Manuel Ramos- Fervores y epifanías en el México moderno

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La cĂĄmara de Manuel Ramos mientras retrataba un mueble con espejo. Ciudad de MĂŠxico, ca. 1905.

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Manuel Ramos

Fervores y epifanĂ­as en el MĂŠxico moderno

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Luz Vázquez del Mercado, la esposa de Manuel Ramos, y sus hijas Guadalupe y Concepción, posando en una calle de la ciudad de México, ca. 1912.


Hoy, como nunca, es venerable tu esencia y quebradizo el vaso de tu cuerpo, y sólo puedes darme la exquisita dolencia de un reloj de agonías, cuyo tic-tac nos marca el minuto de hielo en que los pies que amamos han de pisar el hielo de la fúnebre barca. Yo estoy en la ribera y te miro embarcarte: huyes por el río sordo, y en mi alma destilas el clima de esas tardes de ventisca y de polvo en las que doblan solas las esquilas. Mi espíritu es un paño de ánimas, un paño de ánimas de iglesia siempre menesterosa; es un paño de ánimas goteado de cera, hollado y roto por la grey astrosa. Estrofas de “Hoy, como nunca…”, poema de Ramón López Velarde incluido en Zozobra (1919).


Estantes del cuarto oscuro de Manuel Ramos. Popotla, ciudad de MÊxico, ca. 1925.


Al rescate de un archivo Elia del carmen ramírez bocardo

Directora general del Archivo Fotográfico Manuel Ramos

Debo a la confianza y generosidad de Manuel Sánchez Ramos (†) el haberme convertido en custodia del archivo fotográfico de su abuelo, colección de imágenes y documentos de cuya existencia tuve la primera noticia hace veinte años. Desde entonces, de manera independiente, aunque contando con el apoyo de muchos amigos cómplices e instituciones solidarias, he tratado de mantener vivo el legado que me fue encomendado. Con este libro el Archivo Fotográfico Manuel Ramos sigue cumpliendo con el objetivo de dar a conocer la extensa obra del fotógrafo que naciera en Venado, San Luis Potosí, en 1874, y dejara de existir en la ciudad de México en 1945. La Casa de los Árboles de Apizaco, a. c. Espacio cultural, realizó labores de rescate y difusión del Archivo Ramos desde 1992, y a partir de 1995 se ha encargado de manera formal de coordinar proyectos, procurar fondos, solicitar becas, producir exposiciones y, como es el caso, publicar investigaciones relacionadas con la trayectoria de quien fuera uno de los pioneros del fotoperiodismo en México. En estos 15 años, de manera permanente, se han realizado tareas específicas relacionadas con el inventario, registro, catalogación temática y digitalización de las imágenes y documentos, con el propósito de facilitar su consulta. Las labores de rescate han abarcado trabajos de limpieza preventiva y la adecuada conservación de los negativos, fotografías de época y documentos originales; así como la documentación de las más de 11,000 piezas que integran el acervo. De forma paralela, se ha dado seguimiento a la procuración de fondos y a la solicitud

de becas para dar con ellos continuidad a los trabajos de rescate y divulgación. Nuestro trabajo de difusión se ha realizado a partir de la producción de exposiciones itinerantes que han sido exhibidas en diversos espacios, cerrados o abiertos, públicos o privados, tanto en México como en el extranjero, y que van desde grandes museos hasta modestas casas de cultura. Las imágenes de Ramos se han publicado desde fines del siglo xix y actualmente, gracias a nuestras iniciativas y a las de nuestros aliados, han vuelto a aparecer en revistas y publicaciones especializadas. Alfonso Morales Carrillo, quien estuvo a cargo de la presente edición, se ocupará, en las siguientes páginas, de poner en contexto la vida y obra del fotógrafo Manuel Ramos. Me gustaría destacar que este investigador inició, junto conmigo, el proyecto de salvaguarda de este valioso archivo, el cual ofrece un rico testimonio de la vida en México en la primera mitad del siglo xx. Espero que nuestro persistente y muchas veces imperceptible trabajo en los estantes, gavetas y ficheros de un archivo fotográfico, contribuya a enriquecer la memoria histórica de nuestro país. Confío en que esta publicación permita, a quienes se acerquen por primera vez o vuelvan a ver la obra de Manuel Ramos, apreciar la importancia de su legado, que en el futuro será enriquecido con nuevas informaciones y lecturas. Agradezco, en todo lo que vale, el apoyo de quienes nos han acompañado, directa o indirectamente, en la salvaguarda del archivo fotográfico de Manuel Ramos.


Elia del Carmen Ramírez Bocardo Directora Archivo Fotográfico Manuel Ramos Daniel Alfonso Hernández Santiago Jefe de Acervo, Archivo Fotográfico Manuel Ramos Saúl Samuel Hernández Liera Gustavo Fuentes González Inventario, Registro y Digitalización Archivo Fotográfico Manuel Ramos

Manuel Ramos Fervores y epifanías en el México moderno Alfonso Morales Carrillo Edición y textos Carolina Herrera Zamarrón Diseño y edición María del Carmen Nava Nava Asesoría histórica Martha Alicia Nava Nava Isabel Fernández Tejedo Luis R. Hernández Asistencia de la investigación histórica Luis R. Hernández Asistencia de diseño y producción Claudia Monterde Lourdes Arenas Alejandro Olmedo (Editorial Planeta) Revisión de textos

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Fernando Ondarza Villar Consultoría editorial Tonaltepec Global, S. C. Agustín Estrada de Pavía Araceli Limón Digitalización de imágenes a partir de los originales Grupo Planeta México Editor asociado

Primera edición, 2011 © D.R. 2011, La Casa de los Árboles de Apizaco, A. C./ Elia del Carmen Ramírez Bocardo, por la presente edición. © D.R. 2011, Elia del Carmen Ramírez Bocardo por el Archivo Fotográfico Manuel Ramos. © D.R. 2011, Alfonso Morales Carrillo, por los textos. © D.R. 2011, Gobierno del Estado de San Luis Potosí / Secretaría de Cultura / Dirección General de Desarrollo Cultural / Dirección de Publicaciones y Literatura, por la edición de 1,000 ejemplares. ISBN: 978-607-07-0817-6 Las imágenes que se publican en este libro proceden del Archivo Fotográfico Manuel Ramos, con excepción de la que aparece en la página 80, que se publica por cortesía de la Dirección de Artes Visuales de Fundación Televisa. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier procedimiento —incluidos los electrónicos— sin permiso escrito por parte de los titulares de los derechos. Archivo Fotográfico Manuel Ramos La Casa de los Árboles de Apizaco, A. C. Av. Hidalgo Sur 1901 CP 90300 Apizaco, Tlaxcala Tel. (55)5525 0673 manuelramos1945@yahoo.com.mx www.archivomanuelramos.com.mx www.lacasadelosarboles.org.mx www.majahua.com Hecho en México.


Contenido

Los evangelios según Manuel Ramos

Alfonso Morales Carrillo

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Paisajes reales y construidos 48 México a través de los siglos 58 La ola verde 85 Kinetoscopio 86 Apariciones 106 Alborozos de campana mayor 110 Catacumbas 118 Sembremos a Jesús 128 Clavado a una cruz y escarnecido 130 Cuadros evangélicos 138 Ángeles de la historia 143 El baluarte de la prosperidad 148 La casa de la Higuera 160 La belleza estándar 175 Cantos del hogar 198 Edén 222 Tiempos muertos 232 Cometa 250 Bibliohemerografía 261


Manuel Ramos Vázquez del Mercado, hijo del fotógrafo, posando como “voceador” del suplemento rotográfico del diario Excélsior, 1920.

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Los evangelios según Manuel Ramos

Alfonso Morales Carrillo Para Carmen Ramírez

Reencuentros  |  Debió ser a mediados de 1991 cuando

abundantes muestras del trabajo de su ancestro. Al día siguiente,

a Elia del Carmen Ramírez Bocardo y a quien esto escribe, se nos

o pocos días después, Pablo nos habló a Carmen y a mí de su des-

reveló la existencia del archivo fotográfico de Manuel Ramos. Por

cubrimiento. De inmediato convenimos localizar a los custodios

entonces ambos formábamos parte —ella como encargada de los

de aquel posible acervo, confirmar la existencia del mismo y ave-

préstamos y colecciones, y yo como curador— del nutrido equipo

riguar sobre la viabilidad de su consulta, guiados por la intuición

de investigadores y diseñadores que trabajaba afanosamente en la

o el deseo de encontrar piezas o documentos que enriqueciesen

preparación de la magna muestra Asamblea de ciudades. Cultura

los contenidos de nuestra exposición.

y vida cotidiana en la ciudad de México, 1920-1950, que habría de

En razón de esas pesquisas fue como tuvimos el privilegio

inaugurarse, a principios del año siguiente, en el Palacio de Bellas

de conocer a Teresa Ramos y a Manuel Sánchez Ramos, madre y

Artes de la capital mexicana. El fotógrafo Pablo Ortiz Monasterio,

hermano del odontólogo que había atendido a Ortiz Monasterio.

a su vez coordinador del área del Consejo Nacional para la

Con el aval de doña Teresa, el nieto homónimo de Manuel Ramos

Cultura y las Artes que auspiciaba aquel proyecto museográfico,

era el responsable del acervo fotográfico que buscábamos, el

nos brindó la primera pista para la búsqueda que a la postre con-

cual había rescatado en los años setenta del hogar de su abuelo

dujo al resurgimiento de un acervo iconográfico y documental de

y mantenía a buen resguardo en una casa que se localizaba en

riqueza insospechada; obra y memoria de un autor del que nada

las proximidades del Casco de Santo Tomás, al norte de la ciudad

sabía más allá de las imágenes impresas con su firma y/o crédito

de México. Aún recuerdo el feliz azoro que a Carmen Ramírez y

que me habían salido al paso en libros y revistas publicados en las

a mí nos causó la primera visita al lugar en que Manuel Sánchez

primeras décadas del siglo xx.

