Mayo 2022
No. 3
Vol. 5
Falero, Luis Ricardo, (1878), Las Brujas Yendo al Sabbath, [óleo sobre madera]
Buymeacoffee.com/catartica
Brujas yendo al Sabbath AGC
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Isidro Victor Rivera
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Entre la vida y la muerte Daniela Colunga
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Metus Daniela Juarez Urs Fischer e Instagram
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Rossanna Huerta
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Vacíos y Llenos
M.I. Flores Nachón No todo es Delacroix
Rossanna Huerta
Ojos bien abiertos M.I. Flores Nachón
Falero, Luis Ricardo, (c.1880), La Visión de Fausto [óleo sobre madera]
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Brujas yendo al
SABBATH A.G.C.
Dentro de las representaciones de lo oculto, los seres sombríos y la penumbra, uno de los grandes protagonistas son las brujas. La pintura Brujas yendo al Sabbath o La visión de Fausto (1878) del artista español Luis Ricardo Falero (1851 – 1896) es un gran ejemplo de esto. La escena que se forma a partir de lo que parece una lluvia de brujas desnudas que componen un aquelarre, genera un momento catártico que empatiza con la sensación de éxtasis que se puede ver, sienten los personajes dentro del cuadro. Falero expone una composición espiral que da a su obra un dinamismo absoluto y que invita al espectador a adentrarse al aquelarre que en ella se presenta. La disposición de las brujas también remite al inicio y al fin, como la representación
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de la serpiente que se come su propia cola en un ciclo infinito, la edad de las brujas nos muestra al camino de la juventud a la vejez, de la anciana que escapa de la muerte y persigue la vida de una joven que en unos años tomara su lugar. Los varios personajes representados en el cuadro, además de ayudar a darle ritmo a la composición, son elementos simbólicos que nos hablan del misticismo y las prácticas esotéricas que típicamente se conocía realizaban las brujas. Entre estos, en el centro del cuadro, debajo de la bruja que mira fijamente al espectador, está el macho cabrío, la representación animal del diablo o la maldad, figura que remite al culto de los dioses paganos de la fertilidad. Asimismo, podemos encontrar un gato negro, un reptil, el esqueleto de un pelícano, escobas donde vuelan las brujas, la muerte y un murciélago que tapa la luna, imagen que también aparece en la obra La fiesta de las brujas (1880) del mismo artista. Algo interesante de la obra es que aparece un hombre o brujo que acompaña a las brujas en su ritual, personaje que no suele aparecer en la representación de aquelarres. El fondo, los destellos de luz y las nubes construyen un ambiente casi apacible y onírico, que junto a los paños y telas que llevan las brujas, recuerdan a los mantos clásicos y por su movimiento al tratado de la tela durante el barroco. Luis Ricardo Falero fue un artista poco conocido en España por su inclinación al desnudo, a pesar de esto se popularizó en Inglaterra, Francia y Estados Unidos, actualmente la pintura se encuentra en una colección privada. Falero, L., (1878), Brujas yendo al Sabbath, óleo sobre madera, colección privada
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ISIDRO Victor Rivera
Llegaste, Isidro, hace tres noches, cuando los perros y los gallos avisaron de tus pasos. Venías como perdido, cojeando ensangrentado entre los nogales. Primero creí que estaba soñando, porque ni Dios ni el diablo ponen un pie ya en estas tierras, después caíste al suelo y le hablé a Epifanio para que me ayudara a levantarte y a la Lupe para que prendiera el ocote y te preparara la cama. No te creí capaz, Isidro, de levantarte entonces y ciertamente aún no puedo creer que lo hayas logrado. Nunca en mi vida había visto a un hombre huir de la muerte. La sangre que te brotaba a chorros de la carne golpeaba cada rato en la tierra, como si hubieran querido borrar las huellas de tus pasos. Lupe lavó tus heridas que sanaron más rápido por el puro orgullo y al siguiente día ya estabas en la mesa comiéndose un plato de munición con tanto gusto, aunque con tanta calma, que nadie hubiera atinado los días que llevabas sin comer. Caminamos después por el sendero empedrado cargando el sol sobre nuestras espaldas sin decir una sola palabra. Al cabo de unas horas con los pies en la cascada recogimos unas cuantas carpas y nos volvimos a la cabaña escuchando el mismo crujir de las piedras en nuestras botas. Ninguno de los dos dijimos nada entonces.
