora de tomar un café. La gran ventana abierta aunque está un poco fresco, la mesa limpia con el trapo servicial, la silla amplia, tentadora, sin ninguna pata floja. Qué barato es ser poeta, tener un lápiz y sacar un papel. (publicado en: El ocio creador, Stilcograf, 1960)
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POEMAS SOBRE CIUDADES Carta / María Teresa Andruetto
En la feria, cuando elegía alcauciles (estaban algo oscuros), un muchacho que no tenía más de trece años (lo vi correr, por La Cañada, hacia El Pocito), me arrancó la cartera (quedaron las tiras colgando). ¿Tenía dinero, señora? Nadie preguntó por tu carta (yo la llevaba conmigo, tu última carta, doblada en cuatro). Era sólo un papel y ese muchacho lo habrá tirado al agua. (publicado en: Pavese / Kodak, Ediciones del Dock, 2008)
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#La Cañada
#O’Higgins
O’Higgins / Belén Iannuzzi
Los veranos en el campo eran largos y calurosos, me tocaba dormir en la cama plegable con la almohada de lana; cada noche mi cabeza descansaba sobre esa piedra. Amanecíamos con el primer sol para andar a caballo antes de que el mediodía nos obligara a una siesta dispuestos como piezas de ajedrez sobre el piso de la galería o a un chapuzón en las aguas heladas del tanque australiano. Pocho ensillaba los caballos de memoria, a Flor le tocaba Pico, que era potrillo, bravo y porfiado; yo, sobre Pampa, aprendía, elegante, los ritmos de baile: paso, trote y galope. Una vez por semana subíamos al Citröen amarillo en dirección a Junín 11
O’Higgins @ Belén Iannuzzi
a buscar algunas provisiones y un mínimo contacto con el pueblo. *** Lo que más me gustaba era la noche, cuando salíamos a cazar luciérnagas que guardábamos en frascos de vidrio con agujeros en la tapa, ponernos Off en los brazos y las piernas, caminar detrás de la luz mala, quedarnos hasta la madrugada dibujando y leyendo en el comedor de esa estancia de principios de siglo a la que le quedaban pocos años para desmoronarse. (publicado en: El origen de las especies, Pánico el Pánico, 2010)
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#Montevideo
Calle Inca / Idea Vilariño
Faroles incas ruben subiendo por la cuesta flores de paraíso por el suelo la escuela mil novecientos cuánto la esquina las estrellas. El jardín inca ruben tibio escalón silencio ramas entrelazadas una hormiga subiendo. Tibio frío la luna las estrellas sin cuento. Olor a tierra ruben jazmín y madreselva los laureles rosados los helechos la verja. Frío ruben lo oscuro olor de aquellas flores de aquellos años fiestas. Una hormiga subiendo -faroles inca ruben— su camisa celeste. (publicado en: En lo más implacable de la noche, Colihue, 2013)
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#Buenos Aires
Hoy caminaba por once / Silvina Canning
Hoy caminaba por Once pensando en vos. Cuando no supe bien qué más decirte me senté en la vidriera de un local de la calle Paso casi Tucumán. Estuve ahí con la mirada baja al ras del suelo mientras caía el sol mirando las zapatillas de los chicos que pasaban. Después de un rato el vendedor del local mayorista salió para decirme que estaban por bajar las persianas y pensé que esto podía ser un poema tipo Fabián Casas. (inédito)
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#Buenos Aires
Es buena esta ciudad / Jorge Aulicino
Es buena esta ciudad. Podrías amarla. Cuando el tictac de la ortografía, el trabajo incesante en la inflexión, te permite respirar, la mirás. Lo saben tus vecinos: salís al balcón en paños menores y miras el perfil industrial de la vereda de enfrente, orlado por fresnos secos, el polvo aceitoso pegado a los flancos de la estrategia. Mapas mohosos en los revoques de este mundo de tres lados. Euclides derrotado. El blanco mediterráneo, al fin, con la historia que tan bien conoces; quiero decir, los edificios de los 60 ahora antiguos, viran todos al pardo, al color gastado de las mismas palabras, frases sobre frases en los talleres mecánicos, en la arquitectura demolida, en los huecos zaguanes que dan a los fragmentos: sonidos fantasmales. Sabemos adónde van los muertos, pero ¿adónde van las voces? Esta ciudad no deja de hacer ruido, es el sonido el que muele el pavimento. (publicado en: Cierta dureza en la sintaxis, Selecciones de Amadeo Mandarino, 2008)
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LA MONTAÑA Caminos / Atahualpa Yupanqui
Ni un rumor. Todos los sonidos de la noche han ido desapareciendo. Duermen los grillos, calla el pajonal. El viento mismo es una cosa ausente. El aire, inmóvil. La montaña se llena de silencios en el nacimiento de la luz. Algunas estrellas tenaces se afirman en el cielo azul, que ha perdido su intensidad. Sobre los montes del oriente vagan extraños tonos rosados, morados y lilas. Ya no es preciso adivinar las cosas: ahí están los algarrobos de la cuesta, la rama alta del álamo junto al camino, el pedregal, la cerca, el cauce gris del río, los oscuros terrones de la tierra arada que huelen gratamente. Sobre los pastos del potrero comienzan a brillar las lágrimas del rocío. ¿Ha cantado un ave…? Algunos ranchos despiertan a la vida del alba. Un humo breve se fuga por encima de los techos quinchados. Palidecen los tonos últimos de la sombra. Ya no es un misterio la mañana. Ha pasado el minuto del alumbramiento. Los pájaros ensayan tímidos su canto matinal. Aletean probando la resistencia de las ramas, prontos al vuelo. En los patios, los hombres estiran los brazos para ahuyentar la pereza. La tierra los espera como una amante fresca y aromada. ¡Caminos! Cicatrices de anhelos, de luchas y venturas, de sueños y regresos. Cada cruce, cada bifurcación es un puerto de adioses. Caminos… 16
Venas abiertas por donde corre la savia de la vida quebradeña, donde repica el tranco breve de llamas y burrillos, donde se deslizan las ushutas, donde nace el canto del hombre. Caminos que suben las cuestas del Cerro Bayo, salpicadas de cardones centinelas que custodian los oratorios a cielo abierto que los indios llaman apachetas. Sendas que se esconden en los montes de algarrobillos y churquis, y aparecen más allá, pasando el río, y entran por entre los barrancos rojizos, arrastrándose hasta el caserío de la villa, donde la vida se anima y las casas se aprietan como para vencer el frío y la soledad. Ushutas: sandalias indígenas Apachetas: viene de Apachijta, altar de oraciones indígenas Churquis: nombre quechua del aromo
(publicado en: Cerro Bayo, Siglo veinte, 1981)
Hector Tizón – La casa y el viento
Solo en las tierras altas las noches son verdaderas
Ya habíamos recorrido tres o cuatro horas de camino desde que el sol comenzara a iluminar los picos nevados del Oeste y la mula y yo éramos los únicos seres presumiblemente vivos de la tierra; ni siquiera el viento se movía. Al cabo la mula decidió entrar en un desfiladero sombrío de pizarras de devónicas donde paramos. Descabalgué y sin quitarle el cabezal, apreté la punta de las riendas con una piedra. Solo se veía el cielo muy alto y luminoso y el horizonte vacío. Pero la mula de un tirón liberó las riendas y comenzó a andar, lentamente, como indicándome que ese 17
Héctor Tizón @ La casa y el viento
