E T N
A R G
I M
Mariana M.O
Homenaje al ArtĂsta plĂĄstico Sergio Bravo
2018
Sergio Bravo Reparador de sueños, niño en cuerpo de anciano, oído de ángel.
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Instantáneas de un hombre silencioso “Siempre va, esta personita feliz, trocando lo sucio en oro” Reparador de sueños, Silvio Rodríguez Recordar a Sergio Bravo implica pensar en los diferentes momentos compartidos con aquel ser maravilloso que con sus saberes y sus haceres acompañaba el proceso de la Casa Cultural Botones. Se podría pensar que este hombre siempre estaba creciendo: con manos temblorosas y sordera (que siempre creímos intencionada), caminaba La Casa con aire de soñador, ni aquí en la tierra ni allá en la imaginación. Lo recordamos junto a los y las niñas de La Frontera, ya que este maestro, siempre estaba presto a darle vida a los títeres que fabricaba con ellos para sacarles sonrisas. Sergio era de tez morena, era una hormiga, un duende reparador de sueños, inventor de títeres. Aquí valoramos su experiencia y su amistad. Lo recordamos en el costurero riendo a carcajadas con la madre de Gustavo, recordamos su voz en las reuniones de La Casa. Él logró encontrar en este espacio un lugar de creación, todo a su alrededor parecía tomar vida y utilidad para sus inventos y, a pesar de lo regañadientes que fue, las repisas de La Casa fueron tomadas poco a poco por El Abuelo, El Perro, Emma, Teo y otros miles de seres de madera, cartón, tela y botella que sus manos avivaron. Su ausencia fue difícil de asumir, pero cuando jugamos con los títeres sentimos su presencia. Mi última imagen de Sergio será su sonrisa infantil y sincera.
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COSMOGONÍA: un sueño colectivo
“Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.” Eduardo Galeano, La uva y el vino Nombrar el mundo. Nominarlo. Dotarlo de sentido y significado: Oficios tan antiguos como la humanidad misma. Oficios posibles en tanto humanos, en tanto conciencia, en tanto sentires, en tanto ir siendo – con un ojo en el pasado y un paso en el futuro, pero siempre volviendo al presente - Oficios posibles en tanto las palabras. Y es ahí, desde las palabras, donde un grupo de jóvenes de este valle de nubes tóxicas, interpretamos, construimos, resistimos y nos hermanamos al calor de la lectura en voz alta y la tinta con la que representamos dichas palabras. Bajo el lema “Nada existe y es la palabra la que le dará origen al universo” el colectivo Cosmogonía ha transitado por más de cinco años, y las palabras, esas que nos salvan, nos transforman, o quizá nos condenan, han venido siendo el pretexto perfecto para construir, nombrar e interpretar universos, duoversos, triversos y hasta multiversos de juventudes no vencidas que se atreven a hacerle frente al olvido, al silencio y a las verdades absolutas.
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Y así, nos encontramos en la palabra como pretexto para conocernos y reconocernos en las narraciones propias y ajenas, ya que nos vemos en los textos que leemos, nos pensamos en los silencios que escuchamos, nos hacemos en los versos que escribimos y nos reconstruimos en las historias que declamamos: no somos más que las palabras que cuentan lo que somos. El colectivo cosmogonía, con sus líneas de acción (el club de lectura y escritura, el taller de teatro, la radio y la revista digital) busca concebir diferentes escenarios para que aquellas palabras que cuentan lo que somos, encuentren el lugar para ser escuchadas, compartidas y discutidas; para que den paso a otras palabras, fruto de la libre deliberación entre las personas, que les permita expresar sus pensamientos, sus sentires y sus experiencias en este transitar de la vida en el que nos movilizamos en búsqueda de nuestros sueños. Cosmogonía, un sueño colectivo que se teje con historias y con palabras, un sueño de muchas voces, una apuesta por la vida, una apuesta por el arte como elemento para la dignificación humana y como una posibilidad para hacer de este valle, un lugar menos horrible.