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Al caer la noche intentaste marcharte, pero la Lupe no te dejó. Te habló entonces de las brujas en los nogales y Epifanio insistió en que era hora de los coyotes. Yo no dije nada, sabrá Dios la razón. Quería que la Lupe y Epifanio te preguntaran de dónde habías venido, quién te había lastimado y dónde habías dejado a tu familia, pero las cosas de un hombre no le importan a otro hombre, así siempre ha sido aquí. Al escuchar sus palabras dejaste tu sombrero sobre la mesa y los miraste con una sonrisa triste. Me acuerdo de que diste las gracias y te acostaste en la cama después de cambiar tus vendajes. “No quiero dar molestias”, dijiste incontables veces, pero la Lupe te contestaba siempre de la misma forma: “No es ninguna molestia, Isidro, ya podrás irte mañana, lo que importa ahora es que te cuides la herida, eso es lo que urge”. Al día siguiente, fuiste el primero en levantarte y ya habías ido por los huevos al corral para el desayuno. Le diste de comer a los perros y también a los puercos, aunque nadie te lo pidiera. Lupe hizo el desayuno mientras Epifanio te contaba las historias que se sabía de la familia, de cómo hace apenas unos años dormíamos pegados en el despachito de mi viejo patrón, allá por Comitán, de que comíamos la carne de los cacomixtles que cazábamos cuando se metían al gallinero, y del pequeño Isidro. Se llamaba Isidro como tú. Se nos murió un día así nomás. Mi comadre dijo que se lo había chupado la bruja porque ese día se le olvidó ponerle el ladrillo a la reja y que los perros tampoco avisaron nada por el susto. Pero de eso ya no quise que hablaran. Por eso te contó Lupe lo que Epifanio no sabía por ser todavía un chamaco. Te contó que Epifanio se enfermaba mucho cuando niño, lloraba, pero ni yo ni la Lupe sabíamos qué tenía. Fue por eso que lo llevamos con el Padre Benito, porque no queríamos que tuviera la misma suerte que Isidro, que en paz descanse. Fue él quien nos lo salvó. Después de esos días sin memoria, íbamos todos los otros días a escuchar la misa del Padre y fue también por esas fechas de olvido que nos dieron estas tierras, tierras benditas que aún cosechaban. En un principio seguimos yendo para dar gracias a Dios, pero ya después dejamos de ir quién sabe por qué. A lo mejor teníamos miedo de que nos quitaran lo que ya nos habían dado y por eso ya siempre nos quedábamos ahí. Pero no me malentiendas, te dije, somos sus hijos y también él nos ha abandonado. Porque después sí volvimos, pero por más que le pedimos perdón ya Dios no dio su brazo a torcer. También porque nos dio ese regalo por el que tantos y tantos se andan matando, pero le mordimos la mano y por ese motivo ya nada crece y también los animales se nos caen de hambre. Nada pasaba por aquí, hasta que llegaste tú, Isidro. Esa misma noche insististe en partir, pero la Lupe que había ido al mercado por la tarde te dijo que había escuchado que unos bandidos andaban cerca, y Epifanio te dijo que luego a esa hora se escuchan los ruidos de los colgados y de las pistolas. “Además, los nahuales
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nomás andan cazando a cualquier alma que pasa por el sendero, mejor quédese otro rato, señor Isidro”. “No quiero dar molestias”, dijiste como siempre, pero tal como la noche anterior te cambiaste los vendajes y te fuiste a acostar. Ya no había herida alguna en tu piel, pero tampoco dije nada. Fue en la madrugada del día siguiente cuando llegaron los que querían matarte. “Buscamos a Isidro Sandoval”, dijeron. “Venimos a fusilarlo porque mató al ahijado de Don Manuel”. Me acuerdo que dijeron que venían de meterle un susto a tus hermanas, pero que tú, muy cobarde, te fuiste sin decirles a dónde. Yo no te conocía, pero la Lupe y Epifanio ya te querían como a uno de la familia, fue por eso que no les dije nada. Me apuntaron con unas pistolas y se metieron a la casa, pero esos canijos no te pudieron encontrar. Lo que sí encontraron fueron tus botas que por poco me cuestan la vida. Yo les dije que me las había regalado mi antiguo patrón, “si no me creen vayan y pregúntenle. Llévenselas si quieren y verán”. Después de eso bajaron las pistolas y se fueron en sus caballos arrojando tus botas en la caca de los puercos. Regresamos a la casa sin decir una sola palabra, incluso Epifanio que lloraba con facilidad se quedó sin voz. No nos atrevimos a salir por miedo a que nos mataran también a nosotros y pensamos lo peor, pero al cabo de unas