Nota del Foro Socioeconómico 06 / 2008

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Notas del Foro Socioeconómico de Casa Árabe

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CICLO “CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y ECOLÓGICAS DE LOS CONFLICTOS EN EL MUNDO ÁRABE”

EL MEDIOAMBIENTE, VÍCTIMA DE LOS CONFLICTOS: LOS CASOS DE IRAQ Y LÍBANO El estudio y seguimiento del impacto medioambiental de los conflictos es una cuestión que se ha comenzado a abordar sólo recientemente. Los primeros trabajos sobre la evaluación medioambiental post-conflicto fueron realizados por la UNEP Balkan Task Force (1999), del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA, UNEP en inglés), con motivo de la guerra en la antigua Yugoslavia. Fue sólo a partir de 2001 cuando las competencias de dicha agencia fueron ampliadas a evaluar el impacto de los conflictos en el medioambiente de forma global. Se creó entonces la Post-Conflict Assessment Unit, que en 2005 se fusionó en la actual PostConflict and Disaster Management Branch. Así pues, se trata de una perspectiva relativamente reciente de evaluación de las consecuencias de los conflictos, por lo que merece la pena detenerse brevemente en sus características. En efecto, a diferencia del coste humano y del impacto socioeconómico de la guerra, las consecuencias medioambientales tienen otro alcance y otra naturaleza:

· Se trata de consecuencias con impacto a muy largo plazo, cuando no resultan irreversibles.

Por ejemplo, los efectos del uranio empobrecido tienen una vida estimada en 4 500 millones de años.

· Trascienden las fronteras políticas del conflicto. Su impacto es regional y/o mundial. La Guerra del Golfo (1991) constituye un ejemplo paradigmático. A nivel regional, la polución resultante de los incendios y vertidos de petróleo afectó a Irán, Jordania, Kuwait, Arabia Saudí y Siria.

almacén de Khan Dhari, la planta de azufre de Al-Mishraq y el depósito de chatarra militar de Ouireej. Así pues, la reparación de daños no se aborda en su totalidad, sino que se concentra en aquellos focos que representan un mayor riesgo para la salud de la población y el medio ambiente. Por otro lado, hay ciertos impactos de los conflictos (como la extinción de especies animales y vegetales, la degradación de los ecosistemas, etc.) que, obviamente, son irreparables.

· Por regla general, los daños ocasionados en el medioambiente nunca llegan a repararse al 100%. Las recomendaciones incluidas en el informe Assessment of Environmental “Hot Spots” in Iraq de 2005 son un ejemplo de ello. EL PNUMA ha detectado varios miles de lugares contaminados en Iraq, 50 de ellos calificados como puntos críticos. De todos ellos, el informe señala como lugares prioritarios y de acción urgente cinco focos de contaminación: la planta metalúrgica de Al Qadissiya, la fábrica de pesticidas de Al-Suwaira, el

A estas características debe añadirse otra cuestión: el grado de vulnerabilidad de los países que sufren la degradación de su entorno natural. En este sentido, las consecuencias serán de mayor o menor magnitud según sea la capacidad tecnológica, institucional y financiera del país para amortiguar el golpe y dar una respuesta rápida y eficaz al desastre. En el caso de Líbano, el PNUMA destaca la falta de equipos tecnológicos para hacer frente a la catástrofe medioambiental de Jiyeh. En Iraq, se puede decir que el medioambiente ni siquiera formaba parte de la agenda política nacional.

IRAQ: más de 25 años de estrés medioambiental Después de casi tres décadas de conflictos sucesivos y trece años de embargo económico (ver Tabla 1), el medioambiente iraquí se había convertido, según un informe de Naciones Unidas de 2003, en un enfermo crónico. No obstante, los conflictos que han azotado el país y el embargo económico no son la única explicación de la situación medioambiental actual. A ellos se añaden la ausencia de regulación en materia de medioambiente y la aplicación de políticas públicas irrespetuosas con el

entorno natural durante la presidencia de Saddam Hussein. Algunos ejemplos son la inexistencia de una correcta gestión de residuos tóxicos industriales, la ausencia de normativa en materia de medioambiente en el sector industrial y la construcción de presas fluviales (que provocó la desecación del 90% de los pantanos mesopotámicos en la década de los noventa). Según el informe Desk Study on the Environment in Iraq de 2003, el

medioambiente en Iraq adolece de cuatro problemas principales que califica de inmediatos y severos y que se inscriben en el largo plazo: la gestión del agua, la gestión de desechos, la industria del petróleo y la degradación del ecosistema. Algunos de ellos son la consecuencia directa de más de 25 años de conflictos. Otros, de carácter endógeno, también se han visto agravados por los años de guerra y los efectos perversos de las sanciones de Naciones Unidas.


