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Reunidos

El Padre Ramiro Tijerino saluda a su pequeño sobrino Eduardo después de llegar al Aeropuerto Internacional de Charlotte el 12 de febrero. El sacerdote nicaragüense fue dejado en libertad el 9 de febrero, después de permanecer más de seis meses en la cárcel como prisionero político del gobiernos del presidente Ortega. Sus familiares, miembros de la parroquia San Mateo en Charlotte, y simpatizantes a lo largo de la diócesis han permanecido orando por su liberación segura y la paz en Nicaragua.

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Sacerdotes nicaragüenses fueron recibidos por el Obispo y parroquia de Charlotte después de estar encarcelados

LIZ CHANDLER lchandler@charlottediocese.org

CHARLOTTE — Dos sacerdotes católicos encarcelados en Nicaragua desde agosto llegaron a Charlotte el 12 de febrero con abrazos y lágrimas de familiares y amigos, después de su reciente liberación y deportación a Estados Unidos.

Los Padres Ramiro Tijerino y Óscar Danilo Benavides Dávila, ambos de Nicaragua, estaban entre los 222 presos políticos exiliados del país por el presidente Daniel Ortega.

Mayra Tijerino, feligresa de San Mateo en Charlotte, viajó a Washington para llevar a su hermano y compañero sacerdote a su casa en Charlotte.

Ambos se reunieron con el Obispo de Charlotte, Peter Jugis, y otros líderes de la diócesis el 14 de febrero, mientras se adaptaban a su nueva libertad. En los primeros 2 días visitaron un médico, disfrutaron de un almuerzo con carne, compraron ropa, zapatos y nuevos trajes clericales, cortesía del Diácono Carlos Medina, también nativo de Nicaragua.

Feligreses de San Mateo preparan una fiesta de cumpleaños para el Padre Tijerino, quien cumplió 51 años el 16 de febrero. La parroquia ha estado orando por él y sus compañeros presos políticos desde su encarcelamiento en agosto pasado, y compartió las buenas nuevas del regreso de los dos sacerdotes.

Decenas de participantes acudieron a saludar a los sacerdotes en el Aeropuerto Internacional Charlotte Douglas.

“Estoy agradecida a Dios”, dijo la madre del P. Tijerino, al borde de las lágrimas mientras ella y su esposo se ubicaban cerca de una escalera mecánica que pronto les dejaría ver a su hijo.

Varios simpatizantes desplegaron banderas nicaragüenses mientras saludaban a los sacerdotes, que parecían estar en forma y eran todo sonrisas.

“Fueron meses difíciles, pero gracias a Dios y a las oraciones de esta parroquia, se nos dio la fuerza para soportar”, dijo el Padre Tijerino.

El P. Benavides fue abrazado como si fuera parte de la familia. “Dios bendiga a la parroquia”, dijo. “Estoy agradecido a esta diócesis, a la parroquia y a los fieles cuyas oraciones nos sostuvieron”.

Ambos sacerdotes dijeron que no fueron maltratados físicamente en prisión, pero sufrieron estrés emocional y psicológico causado por tácticas, como dejar las luces encendidas durante dos meses y luego apagarlas por un mes.

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