lugar no era el sitio propicio. A una media legua estábamos en un paisaje completamente distinto, en una orgía de colores minerales en capas superpuestas como las franjas de una bandera alegre y descomunal, sin una planta, salvo las yaretás con sus pequeñas flores amarillas, el color primordial (lo amarillo es lo primero que ve un niño a poco de nacer y lo último que muere en la retina de un hombre que enceguece paulatinamente). En tiempo en que yo, apartando los gruesos volúmenes de jurisprudencia que habían sido durante buena parte de mi vida en nexo con la historia, apelaba a libros de biología y botánica, había aprendido que el nombre científico de esta planta era el de Azorella: se expresa -¿se expresa ante quién?- con diminutas flores amarillas que al morir de un lado renacen del otro. Ellas son los lirios de este campo áspero y esquivo. Aquí la mula quiso descansar y a poco me enteré de que había agua. ¿Hacia dónde iba yo? Otra vez me lo preguntaba. Huía en busca de la vida, y en esto seguramente, no estaba de acuerdo con la mula; ella no huía puesto que aquí, para bien o para mal, estaba la única vida posible. Volví a observar las pequeñas flores amarillas, inquietantes como un sueño olvidado, como un relámpago de vida. Había leído alguna vez: la vida ya no está en la naturaleza, ni en el mar, ni en las praderas, sino en las calles. El aire acumulado en el desfiladero que habíamos dejado atrás acababa de nacer y, convertido en viento, iba a asolar al páramo. Aflojé las alforjas para sacar el poncho con que abrigarme, busque un refugio y dos o tres piedras para conchanas y traté de encender un fuego pero me di cuenta de que no tenía fósforos. Era el atardecer, pronto sería la noche, y tal vez el viento, la nieve, la muerte comprobé en ese momento también que en este mundo, elegido como un tránsito, tampoco tenía cabida ¿Era verdad, entonces? ¿Hoy la vida está en las calles, en las ciudades? La mula, como los perros cuando su amo llora solo y en silencio, se apartó unos pasos cara al viento. No, no era quizá la vida lo que estaba hoy en las calles, sino solo la historia. Este era el consuelo de un hombre inerme, de un hombre como casi todos, que ha desterrado lo sagrado a causa de la razón y que ya no puede ver lo sagrado en la razón. Me ciño el sombrero hasta las orejas y agarro las riendas de la mula para llevarla al amparo del farallón. Ella se deja guiar, como un anciano de la mano de un niño. Allí trato otra vez en vano con qué encender fuego. Me parece que el cielo comienza a oscurecerse. Las calles, las ciudades, los recintos planificados por la estética, la asepsia, la política. También por las ideas, la represión, la policía, la competición y la muerte; la seguridad por el orden, que solo nos conduce a la locura o a la estupidez. Mi pasado está allí, en algún lugar, pero aún apresado en él ya no le temo. Siento que la vida es como un relámpago, una suma de relámpagos aislados, y regulares e intensos. Y el recuerdo no es más que la busca de esos instantes perdidos. (públicado en: La casa y el viento, Alfaguara, 2013) 18
La Montaña / Tomás Fadel - Elio Contreras
El esquiador. Bajará del telesquí y sentirá la comodidad de la nieve nueva en su primer giro a la derecha, aún con los bastones en una mano que clavará en el suelo, y con un solo guante puesto (el derecho, para fumar), y con las botas sueltas, que pronto se abrochará en una visita rápida al suelo, emulando el vuelo de la garza. Se enderezará, sintiéndose roble y recordándose bambú, y como recorriendo un ideograma dibujará la propia marca de su espíritu en el movimiento oblicuo de las piernas. Primer giro: slalom largo, giro a la izquierda, se clava bastón, dedo pulgar derecho presiona, la nieve recién hecha cede, y apenas se encuentra el esquí con el hielo de la noche anterior. Y la tabla derecha, líder de la inercia, traza sin problemas un semicírculo alrededor de la izquierda, completando el giro. Casi no hay descenso en el segundo giro: slalom corto. Abrumado por su amateurismo, Esquiador levantará con la pierna apenas la tabla para cortar la velocidad del giro en slalom corto. Los cantos de los dos esquíes en paralelo se hunden en la espesura del suelo salpicando ripio blanco hacia abajo. Los músculos, desde la planta del pie y hasta el cuádriceps, haciendo juego con la cadera, ahí son más que una serie de palancas que entran en acción comunicada: una sube y otra baja, según el dictamen de la pendiente, con el foco en el descenso. Bajar. Para un esquiador no hay otro temor. ehhh iuhhhahhhoo es el producto efecto Doppler que manipula con gracia lo que pasa entre a) la voz que grita del que agita un brazo e insulta, porque lo llenaron de nieve de un tablazo cuando estaba indefenso, tirado al suelo, ajustándose una bota en medio de Cenidor, el paredón que une Venus con Caris, y b) la mente del esquiador que no puede escapar de su oído. Bajar. Para un esquiador no hay otro valor. Entonces, piensa. Se frena a observar la montaña, primero, desde lo bajo y hacia el cielo, contemplando el tipo de nieve y los obstáculos que la misma formó. Después, en el ascenso, como un alma pura y elevada que sobrevuela campos de maíz en primavera donde los pastores se aparean mientras las ovejas pastan, observa el suelo, la plataforma que luego será extensión suya, y obtendrá de sus datos resultado: un gran día de nieve polvo, sin viento, apoyado por el sol que rayos solares eyacula desde atrás de las montañas, ahora, a las nueve de la mañana, y calienta las piedras que yacen pretéritas y lucen apuestas una fina capa de tejido blanco que los pequeños copos formaron la noche anterior y ahora, todavía congelados, antes de derretirse, conservan su forma intacta y tensa, como telas de arañas a punto de ser rahxuñáahs por el viento. Y una vez arriba, una tercera mirada, esta vez desde la cima hacia la pista que, oblicua, oculta de nuestros sentidos un objetivo final inolvidable para asegurar nuestra permanencia en el valle: la base de una nueva telesilla. (publicado en: La montaña, Fadel & Fadel, 2014) / se puede leer completo en http://fadelandfadel.tumblr.com/ 19
MOVIMIENTO CONTINUO Los Descuartizadores / Agustina Paz Frontera
descuartizábamos escarabajos en el jardín de casa poníamos de un lado las patas delanteras del otro las traseras en el medio del laboratorio un doblez de nuestra casa que parecía un estante dejábamos la parte troncal del escarabajo y en una esquinita en el piso íbamos dejando caer con asco las cabezas era el año 91 en el pasto los escarabajos eran plaga 20
“escarabajos”, decíamos hasta los hermanos más chiquitos sabían decir “descuartizador de escarabajos” des cuar ti z ador de es ca r aba ja jos descuartizábamos escarabajos en el jardín de casa de chicos parece que sólo hay que dejarse llevar todo se hace cuesta abajo en esos días no teníamos perro uno había escapado, era macho y se llamaba Paula el otro había hecho un pozo, Duque, en la loma sobre la que estaba la casa con las lluvias de una vez cada tanto, lluvias secas, Duque fue sepultado por la arena arcillosa que sostenía nuestra casa lo encontramos varios días después porque el hocico salía de la tierra sin perros nos medíamos contra los escarabajos los hijos de la casa en unas tardes de siesta con el sol pelado mirándonos la nuca analizábamos clasificábamos cortábamos las partes de los escarabajos de Neuquén era el año 91 21
los descuartizadores @ agustina paz frontera
y no sabíamos más que eso: descuartizar Susana entraba autos de lujo para discapacitados Diego era internado por la droga ya se hablaba del 1 a 1 Menem corría en Ferrari Argentina ganaba la Copa América y no sabíamos el mundo avanzaba pero nosotros colgados de un membrillo bichado resistíamos no había noticias apenas si ese 91 mi mamá nos contó quién había sido Freddy Mercury el reciente muerto famoso ¿de qué hablan los nenes? ¿decíamos que los escarabajos no tienen ojos? no ¿decíamos que “escarabajo” no es lo mismo que “cascarudo”? ¿decíamos qué estarán haciendo mamá y papá?, ¿qué vamos a cenar hoy? ¿en qué estación estamos? ¿qué vamos a ser cuando seamos grandes, cómo seremos como hermanos cuando ya no compartamos jardín ni casa, ni perros, ni padres? no. —mirá qué bueno que está sentí cómo se desprende la cabeza del tronco 22
#movimiento continuo
hace como un ruido que se siente con las manos. ¡¿cómo puede ser?! ¡si le sacás las patas sigue moviendo las antenas! decíamos que los humanos no tenemos antenas y que eso es una lástima descuartizar comer correr regalo nuestras palabras favoritas cuando éramos hermanos esas tardes de sol de 1991 (publicado en: La central del sentir, Nulú Bonsai, 2014)
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El olor a lluvia / Franco Rivero
