Enero-Febrero 2012
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Sumario Análisis 1. Marruecos, la vía reformista 2. Yemen: ¿la última oportunidad? 3. Egipto: el Parlamento de la Revolución
Perfiles 1. Muhammad Salem Basandawa: nuevo primer ministro yemení. 2. Saad al-Din al-Uthmani, ministro de Asuntos Exteriores y presidente de la Asamblea Nacional del Partido Justicia y Desarrollo.
Opinión pública
Documenta
Escaparate de libros y revistas
Publicación del IEAM de Casa Árabe Dirección: Gema Martín Muñoz Director adjunto: Rafael Ortega Rodrigo Investigadora: Rocío Vázquez Martí
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ISSN 1989-0400
Atalaya sociopolítica de Casa Árabe Análisis Marruecos, la vía reformista El Partido Justicia y Desarrollo, de referencias islámicas, ha sido el gran triunfador en las elecciones del pasado mes de noviembre. Junto con otros tres partidos e “independientes”, que en realidad son hombres del palacio real, ha constituido el nuevo gobierno y goza de una mayoría holgada en el Parlamento para poner en marcha un programa consensuado e integral que dé estabilidad al nuevo ejecutivo y al país durante los próximos cinco años y que avance hacia la consolidación de la democracia. La nueva Constitución marroquí publicada en el Boletín Oficial La revolución árabe no ha llegado a Marruecos, pero sin duda sus efectos si alcanzaron a este país. Poco después de ver los resultados de las protestas populares y pacíficas en países del entorno y de la movilización popular marroquí del Movimiento 20 de Febrero, el rey de Marruecos, Muhammad VI, puso en marcha una serie de cambios de envergadura para frenar un posible “contagio”: su famoso discurso a la nación del 9 de marzo en el que planteó una serie de reformas constitucionales, concesión de puestos de trabajo a licenciados en paro (un problema social que viene de lejos y que ha ido en aumento, ya que el 27% de los titulados universitarios están desempleados), subvenciones a productos básicos y, sobre todo, una nueva Constitución aprobada en referéndum el pasado 1 de julio, junto al adelanto de las elecciones legislativas con observadores internacionales. La nueva Constitución otorga algunas de las atribuciones de las que gozaba el monarca al jefe de gobierno, que ahora debe ser nombrado por el rey de entre las filas del partido más votado. Entre esas atribuciones ampliadas figura el nombramiento de los ministros, de los altos cargos del gobierno y de los directivos de las empresas estatales; podrá presidir el Consejo
de Ministros y disolver el Parlamento (antes prerrogativa exclusiva del rey). El rey seguirá siendo el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, encargándose de las materias de defensa y seguridad, y seguirá siendo el jefe espiritual de la comunidad (amir al-mu´minin) y presidiendo el Consejo General del Poder Judicial. Asimismo, y no menor, la figura del rey deja de ser “sagrada” para ser “inviolable”, al igual que el rey de España o la reina de Inglaterra. La Constitución admite el principio de separación de poderes, consagra la pluralidad de la identidad marroquí (reconociendo oficialmente la identidad
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