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Tabla 1: Cronología de conflictos y sucesos relacionados en Iraq a partir de 1980

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1980-1987: Guerra Irán-Iraq 1991: Guerra del Golfo 1991-2003: Embargo económico de Naciones Unidas y destrucción económica de Iraq Años 90: campaña de bombardeos británico-estadounidenses (los más intensos en 1998)

petróleo en 1991 en Kuwait, ésta llegó a tener 120-130 km de largo por 5-25 km de ancho y cubrió 707 km de costa de Arabia Saudí, de los cuales 336 km se consideran muy afectados. Se estima que murieron 30 000 aves marinas. Paisajes, edificios y sitios arqueológicos quedaron cubiertos de fuel.

2003: Invasión de Iraq 2003-actualidad: caos y violencia indiscriminada

Fuente: Assessment of Environmental “Hot Spots” in Iraq, PNUMA. Noviembre de 2005.

El impacto en el agua Los problemas afectan al suministro, la distribución y la calidad del agua. El bombardeo de centrales eléctricas durante la guerra del Golfo en 1991 y la invasión de Iraq en 2003 han provocado graves disfunciones en el sistema de bombeo de agua. Las plantas de depuración y tratamiento de aguas residuales también han sufrido daños que impiden su normal funcionamiento. Además, se ha detectado la infiltración de compuestos tóxicos en las canalizaciones de agua como consecuencia del bombardeo de instalaciones industriales. Y a este impacto directo de la guerra deben añadirse otros factores: la ausencia de mantenimiento de las redes nacionales de agua durante los últimos 17 años de embargo económico y el deterioro de las centrales de depuración y bombeo de agua como consecuencia del pillaje de posguerra a partir de 2003. Actualmente, el acceso al agua potable sigue siendo uno de los principales retos en el país. Según un informe de Oxfam y del Comité de ONGs en Iraq del 30 de julio de 2007, aproximadamente 8 millones de iraquíes necesitan urgentemente agua potable y servicios sanitarios. Además, la situación se ha agravado ostensiblemente desde 2003: en 2007, el 70% de los iraquíes no tiene un abastecimiento de agua adecuado (contra un 50% en 2003). La degradación del suministro de agua a la población parece difícil que disminuya dado el clima de inseguridad que azota el país. Gestión de desechos Las dos guerras que ha padecido Iraq produjeron grandes cantidades de desechos en las inmediaciones de instalaciones industriales y eléctricas. Así pues, la guerra de 2003 ha agravado una situación que ya era crítica. En cuanto a los desechos peligrosos, no existe control alguno. Como señala el informe del PNUMA de 2005, la situación de inseguridad acentúa el problema, ya que, por una parte, la insurgencia impide las tareas de limpieza y análisis de los desechos y, por otra, el pillaje provoca la circulación de los residuos tóxicos y multiplica los riesgos ligados a la salud. La fabricación y distribución de productos con materiales tóxicos elevan la contaminación a niveles exponenciales. Se estima que,

durante el saqueo de Al-Suwaira en marzo de 2003, se robaron 100 toneladas de pesticidas obsoletos y muy peligrosos. Petróleo en llamas y vertidos Los incendios de más de 600 pozos de petróleo kuwaitíes durante la Guerra del Golfo fueron dramáticos. Según fuentes iraquíes, ardieron 15 millones de barriles de crudo y 1,5 millones de m3 de productos derivados del petróleo. Se calcula que se consumieron entre 2,5 y 6 millones de barriles de crudo por día. De febrero a principios de abril se alzó una columna de humo de varios kilómetros de ancho. El último incendio se extinguió en noviembre de 1991. Además, 60 millones de barriles fueron vertidos directamente al Golfo Pérsico. La guerra de Iraq de 2003 no causó daños de tanta magnitud. Cabe destacar el incendio de pozos de petróleo en el sur de Iraq y las trincheras de petróleo en Bagdad. El impacto de los incendios Los incendios devastaron la vegetación y las cosechas de la zona. De hecho, la lluvia radioactiva de hollín y de petróleo (oil mist) cubrió vastas áreas de vegetación: 953 km² de suelo fueron dañados. Ello se ha traducido en plantas que no dan semillas y en una vegetación perenne muerta o muy dañada. En las áreas donde se produjeron los incendios, se encuentran altos niveles de salinización debido a la utilización de agua salada para la extinción del fuego. Como consecuencia de ello, las especies vegetales locales han desaparecido y han crecido otras especies más resistentes a la sal, típicas de las zonas costeras. En Arabia Saudí, la lluvia radioactiva de hollín y de petróleo degradó tierras de pasto y provocó la erosión del suelo y la pérdida de plantas perennes. Durante los incendios, también se registró un aumento de la lluvia ácida en Irán. A nivel mundial, la emisión de dióxido de carbono representó un 1,5% de las emisiones mundiales de combustibles fósiles y quema de biomasa. Cabe destacar que los daños medioambientales estimados en Kuwait alcanzan los 40 000 millones de dólares de un total de 250 000 millones de dólares en pérdidas totales. El impacto de los vertidos Se trata de la marea negra más grande de la historia. Originada por el vertido de

