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NOTA DE TAPA

Glaucoma, enemigo silencioso

El glaucoma es la enfermedad neurodegenerativa que más afecta a la población mundial. Los datos sobre su prevalencia indican que afecta a un 2,5 % de la población, más del doble que el alzhéimer (un 1,1 %), y su incidencia se eleva hasta un 3,5 % cuando hablamos de personas de entre 40 y 80 años. Se estima que para 2040, 111.8 millones de personas padecerán esta enfermedad1.

“El glaucoma es una enfermedad silenciosa que no se puede prevenir. En la mayoría de los casos, el paciente no experimenta ninguna molestia ni síntoma hasta que se produce una pérdida visual permanente e irreversible por eso es fundamental trabajar en la concientización de la importancia de los controles oftalmológicos anuales de todos los pacientes, principalmente a partir de los 40 años, edad en la que aumentan las posibilidades de desarrollar glaucoma. De esta manera, podremos lograr una detección temprana y su tratamiento precoz para evitar la ceguera irreversible o alteraciones visuales importantes”, introduce la especialista Celina Logioco, actual presidenta de la Asociación Argentina de Glaucoma (ASAG) Según la especialista, en esta cruzada, es fundamental que en las consultas de rutina todos los oftalmólogos controlen el nervio óptico, tomen la presión ocular y realicen una gonioscopía a sus pacientes. “En caso de encontrar un paciente con daño glaucomatoso, podrán solicitar estudios complementarios o bien, derivarlo a un glaucomatólogo que le dé seguimiento”, sugiere Logioco.

También sostiene que las opciones para el abordaje y tratamiento de esta patología evolucionaron mucho en los últimos 20 años y que hoy existe un amplio abanico de posibilidades —tópicos, quirúrgicos, láseres y cirugías mínimamente invasivas— para ofrecerle a los pacientes. Como línea general, remarca que “hay ciertos paradigmas que cambiaron y es fundamental tratar más tempranamente a los pacientes. Ser más activos y operarlos antes, no dejarlos deteriorarse. No agregar una gota y otra gota y cinco mil gotas porque se sabe que estas alteran toda la conjuntiva y si ese paciente llega, por ejemplo, con muchísimo daño a otro rango de edad donde hay que hacer una cirugía filtrante, el médico no va a tener conjuntiva sana para poder operar”, describe la titular de ASAG.

“Los pacientes con glaucoma son todo un desafío porque hay que diseñar un tratamiento a medida, contemplando su estilo de vida, su rutina, sus costumbres, si viven solos o acompañados, si tienen enfermedades sistémicas concomitantes. Hay personas, por ejemplo, que tienen artritis reumatoidea y no pueden ni siquiera ponerse las gotas. Cada tratamiento de glaucoma que nosotros instauremos tiene que estar pensado individualmente porque es muy importante que los pacientes entiendan que tienen una enfermedad crónica que los puede llegar a dejar con una visión invalidante y que tengan total adherencia al tratamiento . Si nosotros le indicamos un tratamiento que no va a poder acatar, por supuesto que no vamos a tener ningún resultado”, remarca Logioco.

Conocer el perfil del paciente permitirá además sugerirle la adopción de hábitos saludables que colaboran con el tratamiento, principalmente, en los casos de glaucoma inicial: “mantener un peso saludable para evitar las apneas del sueño que alteran a nivel del nervio óptico, dejar de fumar por la vasoconstricción y las alteraciones vasculares que eso genera, consumir poca cafeína, llevar una dieta rica en antioxidantes e intentar dormir con la cabeza más elevada que el nivel del corazón para evitar que aumente la presión epiescleral que es donde drena el humor acuoso por la vía convencional”, enumera Logioco.

Según cuenta la especialista, existen también trabajos científicos que muestran que la meditación mejora la curva de presión tensional durante el día, y cómo la vitamina B3 y otros suplementos dietarios ayudan a la neuroprotección.

“Más de la mitad de los pacientes no acatan el tratamiento exactamente como lo tienen que hacer, por eso es fundamental que pensemos qué es lo mejor por las indicaciones escogidas encajen en la vida de cada paciente y dé resultados”, concluye Logioco.

Nutrición y glaucoma

El estilo de vida influye directamente sobre el estado de salud; la alimentación y la nutrición son dos aspectos fundamentales para el bienestar general. Por eso, la dieta y sus componentes en particular son importantes factores de riesgo en relación a diversas enfermedades, entre ellas las oculares.

En el glaucoma hay estrés oxidativo ya que es una enfermedad degenerativa crónica en donde aumentan los procesos oxidativos y nuestro sistema antioxidante no alcanza a combatir los radicales libres que se generan en exceso, por eso se recomienda una dieta antiinflamatoria y la suplementación en la mayoría de los casos.

El aspecto más importante de este tipo de dieta es la estabilización de la insulina y la reducción de la ingesta de ácidos grasos Omega-6 (proinflamatorios). Debe ser baja en almidones, reducida o sin lácteos, alta en grasas saludables (Omega 3, aceite de coco, aceite de oliva primer prensado en frío) y rica en verduras (verdes y amarillas/ anaranjadas, preferentemente agroecológicas u orgánicas). Alimentos fermentados, prebióticos y probióticos, nos sirven administrados en el momento adecuado para mejorar nuestra microbiota intestinal y nuestras defensas: vitamina C, E, minerales —como el hierro, cobre, selenio, manganeso, etc.—, además de carotenoides como la luteína y la zeaxantina que forman el pigmento de la retina y nos protegen de la radiación solar y de la luz azul, entre otros. También los betacarotenos que se transforman en vitamina A cuando es necesario. Por último, el glutatión: un antioxidante endógeno de vital importancia para los ojos y para el tratamiento del glaucoma en particular.

• Dieta antiinflamatoria.

• Mantener equilibrio en la microbiota intestinal.

• Realizar actividades al aire libre para aumentar el óxido nítrico vasodilatador.

• Exponerse al sol, con protección ocular, en horarios adecuados para aumentar la vitamina D (antiinflamatoria e inmunomoduladora).

• Respetar el ritmo circadiano con sueño adecuado lejos de pantallas por la noche.

• El humo del tabaco.

• La contaminación ambiental.

• El consumo de drogas y alcohol.

• El ejercicio físico muy intenso y prolongado.

Asesoró: Dra. Gabriela Rodríguez, oftalmóloga funcional. Especialista en Oftalmología Infantil.

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