horas entraste como si nada con tus botas en las manos, llenas de mierda y lodo. La Lupe empezó a llorar después. “¡Condenado Isidro! ¿Qué hiciste? ¿Será cierto que mataste a ese hombre?”, pero tú no dijiste nada. Te pusiste las botas, dejaste una moneda de oro sobre la mesa y diste la vuelta. Antes de cerrar la puerta dijiste, “dispensen las molestias que les ocasioné”. Cuando cerraste la puerta Epifanio salió disparado detrás de ti y la Lupe empezó a berrear por su hijo. Yo salí de la cabaña y de un grito hice meterse a Epifanio. Estuvimos frente a frente otra vez, Isidro, como en la cascada, pero esta vez con la mierda y el lodo en nuestras plantas. Fue ahí que me dijiste todo lo que hacía falta. Dijiste que eras de San Cayetano, y que tu padre tenía unas tierras tan grandes que tú mismo no sabías hasta dónde llegaban. Me contaste también que tu padre estuvo con Don Porfirio y que era por eso que estos canijos te tenían tanto odio, porque mientras a ellos les quitaban las tierras a ti nadie te quitó el pan. “¿Y por qué mataste al ahijado del tal Don Manuel?”, te pregunté. Me dijiste que se apellidaba Domínguez y que por eso nunca te soltó el pellejo. “Ellos dicen que son los dueños del lugar porque cuando llegamos ellos ya estaban ahí. Sobre todo se le heló la sangre cuando supo con quién me iba a casar. Una vez nos agarramos a trompadas, pero yo le gané porque le saco dos cabezas. Eso nunca se le olvida. Por eso me quiere muerto”.
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nomás andan cazando a cualquier alma que pasa por el sendero, mejor quédese otro rato, señor Isidro”. “No quiero dar molestias”, dijiste como siempre, pero tal como la noche anterior te cambiaste los vendajes y te fuiste a acostar. Ya no había herida alguna en tu piel, pero tampoco dije nada. Te convencí entonces de quedarte hasta la noche y de que llevaras provisiones para el viaje. “Voy para México” nos dijiste. “Ahí no se le ocurrirá buscarme al desgraciado”. Dijiste que cuando todo se olvidara volverías a la Hacienda a ver a tus hermanas casarse y a casarte tú mismo con la que iba ser tu mujer. La Lupe te puso unos tamales en tu bolsa de piel y te llenó una botella con el pulque que nos quedaba; también te regresó la moneda que habías dejado en la mesa, pero tú se la regresaste a Epifanio. Cuando saliste te fuiste de nuevo por entre los nogales, por donde habías caído hace unos días, y escuchamos tu voz por última vez
“dispensen las molestias y que Dios me los bendiga”. Llegaste, Isidro, hace tres noches y hoy, después de tres años, ha vuelto a llover.
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etreuM al Y
Entre la Vida
Daniela Colunga
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¿Qué sucede cuando nuestro corazón deja de latir? ¿Existe el más allá? ¿Nuestra alma vuela y deja nuestro cuerpo para habitar otro, otra vida, otra historia?
Son preguntas que al menos alguna vez nos hemos preguntado, pero nunca tenemos, ni tendremos la respuesta en una vida terrenal. Como artista, me gustan los temas complicados, trascendentales, tabú o de esos que polarizan las opiniones. La muerte es uno de ellos.
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Volviendo a la respuesta -o la búsqueda de ellacuando pierdes un ser querido, vivir la muerte de cerca nos puede acercar a la respuesta, pero no nos la da (?). No me gusta clasificar en “bueno o malo”, “positivo o negativo”, simplemente entenderlo cómo es. Sin dejar de lado mi estilo dramático e idealista, lo más importante en mis obras es la percepción, definida por la interpretación. Expresar sensaciones y emociones me lleva a comunicarlo por medio de la abstracción, ¿cómo me imagino la transición de la vida hacia la muerte? ¿Cómo serían los colores, figuras, trazos y ritmos? Una obra a dos planos, en primer plano el fondo blanco como nacimiento, donde no hay historia. Es una hoja de papel lista para escribirse, para empezar a vivirla. En segundo plano, empezando por colores y tonos, tomamos los tierra, definidos en una escala de color por los cambios, “subidas y bajadas” referentes a la vida terrenal, desde los tonos claros donde experimentamos momentos felices, gratos; hasta la oscuridad en la cual no hay salida, pero sí madurez y aprendizaje. Siguiendo con las figuras, no están definidas, pero aumentan la composición, ésta más bien se construye por trazos, algunos curvos y otros rectos, algunos suaves y otros duros, como la vida en conjunto a mi interpretación.