Ramos había guardado negativos de vidrio y acetato, impresio-

Como en toda historia relacionada con el extravío o per-

nes de diversos formatos, piezas enmarcadas, objetos y docu-

manencia de los fragmentos del pasado, el azar tuvo una parti-

mentos que eran pruebas evidentes de la prolífica trayectoria de

cipación destacada en este reencuentro con un fotógrafo que era

alguien que había hecho de la fotografía su arte y su profesión.

uno más de los astros cintilantes de una galaxia indocumentada

En ese momento no disponíamos de tiempo para inter-

—la fotografía mexicana— que apenas tres lustros atrás había

narnos en el prometedor universo de Manuel Ramos. Agobiados

comenzado a ser apreciada en su vastedad y valorada como objeto

como estábamos con el montaje de Asamblea de ciudades, tuvimos

de estudio académico.

que contentarnos con integrar a la exhibición solamente una serie

En los días en que armábamos Asamblea de ciudades, Ortiz

de fotografías coloreadas y un par de álbumes que el fotógrafo

Monasterio requirió los servicios de un odontólogo, conocido de

dedicó al tema de la arquitectura moderna en la ciudad de México.

su padre. La dureza del tratamiento obligó al especialista a urdir

El préstamo de esas piezas, incluidas en el apartado La ciudad

alguna distracción para aquietar al paciente que tenía con la boca

de los andamios, fue la primera muestra de confianza de Teresa

abierta y a punto del alarido. El dentista, de nombre Francisco

Ramos y de su hijo Manuel hacia nosotros y el inicio de un trato

Sánchez, recordó que Ortiz Monasterio era fotógrafo. Se le ocu-

que con el correr de los años se volvería amistoso.

rrió entonces hablarle de su abuelo, Manuel Ramos, quien en

Varios meses después de que se clausurara y desmontara

remotos tiempos había ejercido la fotografía y era autor de unas

Asamblea de ciudades, Carmen y yo volvimos sobre los pasos que

imágenes bellamente coloreadas que parecían cuadros sin dejar

nos habían llevado al archivo de Manuel Ramos. En la medida en

de ser fotografías. Le informó asimismo sobre la conservación,

que tomábamos conciencia del valor histórico y artístico de las

en manos de otros integrantes de la familia Sánchez Ramos, de

imágenes de este fotógrafo, activo entre fines del siglo xix y las 11


medianías del siglo xx, nos pareció necesario plantear un pro-

del archivo Ramos, que había sido parcial cuando trabajábamos

yecto de investigación que permitiera tanto la conservación como

en Gelati, se hizo total cuando se dispuso del nuevo domicilio en

la difusión de los contenidos de ese acervo. Nuestra iniciativa fue

la colonia Condesa. Un equipo más reducido de investigadores le

apoyada desde un principio por Manuel Sánchez Ramos quien,

dio continuidad a los trabajos de clasificación y documentación.

sin ser especialista en asuntos fotográficos, apreciaba la impor-

Carmen Tostado y quien esto escribe, elaboramos un nuevo listado

tancia del legado de su abuelo y había intentado, en la medida de

de temas y asuntos, a partir de una revisión íntegra del archivo. Elsa

sus posibilidades, revisarlo y darlo a conocer.

Fujigaki inició la documentación de las imágenes que Ramos pro-

Entre 1993 y 1994 no fue posible conseguir apoyo de

dujo en relación con la Virgen de Guadalupe. La misma Carmen

alguna institución cultural para nuestro proyecto, que desde

Tostado siguió el rastro del fotógrafo en archivos de la Secretaría

entonces tuvo como su principal impulsora a Carmen Ramírez. En

de Educación Pública y del Instituto Nacional de Antropología e

1995 se obtuvo una beca Rockefeller del Fideicomiso México-usa

Historia, y en fondos hemerográficos. Carmen Ramírez y Manuel

que permitió dar inicio a los trabajos de conservación preventiva y

Sánchez Ramos llegaron a nuevos acuerdos que hicieron, de la pri-

al primer ordenamiento del acervo fotográfico. Un departamento

mera, la responsable formal en el manejo del archivo.

situado en la calle Gelati, en la colonia San Miguel Chapultepec,

En 1998 hubo una nueva mudanza de los negativos,

compartido en un principio con los fotógrafos Javier Hinojosa y

impresiones y documentos de Ramos a un edificio de apartamen-

Vicente Guijosa, fue la sede en que comenzamos a desempolvar

tos de la calle Sinaloa, sede que actualmente ocupa. A partir de

las imágenes que Manuel Ramos había realizado a lo largo de

entonces, con el legado fotográfico bajo la custodia de Carmen

medio siglo. Varios amigos del equipo de Asamblea de ciudades, y

Ramírez y la asociación civil que acoge sus proyectos —La Casa

personas conocidas en proyectos posteriores —Carmen Tostado,

de los Árboles—, se organizaron o apoyaron investigaciones, pro-

Elsa Fujigaki, Mila Ojeda, Gustavo Fuentes, Horacio Muñoz,

puestas museográficas y ediciones, que coincidieron en el pro-

Gerardo Hellion, Luis Lupone, Saúl Hernández—, aportaron

pósito de recuperar la memoria de Manuel Ramos. Entre esos

muchas horas de trabajo voluntario, o parcamente remunerado,

trabajos se pueden mencionar la exposición que Carmen Tostado

a esta primera revisión que, al tiempo que nos permitió entrever

dedicó a la temática de las cúpulas y azoteas retratadas por Ramos

la amplitud de la trayectoria de Ramos, nos hizo entender que su

en la capital mexicana, presentada por el Museo de la Ciudad de

estudio a detalle iba a implicar más recursos y esfuerzos.

México en 1999, y el cd-rom titulado Manuel Ramos, pionero del

En lo que a mí respecta, la estancia en Gelati quedó mar-

fotoperiodismo en México, realizado en 2002 bajo la coordinación

cada y se volvió inolvidable por las visitas que nos hizo Teresa

de Horacio Muñoz. Otras investigaciones, impulsadas desde el

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Manuel Ramos en una tarjeta de visita realizada en el estudio Cruces y Campa. Ciudad de México, 1881.

2

Ramos, en enero y febrero de 1995. Jovial a su edad septuage-

ámbito académico, ampliaron el conocimiento de Manuel Ramos

naria, amena en su conversación, afable y memoriosa, la única

mediante la revisión de otras fuentes documentales: Acacia Ligia

descendiente directa de Manuel Ramos que aún quedaba con vida

Maldonado indagó sobre la presencia del fotógrafo en la prensa

en las postrimerías del siglo xx, nos brindó el primer retrato de

capitalina a principios de siglo xx y Martha Miranda se ocupó de

cuerpo entero del autor de las imágenes que habíamos comen-

su fructífero desempeño como inspector de monumentos colo-

zado a entender en sus distintos órdenes y señales. Las entrevis-

niales. A la iniciativa de Miranda y al apoyo que recibió de Gina

tas que Carmen Tostado, Carmen Ramírez y yo le hicimos a doña

Rodríguez, cuando esta última era encargada del archivo fotográ-

Teresa en aquellos meses nos permitieron entender la mirada del

fico de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del

fotógrafo Manuel Ramos desde el reverso de la intimidad hoga-

Instituto Nacional de Antropología e Historia, debemos la forma-

reña, un ámbito que para él fue fundamental. Aquellos testimo-

ción de un importante fondo de imágenes realizadas por Ramos

nios, en primera instancia expresiones de amor filial y luego

en los años veinte y treinta del siglo pasado.

