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Munduan / Cáritas en el mundo

Modelo de Cooperación Fraterna de Cáritas Confederal

Marco identitario para orientar la dimensión universal de la acción de Cáritas

“Queremos contribuir a que en la comunidad cristiana y en la sociedad se fortalezca el deseo de construir verdadera fraternidad con otros pueblos dando a conocer su situación y acogiendo a quienes, huyendo de la miseria, se acercan a nosotros anhelando una vida más digna”

Quiénes somos: algunos rasgos de nuestra identidad.

En 2017 la Confederación de Cáritas Española comenzó un proceso de renovación y actualización de nuestro modelo de Cooperación Fraterna. Ese nuevo modelo, fruto de la reflexión, nos plantea dos retos principales:

La necesidad de tener una comprensión global e integral del mundo.

Vivimos en un momento de la Historia en que las consecuencias de la globalización hacen estragos en los países más empobrecidos y en la naturaleza, afectando al clima y poniendo en extremo riesgo la existencia de personas y otros muchos seres vivos. La movilidad humana forzosa de quienes se ven obligados a abandonar sus países es un claro ejemplo de esta realidad que nos interpela. A esto debemos añadir que en Europa, la cooperación y la acogida a personas que huyen de la pobreza y miseria están seriamente comprometidas, cuestionando nuestra propia humanidad solidaria y fraterna. Y que en nuestra sociedad, en la propia comunidad cristiana, existen miedos y hostilidades, prejuicios sobre la igual dignidad de todas las personas. No obstante, como señala el Papa Francisco en la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, a esta mirada global que nos permite “no caer en una mezquindad cotidiana”, debemos añadir una mirada local “que nos hace caminar con los pies sobre la tierra”. Es imprescindible comprender la relación entre lo local y lo global, no solo a nivel internacional sino en el propio territorio, porque así entenderemos que cada una de las decisiones que tomamos tienen una consecuencia directa en la realidad que deseamos construir. Nuestra manera de consumir, nuestro compromiso con el cuidado de la casa común, los valores que impulsan nuestro comportamiento, o nuestra forma de relacionarnos con los hermanos y hermanas de la gran familia humana son acciones concretas que se derivan de esa mirada “glocal” e inciden en otro mundo posible.

Frantzisko aita santuak Evangelii Gaudium agindu apostolikoan esaten duen bezala, tokiko begirada bat gaineratu behar diogu “zikoizkeria ohikoan ez erortzen” uzten digun begira orokor honi, “oinak lur gainean ditugula ibiltzen jarraitzeko”. Ezinbestekoa da tokikotasunaren eta globaltasunaren arteko harremana ulertzea, ez nazioartera begira bakarrik, baizik eta bertara begiratuta ere bai; izan ere, hala ulertuko dugu hartzen ditugun erabakiek ondorio zuzenak dituztela eraiki nahi dugun errealitatean.

La necesidad de enraizar la acción en nuestros principios, criterios y métodos de acción.

El nuevo modelo de Cooperación Fraterna parte de una opción preferencial por las personas empobrecidas y no atendidas, en relaciones de igualdad y reciprocidad con las comunidades locales y siempre a través de las iglesias locales, desde las Cáritas hermanas con las que trabajamos. Es importante destacar que esta relación se basa en un reconocimiento mutuo de las partes, en el que lo que somos y hacemos con los otros nos sitúa en un plano completamente igual en dignidad. Un reconocimiento mutuo que es capaz de generar un acompañamiento en nuestro quehacer frente a la pobreza y la vulneración de derechos.

Nuestra cooperación no es de persona a persona, sino de Iglesia a Iglesia, de Cáritas a Cáritas, de comunidad a comunidad. Y por eso, no debe limitarse a generar proyectos, sino que debe dar el paso a generar procesos de animación de la comunidad, aquí y allá, para que esta:

- sea sensible a realidades no siempre conocidas y fomente su implicación en la promoción de toda la familia humana y la transformación social, - acoja a personas extranjeras fomentando espacios de encuentro y aprendizaje mutuo, - implique a la comunidad para llevar adelante un desarrollo centrado en la persona y no tanto en el desarrollo económico, - denuncie las causas que generan toda forma de pobreza e incida en las administraciones públicas, - incorpore la gestión del conocimiento como parte de nuestro

Modelo de Cooperación Fraterna, - fomente la vocación del voluntariado, - promueva proyectos de desarrollo sostenible y comprometido con la naturaleza, - no solo responda de manera inmediata a las emergencias sino que incida en la prevención de las mismas y el fortalecimiento de las comunidades.

Como dice Gioconda Belli, “todas y todos tenemos un deber de amor que cumplir, una historia que nacer”. El nuevo modelo de Cooperación Fraterna nos ofrece una hoja de ruta para ese deber de amor y nos impele a cuidar de la casa común y de la gran familia humana que la habita. Nos toca trabajar para hacer nacer una nueva historia.

Amaia Ruiz

El nuevo modelo de Cooperación Fraterna nos invita a movilizar nuestros sentidos para responder a estos retos planteados:

- Unos ojos que miren con el corazón, que miren especialmente a las personas que viven nuevas situaciones de pobreza.

- Unas gafas con dos lentes, la fe y la primacía de la persona en su dimensión integral.

- Unos oídos que escuchen el grito por la justicia.

- Unas manos que desarrollen alternativas a la economía que mata y recuperen la austeridad responsable de vivir sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir.

- Unos pies que nos lleven de nuestra comodidad a las periferias del mundo.

- Un corazón que conquiste los derechos de las personas, de todas las personas, y fortalezca nuestros deberes como personas comprometidas.

- Y en el centro las personas, protagonistas de su desarrollo, referentes desde el que configurar nuestras actitudes, nuestro estilo de vida, nuestros proyectos eclesiales, nuestras opciones políticas.

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