La autora
La Guerra contra el Paraguay
CORONIZACIÓN estetizada por Cándido López
La Guerra contra el Paraguay - CORONIZACIÓN estetizada por Cándido López -
La Guerra contra el Paraguay
CORONIZACIÓN estetizada por Cándido López
Carla Méndez (*)
(*) Licenciatura en Artes Visuales Universidad Nacional de las Artes Buenos Aires - Argentina
INTRODUCCIÓN Me introduzco en el Museo Nacional de Bellas Artes (Argentina) en forma virtual. El mundo está en pandemia, atravesando una profunda crisis sanitaria por Coronavirus, una de tantas formas de colonización, como la colonización comercial que la Corona Británica pretendía ejercer en la Guerra contra el Paraguay. La historia de la humanidad es la historia de las personas contra las adversidades. La ambición desmedida del ser humano es una de las más grandes adversidades. A esa ambición se deben las guerras, provocadas por corporaciones, que destrozan sociedades enteras. Mi búsqueda se acota a estas últimas adversidades, de igual o mayor poder destructivo que las peores pestes.
En mi cuaderno de bitácora escribo “¿Estetización de la Guerra o estetización de la muerte? ¿Puede estetizarse una Guerra?” Cándido López pinta heridos y sangre, resonancias ideológicas desde el punto de vista político, cuadros que fundan un humanismo pictórico argentino.
La Guerra contra el Paraguay
CORONIZACIÓN
estetizada por Cándido López Carla Méndez 4 Buenos Aires, 2020
De hecho, la revisión de la Guerra del Paraguay, de la Triple Alianza o Guerra Guasú (grande, en guaraní), estimula posiciones democráticas y gravita en la mentalidad militar argentina.
Yo voy en busca de fenómenos históricos representados por el arte, en este caso fenómenos enmarcados en esa Guerra. El arte es un constante devenir, el artista nunca muere, sigue produciendo a pesar de las pestes y las guerras. Me dirijo a la Sala número 20, donde está la colección permanente de cuadros pintados al óleo por Cándido López, dispuesta a tomar nota y registrar datos gráficos, como lo hacía Cándido López en medio de las batallas, para después producir sus cuadros. Él vivió en primera persona la Guerra y dedicó su vida a pintarla.
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CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA OBRA DE CÁNDIDO LÓPEZ En el campo de las limitaciones de un artista aparece su propio estilo y Cándido López pierde su brazo derecho siendo diestro, su preparación técnica es precaria y no académica. • La mayoría de su obra representa batallas, temática frecuente en el siglo XIX.
• Utiliza un primer plano oscuro en contraluz y ubica a la acción en el plano medio donde sí hay luz. • Hace una representación democrática de la guerra, ya que no coloca a las figuras de autoridad necesariamente adelante, como podría esperarse. • La forma de sus cuadros resulta de la forma de su libreta de bocetos y anotaciones utilizados en el campo de batalla. • Al ser tan apaisada, el pintor nunca puede utilizar un único punto de fuga, sino diversos puntos móviles, para lograr la espacialidad de la obra.
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• La perspectiva, por su parte, aparece alterada recurrentemente, para acercar cada figura al plano medio.
• La profundidad es total. Vemos lo que sucede adelante y atrás con poco cambio de tamaño de las figuras, los personajes. • Y es que López adopta como unidad visual, no al paisaje bélico, sino al soldado, que básicamente es siempre el mismo, repitiéndose uno a uno ... naturalmente. • Con tanta abarcabilidad y tanto detalle, el maestro nos invita a hacer un travelling, una ilusión y una desjerarquización de la lectura, para repetir el ciclo una y otra vez. • Cada cuadro de Cándido López de la Guerra, podría ser un fotograma de cine y de hecho, en el film de José Luis García aparecen los cuadros de Cándido López. • En la mayoría de estos
cuadros los soldados carecen de ojos, son como ciegos que van a la Guerra. Sin embargo, en uno de ellos, donde está Cándido López en el momento en que pierde su brazo, los sin ojos son los paraguayos. Y los cuerpos muertos de los argentinos están pintados con los ojos abiertos, como si representaran el síntoma de un trauma. • Benito Quinquela Martin es un heredero de él en ese aspecto. Pinta gente como juguetes manipulados, cargando bolsas en el puerto, hombrecitos que construyen una nación. • Pero en la Guerra de Cándido López, los hombrecitos destruyen una nación. La destruyen porque no tienen ojos y no ven.
