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HOMENAJE
Gratitud
A pocos meses de la desaparición física de los doctores Dante Dolzani, Mauricio Brodsky y Jorge Hansen sus familiares, colegas y discípulos comparten en Revista MO un breve repaso por su trayectoria y, principalmente, los atributos sobre los que cimentaron su profesión.
El doctor Dante Dolzani, fue un destacado integrante del Comité de Ética del CAO y revisor de textos de la revista OCE Oftalmología Científica. En reconocimiento a su aporte a la institución y a la comunidad oftalmológica en general, en 2018 fue nombrado miembro honorario. El Dr. Arturo Irarrazaval, amigo y socio durante más de 30 años, lo despide sentidamente.
Con mucha pena despedimos al querido oftalmólogo Dante Dolzani, quien deja una huella imborrable en los corazones de quienes lo conocimos bien. Dante fue más que un colega; fue amigo y socio durante más de 30 años en los que compartimos la pasión por la oftalmología y también una vida dedicada a Dios como numerario del Opus Dei. Hijo único de padres oftalmólogos, llevaba en su ADN la vocación de servir a los demás a través de la medicina. Sin embargo, su camino no fue lineal. A los 31 años se vio obligado a abandonar la oftalmología debido a otras responsabilidades. Pero su amor por la profesión nunca se extinguió. A los 45 años, retomó su carrera como oftalmólogo y se convirtió en socio fundador de Consultores Oftalmológicos. Su pasión y dedicación fueron inquebrantables. Dante era también un apasionado de la tecnología y promotor de la implementación de sistemas informáticos cuando aún eran raros en nuestra especialidad. Su interés por las personas era insaciable. Su integridad era incuestionable y su participación en los comités de ética oftalmológica dejó una marca indeleble. A pesar de enfrentar enfermedades durante mucho tiempo, Dante seguía preocupándose por los demás. En resumen, Dante Dolzani fue una persona desinteresada, honesta y siempre atenta al bienestar de los demás. Aunque ya no lo veíamos con frecuencia desde su retiro hace algunos unos años, su ausencia se sentirá profundamente. Descansa en paz querido Dante. Tu pasión seguirá guiando a quienes continúan la noble tarea de cuidar la visión y el corazón de los demás.
El Dr. Mauricio Brodsky falleció a los 99 años y dejó un legado imborrable en la comunidad médica y académica. Fue jefe de Servicio del Hospital Israelita y Profesor Adjunto de la Universidad de Buenos Aires. Su especialización en cirugía refractiva lo situó como un referente de la subespecialidad en el país. Además de sus logros profesionales, se destacó por sus cualidades como docente. Su pasión por compartir conocimientos y su habilidad para inspirar a las nuevas generaciones de oftalmólogos fueron reconocidas y apreciadas por colegas y estudiantes por igual. Así lo despide su colega y sobrino, el doctor Miguel Brodsky:
Falleció un grande de la oftalmología. Mi mentor, así como el de muchos oftalmólogos en la Argentina. Recuerdo que cuando yo era un niño, venía a mi casa a estudiar y preparar trabajos con mi padre, Moisés Brodsky, otro grande de la oftalmología argentina. Pionero de la cirugía refractiva, supo enseñar a muchos el camino de la ciencia oftalmológica, aportando muchísimo a nuestras sociedades. Luchador incansable, a pesar de lo duros desafíos que la vida le jugó en lo personal, siempre fue un ejemplo como médico y como educador. En lo personal, me abrió el camino para perfeccionarme en el exterior y luego me dio la oportunidad de regresar al país dándome su apoyo para desarrollarme profesionalmente. Por siempre lo recordaremos como un gran oftalmólogo, pero, sobre todo, por haber sido una gran persona. Gracias, tío.
La pronta partida del doctor Jorge Hansen motivó numerosas muestras de agradecimiento y reconocimiento de pacientes, colegas, amigos y vecinos de La Plata, la ciudad que eligió para desarrollarse profesionalmente y bregar por los intereses de la oftalmología con entrega y pasión, cualidades que lo definen según su hijo y colega, el doctor Ariel Hansen:
Desde chico supo que quería ser oftalmólogo. Vivió en Tres Arroyos, su ciudad natal, hasta que fue a estudiar y vivir a La Plata. Al recibirse inició su formación oftalmológica en el Hospital San Martín donde aprendió del Dr. Méndez. Luego inició el servicio de Oftalmología del Hospital H.I.G.A Dr. Rodolfo Rossi junto con el Dr. Jorge Lynch, donde conoció a muchos de los amigos y colegas que compartieron con él toda su vida. Con uno de ellos, el Dr. Alejandro Giménez, inició su actividad profesional privada. Los tres, junto con del Dr. Ricardo Galván, fundaron la Clínica de Ojos La Plata. Como oftalmólogo era apasionado y extremadamente trabajador. De joven realizaba largas jornadas laborales viajando por el conurbano bonaerense. Cuando pudo establecerse y trabajar en su propio consultorio, siempre atendía a todo el que lo solicitara. Amaba su profesión, trabajar y operar. En ese ambiente crecí, y por ello terminé amando y compartiendo la oftalmología.
Tuve la suerte y el privilegio de trabajar y aprender de él, ayudándolo en un principio y trabajando a su lado el último tiempo. Forjamos una relación muy especial compartiendo largas jornadas laborales con las alegrías y sinsabores que tiene nuestra profesión. Como cirujano era excelente. Tenía una habilidad innata y le encantaba realizar todo tipo de intervenciones. El quirófano era el lugar donde más feliz estaba. Daba placer verlo operar realizando las maniobras más difíciles como si fueran un paseo en el parque.
Siempre luchó por la jerarquización de nuestra profesión y participó activamente en su defensa. Quien lo conoció, supo que era un hombre muy trabajador, duro, pero apasionado y sensible, tanto en su profesión como con sus amigos y familia. Vivía a toda velocidad, pero en el medio de su agitada vida frenaba de repente para ayudar a alguien, para compartir una palabra de aliento o preocuparse por los problemas de los demás.
Mi padre era una persona de opiniones firmes y enérgicas: le gustaba decidir, no esperaba que las cosas pasen. Así vivió toda su vida, así asumió la enfermedad y la forma de despedirse de su familia. A pesar de sus errores y sus formas a veces toscas, era una buena persona. Tan buena que, a veces, eso opacaba lo buen profesional que era.
Siempre te recordaremos.
Jorge Hansen fue un luchador del ejercicio de la oftalmología y sus incumbencias. En una ciudad meca de la optometría, supo dar batalla para evitar su competencia desde todos los frentes: como miembro de la Sociedad Platense de Oftalmología y desde su lugar en el aula, como profesor titular de cátedra.
Durante toda su vida profesional estuvo a la vanguardia, ávido de las técnicas novedosas que surgían. Fue un gran cirujano, con una habilidad innata para hacer cualquier maniobra quirúrgica. Era fantástico verlo resolver problemas en ojos difíciles. Visceral y apasionado, Jorge Hansen estará siempre entre nosotros. Por su trayectoria, su sincera amistad y, sobre todo, porque fue —y será siempre— un gran oftalmólogo y amoroso abuelo.
Dra. Leticia Huarte