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Ahora, si analizamos la transición de un lienzo a otro, el trazo se vuelve suave, menos recto, preciso y agresivo, con tonos luz, brillantes, que ascienden y salpican, es una pequeña abstracción de la vida después de la muerte, el paraíso, la calma y la felicidad en un punto de vista idealista. Al final la obra se compone de dos lienzos, donde uno no puede existir sin el otro, donde la composición se construye y se interpreta a partir de ambas piezas, desde lo particular hasta lo general, su foco empieza por la transición y se parte, se divide y la incógnita no se resuelve porque el vacío es también parte de la obra misma.
“No se puede disociar el nacimiento de la muerte, la creación de la destrucción, el bien del mal. Por lo tanto, cualquier arte es un tanto dramático que se encuentra entre los dos polos extremos del nacimiento y la muerte, al igual que la vida es drama. Esto no es triste, porque estar vivo significa ser mortal, significa vivir.” Paul Virilio
Transición, 2021 Action painting de acrílico sobre lienzo. 50 x 100 cm $ 7, 700 mxn @danielacolunga.arte danielacolungaart@gmail.com
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Daniela Juárez
El origen latín que no es un término neonato sino una manera de referirse al vocablo griego phobos de donde ahora nosotros conseguimos la palabra “fobia”.
Con bastante amplitud existe una brecha sinonímica entre miedo y fobia siendo que el miedo nunca será causa primera sino una consecuencia, representado como una reacción hacia un estímulo, y la fobia personifica incontables sujetos que producen cantidades elevadas de emociones, entre todas estas, el miedo. Se puede cuestionar el hecho de tomar una actitud cotidiana como centro de estudio y sin embargo sigue sin ser totalmente comprendida, constantemente evadida por quienes son objeto del pasado no resuelto y en su paralelismo paradójico, la fuente de muchos deseos y placeres.
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El miedo dicta el camino de la seguridad, dicho por la ciencia que rige los estrictos estándares de la medicina. El miedo es una emoción que nace a partir de descargas químicas en el cuerpo, del cual, si en la acción tenemos suerte, surgen dos opciones que someten al sujeto miedoso a una difícil decisión que deberá tomar en microsegundos, de manera graciosamente subconsciente: huir o enfrentar. Sin el miedo se sobrevive y no hay nada más cerca de la verdad. ¿Cómo contradecir lo que nos ha mantenido lejos de tomar un camino oscuro sin certeza del desenlace? ¿Cómo exiliar el sentimiento que me hace creer que tomo las decisiones correctas cuando me alejo de lo desconocido?... El miedo es aquella fuente de inspiración para encarnar y crear sensaciones de desagrado que imprimen una huella que viaja en el tiempo y prevé algo que representa un riesgo potencial, provocando un paso atrás al ser que habita. Él hace que la seguridad cubra las paredes, cierre las puertas y tape las ventanas, es más seguro estar dentro. Es más seguro sobrevivir. La magnitud de lo que nos causa miedo suele ser mentalmente más grande de lo que figura en la realidad. Como un destello de luz intensa que proviene de un pequeño auto, capaz de deslumbrar y ser aparatosa durante un momento y rápidamente desenmascarar el origen tan sencillo y tangible como lo es un faro cuya existencia no requiere explicación. Bajo las dos premisas anteriores entonces me permito proponer lo siguiente: la seguridad tiene el precio de sobrevivir, la cuota por permanecer vivos a través del tiempo, con antelación a lo que creemos es el futuro, con adherencia a lo seguro. Sobreviviendo dentro de la desdichada cárcel que se viste de hogar, cubierto supuestamente de bienestar dentro de esas paredes a las que llamamos seguridad, levantadas sobre el cimiento del miedo, están plagadas de todo lo contrario. Plagadas de inseguridades e introyectos en su mayoría, tapizadas de estereotipos y conductas aprendidas, estigmas y pasados pisoteados pertenecientes a alguien en quien se le forjaron ideas que convirtió en estilo de vida y fueron sistemáticamente transmitidas para construir al ser humano que prefiere anidar en la seguridad de la inseguridad y sobrevivir. ¿Por qué anidar dentro de la seguridad para sobrevivir? ¿por qué no preferir habitar la cuna de la valentía? confrontar la luz deslumbrante que dura poco y aclara la visión a un origen simple y tangible, y vencer al que nos separa de una meta por conquistar: el miedo.
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Urs Fischer e Rossanna Huerta ¡Urs Fischer en México! Sin duda ha sido un éxito la nueva exposición montada en el Museo Jumex, con miles de visitantes hasta el momento y cientos de fotografías en Instagram que marcan el suceso. No obstante, habría que preguntarnos si realmente es un expo que nos ha hecho reflexionar o solamente es un lugar bonito para tomar nuestras próximas selfies. Visité la exposición las primeras semanas después de haberla inaugurado, el lugar estaba repleto de gente y las filas duraban aproximadamente entre hora y media hasta 2 horas. La pieza situada frente al museo se impone como un espacio casi arquitectónico comparable entre los edificios que la rodean y da la sensación que son dos cuerpos que se están emergiendo uno con el otro en un abrazo profundo. Una vez que te vas acercando a la entrada se puede observar un pequeño texto introductorio a la exposición que explica la razón del nombre de la exposición “Lovers #2” y el por qué acomodaron esa escultura frente al museo.