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Memorias DE UN FESTIVAL Casa Cultural Botones La noche del 7 de octubre de 2017 fue pura conmoción. La cuadra gritaba con voz de niño que algo iba a suceder y La Casa de Los Botones era barullo, expectativa y manos de hormigas. A eso de la medianoche el silencio colmaba las calles y las escalinatas, el amanecer parecía ya muy cercano y las luces lejanas de la ciudad invitaban a la reflexión. Eran ya las diez de la mañana del 8 de octubre y por la diagonal de La Frontera no pasaban carros ni motos, los niños en sus bicicletas ayudaban al cierre vial y los jóvenes de manos activas armaban carpas, ubicaban sonido, preparaban comidas y se reinventaban el mundo con su hacer. El I Festival en La Frontera: arte, memoria y comunidad, inauguró el día con los juegos cooperativos que reunieron a los niños y las niñas del barrio en torno a la risa y el trabajo colectivo: la pared -antes blanca-
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ahora se llenaba de color y las siluetas de las casas se empezaban a dibujar con trazos infantiles y coloridos, las gentes empezaban a salir de sus comodidades y con paso tranquilo recorrían las mesas donde los procesos del barrio contaban su historia, el arroz con leche y las obleas endulzaban el aire y, la memoria del Padre Pablito -hombre enamorado de su barriosusurraba la renovada esperanza. Era solo detenerse un momento para disfrutar de una imagen alentadora: niños jugando, jóvenes sonriendo, adultos participando y el “nunca detenerse” del hacer. A eso de las tres de la tarde comenzaron a llegar los artistas, el rap, los tambores, las guitarras, el teatro, el baile y la poesía llenaron los rincones más oscuros de esta Frontera olvidada por un mundo gris. Todos nos abrazamos como amigos entrañables, amigos de siempre, revivió en los rostros la confianza y la mano amiga, volvimos a ser uno con el barrio. Festival: espacio de encuentro, conversación de mundos, alegría, esperanza, Festival: en La Frontera porque no estamos de ningún lado, de Arte porque creemos en sus mundos posibles, de Memoria porque necesitamos recordar y construir, de Comunidad porque creemos en el encuentro. Después de ese día se abrieron puertas, corazones y mentes. Por esto hoy, soñamos un Festival más, para que la palabra, la alegría y el trabajo comunitario nos recoja y construyamos juntos otros mundos posibles.
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Quiero escribir versos. Quiero construir finas filas de palabras que como hojas de afeitar donde rozan dejan huella y al cabo del tiempo puedan decir: Aquí pasaron los versos de un hombre que aunque triste quiso escribir versos con la dureza y el poder del delgado acero que hiere la aspereza. He recorrido de nuevo mis no sé cuántos versos y estoy triste como siempre más que nunca de saber que siempre podría mi vida depender de un verso que nunca encontraré y que busco en cada esquina; en cualquier parte que me vean obsesionado estoy ordenando sustantivos, verbos, adjetivos hasta hacerlos versos poesía para gritar en las plazas y los parques. No me importa que no encuentre nunca el verso que busco con afán el verso que todo lo derrumbe
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rasgue las vestiduras y nos muestre a todos lo que somos de verdad; el verso total que todo lo diga y lo repita si es del caso el bloque irreductible de palabras necesarias marchando en fila india haciendo de la búsqueda del verso total e irreductible la esperanza la meta final de un oficio que no existe y que alguien tiene que asumir sufriendo aún lo necesario todo lo que dice viviendo todo lo que exige. No quiero morir sin escribir mi verso, no quiero que mañana al recordarme digan: No dijo suficiente no dijo lo que quiso le dieron miedo los mensajeros de la muerte y de igual forma murió. Yo moriré de plomo y poesía de igual forma que puedo morirme de otra cosa; la muerte es lo único seguro que acarrea la vida y me da miedo pero igual voy a morirme un día con o sin miedo
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de plomo y poesía o de otra cosa. Podrían por ejemplo matarme. Por ejemplo podría morirme pero soy uno solo demasiado intrascendente no pasaría nada; moriría de ganas de vivir soy uno solo y ya han matado muchos soy uno solo y no podrán matarnos a todos ni siquiera casi todos; están muy muertos muy impregnados de odio y sinrazones. No podrán quitarnos mucho nunca solo algunas vidas que no podrán ser suficientes. Yo seguiré buscando mi verso a mí aún no logran sembrarme de silencio. Yo seguiré hablando a las plazas y los parques gritando en mi canto lo que pienso y lo que creo. Un hombre puede morir en cualquier parte; vivir implica morir de alguna forma y los hombres seguirán siendo los hombres y creyendo en el poder de la palabra Continua en la página 14
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NiquĂa Camacol 1973
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sector La Frontera 2010
2018
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en la vida y en la muerte en la gente, nuestra gente inmensa mole de silencio que comienza a ser rumor a erigirse en esperanza la única esperanza nuestra esperanza construida de silencio que poco a poco va tornándose en un inmenso grito interminable como un pueblo un grito cósmico el verso que el día en que yo muera estaré buscando con afán el verso irreductible inevitable como el hombre y su porvenir libre inevitable.