el día que más te extrañé estaba cocinando el tiempo había cambiado cayó viento y empezó a llover cortó la luz primero abrí una ventana para sentir el olor a lluvia pelaba una papa y el corazón me pelaba el rostro pelaba otra papa y el corazón me seguía pelando el rostro así que dejé todo como estaba me saqué la ropa y fui a la lluvia jugué como se juega cuando se quiere llorar salté el tiempo suficiente para que el corazón bajara del cuello no hizo falta que llore la lluvia me había desahogado la lluvia siempre me ha desahogado volví y mi piel olía a mal tiempo me sequé apenas seguí cocinando en absoluta coherencia pelaba el corazón en las papas que quedaban y el rostro ocupaba el lugar del corazón (inédito)
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#movimiento continuo
La ventanilla de un tren corta / Damaris Calderón
—no asesina— corta impasible como un carnicero las reses el paisaje lo que se va quedando atrás y entra definitivo en el pasado. Nada más cruel más plácido que hacer señales desde una ventanilla que pulir ese vidrio inofensivo (nadie se picará las venas) Quizás del otro lado alguien reanuda este diálogo mudo. Pero no nos vemos gracias a la eficacia del conductor a la vertiginosidad del tren cuyo destino es moverse moverse con su carga de pasajeros muertos sorprendidos soñando en un vagón oscuro. (inédito)
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#movimiento continuo
A medida que se cumple el movimiento de rotación / Laureano Della Schiava
A medida que se cumple el movimiento de rotación del planeta, las sombras se desplazan. El banco de madera se desprende del molde original para terminar libre más allá de los límites impuestos por la materia. Se arroja sobre superficies rugosas que modifican su composición, entra en contacto con la base de un arbusto parte de una fuente y una nena. Algo parecido me sucede y aparezco, opaco y sin expresión, contemplando una estatua. Yo, en cambio, miro el cielo del atardecer cargado de filamentos sinuosos que nacen detrás de la línea de las casas, allá, donde se hunde el sol. (inédito)
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LA HISTORIA DEL POEMA Mercedes Halfon Hubo un hotel a la orilla de un lago al que fui desde los 8 años hasta los 18. Mis padres lo tenían por la obra social, pagábamos muy poco y nos quedábamos bastante. Era sencillo y a la vez deslumbrante, rodeado de bosque, muy lejos de la ciudad, apenas conectado por un puente bastante destruido a un camping donde ensayaban orquestas de cámara. Lo había edificado Alejandro Bustillo, un arquitecto extraordinario que trabajó mucho en la Patagonia. Para una nena de Buenos Aires, pasar un mes a la orilla de un lago en una especie de casa gigante de piedra y madera, era una experiencia enorme: intensidad y misterio. En ese bosque pasaron cosas importantes. Me quedaba al borde del lago congelado, escuchando cómo llegaban a través de las montañas los sonidos de los violinistas afinando sus instrumentos. Ahí mismo, alrededor de los 16 años, empecé a escribir poesía. Constantemente quería irme a caminar y perderme, hacer mi casa en el bosque. Mucho tiempo después alguien me pidió que escribiera algo así como mi mito de origen. Todos tenemos uno y el mío, me di cuenta, podía tener que ver con esa historia. Un lugar al que mi familia accedió porque alguna vez existió el peronismo histórico y su herencia incluía el turismo social que por fortuna habíamos podido aprovechar. Empecé a escribir y apareció el primer y el último poema de la serie; reflexionando un poco salieron otros más, un poco como ese truco que hacen los magos que empiezan a sacar de su boca un pañuelo y el chiste es que el pañuelo sigue y sigue saliendo y lo raro no es tener un pañuelo en la boca, sino el tamaño que tiene, la desproporción de lo que un cuerpo puede guardar. ¿A qué voy con todo esto? Como dice Agnès Varda: si nos partieran al medio, todas las personas tendrían un paisaje. Ella tiene una playa. Yo tengo un lago al que no entro y atrás se ve una montaña gigantesca. Voy creciendo y me animo a subir esas montañas, duermo en los refugios, en carpas, me enamoro, completo cuadernos con poemas sobre abejas, flores, casas de madera, monstruos del lago, antorchas que enciendo con naturalidad. A veces creo que en lo que escribo no me interesa tanto la historia personal, la voz poetizante, los subrayados de la conciencia. Que todo es excusa para poder nombrar esa agua azul y fría. Que todo lo que me emociona está en la música objetiva que transmite un paisaje. Me parece que en estos poemas se ve mucho esa confianza en un plano satelital. El golpe de un recuerdo borroso, como las fotos analógicas de los 80, sacadas con cámaras pocket donde a un margen, con números rectos, aparece una fecha puntual. Una poesía así. 27
En este bosque Pasaron cosas importantes. Fui amiga de unos perros trepé laderas pronunciadas sintiendo el poder que da el cansancio a un cuerpo. Sobre todo ese chico de Olavarría unos años mayor me habló el último día del verano me alcanzó para un año entero qué fácil a los nueve es pensar en casarse por una frase nada especial alguien levemente lejano, unas pocas palabras y me sigue alcanzando. La choza Miro el cielo por entre las ramas quietas como un esqueleto azul. Con mi hermano jugamos a la choza yo no sé, José, por qué estos palos no se quieren agarrar a la tierra qué mal se nos ha dado la construcción una vida tratando de crear una estructura sólida como cuando mamá te regaló una olla buena de acero inoxidable pero al tiempo la vimos en el fondo del terreno los pájaros y los perros bebían de ahí. 28
Historia de un poema @ Mercedes Halfon
Tengo que aprender Está el momento en que mamá lee en la orilla y confunde con tábanos la pinocha que le tiramos y el momento en que se encienden las luces del salón y el lago se vuelve un fantasma olvidado por todos. La mesa está cubierta de vajilla blanca tengo que aprender cómo se usa todo esto no importa lo que pase mi madre me sigue con la vista me sigue con la vista, me enseña que la belleza es algo que no debe acentuarse está en la orilla, en el movimiento de la mano en lo que sabemos y hacemos que ignoramos en el borde de la copa de cristal. (La serie pertenece a: Un fuego cualquiera, de próxima publicación por editorial Neutrinos)
Mercedes Halfon nació en Buenos Aires en 1980. Publicó las plaquetas de poesía Dormir con lo puesto (Zorra Poesía, 2008) Un paisaje que nunca vi (Color Pastel, 2010), el Epub Tres Islas (Determinado Rumor, 2011) y Hebilla de pasto (Vox, 2012). Forma parte de la antología de poesía argentina contemporánea Lo humanamente posible (El fin de la noche, 2008) y Poesía manuscrita Volumen II.
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respondeN Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli
¿Cuál es la función de la poesía? ¿Cuál es la función de los libros? ¿Cuál es la función de los poetas? ¿Cuál es la función de un poema en particular? ¿Cuál es la función de los desplazamientos semánticos de la lengua? ¿Cuál es la función de los géneros literarios? ¿Cuál es la función del sentido común y cuál la función de las batallas en contra del sentido común? ¿Cuál es la función de los amigos presentando libros? ¿Cuál es la función de un proyecto nuevo? ¿Cuál es la función de lo que uno tiene para decir y cuál la función de lo que el otro tiene para decir? ¿Cuál es la importancia de decirlo? ¿Cuál es la función de la censura? ¿Cuál es la función de la autocensura? ¿Cuál es la función de esta década? ¿Cuál es la función de lo diferente y en qué se diferencia lo diferente de lo normal? ¿Cuál es la función de la industria editorial? ¿Cuál es la función de lo experimental? ¿Cuál es la función de las librerías y cuál la función del sector destinado a los niños? ¿Cuál es la función del primer verso de un poema?
[fragmento del texto leido por Mariano Blatt en la presentación del libro Como si yo fuera su novia de Osvado Bossi]
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Cuál es la función @ Iván Rosado
¿Cuál es la función de la poesía? Iluminar ¿Cuál es la función de los poetas? Emocionar, alterar, excitar, serenar. ¿Cuál es la función de los amigos presentando libros? Sostener. ¿Cuál es la función de esta década? Resistir. ¿Cuál es la función del primer verso de un poema? Salir a la cancha.