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deriva en el urdir de la memoria, cuyos cabos sueltos no se pue-

La publicación que el lector tiene en sus manos no hubiera

den anudar o son apenas capaces de conformar los trazos de una

sido posible sin los aportes de los trabajos mencionados. En sus

borrosa figura, no han dejado de gravitar en mi comprensión de

páginas, por mi parte, compilo datos, ideas, interpretaciones e

lo que pudo haber sido Ramos como persona y como creador de

hipótesis derivados del trato intermitente que durante cerca de

imágenes.

veinte años he mantenido con un archivo que me eligió, en cum-

En 1996, Carmen Ramírez vio la conveniencia de cambiar

plimiento con algún insondable designio, para servirle como uno

la sede del proyecto a otro departamento, ubicado en la calle de

de sus intermediarios. El ciclo que inicié en la segunda mitad de

Ensenada, en el mismo edificio en que ella residía. La mudanza

la década de los noventa con la publicación de un par de ensayos

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en las revistas Cuartoscuro y Luna Córnea se cerró con la curadu-

familiares y asuntos que atender en Charcas, pertenecían a un

ría de la exposición Documentos y epifanías, exhibida en el Centro

estrato medio en la escala social del México decimonónico.

de la Imagen a fines de 2003 y principios de 2004. Esa muestra

Tampoco hay claridad en cuanto al traslado de Ramos, con

retrospectiva fue mi primera versión del recorrido que propone

o sin su familia, a la ciudad de México. Un retrato realizado en

Manuel Ramos. Fervores y epifanías en el México moderno. La his-

1881 por el fotoestudio fundado por Antíoco Cruces y Luis Campa,

toriadora Carmen Nava, la diseñadora Carolina Herrera, el fotó-

que se ubicaba en la calle de Empedradillo en la capital mexicana,

grafo Agustín Estrada y los investigadores Daniel A. Hernández y

permite suponer que tal desplazamiento pudo haberse realizado a

Luis R. Hernández me han acompañado en la realización de este

fines de los años setenta o principios de los ochenta del siglo ante-

corte de caja en relación con lo que sabemos y aún ignoramos

pasado. El niño Manuel Ramos, entonces con siete años de edad,

sobre el fotógrafo Manuel Ramos.

posó ante un decorado con motivos marinos para la cámara de uno de los ateliers fotográficos que popularizaron en nuestro país el uso

Deberes y bienaventuranzas  |  Hijo de Do­lo­

de la carte de visite. La dedicatoria de otro retrato, fechada el 1 de

res Sánchez y Vicente F. Ramos, Manuel Ruperto Ramos Sánchez

enero de 1891, confirma a la ciudad de México como lugar de resi-

nació en el pueblo de Venado, San Luis Potosí, el 10 de junio

dencia del joven Manuel Ramos. “Mamacita: Nunca olvides rogar

de 1874, de acuerdo con la primera semblanza biográfica que

a Dios por tu hijo y siempre que veas el precente [sic] no te olvides

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nos fue proporcionada por sus familiares. Se dispone de escasa

de bendecirme para que siempre cumpliendo mis deberes meresca

información sobre su permanencia en esa comunidad o en alguna

[sic] gosar [sic] de la vienaventuranza [sic] prometida”, escribió el hijo

otra población de esa entidad donde da comienzo el Septentrión

de Dolores en el reverso de una imagen en que su porte anuncia la

mexicano. En su archivo no se conservan imágenes que informen

inminente entrada al mundo de las responsabilidades adultas.

sobre el regreso de Ramos, ya convertido en fotógrafo, a su pueblo

Es débil el rastro que dejan estos retratos para documen-

natal, lugar que fuera parte de la Gran Chichimeca y, a la fecha,

tar las mudanzas de un joven potosino que a fines del siglo xix se

tiene entre sus motivos de orgullo el correr de las aguas de un río,

abrió paso como fotógrafo en la capital mexicana, las cuales habrá

las vetustas construcciones de una fábrica en que se produjeron

que esclarecer en futuras indagaciones. Sus dibujos infantiles,

tejidos de algodón e ixtle y el templo al que dio su nombre San

que son otros de los documentos personales que se conservan en

Sebastián Mártir. El Señor de las Injurias, motivo de devoción de

su archivo, son indicios de la temprana inclinación que Manuel

los habitantes de Venado desde el periodo colonial, no aparece en

Ramos tuvo hacia las creaciones y representaciones visuales; pro-

las imágenes de los muchos cristos y santos patronos que Ramos

mesas de un dibujante o pintor que nunca se desarrolló a cabali-

fotografió a lo largo de su vida.

dad pero que no dejó de hacerse presente en su obra fotográfica.

Entre los retratos que Manuel Ramos conservó de sus

En uno de esos dibujos y en el respaldo de otro se manifiesta, en

ancestros y de sí mismo en sus años mozos hay cuatro que remi-

dos de sus modalidades, la energía que Ramos aprenderá a modu-

ten, por los textos manuscritos que hay en sus reversos, a un

lar cuando se convierta en fotógrafo: la imagen de un cometa

pueblo vecino de Venado: Charcas, San Luis Potosí. El primero

“que salió el año de 1882” y un anuncio de la Compañía Mexicana

de ellos, uno de los dos más tempranos que se tienen del fotó-

de Luz Eléctrica Incandescente —sistema Edison—, de la agencia

grafo, fue dedicado en nombre del pequeño Manuel a su madrina

Aguirre & Hermanos, sobre el que realizó la ilustración a color de

Manuela Ramos, el 27 de noviembre de 1876. El segundo,

un vagón arrastrado por mulas, perteneciente a los Ferrocarriles

recuerdo de Vicente Ramos para su “querida esposa […] en prueba

del Distrito. Entre el mundo de ese vehículo en que se anunciaba,

de profundo cariño”, suscrito el 23 de diciembre de 1876, mues-

todavía con timidez, la aceleración que sería santo y seña de las

tra el rostro circunspecto de un varón que usa espejuelos y se ha

grandes ciudades en el siglo xx, y el inalcanzable brillo de un

dejado crecer un bigote afilado y una discreta barba que remata

cuerpo celeste, se iba a extender la obra de un fotógrafo que hizo

en pico la forma de su mentón. En el tercero, cariñosa réplica del

de sus imágenes atisbos de la historia profana y anticipaciones del

anterior, dedicado a “mi querido esposo” el 1 de enero de 1877,

cielo prometido por el Dios omnipotente de su credo religioso.

Dolores Sánchez de Ramos exhibe sus rasgos faciales bajo un compacto peinado formado a base de trenzas. Y en el cuarto, que

Las travesuras de Arlequín |  ¿Cuándo fue

lleva anotada la fecha 21 de octubre de 1887, Manuel posa al lado

que Manuel Ramos se instaló detrás de la cámara fotográfica para

de la figura alta y delgada de su padre. Estos retratos indican que

encargarse de la compostura de efigies imperecederas, la elabora-

Dolores Sánchez y Vicente Ramos, además de haber tenido ligas

ción de vistas celebratorias de las bellezas naturales y la obtención 13

Retrato de Manuel Ramos realizado en el fotoestudio Aguirre y Ramos. Ciudad de México, ca. 1894.


Grupo de pioneros del fotoperiodismo mexicano, ca. 1910. Primer plano: asistentes de los reporteros. Segunda fila, de izquierda a derecha: Gerónimo Hernández, Ezequiel Álvarez Tostado, Antonio Carrillo y fotógrafo no identificado. Tercera fila: Armando Morales, Agustín V. Casasola, Antonio G. Garduño, Manuel Ramos, Abraham Lupercio y persona no identificada.

de registros de la vida diaria? No contamos con datos sobre la

La probabilidad de que Manuel Ramos fuese el segundo

etapa en que Ramos fue aprendiz de fotógrafo. El membrete de

apellido en la mancuerna que conformaba Fotografía Artística se

uno de sus retratos juveniles, donde su apellido paterno reluce

fortalece por la presencia que el fotógrafo potosino siguió teniendo,

con letras doradas, dio pie a la hipótesis de que su formación y

ya como autor solitario, en El Mundo. La colaboración que pudo

perfeccionamiento no fueron ajenos a las labores de un fotoes-

haberse iniciado con encargos como la serie Recuerdos de Semana

tudio. El estudio Fotografía Artística Aguirre y Ramos, respon-

Santa. Los principales monumentos, acreditada a Aguirre y Ramos,

sable del mencionado retrato en que Manuel Ramos muestra

abrió espacio para que nuestro fotógrafo publicara, en febrero de

su fisonomía veinteañera, era uno de los establecimientos que

1898, una imagen firmada, tomada en León, Guanajuato, en la

se disputaba la demanda de servicios fotográficos en la ciudad

que indirectamente se hacía presente el hombre más poderoso del

de México a fines del siglo xix. Ubicado, en 1897, en la primera

país: la vista del vagón palaciego que alojaba al presidente Porfirio

calle de Ribera de San Cosme núm. 8 y, un año después, en la

Díaz cuando realizaba sus viajes en ferrocarril. Al tiempo que

primera de Independencia núm. 5, la sociedad Aguirre y Ramos

nos ilustra sobre la transformación de un retratista en fotorre-

se dio a conocer, con sus obras y anuncios, en semanarios ilus-

portero, la toma es indicativa de la rápida aceptación que Ramos

trados como El Mundo y Frégoli. En una inserción publicada en

obtuvo por parte del semanario que fue heraldo de una nueva

el último de estos hebdomadarios, en agosto de 1898, el estudio

época del periodismo mexicano.

