Casa para
la Memoria Viviana Zuluaga Zuluaga Carolina Saldarriaga Ramírez Carlos Iván Duque Salgado Leidy Dayana Castaño
CORPORACIÓN CASA CREATIVA Casa para la Memoria
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Agradecimientos Nuestra estadía en cada hogar participante de Casa para la memoria, estuvo plena de las mejores actitudes, por esta razón y porque fue por ustedes que se desarrolló este proyecto, agradecemos a Gustavo Adolfo Echeverry, Eladio Urrea, Albeiro Villada Vélez, Gloria Elsy Fernández, Arón Rojas, Josefina Rojas, María Doris Tabares Álvarez, Jaime Fernández, Fernando Buitrago y Argemiro Cárdenas. Por proveer los espacios necesarios para realizar las Ferias de la memoria y brindarnos las facilidades logísticas para desarrollarlas, agradecemos al Instituto Santuario y a la Casa de la Cultura de Santa Rosa de Cabal; y por permitirnos compartir la exposición fotográfica Casa para la memoria, reconocemos el aporte hecho por el Aeropuerto Internacional Matecaña y por la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Tecnológica de Pereira-UTP. Especialmente, damos gracias a los profesionales del Laboratorio de Ecología Histórica y Patrimonio Cultural por su apoyo constante en los procesos de la corporación. Al Semillero de Investigación en Gestión Cultural Ambiental de la UTP toda nuestra gratitud por la ayuda y el acompañamiento técnico durante las fases de campo de los proyectos Casa para la memoria y Gente de café.
Quiero dedicar mi trabajo fotográfico a todas las personas que me permitieron entrar a conocer los rincones, misterios, historias de sus hogares, que sin ningún reparo compartieron los momentos más significativos de sus vidas... Gracias por hacerme parte de esta bonita experiencia, en la que conocí, aprendí y disfruté enormemente. Paola Andrea Agudelo Salazar Fotógrafa
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Tabla de
contenido Presentaci贸n ...........................5 Introducci贸n ...........................8 Son de bahareque ..............11 Historias de bahareque ....39 Referencias ............................81
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Presentaci贸n 5
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La transformación de la vida cafetera, la desintegración de la familia por el fenómeno migratorio, la evolución acelerada de la vida social y económica, los riesgos naturales asociados a un medio ambiente húmedo, sísmico y propenso a los movimientos en masa, pusieron en riesgo la sobrevivencia de una técnica de construcción que más que una vivienda le entregó a los habitantes de la región un modo particular de convivir con la naturaleza. Cuando una sociedad lee su territorio y lo interpreta para adaptarse a él creativamente, se dice que se construye cultura y cuando esta adaptación se transmite y permanece en el tiempo, se empieza a constituir en patrimonio. Por muchos años la transmisión del saber hacer la casa, restaurarla o reconstruirla fue un privilegio de muchos, que se compartía, estas sociedades tuvieron que pasar la miseria del colapso de sus casas para entender que los materiales o la técnica debían cambiar. Copiaron y reprodujeron una técnica exitosa que se constituyó en la opción de muchos, en tiempos de pobreza. Poco a poco, con el paso del tiempo y las nuevas dinámicas económicas, la apertura de mercados, la posibilidad de viajar y ver a otros en sus propios entornos, la llegada de capitales extranjeros, la “abundancia económica” producto de las remesas, así como la posibilidad creciente de acceder a más recursos económicos, entre otros, generó un proceso de decaimiento de la técnica y de la casa, se descontextualizó el bahareque y llegó a ser solo un material de sobrevivencia a la escasez. Cada vez más se transformaba la casa, inicialmente, el dinero alcanzaba solo para la fachada, luego los pisos, y luego “hacia adentro”, y poco a poco las plazas de los parques centrales, antaño enmarcados en la típica casa de mirador florido, de sócalo, de chambrana o de alero se reemplazó por la arquitectura de material; los parques de los pueblos cafeteros entonces empezaron a entrar aceleradamente a una modernidad marcada principalmente por la pretensión de apariencia de ciudad.
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Al mismo tiempo, muchas familias empezaron a apropiar elementos decorativos copiados en sus viajes, o de la televisión, cambió la casa, cambió la ornamentación, cambió la familia y el sentido mismo de la casa –cobijar a muchos–, en tanto la ciudad capital empezó atraer a jóvenes que dejaron la caficultura, su casa y su familia y se adentraron a la vida urbana. En la casa diseñada para la abundancia, de miembros, de comida, de niños, de café; se instaló la soledad, el desgaste y la vejez, ya no habían jóvenes y eran ya pocos niños –de esto dan cuenta los índices negativos de crecimiento poblacional que tienen gran parte de los pueblos del Eje Cafetero– ya no había ni café. La pérdida material de la cultura cafetera quedó dispuesta y exhibida para la añoranza y el recuerdo en museos y hogares que decidieron resguardar celosamente el objetuario de la identidad cafetera, en otros casos fue la pobreza, la que obligó su protección. Hoy día, la tendencia a la recuperación de lo tradicional, entre otras cosas impulsado por fenómenos de turismo y en el último año debido a la declaratoria de 47 municipios del Eje Cafetero como patrimonio mundial por parte de la Unesco, plantea el reto de escudriñar lo que queda de la cultura cafetera para rescatarlo, resguardarlo, valorarlo, difundirlo y protegerlo. De asumir esta labor dan cuenta los intentos por realizar inventarios del patrimonio arquitectónico de la región que diversas instituciones han iniciado con avances importantes, pero sin documentos definitivos que proporcionen un análisis de la realidad del tema, la cantidad y estado real de las edificaciones ubicadas tanto en áreas rurales como urbanas; mientras esto sucede, el desgaste de las construcciones y la pérdida del conocimiento popular alrededor de su construcción es cada vez más frecuente. Por lo anterior, las políticas de recuperación del patrimonio que vienen siendo impulsadas entre otras por el Ministerio de Cultura de Colombia en los últimos años, demuestran que es posible reivindicar el patrimonio, dignificando su existencia misma a través de la visualización de sus diversas manifestaciones y de los valores que constituyen su esencia y desarrollo, en todas las esferas de la sociedad. La Corporación Casa Creativa se une a dicha labor a través de la publicación de este libro, buscamos disponer nuestros recursos a la tarea de ayudar a activar los valores de la cultura cafetera para que pervivan en la memoria, el texto, producto de la aplicación de técnicas como la entrevista, la historia oral, los estudios de caso, la fotografía y la reunión de expertos, son una invitación a vivir y disfrutar lo propio.