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Catálogo de poesía Iván Rosado Torta alemana - Alejandra Benz Nuevas pesadillas – Julia Enriquez Poesía vs. Poema – Agustín González Desnudo total y escándalo – Virginia Negri El gran dorado – Daiana Henderson El quinto sueño – Milton López El entusiasmo – Tomás Boasso Moluscos – Rosina Lozeco El terreno infinito – Jonatan Santos Creo en la poesía – Diego Vdovichenko Litoral y Cocacola – Claudia del Río Versos de un jubilado – Francisco Gandolfo Tracción a sangre – Lila Siegrist Nuestra difícil juventud – Francisco Garamona y Vicente Grondona Al rayo del sol – Fernando Callero Alborada del canto – Beatriz Vallejos El camino de la liebre – Cristhian Monti El año de Stevenson – Elvio E. Gandolfo El campo – Osvaldo Aguirre Tulio Halperín Donghi – Juan Laxagueborde Vida de un gemelo – Santiago Venturini Mayo del 68 – Edgardo Zotto (próximamente) Diario del regreso - Edgardo Zotto (próximamente) The Volturno poems – Francisco Bitar (próximamente) Un tesoro local – Francisco Garamona (próximamente) Terrícola – Analía Giordanino (próximamente) Soledad Col – Fernando Callero (próximamente) 32
2 poemas @ Iván Rosado
Nave agrícola pasa / Analía Giordanino
Si miro el horizonte hay una canción ahí. Las casas me guiñan el ojo a un ritmo entumecido pero constante. En un momento aparece: una melodía de cuerdas de nylon y una gran nave se desplaza, como comiéndose el recreo del cielo. Después veo humo, restos de maquinarias, campos en concilio. No hay tranquera que apuntale: se desplaza una nodriza. Adentro de las casas la gente se duplica.
Inútil mirar al cielo con ansia, no hay nada, no hay nada. Las estaciones de servicio y las parrillas son actrices internadas por drogas, ahora limpias e intactas. Las luces del horizonte siguen ahí en su polirritmia. Y basta, ya está. No está más la nodriza. He arribado. (de próxima publicación en: Terrícola)
Cada tanto un montecito que da gusto. Pero insiste una cerrazón de árboles (concilian, concilian). Los pinos saben qué es lo que pasa. Cargan y apuntan. Están llenos de lechuzas agrupadas. De repente el campo no dice nada. Es arena movediza. 33
2 poemas @ Iván Rosado
YVY / Jonatan Santos
Desde el techo miraba el sol laqueado sobre una horqueta del pino con forma de Y. Miré las ramas del árbol, sus infinitas acículas verdes contra el cielo vahoso de atrás. Rosado, verdoso. El sol bajó más después, ¡flameó! como un último augurio. Entonces: el sol pasó por la rama en Y, después se sostuvo en una con forma de V. Un segundo de Gracia pura, cuando recordé la única palabra que sé del guaraní: YVY. Que significa sur, tierra, suelo, el mundo. (publicado en: El terreno infinito, 2015)
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COMPAÑEROS POETAS Una fotocopia entre Chaco y Corrientes por Violeta Pastoriza
El año pasado viajé a Resistencia, y aunque mi primera impresión de porteña fue que estaba en un pueblo grande, me dijeron y descubrí que se trata de una ciudad con mucha vida cultural. Esto no es solo una cuestión autóctona, sino que se corresponde con la Ley Provincial de Cultura sancionada en el 2010, que crea el Instituto Provincial de Cultura del Chaco y le asigna el 1% del presupuesto general, algo único en el país. En ese momento, la institución atravesaba una gran disputa política: Capitanich había dejado la gobernación para ser Jefe de Gabinete y el interino Bacileff Ivanoff, coqueteaba con el massismo. Mientras caminaba por una feria organizada en la Casa de las Culturas y los locales me contaban la rosca, compré algunas publicaciones sin prestar mucha atención. Cuando volví a Buenos Aires leí “Cabichui”, y me arrepentí de no haber traído todos los números. Sus editores y editoras son de Chaco pero también de Corrientes, y me lo comentaron porque esa cuestión les parecía importante y a la vez problemática. El primer acierto del fanzine es haber resuelto esta dualidad creando una ciudad imaginaria llamada Guaranípolis, y adjudicarle al fanzine ese lugar de origen. Porque la frontera provincial es sobre todo un accidente geográfico que se salda cruzando un puente en 20 minutos. Muchos van y vienen para trabajar todos los días. El segundo acierto es el nombre. “Cabichuí” fue un semanario bilingüe, parte del llamado “periodismo de trinchera”, que surge en Paraguay durante la guerra de la Triple Alianza, para mantener elevada la moral de la tropa. Este tipo de publicaciones eran posibles gracias al gran desarrollo del telégrafo 35
que tenía Paraguay en esos años de potencia, y circulaba tanto entre la población civil como militar. Se destaca de los otros de su tipo por dos cosas: sus ilustraciones y su carácter satírico. Era un periódico para ridiculizar al enemigo. Todo esto lo aprendí por googlear el nombre y ya puedo comprobar con ese hecho la acción cultural de los compañeros poetas de Guaranípolis. El contenido y el formato del fanzine es muy variado, pero se mantiene siempre en un tamaño de bolsillo, o más bien bolsillito, de fotocopia en blanco y negro. Hay poemas, ilustraciones, propuestas, instrucciones para hacer instalaciones y asociasiones inagimarias que unen, por ejemplo, a los usuarios de mochilas. Compartimos a continuación algunas de sus páginas.
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compaĂąeros poetas @ CabichuĂ
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EVENTUALES Mariano Blatt: Open-Day Chapita
Como un secreto compartido entre varios, como el pianito de una canción que sólo es posible escuchar con auriculares, como un edificio que parece abandonado pero en realidad está ocupado por susurrantes inquilinos, la lectura de poesía entitulada “Open-Day Chapita” quedará en el recuerdo de aquellos que tuvimos la gracia de estar. Era el fin del verano. Yo estaba sentado con Violeta en un sillón en la terraza, justo al lado del lavarropas de carga superior lleno de hielo que funcionaba como heladera para las cervezas que despachaba Martina en la alta barra de la cocina. Ya habíamos tomado varias de esas, e incluso creo que para ese momento ya habíamos comprado un vino tinto. Acababa de terminar la lectura de María, Aldo y Martín, que me había dejado en un estado bastante inspirado, liviano, cuasi cuasi extasiado. Violeta debía andar en la misma, o en una parecida. Le comenté algo sobre eso, sobre ese momento de gracia: un viernes a la tarde, en la terraza de uno de los lugares más míticos y místicos de la escena poética porteña, con amigos; libros hechos por amigos (las editoriales Gigante, Fadel&Fadel y Chapita montaron una feria); charlas aceleradas y otras más relajadas. La tribu, nosotros, la tribu de la poesía, bajo el cielo de Once. Recuerdo haber escuchado o haber participado en distintas conversaciones. “¿Cuándo fue la primera vez que leíste en público?”, por ejemplo. Conversación que daba cuenta de que muchos de los asistentes éramos, o habíamos sido, alguna vez, poetas. “¿Cómo imprimís esta tapa?”. Conversación 38
que daba cuenta de que muchos de los asistentes éramos, o habíamos sido, o queríamos ser en el futuro, editores. “¿Cuánto cuesta el vino?”. Conversación que daba cuenta de… Pero hablemos de las lecturas. Aldo Giacometti, bajo la cariñosa mirada de su hermano, leyó fragmentos de Qué no hacer, su debut literario editado por Fadel&Fadel. Fue una lectura bien sostenida, in crescendo, que hizo pie en la aliteración para ir generando confianza en él e hipnosis en nosotros. Salimos turulecos, con la guardia baja, dispuestos a lo que siguiera. María Lucesole, en cambio, vino a proponer un tempo y una sensibilidad rutera-tranquila: la del que sale a la ruta pero no a viajar, sino a pasear, a alejarse una tarde de su pueblo. Abajo, las calles de Once rugían, pero ahí arriba, la voz de María silenciaba nuestros problemas, nuestras ambiciones y distracciones urbanas (mundanas). Y entonces, cuando no sabíamos a qué sensibilidad aferrarnos, Martín Dubini se paró adelante de todos y ocupó el espacio con una voz semi-extrañada, semi-afectada, proponiendo climas e imaginarios de VHS. Un español internacional, panamericano, para describir una guerra mental en la que están permitidas las armas químicas. ¿Qué debíamos hacer nosotros, el público, después de estas tres lecturas? ¿Cómo reaccionar? ¿Cómo volver? ¿A dónde? Por compromisos personales, me tuve que ir antes de que llegara la pizza. 39
RESEÑAS Hacia el oeste, el avance del imperio continúa Por Diego Sánchez
Como los gambusinos californianos que durante la fiebre del oro rastrillaban la orilla de los ríos, la poesía de