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9

Aguirre y Ramos presumía el esmero con que atendía todos sus

En el tránsito del siglo xix al xx, Manuel Ramos se acreditó

trabajos, entre los que se mencionaban las fotografías realizadas

como digno representante de un oficio que implicaba llevar de un

a domicilio de día y de noche, la amplificación de bustos a tamaño

lado a otro pesados equipos fotográficos en pos de acontecimien-

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natural y la novedad de los “retratos bajo relieve”. Retratos de la

tos, presentaciones, ceremonias, y personajes que se considera-

tiple Carmen Calvo y de los actores que representaban El paraíso

ban merecedores de una noticia gráfica. El teatro y las corridas de

perdido, publicados ese mismo año en el semanario “humorístico

toros, dos formas de entretenimiento de gran popularidad en esa

excéntrico”, que en su título rendía homenaje al gran transfor-

época, fueron temas dominantes en las colaboraciones que difun-

mista italiano Leopoldo Frégoli, daban prueba de la habilidad de

dió en 1899 y 1900 a través de la revista Cómico, especializada

Aguirre y Ramos para la composición de cuadros escénicos.

en los ocios y diversiones de la capital mexicana. En diciembre de 1899 atestiguó la inauguración de la Plaza de Toros México y, en corridas celebradas en ese coso durante los primeros meses del siguiente año, obtuvo imágenes, descritas por los editores de Cómico como “instantáneas”, en que matadores como Antonio Fuentes o Manuel Corzo Corcito daban muestras de su arte efíme10

ro.

Las páginas de esta revista también abrieron espacio a la veta

costumbrista y humorística de Ramos, llevando a una de sus portadas la imagen de un cortejo campirano, titulada Conversa rusticana, y desplegando la secuencia Travesuras de Arlequín para el fotógrafo don Manuel Ramos, puesta en escena de una boutade en que un actor cae al piso al no darse cuenta de la desaparición de su 11

silla. El ordenamiento narrativo de aquellas fotografías taurinas, acompañadas de comentarios sobre las acciones capturadas, y la fotosecuencia del travieso Arlequín, manifestación temprana del género que décadas más tarde se desarrollaría como fotocómic y fotonovela, se contaban entre los varios tratamientos, muchos de ellos inspirados en modelos internacionales, que la prensa ilustrada porfiriana exploraba para sacar provecho de la iconografía fotográfica. Las fotografías fueron materia de uso directo en los medios periodísticos desde que se generalizó a escala mundial el uso del fotograbado en medio tono, técnica desarrollada y patentada por 14


el pintor vienés Karl Klic en 1879. El Mundo no solo tuvo el mérito

publicación. A tal expansión no fueron ajenos los favores políti-

de haber sido la publicación mexicana en que se imprimieron las

cos y económicos del gobierno de Porfirio Díaz, quien recibió en

primeras imágenes fotográficas en medio tono, a mediados de

reciprocidad los beneficios de un trato acrítico y reverencial que

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sobre todo, a partir de que se transformó en

sin duda ayudó a la consolidación de su imagen como héroe de la

El Mundo Ilustrado y alcanzó los mayores estándares de calidad

paz y el progreso, si se consideran los grandes tirajes que llegaron

como artefacto editorial, ese semanario se estableció como el más

a alcanzar los impresos de Reyes Spíndola.

octubre de 1894;

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destacado muestrario local de los nuevos significados que, a fines

El periodismo nacional se puso al día y se industrializó

del siglo xix, había adquirido el adjetivo ilustrado: ya no el tér-

cuando Reyes Spíndola puso en práctica la idea de que un diario

mino que remitía a las luces del conocimiento enciclopédico sino

o una revista —haciendo a un lado las discusiones doctrinarias

el guiño que invitaba a disfrutar de la variedad de lo mundano

y los torneos de oratoria—, debía ofrecer sobre todo, el palpitar

como representación visual. Con El Mundo, El Mundo Ilustrado

de las noticias sobre hechos verídicos y situaciones reconocibles,

y sus competidores, nuestras publicaciones periódicas entra-

más aún cuando los mismos tenían a su favor la predisposición

ron a la órbita de una nueva cultura visual globalizada, la cual

del morbo y el rumor colectivos. Al modo de una tienda miscelá-

había podido trascender las fronteras idiomáticas y geográficas

nea, sus ediciones entreveraron información y entretenimiento,

mediante la amplia circulación, fácil legibilidad e inagotable ver-

apuntes callejeros y noticias venidas de todos los continentes,

satilidad de las imágenes producidas por medios técnicos.

amenidades hogareñas y guiños a la vanidad femenina, efeméri-

Entre 1900 y 1909, Manuel Ramos consolidó su presti-

des patrias y letras cultas, publicidad y propaganda.

gio como reportero y artista de la cámara dando a conocer sus

Con el uso de técnicas que permitieron el despliegue y

imágenes en El Mundo Ilustrado, El Tiempo Ilustrado, La Semana

combinación de toda clase de imágenes —viñetas, dibujos, pin-

Ilustrada y Arte y Letras. En esas publicaciones y otras afines,

turas, grabados y fotografías—, El Mundo Ilustrado contribuyó a

en que se dio primacía a la información gráfica y fotográfica, se

desarrollar una nueva concepción de la plana como espacio expo-

construyeron los vínculos y se establecieron las rutinas que per-

sitivo y narrativo. En sus páginas se congregó el talento de desta-

mitieron la emergencia de la primera generación de fotoperiodis-

cados dibujantes, caricaturistas y pintores, entre quienes se puede

tas mexicanos.

mencionar a José María Villasana, Julio Ruelas, Jesús Martínez

En alianza y competencia con fotógrafos como Agustín

Carrión, Carlos Alcalde, Eugenio Olvera y Antonio Gedovius. No

Víctor Casasola, Antonio Garduño, Ezequiel Álvarez Tostado,

era menos variado ni respetable el elenco de los autores y estu-

Samuel Tinoco, Abraham y José María Lupercio, Ramos fue tes-

dios que aportaron obras en la vertiente fotográfica: José María

tigo del transcurrir, aparentemente armonioso, de los días y años

Lupercio, Octaviano de la Mora, los hermanos Schlattman y

en que el régimen de Porfirio Díaz impuso con mano férrea la

Manuel Ramos, entre muchos otros. Junto a las obras y ornamen-

paz social en la República Mexicana, alentó la modernización de

tos de los artistas plásticos y gráficos se publicaron las imágenes

su infraestructura fabril y de sus transportes, y dio lustre a sus

proporcionadas por quienes, apoyados en los registros objetivos

estratos mejor acomodados. A partir de 1910 fue también testigo

de la cámara fotográfica, estaban en condiciones de ofrecer los

de los últimos esplendores de esa dictadura y de las convulsiones

testimonios más apegados a la realidad aparente de sucesos, per-

políticas, militares y sociales que condujeron al inicio de otro ciclo

sonas y cosas. “Apuntes del natural y fotografías”, la combinación

en la historia del país.

utilizada por los formadores de El Mundo Ilustrado para resolver una plana dedicada a las fiestas decembrinas de 1900, a la que

Combates de flores  |  Al abogado, político y empre-

agregaron su propia creatividad en el diseño tipográfico, fue un

sario Rafael Reyes Spíndola se debe la fundación de El Mundo,

recurso frecuente en el armado de piezas que estaban a medio

que comenzó a editarse en la ciudad de Puebla entre octubre y

camino entre el reportaje y el display.

noviembre de 1894 y, a partir del siguiente año, tuvo su sede en

El trabajo conjunto de esos ilustradores y fotógrafos defi-

la capital mexicana. Con la experiencia de haber puesto en mar-

nió el perfil de una publicación que no puede valorarse única-

cha El Universal en 1888, Reyes Spíndola hizo del pionero de

mente en función de los rasgos más evidentes de su política

nuestros semanarios ilustrados la piedra angular de un emporio

editorial: el cortejo de las élites porfirianas mediante el registro

periodístico que pocos años después estaría conformado por el

de sus convivios y ceremonias; el elogio de las tradiciones religio-

diario El Imparcial, el vespertino El Mundo y la revista domini-

sas y cívicas; la presunción de los avances del progreso nacional

cal El Mundo Ilustrado, sucedáneo de lujo de aquella innovadora

que se expresaba en la construcción de edificios y en la adopción 15

Imágenes de Manuel Ramos publicadas en la revista El Mundo Ilustrado correspondientes a las ediciones del 10 de enero y el 17 de abril de 1904.