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The Lovers #2 (2018)
Una vez adentro, te llevan a la sala superior donde te dan una pequeña explicación de cómo es el recorrido apropiado para la exposición, no obstante, algo que se pierde bastante al hacer esto es el texto introductorio a la primera sala. El guardia te menciona antes de salir del elevador que debes entrar a la sala por el lado izquierdo, seguir las obras hasta salir por el lado derecho, bajar las escaleras, y seguir con el mismo proceso hasta terminar con las tres salas. Al estar dando estas indicaciones pierden el momento en que puedes mover al público a la explicación de la primera sala ya que su atención se centra en la primera obra interactiva de la exposición: una lengua que sobresale de la pared, y que se mueve por medio de un sensor de movimiento, dejando olvidado el texto de sala y un panfleto de actividades que se encuentra a las espaldas de los espectadores. Creo que es necesario hacer énfasis en este texto introductorio ya que observé que varios espectadores no sabían que estaban observando ni por qué estaban colocados ahí. Fischer quiere que nos adentremos en un Jardín de las Delicias tipo El Bosco, de los placeres carnales, dejarte llevar por tus impulsos e imaginación. Debemos de ver el detalle de las obras, preguntarnos por qué utilizó X o Y material para la obra, darnos la posibilidad de apreciar la obra con todos nuestros sentidos y jugar con las perspectivas, tamaños formas y colores.
Noisette (2009)
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Melody (2019)
De ahí bajamos a la segunda sala donde el museo pierde una gran oportunidad de invitarnos a ser parte de la obra, y no lo digo por permitirnos jugar dentro de la lluvia que ha creado Fischer sino por que podría ser una gran posibilidad de invitar al espectador a entrar a la mente del artista con la música que inspiró esta instalación: Purple Rain de Prince y White rabbit de Jefferson Airplanes. Es una instalación preciosa que juega con la luz natural y el espacio de la sala, en el piso se encuentra la segunda parte de la instalación, unos caracoles móviles que se van desplazando por el espacio. Aunque son piezas que llenan tu espacio visual, observé que, más que estar apreciando la instalación, los espectadores preferían tomar el tiempo para buscar la pose adecuada para su próxima foto de perfil. Lo cual me hizo reflexionar si realmente cuando se planea una exposición del calibre que es el Jumex, es con afán de generar vistas Instragmeables o realmente hay algún propósito educativo/artístico detrás de ello. Sin duda alguna esto da para hablar mucho más de lo que podría poner en un par de columnas de texto, por qué la respuesta nunca será clara. Hay exposiciones que no son tan sonadas, por el hecho que no hay una educación formal del arte para comprender la estructura de una exposición, esto aunado a que las fotografías no hacen que tus redes sociales destacan. Al fin y al cabo vivimos en una sociedad del espectáculo donde nos importa más lo que se percibe a través de las imágenes específicamente curadas que subimos a nuestras redes sociales, y las empresas capitalizan de esta cualidad de nuestra generación. Habrá otras exposiciones que harán un poco de ruido en la escena y en los conocedores pero no aparecerán en “Lugares que tienes que visitar de CDMX 2022…2023…etc.”
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Por último llegamos a la última sala donde encontramos obras que van desde lo pop-art hasta lo un arte clásico reinterpretado. La obra central, el rinoceronte plateado es un símbolo de la humanidad y su consumismo a través de los años. En la misma sala nos encontramos con dos piedades. Lo que más me agrada de estas obras es que parece ser que son efímeras y que en cada visita verás su inevitable destrucción.