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Introducci贸n
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Según la Real Academia Española, bahareque es una “pared de palos entretejidos con cañas y barro”, una acepción más usada por los expertos dice que este es “paredes de caña y tierra”, ambas definiciones apuntan a lo mismo: construcciones hechas con base en materiales extraídos de la naturaleza. El bahareque es usado en varias partes del mundo, aunque su utilización se diferencia dependiendo del tipo de bambú (guadua) que se emplea. Además, en Colombia, en especial en el Eje Cafetero, se convirtió en un tipo de arquitectura regional, propia, que se particularizó tanto en la forma y materiales, como en la distribución y estética de sus espacios. La historia del uso del bahareque en el Eje Cafetero guarda estrecha relación con los sismos que se dan de manera frecuente en esta región del país. Antiguamente, las casas eran elaboradas con tapia pisada y adobe, pero, los daños que ocasionaban los temblores de tierra, hicieron que se optara por un recurso arquitectónico más liviano y que soportara los embates de la naturaleza. Así fue como el bahareque empezó a hacer parte del paisaje cafetero. Para el arquitecto experto en bahareque Jorge Enrique Robledo, este se constituyó en un auténtico “estilo temblorero” (1996: 2). Las ventajas, eran evidentes: sismorresistente y liviano, fácil de reparar y económico. Ahora bien, su proceso de inserción como parte de una cultura cafetera no fue fácil. En la época, se entendía el bahareque como una solución de vivienda ante la ausencia de recursos para acceder a otro tipo de construcción. Era visto como pobre, feo, ausente de la idea de progreso y, por muchos fue llamado “suplefaltas”. Si para muchos el bahareque era sinónimo de pobreza y carente de gracia, para otros fue la salida real a sus problemas de vivienda y de seguridad. Los campesinos empezaron a hacer sus propias construcciones con lo que la naturaleza les daba, esto es, tierra, madera, boñiga de ganado y ocasionalmente cal y cemento. Por supuesto, tales artificios para hacerse un lugar, revelaban la ausencia del Estado para brindar soluciones de vivienda más acordes, sin embargo, el tiempo dio la razón a las construcciones de bahareque: estas serían
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el mejor método para resguardarse de los sismos. Tanto, que hoy por hoy es considerado una “cultura sísmica local del mundo” (Robledo, Muñoz y Duque, 1999: 3). Además, el bahareque, por su flexibilidad para ser modificado, era idóneo para su ampliación, una vez la familia crecía. La construcción o modificación de las casas traía consigo un nuevo elemento: generalmente empleaban a los mismos miembros de la familia y a los vecinos de la zona, esto significó una cultura de la colaboración, de las “comitivas”, que estrechó lazos de confraternidad perdurables en el tiempo. Como la arquitectura no depende exclusivamente del medio ambiente, de los materiales de construcción disponibles, de las habilidades de los especialistas y de las tecnologías que se empleen, deben analizarse las influencias culturales que de una u otra manera, en mayor o enor medida, afectaron el desarrollo urbano (Robledo, 1996: 22).
Es por la posibilidad de entender el bahareque como parte de la cultura cafetera y dar cuenta de su influencia en el desarrollo urbano de la región que se pretende construir este libro. Se busca celebrar la memoria que tienen las casas de bahareque, para recordar, junto con sus protagonistas, cómo fue su elaboración, en qué contexto se dio, qué significa en sus afectos y cómo estas pueden darnos indicios de una cultura pujante, creativa y recursiva, sobre la cultura cafetera. La Corporación Casa Creativa presenta este libro con el apoyo del Ministerio de Cultura, Programa Nacional de Concertación-2012, con el fin de generar alternativas de valoración y difusión de la cultura popular cafetera, aquella que históricamente ha modificado un paisaje y lo ha hecho singular. Este libro trata de dar cuenta del patrimonio cultural que invisten las casas de bahareque. Historias, relatos y paisaje visual lo configuran. La estructura de este libro comprende una parte escrita y otra visual. Los textos corresponden a nociones generales sobre el bahareque (qué es y cuáles son sus técnicas de uso) y a fragmentos de las entrevistas que se realizaron a propietarios, moradores y expertos sobre casas hechas en este tipo de arquitectura. En un segundo momento del libro, se dará voz a los protagonistas directos, fundadores y/o habitantes de las casas de bahareque que por medio de la metodología de la entrevista, vivifican su memoria alrededor de la casa. Casa para la Memoria
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Son de Bahareque
Los materiales básicos son la guadua y la madera. Las casas construidas en bahareque están clasificadas según el tipo de recubrimiento de los muros. Para los expertos existen cuatro: con tierra y cagajón, entablillado, metálico y encementado.
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Tipos* Bahareque de tierra y cagajón Macizo o relleno El interior de los muros se llena con tierra maciza y con parales, que son cintas de guadua en vertical (entre guadua y guadua se echa la tierra y se pisa). Se coloca una diagonal o riostra en columna de madera para que brinde mayor sostenimiento a la estructura en construcción. En guadua también se hacen las columnas verticales. Se revoca con tierra, cagajón (excremento de ganado y caballerías) y cal.
* Los gráficos que ilustran las tipologías de bahareque son adaptados de Muñoz (2005).
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La arquitectura de bahareque como parte del Paisaje Cultural Cafetero, fue reconocida como patrimonio mundial de la humanidad por la Unesco en agosto de 2011.
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Bahareque de tabla o “entablillado” Los entramados de este bahareque se hacen con madera aserrada o guadua y su recubrimiento con tablas de madera. La solera (es decir, “la base” de la construcción) también es de madera.
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Los límites se hacen con el mismo material con que se forjó toda la casa, la guadua, además, no falta el “adorno natural” que embellece los linderos.
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Bahareque encementado Es quizá el sistema más avanzado de los recubrimientos de bahareque. Aunque no siempre el más idóneo, ya que el peso que da a la construcción puede generar daños de consideración, sobre todo si son sacudidas por movimientos sísmicos. Se trata de aplicar sobre la madera y la guadua (o guadua en esterilla) morteros de cemento y arena.
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Hueco Se utilizan los elementos mencionados, con la diferencia de que el recubrimiento no se hace con tierra sino con esterillas de guadua. Acci贸n que para algunos moradores de la zona resultaba m谩s costoso.
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Las construcciones hechas sobre ladera representan un peligro si sus cimientos no están bien estructurados. Este tipo de viviendas se debe a la ausencia de recursos de sus moradores. A pesar de todo, son incluso más resistentes que las hechas en “material”. Casa para la Memoria
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Conformaci贸n
Los materiales con que se construyen las casas de bahareque los da la tierra; el dise帽o se adapta a las condiciones de linaje y patrimonio de sus habitantes.
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Bahareque metálico Todas las construcciones de bahareque, están conformadas por guadua y madera. Como se dijo, son los recubrimientos los que indican una diferenciación arquitectónica. El bahareque metálico está recubierto por láminas metálicas. En general, se utilizaba y se utiliza en las fachadas, con fines más bien estéticos, dejando para otras partes de las casas el uso de alguno de los otros tipos de recubrimiento.
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Pisos o entrepisos Tradicionalmente se usan madera, guaduas o esterillas de este mismo material (en este Ăşltimo caso son recubiertos con morteros de cemento y arena) que descansan en la solera.
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Cimientos o soleras
De acuerdo con la economía familiar, los cimientos podían ser de hormigón, ladrillos o pilares de guadua. También dependía de si la nueva vivienda estaría ubicada en ladera o en terreno plano.
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Techos Se construyen con cerchas* de guadua, que reciben otras guaduas de menor grosor ubicadas de manera perpendicular. El espacio entre una y otra es la razón del tamaño de las tejas de barro que terminarán por recubrir el techo. También, a cambio de colocar guaduas perpendiculares, se usan esterillas sobre las que se echará mortero de cemento y arena o barro para pegar las tejas. *Regla delgada y flexible de madera que sirve para hacer superficies con arco.