de nuevas costumbres y aficiones. La inmediatez de lo cotidiano,

El Imparcial —luego de haber cerrado dos años antes el vesper-

el rumor de la vida pública, el ritmo cada vez más acelerado al que

tino El Mundo—, el fotógrafo siguió al empresario en su mudanza

tendía la vida urbana, la revelación ofrecida por instantes arre-

aceptando el puesto de jefe de los reporteros gráficos del diario,

batados al flujo temporal, estuvieron igualmente entre los ingre-

todos ellos viejos conocidos suyos. En las páginas del semana-

dientes de la crónica que El Mundo Ilustrado llevó a sus páginas.

rio, Ramos cumplió como cronista de la paz porfiriana retratando

A estos estímulos se debe la vocación naturalista que el ensayista

escenas típicas, combates de flores, monumentos, ceremonias

Antonio Saborit considera como definitoria de un buen número

oficiales, competencias hípicas, exhibiciones que probaban el

de las imágenes producidas por los creadores gráficos y fotográ-

arraigo que la práctica del sport había adquirido entre los habi-

ficos del semanario. Al respecto ha escrito: “A esta cofradía de

tantes de la capital mexicana, y el tráfico naval en los puertos de

dibujantes y fotógrafos se debe una manera de levantar un regis-

Veracruz y Progreso. A la iconografía de Porfirio Díaz le aportó,

tro de la realidad en la prensa periódica mexi-

entre otras imágenes, un retrato en que el dictador luce como su

cana de esos años. Del natural, en efecto, era

propia estatua ecuestre.

el mérito que en el fondo perseguían muchas

El Mundo Ilustrado fue también la galería impresa que

de las imágenes de El Mundo Ilustrado. No hay

permitió al fotoperiodista Manuel Ramos obtener sus prime-

pictorialismo ni secesionismo; de hecho, nada

ros premios y mostrar sus habilidades artísticas. En el Concurso

parece quedar más lejos a nuestros artistas

Fotográfico Nacional de 1902, organizado con el decidido apoyo

de la lente que las preocupaciones que en esa

del semanario, el jurado compuesto por Octaviano de la Mora,

misma época encandilaban a Joseph T. Kelly,

Fernando Ferrari, Antonio Cruces, H. Schlattman y Manuel

Alfred Stieglitz, Edward Steichen y compañía

Torres, otorgó el primer premio en la categoría Tipos populares

en Estados Unidos y Europa. Es interesante,

y el segundo en la llamada Exteriores a dos imágenes del autor

sin embargo, que no pocas de estas imágenes

potosino. En la correspondiente al primer rubro —la “instantá-

rocen la intencionalidad objetivista que apa-

nea” de un caballo encabritado que en sus lomos lleva a un guar-

reció después de la Primera Guerra Mundial,

dia rural—, los dictaminadores apreciaron la capacidad que tuvo

no obstante lo idiosincrásico —y en buena

el fotógrafo para vencer las dificultades de “esta clase de traba-

medida anacrónico— de la estrategia del natu-

jos” consiguiendo mantener “en foco la figura y medianamente

ral. Y es en ese cuenco donde se revuelve una

en tiempo”. En la otra —la vista de una tromba retratada desde

de las series más fértiles que haya producido la

las azoteas del periódico El Imparcial— valoraron, sobre todo,

14

imaginación fotográfica entre nosotros”.

El diputado Victoriano Salado Álvarez, Guillermo Landa y Escandón, gobernador del Distrito Federal, y Justino Fernández, secretario de Justicia, presiden un banquete del club reeleccionista Círculo de Amigos del General Porfirio Díaz. Ciudad de México, 1909.

15

la oportunidad de la toma.

16

Manuel Ramos aportó su trabajo al re—

En 1905, con una imagen que había sido portada de

vuelto cuenco en que El Mundo Ilustrado resol-

El Mundo Ilustrado en una entrega del año anterior —vista a con-

vió las tensiones de sus tendencias estéticas

traluz tomada desde el muelle del puerto de Veracruz—, Ramos

y compromisos políticos, entre ellas la que

fue considerado ganador en la categoría Paisaje y composición

enfrentaba la conveniencia de tener una pre-

por el Salón de la Sociedad Fotográfica Mexicana.

17

sentación editorial apegada al buen gusto artís-

Estos concursos se contaban entre los pocos escaparates

tico y tributaria de un estilo de moda —el art nouveau—, con el

que tenían a su disposición los fotógrafos con ambiciones artís-

deseo de abrir los ojos hacia las realidades del mundo exterior.

ticas para mostrar sus trabajos más acabados o representativos

Buen ejemplo de las contradicciones entre lo documental y lo

de su estilo. En la siguiente década, tuvieron continuidad en ini-

ornamental es la portada perteneciente a una entrega que circuló

ciativas como la exposición que dio a conocer a la Sociedad de

en enero de 1904, ilustrada con una imagen de Ramos a la que

Fotógrafos de la Prensa en 1911, y el Gran Concurso de Fotografía

se dio el título Flor de la miseria: el retrato de una mujer campe-

Artística que, en 1913, organizó El Mundo Ilustrado, en las que

sina vestida de andrajos enmarcada por las siluetas dibujadas de

Ramos también se hizo presente. La reconstrucción de esos

media docena de flores.

actos de reafirmación de una disciplina que descubría las posi-

Las colaboraciones de Manuel Ramos con El Mundo

bilidades que le eran intrínsecas, por más que aún estuviese a la

Ilustrado mantuvieron cierta regularidad en los primeros siete

sombra de otras artes, arroja luz sobre los valores y gustos com-

años del siglo xx. Cuando, en 1908, Reyes Spíndola vendió el

partidos por quienes sentaron las bases para el aprecio de las

semanario ilustrado y concentró sus energías en la edición de

imágenes fotográficas como patrimonio cultural: fotógrafos que

16


eran maestros o aprendices, reseñistas, editores o público consumidor de impresos ilustrados.

Delegaciones y representantes diplomáticos enviados por treinta y un países —desde la vecina Unión Americana hasta el

Al finalizar la primera década del siglo xx, en acuerdo con

lejano Japón— encabezaron la lista de ilustres invitados que ates-

una sensibilidad todavía dominada por el romanticismo pero ya

tiguaron los desfiles, recepciones e inauguraciones que llenaron

insuflada de ánimos modernistas y realistas, en Manuel Ramos

de animación a la ciudad de México durante el mes de septiem-

cohabitaban el reportero competente, el fotógrafo con intuiciones

bre y la primera semana de octubre de 1910. Obras materiales

pictorialistas que seguía las huellas del litógrafo Casimiro Castro

destinadas a la atención de la salud física o mental, con fines edu-

y el pintor José María Velasco, y el devoto católico que apreciaba

cativos, militares o científicos, que mejoraban la infraestructura

en la luz que resplandecía en los paisajes y se filtraba en sus foto-

hidráulica o la carcelaria, o que dotaban de nuevas instalaciones

grafías otra prueba más de la existencia de un ser supremo.

a tareas burocráticas, legislativas y artísticas, remozaron el paisaje urbano, a pesar de que algunas de ellas no llegaron a su feliz

Luces centenarias  |  Preparados con suficiente ante­

término. El culto cívico se vio enriquecido con los monumentos

lación y con derroche de recursos de toda índole, los festejos que

dedicados a los héroes insurgentes

en 1910 celebraron los cien años de México como nación inde-

y al Benemérito de las Américas:

pendiente fueron, a fin de cuentas, el más lucido homenaje que

la Columna de la Independencia y

el régimen de Porfirio Díaz tributó a sus propios logros. En aquel

el Hemiciclo a Juárez. Por cortesía

año el adusto general llegaba a los ochenta años de edad y estaba

de gobiernos foráneos y de colo-

por completar tres décadas en el ejercicio del poder presidencial,

nias de extranjeros residentes en

guiado por certezas y propósitos como los que le expresó al perio-

México se develaron estatuas dedica­

dista estadounidense James Creelman en 1908:

das a Louis Pasteur, Alexander von

Hemos preservado la forma republicana y democrática de

Humboldt, George Washington, Isa­

gobierno. Hemos defendido y guardado intacta la teoría. Sin

bel la Católica y Giu­seppe Garibaldi.

embargo, hemos también adoptado una política patriarcal en

Hubo congresos de estudiantes, edu­

la actual administración de los asuntos de la nación, guiando

cadores, médicos, americanistas e

y restringiendo las tendencias populares, con fe ciega en la

indianistas. Obras de Zuloaga, Chi­

idea de que una paz forzosa permitiría la educación, que la

charro y Sorolla fueron incluidas en

industria y el comercio se desarrollarían y fueran todos los

la Exposición de Arte Español. En la

elementos de estabilización y unidad entre gente de natural

muestra que se montó en la Academia de San Carlos, se abrió paso

18

inteligente, afectuoso y dócil.

la tendencia del que entonces era el arte actual mexicano: aquella

En función de los intereses de Díaz y sus simpatizantes, el jubileo

que exigía “la sumisión de la técnica por sí misma ante la técnica

en honor de los héroes fundadores de la patria debía ser también

como medio de expresión que revele de manera personal y clara la

la demostración fehaciente, ante los ojos de propios y extraños,

profundidad de la mirada y la intensidad del pensamiento”.

de los efectos positivos de la “política patriarcal” y la “paz forzosa”

adornaron fachadas de edificios públicos, calles, comercios, bal-

a las que “el Prócer del Continente” se había referido en la entre-

cones, aparadores. Y la noche también se vistió de gala: miles y

vista con el enviado del Pearson’s Magazine. De manera explícita

miles de bujías eléctricas ofrecieron el inusitado espectáculo de

o indirecta, la retórica de los discursos y el uso de las alegorías

una ciudad presa de las llamas.