Chucho Peña
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II Escuela
Itinerante
Noviembre de 2018 En noviembre de 2017, La Casa Cultural Botones, con apoyo de la Coordinadora de procesos de Educación Popular en Lucha, realizó la I Escuela Itinerante. Aquella vez, el enfoque de los encuentros fué la reflexión sobre la Educación Popular; se realizaron tres encuentros en diferentes espacios: la Universidad de Antioquia, salón parroquial y Sede de La Casa Cultural Botones. En los temas tratados se discutió sobre el trabajo de E.P con niños y niñas, la historia y bases conceptuales de la E.P y cartografías sociales. Tal fué la participación y acogida de la primera escuela que, con el ánimo de seguir construyendo espacios de discusión y formación, La Casa de los Botones propone para noviembre de 2018 la II Escuela Itinerante. Para esta ocasión, la Escuela propondrá tres temas de conversación: 1) el papel del arte en el trabajo comunitario, 2) la construcción de conocimientos y la articulación de procesos populares y comunitarios y 3) la mediación de los medios masivos de comunicación en los procesos de E.P. Serán tres días en los que las palabras se encontrarán para formar inquietudes, reflexiones y acciones concretas para el quehacer comunitario.
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Desde La Casa seguimos creyendo que la universidad debe romper los muros e ir al pulmón de nuestros barrios, para que desde allí se construya autonomía del conocimiento y propuestas directas para la transformación social.
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II Festival en la Frontera: Arte, Memoria y Comunidad Octubre de 2018 Cuando nos soñábamos el Festival del año pasado, La Casa de los Botones comenzaba a dar pasos firmes en tierras no muy conocidas. El barrio se nos dibujaba como un espacio cotidiano; ahora sentimos que lo habitamos de otras maneras y creemos necesario volver a juntarnos. ¿Juntarnos? Sí, encontrarnos en torno a lo común, es decir, con el vecino, en la calle, en las cuadras, con los problemas y las historias. La preparación del II Festival trajo buenos recuerdos: las miradas y las manos, con renovado ánimo se ponen en la labor, entre corre corres, toques de guitarra y café caliente, discutimos el hacer de estas fechas. El II Festival en La Frontera: arte, memoria y comunidad, se
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realizará los días 20 y 21 de octubre de 2018. Abriremos la fiesta en el Sector de San Andrés, justamente en la cancha al lado del cementerio; allí se convocará a los jóvenes, niños y adultos para que el famoso juego del balón que se patea nos una en vítores y cantos de urra, así queremos empezar a juntarnos mientras se hacen los preparativos para una tarde de fogata y memoria. A eso de las 6:00 pm, se abrirá el micrófono para que las rimas callejeras y los cuentos de antes llenen “el hueco”, y ya en la noche, al rededor del fuego, entre tambores, gaitas y bailes cantados, tomemos chocolate caliente y la palabra nos reúna de nuevo. El domingo 21, estaremos en La Frontera. El Festival despierta a las 10:00 am: una comparsa de juegos y artistas “ninguneadxs” recorrerán las cuadras del sector llamando a la gente para que suba a la Frontera, para que se encuentre en torno a la música y el color. Mientras tanto, en el muro de la iglesia que se ve al terminar la curva, los colores, las pinturas, las brochas y las risas pintarán el Globo de retazos, retazos de todo de lo que somos y aun no somos, de lo que fuimos y de lo que seremos. En la tarde de ese domingo alegre, la calle se llenará de olores: el infaltable arroz con leche, las obleas y hojuelas, la torta con helado (hecha por los niñxs) y el pulguero, serán un corredor para los curiosos, se hablará de los procesos barriales y el de La casa Botones. Entonces, se abrirán los telones para las muestras artísticas. Música, baile, poesía, canto, títeres y rap encontrarán oídos atentos y palmas al aire.
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Mientras La Frontera se vuelve una respiración conjunta de alegría y fiesta, Sergio Bravo caminará de nuevo por la cuadra, ya no en cuerpo físico, pero si en el espíritu de sus muñecos; recordaremos a un duende reparador de sueños, a un hombre silencioso, a un maestro de la invención, a ese hombre que entre sordera y risa traviesa nos dijo un día: “ lo que me gusta de La Casa de los Botones es que uno se siente parte de algo”, y esas palabras, se nos han quedado grabadas en la piel y en el hacer, queremos ser parte de algo, sentirnos de algún lugar, ser un botón de esta colcha de retazos que son nuestros barrios y cuadras. ¡El II Festival pone el corazón a palpitar, seguimos aquí, creyendo y creando!