La degradación del ecosistema El palmeral de Shatt al-Arab En Shatt al-Arab se encuentra el palmeral más extenso de Iraq. Durante la Guerra Irán-Iraq, el 80% de los 17-18 millones de palmeras de dátiles fueron destruidas. Las razones: la guerra y el incremento de la salinidad en el estuario (debido al sistema de irrigación y la presa construida aguas arriba). Las palmeras restantes se caracterizan por su fragilidad y su vulnerabilidad frente a las plagas. La degradación del palmeral parece no haber terminado. La atmósfera Durante la Guerra del Golfo, el bombardeo de instalaciones de producción de armas químicas y biológicas provocó la liberación de gas mostaza y la mezcla de otros agentes nerviosos como los gases sarín y closarín. Asimismo, el bombardeo de instalaciones industriales originó la emisión de numerosos compuestos químicos a la atmósfera. La degradación del entorno Los factores de degradación del entorno son múltiples. Entre ellos, la construcción de 375 000 búnkeres, trincheras y cráteres en Kuwait (no existen datos en Iraq), la contaminación de playas, la creación de vertederos ilegales y la deforestación de 160 km² de terreno (debido a la tala de árboles por la escasez de combustible). Se estima que se han perdido el 20% de los árboles de cultivo. Cabe destacar, asimismo, la degradación de los ecosistemas desérticos. Estos, ya de por sí frágiles, se vieron severamente afectados a causa de la realización de actividades militares intensas. Su restablecimiento llevará décadas. Por último, se calcula que permanecen en Iraq entre un 3 y un 5% de las bombas, misiles y cartuchos sin explotar (de 10 000 a 40 000 piezas), con el consiguiente riesgo para las personas. A esto se añaden más de 1,6 millones de minas sin explotar en Kuwait. Esto supone un alto riesgo para la población, e impide el acceso a campos y tierras de cultivo. Impacto en la salud pública Uranio empobrecido Se estima que existen más de 290 toneladas de proyectiles estadounidenses


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con uranio empobrecido en Iraq (en comparación con 9 toneladas en Kosovo y 3 toneladas en Bosnia-Herzegovina). El uranio empobrecido se disemina en polvo o pequeños fragmentos en el medioambiente. Sus consecuencias para la salud se resumen en el cuadro adjunto. La aparición de enfermedades de difícil diagnóstico como el aumento del número de casos de malformaciones congénitas y de cáncer entre la población iraquí y las tropas estadounidenses que participaron en la Guerra del Golfo ha establecido un nexo de unión entre contaminación ambiental y salud. El conocido Síndrome de la Guerra del Golfo se relaciona con la exposición al gas nervioso sarín y al uranio empobrecido. Crisis del agua Las enfermedades ligadas al consumo de agua contaminada están a la orden del día, especialmente entre la población más pobre. EI problema de la calidad del agua viene de lejos, ya que las sanciones impuestas a Iraq por Naciones Unidas impedían la importación de clorina, sustancia básica para depurar el agua. Actualmente, IRIN alerta en varios de sus informes sobre la escasez de agua potable en Iraq y sobre sus consecuencias en la salud de la población. El principal problema reside en el río Tigris, convertido en un verdadero vertedero. El vertido de desechos y de cuerpos humanos al río lo han convertido en una fuente de enfermedades y polución. La pesca ha sido prohibida y el consumo de sus aguas provoca diarreas, cólera, gastroenteritis y otras enfermedades asociadas.

