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sobre la pandemia y las artes escénicas

La lucha no es contra el coronavirus Una brevísima reflexión sobre la pandemia y las artes escénicas

Lucía Leonor Enríquez

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Desde hace más de doscientos días el gremio de las artes escénicas ensaya y reinventa formas de manifestarse y persistir. Cuando el tacto y el encuentro quedaron proscritos, distintas iniciativas virtuales buscaron responder no sólo al desasosiego de estos meses y a la incertidumbre de lo que vendrá, sino a la necesaria reflexión derivada de la reconfiguración del quehacer y expresión escénicos ante las medidas de sana distancia. Con mayor o menor fortuna, se incentivaron discusiones y experimentaciones virtuales vía Zoom, Facebook Live, Whatsapp, y demás intermedialidades y visualidades. Conforme el semáforo epidemiológico se fue alejando del rojo1 estas aproximaciones virtuales se han retomado en formatos híbridos que permiten poner en juego la experiencia virtual y presencial, teniendo que sumar en las poéticas escénicas las consideraciones que supone expresarse escénicamente en tiempos de pandemia. Las medidas dadas a conocer para la reapertura de recintos cerrados en la Ciudad de México no sólo implican replantear la concepción y el trazo escénico de los montajes que tuvieron que suspender funciones cuando se declaró la pandemia, sino idear nuevas obras que contemplen la distancia física entre los participantes del montaje, entre el escenario

1 El 27 de agosto, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, dio luz verde a la reapertura de teatros luego del cierre por la pandemia; al 19 de octubre, sólo 23 recintos habían levantado el telón y dos más se preparaban para hacerlo. En: Sughey Baños, “Teatros en México levantan el telón a medias”, El Universal, octubre 19, 2020, https://bit.ly/2HFjNEh. y el público, y reducir a un 30% el aforo total de los espacios,2 entre otras disposiciones.

Mientras nos mantengamos alejados del semáforo epidemiológico rojo, se tendrá la posibilidad de continuar con el formato híbrido que ha resultado vital para que los recintos independientes puedan paliar la merma financiera que se enfrenta desde las diversas trincheras que posibilitan el fenómeno escénico. Sin embargo, a medida que la cifra de contagios en nuestro país y el mundo repunta, se vislumbra la posibilidad de volver a aplicar medidas que restrinjan la movilidad y el encuentro y, por ende, la función (presencial) podría no continuar.

En su mensaje del Día del Teatro Latinoamericano, Carlos Ianni subrayaba que si bien las mujeres y hombres de teatro “hacemos con lo que hay”, superando así todo tipo de obstáculos y limitaciones, la ausencia del hecho teatral puso de manifiesto que ante esta crisis la situación es de desamparo por fuera de las asistencias que, con distintos niveles de efectividad, los Estados ofrecen al gremio. Y aunque enfatiza que el teatro renacerá y posiblemente, en el mejor de los escenarios,

2 Entre las medidas sanitarias se contempla la sana distancia entre los actores y actrices, la imposibilidad de hablar frente al público, que medie una distancia de tres metros entre proscenio y público, que exista una distancia de metro y medio entre cada dos butacas, no rebasar la hora treinta minutos de duración, entre otras. En: Gobierno de la Ciudad de México, Plan Gradual hacia la Nueva Normalidad, Lineamientos de medidas de protección a la salud que deberá cumplir la industria de teatros para reanudar actividades hacia un regreso seguro a la nueva normalidad en la Ciudad de México, Ciudad de México, agosto 2020, https://bit.ly/3otRsC2

las nuevas formas virtuales ensayadas estos meses de crisis sanitaria podrían atraer a nuevos públicos,3 me parece que más allá de la resiliencia, lo que la turbulencia del Covid-19 ha evidenciado, entre el cierre de espacios, recortes y desaparición de fondos y fideicomisos, y que se ha puesto bajo el reflector de distintas discusiones y reflexiones gremiales, es la necesidad de atender problemas estructurales de la enseñanza y puesta en expresión de las artes escénicas que datan de mucho antes de la pandemia.