19

Se

históricas enarbolaban esta tesis: la obra iniciada por el insur-

Las obras materiales, señas de confianza en el futuro,

gente Miguel Hidalgo, y continuada por el liberal Benito Juárez,

fueron para la principal sede de las fiestas del Centenario

estaba siendo culminada por Porfirio Díaz, artífice de la etapa

“prenda de su amor por el progreso y muestra de los crecien-

más evolucionada de la historia mexicana. No iba a pasar dema-

tes avances de su cultura”. En sentido opuesto y a la vez com-

siado tiempo para que otro fragmento de las declaraciones recogi-

plementario, las actividades relacionadas con la exaltación del

das por Creelman —la parte en que Díaz advertía que México ya

pasado histórico reafirmaron las potestades de un relato lineal

estaba preparado para la democracia— tuviera una confirmación

compuesto por etapas sucesivas —las civilizaciones antiguas,

en la realidad más allá de los cálculos políticos del gobernante,

la Colonia, la Independencia, la Reforma— al que el régimen

mostrando que había otro país, insatisfecho y agraviado, tras el

porfirista se sumaba en la condición de heredero, guardián y

cortinaje de luces de las fiestas del Centenario.

conciliador. 17

Carro alegórico de la Minería, que tomó parte en el Desfile del Comercio, durante las fiestas del primer centenario de la Independencia de México. Ciudad de México, 14 de septiembre, 1910. Marchaba en seguida el carro de la Minería, que era una montaña coronada por el nopal y el águila que simbolizan las armas nacionales, y a cuyo pie se erguía una matrona que personificaba la Industria Minera; grupos de mineros se entregaban a las labores de su oficio; dos figuras femeninas representaban el Oro y la Plata, y el ornato todo estaba formado de útiles, herramientas y objetos relacionados con la minería. Tiraban del carro soberbios troncos de caballos y lo escoltaban numerosos barreteros con su traje peculiar y sus instrumentos de trabajo. Crónica oficial de las fiestas del primer Centenario de la Independencia de México, 1911.


El retorno de prendas que habían pertenecido al

moralizadora en contra de las publicaciones impías e inmo-

Generalísimo Morelos, la devolución de unas llaves de la capital

rales. En 1910 se fundó la Liga del Sagrado Corazón contra los

mexicana tomadas en los días de la Intervención francesa, la exhi-

malos periódicos y las malas lecturas, que declaró como uno de

bición de los restos óseos de los héroes insurgentes en un cata-

su principales enemigos, precisamente, a El Imparcial, “el perió-

falco levantado en el interior de la catedral, el traslado de la fuente

dico que más perjuicio causa a la Iglesia y a la religión”. Al año

bautismal de Miguel Hidalgo, de la comunidad de Cuitzeo de

siguiente se fundó el Partido Católico, cuyo lema “Trabajar por

Abasolo al Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología,

el reinado social de Jesucristo”, era claramente indicativo de la

y la reorganización y enriquecimiento de este recinto —al que

decisión de sus militantes de no mantener los preceptos de su

se dotó de un nuevo departamento dedicado al Arte Industrial

religión en el ámbito de la vida privada.

Retrospectivo— sirvieron a aquel propósito de utilizar al pasado

Ramos, como lo indican algunas imágenes que realizó en esos

como proveedor de legitimidad y majestad.

años, no estuvo al margen de ese proceso de politización de las

En el carnaval de símbolos y alegorías que fueron las fiestas

Los presidentes Porfirio Díaz y William Howard Taft, retratados por Manuel Ramos en la entrada de la aduana de Ciudad Juárez, el 16 de octubre de 1909. La imagen daba testimonio de la primera ocasión en que se reunían mandatarios de México y Estados Unidos. La revista Arte y Letras destacó el histórico encuentro en la reseña publicada en su edición del día 31 de octubre de 1909. […] Estas fiestas Presidenciales, que han sido de tanta resonancia se puede decir en todo el mundo, fueron causa de que nuestra Revista recibiera uno de los mayores honores a que puede aspirar una publicación, con motivo de la fotografía que de nuevo reproducimos, y dejamos a un periódico de Chihuahua, de gran de gran importancia como El Norte, que relate lo sucedido: “En la amigable plática —dice El Norte— que siguió al ceremonial oficial, el señor Taft estuvo cordialísimo para con el señor General Díaz; le hizo presente, entre otras cosas, su deseo de que tomasen de ambos una fotografía, cosa que no pudo hacer en El Paso el fotógrafo llamado al efecto. Buscóse entonces un fotógrafo mexicano, y pudo conseguirse uno bastante hábil (el de Arte y Letras —decimos nosotros— llevado hasta allí, venciendo grandes dificultades por nuestro Enviado Especial) que afocó su objetivo a la escalinata para tomar una instantánea a la salida de los dos Presidentes […] Y más adelante, sigue relatando el señor Don Joaquín de la Cueva en El Norte, lo siguiente: “¡Un momento!… clama el fotógrafo, y saca la primera instantánea; pero deseoso de no perder aquella ocasión, única hasta hoy en la Historia de México y Estados Unidos, impresiona todavía dos placas más con los dos Presidentes de la América del Norte, juntos…”.

20

Es dable suponer que

vanguardias del catolicismo.

del Centenario, el 15 de septiembre de 1910, hombres y mujeres

En 1909, Ramos publicó fotografías tanto en El Tiempo

disfrazados de Motecuhzoma, Hernán Cortés, Malintzin, Agus­

Ilustrado como en La Semana Ilustrada y, con mayor regularidad,

tín de Iturbide, guerreros aztecas, soldados españoles y de otros

en Arte y Letras, publicación de elegante diseño y generoso for-

muchos personajes de la Conquista, la dominación española y la

mato que hacía honor a su nombre difundiendo cuentos, poemas

Independencia, hicieron posible que Porfirio Díaz contemplara,

y reproducciones de obras artísticas. Como antes en El Mundo

desde su balcón presidencial y en el lapso de unas cuantas horas,

Ilustrado, en las páginas del semanario culterano hubo espacio

trescientos años de historia mexicana.

para que Ramos mostrase dos de las vertientes de su trabajo foto-

Ya fuese como postales, vistas estereoscópicas, materia

gráfico. Por una parte, el Ramos reportero que documenta acon-

de la información periodística o ilustración de ediciones espe-

tecimientos públicos, las más de las veces relevantes sobre todo

ciales, las imágenes fotográficas dieron difusión y permanencia

porque en ellos se hacen presentes, refrendando su importancia

memoriosa a las fiestas porfirianas. A ese cúmulo de fotografías

real y/o simbólica, integrantes de las capas dirigentes —como

se aumentaron las producidas por esa especie en ciernes que eran

la ceremonia que Díaz encabezó en la tribuna monumental de

los fotógrafos aficionados, quienes ya podían disponer de equipos

Chapultepec con motivo de las fiestas patrias de 1909 o el encuen-

portátiles y eran los principales destinatarios de la publicidad de

tro del mandatario mexicano con su similar de Estados Unidos,

las compañías fotográficas. Manuel Ramos fue uno de los repor-

William Howard Taft—, y, por otro lado, en las antípodas de lo

teros gráficos debidamente acreditados para dar cobertura al pro-

noticioso, el Ramos artista que apuesta por la belleza idílica del

grama de actividades del Centenario. Sin embargo, el diario que

mundo rural e indígena, asumido sin ningún afán etnográfico

entonces representaba ya no pertenecía a la esfera de influencia

como reducto de lo inmutable y, por lo mismo, todavía portador

de Reyes Spíndola sino, muy por el contrario, se contaba entre

de la pureza de los orígenes —línea en la que se inscribe el retrato

sus principales competidores: El País, diario de filiación católica,

en que convirtió a su esposa y a una de sus hijas en ejemplos de la

al que el fotógrafo se incorporó a mediados de 1910, poco antes de

indianidad nacional, publicado con el título Tipo mexicano—.

que se desatara el barullo patriótico en la ciudad de México.