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Things (2017)
En general es una exposición muy interesante que visitaría en varias ocasiones, da la oportunidad de ver detalles nuevos y de experimentar con tu imaginación. Quiero hacer énfasis en que no busco criticar al espectador por ir a la exposición solamente por el interés de conseguir su nueva foto de perfil para sus redes sociales, al final del día se puede disfrutar la exposición desde diferentes perspectivas. Lo que sí les recomiendo es darse el tiempo de leer los textos que los curadores han preparado para nosotros y que busquen adentrarse en los placeres y sensaciones que el artista tiene intención de generar en nosotros. Por último, les hemos curado una playlist especial basada en las inspiraciones de las que nos habla Fischer para que puedan disfrutar la exposición y dejen volar su imaginación.
https://open.spotify.com/playlist/57hqPgi166jRF qRQVqPIlG?si=RRsEqsTWTk2Gy8eFzbVQvw
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Eugenio & Esthella (2021- 2022)
Chauvet, Elina, (2009- presente) Zapatos Rojos [Instalación/Performance]
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VACIOS Y
LLENOS
M.I. Flores Nachón
Hace unos días charlaba con una amistad no mexicana, quien me preguntó por qué todo el arte contemporáneo en México (o por lo menos del que yo hablaba) estaba relacionado a la violencia de género, mi familia me preguntó lo mismo. Al parecer hablo demasiado de ello. Mi respuesta fue la siguiente: la violencia de género es tendencia, y no como lo que normalmente debería ser tendencia, no es las nuevas sandalias de Steve Madden o Harry’s House, es un tema en creciente, en boca de todos, una amenaza constante y un terror presente. Primero fue Ciudad Juárez en 1993, las muertas de Juárez, que se sumaron a una cifra que no llevaba cuenta, después México hambriento en su machismo violento devoró a la máquina 1 feminicida. México es lo que comió. Nuevamente, el arte es una respuesta ante nuestro Weltanschauung (sistema de pensamiento del mundo), y nuestro Zeitgeist (espíritu del tiempo), cargando un discurso que refleja el funcionamiento de nuestra sociedad. Nuestra máquina feminicida. El arte del que me rodeo, es el arte enojado ante una sociedad que nos asesina y nos olvida.
NO SOY UN SACO MÁS A LOS PIES DEL PALACIO NACIONAL. Específicamente, tras los nombres que suenan en México actualmente, y con la temática mensual - enfrentar al miedo -, pensé en escribir de artistas del terror, como William Blake o Francis Bacon, pero creo que lo que ambos hicieron no se asemeja al terror de caminar a las 12:00 del día, a plena luz del sol, con las llaves escondidas entre los dedos y pasos apresurados para llegar pronto a una puerta que pueda estar cerrada. Estoy cayendo en paranoia, exageración y realidad. Por eso hablaré de Teresa Margolles, Elina Chauvet, y la reciente aparición de cuartos en renta. 1 Yolitzin Jaimes, líder de Las Revueltas mencionó por primera vez el término Máquina feminicida, al hablar de desapariciones y feminicidios como el de Lorena Elvira y Frida Alondra, respectivamente.
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En 2016, Teresa Margolles, a quien ya se le reconocía en el medio artístico por sus obras como ¿De qué más podríamos hablar? en la cual se presentaba el agua y la sangre como detergente de un piso que solo lograba mancharse más. Teresa explora los presentes vacíos a través de la muerte, la desaparición y expone Pesquisas. Una serie de 30 impresiones amplificadas de algunos carteles de mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez desde la década de los 90s. A partir de las impresiones ampliadas y el montaje sobre las paredes expositoras, Teresa visibiliza en espacios sacralizados por los ideales estéticos, algo que se había invisibilizado y hasta olvidado, planta en sus paredes algo que no busca de ninguna forma ser bello y que al contrario, pretende empatizar y gritar a oídos sordos. ¿De qué más podríamos hablar? Si vivimos empapados de una lluvia con sangre, intentando trapear nuestros patios que solo continúan manchandose más, pintando paredes que se cubren con rostros amplificados.
Margolles, Teresa, (2016) Pesquisas [Instalación/Fotografías Impresas en ampliación]
Por otro lado, inspirada nuevamente en Ciudad Juárez, la ciudad más peligrosa para nacer mujer, Elina Chauvet presentó Zapatos Rojos. Dedicando la obra a su propia hermana que fue perdida a manos de su marido. En 2009 Elina recolectó 33 pares de zapatos rojos que simulaban una marcha vacía. La instalación posteriormente viajó por el mundo, recopilando más zapatos, más historias, más nombres. La protesta silenciosa, con los gritos ahogados en el color rojo nos permite mantener pública y atemporal la ausencia.