En uno de los apartados de su artículo “El Teatro Mexicano: sobrevivir en la nueva normalidad”, Raúl Parra alude a las comorbilidades del teatro previas al Covid-19, entre las que se cuentan la disminución de los apoyos económicos, pero principalmente la escasa asistencia del público a los foros.4 Esta última razón es, sin lugar a dudas, la más importante y mucho más decisiva que las otras crisis que enlistaba Rebeca Moreno, operadora del Teatro Xola, cuando aseguraba que “el teatro ya venía con muchos problemas”, y aludía al sismo de 2017, al cambio de gobierno y al desabasto de gasolina durante un mes, lo que redujo la afluencia a los recintos teatrales.5 Esa invitación que, de acuerdo con Zavel Castro, se hace a los creadores de teatro en época de pandemia, de “desordenar nuestro quehacer” para ensayar nuevas formas, nuevos modelos y aproximaciones; de poner a prueba la capacidad de cuestionar, dudar y reinventar,6 necesita que no se le acote a estos tiempos de crisis sanitaria y humanitaria, es preciso extenderla para que desde esa disposición de re-imaginar, puedan atenderse las distintas urgencias, no como si fueran síntomas pasajeros, sino como manifestaciones de problemas sistémicos.

3 Teatro unam, 8 de octubre, Día del Teatro Latinoamericano, Mensaje Día del Teatro Latinoamericano, por Carlos Ianni (Argentina, octubre 8, 2020), https://bit.ly/2G1EYAd 4 Raúl Parra, “El Teatro Mexicano: sobrevivir en la nueva normalidad”, Corriente Alterna, agosto 20, 2020, https://bit.ly/3dXhf0D 5 Baños, “Teatros en México levantan telón a medias”. 6 Zavel Castro, “En tiempos de pandemia, el teatro también youtubea”, Revista Hiedra, abril 27, 2020, https://bit.ly/2G7ehdu

Sin dejar de lado el fuerte y necesario cuestionamiento hacia los medios de producción escénica, al desamparo que suponen el desdén estatal y la precarización cada vez más aguda de los recursos, —así como el desdibujamiento o anulación de las políticas que puedan estimular y favorecer la vida cultural y artística del país—, es urgente e ineludible insistir en contrapropuestas que nos permitan experimentar otras formas de enseñanza libres de inequidades y violencias de género, y manifestaciones escénicas que posibiliten encuentros auténticos con los diversos públicos de forma tal que la importancia de la labor artística y cultural no pueda ser desdeñada y sea imposible que se juzgue como prescindible en un contexto de emergencia como el presente, ya que, como bien apunta Rafael Mondragón, actualmente la preocupación no yace únicamente en la “eterna” problemática de la creación de nuevos públicos, sino en la recuperación misma de lo comunitario, en el restablecimiento del vínculo con el público; de lo contrario “sería imposible salvar el arte, si éste no le importa a nadie”.7

El teatro no desaparecerá, afirma David Olguín, porque “el teatro pertenece a esos gestos humanos que tienen que ver con el encuentro: como el amor, la protesta pública, la religión, la fiesta, los ritos… Y esas celebraciones humanas son inextinguibles”.8 Desde luego, creo en la importancia del rito, en la potencia del encuentro de los cuerpos. Ni el teatro ni las artes escénicas desaparecerán, pero, ante la convulsión y la incertidumbre, la pregunta no es únicamente cómo resistiremos y persistiremos, sino cómo nos reinventaremos y vincularemos significativamente con quienes y para quienes imaginamos y creamos.

Desafiando las restricciones y medidas de seguridad de la pandemia, una artista de teatro acudió a las manifestaciones que se llevaron a cabo en Hong Kong como muestra de indignación y rechazo ante las leyes

7 “Antifestival - Conversatorio La necesidad de una pausa”, video de YouTube, 01:28:49, publicado por “Teatro unam”, 6 de julio de 2020, https://youtu.be/Tew05oaXSb0 8 Parra, “El Teatro Mexicano: sobrevivir en la nueva normalidad”.

