S.S. Benedicto XVI remarca que “el desarrollo humano integral es ante todo una vocación”5; por lo tanto implica que sea asumido libre y solidariamente por cada una de las personas. Esto confi gura una cultura de vida, un «ethos», que va más allá de un contrato social, ya que está inserta en la naturaleza misma del ser humano. Este desarrollo, en el cual estamos comprometidos, se sustenta en una “visión trascendente de la persona” que necesita de Dios para responder a las necesidades más profundas y complejas de todo ser humano.