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De panes y revoluciones Bello: calles invisibles, escaleras que bajan y suben, callejones que giran buscando el sol. Bello: con sus niños de roca vigilantes de días y noches, ancianas que se preguntan por los misterios de la vida en sus jardines coloridos, gatos nocturnos que juegan por las avenidas espantando a los desprevenidos. Así se va elevando este barrio que se va contando entre paso y paso. Mi barrio es un ser viviente que anda por las laberínticas calles, es una historia del arte de aquí: comunitaria y urgente. Guillo, panadero de profesión, pero soñador de tiempo completo, teje sus historias y recuerdos conforme sus manos juntan levadura, harina, agua y huevos para preparar el pan que llenará de aromas el sector de Altos de Niquia. Él es alto, delgado, con gafas diminutas que esconden sus ojos observadores e infantiles. Sobre sus hombros lleva un delantal blanco con un bolsillo secreto de donde saca las historias que va contándome. Con su hablar pausado va escarbando en su memoria, pone en la mesa su libro de actas, y, siguiendo cada una de las hojas amarillentas se desparrama como si al leer lo que allí está consignado todo fuera ocurriendo. Me voy tras él, es imposible interrumpirlo, estoy maravillado con las cosas que me va contando.
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Guillo, hizo parte de procesos organizativos desde muy joven. El trabajo barrial, deportivo y cultural eran las apuestas del JUVENCLUB, proceso que agrupaba a más de sesenta jóvenes de diferentes edades, ideologías políticas e intereses, que enfocaban sus búsquedas alrededor de una pregunta: ¿cómo construir comunidad en un barrio que apenas nacía? Dice, que los jóvenes se juntaron para hacer con mucho esfuerzo la cancha de fútbol, pues este trabajo colaborativo de “echar pico y pala” fue el acto fundacional de lo que sería un trabajo para soñar un barrio en el que los jóvenes tuviesen voz. Las actas que va leyendo Guillo, emocionado, hablan del periódico comunitario, de las fiestas, bailes y ventas para recoger fondos, de los paseos de olla con batallas de estiércol que se daban en las desaparecidas mangas de Niquia. Estos jóvenes entre broma y charla, se reunían y discutían temas de trascendencia para la comunidad, decisiones en torno al tema del agua o los servicios públicos, los actos culturales y el torneo de fútbol. Congregaban a hombres y mujeres para soñar un barrio de muchos colores. La panadería se torna un sitio lejano visto en fotos a blanco y negro. Guillo me llevó con sus palabras a encontrarme con una historia que hago mía, pues no es mera casualidad que la panadería de Guillo sea el punto de inicio de la Casa Cultural Botones. Allì se dio el primer encuentro, entre las mesas de madera y los vasos de plástico, sin el café servido, se dieron las primeras palabras. Y digo que, Guillo nos permitió ese relevo generacional, pues la Casa botones no partió de la nada, son
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aquellos jóvenes de 1983 quienes son fuente de inspiraciòn para continuar tejiendo la historia cultural y artística del Barrio. Termina uno de nuestros tantos encuentros bajo la sombra del cerro Quitasol hablando de Jaime Garzón, un personaje que reúne las dudas e inquietudes de toda una generación de jóvenes que con su trabajo y compromiso contribuyeron a construir nuestro barrio. Su legado inspira nuestro proceso y nos invita a seguir soñando y caminando el territorio. Entonces, cuando las luces de la calle se encienden, en la panadería de La Frontera dos generaciones de soñadores entonan: “Ricardo bajo a la aldea estrenando amaneceres Silbando canciones frescas sin olvidar sus quehaceres Aldea ese día nuevo salió el sol muy en silencio Y dejo que el aire tibio regara bien los sucesos Ay ay ay ay regara bien los sucesos Ay ay ay ay regara bien los sucesos”
Guillo y Tavo, septiembre 2018
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M i g rant e: Fanzine # 2 Oct ubr e, 2018 E d ic ió n :
Diagramación: Johana Piedrahita Jaramillo
R e alizad o p o r: C a s a C ul t ur a l B ot on es ca s a del os bot on es @gm a il .com T el : 313 438 22 56- 537 52 82 301 703 88 15 A v 47a # 67- 120, S ect or L a F r on t er a N iquia - C a m a col , B el l o- A n t ioquia