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OBRA 1: AUTORRETRATO, ÓLEO SOBRE CARTÓN, 1858, 61 CM X 42,5 CM La obra de Cándido López me atrapa por completo, no sólo por su historia personal, que él mismo me resume, sino por su calidad artística. Mientras yo lo miro y admiro a través de su autorretrato, él me habla: “Mi nacimiento tiene lugar en Buenos Aires en 1840, desarrollo una temprana carrera como fotógrafo y retratista”. “Mi incorporación a la historia del arte local ocurre tardíamente, durante los años cuarenta, por la acción del crítico de arte más influyente de la época, José León Pagano”. “Un hecho fundamental cambia mi vida, cuando estando en San Nicolás comienza la Guerra de la Triple Alianza. Me enrolo con el grado de teniente segundo en el batallón de voluntarios de San Nicolás. Actúo como soldado cronista, realizando 90 bocetos en un año y medio en blanco y negro”.
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El maestro con un gesto me invita a mirar la siguiente obra, me acompaña y sigue hablándome: “Debo abandonar el campo de batalla al ser herido con un casco de granada y perder mi brazo derecho siendo diestro. Durante años, con mi mano izquierda reeducada logro pintar 50 obras. Es decir que paso del blanco y negro al color y del lápiz al óleo, recreando los colores”. “Yo realizo durante la guerra docenas de apuntes a lápiz en mis libretas con croquis de uniformes, paisajes, batallas, campamentos y anotaciones con descripciones detalladas de los acontecimientos a la manera de partes militares”. “La gente va a ver la muestra de un inválido”, me comenta con una leve sonrisa melancólica Cándido López.
“Tiempo después, desarrollo la colección de cuadros más completa de la Guerra contra el Paraguay. Y paso a la historia como el manco de Curupaytí, a pesar de que en mi tiempo no soy muy conocido”. El amable maestro Cándido desaparece de mi vista para volver a su autorretrato y adoptar la pose con la que se ha hecho conocer. Yo sigo recorriendo el Salón 20 del Museo Nacional de Bellas Artes.
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Adorno me dice que si la historia de occidente ha culminado en un episodio de extrema violencia como el citado Holocausto, cualquier forma artística que trate de disimular el dolor, será tan culpable como los que causaron dicho dolor. Adorno, quien era judío, se focalizó mucho en el tema de la Segunda Guerra Mundial.
Pienso en la guerra que pintó detalladamente Cándido López, la guerra en que tres países, Argentina, Brasil y Uruguay, se enfrentaron a uno solo, Paraguay. Algunos califican de “fratricidio” a esta guerra. Recuerdo la geografía menguada del Paraguay, llamado el Gigante de América, antes de esa Guerra
Y después de haber leído a autores alemanes judíos que sufrieron la persecución nazi, y el posterior genocidio, comparo esta Gran Guerra del siglo XIX con el Holocausto judío del siglo XX, escucho la voz de Theodor Adorno que me dice “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”.
Cándido López, en cambio, no pertenece al pueblo masacrado, el pueblo paraguayo en la Guerra Guasú. Tampoco cuenta con un contrato de trabajo para cumplir el rol de cronista gráfico. Es un artista autónomo, me dice Adorno, pinta la Guerra porque lo siente, sin ánimo de reivindicación del pueblo que los países aliados se proponen exterminar.
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OBRA 2: TRINCHERA DE CURUPAYTÍ, ÓLEO SOBRE TELA, 1899, 50 CM X 150 CM Cándido López pinta en detalle el paisaje y busca mostrar todo lo que ve, hace ejércitos anónimos, le interesa mostrar la guerra como una degradación de multitudes, logra una vista panorámica, abatiendo el plano, no pinta las caras. A pesar de ser un tema dramático, esas miniaturas interactuando se asemejan a soldaditos de juguete.
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Para Bartolomé Mitre “sus cuadros por su fidelidad gráfica son verdaderos documentos históricos, conservan el glorioso recuerdo de lo que representan” (2 de mayo 1887). El General Fotgeringham, de 25 años de edad, me dice que vio pasar al Batallón Doce, con su jefe Mansilla al frente, y con
él iban sus oficiales, entre ellos el Capitán Domingo Fidel Sarmiento, al frente de su Compañía. Y el británico, prosigue su relato: Con un gran abrazo me dice Sarmiento “¡Hasta luego, inglesito!”. Más tarde murió de hemorragia, atravesadas sus piernas por un balazo. Después lo vi muerto ya, llevado sobre una manta por cuatro soldados.
El pantalón color rosa, apenas dejaba ver las manchas inmensas de sangre generosa que vertían las mortales heridas”.
