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Arte e historia de las castañuelas
Arte e Historia de las Castañuelas III Parte (2)
Edad Moderna: El término “castañuela” Los Seises
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Por Teresa Laiz
Baile a orillas del Manzanares de Francisco de Goya (1776 – 1777) Óleo sobre lienzo, 272 x 295 cm. Museo del Prado de Madrid. Sala 086.
La voz “castañuela” se menciona en el Vocabulario de Romance en Latín del lexicógrafo Antonio de Nebrija en el siglo XV. Es importante señalar que su significado hace referencia no sólo al instrumento sino también al ruido o chasquido que resulta de juntar fuertemente la yema del pulgar con el dedo corazón o medio. En este caso el término “castañuela” se refiere a la utilización simplemente de los dedos para acompañar al baile y en consecuencia su significado se puede identificar con el vocablo “pitos”.
Hasta el siglo XVIII se mantendrá la dualidad de significados (castañeta y pitos), sirviendo tanto para definir al objeto como para describir el chasquido de los dedos. Progresivamente la utilización del término “castañeta” se irá decantando en relación al instrumento.
Los Seises
Seises en sepia II - JL Balbin Avila -Pintura
Las castañetas aparecen varias veces en la obra literaria de Miguel de Cervantes en La Gitanilla, o unidas al baile popular de la zarabanda o la chacona en La Ilustre fregona y en El retablo de las maravillas. En algunos de los personajes creados por Lope de Vega también ilustran su carácter villano y festivo, al repique de las castañuelas.
El término “castañeta”, además de en su acepción popular reflejada en la literatura, se recoge en los tratados organológicos de la época cuando se ocupan de describir el uso hispano del término “crótalos”.
Los Seises. Juan Miguel Sánchez. Museo de Bellas Artes. Sevilla.
ejercen una poderosa influencia sobre los ambientes palaciegos. En unos primaba lo airoso y elegante, en otros lo pícaro, lo voluptuoso y desvergonzado.
Hoy en día los términos bailar y danzar tienen el mismo significado, pero no siempre fue así. En el siglo XVII estos dos términos encerraban una notable diferencia achacable a la clase social del bailarín o danzante. De esta forma, la danza estaba asociada a la nobleza y a la elegancia, mientras que el baile era propio del pueblo llano y entrañaba no poca chabacanería en sus formas.
Hasta finales del siglo XVIII no existen documentos que acrediten la importancia de las castañuelas en la corte española. Salvo una sola excepción, no hay textos anteriores a esa fecha que describan el papel de las castañuelas acompañando las danzas de corte o de salón. Ni el Maestro Quintana el Viejo (1530) ni Juan de Esquivel Navarro, el Maestro de baile de Felipe IV, en su Tratado de Baile (1642), hacen alusión alguna al acompañamiento en la gallarda, la folía, el villano, el canario, el rastro, ni en otros bailes. Por lo tanto, no deja de ser curioso que el maestro de baile francés Jean Tabourot (Thoinot Arbeau) escriba sobre el papel de las “castañetas” en su Tratado de Baile, publicado en 1588.
El carácter esencialmente popular del instrumento queda reflejado durante el Siglo de Oro en los “bailes de cascabel” (bailes populares como la zarabanda, chacona, villano o canarios) y no en los saraos o fiestas de la corte y de la nobleza, donde se bailaban las “danzas de cuentas” o conforme a las reglas del danzado enseñadas por los maestros de baile. Su labor era enseñar aquellos pasos que estaban de moda en los diferentes bailes del pueblo o de la corte, pero siempre siguiendo el rigor de su códice establecido. De ahí que muchas veces aparezcan críticas acerca de los bailes de gitanos o bailes de cascabel, pues rompían esas normas y se consideraban de mal hacer. Pero no olvidemos eran los más aplaudidos, en el siglo XVII y parte del XVIII
Seises. Catedral de Sevilla. Seises danzando. Catedral de Sevilla.