de seguridad que, se teme, mermarán las libertades civiles. Cuando le preguntaron si era optimista respecto al resultado de la protesta, Michelle Chung respondió que no usaría esa palabra, “pero sí diría que si no insistimos no hay esperanza. Es porque insistimos que puede haber esperanza”.9 En una sesión del ciclo de conferencias Horizontes post pandemia, Benjamin Arditi trajo a colación la anécdota y propuso cambiar la insistencia por acción, “si no actuamos, no hay esperanza y lo único que puede haber es pesimismo, colapso, desilusión. (…) la crisis es un momento preñado de oportunidades y las oportunidades pueden ser para la recomposición o para que nos vayamos todos al carajo”.10 Si la crisis es un momento de oportunidades para reconfigurarnos, si puede ser un llamado, como lo afirma Paul Preciado, no a las armas sino a los sueños,11 deberemos retomar todos los hilos de las revueltas en las que estábamos antes de la pandemia y no sólo los que ésta ha recrudecido. La activista boliviana María Galindo subrayaba que ante los quiebres de sentidos de mundo que teníamos: “No hay salida posible ni reinvención que no se haga sin poder obtener los códigos del otro lado o de cada uno de los ‘otros’ lados que son muchos y básicamente circulares y múltiples y no dos, ni menos aún binarios”.12 Esos otros lados que en el caso de las artes escénicas deberán integrar necesariamente las denuncias y demandas de las mujeres por el derecho a la formación y expresión de su quehacer, libre de las micro y macro violencias machistas normalizadas y silenciadas durante tanto tiempo; una descentralización de la reflexión y los apoyos; la experimentación colectiva y

9 Ezra Cheung, Elaine Yu y Katherine Li, “Hong Kong police fire tear gas as protesters resist China’s grip”, New York Times, mayo 24, 2020, https://nyti.ms/37DQ75E 10 Videoconferencias FCPyS, Horizontes post pandemia: “La curiosidad expectante y el angustioso miedo al futuro”, video de YouTube, 1:53:31, transmitido en vivo el 3 de junio de 2020, https://bit. ly/3mrj20R 11 Paul B. Preciado, “Paul B. Preciado on revolution”, Now Art World, julio 1, 2020, https://bit.ly/2TFjL2l 12 María Galindo, “Recibir una epifanía para enfrentar una agonía: respuesta de María Galindo a los textos pandémicos de Paul Preciado”, lavaca, octubre 9, 2020, https://bit.ly/34w3CCj colaborativa que busque activamente vincular e integrar a los diversos públicos, y apuntar a aquello a lo que Anna Lowenhaupt Tsing denominaba contaminación colaborativa: en tanto habitamos un mundo precario, necesitamos colaborar con otros, trabajar mediante la diferencia, transformarnos a partir del encuentro, contaminarnos para no morir (invitación paradójica en tiempos de coronavirus pero que alude a que cada encuentro que tenemos con otras personas nos contamina).13 Pienso en la contaminación colaborativa como una manera alternativa de crear comunidad, en la que nos reconfiguramos desde nuestras polifonías porque entendemos nuestra interconexión e interdependencia.

No podemos saber cómo evolucionará la pandemia, cómo habremos de reconfigurar el estar juntos y qué poéticas habrá de adoptar el arte escénico para favorecer el encuentro sin propiciar el contagio, lo que sí sabemos es lo que esta crisis descarna y deja expuesto. Hoy podemos elegir no rehuir la mirada, podemos elegir que las nuevas formas respondan no sólo a la supervivencia, sino al largamente postergado cuestionamiento estructural. El problema no es el virus, somos nosotros, decía Saskia Sassen; la batalla no es contra el coronavirus, sino contra los problemas sistémicos al interior de nuestras disciplinas; la lucha no es para resistir, para aguantar los diversos colapsos, precisamos tomar posición, es decir, situarnos en nuestro contexto presente, desear, exigir y aspirar a escenarios y experiencias en común.

La crisis sanitaria ha expuesto nuestras vulnerabilidades, sin contar la pérdida de vidas, lo peor que podría pasarnos sería que después de esta sacudida, las artes escénicas volvieran a su injusta, inequitativa, excluyente, inconexa y violenta normalidad.

13 Anna Lowenhaupt Tsing, The Mushroom at the End of the World. On the Possibility of Life in Capitalist Ruins (Princeton: Princeton University Press, 2015), 30-31.

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