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Muros Son la raz贸n por la que a las casas de bahareque se les llama as铆. Parales de guadua ubicados verticalmente sobre los pisos o entrepisos y recubiertos ya sea por tierra y cagaj贸n, tablas, l谩minas de metal o cemento, se aseguran con alambre galvanizado y puntillas en algunos casos, o con bejuco, en otros.
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Una Arquitectura
Heredada 25
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La colonización antioqueña le heredó al Eje Cafetero parte de su cultura; la tradición en la construcción no es la excepción. Así lo narra el historiador Fernando Buitrago Montes, cuando se le interroga por el arribo de este tipo de arquitectura en la zona.
Llegó con la colonización antioqueña. Los colonizadores de estas tierras, encabezados por Fermín López, que era el líder, se asentaron y trajeron esta tipología de Antioquia, la adaptaron a nuestro medio con materiales propios de la región como la guadua, la teja de barro, las chambranas, y se caracteriza, precisamente, por tener amplios corredores, aleros, una altura generosa, el techo en teja de barro, la arquitectura del bahareque. A finales del siglo XIX, comienzos de los años veinte, se empezaron a construir segundas plantas en bahareque, guadua y la cubierta en teja de barro y los amplios corredores y las chambranas. Después se denominó como arquitectura temblorera, porque esta es una zona de alta sismicidad.
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Antaño, los muros de bahareque no se hacían desde la solera. Casi siempre empezaban en el segundo piso. Para el primer piso, la usanza y la bendición de la economía, permitían que se hiciera los cimientos con morteros de cemento y arena.
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Era un trabajo de equipo, la comunidad se reunía en torno a la construcción, que duraba una semana o un mes. En ese entonces no había aquí arquitectos, ni ingenieros, ni nada. Eso eran empíricos, es decir, había maestros de obra que eran unos artistas, verdaderamente, eran personas que se dedicaban a la construcción, ellos mismos empezaban por la selección de los materiales, tenían especial cuidado, por ejemplo, en cortar la guadua en buena época, en menguante, y la dejaban curar en el mismo guadual por ahí treinta días, la cortabana las cinco, cinco y media de la mañana, cuando el agua ya se suponía que había bajado… en fin, ellos tenían muchos conocimientos del manejo tanto de la guadua, como de madera en general, y trabajaban con maderas muy buenas. También tenían especial cuidado del corte de la madera y la época.
La edificación era, más que un trabajo, una celebración entre vecinos. Bien lo recuerda Ángel Ramiro Córdoba a sus 71 años de edad, campesino caficultor del municipio de Santuario, Risaralda. En esa época se trabajaba mucho en comunidad, eran las famosas mingas o aguadulceras con la familia. Me acuerdo yo de que mi padre, él comenzaba a cortar guadua desde de las 4:30 de la mañana, se levantaba y se iba para el guadual, cortaba y ya con otras personas o en mingas, o con algunos trabajadores, la iban arrumando donde estaba el sitio donde iban a construir la casa. Lo mismo la piedra, la piedra se buscaba en el río, en las quebradas, las piedras eran la base de la casa, las piedras tenían que ser grandes, y eso le buscaban que tuviera un lado que fuera más o menos plano y las ponían a nivel, el oficial les ponía un hilo para el nivel y encima se ponían las vigas.
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EstĂŠtica
de la Casa de
Bahareque
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Construir la casa es de por sí un canto de las familias y vecinos, todos participan, todos reciben la buena nueva de tener su propio techo. Hay un orden empírico que se respeta en este tipo de arquitectura. Las casas poco a poco empiezan a tener elementos semejantes en el diseño y en la estética funcional. Las hay en forma de U, de L y horizontales. Con grandes corredores para divisar el paisaje natural, con jardín, sembrado y animales. Caminar una casa de bahareque es participar en una fiesta de colores y flores, los rincones de la casa evidencian los objetos y artefactos asociados a la caficultura, es común ver el diálogo entre una religiosidad apasionada y la convivencia con lo mágico; lo mágico-religioso entonces se constituye en un paradigma de la ornamentación, los afectos familiares y los enseres para elaborar ropa y tejidos, hacen parte del mobiliario de la casa. Nunca faltan las flores que terminan siendo sembradas en particulares adaptaciones de materos, actividad que evidencia el empleo tradicional del reciclaje. Una estética que corresponde al calor de hogar, que facilita el encuentro y el diálogo. Una casa para la familia, una casa “hecha a la medida”. Gustavo Adolfo Echeverry caficultor de Santuario, recuerda el calor de hogar que proporciona el bahareque. Generalmente, la cocina quedaba al lado del comedor y tenía una ventana para no tener que dar la vuelta sino por ahí pasar los alimentos. Se reunían y bendecían los alimentos y era entonces el sitio de unidad familiar. El sitio de reunión era la cocina y al calor del fogón comían y era donde se quedaban hasta tarde porque no había energía en las casas, entonces era el que les proporcionaba algo de luz, el calorcito. Y contaban entonces los quehaceres diarios y lo enriquecían con la vocación oral y el relato que tenían los abuelos para contar todos los mitos y las leyendas.
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Luego estaban los cuartos principales y eran comunicados los cuartos en el interior para poder darles vuelta a los hijos. Las construcciones eran en bahareque y como los hijos eran muy numerosos, eran amplias y tenían muchas camas en cada dormitorio, porque las familias pasaban de ocho o diez personas. En la parte de atrás del patio tenían unas pequeñas parcelas donde cultivaban café, frutales, tenían la vaca y como el medio de transporte era el caballo, cada casa tenía su pesebrera, por eso las puertas altas. Es como decir tener hoy en día la casa con el garaje, el garaje de ellos era la pesebrera para el caballo. Estas casas eran muy amigables con el transeúnte, tenían el alero generoso para que las personas, cuando lloviera, caminaran y no se mojaran. Estas casas generalmente tenían su patio central donde lo utilizaban para las reuniones familiares y los corredores eran redondos. Una riqueza de espacios, las habitaciones son grandes, y la amplitud, porque generalmente las familias eran muy numerosas, era como un patrimonio tener muchos hijos. Decían que cada hijo venía con la arepa debajo del brazo. Era la mano de obra familiar la que enriquecía las fincas y eso, porque todos trabajaban en torno a la unidad familiar. El papá y la mamá y cuando el hijo se casaba, entonces le daban un pedazo de finca, él construía su casa. En algunas casas podemos ver el patio central en el que se conservan las plantas aromáticas, las plantas medicinales y de la buena suerte.
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El diseño arquitectónico en forma de U era determinado por el lugar que ocupaba el patio, en este caso, en todo el centro de la casa. Lo que favorecía aún más la comunicación entre todos los miembros del hogar.
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Lo f eo y lo bonito
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sus matices Casa para la Memoria
No hay que olvidar que gracias al esfuerzo que muchos, en diferentes campos, vienen haciendo por revertir la imagen negativa del bahareque, este se constituye en un paradigma de la construcción, por todos los beneficios que presta: sismorresistencia, economía, cuidado del medio ambiente, belleza, facilidad de reparación y características de liviano, entre otros. Aunque saludamos tales esfuerzos por darle su lugar a una arquitectura que hace parte de los valores culturales de la región, no podemos dejar de decir, que los campesinos que elaboraron estas casas por razón de la pobreza y el esfuerzo, no reciben tales favores. Aunque personas en su mayoría feliz, los sigue caracterizando el esfuerzo con que deben asumir el sostenimiento y mantenimiento de sus casas, pues no son partícipes de las nuevas técnicas de conservación ni de los diseños estilizados a la moda.