Murmuro unas palabras para corresponder al joven inglés: ¿Así entonces murió el Capitán Sarmiento al frente de su Compañía en el asalto de las trincheras de Curupaytí, donde se produjeron 3.500 bajas de los aliados y sólo 400 de los.
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paraguayos, que defendían como leones su autonomía?
Y no sólo oigo la voz de Fotheringham, sino también la del propio hijo del corazón de Sarmiento, Domingo Fidel Sarmiento (Dominguito), de 21 años de edad, que el día anterior le ha escrito a su madre estas palabras: “Querida vieja, no sientas la pérdida, pues morir por la patria es vivir”. Dominguito también me cuenta lo que anotó poco antes de morir: “Son las diez, las balas de grueso calibre estallan sobre el batallón. ¡Salud, mi madre!” En Curupaytí, batalla olvidada, mayor derrota militar argentina, Cándido López coloca a la guerra en un lugar de vastísimo sufrimiento, pintando la figura humana como soldaditos de plomo. La racionalidad instrumental fusiona la razón con la capacidad de conceptualizar
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sobre lo que es útil y tiene un propósito determinado. El ser humano recurre a la racionalidad instrumental para adaptarse al medio. Esta concepción es pragmatista y privilegia la utilidad de la acción y entiende que “el fin justifica los medios”. Adorno cuestiona esta postura y aboga por una racionalidad alternativa, como la de Cándido López, que pinta lo que pinta porque “lo siente”. En efecto, lo bello y lo horroroso se fusionan en la producción de un artista autónomo, cuya enorme fuerza expresiva resulta en una denuncia humanista finalmente. No en vano, el General Cándido López, descendiente del pintor, funda el Cemida (Centro de Militares para la Democracia Argentina) en 1984.
LA CENSURA, ¿EXISTE? Cándido López, sosteniendo incluso que argentinas, y por eso no entusiasmado con la idea las fotos están son elegidos para su de defender su patria exhibición. (Argentina), se enrola trucadas. bajo las órdenes de Por su parte, la Mitre, el gran mentor Según la investigadora y Encyclopædia Britannica del exterminio paraguayo docente de la UBA en su edición de 1911, y, paradójica e Viviana Civitillo, este consigna que la Guerra inocentemente, es conflicto bélico reduce la población del Cándido López el significa un exterminio Paraguay al 17 %. Pero principal denunciante negado hasta hoy, la edición de 2001 de la del horror de una de las ausente en los programas misma publicación, se guerras más crueles que escolares. limita a decir que la “conoció” la historia de pérdida de la población la humanidad y de la que Recuerdo la censura, paraguaya está “cerca mucho falta conocer. porque si bien Cándido del 50% o un poco más”. López no es formalmente De hecho, si no fuera prohibido, el Estado por Cándido López, argentino tarda en conoceríamos mucho menos recibir sus obras aún de ese genocidio generosamente ofrecidas atroz. Posiblemente, por sus descendientes creeríamos que no durante mucho tiempo. existió tal como fue. Creeríamos que los Luego de cinco años de relatos sobre la Guerra insistencia recién los Guasú transmitidos de descendientes del pintor boca en boca por sus logran que el MNBA sobrevivientes, son acepte en donación sus exagerados y obras. fantasiosos. Esto me sugiere que los Ocurre lo mismo con temas que narra el Auschwitz, hay quienes pintor no son de interés aún lo niegan, para las autoridades
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OBRA 3: DESEMBARCO DEL EJÉRCITO ARGENTINO FRENTE A LAS TRINCHERAS DE CURUZÚ, 12 DE SEPTIEMBRE DE 1866”, ÓLEO SOBRE TELA, 1891, 48 CM X 151,3 CM Me detengo frente a esta obra. Es una escena en un río, con infinitos detalles en las embarcaciones, desde un punto de vista alto. Aquí también resalta el efecto panorámico. Y es que Candido López ha sido el fotógrafo de su pueblo y domina esa técnica. Sabe planificar perfectamente sus obras, los planos, los mínimos detalles.
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Este pensamiento llega a mí como una transmisión telepática cuya fuente es el propio Walter Benjamin, quien, como pensando en voz alta, balbucea “¿un autor como productor?”.
¡Exacto! - respondo yo - Él planifica su obra, trabaja con una técnica propia que combina recursos de la fotografía con recursos de la pintura.