21

En su condición de reportero de El País y colaborador de

La integración de Ramos al diario dirigido por Trinidad

Arte y Letras —y por lo visto aún de El Mundo Ilustrado—, Ramos

Sánchez Santos, figura destacada de la intelectualidad con-

dejó constancia de la fiebre de primeras piedras e inauguraciones

servadora, sucedió en un contexto en que las organizaciones y

que fue una de las marcas distintivas de las fiestas del Centenario

medios impresos seguidores del credo católico revitalizaron su

en 1910: el monumento a Washington, la nueva Cárcel General, el

presencia social y acrecentaron su participación en el debate

manicomio de La Castañeda, la Universidad Nacional, la Escuela

público, abriendo incluso espacio a las posiciones antiporfiristas.

Normal de Maestros, la fábrica de pólvora ubicada en los rumbos

En seguimiento de otras iniciativas regionales y locales sucedi-

de Santa Fe. Los carros alegóricos, los homenajes a las reliquias

das en la primera década del siglo xx —en particular en el estado

históricas y las “iluminaciones feéricas” que dieron vistosi-

de Jalisco—, en diciembre de 1909 se organizó un congreso de

dad a la noche citadina fueron asimismo motivo de su atención

periodistas católicos de toda la República, que tuvo como sede la

fotoperiodística.

Villa de Guadalupe. Los participantes se comprometieron a apo-

De esas imágenes también se aprovecharon los edito-

yar la difusión de las ediciones católicas y a realizar una cruzada

res de dos de las publicaciones destinadas a ser monumentos

18


bibliográficos del jubileo: Álbum oficial del Comité Nacional del

convertirse en alharaca en la plaza mayor. En impresos de menor

Comercio. Centenario de la Independencia de México 1810-1910 y la

lujo que la Crónica oficial —un libro y una proclama: La sucesión

Crónica oficial de las fiestas del primer Centenario de la Independencia

presidencial en 1910 y el Plan de San Luis—, se había convocado

de México. Del primero, realizado bajo la dirección de Lorenzo

a poner fin al mandato porfirista. Su autor, Francisco I. Madero,

Zubeldía y editado por E. Gómez de la Puente, comenzaron a cir-

quien estuvo encarcelado mientras se celebraban las fiestas del

cular diez mil ejemplares a partir de octubre de 1910, no muchos

Centenario, decidió llevar los reclamos antirreeleccionistas y

días después de que los festejos tuvieran su conclusión con la

la defensa del sufragio al campo de la lucha armada. En poco

22

El segundo fue

tiempo, más efectiva en la conquista de la opinión pública que

encomendado por Ramón Corral, vicepresidente de la República

amenazante por su poderío militar, esa insurrección sacudió el

y secretario de Gobernación, al historiador y bibliófilo Genaro

pedestal en que Porfirio Díaz luciera durante muchos años su

García, quien por su parte ocupaba el cargo de director del Museo

condición de patriarca impertérrito e intocable. El fotoperiodista

Nacional de Arqueología, Historia y Etnología.

Manuel Ramos debió salir de nueva cuenta a la calle para infor-

“apoteosis de los héroes” en Palacio Nacional.

Para enfrentar el reto que significaba la preparación de la Crónica oficial, obligada a ser el más minucioso de los recuentos

mar sobre algunos de los episodios de algarabía y luto que compusieron los inicios de la Revolución mexicana.

de lo sucedido en la capital mexicana con motivo de las fiestas del Centenario, Genaro García integró un equipo formado por una

Racimos humanos |  A través de la insurrección

docena de colaboradores, entre reseñistas, editores, dibujantes y

made­rista se expresó solo una parte de los múltiples desconten-

fotógrafos. Nemesio García Naranjo y Alfonso Teja Zabre fueron

tos sociales y políticos fermentados bajo el mando dictatorial de

parte del equipo de escritores; Félix Parra lo fue del que realizó

Porfirio Díaz, como se iba a hacer evidente en los siguientes años.

cornisas y remates, y el de fotógrafos estuvo formado por Antonio

La toma de Ciudad Juárez, Chihuahua, por parte de contingentes

Cortés, Antonio Carrillo, Prisciliano Corona y José Escalante. La

rebeldes afiliados al maderismo, que se llevó a cabo entre el 8 y

multiplicación de los eventos hizo que el equipo de fotógrafos no se

el 10 de mayo de 1911, provocó la renuncia del Héroe de la Paz y

diera abasto y entonces, como lo cuenta García en la “Advertencia”

el Progreso pero, sobre todo, destruyó el mito de la imbatibilidad

de la Crónica oficial, fue necesario recurrir a la compra de imáge-

de un régimen que solía acallar con lujo de violencia las mani-

nes realizadas por Manuel Ramos, Antonio G. Garduño y Juan

festaciones de inconformidad —la huelga de Cananea, Sonora

Echeverría, y de otras proporcionadas por los señores Valleto que

(1906), el motín de Río Blanco, Veracruz (1907), el levantamiento

complementaron la iconografía de los representantes extranjeros.

de Aquiles Serdán en Puebla (1910)—. Dos semanas después de

La realización de la Crónica oficial, iniciada el 1 de septiembre de

aquella toma, el día 25 de mayo, Ramos registró ese cambio de

1910, implicó el procesamiento de una gran masa de información

ánimo cuando retrató a los manifestantes que se agolparon frente

compuesta por crónicas, semblanzas, discursos, poemas y fotogra-

al domicilio de Díaz en la capital mexicana, ubicado en la céntrica

fías. Además de la magnitud y complejidad de esta tarea, García

calle Capuchinas, para exigir su renuncia a la presidencia de la

tuvo que enfrentar un asunto de índole familiar —la muerte de su

República.

madre, sucedida el día 6 de ese mismo mes— que le obligó a pre-

La cámara de Ramos ates­

sentar su renuncia, la cual le fue rechazada. Las autoridades ante

tiguó la entrada triunfal de Fran­

las que respondía por el trabajo editorial estuvieron dispuestas a

cisco Madero a la ciudad de México,

23

esperar a que se restableciera de su “desgracia irreparable”.

el 7 de junio de 1911. El País hizo

Vencidos todos los obstáculos, en el otoño de 1911, más

uso del material producido en esa

de un año después de que Genaro García aceptara la responsabi-

cobertura publicando, dos días

lidad de coordinarla, salió de los Talleres del Museo Nacional la

después, la pieza titulada Ecos de

Crónica oficial de las fiestas del primer centenario de la Independencia

la recepción. La estatua de Carlos IV

de México. Ya para entonces la única efigie a color del libro corres-

coronada por racimos humanos,

pondía, en la vida real, a un gobernante derrocado y en el exilio.

de la que hubo un equivalente

El mundo palaciego al que remitían las elegías de la publica-

fílmico realizado para las vistas

ción conmemorativa no había desaparecido del todo; enfren-

noticiosas de Salvador Toscano.

taba, sin embargo, los desórdenes y reacomodos generados por

Las imágenes tomadas en aquella

un movimiento revolucionario que dejó de ser rumor lejano para

tumultuosa acogida, que el Diario 19

Guardia ante el catafalco levantado en Palacio Nacional para la ceremonia de la Apoteosis de los Héroes de la Independencia. Ciudad de México, 6 de octubre de 1910.

Manifestación de protesta ante el domicilio del general Porfirio Díaz. Ciudad de México, 25 de mayo, 1911.


del Hogar consideró únicamente comparable a la que se le brindó

Liberada la nación de las imposiciones del Porfiriato, el si-

sirvieron a la temprana exal-

tial reservado para las musas del orden y el progreso fue ocupado

tación del “salvador de nuestras libertades”. Su consagración defi-

por las de la democracia y la justicia social, en cuyo nombre se

nitiva, sin embargo, se iba a sustentar en registros fotográficos

revitalizaron los espacios públicos como foros ciudadanos y esce-

tomados en circunstancias por entero distintas, dos años des-

narios útiles a la reivindicación de las demandas de los estratos

pués, en los convulsos días en que el héroe estaba en camino de

subalternos. El régimen que tuvo en el triunfo del maderismo su

convertirse en “mártir de la democracia”. El caudillo revoluciona-

momento fundacional haría de los desfiles, marchas, mítines y

rio entró al mausoleo de la iconografía nacional montado a caba-

otras manifestaciones colectivas en que encarnaba el rostro anó-

llo y haciendo ondear un lábaro patrio, como se le vio en el Zócalo

nimo del pueblo, referente obligado de sus discursos políticos,

capitalino el 9 de febrero de 1913, durante la llamada “marcha de

ideológicos y estéticos.