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Finalmente, en 2022 se presentó un movimiento a partir de la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos, visibilizando habitaciones desocupadas a partir de la desaparición de mujeres en México. Los Cuartos Vacíos se ofertan en plataformas como AirBnB, con premisas como: “Experiencia única en hermoso cuarto ubicado en Tlapacoya, Estado de México. La habitación cuenta con toalla limpia, computadora, tocador con maquillaje, lociones, cremas y los tacones azules de Zaira, que no ha vuelto a usar desde que desapareció”. Nada se ha movido del cuarto desde que desapareció
Nada está fuera de lugar porque todo lo está. El desorden está en el hueco que se queda. Los cuartos están vacíos, y son imposibles de llenar. La desaparición en México es tendencia, y el arte está respondiendo como fuego: mientras más leña se le eche al hogar, más fuerte arderá. Vivimos en la máquina feminicida, y estamos ardiendo. Los vacíos son visibles, y las paredes están llenas con sus nombres. Fuentes: https://suracapulco.mx/impreso/grafico/mujeres-contra-la-maquina-feminicida/ http://lapanera.cl/sitio/teresa-margolles-culiacan-mexico-1963/ https://www.animalpolitico.com/2022/05/cuartos-vacios-iniciativa-mujeres-desaparecidas/
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NO TODO ES...
DELACROIX Rossanna Huerta
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He de negar que los grandes pintores del Romanticismo francés son sobrevalorados, al contrario, con varias obras nos han demostrado repetidamente que son merecedores del halago que reciben. Delacroix y Gericault son pintores increíbles por el manejo expresivo de sus personajes y el uso de colores justo para ambientar las escenas tormentosas que nos presentan. De por sí, el Romanticismo es el hijo rebelde del neoclásico pero no todas sus obras se caracterizan por una violencia iracunda como es el caso de la obra de Paul Delaroche, específicamente hablando de “Los príncipes de la torre”.
Paul Delaroche, al igual que sus contemporáneos, rompe con la estricta tradición neoclásica y continúa con su formación en el taller de Antoine-Jean Gros. En general se le ha descrito más como un historiador que como un pintor, y esto se debe a que suele pintar escenas históricas que, a comparación con su antecesor neoclásico, tienen un tinte un poco más oscuro en el ambiente. Esto lo separa de los autores básicos que conocemos para el Romanticismo, dado que no se deja llevar completamente por las fuertes emociones que siente en su interior, al contrario, se toma el tiempo para analizar el dolor, miedo e ira de sus personajes y logra canalizarlo de manera casi exacta. Sus temas preferidos claramente se enfocan en la lectura histórica de momentos esenciales de la historia inglesa y francesa, haciendo gran énfasis en captar fielmente los detalles del momento, incluyendo vestuario, ambientación y colores. De aquí hemos de partir a la obra “Los príncipes de la torre”.
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En primera instancia, lo que capta mi mirada es la expresión facial del niño situado en el centro del cuadro. Sin duda es aquí donde destaca más su sentido romántico ya que no nos muestra una expresión estoica sino que nos muestra el terror encarnado. El autor te hace saber que el infante se encuentra en peligro y probablemente haya una amenaza del otro lado del cuarto que no nos permite observar. De ahí mi mirada sigue el recorrido visual que nos presenta el pintor y se coloca en el rostro del segundo niño, colocado un poco más a la derecha. A comparación de su hermano, hemos de ver que el infante ya no tiene esperanza, ha perdido cualquier rastro de miedo, ya que ha aceptado su realidad inminente: la muerte. Aunque trata levemente de consolar a su hermano al recargar su cabeza y sus manos en su hombro, entiende que no hay forma de evitar su futuro, incluso hasta es una mirada
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incómoda ya que parece mirarnos directamente. No invita al espectador a ser parte del cuadro, a pesar de que podría estar implorando piedad, solo nos mira con un poco de enojo y decepción, como si nos estuviera diciendo “ustedes nos verán morir pero no moverán ni un dedo”. De hecho, hasta me hace recordar la frase “La verdad no peca pero incomoda”, y es lo que busca generar el autor: incomodidad, miedo y ansiedad. Ahora bien, detrás de la pintura hay un suceso histórico que marcó el rumbo de todo un país. Esta es la historia de la desaparición de los hijos del difunto Rey de Inglaterra: Eduardo V y Ricardo, duque de York. Un poco de contexto, Delaroche nos sitúa en la Guerra de la Rosas — sí, la misma que inspiró Juego de Tronos—, justo cuando muere Eduardo IV y le sucede su hijo de 12 años, Eduardo V. No obstante, Eduardo V aún es muy jóven para cumplir con todas las funciones que debe de cumplir como Rey, por lo que su tío, Ricardo III —hermano de Eduardo V— es nombrado como protector del Reino. Ricardo III aprovecha esta situación y se posiciona como futuro Rey al plantar evidencias sobre la posible bastardía de los hijos de su hermano —y que el Parlamento acepta—, encierra a los infantes y toma control del reino. En realidad no se sabe que fue de los pequeños, de ahí se han inspirado varias leyendas, desde que Ricardo III nunca los mandó a asesinar, o incluso que vivieron el resto de sus vidas en cautiverio hasta una muerte por causas naturales. Toda la historia es parte de la maravilla que es el romanticismo, aunque se basa en un momento histórico importante de Inglaterra, Delaroche no deja a lado el misterio, los rumores ni el dramatismo pictórico. Sinceramente, no decepciona en lo absoluto.