Alfredo Jaramillo supone también un rito de anhelo y desesperación, un viaje al bosque para encontrar en el brillo marmolado de la madre tierra una riqueza. De la nada, del barro, una civilización. Unidos y organizados muestra al poeta arrodillado ante el fluir acuático de la época, sumergiendo su criba para extraer los minerales ocultos del presente. Y narra eso que emerge: “[E]stán respirando uranio en la boca / de una chimenea en Pyongyang / comprando trotil por internet / para rellenar panes y venderlos / en la puerta del Konex.” Como si Gary Snyder se fundiera con Louis Althusser en una banda de rock, Jaramillo levanta de su río referencias, nombres propios, busca sujetos, procesos, fines, los describe, arremete contra la realidad y la desarma. La limpia. Filtrado el barro del sentido, parece quedar la piedra primitiva con la que se cincela la poesía. Hijo del desierto, Jaramillo sabe que esa extensión de viento y tierra puede ser tanto el cementerio de una civilización extinguida como el canto a la mitología del futuro. Su obra, que por momentos parece surcada por la abulia o el desencanto, es exactamente lo opuesto: es la construcción de un universo a partir de la pregunta por la unidad y el devenir en el maelstrom de la realidad. Frente al rezo cuáquero de la organización, la distorsión de una Historia caótica y movediza que humecta con su lengua bífida las biografías. La propuesta es sumergirse ahí. En su cosmogonía habitan bailarinas búlgaras, oficinistas-convictos, “viejos cónsules del estilo”, psicóticos de la burocracia, campesinos al pie de una secuoya imaginaria, todos unidos por ese hilo invisible del deseo y la ambición. Una gramática de las transacciones políticas, económicas y sentimentales. “Están subiéndose a la lengua de la cobra / contemplando desde ahí las ondulaciones del camino.” Así podría arrancar cualquier obra de Alfredo Jaramillo: con una ruta en el horizonte, un sendero luminoso que conduce a una selva donde conviven pequeños militantes de la soledad con marginales del progreso, y donde el águila que planea sobre los árboles no permanece en el paño prístino del cielo sino que “se estampa en una campera de cuero.” Jaramillo escribe sobre los efectos, sobre las formas en que el mundo impregna, recluta y nos escupe cada vez que avanzamos. 40
Unidos y organizados @ Alfredo Jaramillo
Por eso no hay abulia sino desafío, ansiedad, un ruido que no se termina. Abramos Villa Negra (El Niño Stanton, 2010): “Como una ballena encallada en la playa / siento la lengua muerta. / Hay que picanear / al cetáceo dormido / hasta que se arrastre y vuelva al mar / para que vaya, vea y venza / a lo que está por venir.” Su trabajo sobre la palabra es un trabajo sobre la sucesión, sobre el recorrido. “Sujetos al volante / nos entregamos a la inercia / y al aceite que hierve adentro / le decimos sangre”, escribe en Piedra del Águila (Vox, 2013). En Unidos y organizados: “Están inquietos, afiebrados / por la leche maltratada que va / del corazón a la mente.” También esto: “Los gritos de la pista, el trago sin hielo / el humo de cigarro zurciendo el pulmón / hace aflorar el pensamiento.” La batalla de gallos entre la emoción y la razón, entre la naturaleza y la ciudad, es una parte constitutiva de su obra, aunque no en oposición, figura clásica de la literatura, sino en sincronía. La poesía de Jaramillo es como el paisaje cerebral de ese hombre que cree escuchar en el viento las noticias del otro lado del mundo. Su obra es una letanía. Jaramillo tiene una ballena en la lengua y le gusta sumergirse en océanos inmensos y profundos, construir una larga marcha stoner, una travesía hacía el abismo argentino a caballo de versos ansiosos, extensos, no como un mapa sino como un territorio, donde se habilita la rima como un manifiesto valvular y el lenguaje parece un subtitulado. “Están comprando blusas / en una feria americana / regateando berenjenas / con una familia boliviana / estudiando ingeniería / genética, biónica, ciencia / política, preparándose / para el futuro y evitar / la disyuntiva de sacar / un maní del fondo de un vaso / o abrirse una cuenta / para comentar en La Nación.” La poesía de Jaramillo es todo eso que queda en la criba de un poeta rítmico, inquieto y reflexivo que filtra la realidad. Como si en lugar de aceptar el dictado de lo dado, la sintaxis de la época, el poeta indagara más allá y se acercara a la orilla del río para buscar un tesoro oculto, que a veces es piedra y otras veces oro.
Están tomando cerveza Unidos y Organizados adentro de un camión blindado Alfredo Jaramillo y tienen la pistola preparada en el cinto Editorial Neutrinos -Si se asoma un narrador -dicen a coro- se la pinto El grupo juvenil alejado aún de la etapa amarga de la producción social le muestra a sus suegros mezcladas las fotos de un viaje por Latinoamérica en una aparecen montados en mula en otra aparecen abrazando a un indígena en otra aparecen tomando pisco 41
Unidos y organizados @ Alfredo Jaramillo
sobre una pirámide de gringas con bombachas de ATTAC. Desde el centro del tornado soplan para enfriar su lírica eslava buscan enfriarla para fraguar su voz para venderla como si fuera borsch creen que están en la ribera del Volga pero están adentro de una turbina haciendo girar el dínamo de su paranoia. Tienen visiones, sienten que bucean con mantarrayas y entran en éxtasis al ver sus aletas flamear en el silencio del agua. Otros en el desierto de Sonora tomando mezcal y acicalando una lora juntando coraje para saltar hacia la próxima frontera. Hacen fuego en la cubierta de los portaviones exhalan aire de sus bocas iluminados por las antorchas del pensamiento sudamericano. Ponen sus caras en los comerciales de Kraft a cambio de comida importada y migral. Están tratando de llegar a enero comprando garrafas sociales azotados por la ventisca en una calle de tierra, robando con manguera el gasoil de un auto de los suburbios refugiados en sus camperas de jean y un peinado patotero que al verse en el espejo les recuerda lo bien que escriben cuando están en pedo. 42
#reseñas
La invención de Pauline Por Agustín González
Y a desde pequeño contemplaba nuestro río Paraná; majestuoso, manso y otras veces bravío, por el que surcaban embarcaciones provenientes del Alto Paraná, con su carga de madera, naranjas, yerba mate y tantas otras mercaderías. Observaba desde los muelles, allá, a la distancia, el hermoso panorama que ofrecían las islas que se extienden a lo largo del ancho río; imaginándome una misteriosa vegetación. Era una sugestión constante, y sólo sentía el deseo de conocerla. Raúl Domínguez, Conferencia sobre la vida y costumbres del hombre de las islas; flora, fauna y relación con el litoral de algunos países. Cuando un escritor, o en este caso, una escritora, se pone a escribir una novela o una pieza de ficción, se entrega sin saberlo, las más de las veces sin saberlo, a un proceso de reforma subjetiva, y no es raro que extraños sucesos comiencen a acaecer en torno a él, o a ella. En principio, funcionaría así: el libro que uno está escribiendo anticipa de manera novelística el porvenir del escritor, o bien por el contrario, el libro que está siendo escrito previene al autor de caer en tal destino, como una especie de conjura, exorcismo o desviación oracular. Muchas veces, una tercera cosa puede suceder: que el escritor naufrague entre sus palabras y sus destinos posibles. Pauline lo hace muy bien, naufragar, sobrevivir, dibujar sobre la costa del río, fumar, tocar el tambor, crear un nuevo calendario a partir de efemérides personales, escribir a la deriva, enseñarle-sin éxito- el español a los animales. Una casa y un tambor es una novela de aventuras, un diario íntimo, un manual de supervivencia o guía de autoayuda para aquel que está atrapado a la deriva, aquel que tiene que volver a creer, que piensa que algún día va a tener que regresar y que por ahora está tomando un respiro o unas vacaciones o simplemente se ha evadido tanto de la realidad que está ya muy lejos, muy lejos de todo. Un libro-isla escrito a la orilla del río, en estado de naufragio y aislamiento, escrito en una lengua nueva y a la vez autóctona, cuyas páginas prometen una temporada de sol en la playa, la siesta a la sombra de un árbol cerca de la laguna, canciones de despedida en la noche estrellada, esperanzas de una vida tranquila. Además de eso, el libro contiene una conferencia acerca de naufragios voluntarios y de actos inexplicables, de montañas que se mueven y del fracaso como motor, del vino y de los cigarros, de los monstruos negros
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#reseñas
y de los sueños despiertos, de los artistas locos y de los marineros perdidos, de Cortázar, Sawyer, Gardel, de fantasmas vivos y ballenas muertas, de museos imaginarios, de islas y de bares, de ríos y de canciones. Pauline Fondevila nació en la madrugada del 5 de mayo de 1972 en Le Havre (Francia). Estudió literatura y bellas artes. Vive y trabaja de puerto en puerto. Le teme al aburrimiento, de manera que siempre incluye a los demás en su trabajo, ya sea física o simbólicamente. Es una afable jardinera y excelente amiga. Toca el tambor, canta, dibuja y escribe novelas.