El vulgo en cualquiera de sus manifestaciones, ya sean religiosas o profanas, tenía como medio de expresión y de comunicación, el baile. La castañuela tradicional se mantendrá cercana al ámbito rural, urbano y religioso de carácter celebrativo, a través de los bailes populares, el folclore, las cofradías y las ceremonias paralitúrgicas de la iglesia católica que incluyen procesiones y danzas.
La castañuela hizo su aparición en las catedrales de Toledo y Sevilla durante el siglo XVIII. Allí la encontramos incorporada por los “Seises” a ciertas ceremonias religiosas, para celebrar la fiesta de Corpus Christi, glorificar la Inmaculada Concepción de la Virgen María y en el Triduo de Carnaval. La palabra Seises aparece en la literatura española a partir de 1439, designando a un grupo de niños cantores-bailadores. En 1667 se encuentran documentos que describen por primera vez sus trajes y sus bailes acompañados de castañuelas. Don Jaime Palafox y Cardona, arzobispo de Sevilla en 1685, condenó estas danzas, por considerarlas irreverentes y pidió su supresión como si de la terrible “zarabanda” se tratara. En 1690 un canónigo protector de este espectáculo tan bello y original fletó un barco y envió a Roma a los diez niños con un Maestro de Capilla. El Papa en persona, al ver tan piadoso baile, autorizó que se continuara con su práctica, con la única condición de que se siguieran usando siempre los mismos trajes. Y así las castañuelas siguieron sonando todos los años en la Catedral de Sevilla.
Los niños cantorcitos aparecen por primera vez vestidos de ángeles. En 1548, en la procesión del Corpus se les vistió de peregrinos, pero el cambio no gustó, siendo mejor acogido el vestuario de pastorcitos en 1556. En 1654 hubo una ligera modificación en los vestidos, quedando como definitivo el traje de pajecillo cortesano: zapatos, calzón corto, encajes y puños, y castañuelas. Siendo el color del traje encarnado en las festividades del Corpus y celeste en las de la Inmaculada.
Traje de seise. Catedral de Sevilla.
La leyenda dice que los trajes actuales son los mismos que fueron a Roma, aunque reparados minuciosamente a medida que se deterioraran. El traje de los Seises es muy llamativo, con detalles dorados, mallas, pantalones abombados y chaquetillas. El traje incorpora detalles celestes en la festividad de la Inmaculada y siempre bailan con un sombrero con plumas.
El nombre de Seises presumiblemente viene del hecho de que en los siglos anteriores fueran seis los danzantes, si bien en la actualidad los que bailan normalmente son diez.
Estos niños vivían con el maestro de capilla de la catedral, recibiendo de él educación y manutención. En el siglo XVII pasaron a vivir internos en colegios creados por los propios cabildos. En el caso de Sevilla fue el Colegio de San Isidoro, más conocido como de San Miguel, donde ingresaron los Seises el 1 de enero de 1633 y que cerró sus puertas en 1960. Desde el año 1985 los Seises pertenecen al Colegio Portaceli, de la Compañía de Jesús. El origen de esta institución está en la catedral de Sevilla, aunque también han contado con esta institución las catedrales de Granada, Cádiz, Toledo, Valencia, etc.
En la Catedral de Granada existenSeises desde al menos 1520, según la Consueta o código musical de la Catedral de Granada.
Siguiendo este modelo, en 1940 se crearon los Seises de Guadix (Granada). Estos realizan su danza en la Catedral de Guadix. Es Patrimonio Inmaterial de Andalucía.
Desde el año 1994 como consecuencia de la coronación canónica de María Santísima de la Soledad Coronada, se crea el cuerpo de Seises de Priego de Córdoba donde danzan tanto en las procesiones de la hermandad como en la procesión del Corpus Christi.
Desde el año 2003, y al amparo de la Escolanía Santa María de la Victoria junto con la iniciativa del entonces deán (Sacerdote de la iglesia católica que preside el cabildo de una catedral después del obispo) de la Catedral de Málaga, se crea un grupo de niñas Seises, recuperando la tradición de Seises que en Málaga se había perdido en los años 70 del siglo XX.
En 2016 fue canonizado el obispo san Manuel González García, que había formado parte de los Seises en su infancia.