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Paradigma cafetero: ante la ausencia,
Creatividad desbordada
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¿Por qué, si hoy se celebran las construcciones de bahareque –nótese el auge de instituciones públicas y privadas que usan arquitectura de este tipo, solo por citar un ejemplo– hay necesidad de “reivindicar su imagen”? Porque detrás de ella hay dos elementos obvios: el primero es que la historia del bahareque en el Eje Cafetero se inicia con la absoluta pobreza e ingenio de campesinos que no tenían cómo suplir su necesidad más básica, la vivienda. De ahí el nombre que se le acuñó: “suplefalta” *. El bahareque era feo y de marginales –no es una casualidad que con él se hayan construido miles de casas ilegales en las laderas de los ríos de la región y “tugurios”–, era la pobreza haciéndose un lugar en la tierra y con la tierra. Y justamente este carácter de hay que salir adelante, propio de las comunidades de la región, logró generar un sistema creativo de adaptación al medio que fue exitoso y que les permitió entre otras cosas el desarrollo digno de su familia.Entonces, pasadas unas décadas, cuando los frecuentes * De hecho, en su arquitectura, al paral vertical de guadua que forma las paredes de las casas, se le llama también así, suplefalta (véase gráficos de tipos de bahareque)
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El empeño que los constructores y moradores ponen para mantener sus viviendas en buen estado, se refleja en el énfasis en la limpieza y en los arreglos estilísticos que siempre les imprimen.
Es tradición que los hombres labren la tierra y las mujeres administren el hogar. Las señoras se encargan de los menesteres de la casa y, por supuesto, de ornamentar cada espacio de la vivienda.
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temblores de tierra corroboraban una y otra vez que las casas de bahareque eran de lejos más seguras que las hechas de cemento, hubo un giro cultural hacia la percepción de la casa de bahareque. Giro que está en ciernes. Cada tanto se escribe y se dice sobre los beneficios de la guadua (elemento principal del bahareque). Así es como ahora la guadua ya no es pobreza, no debería serlo, por ello se intenta “reivindicar su imagen” *. El segundo elemento y más importante por el que habría que preservar la casa de bahareque, es de más largo aliento y no se supedita (no del todo), a las leyes del mercado y las tendencias. Una verdad que latió, como ya dijimos, cuando los sismos amenazaban con esta región del país era que los campesinos pobres habían descubierto un modo autóctono de asegurarse en los movimientos telúricos (Robledo, 1996). Esa es la razón de celebrar la casa de bahareque, es signo y símbolo del tesón y emprendimiento de gente que forjó estas tierras, de antepasados fuertes, valientes y vigorosos que tenían por capital el trabajo de sus manos y el deseo enorme de salir adelante. Esa creatividad y empeño son la herencia de los abuelos.
* Vale la pena anotar la resignificación del bahareque que está haciendo el turismo en la región, cada vez más casas son devueltas a su estado original, restauradas o que buscan imitar la arquitectura y ornamentación típica del bahareque, con el fin de prestar servicios turísticos, dado que su atractivo para el visitante nacional e internacional es indiscutible.
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Historias de
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Bahareque
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Doña María Doris es de piel caoba, con un brillo en el rostro que le sube hasta el pelo y se le pierde en los surcos blancos y negros de su cabellera recogida. De sonrisa fácil, tiene en los ojos una humedad que agita con cada parpadeo. Su casa es una de las que más recordamos, no por la casa sino por las lágrimas de doña María Doris al preguntarle por sus papás, sin mucha pausa entre la pregunta y el llanto, nos contó que en esa casa vivió con sus padres, luego en ella “levantó” a sus hijos y ahora vive con su esposo y un hermano. –Esa era la época más buena, vivir con los padres, ellos fueron muy buenos conmigo. Dijo mientras pasaba por su cara un delantal que envolvía su cintura.
La casa está ubicada en el Alto Cauca, zona rural de Marsella, en el departamento de Risaralda. El pequeño caserío lo habitan en su mayoría personas adultas que viven de su propia parcela o de trabajar en las fincas de la zona. Los jóvenes de la vereda se fueron a trabajar en otros lugares, a ciudades grandes o al centro urbano de Marsella, los pocos que quedan, también planean marcharse. Don Jairo Loaiza, llegó al Alto Cauca hace treinta años, como llegan los recolectores de café, buscando dónde emplearse y ganar algo de dinero. Encontró trabajo y una compañera; se quedó por la segunda. Casa para la Memoria
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De las casas de bahareque sobre todo se pintan las fachadas, las puertas y las ventanas. Los colores mรกs utilizados para esta tarea son tonos fuertes que reproducen el entorno natural.
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El proyecto Casa para la memoria, recorrió cafetales y caminos destapados, se metió en la cocina de todas las casas que visitó, y sobre todo, permitió que cada jornada en campo, cada entrevista y cada foto, nos ofreciera relatos cotidianos cargados de simplicidad, narraciones personales, historias de vida y testimonios que nos motivaron a volver, a seguir escuchando sobre el amor por la vivienda, sobre las picardías en los zaguanes y sobre las vidas de generaciones que pasan y casas que permanecen. La familia cambió, en una casa de cinco habitaciones en la que cada cuarto puede albergar con amplitud un par de camas dobles, un armario, un perchero y una silla, ahora solo viven dos personas. Así ocurre en una de las casas visitadas en Santuario, Risaralda, con el tiempo, la numerosa familia García, que nunca le faltaron niños en su patio de ocho metros cuadrados, y sus habitaciones recibían cómodamente a las visitas, ahora ve sus despoblados corredores de madera encerada, únicamente recorridos por los últimos dos hermanos García y una señora que se ocupa de las labores domésticas. Los hogares numerosos de antaño fueron remplazados por núcleos familiares que no superan las cuatro personas, y cuando son más, generalmente es porque viven varias familias en una misma casa: hermanas con sus hijos, el tío que nunca se casó, los hijos del hermano que viajó al exterior, etc., casi siempre conviven en torno a la abuela o a una hermana mayor. La tradición de la casa amplia, con techos altos y miradores con chambrana de macana, se conserva en las construcciones más antiguas, sin embargo, algunas de estas casas han sido parceladas, sacando tres o más viviendas de una sola edificación original.
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Los expertos afirman que el bahareque es un “bien cultural autóctono”. Las casas construidas así, son versátiles, ya que pesan poco, son flexibles, económicas y fáciles de arreglar y ornar.