Hoy me pareció ver un edificio sobrevolar la isla, me escondí en el bosque. **
Una casa y un tambor Pauline Fondevila Editorial Iván Rosado
Pensé en empezar a construir un barco. Descubrí un muelle hundido a medias en el agua, aparentemente fuera de uso desde hace mucho tiempo. Podría ocuparme de restaurarlo quizás... de todas formas está claro que necesito un objetivo, algo que me ayude a levantarme cada mañana. A lo mejor dibujar no es suficiente. ** Estoy probando nuevas estrategias contra el aburrimiento y la lluvia. Una consiste en hacer como si no pasara nada: sonreír, cantar, salir a pasear. Otra es dejarme llevar, y aceptar lo que sucede, sin stress pero con determinación. Una tercera es dedicarme a mi proyecto de barco, tomarlo como un trabajo que hay que hacer todos los días, sí o sí. ** La isla es capaz de darme todo lo que necesito para vivir con comidad y sin presión. Una vez asumido este contexto de vida, todo va a ir bien. Sigo con un poco de miedo, sobre todo a la noche. Pienso demasiado, ese es el mayor desafío en la isla: parar ese flujo de pensamientos que me impide avanzar. A veces voy hasta la otra 44
Una casa y un tambor @ Pauline Fondevila
punta, donde hay una barranca abrupta y el agua es muy profunda. Me siento allí, fumo un cigarro y dejo que el viento ocupe mi mente, sólo viento. ** Me acostumbro a vivir con los susurros, los ruidos extraños y las sombras inquietantes. Viven conmigo las veinticuatro horas del día y hasta transformaron mi forma de dibujar. Desde hace unos días mis trazos mutaron, y lo que antes eran dibujos de contornos nítidos y cerrados, se transformaron en manchas sin límites bien definidos. Ese cambio me sorprende y me gusta. ** Me quedé una gran parte del día en la barranca, pensando en saltar, y a la tardecita volví a mi cueva por el camino de siempre. ** El barco que había empezado a construir se transformó con los días en una casa, sin que recuerde con claridad haber decidido cambiar de plan. Cuando volví a la obra descubrí comienzos de paredes y bocetos de puertas. Lo que iba a ser un casco liviano y destinado a flotar, se convirtió en unas fundaciones firmemente encastradas en la tierra. La isla me está invitando a quedarme. 45
#reseĂąas
Un lenguaje para que lo entiendas Por Violeta Pastoriza
4XHGDU HPEDUD]DGD SRU HUURU HV XQD IRUPD GH TXHGDU HPEDUD]DGD ¢< TXp HV XQ HUURU" 8QD FRVD TXH QR HVWDED HQ ORV SODQHV HVR TXLHUH GHFLU TXH QDGLH VH OD KDEtD LPDJLQDGR $OJR TXH VH ODPHQWD GHVSXpV TXH VXFHGH R XQ GHVHR WDQ SURIXQGR TXH QR VH VDEtD \ HO FXHUSR VH DGHODQWD \ OR UHDOL]D Ser madre debe ser la experiencia humana mĂĄs intensa, masiva y cotidiana que existe. EstĂĄ lleno de madres, todas las personas tenemos una, y sin embargo, la maternidad no deja de estar cargada de miedo y misterio, no deja de ser lo desconocido, la otra forma de vivir la vida. El libro de Marina Yuszczuk me acercĂł a esa experiencia como nunca antes otro discurso lo habĂa hecho, me recordĂł las palabras de mi madre y que toda madre usa alguna vez para justificarse ante su hija mujer, â&#x20AC;&#x153;ya vas a entender cuando te toqueâ&#x20AC;?. No es fĂĄcil contar con palabras lo que nos hace animales. Hablar del mundo de los hombres y de la naturaleza por separado es mĂĄs comĂşn que hablar de la naturaleza que hay en nosotros. AhĂ la poesĂa cobra un sentido particular, y en este libro aparece eso, la poesĂa como una forma reveladora para hablar de la maternidad, que puede decir algo distinto de la biologĂa, de la medicina, o de cualquier discurso cientĂfico y ser cierto, que puede incluso decir que hay cosas que no se pueden decir, y en ese gesto socrĂĄtico estar mĂĄs cerca de lo verdadero. 8QR VH HVIXHU]D SRU GHFLU VX YHUGDG SRU PDQWHQHU FLHUWD ´ GHOLGDG D OD H[SHULHQFLDÂľ SHUR \R SDUWR GH OD EDVH GH TXH WRGR OR TXH HVWi SDVDQGR QR VH SXHGH HVFULELU < VLQ HPEDUJR TXLHUR GHFLU DOJR 9LYR HQ HO PXQGR GH OD LQIDQFLD GH PL KLMR HQ XQ DxR VLQ OHQJXDMH El lenguaje es el otro tema que atraviesa el libro, ÂżcĂłmo hablar de esto que no se puede decir? Puede leerse este libro como un ensayo poĂŠtico sobre el lenguaje materno. Es claro y cercano, pero el lenguaje materno no es el discurso materno, del que intenta alejarse: Quiero decir las cosas de este aĂąo de la forma mĂĄs delicada posible, / delicada, Âżpor quĂŠ? / Porque no tengo que quedarme atrapada en la banalidad del lenguaje de la queja, / En el â&#x20AC;&#x153;estoy cansadaâ&#x20AC;?, en â&#x20AC;&#x153;hace meses que no duermo dos horas seguidasâ&#x20AC;? Esa falta de lenguaje se traduce en sueĂąos, soùÊ que a mi bebĂŠ le salĂan un montĂłn de dientes pero en mi boca, en versos de baba y onomatopeyas, en comparaciones que describen un estado que muchas 46
Madre soltera @ Marina Yuszczuk
veces roza la locura. Porque este libro está lleno de transformaciones, de estados alterados de conciencia que no necesitan de otra droga que las hormonas para producirse, porque no hace falta otra razón para enloquecer que hacer de un cuerpo dos, y luego tener que asumir que ese cuerpo nuevo es otro. Pero todo el tiempo está también la ternura, la necesidad de un trato especial hacia las criaturitas: Sí, el exceso de diminutivos es real, pero debe pensarse que estamos hablando de bebés. Lo pequeño de lo pequeño, los bebés. Inicialmente, lo liviano. No se les habla de la misma manera. Se improvisa un lenguaje que los roce lo menos posible, un equivalente de las palmas que los tocan sin pesar, incluso cuando se violentan. Por eso, primero, la palabra “bebé”
No hay un poema que pueda representar este libro, tampoco una sola lectura. Es un libro integral, entero. Lo que seguro no es este libro, es un libro sobre ser madre soltera, con todas las implicancias que tiene un título así, como pensar en vivir con poca plata, en ser abandonada o en cierta dureza de la vida sin ayuda. El título funciona, pero yo diría que en todo caso, lo que importa es que toda madre es en cierta medida una madre soltera, porque los momentos en los que aparece la pareja, son momentos que componen otra cosa, no la maternidad. Aunque eso que está o no ahí, la pareja, pueda ser el inicio de todo.