“al ilustre errante Benito Juárez”,

la lealtad”, cuando el ya para entonces presidente de la República

Sin vínculos con organización política alguna y trabajando

se disponía a combatir la asonada militar que semanas después le

al servicio de una prensa recelosa y acomodaticia —aquella que

conduciría al sacrificio. La imagen más célebre de esa cabalgata,

nunca abandonó la sospecha de que en cada alzado o rebelde se

que terminó por ser la última aparición pública de Madero, se le

agazapaba un simple malhechor—, el fotógrafo Manuel Ramos

atribuye al reportero gráfico Gerónimo Hernández y fue publi-

no fue indiferente al ir y venir de las huestes revolucionarias por

25

Esa fotografía debió estar, sin duda,

las principales calles y la Plaza Mayor de la ciudad de México. Los

entre los documentos que Juan O’Gorman revisó y utilizó para

nombres genéricos de esos ejércitos, en su mayoría formados por

componer el mural Sufragio efectivo, no reelección, que se integró

personas de origen humilde, se derivaban de sus caudillos diri-

al Museo Nacional de Historia en 1968.

gentes y eran estos, a fin de cuentas, quienes decidían sobre el

cada en el diario Nueva Era.

Entrada triunfal del caudillo revolucionario Francisco I. Madero a la ciudad de México, el 7 de junio de 1911.

24

Los “racimos humanos” que Ramos tomó aquel 7 de

curso de las acciones militares y políticas. Sin embargo, la presen-

junio, no solo pueden verse como muestra de la curiosidad y el

cia de maderistas, carrancistas, villistas o zapatistas en el corazón

ánimo festivo de los capitalinos ante la presencia de un victorioso

de la República Mexicana implicaba la entrada en escena del pue-

caudillo revolucionario, las tomas por asalto de estatuas y tranvías

blo en armas. El soldado y la soldadera revolucionarios, persona-

eran asimismo expresiones de la energía social desatada por la

jes no previstos en el catálogo de tipos populares, se distanciaron

Revolución que había iniciado Madero.

de la pasividad impuesta por la retratística de vendedores ambulantes, cargadores o artesanos. Glorificados por los corridos y las hojas volantes, por su entrega y su temeridad ante el peligro, esos personajes serían a su vez, al poco tiempo, matrices de una nueva serie de estereotipos. Mero portador de la emblemática combinación de sombrero, carabina y cananas al pecho, el pueblo volvería a perder sus rasgos individuales para inspirar, como masa, los murales, estampas y películas de la épica posrevolucionaria. El fotógrafo Ramos pudo conocer al pueblo en armas a la hora de su presentación ante el público capitalino y ser testigo de sus posteriores mutaciones en el curso de la segunda década del siglo xx. El hombre con carabina que retrató en El primer tren revolucionario que llegó a México en 1911, digno en su gesto y en su vestimenta, representaba a la “revolución bonita”, tolerable, del 26

maderismo.

La histeria en contra de los rebeldes campesinos que

comandaba Emiliano Zapata, prohijada por periódicos y revistas a los que Ramos estaba vinculado, aún no había inventado la leyenda 27

del temible Atila del Sur y sus hordas sedientas de sangre.

Al igual que la mayoría de sus colegas y habitantes de la ciudad de México, Manuel Ramos no debió sospechar lo que traía tras de sí la primera cresta del oleaje revolucionario, al que es probable no viese con demasiadas simpatías si se atiende a su 20


mentalidad conservadora y a sus compromisos laborales. Ante

la insurrección de Díaz y Mondragón,

el vaivén de los sucesos que acompañaron, entre 1911 y 1914, la

entró en tratos con el enemigo. Con esa

apoteosis, caída y reivindicación póstuma de Francisco I. Madero,

primera traición, Victoriano Huerta

Ramos reaccionó sin hacer evidentes sus distancias o cercanías

comenzó a urdir la trama conspirativa

con los poderes en turno. El mismo cartabón que utilizó para

que le permitió usurpar la presiden-

honrar la figura de Díaz lo aplicó para retratar a sus sucesores:

cia de la República, contando en esa

Francisco León de la Barra —presidente interino—, Madero

maniobra con la interesada colabora-

—presidente legítimamente electo—, Victoriano Huerta —presi-

ción de Henry Lane Wilson, embaja-

dente de facto—, Venustiano Carranza —restaurador del orden

dor de Estados Unidos.

constitucional—. Se distanciaría de ese tratamiento respetuoso y

Los sucesos de la Decena Trá­

poco comprometedor el retrato en que dos de sus hijas montaron

gica tuvieron amplia cobertura perio-

una escena que se sumó a la caricaturización de que fue objeto el

dística, entre otras razones porque la prensa fue otro de los

presidente Madero durante su mandato, cuando José Clemente

frentes en que se dieron las confrontaciones entre los fieles al

Orozco, Ernesto García Cabral, Santiago R. de la Vega y otros sati-

maderismo y sus detractores.

ristas gráficos se burlaron con saña de su fisonomía y su perso-

Revista de Revistas imágenes de combatientes afiliados al bando

nalidad —de su talla menuda a sus inclinaciones espiritistas—.

de Félix Díaz, y de los daños causados en construcciones como el

Sobre las rodillas de la niña que personifica a Madero es clara-

reloj chino de la avenida Bucareli o la iglesia del Campo Florido.

mente visible un ejemplar de la revista Multicolor, publicación

Algunas de las fotografías que realizó en esos días están impreg-

que se destacó por su encono en contra del mandatario coahui-

nadas con el olor a muerte y pólvora de aquellos acontecimientos

lense, lo cual da claros indicios del propósito de aquella esceni-

que trajeron a la capital mexicana, por vez primera, el fragor de

ficación, una de las tantas en que sus familiares sirvieron como

las batallas en la etapa revolucionaria. Hay otras que demuestran

modelos al fotógrafo.

el uso de las puestas en escena y los simulacros como recurso

28

Ramos publicó en El País y en

Como gobernante, Madero tuvo que transitar por un com-

fotoperiodístico, al cual no solo un fotógrafo como Ramos, afecto

plejo entorno político tensionado por los resabios del viejo régi-

a la teatralidad, recurrió para dar más dramatismo o verosimili-

men y los intereses encontrados de quienes habían sido sus aliados

tud a sus registros. Para la realización de cuadros escénicos como

en la conquista del poder. Entre los segundos, Pascual Orozco se

el que muestra a un grupo de felicistas fingiendo disparar o haber

insurreccionó en Chihuahua acusándolo de no cumplir con lo

sido alcanzados por el fuego enemigo, el fotógrafo pudo haber

prometido en el Plan de San Luis, en tanto que Emiliano Zapata,

aprovechado el día 16 de febrero en que se declaró un armisticio.

atrincherado en el sureño estado de Morelos, no aceptó sus pro-

A veces el fotógrafo nada tuvo que hacer para que la realidad le

puestas de pacificación, le ofreció resistencia armada y lo descono-

regalara escenas teatrales, como la que retrató en el contexto de

ció como presidente en el manifiesto que articuló sus demandas

una kermés, en junio de 1913: Victoriano Huerta y Félix Díaz,

agraristas: el Plan de Ayala.

rociados de confeti, se enteran de su buenaventura por boca de

En el otro extremo del espectro político, Bernardo Reyes y

unas falsas gitanas.

Félix Díaz se pusieron a la cabeza de la oposición formada por los

El ciclo abierto por la entrada

herederos y nostálgicos del orden porfiriano. Ambos terminaron

triunfal del 7 de junio de 1911 se

encarcelados luego de sus primeros alzamientos armados. El 9 de

cerró, de manera trágica, el 22 de

febrero de 1913 fueron liberados por Manuel Mondragón y otros

febrero de 1913. En la última de estas

disidentes para intentar, por segunda ocasión, el derrocamiento

fechas, mientras eran conducidos a

de Madero. Reyes salió de la cárcel para caer abatido frente a

la penitenciaría de Lecumberri, fue-

Palacio Nacional. Díaz y Mondragón convirtieron el depósito de

ron ejecutados el presidente Madero

armas y municiones conocido como La Ciudadela en su cuartel

y el vicepresidente José María Pino

general. A partir de aquella fecha y hasta el día 18 del mismo mes

Suárez. Ramos fue hasta las puertas

—en el episodio conocido como la Decena Trágica—, la ciudad

de aquel penal a esperar la salida del

de México fue escenario de batallas callejeras, reuniones sigilo-

cortejo que llevaría los restos mortuo-

sas y rumores no menos dañinos que los efectos de la metralla.

rios de Madero. No hubo multitudes

Victoriano Huerta, el militar a quien Madero encargó combatir

ante el paso de su ataúd, que luego se 21

Francisco León de la Barra, presidente provisional, acompañado por el caudillo revolucionario Francisco I. Madero y el general Bernardo Reyes, después de un banquete ofrecido por altos mandos del Ejército Federal en Chapultepec. Ciudad de México, 6 de agosto de 1911.

El presidente usurpador Victoriano Huerta y general Félix Díaz se hacen leer la buena fortuna en la kermés de la Escuela de Agricultura. Ciudad de México, junio de 1913.


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