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El trabajo de campo se hizo visitando casas en la zona rural y en los centros urbanos de Santa Rosa de Cabal, Marsella y Santuario, todos municipios de Risaralda; algunas personas inicialmente no entendían bien en qué consistía, y preguntaban si las entrevistas y las fotos eran para un auxilio de vivienda, aclarada la confusión, la dificultad radicaba en que todos saben que su casa es lo más importante, y lo afirman con seguridad, pero casi nadie puede expresar con palabras en qué radica esa importancia. Recorríamos la vivienda y conversábamos, casi siempre bebiendo un café brindado por la señora del hogar. Con la olla recién montada en el fogón de leña, doña Martha accedió a conversar, no sin antes advertirnos que de tanto en vez, debía darle vuelta al almuerzo. La falta de al menos tres de sus dientes frontales, le daba a su sonrisa un aspecto dulce que hacía juego con su rostro, insistió en que la casa no estaba ordenada, que sentía pena de atendernos con el oficio a medio hacer. No supimos de ella por unos cinco minutos, al parecer estaba limpiando el “paso de la suegra”. Nos convidó a una sala pequeña. Un televisor de perilla empotrado en un antiguo peinador y dos taburetes, compartían espacio con la humedad fría que se dejaba oler. Los restos de madera que cayeron al abrir las ventanas, indicaban que habían pasado meses desde la última vez que aquellas fueron abiertas. Los usos y las prácticas entorno a la arquitectura tradicional y a la manera de habitarla, han tenido permanentes modificaciones. Con distintos argumentos remodelan las casas, porque la pared en material es más higiénica, porque es más segura, porque tiene mejor aspecto. De los maestros de obra entrevistados que construyeron en bahareque, ninguno recuerda la última vez que lo hizo, y las personas que insisten en conservar las edificaciones en sus materiales originales, son gente mayor parada en su nostalgia.
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En el Eje Cafetero, un buen número de casas han sido construidas en bahareque –apreciadas en la actualidad más en zonas rurales que urbanas, o en municipios pequeños–. Las más antiguas tienen rellenos de barro, esterilla de guadua recubiertas con cagajón o latón metálico. En los últimos años, se viene utilizando cemento.
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En Santa Rosa, como en otros municipios de la zona, varias haciendas cafeteras han migrado al ganado, conservan la infraestructura que en otrora producía café, pero están dedicadas a negocios más rentables. Ahora el centro de acopio almacena equipos de ordeño. En Santuario, los dueños de la Hacienda Naranjal, tienen una de las casas mejor conservadas, no obstante, la piscina de balneario junto a la vivienda, no dialoga con la bella construcción de bahareque. Parte del origen de la construcción en bahareque, según Argemiro Arias, octogenario maestro de obra que aprendió de sus tíos y de su papá el oficio de fabricar casas en bahareque, sale de la recursividad de los mayores, al usar los materiales que la zona les proveía y resolver de esta forma la necesidad de abrigo para ellos y sus familias. En la actualidad, estas casas poseen valor por la memoria regional que conservan y por su significado como patrimonio, características no equiparables con el valor de uso proporcionado por los actuales materiales de construcción. Durante el recorrido se recogieron las voces de las familias que se forjaron dentro de la casa de bahareque. Narraciones que evidencian el proceso de construcción de una vivienda, la conformación de los hogares, las estrategias para conseguir materiales y adaptarlos a una edificación. Relatos de duendes y brujas, de “entierros” (tesoros guardados) en las tapias o bajo el colchón y cuentos de economía familiar. Historias que recrean el arribo a la tierra, la intervención a la naturaleza, los beneficios del diseño de estos lugares en donde todos se reunían al calor del fogón para escuchar, tras un día de jornal y oficio, las palabras de los ancianos y reír con las ocurrencias y juegos de los niños.
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Las casas, como c贸mplices, se llenan de las huellas del tiempo. Se fijan en ellas recuerdos de viaja data. Y aunque la austeridad campea, no dejan de ser siempre c谩lidas.
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Es usual que las divisiones internas de las casas no tengan puertas pero s铆 ventanas, que dan luz, ventilaci贸n y sirven para mantener la comunicaci贸n entre los miembros del hogar. Casa para la Memoria
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La bondad de los espacios es uno de los beneficios mĂĄs valorados de las casas, tanto, como la posibilidad de recibir y atender bien a propios y extraĂąos que llegan para ocupar su lugar.
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Através de una serie de entrevistas, conseguimos reunir los testimonios, anécdotas, recuerdos y experiencias de los moradores de las casas de bahareque.
Eladio Urrea Santa Rosa de Cabal
¿Qué representa la casa para usted? Eladio Urrea (EU): Mucho, porque llevo 42 años viviendo aquí, yo personalmente la hice, fue donde levanté toda mi familia, donde he levantado seis hijos. Levanté la casita, este pedacito de terreno es mío, y le he dado a los hijos dónde hacer las casitas también; porque acá (señalando diferentes puntos), por ejemplo, por este lado de allí es de una hija, allá un hijo, por allí otro, toda la familia mejor dicho, los doce ranchitos que hay aquí son todos de familia y la verdad es que no quisiera moverme de aquí nunca. ¿Cuál es el lugar de la casa qué más le gusta? ¿Por qué? EU: Este donde estamos, el corredor. Por la divisa, se entretiene uno mirando pa´ todas partes. Casa para la Memoria
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El tesón con que las mujeres cafeteras cuidan del hogar, es evidente. La estética de la casa está relacionada con la comodidad y entrada de luz.
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¿Cuáles son las ventajas de las casas de bahareque frente a las de ladrillo y cemento? EU: Son muchas, son casas calurositas, yo no le tengo mucha confianza a las casas de ladrillos porque en temblor se sueltan esos ladrillos y se cae la casa, en cambio en estas no, estas solo traquean y no pasa nada. ¿Recuerda cómo es la mezcla para hacer bahareque? EU: Cuando yo organizaba eso pa´ hacer las paredes, pa´ empañetar las paredes, trataba el cagajón de bestia, con una tierrita bien arenosita y pisarla bien pisada y ahí empañetaba. ¿Y ese cagajón se usaba seco o mojado? EU: De cualquier manera, uno se iba pa´ los potreros donde hubieran bestias y cogía lo que encontrara, seca o mojada o ya verde, se pisaba bien pisada y con eso arreglaba las paredes. ¿Cuántas casas ha construido en bahareque? EU: De las doce casas de la familia, he construido aproximadamente ocho. ¿Cómo aprendió? EU: De cabeza mía, porque nadie me enseñó. Esta casa cuando la hice, yo no tuve quién me dijera esto se hace así o lo otro, a idea mía construí esta casa y las otras, a mí nadie me enseñó a pegar un adobe, o hacer una columna. Cuando trabajaba en fincas, debido a eso yo aprendí, me basaba en las mismas paredes, como quien dice en mirar aquella casa que hay allá, pa´ arreglar la mezcla, la boñiga, pero no le preguntaba a nadie, no tuve quién me dijera esto se hace así. Eso fue todo idea mía. ¿Cuánto duró la construcción? EU: Eso siempre duró como seis meses, haciéndola yo solo y con las economías y todo eso. Casa para la Memoria
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Las casas estĂĄn hechas para que se pueda ver desde cualquier lugar de su interior otra parte de ellas. AsĂ, las personas se han acostumbrado a hablar en voz alta para que desde otro compartimento se les escuche.
