El Árbol Mágico
Por Claudia Gómez Gallego
Hace muchos años había un pueblo llamado Turi. Sus habitantes vivían en medio de dos colinas. Las colinas eran lo más importante del pueblo, ya que ahí yacían dos preciosos árboles. En la colina de la izquierda había un manzano con un montón de manzanas de todos los colores: azules, verdes, moradas, naranjas… Cada manzana proporcionaba a cada habitante un Don. La manzana azul proporcionaba habilidad con los deportes, la naranja belleza, la morada generosidad, la roja habilidad con las matemáticas. Todos los ciudadanos estaban muy contentos con aquel árbol. Pero en la otra colina estaba el árbol de la maldad, que sus manzanas eran todas negras, tenían un sabor muy malo y salían gusanos de ellas. Los habitantes siempre se alimentaban de manzanas del árbol bueno, pero muchas veces había algo que atraía a los ciudadanos para comer las manzanas negras y se volvían malos; no ayudaban a la gente, pegaban a sus amigos, no compartían con los demás… Un día un niño llamado Thomas quería saber por qué estaba ahí ese árbol tan malvado. Se lo preguntó a su abuela que lo sabía todo porque tenía muchos años. Desde pequeña ese árbol había estado ahí haciendo el mal. Muchos intentaban cortarlo, otros lo prendían fuego, pero ni con eso conseguían destruirlo. El niño pensó que quizá con un poco de amor el árbol se volvería bueno. Organizó una reunión con todos los ciudadanos, pero todos iban en contra suya y nadie quería hacer eso porque le temían. El niño decidió ir con su abuela a visitar el árbol. Le llevaron unas chucherías, chocolate y un montón de galletas. El niño disfrutó mucho de aquella quedada con el árbol y al final decidió preguntarle que porque era tan malo. El árbol tardó unos segundo en responder, pero se decidió y dijo que él nunca había sido malo lo que pasa es que jamás le regaban y tenía la raíces muy mustias y secas. Al día siguiente la abuela y Thomas fueron con un montón de regaderas a regar el árbol. Pasadas unas horas el árbol se volvió bueno y sus manzanas eran enormes y con unos colores espectaculares. Todo el pueblo estaba mucho más tranquilo y sereno gracias a Thomas y su abuela.
CLAUDIA GÓMEZ GALLEGO