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4. La música novohispana y el entramado sonoro de Mesoamérica
Con Javier Marín, Gonzalo Sánchez y Aurelio Tello
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Ciclo “Al menos flores, al menos cantos”…
140 · Reflexiones para el siglo XXI · Tomo VII
La música novohispana y el entramado sonoro de Mesoamérica · 141
Martes 21 de septiembre, 2021 De músicas prehispánicas y coloniales
Por Carolina Sacristán Ramírez
Profesora de la Escuela de Humanidades y Educación, Campus Puebla
¿Con qué he de irme? ¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra? ¿Cómo ha de actuar mi corazón? ¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar sobre la tierra? Dejemos al menos flores, dejemos al menos cantos.
— Nezahualcóyotl
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La Conquista transformó profundamente el universo musical de los habitantes de aquellos territorios que pronto se convirtieron en el virreinato de la Nueva España.
Tenochtitlan cayó. El corazón del imperio mexica se detuvo abruptamente hace quinientos años en la batalla contra los españoles. Ese silencio sirvió de preludio al nacimiento de nuevos cantos que trajeron consigo una nueva sonoridad. La Conquista transformó profundamente el universo musical de los habitantes de aquellos territorios que pronto se convirtieron en el virreinato de la Nueva España. Reflexionar sobre la música en ese periodo de la historia de México es tan esencial como discutir sobre cualquiera de las implicaciones religiosas o políticas ocurridas a consecuencia del enfrentamiento entre indígenas y españoles. Si pensamos en la música como un indicio —a la manera que propone el historiador italiano Carlo Ginzburg— descubriremos cómo esa tiene la facultad de visibilizar procesos que quedan ocultos a los ojos de la historiografía tradicional. Los tres ponentes de la mesa intitulada “La música novohispana y el entramado sonoro de Mesoamérica”, con la cual se inauguró el ciclo “Al menos flores, al menos cantos: una reflexión a 500 años de la caída de Tenochtitlan”, llamaron la atención sobre fenómenos musicales puntuales que se encuentran asociados a algunos de esos interesantes procesos.
Es bien sabido que los pueblos mesoamericanos desarrollaron y cultivaron tradiciones musicales propias. Por varias décadas se afirmó que una vez consumada la Conquista, la tradición musical europea se impuso a los indígenas suplantando de manera inmediata las músicas antiguamente practicadas. Gonzalo Sánchez Santiago cuestionó esa postura historiográfica en su exposición, tomando como evidencia instrumentos musicales que son también vestigios arqueológicos. El examen de flautas y xilófonos de lengüeta —estos últimos comúnmente conocidos como teponaztli— muestra una asimilación gradual de las formas y estilos del nuevo lenguaje musical que provocó adaptaciones en los instrumentos musicales; estas pueden comprobarse, como indica el investigador, tanto en los objetos que actualmente sobreviven como en los códices y otras
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fuentes documentales. La exposición de Gonzalo Sánchez dejó en claro que no existió una transformación única ni homogénea de la cultura musical indígena. Al contrario, la incorporación de la tradición musical europea a la vida cotidiana de los pueblos nativos mostró una amplia gama de matices que correspondieron a cada uno de los grupos étnicos involucrados.
La instauración cada vez más sólida del nuevo orden cultural conllevó diversos sucesos, los cuales marcaron la pauta a la música que se cultivaría en la Nueva España durante los siglos sucesivos. Aurelio Tello Malpartida presentó un recorrido cronológico comentado de esos hitos de la vida musical del temprano siglo XVI, haciendo particular énfasis en aquellos que estuvieron ligados a la Iglesia, sus actores y sus instituciones. Entre estos se encuentra el arranque de la evangelización en Tlaxcala en 1520; la fundación de la Ciudad de México; la celebración del oficio de de maitines de Navidad en 1539 con un repertorio de villancicos; la instalación de un centro de enseñanza de guitarra y danza; la fundación de la escuela para indígenas en Texcoco; las representaciones de autos sacramentales en Tlaxcala a partir de 1538 y el desarrollo de un teatro misional. Aunados a estos van los nombramientos de los dos primeros maestros de capilla de la Catedral Metropolitana, la contratación de músicos indígenas para la catedral con paga completa y la impresión de manuales para predicadores y misales que sirvieron también como base para la composición de música. Aunque se han hecho importantes investigaciones relacionadas con dichos temas, Aurelio Tello recordó que las décadas posteriores a la Conquista conforman un fascinante periodo, el cual todavía tiene senderos por explorar en el campo musical.
Entre los hitos referidos por Aurelio Tello debe contarse también la fundación de la imprenta, ya que esta trajo consigo la publicación de manuales de doctrina, catecismos y cartillas que tenían por objetivo introducir y formar a los neófitos en los saberes y principios de la fe cristiana. A decir de Javier Marín López, la música fue una de las herramientas de catequización más efectivas. Los cantos ayudaban a memorizar los preceptos religiosos, como apuntan las crónicas. Sin embargo, apenas quedan vestigios de las melodías utilizadas para tales fines. La enseñanza cantada de la doctrina
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cristiana se llevaba a cabo de manera oral, lo cual implica que las cartillas que se usaban comúnmente para tal propósito no incluían notación musical. Tomando como referencia principal la Doctrina cristiana que se canta de Juan de Ávila, uno de los libros que tuvo mayor difusión e influencia en el mundo hispánico, Javier Marín planteó algunas hipótesis sobre sobre qué partes de la doctrina pudieron cantarse en la Nueva España, qué melodías pudieron emplearse y en qué contextos pudo recurrirse a la entonación de esas melodías. Asimismo, examinó los estilos de canto coral más usados en el ámbito doctrinal y propuso posibles maneras de reconstruir algunas de las melodías perdidas, aportando ejemplos musicales. Todo lo anterior tuvo como marco los distintos procesos de evangelización que ocurrieron tanto en Andalucía como en la Nueva España, siendo ambos sitios en donde consta tanto la presencia activa de discípulos de Juan de Ávila como la introducción temprana de la doctrina cantada adaptada a las condiciones específicas de la labor misionera.
Los trabajos de Sánchez, Tello y Marín analizan fragmentos de un pasado que pervive a través de sus huellas sonoras. Son piezas que ensambladas y apreciadas en conjunto permiten asomarse por un instante a la complejidad del siglo XVI desde una perspectiva todavía poco difundida en nuestros días, que es el enfoque de la música. La adaptación de los instrumentos musicales indígenas, la adopción de la música oficial de la Iglesia católica y el empleo del canto como mediador en el proceso de enseñanza, aprendizaje e interiorización de un orden cultural radicalmente distinto son todos elementos que nos llevan a reflexionar sobre el impacto de la Conquista no solo en el nivel macro al que pertenecen las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas sino también en el nivel micro; es decir, aquel que incluye los sentidos corporales del ser humano, especialmente el oído, y de la relevancia de este último tanto para desmantelar como para construir la realidad.