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¿Y cómo la hizo? EU: Yo empecé a hacerla con lo que me dio mi patrón don Alonso; me dio un poco de madera, me dio la teja y ya lo que fue la construcción, las paredes, eso ya fue por cuenta de que yo recogía la boñiga, recogía todo el material; como esto fuera del pañete por dentro lleva un embarillonado que lleva una mezcla de tierra. (Se levanta y señala en la pared) Esto tiene una mezcla de tierra, vea, este es el embarillonado que le digo, vea, estas son laticas de guadua y esto es ya tierra, aquí encima de este embarillonado va esta mezcla. Esa tierra hay que remojarla, pisarla pa´ después coger por bolas y la va metiendo ahí y va subiendo. Después de que uno ya empañeta esto, con boñiga y tierra arenosita, eso hay que blanquearlo, el blanqueamiento se hace con cal o con macilla. ¿El mantenimiento de la casa sale económico por el tipo de materiales que se utilizan? EU: Claro, el cagajón, es más económico porque supongamos, si esta pared fuera de empañete de cemento, se necesitaría comprar arena y comprar cemento. En cambio así con d´esto no necesita sino que me voy pal´ potrero y por allá consigo lo que no me cuesta nada. Las tapias caracterizan a estas casas, pero también se asocian con historias de tesoros guardados, ¿recuerda alguna? EU: Sí, yo viví en una casa de esas, donde el dueño era un señor don Quito Atortuha, y él mantenía su entierro y eso en cualquier parte con los cuchillos rompían la tierra y por ahí metían los guardaditos. Ahora años como no había bancos ni nada eso, la mayor parte de la gente que tenía buena platica la metía debajo del colchón o en la tapia de la casa. La mamá mía fue una, había un palo de la casa donde vivíamos, que tenía unos huecos y allá era la alcancía de ella, cada rato se la pillábamos allá. Le echábamos cantaleta como un berriondo, pero a ella no le valía, a ella le gustaba mucho guardar la plata por´ai en el monte, que porque no se la sacaban. Casa para la Memoria
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Una de las características más valoradas por los habitantes de las casas de bahareque es su panorámica y cómo se inserta en el paisaje: sujeto y objeto escénico.
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Albeiro Villada Vélez Santuario
¿Cuál es el lugar de la casa que más le gusta? Albeiro Villada Vélez (AVV): Aquí donde estoy. Claro que acá todo está bueno, se ha ido organizando de a pedacitos, mejorando y pintado. ¿Por qué le gusta tanto el corredor de la casa? AVV: Este corredorcito me gusta mucho porque uno lo puede mantener enceradito y organizadito, pa´ que no se mantenga mucha basura. ¿Cuál es el recuerdo más bonito que tiene usted de la casa? AVV: Pues que acá sí vivo muy bueno, todos somos bien avenidos y no tenemos problemas de nada, se vive muy bueno acá. Casa para la Memoria
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¿Cómo ha sido la experiencia de vivir en casa de bahareque? AVV: Uno hermano está enseñado a vivir en estas casas, uno ya está atado. ¿Cuál es la ventaja de la casa de bahareque? AVV: Estas casas son muy buenas, porque a la final han hecho temblores duros y estas casas se mueven pero no se tumban, más bien se averían las de material. Esto acá es fino, en cambio en esa estructura de material uno está más inseguro porque eso se cae, se tarja, se caen hasta las paredes, en cambio estas casas no. ¿Recuerda cómo fueron construidas o reparadas las casas de bahareque? AVV: Las casas anteriormente las hacían para que duraran entre 70 y 80 años, no era sino pintarlas y tapar huecos con boñiga. Estas casas son antiguas y son vivibles. ¿Cómo es la ventilación de la casa? AVV: Acá ventea muy bueno y en verano eso es un clima muy bueno, porque no hace calor, se siente un vientecito ensolbado muy bueno. ¿Cómo es “ensolbado”? AVV: Pues un vientecito que usted sale pa´ la calle y por allá no se siente viento y acá entra usted y es un viento rondando, es un viento como ensolbado acá en este medio y ventila todas las piezas y de todo. ¿Si hablaran estas paredes qué le dirían a uno? AVV: Pues le dirían que las mantuvieran bien organizadas y bien barriditas y bien pintaditas, porque se ven bonitas así, porque el descuido es una clase de abandono. A veces las paredes tratan de hablarle a la gente para que las organicen y no las dejen caer porque que son útiles. Casa para la Memoria
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No es usual que los rincones, esquinas y paredes de las casas estén vacíos. Siempre hay una pieza funcional o simbólica que imprime un estilo a cada vivienda.
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Gloria Elsy Fernández Santuario
¿Para usted qué significa la casa? Gloria Elsy Fernández (GEF): Pues esta casa es como una reliquia prácticamente, es como una reliquia porque de estas casas ya no se ven casi, ahora ya las construcciones son muy modernas, entonces es bueno tenerlas porque es un sitio cómodo, tranquilo y se siente paz y pues es bonita. ¿Cuál es el lugar de la casa que más le gusta y porqué? GEF: Los corredores, porque es un sitio como al aire libre, donde uno se siente cómodo, hay mucho espacio. ¿Cuál es la ventaja de la casa de bahareque frente a la de material? GEF: Pues en este momento sería como el patrimonio, como el patrimonio y el valor cultural y arquitectónico que tiene, ese sería como el valor o la ventaja que tiene.
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La luz entra por todo lugar: corredores, balcones, puertas y ventanas, hacen que desde el amanecer hasta el atardecer, los interiores de las casas se iluminen.
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Aron Rojas y Josefina Rojas Marsella
¿Qué significa y qué representa para ustedes la casa? Arón Rojas (AR) y Josefina Rojas (JR): La casa representa y significa todo, porque acá es donde nosotros tenemos la felicidad, acá vivimos muy bueno, vivimos en mucha armonía en estos momentos. La alegría y felicidad que da esta casita… vivimos muy sabroso gracias a Dios. ¿Cuál es el lugar de la casa que más les gusta?, ¿por qué? AR: Bueno, haber que le digo, el lugar que de pronto yo me siento más cómodo es el comedor y en el apartamento donde nosotros dormimos, claro que toda la casa es muy amañadora, pero yo me siento muy cómodo en el apartamentico donde yo duermo y en el comedorcito porque yo me siento ahí y me estoy mis ratos hablando con mi hermana (Josefina) y como que no me dan ganas de parame de ahí. ¿Por qué les gusta tanto esta casa? JR: Representa un techo donde uno vive, que es lo más sagrado, lo que uno ha luchado muchos años para tener una casita, que otras personas por hoy no tienen un techo, no tienen dónde vivir y uno no tener un techo donde vivir pues, es algo por lo que uno ha luchado mucho. AR: Cuando vine, ya me quedé acá y me quedé y me quedé, y bueno aquí nacieron mis hijos y se criaron y acá se levantaron, y ya acá me quedé y me gustó y acá estoy. ¿Qué es lo que más le gusta hacer en la casa doña Josefina? JR: Me gusta mucho la jardinería, me parece muy bonito el jardín, eso es lo que más me agrada, pues sembrar jardines, tener flores muy bonitas, yo donde voy y veo una mata la pido y si tengo plata la compro, pues lo que más me atrae es el jardín. Casa para la Memoria
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Las paredes de las casas son testigos de la recursividad de sus habitantes. Son la estructura bĂĄsica de la vivienda y hacen parte de la proxĂŠmica de sus gentes.