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El uranio empobrecido, ¿de qué se trata? Características El uranio empobrecido o uranio 238 es un subproducto del proceso de enriquecimiento de uranio natural. Es muy utilizado en el sector de la tecnología militar, pues sus propiedades son muy valoradas: se trata de un metal extremadamente denso, radioactivo y muy pesado. Además, el uranio empobrecido es doblemente tóxico: química y radiológicamente. Uso militar En función de estas tres características, sus aplicaciones militares son múltiples, ya que se utiliza con fines tanto ofensivos como defensivos, como munición para perforar blindajes y como refuerzo en la estructura de vehículos militares. Las armas con uranio empobrecido son consideradas armas convencionales y, por lo tanto, su uso no está sujeto a restricciones legales internacionales. El uranio 238 fue utilizado por primera vez en 1991, durante la Guerra del Golfo. A partir de entonces, Naciones Unidas ha confirmado su uso en los conflictos de Bosnia-Herzegovina (1994-1995) e Iraq (2003). Riesgos para la salud La intoxicación puede darse a través de la inhalación (la más habitual), la ingestión (de agua, bebidas y/o alimentos) o el contacto cutáneo (vía menos frecuente). La magnitud de los efectos del uranio empobrecido en el ser humano depende de las características del tipo de uranio empobrecido y del nivel y duración de la exposición. Los órganos más afectados son los riñones y los pulmones. En este sentido, las enfermedades que se derivan son la disfunción renal, radiolesiones en el pulmón y cáncer de pulmón (cuando la exposición es prolongada). Por último, cabe señalar que los niños son un grupo muy vulnerable a la intoxicación por su inclinación a llevárselo todo a la boca. Riesgos para el medioambiente Sólo su uso militar puede producir problemas significativos de contaminación del medioambiente. El uranio 238 tiene efectos contaminantes muy localizados, es decir, en un radio de unas pocas decenas de metros. Sin embargo, de no eliminar los focos de uranio empobrecido, su permanencia en el suelo en forma de polvo puede dar lugar a su dispersión a través de la lluvia. Finalmente, de no hacer efectiva su eliminación, la reutilización de metal con uranio empobrecido mediante la refabricación de otros productos puede multiplicar su efecto contaminante. Fuente: OMS, http://www.who.int/topics/uranium/es ; Uranium Medical Research Centre, http://www.umrc.net/ ; y UNEP Post-Conflict and Management Branch, http://postconflict.unep.ch

LÍBANO: el impacto de un mes de hostilidades La guerra de Líbano en el verano de 2006 provocó en 33 días de hostilidades unos daños medioambientales considerables, pues, según las estimaciones del Banco Mundial, tuvieron un coste medio de 729 millones de dólares, equivalentes a un 3,6% del PIB libanés (ver Tabla 2). No obstante, dichas estimaciones no engloban los riesgos potenciales que a largo plazo puede acarrear el impacto medioambiental. Debido al poco tiempo transcurrido desde el fin de la guerra, hoy por hoy resulta muy difícil estimar las consecuencias de la misma en términos de salud e impacto medioambiental a largo plazo. Debe transcurrir un período de 10 a 20 años para poder evaluar los efectos de ciertas sustancias tóxicas en el cuerpo humano. Los resultados aquí presentados provienen de los últimos informes de Naciones Unidas y del Banco Mundial (enero y octubre de 2007 respectivamente) y, por lo tanto, sólo miden las consecuencias inmediatas del conflicto en el medioambiente.

La catástrofe medioambiental de Jiyeh Los bombardeos israelíes a la central eléctrica de Jiyeh el 13 y el 15 de julio de 2006 representaron para Líbano la mayor catástrofe medioambiental de su historia. Los daños directos derivados del bombardeo de la central se estiman en 139,6 millones de dólares, y el coste de las tareas de limpieza en curso en 63,5 millones de dólares (estimación hasta abril de 2007). Las consecuencias de la marea negra El vertido de entre 10 000 y 15 000 toneladas de combustible al mar Mediterráneo, además de su considerable impacto económico, afectó a la reserva natural de Palm Islands, sitios de patrimonio histórico y cultural como Biblos y la fauna y la flora costeras y marinas. En otoño de 2006 se habían recogido 600 m3 de petróleo líquido y 1 000 m3 de arena, guijarros y desechos contaminados. Además, todavía no se sabe con certeza el impacto a largo plazo que las sustancias tóxicas del vertido tendrán en la salud de personas que

estuvieron en contacto directo con él y en los residentes de la zona. Finalmente, parece que las tareas de limpieza han podido contener la contaminación masiva de todo el litoral libanés: las concentraciones de hidrocarburos aromáticos policíclicos en los sedimentos de los fondos marinos fuera de las inmediaciones de Jiyeh son comparables a las de otras zonas mediterráneas. Las consecuencias de los incendios Los análisis llevados a cabo por los expertos del PNUMA han revelado la presencia de metales pesados en el aire. Estos pueden afectar a la salud a largo plazo. En Jiyeh y sus alrededores se han encontrado hidrocarburos aromáticos policíclicos generados por la combustión incompleta de hidrocarburos. El reto de la gestión de desechos y escombros Los bombardeos israelíes generaron un gran cúmulo de escombros y de desechos sólidos, por lo que el informe del PNUMA

