Lágrimas de diamante. Y… Se rompió el silencio. En una fría noche cubierta por una tupida capa de nubes el silencio se rompió con el suave sonar de unos cristales que, extrañamente, sonaron en la ciudad. ¿Cómo había ocurrido? ¿Era posible? El famoso y prestigioso museo “Filed Under Glass” había sido atracado hasta en su última esquina. La ciudad Crystal Mount se conmovió ante tal estremecedora noticia, debido a que ese museo tenía todos sus ejemplares hechos de cristal o diamante. Los policías acudieron apresuradamente al museo para ver tal horripilante escenario, pero se quedaron fascinados ante tal obra que dejo el bandido anónimo. En el centro de la sala “Glassed Treasures” había una majestuosa corona hecha de un material que parecía ser hielo debido a su tacto helado y con unos hermosos diamantes que lo complementaban haciendo que pareciera una verdadera corona de princesa. Pasaron horas y no se estropeó la corona, es más, relucía como el más puro oro jamás visto en la faz de la Tierra. El teniente Mc Conall no se pudo explicar que pasaba, pero se temía algo ¿atracaron el más privilegiado museo en toda la ciudad? La única pista era el cristal de un mosaico de tonos cobaltos que había sido roto casi a conciencia. Los trozos eran de una forma de lágrimas haciendo parecer que el mismo mosaico sollozaba en mitad de la noche. El equipo de policía se frustró ante tal espectáculo, ¿quién era ese atracador, y que quería hacer con tanto cristal? Antes de que se acabara el día en todas las noticias dijeron que si en alguna tienda de empeños se le ofrecían alguna sortija de cristal o diamante que avisaran rápidamente al equipo policial para que apresaran al ladrón del museo.