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Y usted don Arón, ¿cuál es el recuerdo más bonito que tiene de la casa? AR: Con el tiempo que llevo viviendo acá tengo recuerdos muy buenos, por ejemplo he vivido con mis hijos, con mi esposa vivimos muchos años acá, vivimos muy bueno acá en el ranchito en la casita, vivimos muy sabroso, pues los recuerdos siempre han sido esos recuerdos muy gratos, muy buenos, y en este momento pues mi esposa no está pero está mi hermana, vivimos en una paz que solamente nosotros la tenemos y vivimos muy amañados porque vivimos en una parte muy sana, donde el vecindario es muy bueno, vivimos a todas anchas, en el ranchito vivimos muy amañados, entonces eso, y la crianza de mis hijos, que ellos se criaron acá. ¿Cómo fue la formación que les dieron sus padres? AR y JR: Lo que más recordamos era que eran de esos padres ejemplares, nos enseñaban a ser niños muy educados, a pesar de no haber tenido estudio, nos enseñaban que a las personas había que respetarlas, y esa es una enseñanza muy buena, nosotros nos levantamos con esa moral, de respetar a las personas, que si nosotros no sabíamos hablar con las otras personas entonces por lo menos no irrespetarlas y eso fue lo que más nos inculcaron y la honradez de antemano. ¿Recuerdan alguna historia que les hayan contado de niños, alguna anécdota divertida? JR: Sí, de espantos, del duende. Que el duende es algo que llega a una casa y se lleva los objetos de las casa, se lleva los animales, se lleva la ropa, por ejemplo usted tiene ese maletín y de pronto el maletín se desaparece y le aparece por allá al otro lado, pues porque eso sí lo viví yo en la casa de mi hermana, yo vi eso, a mí me tocó ver eso, es algo miedoso.
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En los corredores, los abuelos y padres contaban historias que divertían a los adultos y asustaban a los niños. Allí, al calor de un café y hasta bien entrada la noche, se reunían para hacer honor a la palabra. 65
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¿Qué fue lo que usted vio en la casa? JR: Una niña dijo que había un niño en el monte, entonces nosotras ya estábamos grandes y no le creímos nada, ¿un niño de dónde?, entonces empezó ya con el cuento de que el niño tiraba piedras y que solo lo veía ella. Entonces eso empezó apoderarse de la casa, se llevó los animales, a nosotros nos envolataba la ropa, pero no se perdía, nos la envolataba. Entonces mi cuñado y mi hermana fueron al sacerdote del pueblo y él les dijo que fueran a Riosucio donde otro sacerdote, el sacerdote de allá les dijo que tenían que llevarla a la niña, porque era muy posible que el niño se la quisiera llevar, y él cuando se lleva a los niños los devuelve, pero los devuelve abobados, no son normales, no sirven para estudiar, no sirven para nada porque ellos ya vienen con algo, entonces el sacerdote de Riosucio les dijo que la trajeran donde los padres Las Carmelitas de Manizales. Allá a la niña le prestaban los evangelios, y le pusieron un cinturón bendito durante mucho tiempo, y esa fue la manera [de curarla]. ¿cuál es la ventaja de la casa de bahareque frente a la casa de material? AR: De pronto hay una ventaja en la casa de bahareque y es que en cuestión de tempestades y temblores es más resistente.
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Los colores de la naturaleza se confunden con el lienzo de las casas de bahareque que a manos de sus habitantes, realzan el paisaje cultural cafetero.
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Gustavo Adolfo Echeverry Santuario
Cuéntenos acerca de la construcción de las casas de bahareque en Santuario Gustavo Adolfo Echeverry (GAE): Ellos, con sus conocimientos empíricos eran sabios, porque eran casas que eran sismorresistentes, que guardaban la temperatura con el techo en teja. Aunque los primeros techos fueron en cáscaras de roble y de yarumo pero eran refractarias cuando hacía mucho sol y eran calurosas cuando hacía mucho frío. Las casas eran muy amplias de corredores redondos, de patios centrales, en la parte trasera tenían las pesebreras, o donde encerraban las vacas para tener el ordeño porque ellos le apuntaban mucho a la seguridad alimentaria. ¿Recuerda la historia de alguna de las casas más representativas? GAE: Todavía se conserva la casa del alambique. El alambique era donde se destilaba aguardiente en forma rudimentaria. Está ubicada en la carrera quinta calle octava, esquina. Fue la primera fábrica de licores del municipio de Santuario y luego, la primera escuela a donde venían los hijos de los colonos y había una señora que les enseñaba a leer y escribir. El primer profesor que hubo se llamaba Francisco Martínez. Hay una escuela que lleva ese nombre en honor al primer educador formal del municipio. Casa para la Memoria
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La iconografía religiosa es fundamental en el sistema de creencias de muchas personas de la región cafetera. Gozan de mayor culto el Divino Niño y la Virgen María. 69
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Existía hasta hace poco, una construcción que fue la primera casa consistorial, la primera inspección de policía y la primera alcaldía del municipio, luego pasó a ser la cárcel distrital y ahora ese terreno lo cedieron para construir la plaza de mercado en comodato, y el compromiso era que conservaran la fachada original. Después llegaron a hacer los trabajos y la tumbaron e hicieron un pequeño balcón. Es una plaza de mercado que es líder y tiene muy buenas especificaciones, pero nosotros, los del patrimonio y los vigías del patrimonio, nunca estuvimos de acuerdo y nos opusimos a que terminaran con la fachada y las tapias de la casa consistorial. Era también de un señor de acá que era tendero, era un señor pues que vendía víveres y abarrotes, y con los recursos que sacó de una guaca, le dio cinco reales a unas personas para que fueran a hacer una pica o a explorar haber si habían guacas y a los tres días le llegaron con el equivalente a 18 libras de panela, y como no tenían cosas para pesar, lo pesaban en almudes, puchas o libras de panela. Dicen que con los recursos de esa guaca, que dicen, es la guaca más rica que sacaron en Santuario, se construyó esa casa. En las casas eran muy populares la puerta y el contraportón. La puerta permanecía abierta y el contraportón sin seguro, porque eso era una muestra de la amabilidad, la honradez y de la gentileza en las personas, hoy en día eso no se puede hacer en las ciudades, porque se entran y lo roban.
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Con el tiempo, las casas de bahareque fueron ganando espacio, se pudo aumentar la altura de los pisos y el nĂşmero de estos.
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¿Qué historias se ocultan detrás de las paredes de estas casas? GAE: En la casa de don Mateo Granada, dicen que enterró su dinero y que tenía una cadena de oro tan larga que le daba la vuelta a la plaza. La esposa de él, era una matriarca acá del municipio, fue la primera diputada que tuvo el departamento de Risaralda, doña María Granada y ahí vinieron expresidentes de Colombia como Laureano Ospina y Misael Pastrana Borrero y de esos balcones echaban los discursos a todo el público en general. Hoy en día la familia vive en Canadá y vienen por temporadas a la casa. Y sembraron un gualanday el día que fundaron el parque Rafael Uribe Uribe. También en esa época muchos de los mineros de la zona de Marmato vinieron, y vino una de las personas más ilustres que ha tenido el municipio de Santuario, el señor se llamaba don Alejandro Uribe, un minero y una persona muy cultivada intelectualmente. Lo trajeron acá y llegó a ser senador de la República pero nunca pudo ejercer porque perdió una batalla. Me parece que fue en la Guerra de los Mil Días, y dijo que si perdían la batalla los liberales, él nunca se volvería a poner zapatos, entonces, diario anduvo descalzo y cuando fue nombrado senador, le dijeron que para entrar al Senado de la República tenía que colocarse unos zapatos, él dijo que no faltaba a su palabra y que declinaba la opción de ser senador, y le dejó el cargo a su suplente, el señor Camilo Mejía Duque, que llegó a ser una persona muy importante e influyente en la vida política del país.