La ola de frío polar Esto nunca pasó, yo me lo imaginé pero es una historia totalmente posible te diría que es verdad estábamos en el huequito que sabés el de mi cama acurrucados, porque hace mucho frío y vos me dabas vuelta te subías encima y me decías quiero estar adentro tuyo después me la metías
Madre soltera Marina Yuszczuk Editorial Mansalva
y mientras me cogías muy despacio me largaba a llorar es lo más lindo que me dijeron nunca pensaba, y me pregunté ¿estallaremos? no te pongas el forro, por esta vez mejor, y si es preciso hagámonos una familia
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POETA DE LA ESTACIÓN Roberta Iannamico Estos poemas forman parte del libro “Nomeolvides”, que saldrá por editorial VOX en este 2015
llueve mucho ruedan ciclos bicis autos por la calle fría va la lluvia pelo suelto va barriendo los intentos suena lejos la guitarra es de agua la canción pasan perros negros
de sol era tu cuerpo entero con la mano me tapé los ojos por no poderte mirar me sentí liviana como una nube tirada sobre la cama
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desde la montaña la nube en lluvia fina se deshace en el mar el viento revuelve constante vamos a cocinar vamos a hacer polenta con el mar desde la montaña veo las barcas que se hamacan en las olas que vienen hacia acá una nube pasa y me despeina un pensamiento se vuela condimento del mar esta cebolla me hizo llorar
una plaza vacía de noche un banco y un árbol esperando enamorados ¿ya no quedan candidatos? una chica con un ramo de flores pasa llorando un tipo da la vuelta al perro en silencio sus pasos y los pasos del perro acompasan el ritmo eterno de esta gran ciudad en una esquina: amistad toman de la misma botella los autos van como seres autosuficientes son más que los dinosaurios cuando estaban en su esplendor y también más rápidos algunos con cara de malos pero no este colectivo en el que voy bonachón es el ballenato que nos tragó es una madre insomne distraída alienada
por la rutina ayer un día de calor de sol de verano de enero que Patri protagonizó vestida de amarillo con una remera que yo le regalé con el dibujo de una espiga como ella bajo el sol yo pescada entré al río y me clavé un anzuelo soy un pez pescado por un pescador soy el pescado que alimentará a sus hijos a veces risueños a veces serios no soy un pez que se escapó y atemorizado nadó atónito cruzando el agua rápido pero en cámara lenta la anécdota más grande de su vida su cicatriz. 49
poeta de la estación @ Roberta Iannamico
esta musa de campo es más parca esta ninfa de arroyo bonaerense ya está acostumbrada a charlar con el viento ¿qué te dice? ¿qué te trae? un momento muy intenso y después paz
gracias ese día lindo era mío nunca hubo otro igual en el patio tanta luz mate dulce une ronda suave vas por donde voy siente el cuerpo cosas tuyas por las venas va la tarde cielo sobre piel pies llegan mansos a la noche un regalo fue la luna en la puerta de la casa llena por la luz del sol
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vibrando los campos mojados absorben la sed que los calma resbalan deslizan patinan encharcan su pecho latiendo el sol tenderá tibia manta el mismo tocándolo todo el campo explotando de brotes se besan el cielo y la tierra
POESIA EN LAS REDES selección de Ana Inés López Blogspot fue creado en 1998 y en 2003 comprado por Google. En 2006 lanza su version beta, la cual permite el uso de etiquetas y desarrolla formas mas accesibles para la manipulación de sus herramientas en cuanto a diseño y edición. Se han hecho blogs de abundantes temas y materias, los periodisticos son los que mas trascendencia han tenido. De todas maneras los blogs literarios tuvieron la suficiente fuerza como soporte digital de publicación como para influir en el campo de la literatura, a partir del advenimiento de internet, tanto en forma como en contenido. Desde hace unos pocos años, la aparición de nuevas plataformas como twitter o tumblr, con interfaces mas dinámicas, produjo una emigración de blogspot bastante masiva, pero quedaron algunos, como un pueblo que prefiere ignorar que ya no llega el ferrocarril por estoicismo y confianza. Haciendo hincapié en la poesía, a continuación tres blog literarios que siguen actualizando.
Gran pato criollo granpatocriollo.blogspot.com.ar Dos ollas de agua hirviendo Una olla de agua hirviendo dos ollas de agua hirviendo es todo lo que hay en mi cocina pasar de uno a dos es muy simple. pero... ¿Cómo se pasa de cero a uno? 51
#poesía en las redes
Tanto rezamos… Anoche supe una triste noticia, y me acosté pensando tanto rezamos y pedimos y muchas veces no se cumple lo que le pedimos a Dios... Este año pedí tres cosas especiales e importantes, por la vida, y ninguna se cumplió. Solo Dios sabe por qué. Realmente vivimos en las tinieblas... Coleada Cuando garúa como ayer el asfalto se humecta. La bicicleta pierde su maniobrabilidad de costumbre, colea hay que ir más despacio, los autos colean y se zambullen en pozos de arreglo de calles yo coleé. fue cerca del cordón. no fue escalofriante, fue una coleada mínima -no puedo accidentarme, debo llegar a tiempo a la clase-. Dejé la bici en casa, mejor voy a la clase en colectivo. la até en el poste. pasé a caminar hasta la parada, veinte metros. dejó de llover, el asfalto ya se secó. Y voy, y voy, y voy a amarte toda la vida / serás, serás, serás para mi la más querida/ Cómo no te voy a amar,/ Cómo no te he de querer, / Si solo es para mí,/ Si solo es para tí el alma mía... Somos queribles a pesar de todas la catástrofes. Queremos mostrar que la vida es efímera que todo equilibrio se puede romper, con solo el murmullo de un vientito... ¿Quién de nosotros no ha puesto un plato sobre el borde de la mesa, por la mitad, ni deseando que se rompiera, ni deseando que se salvara, solamente sintiendo que el lugar que le cobra su lugar vital, es el del peligro...? ¿Qué cosa le podría ocurrir de trascendente a un plato?
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Gran pato criollo @ Inés Acevedo
Así se comprueba, como lo han dicho tantísimos filósofos y científicos que el caos, perpetua calidad humana es tanto lo que nos genera como nos preserva. el universo no es delicado ni está en peligro es una masa de partículas en constante interacción caótica Lo importante de este gesto es su gratuidad. ¿Qué necesidad de justificar el peligro? Allí encontramos la materia, la energía que mueve el mundo, su constante gratuidad. Debe haber una energía extra que mueve al mundo y ésta no tiene razón. Las preguntas de mi vida ¿Soy diferente a una estrella? Cuando estoy sola caminando en la banquina de noche, camino y veo el borde de la ruta de asfalto grueso de la ruta nacional y el borde blanco pintado, el primero conserva la temperatura del día, el segundo se enfrió un poco, miro el cielo casi del mismo color que la ruta y las estrellas, me pregunto ¿No soy una estrella más? ¿Y mi vida tan valiosa como eso? ¿La vida de una estrella alrededor de otras estrellas? ¿Qué es un objeto abandonado y cómo se lo abandona? Pienso que un objeto abandonado no es abandonado de una sola persona, es abandonado de todas las personas. Un objeto abandonado es algo muy fuerte ya que significa que nadie lo tomó. una casa tomada es una casa abandonada que ha sido tomada. un objeto abandonado alienta nuestros terrores más profundos. vemos algo terrible en ese objeto, todo el paso del tiempo y el tiempo que pasa es tan fuerte y tan terrible que lo conducen a un abandono mayor. Cuantas más personas lo abandonan, más abanadonado está. A la inversa que una discoteca se llena más cuando hay muchas personas que van. (Inés Acevedo, Tandil, Buenos Aires, 1982) 53
#poesía en las redes
Mi mente es como un DJ malo tengogatitosbebes.blogspot.com.ar
Hola Soy una chica que siempre está sola. Voy a tomar café sola. Bailo en mi casa sola. Voy a tomar cerveza sola. Hago trámites interminables. Converso con taxistas sobre las ventajas de vivir en una ciudad tranquila. Busco videos en youtube para divertirme, bajo discos y me emociono con películas. Ya sé, quizás no me comprendas pero también estoy triste y a veces lloro pero después se me pasa y me pongo bien de vuelta. Varias veces al día me digo a mí misma: “Flavia, estás sola en el mundo y nadie te quiere, tenés que valerte por vos misma”. También: “Flavia, basta de llantos y de caprichos, tenés que ser fuerte”. Es importante estar preparada, por si viene el fin del mundo. Últimamente la idea del fin del mundo me persigue y sueño con tsunamis y terremotos. También digo: “esto ya pasará”. Canto canciones y grabo videos por whatsapp y se los mando a mi amiga que vive en Alaska. Me da miedo caminar sola por calles oscuras a la noche, como cuando se está por largar una tormenta. Eso me pasó antes de ayer al caminar por Colegiales. Llegué a lo de mi tía aterrorizada porque el cielo estaba naranja y rosa con destellos amarillos. En las cuadras largas y vacías corrí lo más fuerte que pude hasta que me encontré con un grupo de deportistas de calzas metalizadas. Pensé que todos íbamos a morir y que me iba a caer un rayo en la cabeza. Esa inestabilidad es la que siento cuando pienso que voy a perder la escritura por un shock eléctrico o por un cambio en el estilo de vida. Después estábamos por cenar y una ráfaga voló todas las sillas de plástico del patio y entraron de repente muchísimas hojas y el gato y el perro se fueron a esconder y yo dije “listo ya fue todo”. Empecé a temblar. Eso mismo le pasó a mi prima embarazada que estaba sola en su casa y justo se le cortó la luz. Se encerró en la habitación con los dos perros hasta que todo pasara. Yo no creo que la escritura sea un poder pero ojalá que nunca nos abandone.