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OJOS BIEN ABIER M.I. Flores Nachón
Come True (2020) Fotograma
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RTOS
Este fin de semana me tomé el tiempo de ver una película con Ernesto, quien ha escrito ya varias veces para Catártica. Decidimos ver Come True (2020), una película de ciencia-ficción, con tintes de terror o viceversa - no termino de estar muy segura. Ambos, platicando bastante durante la duración del filme, caímos redonditos en la solución del mismo, y confundidos, decidimos darnos el tiempo para digerir. Por otro lado, hace no mucho vi por fin Ojos Bien Cerrados (1999) y con la misma, me quedé confundida y hasta cierto punto insatisfecha. Eso me sucede en muchas ocasiones. La película me deja con hambre. No quiero caer en dicotomías evaluadoras, comparativas y cuadradas, por lo que no criticaré las películas para calificarlas como buenas o malas, sin embargo hablaré sobre lo interesante que son ambas películas y la reflexión que me permiten hacer sobre cada una de ellas.
En un primer lado, Come True tiene una premisa que abarca historias que desde mucho antes de los años ochentas, ya había sido explorada y explotada en el ámbito del terror norte americano. Los sueños que se vuelven realidad, y más allá de los sueños, las pesadillas que cobran vida ¿Suena familiar? Tal vez por qué la mundialmente reconocida Pesadilla en la Calle Elm (1984) sentó un hito en el tema. Nuevamente sin intentar recaer en una crítica sobre la misma, considero que la franquicia con Krueger de protagonista, promueve más un terror hacía un personaje inherentemente malvado, sin una creación u origen acumulado, un mal compartido, mientras que en Come True, el terror recae en un personaje cuya mayor actividad es la existencia en el plano del sueño, sin más interacción que esa, pero lo suficientemente poderosa como para arruinar las noches de sueño. Aún así, entendiendo que habrá un enfrentamiento, los personajes deciden dormir y cerrar los ojos para mirar de frente a una misma criatura, en diferentes ojos cerrados, con orígenes que desde mi punto de vista podrían ser diversos. No es el nacimiento malo de Krueger, sino una creación mala, una acumulación de terror, convertida en sombra, además de una fractura a la privacidad. La apertura de nuestros sueños hacia un tercero, que verá y juzgará para poder rompernos para analizarnos como un texto escrito esperando su revisión.
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Eyes Wide Shut (1999) Fotograma
Por otro lado, hablando de Ojos bien cerrados (1999) es una película cuya trama va de la curiosidad que mató al gato. Una intención de búsqueda y exploración sexual que termina mal. El terror que encuentro en Ojos bien cerrados, no recae ni en lo visual, ni en lo dramático, ni en lo auditivo, pero si en una realidad verdadera -válgase la expresión. Un acoso por un mal paso, por una pregunta mal formulada, por haber visto más de lo que debería. Además de permitirnos entrar en un juego que nuevamente roza lo onírico, una serie de eventos que se desencadenan a partir de la confesión de un sueño. Una estabilidad fracturada a partir de un estado mental, el desliz de unas cuantas palabras que se siembran desde el inconsciente, externadas tal vez a manera de venganza o a manera de sinceridad en una relación, se da a conocer lo que en algún momento Freud llamó la deformación onírica. Una persecución detrás de la verdad motivada por un principio de desencuentro, un secreto que tal vez debió permanecer guardado.Sin pena, puedo decir que Ojos bien cerrados es probablemente mi película menos favorita por Kubrick, sin embargo puedo bien entender y apreciarla desde este punto de desfavoritismo.
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Abordando el tema mensual, medito sobre los temores más reales. Más allá de un monstruo que pertenezca a mis pesadillas, me gusta pensar en una construcción del terror a partir de las dos opciones que narramos arriba, decisiones mal tomadas, sombras que nos persiguen, como el animal grotesco de nuestro pasado, nuestro desencuentro con la realidad y el plano onírico, y la forma en la que nos enmarcan con alfileres para analizar y quebrar nuestras deformaciones oníricas. Ser estudiados por ser asustados, conflictuados, atorados. Algo real, alejado de una fantasía o de un plano distinto al del tacto, el terror que carcome la cabeza y que nos obliga a mantener nuestros sentidos entrenados para poder activar un método de supervivencia, llevando nuestro cuerpo al clímax de potencial. O abres tus ojos, o te come la oscuridad.
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