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La guadua es fundamental en la arquitectura cafetera, con o sin bahareque el armaz贸n de la casa evidencia la convivencia ancestral de las gentes con este vers谩til material.
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María Doris Tabares Álvarez Marsella
¿Qué representa esta casa para usted? María Doris Tabares Álvarez (MDT): Jum, mucha felicidad. Porque aquí estuve con mi papá y mi mamá. Sí. Y mi hermana y mi esposo, y mis hijos cuando estaban pequeños. Yo soy de dichos, a mí me gustan mucho los dichos, hay uno que dice: es mejor tener casa y no riqueza, porque no tenerla sí es demasiada pobreza. Uno se siente muy feliz en su ranchito. Usted se pone a ver una gente que de pronto viven en unas casas muy bonitas pero son ajenas, y el día que están más amañados, les dicen “oiga señor, señora, necesito la casa”, y la mandan a desocupar (risas) entonces tiene que coger uno los coroticos y volverlos a arrumar, y meterlos a un carro, en cambio la casita… Cuénteme más sobre esa felicidad que representa esta casa MDT: A muy bueno uno tener la casita propia, muy bueno. Para uno no tener que estar por ahí arrendando. ¿Cuál es el sitio en donde más se amaña? MDT: ¿Acá en la casa? … (risas) en toda.
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Es usual tener un mueble afuera de la casa, asĂ se recibe el descanso, los vecinos que pasan por allĂ, y los atardeceres hermosos.
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¿Cuál es el recuerdo más bonito que tiene de la casa, de vivir en ella? MDT: Cuando vivía con mis papás, claro, ya me voy a poner a llorar (risas). Fueron muy buenos padres, pues uno ¿cierto?, a uno le da como ese sentimiento (sollozos), sí porque esa era la época más buena, uno vivir con los padres, los padres son buenos con uno. Los recuerdos más bonitos es cuando viene la familia, cuando llega familia de otras partes que hace tiempo no vienen, cuando los hijos que se van aparecen con más hijos (risas), cuando por ejemplo en estos días llegó una gente que por ahí hace cuarenta años no venían, llegaron cuarenta personas. Cuando sus papás estaban aquí, ¿cómo se repartían las labores de la casa, las obligaciones, qué costumbres tenían, o cómo era la vida acá en la casa? MDT: Todos éramos muy avenidos y nosotros les ayudábamos en los trabajos de la finca, todos ayudábamos, sí vivíamos muy bueno. ¿Y cómo era el fin de semana en la casa? MDT: Pues, a veces mi papá salía al pueblo, y nosotros también. Unas veces iban ellos, y nosotros nos quedábamos cuidando, otras veces íbamos nosotros los hijos. Pa´ no dejar la casita sola. ¿Cómo era la educación que les daban acá en la casa? MDT: Bien, mis padres nos aconsejaban bien, que fuéramos buena gente, mi papá era una persona muy sana, y así pues los hijos, uno sigue ese ejemplo de los padres (risas). ¿Recuerda alguna historia que contaran sus papás o sus abuelos? MDT: El abuelo por parte mi papá, nos contaba que cuando eso no habían carreteras y le tocaba ir hasta Manizales en bestia, a comprar el mercado… Ahh y a Pereira. A mi papá también le tocó, que cuando eso no había carretera por acá en el Alto, y le tocaba ir hasta Pereira en bestia. Por allá un hermano de él le tocó pagar servicio por allá en Cartago, y entonces él iba en bestia a visitarlo.
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La ornamentaci贸n es vital para darle a la casa su sentido de bienestar y belleza. En especial, si se trata de engalanarla con las mismas plantas del entorno paisaj铆stico.
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¿Sus abuelos vivieron en esta casa? MDT: La casita de ellos era por allá más abajo, cuando eso vivíamos nosotros ahí cerquita de ellos, no era en esta casa, en un ranchito de paja que teníamos ahí enseguida de ellos, vivíamos ahí todos muy bueno ahí junticos. ¿Recuerda la casa de sus abuelos? MDT: A pues era una casa muy buena, una casa grande de bahareque grandota, era muy buena la casita. Y eso era en un potrero, en medio de un potrero lo más de amañadora la casa. Cuando eso era muy buena, muy amañadora la casa de los abuelos. La abuela mantenía vacas, pa tomar lechita. Y cuando eso nosotros vivíamos más cerquita, y en ese potrero mi papá mantenía dos bestias allá, una para traer cada ocho días al pueblo y otra para traer mercado, entonces cuando iba a mercar con nosotros, llamaba para que el domingo estuvieran los dos caballos desocupados. ¿Qué canciones recuerda de la época pasada? MDT: Cuando estaba estudiando me gustaba “La ruana”, una canción que es colombiana. Es que los jóvenes no miran si no música extranjera ¿cierto?, si es mexicana, o si es de otro lado sí, pero la que es colombiana si es muy poco. A nosotros nos inculcaron la música colombiana, en la escuela, en el colegio. ¿Usted no ha llegado de pronto a oír “La ruana”, un bambuco? Yo se la cantaba a mis hijos cuando estaban pequeños, ahora se la canto a una nieta, que ya también esta grande. ¿Recuerda algo de la construcción de la casa, o algo que le contaron? MDT: Pues nosotros vivíamos allá en abajo donde la abuela, mientras hacían acá la casita, mi papá era el que se mantenía acá con el oficial. Con una escupa echaban al suelo para el nivel, y con un dedo mojado de saliva señalaban pa´ serruchar, de la práctica que tenían ya lo hacían casi a ojo, donde ponían el ojo ahí levantaban un casa.
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Donde quiera que sea la naturaleza dialoga con la casa. El empleo de materiales alternativos para diferentes usos es evidente, cualquier objeto puede ser un matero o un florero, esto evidencia un afรกn permanente por embellecer creativamente el entorno de la casa.
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¿Alguna vez construyó en bahareque? MDT: Que yo haya construido, no, no, yo no sé construir, pero sí entiendo, ayudé, ayudé, fui ayudante. ¿Ayudó a construir una casa de bahareque?, ¿qué recuerda de eso? MDT: Algo como curioso, ahora años los metros eran como de a diez centímetros, tenían unas bisagritas, de madera, con una bisagrita cada diez centímetros, los lápices no eran redondos eran planos, pa´ trazar, se trabajaba con una escuadra, con un serrucho, con un formol, ¿formol o formón? Formón, formol es el líquido, un formón pa´ hacer las cajas, pa´ encajar aquellas cosas que están allá.
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