Ello le permite distorsionar la perspectiva y la escala, con un objetivo estético muy concreto: mostrar toda la escena. Además, Cándido López concibe una estrategia de comercialización de su obra, buscando apoyos comerciales necesarios. Vende su obra. Siempre se ubicaba en las líneas de las necesidades del mercado. Firma “Zepol”, su apellido al revés, creando su propia marca, cuando están de
moda las naturalezas muertas para comedores. Para el historiador de arte Roberto Amigo, Cándido López "no era un pintor cerrado únicamente a su obsesión, sino que se amoldaba a lo que la época exigía y, sobre todo, se adapta con tal de sobrevivir, con tal de ganar con su arte el dinero que le permitiera vivir”.
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¿QUÉ ES LA ESTÉTICA? En estética resaltan más las formas de las cosas que sus contenidos. Cándido López representa la Guerra y de acuerdo a la mímesis de Adorno, ¿se habría diferenciado de ella? Es difícil responder a este interrogante, ya que el cazador (sujeto) que va en busca de una presa (objeto), puede convertirse en presa y cazador al mismo tiempo: Cándido López (el cazador de imágenes) boceta la Guerra mientras la padece. Para Adorno la subjetividad y la racionalidad están en una lucha por la especie, teniendo como objetivo la autoconservación. Los textos de Adorno pueden ser interpretados como un esforzado intento de obtener la medida filosófica de los acontecimientos históricos. Cruzar la experiencia histórica con la historia se relaciona con una vocación intelectual, pero también con una obligación moral, fundamentalmente. Adorno sufrió la persecución nazi y con Horkheimer se exilia en Los Ángeles, Estados Unidos. Todo su pensamiento intenta responder a los interrogantes que los acontecimientos presentan. Y el imperativo categórico de Adorno se hace presente aquí y ahora una vez más “¡Que Auschwitz (la Guerra Guasú) NO se repita!”
Theodor Adorno
Cándido López vende obra al Estado. Escribe apuntes guía para realizar su pintura. Pinta una gran variedad de motivos, retrata niños, naturalezas muertas, además de las célebres escenas militares de la Guerra del Paraguay que hoy observo en el museo. Walter Benjamin me observa y asiente sin interrumpirme.
“Precisamente eso es lo que pretende Cándido López cuando consciente e inteligentemente pone su arte y su técnica al servicio de la denuncia, para terminar con la violencia que ejerce la Corona británica contra el pueblo paraguayo”, se oye decir a Walter Benjamin, que agrega “la misión del autor no es informar, sino luchar”. Ello basta para enfadar a Theodor Adorno: “De ninguna manera. ¡Cándido López no se propone revolucionar las relaciones entre naciones! Su arte es autónomo y pinta lo que espontáneamente le nace. ¡Por favor, no seas naif, Benjamin!” Yo me aparto de los filósofos, para dejarlos confrontar sus ideas a solas, y retomo mi caminata virtual por el Museo...
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Walter Benjamin
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Ahora estoy frente a una obra que podría verse como abstracta y figurativa al mismo tiempo. Veo un horizonte incendiado contra un cielo negro. Es de noche y hay mucho humo. Paraguay queda hecho cenizas.
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Max Horkheimer
OBRA 4: YATAITY CORÁ, 2 DE JULIO DE 1866, ÓLEO SOBRE TELA, ENTRE 1887 Y 1902, 75,5 CM X 196 CM Mirándome a los ojos, un sobreviviente pintado en este cuadro, vocifera contra los fabricantes de municiones. A su voz se suma la del propio Max Horkheimer, para seguir cuestionando a esos fabricantes - y también a los políticos y
generales propiciadores de las guerras - quienes con «una estupidez abierta, franca» afirman que siempre habrá guerras, por lo cual no tiene sentido ir tras un progreso al respecto (vale decir, evitar la fabricación de armas).
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Horkheimer me cuenta que ampliando la escala de su rascacielos, en la dimensión de las relaciones entre naciones, en la agresión imperialista de Gran Bretaña se reproduce el esquema de distribución de poder que imponen las tendencias hegemónicas. Así, la potencia imperial del siglo XIX (Gran Bretaña) se ubica cerca del cielo, en el piso más alto del rascacielos y somete a sus colonias comerciales, condenándolas a ocupar los niveles más altos de dependencia, a costa de su más bajo nivel de autodeterminación y calidad de vida, igual que la burguesía (poseedora del capital) somete a los estratos populares cuya fuerza de trabajo explota. Estos están aprisionados en el sótano. Otro soldado de la Guerra me refiere que el Paraguay experimenta un desarrollo autónomo sin precedentes en América, desde 1811, año de su Independencia, hasta 1840, cuando fallece el doctor José Gaspar Rodríguez de
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Francia, gobernante del Paraguay. Francia adhiere a los ideales de la Revolución Francesa, y hace de la República un Estado precursor del socialismo autónomo. Crea las Estancias de la patria, impulsa la industria pesada que permite al Paraguay contar con el primer ferrocarril del continente, y cierra las fronteras a la penetración comercial extranjera. Sostiene que la decisión de independizarse de España es también la decisión de no someterse a poder externo alguno. Estando en el poder Francisco Solano López, Gran Bretaña se propone destruir el Paraguay por ser “mal ejemplo” para las demás naciones americanas. Para ello, extorsiona a Argentina, Brasil y Uruguay, y estos países se alían contra Paraguay.