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subraya la urgencia de una gestión eficiente de éstos. La saturación de los vertederos y la mezcla de residuos peligrosos (desechos sanitarios) con la basura común se erigen como los principales problemas a resolver. El coste medio de los daños ligados a los desechos constituye el 1,4% del PIB libanés, el más importante en relación con el resto de tipos de daños (ver Tabla 2). Agua La Tabla 2 sitúa en tercer lugar de importancia los daños ocasionados en el sector del agua: 131,4 millones de dólares, que suponen el

0,6% del PIB del Líbano. Según el informe sobre el medioambiente libanés post-conflicto del PNUMA (octubre de 2007), existe una contaminación localizada de las aguas superficiales y subterráneas en algunas zonas industriales como la de Choueifat o la fábrica de detergentes de Ghabris. Tras los bombardeos, residuos de productos químicos se extendieron y se infiltraron en las fuentes de agua. Aunque se destaca que el riesgo de contaminación del agua es poco elevado, se considera que las precipitaciones pueden extender la contaminación y por lo tanto, elevar el riesgo. Al encontrarse la red de suministro seriamente dañada, las

Tabla 2: Coste medio global de la degradación medioambiental causada por la guerra en Líbano Tipo de daño

Coste medio en mill. US$

% del PIB*

Desechos

290,2

1,4

Vertido de petróleo

203,1

1,0

Agua

131,4

0,6

Canteras

95,5

0,5

Bosques

8,9

0,0

Aire

---

---

Coste total causado por las hostilidades

729,1

3,5%

* Basado en un PIB estimado para 2006 en 20,5 mil millones de dólares (Economic Intelligence Unit, 2006). Fuente: Republic of Lebanon. Economic Assessment of Environmental Degradation Due to July 2006 Hostilities, Report no. 39787-LB, The World Bank, October 11, 2007.

aguas subterráneas podrían contaminarse y provocar así una amenaza para la salud pública. Asimismo, la red de evacuación de aguas residuales también presenta daños considerables. Salud En el caso libanés no hay evidencia de que se hayan empleado armas de uranio empobrecido. No obstante, el Ejército israelí ha confirmado el uso de fósforo blanco. En cuanto a las bombas de racimo sin explotar, se calcula que podría haber hasta un millón. Por último, la presencia de hidrocarburos en la zona de Jiyeh puede elevar el número de casos de cáncer a largo plazo. Degradación de la biodiversidad El impacto medioambiental de Jiyeh ha representado una seria amenaza para la fauna y la flora del litoral, del fondo marino y de la reserva natural de Palm Islands. En concreto, para las aves migratorias y las tortugas marinas. Además, el conjunto de la fauna y la flora de los sedimentos marinos quedaron asfixiadas por el vertido. Finalmente, a la catástrofe ecológica del litoral libanés se añaden los incendios ocasionados en el sur del país, que han arrasado las especies de árboles con valor económico.

Referencias: Desk Study on the Environment in Iraq, PNUMA. 2003 Assessment of Environmental “Hot Spots” in Iraq, PNUMA. Noviembre de 2005. Republic of Lebanon. Economic Assessment of Environmental Degradation Due to July 2006 Hostilities, Report no. 39787-LB, Banco Mundial. Octubre de 2007. Liban. Evaluation environnementale post-conflit, PNUE. Enero de 2007. Marée noire sur les côtes libanaises, Rapport du Secrétaire général, Asamblea General de Naciones Unidas. 24 de octubre de 2007. The WHO Guidance on Exposure to Depleted Uranium, Organización Mundial de la Salud, 2001. Depleted Uranium: Sources, Exposure and Health Effects, Organización Mundial de la Salud, 2001. Lebanon. Rapid Environmental Assessment for Greening Recovery Reconstruction and Reform 2006, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2007. IRIN (Integrated Regional Information Networks), UN Office for the Coordination of Humanitarian Affairs.

Notas del Foro Socioeconómico de Casa Árabe - Año I I Nº 06/2008- Madrid, 5 de febrero de 2008 Publicación editada por:

Casa Árabe-Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán - foroeconomico@casaarabe-ieam.es C/ Príncipe de Vergara nº 108, 5ª Planta - 28002 Madrid - www.casaarabe-ieam.es


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