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Toda la poesía del siglo XX
Somos tan malos poetas como cantantes, y esa es también una idea teórica. En realidad, solo podemos hablar de las imágenes como sacar la cabeza por la ventana un domingo por la mañana. Los poetas buenos son aburridos una se pregunta ¿cuándo van a tropezar en el poema? Ser consciente de toda la poesía del siglo XX ¿puede transmitirte un destello de alegría? ¿de inteligencia? Podrían distinguirse miles de fases de la luz a la mañana y eso es algo que no se puede describir,
sin embargo no es suficiente, la sensación de perplejidad una ruta de noche. En el 2006 el cielo de Santiago del Estero era abrumador y saqué las piernas por la ventana del colectivo. En 2008 dormí en un campo al aire libre, mi cabeza como un punto fijo en el macrocosmos los sonidos amplificándose sin parar como pequeños roedores insectos con millones de formas y la galaxia haciendo estallidos de 1.4 segundos.
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#poesía en las redes
Policial negro En una fiesta de casi famosos mendigando copas de vino con mi amiga bailamos así agitando en el aire el dedo índice, damos tantas vueltas que les tiramos las copas a los que están al lado y nos bardean pero no los escuchamos estamos en la cápsula del baile loco, de repente, mi amiga reconoce a un famoso lo saluda a los gritos él apenas nos mira y sigue desfilando con su camisa de palmeras. Los actores de la televisión y los músicos están sobrevalorados, pienso aunque no puedo fundamentar este pensamiento que se queda ahí, como flotando. Un poco después fumamos discutimos con un viejo que nos sigue por todo el boliche
como una mascota dice que le gusta el policial negro, también me cuenta que está escribiendo una novela sobre La Pampa es surrealista, dice yo medio borracha hablo de la importancia de los clásicos empiezo con una especie de discurso que se pone cada vez más raro no sé de dónde saco tantas palabras todo es muy vertiginoso hasta que estamos afuera en medio de un temporal caminando del brazo apenas nos mantenemos en pie digo no lo puedo creer todavía es de noche y el mar choca violentamente contra las rocas.
(Flavia Garione, Buenos Aires, 1990)
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david nahon VS the horrible people davidnahon.blogspot.com.ar
Podría decir que conocí El Paraíso con vos Podría decir que conocí El Paraíso con vos y escrito es muy gracioso, o hermoso y triste al mismo tiempo porque vos no estás más conmigo. Naciste en Provincia de Buenos Aires, en El Paraíso, un pueblo descolorido dividido en dos, una mitad cerca de la vía del tren y de la autopista y la otra junto al río. Vos habías nacido al lado del río y cuando te conocí te separabas de un novio del otro costado del pueblo. Qué peligrosa es la identificación, porque si voy atrás en mi memoria puedo recordar lo que sentía por él cuando estabas conmigo y quizás es lo mismo que sentí por mí después de vos. Esa empatía cuando está tan cerca de una emoción como la del abandono tiene un punto de fijación alto y dañino, pero desapegado y lejos se transforma en un paisaje edulcorado de necesidades. Por eso es importante que las cosas en algún momento terminen, porque la muerte también es la declaración más formidable y cruel de que algo estuvo vivo. Los orígenes de la inquietud Contemplar la idea de futuro satisface una imagen optimista de la vida, deduciendo que para poder pensarlo necesitamos confiar en el día de mañana. Si presumimos de la desconcertante combinación de miedo y deseo que es el futuro, la muerte no sería el final de la vida sino el principio del porvenir y en este argumento envejecer retornaría en algo nuevo. La prehistoria del futuro serían las personas más viejas contándonos en el presente acerca del pasado. Nosotros morimos, pero nuestros genes son inmortales y aun así la memoria humana es tan sofisticada que no cabe en el código genético y depende del lenguaje para sucederse de los más viejos a los más jóvenes. Algo se transmite pero esa transmisión no sucede en lo que se está diciendo, sino en el acto mismo de traspaso. Decir es un episodio performático que produce sentido, historia y también ficción, porque una biografía se concibe de recuerdos pero sobre todo de aquello sucedido durante nuestros olvidos y de lo que inventamos para completar esas vacantes. Escribimos libros, hacemos planes y obras de arte e incluso nos reproducimos con la expectativa de no quedar ausentes del futuro. Rimbaud decía que hace 57
#poesía en las redes
falta cambiar la vida, y si no es posible, al menos cambiar la percepción de la vida. Freud le respondía que los seres humanos no podemos renunciar a nada y no hacemos más que cambiar una cosa por otra. Estela Los jets, los barcos, las personas y cualquier cuerpo en movimiento deja un rastro tras de sí en el agua o en el aire, como la cola de un cometa en el espacio. La vida y las ideas también, son lo que llamamos historia, filosofía o arte. Cualquier cuerpo posee imperfecciones mayormente microscópicas que, por contacto con otros cuerpos, generan rozamiento. Una de las tantísimas consecuencias de estarse moviendo. Un hombre está solo Un hombre está solo. Nacido entre sangre y restos de las propias secreciones, la primera expresión en presencia del mundo es llanto por el rechazo del cuerpo que lo asilaba. Luego, aprende a gimotear para comer sentado en su propia mierda. Ese es el principio, tan parecido al final. Más tarde es preso de los caprichos de su sexualidad, del desamor, de adivinar que a pesar de los más grandes esfuerzos nada nunca va a ser como lo imaginaba porque el mundo está lleno de otros, que a veces son posibilidades pero sobre todo obstáculos a sus deseos. Por último advierte que la recompensa a tanta adversidad es la muerte. Y justo ahí es donde sucede el único relámpago de grandeza en la existencia de ese hombre que sabe que va a morir y -sin embargo- sigue viviendo.
(David Nahon, Rosario, Santa Fe, 1971)
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POETAS DE ESTE NÚMERO
Inés Acevedo, Tandil, Buenos Aires, 1982 María Teresa Andruetto, Arroyo Cabral, Córdoba, 1954 Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949 Julián Bejarano, Buenos Aires, 1983 Damaris Calderón Campos, La Habana, Cuba, 1967 Silvina, Canning, Resistencia, Chaco, 1989 Aníbal Chicco Ruiz, Santiago del Estero, 1981 Laureano Della Schiava, Buenos Aires, 1978 Tomás Fadel, Tunuyán, Mendoza, 1990 Agustina Frontera, Buenos Aires, 1981 Flavia, Garione, Buenos Aires, 1990 Mercedes Halfon, Buenos Aires, 1980 Roberta Iannamico, Bahía Blanca, Buenos Aires, 1972 Belén Ianuzzi, Buenos Aires, 1979 Luis Luchi, Buenos Aires, 1921-2000 Cristhian Monti, LA Paz, Entre Ríos, 1978 David, Nahón, Rosario, Santa Fe, 1971 Franco Rivero, Ituzaingó, Corrientes, 1981 Héctor Tizón, Yala, Jujuy, 1929-2012 Idea Vilariño, Montevideo, Uruguay, 1920-2009 Atahualpa Yupanqui, Pergamino, Buenos Aires, 1908-1992
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Esta revista se termin贸 de imprimir durante el mes de abril de 2015