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“Claro” - dice una voz detrás de mí, ¡la de Jacques Rancière!, que ha estado oyendo a Horkheimer al parecer, y sigue diciendo “en la Guerra Guasú (por lo visto, oyó hablar en guaraní a alguno de los soldados de las pinturas de Cándido López) los ejércitos aliados ofician de policía represora de quienes prefieren ofrendar su vida antes que renunciar a su legítimo derecho, en este caso de autodeterminación”. Agrega Rancière que, en realidad, “el acto violento que instaura la política no consiste en atacar, hacer la guerra o matar al enemigo, sino en romper la distribución de partes establecida, en fracturar el orden dado”. Rancière no cree que cada quien deba ocupar un orden específico en la sociedad, y de ese orden no se pueda mover. Para él, cuando hay desacuerdo en ese orden surge el litigio y eso es la política.
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Así, cuando las minorías (o lxs desventajadxs) piden ser reconocidas, se da una lucha por el reparto de lo sensible. Política y Estado están indisolublemente unidos.
Jacques Rancière El reparto de lo sensible es un reparto de espacio, de tiempos y de formas de actividad...un sistema de evidencias sensibles que hace sensible la existencia de un común y los recortes allí definen los lugares y las partes respectivas. Hace ver quién puede tener parte en lo común en función de lo que hace, del tiempo y el espacio en los cuales esta actividad se ejerce. Lo político es el encuentro de
dos procesos heterogéneos. El primero es el del poder (o el gobierno) - que Rancière llama “policía” - y el segundo el de la igualdad de cualquiera con cualquiera. Según Ranciere, “toda policía daña, y el tratamiento de un daño es la forma universal del encuentro entre el proceso policial y el proceso igualitario”. Platón piensa en la Polis y los poetas son expulsados porque “mienten”, fantaseando otras formas de identificación:
Platón “... tachamos los versos que hemos citado y todos los que sean de esa índole, no porque estimemos que no sean poéticos o que no agraden a la mayoría,
sino, al contrario, porque cuanto más poéticos, tanto menos conviene que los escuchen niños y hombres que tienen que ser libres y temer más a la esclavitud que a la muerte” (Platón. Diálogos. Libro III. Editorial Gredos, pág. 149). Pero Cándido López le tapa la boca a Platón, plasmando la verdad de lo que ve, con real fidelidad histórica.
Benjamin cuestiona los criterios de Platón, reinvindicando el trabajo del/a artista. Pero tampoco convalida todas las posturas contrarias a Platón. Es así como interpela al Estado soviético juzgando que el mismo ”no desterrará, como el platónico, al poeta, pero sí … le adjudicará tareas que no le permitan hacer espectáculo...de la personalidad creadora”(Benjamin, Walter. Tentativas sobre Brecht. “El autor como productor”).
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CONCLUSIÓN El 1 de marzo de 1870, se produce la batalla de Cerro Corá, la última de la Guerra Guasú. Después de todo lo que veo en mi visita virtual al Museo de Bellas Artes, me parece ver como en una pintura de Cándido López, el campo desolado de Cerro Corá: Tras 15 minutos de combate, los aliados le ofrecen rendirse al Mariscal Francisco Solano López, jefe de las tropas paraguayas, que está acompañado por el Coronel Panchito López, su hijo de 14 años, y un puñado de hombres.
el arte, específicamente una de las guerras más devastadoras, concluye y yo sigo oyendo voces, los soldados hablan entre ellos. ¿Cómo hacerles saber que estoy yo aquí dentro, escuchándolos un siglo y medio después? Ahora entiendo que las voces de los soldados nunca se callaron. Ellos siguen revelando los secretos de las trincheras, desde los cuadros. ¿Estoy alucinando?
El Mariscal contesta sin vacilar “un soldado paraguayo no se rinde” y, según dicen, se traga la bandera para que no se la arrebaten. Los aliados asesinan a ese reducido grupo de muchachos. Atravesado ya por la lanza mortal, el Mariscal de 42 años, grita “¡muero por mi patria!”. Este viaje a los fenómenos históricos representados por
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